lunes, 31 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (35)

Por eso, la noche que dejé Barra Oxidada no sabía con precisión cuál sería mi destino. Había decidido que al llegar a la ciudad seguiría la primera huella divina que se me pusiera enfrente. No fue necesario esperar. Al subir al camión la huella se hizo visible, tenía unos ojos del color de las palmeras y hablaba tanto que pensé que era la síntesis de un convento alegre o de un prostíbulo arrepentido. Se llamaba Verónica. Iba a la misma ciudad que yo y apenas habíamos recorrido unos kilómetros ya me había contado la mitad de su vida y me había fortalecido diciéndome que no me preocupara porque encontrar trabajo no daba ningún trabajo.

"No, bebé, estás como loco, parece que tuvieras arañas en el cerebelo. Mira, es como si Dios se te presentara acá en el Café y te dijera: "Bueno, Chus, ya deja de andarme busque y busque. Acá estoy" y tú le hicieras al carnicero y lo cortaras en mil pedacitos sólo para llevarlo a tu inventario.
Yo creí que eras un coleccionista de cositas preciosas y simples, pero, ¡no, bebé!, tú estás coleccionando cosas monstruosas.
Uno de estos días vas a ir al panteón y vas a desenterrar huesos para llevarlos a tu inventario. Eso no es todo, otro día irás a donde refrigeran los cadáveres y te llevarás un pedazo de nalga de algún cristiano. Eso no es todo, algún día vas a querer tener un corazón vivo porque tu inventario no puede estar sin el latido divino. ¿Te das cuenta, bebé? O le paras o yo me hago a un lado. Me dijiste que si quería casarme contigo, pues sí, bebé, ¡sí, sí quiero casarme contigo!, pero ¿dónde voy a caber si dices que en tu recámara ya no cabe nada más? No tienes qué decidir entre Dios o yo, ¡no! La cosa es más sencilla: es el inventario o soy yo. El inventario, ¿no te has dado cuenta, tontito? es el UNIVERSO ENTERO, entonces, digo yo, ¿qué departamento alcanza para llenarlo con el universo?
Deja que el departamento sea el pedazo de universo desde donde podamos gozar, día a día, el inventario de Dios. Sí, bebé, me caso contigo mañana mismo, siempre y cuando hoy mismo mandes a la mierda toda esa porquería. ¿Para qué quieres cerros de corcholatas y pedazos de vidrio?
Bebé, te amo. Si te digo que quiero casarme contigo es porque estoy segurísima de que te amo un chorro y dos montones. Sé un Buscador de Dios, pero no insistas en hacerte pesado el camino llenando de piedras tu mochila.
Te amo, bebé. Ojalá que en esta decisión que tienes que tomar encuentres a Dios y Él te enseñe el mejor camino. Te amo, te amo, te amo, te amo..."

(Continuará)

domingo, 30 de diciembre de 2007

Dominguito sandunguero

Prendo este chunche y entro a leer la página electrónica de El Heraldo de Chiapas. Me topo con un texto de Nadia Villafuerte y lo disfruto; luego (¡sorpresa agradable!) me topo con un texto del fotógrafo Ariel Silva; por último leo "Las Turbocrónicas" de Marco Aurelio Carballo y ahí (¡qué desgracia!) me topo con una frase que Carballo escribe y ahora trascribo: "Por años he escuchado que TG es la ciudad de la burocracia chiapaneca y Comitán la hipocresía hecha pueblo".
¡No me gusta lo que cuenta el tal Carballo! Pero, pero, Marco Aurelio no hace más que repetir el dicho de algunas personas.
Todos hablamos de la feria según nos va en ella. El que está encaramado hasta mero arriba de la rueda de la fortuna habla diferente del pobre que le tocó viajar en la parte de abajo.
Yo soy comiteco y viví más de cuarenta años en Comitán, y viví muy a gusto. Si ahora hago un recuento de esos años la mayoría de recuerdos me entrega gente amable, afectuosa. Claro, también por ahí se cuelan unos grandes cabrones, pero, bueno es nuestra condición humana.
Sé que aquellos que me conocieron en Comitán también se dividen en dos grandes conglomerados: los que me recuerdan con aprecio y los que no pueden verme ni en pintura.
¿De veras Comitán es un pueblo hipócrita? No dudo que existen muchos dobles caras, pero la mayoría de comitecos es gente bien, amable y sincera. La mayoría demuestra, día a día, que la frase escrita por Carballo no puede ser aceptada como una generalidad. Marco Aurelio debió escribir que en Comitán ¡hay hipócritas!, así como lo hay en su Tapachula de nacimiento y en cualquier parte del mundo.
En Comitán aprendí que la palabra empeñada tenía un valor fundamental. Esta piedra no es piedra de los hipócritas.
Pero, bueno, debo admitir que sentí un retortijón cuando leí la frase escrita por Carballo, mas luego me di cuenta que Comitán, igual que cualquier pueblo del mundo, tiene piedras pesadas que no arrastra el río, por más limpia que sean sus aguas.
Por mi parte tuve la suerte de conocer la cara bonita del pueblo, tal vez porque nunca me metí mucho con las personas, tal vez porque, más que nada, me dediqué a beberme sus calles, sus plazas y sus cielos. Y esas nubes que bebí son las más bellas nubes de todos los cielos.
Comitán es un pueblo y como todo pueblo pequeño está inmerso en un infierno grande. A final de cuentas todas las comunidades arrastran defectos y virtudes. Los pueblos y ciudades son el espejo del modo de ser de los hombres. No hay un pueblo inmaculado.
Cada quien habla como le va en la vida. A mí la vida me bendijo cuando me hizo nacer en Comitán, uno de los pueblos más afectuosos del mundo.

sábado, 29 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (34)

Hubo un tiempo en que pensé debía abandonar Barra Oxidada e ir a un lugar en donde escuchara la voz de las Evas de este mundo para compensar mi inventario de palabras dichas por hombres. "Pues sólo que te vayas a un burdel, pero no creo que eso le vaya a gustar a Ausencio", me dijo don Artemio. Cuando me platicó bien a bien qué era un burdel y supe que no lo frecuentaban sólo mujeres sino también hombres deseché la idea de ir. "Pues qué chingados, vete a un convento", me sugirió entonces don Artemio. Cuando supe que las monjas sólo meditaban y rezaban intuí que tampoco era lo que buscaba. Le dije a don Artemio que tampoco el convento era el lugar que yo buscaba, entonces él se limpió las manos con su mandil y dijo: "Pues entonces vete a un bosque y métete una vara en el culo". Yo no le dije nada, pero pensé que tampoco era una buena opción.

(Continuará)

viernes, 28 de diciembre de 2007

Los inocentes

Los mexicanos somos folclóricos. A la palabra "inocente" le quitamos su connotación de inmaculado y le atoramos la de "tonto".
La matanza de los niños sin mácula la recordamos con una serie de supuestas bromas. La prensa nacional acostumbra publicar noticias falsas. Todo pretende ser un juego. ¿Un juego inocente? La verdad es que no. Hay gente que cree, en verdad, que los demás son tontos y puede hacérseles verdaderas trastadas.
"Inocente palomita, que te dejaste engañar" gritan burlonamente los que piden prestado dinero y, con el pretexto de ser día de los inocentes, se lo quedan.
Dentro de las tradiciones mexicanas ésta es una de las más absurdas, de las más tontas.
Es triste saber que los mexicanos pensamos que la inocencia es una entidad amarrada a la pendejada. ¡Es una verdadera pendejada considerarlo así!

jueves, 27 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas 33)

Había un instante en que algo pasaba y la palabra se convertía en algo irónico e hiriente. Las mentadas de madre suplían el ingenio y los diálogos se convertían en algo lleno de baba como si la palabra emergiera de un tonel de pulque; pero ahí, también, en la palabra borracha, adquiría la chispa que brinca al golpear un machete sobre el metal. ¡Chinga tu madre!, decía algún bebedor al tiempo que estrellaba una botella contra el suelo, y yo temblaba, no de miedo, sino de emoción. La sonoridad de esas palabras superaba con mucho al estruendo de la botella rota.
El salón era como El Paraíso en donde cientos de Adanes elegían diferentes frutos del árbol del Bien y del Mal.

(Continuará)

miércoles, 26 de diciembre de 2007

El último del año

Sale copia del epigrama que leí el día de hoy en el programa "Revista doce ochenta", que se trasmite en Radio ABC, de Puebla, y que es conducido por mi amigo, el destacado periodista, Jesús Ramos.

Ayer muchas personas hallaron regalos en el árbol de navidad, mientras otras se quedaron como el chino: sólo milando.

Sale EPIGRAMA

Porque Santa es muy perverso
él siempre reparte mal,
al rico le da tamal
y al pobre puro mastuerzo.

Le dejó mil tepalcates
a doña Blanca Alcalá,
y así la presi tendrá
muchos "huesos" pa'los cuates.

Piñata de siete picos
con colación y regalos:
para los pobres los palos
y la fruta pa'los ricos.

Le dio al migrante poblano
un abrazo con grilletes,
pues le "voló" sus billetes
sólo por ser un paisano.

A la CANACO desde antes
le dejó un gran moretón:
un enorme canastón
rebosante de ambulantes.

Y a Dóger le dejó yuca
pues él sí se lo fregó:
sus regalos le quitó
ya que eran pura fayuca.

Nota:
1. Blanca Alcalá es la presidenta electa de Puebla.
2. Dóger es el apellido del actual presidente municipal de Puebla.

martes, 25 de diciembre de 2007

La luz de las siete con cuarenta y seis

Lo primero que hago es mirar por la ventana. La calle está desierta. Algunos pájaros cruzan el cielo. En la calle no pasa ni un carro, ni una persona. Por lo regular, a esta hora, y en días regulares, la calle tiene el alboroto de decenas de carros y de decenas de personas. Ahora la calle está vacía (apenas, en este momento, pasa un camión urbano).
Los que saben dicen que en esta temporada también este chunche está vacío. La gente no entra al internet. ¿De veras esto es cierto? No lo creo, sé que, igual que yo, millones de personas, a esta hora (ya son las siete con cuarenta y nueve), están checando su correo o mirando alguna página que pueda decirles cómo amaneció el mundo.
Pero no hay novedad, el mundo amaneció igual que los últimos cincuenta veinticincos de diciembre: con las calles llenas de silencio, de un polvo que camina descalzo.
Tal vez algún bolo llena alguna calle; tal vez le llegó el momento de volver a casa.
El veintinco de diciembre es buen día para volver a casa, a la casa interior, la más auténtica, la única que no se agrieta con los tosidos de algún temblor.
Tal vez (ahora que ya son las siete con cincuenta y cuatro) es hora para prender la flama del corazón.
Total, parece que no hay otra cosa más importante qué hacer. La calle está vacía, no pasa ni un carro, ni una persona. Sólo un pájaro (ignorante de que hoy es veinticinco), vuela como todos los días, porque los pájaros son sabios, por eso son dueños de todas las casas y de todos los cielos.

Dios también resuelve crucigramas (32)
Más que en el diccionario, más que en todos los libros del mundo, la palabra estaba en el ping-pong que jugaban los bebedores. En el salón todo era vértigo, aún en el cansancio de la tarde y en la inconsciencia de la borrachera. El salón era un templo y los bebedores eran creyentes que entonaban rezos individuales.
Mi estancia en "La sin par" me había enseñado que Dios, en efecto, era una presencia invisible en el fondo de las botellas, y que los bebedores lo absorbían en cada trago. Conforme la borrachera entraba en sus cuerpos, los bebedores encontraban nuevas maneras de entrelazar palabras y surgían diálogos deslumbrantes. Por eso los bebedores reían y se daban golpes afectuosos o llenos de coraje. ¡Era la manera de festejar el nacimiento de nuevas ensartas para los rosarios!

(Continuará)

lunes, 24 de diciembre de 2007

Nacimientos


No hay un manual de instrucciones, pero todo es muy sencillo. El aserrín sirve para hacer caminos, el algodón para hacer el cuerpo de los borreguitos, y los lagos se forman con pedazos de espejos.
Se busca un esquinero de la sala para hacer el "nacimiento", especie de síntesis del mundo.
Todo es muy sencillo: en el nacimiento todo es posible. Al lado de un camello en medio del desierto aparece un dinosaurio de plástico; al lado de una carreta tirada por bueyes aparece un avión caza, made in China. Todo es posible, todo cabe en un nacimiento sabiéndolo acomodar.
Todo es muy sencillo, basta caminar con rumbo a Margaritas, basta pararse al lado de la carretera antes de llegar a Cash, basta subirse el cuello de la chamarra y mirar con rumbo a Comitán. Comitán es uno de los nacimientos más hermosos jamás soñados, jamás construidos.
Basta cerrar tantito los ojos y luego volverlos a abrir para ver ese caserío desparramado sobre el cerro.
Hay que estar en Cash antes de que el sol se oculte, para que la magia de los foquitos invoque el prodigio.
Todo es muy sencillo.
Claro, para esto uno debe estar en Comitán.
¡Feliz navidad a los lectores de este cuaderno de apuntes!

sábado, 22 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (31)

-Así que te vas -dijo don Artemio quien no vio el mar sino el "diablito" lleno de cajas-. No vayas a escribir porque bien sabes que acá la gente no es muy leída ni escribida. Cuando te acuerdes de nosotros ¡ven a vernos! ¿Está bien?
-Sí, don Artemio -dije. Azucena me enterró las uñas. Cuando dije que sí, había sonado como una promesa, pero se sabe que en las despedidas siempre aparecen promesas que se convierten en agua apenas suben a los barcos.
Más de doce años había permanecido en "La sin par". Lo más relevante al estar fuera de mi casa había sido descubir la huella de Dios en las palabras. El salón era otro mar enfrente del mar. En la noche, cuando metía el trapeador en la cubeta de agua limpia, podía palpar la resaca que habían dejado los bebedores. La palabra tenía el prodigio de continuar ahí sin que algo físico revelara su presencia. Era cuestión de fe. Yo sentía latir las palabras, eran como una parvada de pájaros en busca de árboles para pasar la noche.

(Continuará)

viernes, 21 de diciembre de 2007

Regalos navideños


¿Y si hiciéramos una campaña para regalar libros en esta temporada de navidad? Pocos, muy pocos la aceptarían, y estos pocos, por lo regular, son gente que, de por sí, obsequia y se obsequia libros.
¿Algún adulto preferirá recibir como obsequio un libro en lugar de una botella de güisqui? ¿Algún niño preferirá recibir un libro en lugar de un nintendo? ¿Alguna niña preferirá recibir un libro en lugar de una barbie?
Por esto yo sugiero que al lado del nintendo y de la barbie, los papás (los hermosos viejitos de la nochebuena) incluyan un comic. ¿Un comic? Sí, en mis tiempos le llamábamos "cuentos" a las revistas ilustradas o revistas de monitos. Incluyan uno, sólo uno, para hacer la diferencia.
Si los papás incluyen algún comic (desde un simple Simpson hasta uno más elaborado, es preferible que sea algo más cercano a nuestra cultura, pero, bueno...) el niño podrá estar a un paso de llegar al libro.
En Francia, en España y en Argentina (sólo por poner tres ejemplos) los grandes lectores se forman a partir de la lectura de "monitos" en la más temprana infancia.
Como los lectores de este cuaderno de apuntes son gente inteligente, yo apelo a su sensibilidad y les sugiero que al lado del bonche de juguetes que deben entregar a sus hijos este próximo veinticuatro, le agreguen algunas revistas de monitos (compradas, en Comitán, en la Proveedora Cultural) o algún librito infantil ilustrado. Estoy seguro que sembrarán una semilla de esos árboles que de grandes dan luz, mucha luz.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (30)

¡Era Verónica! No dijo nada. Caminó, metió sus brazos por detrás y me abrazó. Vimos cómo arreciaba el aguacero.

Saqué el "diablito", lo cargué con mi maleta y cuatro cajas de cartón llenas con el Inventario. Caminé hacia la playa, ¡sentí el mar! Algo me decía que pasaría mucho tiempo para que yo estuviera de nuevo frente al mar. Tal vez nunca más volvería a a verlo. Nadie sabe en qué suelo caerá el otro pie. Cerré los ojos y respiré hondo. El mar me trajo un aroma muy distante, era como un olor de madera antigua, pensé que ese olor era como una estrella que me traía su brillo después de recorrer millones de años luz. ¡Millones de años luz! El hombre había tenido capacidad para dar una dimensión a esas distancias porque, al final, debía ponerle medida a todo, al tiempo, al cansancio y al paso del viento. El viento jugaba conmigo, se enredaba en mi piel y en mi cabello. Sentí una mano sobre el hombro. ¡Era Azucena! Era como el primer día. Hacía tanto tiempo. No me dijo nada, yo tampoco dije nada. Como si alguien nos hubiese dado una orden no hicimos más que ver el mar, sólo el mar.

(Continuará)

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Don Rami Ruiz

En la vida hay hombres buenos, hombres que riegan luz. Así recuerdo a don Rami Ruiz (dueño de la Proveedora Cultural). ¿De qué otra manera se puede ver a un hombre que apostó por vender libros en un pueblo olvidado, como era Comitán en los años sesentas? El nombre de su negociación resume todo: provee cultura, y, ya se sabe, uno de los mayores inventos del hombre es el libro. A través de las vidrieras de la Proveedora yo recibí ese aliento de vida. En la proveedora compré los primeros libros de literatura que leí, asimismo las primeras revistas de "playboy" que me acompañaron en las prolongadas y frecuentes visitas que hacía al baño de mi casa, siendo adolescente.
Don Rami vendió libros, pero lo hizo convencido de que al hacerlo ofrecía más. Yo recuerdo a don Rami, a tío Rami, detrás de la caja registradora, siempre con una sonrisa y con un comentario que rompía cualquier glaciar. Yo entraba a la Proveedora con una gran confianza, sabiendo que ahí estaba ese hombre bueno. Todas las semanas iba a comprar el memín pinguín y el libro de la biblioteca básica salvat. La tarde en que, con cierta timidez y con vergüenza, puse debajo del libro la revista "playboy", don Rami me dijo: "!Ah, ya estás cambiando de tipo de lectura!" y yo me puse todo colorado. Después que pagué, él sonrió y dijo: "Pero nunca vayas a dejar este" y, con su mano derecha, me mostró el libro de la biblioteca básica salvat. Y creo que desde entonces le hice caso a don Rami. He leído de todo, desde la revista más tonta hasta la revista más sublime, y jamás, jamás, he dejado de leer la buena literatura. Don Rami fue un sembrador de luz, no otra cosa es el hombre que, en lugar de vender botellas de trago o cajetillas de cigarros, decidí vender un producto que no es tan solicitado: el libro (claro, un buen libro debe estar acompañado, de vez en vez, de una buena revista en donde alguna muchacha encuerada alegre el ojo del lector).
Don Rami fue un ¡tipasasazo!
Por ahí, en algunas bibliotecas comitecas, debe andar rondando un pequeño libro que se llama "Monografía de la ciudad de Comitán, estado de Chiapas", cuyo autor es el profr. Jaime Rodas (otro tipasasazo), editado en 1948. Pues bien, dicho libro fue publicado bajo el sello: Tipografía "Proveedora Cultural", de R. Ruiz. Don Rami también hizo libros. Fue alumno de Mariano N. Ruiz y, tal vez, ahí en la escuela bebió el gusto de la impresión, porque en la escuela de don Mariano (perdón, pero debo decir que don Mariano también era un tipasasazo) los alumnos aprendían de todo y bien.
Lo dicho: Comitán es un pueblo bendito lleno de hombres y mujeres que son tipasasazos.

El epigrama del 19

Pues sucede que el ayuntamiento de Puebla se comprometió a dejar el centro histórico libre de ambulantes, pero como no logró concretar la compra de un predio para reubicar a los comerciantes informales, ya liberó permisos para que 694 ambulantes se instalen en las calles del centro durante la presente temporada navideña (el número es un decir, pues son muchos más los que ahí se instalan). Con este tema escribí el epigrama que leí hoy en "Revista doce ochenta", programa radiofónico que conduce el destacado periodista Jesús Ramos, en ABC radio, de la ciudad de Puebla. Paso copia para los lectores de este cuaderno de apuntes:

El ayuntamiento liberó permisos a los ambulantes, mientras la CANACO pide la reubicación definitiva del comercio informal.

Sale EPIGRAMA envuelto en papel celofán.

Como si fuera un tapón
tapando el paso del río,
en temporada de frío
en el Centro está el plantón.

El gran plantón de ambulantes
que hacen agosto en diciembre,
grito de un monstruo bimembre
con sus dos lenguas babeantes.

Como playa de Miami,
como río del Grijalva,
fluye como agua a mansalva
la gran ola del tsunami.

Y el comercio establecido
es pueblo damnificado,
parece un local ahogado
de un pejelagarto herido.

Pidieron a Santa Clós
regalo grande y bonito,
pero hoy en el arbolito
"el gordo" la hizo de tos.

Los CANACOS van contritos,
muy tristes y sin un clavo.
Este año no tendrán pavo,
¡sólo tristes romeritos!

martes, 18 de diciembre de 2007

¡Tipasasazo!

Ramiro Suárez Argüello es mi amigo. Lo conocí cuando fuimos compañeros de banca en la secundaria del Mariano N. Ruiz. A veces iba a su casa a jugar, hallaba a su mamá regando las flores del jardín de la entrada, y hallaba a su papá dando de comer a los gallos de pelea en el patio trasero. Don Armando regaba los granos como quien riega luz y los gallos se peleaban (por algo eran de pelea) el maná que caía, no del cielo sino de las manos de don Armando. A veces don Armando nos platicaba alguna anécdota y su boca se llenaba de algo como un buche de agua limpia cuando algún personaje era importante y entonces, para darle énfasis, para que nosotros -apenas tiucas destempladas-, reconociéramos la importancia de tal personaje, él bajaba y levantaba la mano con emoción y decía con una voz fuerte y clara: "¡Era un tipasasazo!". Y entonces aprendí que los tipasasazos eran hombres como Cervantes, como Mozart, pero también tipasasazos eran los humildes del barrio que eran buenos para ejercer su oficio. Supe entonces que en Comitán, como en todos los pueblos del mundo, hay tipasasazos en cualquier esquina. Y una buena ruta para la vida es hallar las huellas de estos hombres y caminar senderos semejantes.
Y tal vez, gracias a don Armando, una tarde de esas regresé a mi casa con una piedra brillante en la bolsa del pantalón. Cuando entré a mi casa y hallé a mi papá, sentado ante la mesa del comedor, separando y contando unos hilos dorados lo vi diferente. Preparaba bolsitas con cien hilos dorados que luego vendían en la tienda de estambres que tenía mi mamá. Esa tarde vi a mi papá, con su camisa arremangada, haciendo un oficio muy sencillo como si éste fuera el más importante del mundo. Tal vez fue esa tarde, o muchas tardes despúes, cuando entendí que mi papá era ¡un tipasasazo!
Comitán está lleno de esos tipos maravillosos. Mañana, Dios mediante, contaré algo de don Ramiro Ruiz (tío Rami), dueño de la Proveedora Cultural, quien, igual que don Armando, igual que don Augusto, igual que cientos de hombres más, era un tipasasazo.

Dios también resuelve crucigramas (29)
Ahora pensaba que tal vez, Verónica tenía razón. Mi Inventario Divino era un álbum con figuras repetidas, ¿qué no acaso ya el inventario era el Universo? Y luego estaba lo otro, el Inventario se había convertido en una obsesión insana. Poseía cabellos, uñas y pestañas. ¿Cuándo -preguntaba Verónica- comenzaría a guardar huesos, pedazos de piel y órganos humanos?
Salí al balcón y dejé que la lluvia me mojara. Hay un instinto en todo hombre: al pedir ayuda divina mira hacia arriba. No elevé la mirada, por el contrario, la dejé clavada en el suelo y le pedí a Dios que me ayudara. El callejón estaba desierto, sólo las gárgolas parecían tener vida. En la ventana del edificio de enfrente, seguía prendido el televisor, pero nadie lo miraba. Por primera vez extrañé el mar, extrañé esa lejanía en donde la vista no encuentra más tope que el cielo. En el mar no es preciso alzar la vista para ver el cielo, el cielo está siempre a la altura de los ojos.
Oí una llave en la cerradura.

(Continuará)

lunes, 17 de diciembre de 2007

Carencias

Tal vez hace falta pensar en grande. Muchas personas han comentado el desacierto de que las esculturas estorben el espacio del parque central; pero, asimismo, muchas otras han señalado el acierto de celebrar en Comitán el encuentro de escultores. Tal vez algunos niños ya recibieron la semilla de la escultura; tal vez ya estén jugando a ser escultores; tal vez, algún día, sean grandes escultores.
Tal vez hace falta pensar en grande. ¿Hay un grupo de música clásica que alimente el espíritu de los comitecos? ¿Hay un taller de grabado que aliente los sueños de los niños, potenciales artistas?
Sé que las carencias de los pueblos son muchas. En Comitán se habla de carencias en el sistema de la red de agua potable y en el bacheo de las calles, además de muchas carencias más. Pero, alguien debe pensar en los baches del espíritu. ¿Cómo se llena ese vacío que existe en el alma de los niños y jóvenes comitecos? ¿Qué luz están bebiendo? ¿Con qué trigo se están alimentando?
Tal vez hace falta pensar en grande. Espero que Eduardo Ramírez Aguilar tenga la capacidad para sembrar algo de arte en el campo comiteco.
Es penoso constatar que las autoridades locales sólo piensan en grande cuando se trata de corrupción y de componendas que son para beneficio exclusivo de sus parcelas personales.
Tal vez hace falta mirar el cielo y pensar que "otro modo de ser" es posible.

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (28)
Abrí la caja de mi mamá y tomé lo que cogieron mis dedos índice y pulgar y puse un poco de ceniza en cada uno de los sobres. Cerré la caja de nuevo y la metí en la bolsa de basura. Iba a colocar los sobres en el estante de las cosas naturales cuando recordé la nota escrita por Verónica. ¿Tenía algún caso seguir aumentando el Inventario Divino? Hice pedazos los tres sobres y los metí en el cesto que estaba al lado de mi escritorio. Puse mi pie izquierdo adentro del cesto y aplasté la basura. ¿También el Inventario era polvo y en polvo debía convertirse? Una nube de frustración pareció instalarse en el centro de la sala y comenzó a ahogarme. Toda mi vida, desde los ocho años, había estado seguro de mi vocación. Nunca me cuestioné la validez de integrar el Inventario. Ahora todo era confuso. Desde que comencé mi relación con Verónica esperaba con ansia su llegada al departamento. Ahora, por primera vez, tenía una sensación extraña. Tenía miedo de enfrentarla (así lo pensé, como un enfrentamiento, y como en todo enfrentamiento alguien saldría herido). Faltaba poco para que Verónica metiera la llave, abriera la puerta y dejara el bolso y el impermeable (había comenzado a llover). ¿Qué le diría cuando preguntara acerca de mi decisión de continuar con el Inventario o de continuar mi relación con ella?
Habían bastado unas hojas de una libreta de apuntes para terminar con mi certeza.

(Continuará)

domingo, 16 de diciembre de 2007

¿Una injusticia?

No conozco a Yara, pero basta saber que ella considera ser motivo de una injusticia profesional para dar cabida a su reclamo en este espacio.

Tocará a las autoridades laborales estudiar su caso. Tal vez no sea necesaria la intervención de Juan Sabines (él no puede andar resolviendo casos personales), pero sí, tal vez, corresponda al nuevo director del Zoomat estudiar el caso de Yara. Federico Álvarez del Toro es un hombre sensible, un artista puro, al menos yo así lo percibo. Los artistas puros son hombres buenos. Tal vez Federico conozca de este caso y resuelva lo que a derecho y justicia correspondan a Yara.

Para conocimiento de los lectores de este cuaderno de apuntes trascribo a continuación la carta en donde Yara expone sus motivos. Carta que me fue enviada por un afecto.


Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; 14 de Diciembre de 2007.

LIC. JUAN SABINES GUERRERO, GOBERNADOR DEL ESTADO DE CHIAPAS; DR. JOSÉ LUÍS SOBERANES FERNÁNDEZ, PRESIDENTE DE LA COMISIÓN NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS; GREEN PEACE DE MEXICO Y ORGANIZACIONES ECOLOGISTAS; SISTEMA INTERAMERICANO DE PRENSA, PRENSA INTERNACIONAL, NACIONAL Y LOCAL.

Soy Bióloga. Maestra en Ciencias con especialidad en Conservación de la Biodiversidad y Doctorante en Ecología. Mexicana. Desde 1990 a la fecha, he laborado para el Instituto de Historia Natural y Ecología (IHNE), adscrita a la Dirección del ZOOMAT (Zoológico Regional “Miguel Álvarez del Toro”) en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

A partir de entonces, he realizado investigaciones en la Reserva Ecológica de “El Zapotal” y a partir del 2002 se me asignaron funciones de investigadora de tiempo completo, pero percibiendo el salario de “analista técnico” que de por sí percibía desde cuando ingresé al IHNE.

Esta reserva ecológica de relevancia nacional, ya que existen muchas Reservas Ecológicas Urbanas en el país similares a ésta: pequeñas, ricas en biodiversidad y seriamente amenazadas ante la creciente urbanización y ante el desafío de conservarlas. La selva tropical de “El Zapotal” dio un gran realce al ZOOMAT, al haber sido éste diseñado por su fundador el Dr. Miguel Álvarez del Toro (+) en medio de un hábitat natural. Lo anterior, llevo a este sitio de recreación y exhibición de Fauna Silvestre a reconocimientos internacionales y a ser pionero en Educación Ambiental en Latino América. “El Zapotal” fue también reconocido por el distinguido ecólogo Gómez-Pompa, como centro un importante para la investigación científica y refugio de fauna silvestre y por Álvarez del Toro como una de las dos rutas de aves migratorias que cruzan a Chiapas.

Al solicitar mi recategorización a la plaza de investigadora a la Directora General del IHNE, Lcda. Lourdes Adriana López Moreno, se me cambio de área de adscripción, funciones y responsabilidades, pretendiendo cambiar con ello el sentido de mi vida profesional y de servicio a la investigación y conservación de los recursos naturales de Chiapas.

Al intentar con la Lcda. Lourdes que reconsiderara su actitud, se violentaron mis derechos constitucionales, laborales, administrativos y profesionales y ahora se encuentra el proceso en un litigio jurídico donde el día de hoy se ha anticipado mi despido laboral.

Debido a lo anterior, solicito su atenta y urgente intervención. Así como responsabilizo a López Moreno de lo que pueda suceder contra mi integridad física, moral y profesional y laboral.

ATENTAMENTE, BIÓL. M. EN. C. YARA FERNANDEZ MORENO, Doctorante en Ecología e Investigadora del IHNE. Correo electrónico: yarabill@yahoo.com.mx

Dios también resuelve crucigramas (27)

Puse la caja sobre la mesa de centro y con un exacto corté la cinta adhesiva. Encontré dos pequeñas cajas de madera barnizada y una nota. Mi tía Eufrosina me daba el pésame y, a la vez, informaba que en las cajas iban las cenizas de mis papás. Mis papás habían muerto, junto con el tío Eutiquio, en un accidente en la carretera de San Cristóbal a Tuxtla. El auto se incendió al caer al precipicio. Los cuerpos quedaron calcinados, por lo que mi tía decidió incinerarlos. Una caja tenía el nombre de doña Deifilia y la otra caja el nombre de don Ausencio. Al final de la nota mi tía me confiaba su sospecha de que en la funeraria hubieran metido los cuerpos los cuerpos al mismo tiempo por lo que pensaba que en las cajas venía revuelto el polvo de los tres. La noticia de la muerte de mis papás no me dijo nada. Cuando subí al carro con don Ausencio y dejamos a doña Deifilia limpiándose la cara con el chal tampoco había sentido nada. Si ahora lloraba tal vez era porque había estado cortando cebolla. Ese polvo no olía a nada, fue preciso que le cayeran algunas gotas para que comenzara a despedir el olor a tierra mojada. En ese polvo estaba, sin duda, la huella. Metí mis dedos y vi cómo el polvo perdió su forma, era tan fácil cambiarla. Saqué los dedos y todo volvío a quedar como en el principio. Así queda la vida despúes de la muerte. Fui al escritorio y saqué tres sobres de la gaveta. Uno para mi mamá, otro para mi papá y uno más para el tío Eutiquio.

(Continuará)

sábado, 15 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (26)

-Queremos que nos hagas el mismo milagro que le hiciste a la Marina. Acá está el dinero -. Las demás mujeres movieron la cabeza en signo afirmativo. ¡Jamás había visto tanto dinero junto! Llevé a la mujer al extremo del pórtico y le dije en voz baja:
-Mañana. A las seis de la mañana en punto vayan a la palapa de "El faro", siéntense en la arena y no hagan otra cosa más que ver el mar. Ahora pueden irse.
-Acá está el dinero -y me mostró el bulto de la tentación.
-Mañana -dije.
La mujer guardó el dinero en una bolsa y caminó hacia el grupo. Sus compañeras la rodearon. Cada que la líder les decía algo, ellas volteaban a verme y sonreían. Al final parecieron conformes, dijeron adiós y se fueron.
Entré al salón, busqué el bote debajo del camastro y saqué el dinero que me había dado Marina. Caminé hasta la carretera y subí en el primer microbús que pasó. En el centro fui a la terminal de foráneos y compré el boleto: asiento número nueve, hora: 19:30 de ese mismo día.

Tocaron el timbre. Me limpié las manos y dejé el cuchillo con que cortaba la cebolla. Vi por la mirilla. Era un mensajero con un paquete.
-¿Quién? -grité.
-Traigo un paquete para el señor Jesús Cancino.
Abrí. El muchacho me puso en la cara la bitácora y la pluma para que yo firmara de recibido y me entregó el paquete.

(Continuará)

viernes, 14 de diciembre de 2007

La luz del progreso

Hay más luz que sombra. Los corruptos y malhechores forman una minoría. En el país (y en Comitán, por supuesto) hay más gente buena que mala. ¿Por qué, entonces, el país está hundido en la miseria? Tal vez porque esta mayoría es una mayoría silenciosa y sin capacidad de acción.
El silencio, que es una virtud para el desarrollo espiritual del hombre, resulta una desventaja en el avance de la democracia. La inamovilidad, que es otra virtud para el desarrollo espiritual, también resulta una desventaja en el progreso de los pueblos.
En la medida que una sociedad es capaz de gritar las injusticias y de señalar a los corruptos; y en la medida que es capaz de organizarse y de realizar acciones para evitar tales desmanes, en esa medida ¡crece y se desarrolla en medio de la luz!
De nada sirve el grito de verdulera sino existe un movimiento encaminado a "desfacer entuertos".
La palabra debe ser el instrumento de la verdad, y la acción debe ser el instrumento del cambio.
¿Estamos realmente dispuestos a cambiar las estructuras equivocadas?
El poder insiste en mantener inamovibles las estructuras que ayudan a sus intereses personales. ¿Cómo puede interpretarse el reciente cambio en la Secretaría de Educación de Chiapas? ¿Cómo puede interpretarse el nombramiento de Jorge Constantino en una oficina de la Secretaría de Agricultura de Chiapas? Hay muchas lecturas de estos movimientos, todas válidas pero no reales al ciento por ciento. Lo único comprobable es que son movimientos para fortalecer las estructuras de un poder que sólo beneficia a los grupos que ostentan el poder y no, como debería de ser, para beneficiar a la mayoría de la población, esa mayoría de gente buena, honesta y chambeadora, pero que, por desgracia, es una mayoría silenciosa y sin capacidad de organización para propiciar el verdadero cambio.

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (25)
Al término tuve que inhalar fuerte. Yo, que siempre había estado tras su huella, jamás le había pedido nada a Dios. Cerré los ojos y le pedí que iluminara mi camino. Abrí los ojos, un rayo brilló a lo lejos, segundos después oí el trueno. Llovería.

Don Artemio me jaló. Había colocado dos sillas frente a frente. Ahí nos sentamos.
-A ver, Chucho, ahora sí quiero que me hables con la verdad en la mano. ¿Está bien? ¡Qué hiciste!
-No sé qué quiere decir.
-Quiero decir que allá afuera te están esperando más de diez mujeres. ¿Qué les hiciste?
-¿Yo? ¡Nada!
-No te hagas. No hay más Jesús que tú.
Volvió a jalarme del brazo y me llevó hasta el ventanal. Con una mano abrió tantito la cortina y con la otra señaló: un grupo de mujeres permanecía junto a los escalones. Todas veían hacia la puerta del salón.
-Nos están viendo -dije.
-Te están esperando. ¿Qué les hiciste? -dijo y me jaló de la camisa.
-Yo, nada, don Artemio. Se lo juro.
-Pues bueno. ¡Sal y a ver qué te dicen! ¿Está bien?
-Sí, está bien -Salí. Giré la cabeza y vi que don Artemio seguía espiando.
Las mujeres subieron al pórtico como si fueran gallinas en busca de maíz. Una mujer de collares enrollados en el cuello se acercó y me dijo:

(Continuará)

jueves, 13 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (25)

-Bebé, la otra noche te pedí que me dieras chance para pensar en tu propuesta. Bueno, pues ya le eché coco muchas noches y digo: ¡Sí, güey, sí me quiero casar contigo! Pero, espera, espera -dijo cuando me paré, la abracé y la besé-. Lee antes esta nota. Te veo en el departamento a las ocho -. Pidió la cuenta y cuando llegó la mesera, abrió su bolso y dijo: "Yo pago esta tarde. Soy feliz. Me casaré, me casaré". Pagó y salió brincando.
-Felicidades -dijo la mesera-. ¿Quiere tomar algo para celebrar?
-Sí, por favor, tráigame un té de manzanilla.
-En seguida se lo traigo -dijo y se fue entre las mesas y me quedé con las hojas en las manos. Las guardé en medio del libro que llevaba, las leería en el departamento. Claro, antes que Verónica llegara. En el camino compré queso y vino para celebrar.
Subí al departamento y puse un disco de Neil Diamond -el que más nos gustaba a los dos-. En la recámara abrí la gaveta del buró y saqué el anillo. La tarde que le pedí a Verónica que se casara conmigo ella no aceptó el anillo, me dijo que estaba noventa y nueve por ciento segura de su respuesta, pero me pidió que le diera unos días para que estuviera segura al ciento por ciento, y remató: "Cuando yo le diga a un güey que sí, es porque estaré segura que nadaré en su alberca por toda la vidurria".
Busqué el sacacorcho y abrí la botella de vino. Me serví un poco. Salí al balcón. La tarde era fresca. En el edificio de enfrente las dos mujeres veían televisión. A veces ellas salían al balcón y me veían. Éramos conocidos, pero siempre estaba el vacío en medio de nosotros. Entré. En la mesa de centro había dejado el libro. Saqué las hojas y las leí.

(Continuará)

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Palenque Rojo


La fotógrafa María Auxilio Ballinas me envíó una invitación para el espectáculo que presentará este 15 de diciembre, a las 8 de la noche, en el Teatro Daniel Zebadúa, de San Cristóbal de Las Casas.
Conociendo la seriedad y profesionalismo que caracterizan a María Auxilio, el espectáculo augura calidad.
Los lectores de esta libreta de apuntes, que anden por San Cristóbal en esos días, bien pueden aprovechar este evento.
¡Suerte!

El epigrama del doce de diciembre

Hoy, a las ocho y media de la mañana, recibí la llamada de ABC radio para leer el epigrama en el programa "Revista Doce Ochenta" que conduce el destacado periodista Jesús Ramos. Paso copia para los lectores de este cuaderno de apuntes.

El presidente municipal, Enrique Doger, dijo que el tema de los parquímetros es tema cerrado.

Sale EPIGRAMA

Y le bajaron la pila
al proyecto Dogerista,
su coche salió de pista
y hoy estorba en doble fila.

Doger duerme sin temor
pues otro es ¡su gran proyecto!,
él maneja bien directo
para ser gobernador.

Su parquímetro es muy fino,
es parquímetro especial,
impone multa infernal
a quien le tapa el camino.

Este sí es un tema abierto,
es un tema no cerrado.
Él es gallo retobado,
no deben darlo por muerto.

A Blanca Alcalá le encomienda
a los mal estacionados,
a priístas enojados
y a Zavala en la contienda.

Canta fuerte el exrector,
MP3 que dispara:
"A Doger no se le para,
no se le para el motor".

Nota:
1.- Enrique Doger, presidente municipal de Puebla, quiso implementar el uso de parquímetros en el centro histórico, pero el Congreso Local no lo aprobó.
2.- Enrique Doger fue rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, actualmente es presidente municipal, y algunos analistas políticos aseguran que buscará la gubernatura del estado de Puebla en la próxima contienda.
3.- Blanca Alcalá es la presidenta electa de Puebla, tomará posesión en el mes de febrero de 2008.
4.- Zavala fue hasta hace poco Secretario de Gobernación del estado de Puebla, y no oculta su deseo de disputar también la gubernatura del estado en próxima contienda.

Dios también resuelve crucigramas (24)

-¡No, bebé, no! Eso es muy loco -dijo Verónica y escondió la cara entre sus manos.
Esa tarde cumplíamos diez meses de ser novios. Tomábamos un café en la terraza del local de costumbre.
Verónica, hasta ese momento, había agregado varios elementos al Inventario Divino. Aún creía que era una simple colección. Parecía tener una idea fija con las plumas. Después de la pluma de colibrí, había llevado al departamento una de pavo real, otra de codorniz y una más de urraca. Una mañana escondió las manos detrás de su espalda y me dijo que adivinara, después de varios intentos fallidos, mostró las manos y me entregó una pluma fuente que había comprado en un bazar de domingo. Era tal su entusiasmo y entrega a mi entrega y entusiasmo que, como acto de complicidad, le confesé el secreto esa tarde. Supo todo lo del inventario.
Después de varios segundos se destapó la cara y repitió: "Eso es muy loco". Como siempre que teníamos una discusión me pidió que no me moviera y se sentó en otra mesa. Ahí prendió un marlboro, sacó su libreta de notas y escribió y escribió. Regresó a la mesa, arrancó tres hojas y me las dio:

(Continuará)

martes, 11 de diciembre de 2007

Sé un águila

"Sé un Águila" es el título del más reciente libro del escritor comiteco: José Armando Velasco Ramírez. Es el volumen número 29 de la Colección Balún-Canán. Muy pronto estará disponible ya en la ciudad de Comitán.
De igual manera que en su primer libro: "10 Historias para reflexionar" (Número 17, de la Colección Balún-Canán), en "Sé un Águila", José Armando pretende enviar un mensaje de esperanza. Una esperanza posible.
José Armando conoce el mundo de las dependencias, conoce la sombra y el lodo que ensucian el espíritu del hombre que tiene una dependencia; pero conoce también la luz del hombre que confía en su mente y en el poder infinito del universo. En este libro, de nuevo (qué bueno), vuelve a decirles a sus lectores que existe un camino llano.
¿Para qué sirve la lectura? La lectura sirve para hacer mejor al hombre, para que el hombre se eleve. José Armando sintetiza en el título de su más reciente libro su pretensión: "Sé un Águila".
José Armando le dice a sus lectores que al hombre que está en el fondo de un pozo le basta mirar hacia arriba para descubrir el cielo. Cuando el hombre intenta volar ¡lo logra!
Bienvenida la iniciativa de José Armando. Sé que su libro hará el bien y ello es una bendición en estos tiempos.

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (23)
Marina no dijo nada. Miraba el mar.
-Digo, pregunto porque nunca la había visto y yo vengo seguido por acá.
El mar ya había entrado en los ojos y en la piel de Marina.
-A mí me dicen "paletas", pero me llamo Juan y estoy para servir a Dios y a usted, doñita. Lo que más me gusta es ir al cine por las tardes. ¿A usted no le gusta el cine?
Abrí la puerta y salí.
-Idiay, Chucho, ¿cómo estás? Yo acá platicando con la doñita, le andaba diciendo que a mí me gusta el cine.
-A todo el mundo le gusta el cine -le dije a Juan mientras veía que Marina seguía mirando el mar, como fiel navegante.
-Caray, eso quiere decir que también a la doñita le gusta el cine. ¡Quién iba a decir que ella y yo tenemos los mismos gustos! -dijo Juan y cerró un ojo buscando mi complicidad. Yo pensé que Juan era, en ese momento, la forma en que Dios se manifestaba. Yo tomé el pañuelo con dinero que Marina tenía en su regazo y le ordené:
-Cierra los ojos, Marina, y escucha la voz de Juan, sólo su voz.
Ella cerró los ojos, yo jalé a Juan y le dije al oído que si le había gustado Marina ese era el momento de enamorarla. En voz baja, Juan me dijo gracias, y comenzó a decirle a Marina que las películas que más le gustaban eran las de blanco y negro.
Entré al salón y no volví a salir, para no interrumpir la plática de Marina y Juan.

(Continuará)

lunes, 10 de diciembre de 2007

Con perdón de don Gabo (3 y último)

Por tercera ocasión en mi vida traté de leer completo "Cien Años de Soledad". ¡No pude! Ahora lo único que puedo decir es que: "lector que crece torcido jamás su lectura endereza". Juro que lo intenté, pero tal vez algo muy intenso ya enraizó en mi mente, algo que bloquea mi lectura de esos Cien. Volvió a ocurrirme exactamente lo mismo.
Ahora tengo el libro sobre mi buró, pero ya no me inquieta. Es un descanso saber que un día de estos iré a la casa de mi compa Pepe y se lo regresaré, él lo colocará en su librero y cuando yo regrese a mi casa todo será como antes.
Tal vez, a final de cuentas, no esté yo tan equivocado. Hace como diez días (como si el destino me hubiera querido dar una prueba de fe) vi en la televisión una plática que dio Gabriel García Márquez (no sé cuántos años hace de esa plática) al lado de Fidel Castro en Cuba. Ahí escuché a Gabo decir que en México intentó muchas veces presentar guiones para cine pero siempre le fueron rechazados. El productor de cine le dijo que sus guiones "no jalaban al público" y por eso no los aceptaban. El deslumbre me llegó cuando el propio Gabo dijo, con una gran emoción, que un día tomó todos esos guiones y "escribí Cien Años de Soledad". ¡Claro!, pensé, acá está la clave. Resulta que la afamada novela no es más que un tejido hecho con retazos. Claro, Gabo es un hábil tejedor, no por algo es Nóbel de Literatura, sus costuras casi no se notan, pero la novela no estuvo pensada como una estructura única. Tal vez esto es lo que me provoca un gran fastidio.
Me quedo con los cuentos de García Márquez.
Si algún día alguien me regala la novela no me inquietaré. Me emociona que me regalen libros. Lo aceptaré con la misma algarabía con que acepto el don diario de la vida y del desafío, y del libro separaré la primera parte (la que siempre me deslumbra) y quemaré todo el resto. Tal vez así logre hacer un conjuro y le desee a Gabo "cien años de grata compañía".

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (22)
-¡Tenés la misma mirada de los santos! -dijo y repitió: "¿Cuánto cobrás por milagro?" Le calculé unos veinticuatro años. Según su dicho jamás se le había acercado un hombre. Se llamaba Marina. Trabajaba en el taller de su mamá haciendo artesanías con la cáscara del coco. Yo quise explicarle que no había hecho nada en el caso de Azucena, pero ella, con mucho trabajo, metió la mano entre sus senos y sacó un pañuelo que desanudó para dejar ante mi vista un fajo de billetes.
-¿Alcanza? -dijo.
¡Vaya que alcanzaba! Me alcanzó para el boleto de ida, para cuatro noches de hotel y para dar el depósito y dos meses adelantados del departamento que alquilé en la ciudad.
La tomé del brazo (más bien la abracé hasta donde alcancé) y la ayudé a subir los tres escalones. Entré al salón y saqué una silla que recargué sobre la pared. Le ordené que se sentará.
-Cierra los ojos, Marina, y no los abras hasta que te diga -cerró los ojos y yo, caminando de puntillas, entré al salón para terminar de clavar la pata del camastro.
Después de dos horas la encontré con los ojos pegados de tanto sudor.
-Abre los ojos, Marina, y no veas otra cosa que el mar, sólo el mar -cuando abrió los ojos fue como si saliera de un cuarto oscuro. Poco a poco abandonó la niebla. Cuando la luz volvió a su mirada, entré al salón y trapeé el piso.
Después de un tiempo, un largo tiempo, oí que Juan llegaba en su triciclo y bajaba el bloque de hielo. Dejé el trapeador sobre una silla y busqué las monedas para el pago. Oí que alguien hablaba y recordé a Marina. Desde la puerta oí que Juan decía:
-¿Y usted, doñita, es de por acá?

(Continuará)

domingo, 9 de diciembre de 2007

Con perdón de don Gabo (2)

El libro quedó arrumbado sobre el librero de madera. Un día, un afecto me dijo que leyéramos una novela, ya habíamos leído muchos cuentos (de Faulkner, de Monterroso, de Cortázar, de Bárbara Jacobs, de varios autores chiapanecos y del propio García Márquez). Entonces sugerí "Cien años de soledad". Regresé al librero de mi casa de Comitán y desempolvé mi ejemplar que había olvidado hacía ya varios años.
Para no provocar el mismo resultado diré ahora que sucedió lo mismo que la primera vez. Mi afecto y yo nos deslumbramos al principio, esperábamos con ansias el momento para continuar con la lectura, pero después de un tiempo noté que ella también se aburría (no sé si yo la contagié de mi actitud o, como sucede con el insomnio en la propia novela, algo como una niebla de hastío cubrió nuestra emoción y ya no nos abandonó). Un día no soportamos más y olvidamos a García Márquez y nos pusimos a leer La Iliada (ah, ¡qué diferencia, qué disfrute!). Olvidé de tal manera a "Cien Años de Soledad" que, varios años después, cuando busqué mi ejemplar ya no lo hallé. Tal vez lo presté y nunca me lo regresaron. Tal vez.
Cuando Gabriel García Márquez publicó sus "Doce cuentos peregrinos" dudé en comprar el libro, pero como soy un gran aficionado a leer cuentos ¡lo compré! ¡No me arrepentí, hallé en sus cuentos el mismo deslumbre que descubrí en el principio de "Cien Años de Soledad".
Hace como quince días (ya acá en Puebla) fui a visitar a mi compa Pepe. Dos cosas me deslumbraron: la primera es el "árbol" de nochebuena que tiene a la entrada de su sala: ¡espléndido sol fragmentado!; y la segunda fue un ejemplar de la primera edición de "Cien Años de Soledad", en cuya portada tiene un diseño de Vicente Rojo (es un ejemplar ya de colección). Mi compa tiene el libro forrado con plástico, a fin de que no se deteriore. Dentro de la plática le señalé el libro y se lo pedí prestado, pensé que él iba a mostrar cierta reticencia, pero ¡no!, se levantó, tomó el ejemplar del librero y me lo dio.
Mientras iba en el camión de regreso a casa pensé que, tal vez, después de tantos años, ya con más experiencia literaria, ahora sí "entendería" a don Gabo.

(Continuará)

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (21)
-¡Ora Chucho! ¿Qué hiciste? -me dijo don Artemio. Yo estaba hincado frente al camastro y él estaba del otro lado de la pila de cajas. Volví a oír su voz por encima de la pila: "Afuera te espera una señora. Apúrate, no la hagas esperar, ¿está bien?"
Dejé el martillo sobre el camastro, guardé los clavos y salí a ver quién me buscaba.
Era una mujer joven pero parecía mayor porque de su cuello y brazos le salían unos rollos de grasa que rebasaban el vestido. Cuando me vio trató de subir los tres escalones del pórtico, pero se arrepintió y me dijo:
-Si me hicieras la caridad, mejor bajá vos.
Al bajar vi que era chaparrita, tal vez por eso su gordura era más notoria.
-¿Cuánto cobrás por milagro? -dijo, sacó un pañuelo y se limpió la cara.
Me contó que todo el mundo del pueblo decía que era un milagro que Azucena fuera pareja de don Artemio y que yo era quien había hecho "el milagrito".

(Continuará)

sábado, 8 de diciembre de 2007

Dios también resuelve crucigramas (20)

Era una palabra que sonaba como un latigazo. Corté un pedazo de la nota en donde llevaba la cuenta de la mesa, y escribí la palabra: ¡CHASCAS! Era un latigazo.
El día que abandoné Barra Oxidada, Azucena abrió un veliz que conservaba debajo del camastro, sacó un libro que olía a viejo y me lo dio, ¡era un diccionario! Ya en el departamento quemé muchos papeles del inventario, porque tenían palabras que ya estaban incluidas en el diccionario.
Recuerdo mi emoción cuando un bebedor, con un puñetazo sobre la mesa, soltó la palabra ELÍXIR. Había dicho que el tequila era eso. La palabra tintineó en mis oídos y en mi corazón. Un día descubrí que esa palabra estaba en el diccionario, así que tomé el papel y lo quemé. Tener las mismas palabras en el diccionario y en el Inventario era como tener un álbum con figuritas repetidas.
La primera vez que encontré una palabra repetida (la palabra era ALBA y ésta se la había oído a un viejo pescador) cogí el papel, lo arrugué y lo tiré al cesto, pero me arrepentí al ver el papel arrugado. Arrugar la palabra había sido como enjaular un pájaro. Fui hasta el cesto y levanté el papel, lo puse en mi escritorio y lo alisé con mis manos. Esa noche anoté en mi diario algunas ideas en las que luego debía reflexionar: "La palabra hablada tiene más aliento que la palabra escrita. La palabra escrita es un cadáver que resucita hasta que alguien abre el libro".
Decidí que debía eliminar los papeles con un ritual: en el centro de una cubeta llena de agua colocaba el papel sobre una tabla empapada en alcohol, pronunciaba la palabra y le prendía fuego. Pensaba que así la palabra consumida abría un espacio para la llegada de otra palabra, tal vez una tan brillante como ¡CHASCAS!

(Continuará)

viernes, 7 de diciembre de 2007

Una lección de vida

Conocí a Jorge Antonio en el Colegio Mariano N. Ruiz. Yo daba clases en la secundaria y él ejercía el cargo de Coordinador. Los alumnos lo bautizaron como "Cordi" y los maestros no nos quedamos atrás. A todas horas se oía en los pasillos: "Cordi por aquí, Cordi por allá".
Con el trato nos hicimos amigos (placer que a ambos nos procuró la vida). Una mañana de viernes entró a mi oficina y me invitó para una "fiestecita" al día siguiente.
Muy puntual llegué al barrio de La Pilita Seca al otro día. En el patio de la casa que rentaba, patio lleno de luz, con piso de ladrillo, estaba colocada la mesa tradicional, el mantel blanquísimo y diez o doce sillas plegadizas de madera pintadas con un color azul ya deslavado.
Poco a poco fueron llegando los invitados, algunos vecinos o parientes de Jorge y algunos compañeros de trabajo. Trini -su esposa- sirvió las primeras cervezas y platos con botanitas. En medio del patio resonaban las carcajadas del chisme que jugueteaba de un lado a otro de la mesa. Jorge se acercó a mí, colocó sus manos sobre mi hombro y, con seriedad inusual, me dijo: "Profe, venga, le quiero enseñar algo". Me paré, di el último trago a la cerveza y dejé el envase vacío sobre la mesa.
Jorge me condujo a la puerta de salida, me llevó a mitad de la calle y casi me obligó a pararme a su lado y me dijo: "Miresté".
Desde el lugar en donde estábamos se veía la calle en bajada, la extensión verde y húmeda de La Ciénega y los cerros chaparros que se levantan en el rumbo de Cash. Bastaba alzar tantito la vista para perder el horizonte y toparse con el azul infinito. Vi lo que Jorge me indicaba y sin saber qué decir me quedé callado, tal vez bebiendo con más ansia que la cerveza ese instante que no volvería jamás. Jorge rompió el silencio, me jaló un poco más hacia la izquierda e hizo un movimiento con su brazo derecho, un movimiento de abanico que quiso abarcar todo: "Este es mi jardín, profe", dijo y calló. Yo volví mi mirada hacia él y lo vi serio, más serio que jamás lo había visto en la vida, y supe que no era broma ni ocurrencia de bolo lo que me decía. Jorge sabía que lo que su vista abarcaba ¡era suyo! Pensé que Jorge era tan rico como mi tío Manuel Bermúdez, o más, sin necesidad de tener ningún título de propiedad. Yo no dije nada. Regresamos a la mesa y Jorge me sirvió otra cerveza y la tarde volvió a tomar su ritmo natural. Las carcajadas de todos volvieron a treparse a un árbol de durazno que estaba sembrado casi casi a la entrada de la casa.
Hoy, cuando, desde mi ventana, veo el jardín botánico de la Universidad orlado al fondo por la imagen del Popocatépetl cierro los ojos y pienso: "Este es mi jardín" y me acuerdo de mi amigo y de la maravillosa lección de vida que me dio.

NOTA: (LA FOTO LA TOMÉ PRESTADA DE LA PÁGINA ELECTRÓNICA DEL AYUNTAMIENTO DE COMITÁN).

jueves, 6 de diciembre de 2007

Con perdón de don Gabo (1)

Gabriel García Márquez me aburre. No recuerdo cuándo, pero en Comitán leí por primera vez "Cien años de Soledad". Esa vez abrí el libro y ¡me maravillé! ¡Qué escritor tan prodigioso!, pensé. Como siempre que esto me sucede, el libro lo llevé de una parte a otra, sin despegarme un ratito de él. Lo leí a la hora de entreclase, a la hora de comer, a la hora de ir al baño, antes de dormir y a la hora de despertar. De pronto, algo extraño sucedió. Algo como un agotamiento de lector me invadió y comencé a leer menos, hasta que un día ¡ya no leí nada! Dejé el libro sobre el buró y así permaneció por varios días. Antes de acostarme veía el libro y me recriminaba, me decía que era un tonto por dejar de lado a tan maravilloso escritor, pero mi "agotamiento" ganaba, ¡y ganó!, y ganó de manera inusual. En lugar de quemar el libro para que no estuviera molestando mi conciencia, lo agarré, retomé la lectura en donde la había dejado, y comencé a leer de prisa, a saltarme párrafos completos, ¡páginas completas! Lo que quería era terminar el libro a como diera lugar. Por fin, una noche, llegué a la última página. Al otro día puse el libro en el librero y di por terminada esa aventura literaria. Así como un viajero siente pesadumbre cuando realiza un viaje frustrado, así me sentía yo: el mundo de "Cien Años de Soledad" había sido como cien años de aburrición.
Claro, a don Gabriel García Márquez no le preocupa para nada si digo que me aburre. Los millones de fieles lectores de su obra tampoco pierden el sueño. Don Gabriel ha vendido millones de libros, ha ganado el Nobel de Literatura y anda totalmente despreocupado de lo que opina un lector que parece nadar contracorriente.

(Continuará)

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (19)
Ella se soltó de mi mano, corrió hacia la mesa de centro, abrió su bolso y me mostró dsde ahí la pluma de un pájaro.
-Es mi primera contribución -dijo-. ¡Es la pluma de un colibrí! Luego te platico cómo la conseguí. ¡Bárbaro, es tardísimo! Me mata doña Kena, me mata -. Abrió la puerta y dijo "chao". Yo fui hasta la mesa de centro, tomé la pluma de colibrí y la metí en un sobre y anoté: "Primera contribución de Verónica".

En el Inventario Divino reuní palabras. Las escribía en papeles sueltos y estos los guardaba en una caja que le había robado a mi mamá. Ella la empleaba para guardar sus hilos y agujas. Comencé a anotarlas porque eran palabras que nunca había oído. La primera vez que oí una palabra que jamás se había pronunciado en los corredores de mi casa fue una vez que un bebedor giró el dedo y yo corrí a preparar la siguiente ronda. Metí la mano en la hielera y saqué dos botellas. Tenía dos días que Juan no llegaba con el hielo. Destapé las botellas, las coloqué en la charola y fui hasta la mesa en donde estaban los bebedores. Uno de ellos tenía anillos en cada uno de los dedos de sus manos. Cambié las botellas vacías por las llenas y me retiré, estaba ya por donde la rocola cuando oí que el bebedor gritó:
-¡Me cago en la verga! Estas cervezas están como chascas, ¡todas tibias!
Su compañero rió y le dijo que más tibia estaba su hermana y que bien que se la llevaban al río. Esto último lo oí a medias porque estaba impresionado con la palabra que había dicho el de los anillos.

(Continuará)


miércoles, 5 de diciembre de 2007

Vestido y alborotado

Hoy no leí epigrama. Jamás recibí la llamada de radio ABC. Ocurrió algún defecto en las líneas de transmisión o mi amigo Chucho tuvo una agenda muy cargada. Pero, bueno, como yo preparé mi epigrama, pues paso copia en esta libreta de apuntes, para que no se quede inédito.

Javier Casique, secretario de gobernación municipal, dijo ayer que dejarán libre de ambulantes el centro histórico de Puebla, al término de esta gestión.

Sale EPIGRAMA

El centro está convertido
en una plaza de toros,
toros y toreros moros
que quieren sacar partido.

CANACOPE paga rentas
y es evasora "la raza",
cuando se rompe la taza
y cada quien a sus ventas.

Con ritmo de bongó y quena
cortan dos rabos y oreja,
si el secretario se deja
le harán una gran faena.

Cuando el poblano sumiso
quiere en Puebla caminar,
a Dios tiene que implorar
le mande un "segundo piso".

Casique levanta vara
para piratas y guisos,
y dice no habrá permisos
ni siquiera "bara bara".

Son un gran gremio torero
toditos los informales,
por eso a municipales
les pintan un "lero lero".

Nota: CANACOPE (Cámara Nacional de Comerciantes en Pequeño).

martes, 4 de diciembre de 2007

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (18)

- ¿Qué tienes escondido acá? -preguntó Verónica y acercó la caja a su oído y la movió con ambas manos.
Esa caja contenía uñas y cabellos humanos.
No esperó a que yo respondiera, dejó la caja en su lugar y caminó hasta el balcón. En el trayecto levantó su copa de vino.
-¡Chale! Está de pelos tu universo. ¿Qué tal si te ayudo a completar la colección?
Lo dijo sin verme, su mirada estaba perdida en el edificio de enfrente. Ella aún no sabía que mi inventario no era una simple colección; y yo aún no sabía que una noche, mucho tiempo después, ella llevaría una foto en donde un niño tirado en una calle de París me pediría auxilio.
Tomé mi copa y fui hasta el balcón. La noche era fresca. Verónica vio hacia abajo (mi departamento estaba en el tercer piso) y dijo:
-¡Hijos, da mareos! ¿Nunca has soñado que estás en un lugar altísimo y de pronto, empiezas a caer y caer y caer y no paras. Menos mal que siempre cuando están más horribles los sueños, suena el despertador.
Verónica me vio, tal vez porque yo no decía nada. Vi en sus ojos la misma luz que había visto en los ojos de Azucena cuando don Artemio la invitó a bailar. La luz que tenía Verónica era apenas como brillo de faro muy lejano, pero ya era un buen principio.
-Sí, Verónica, está bien - le dije y puse mi mano sobre la de ella que estaba sobre el barandal.
-¿Qué cosa es lo que está bien, güey? -preguntó ella y reímos.
-Perdón, digo que sí me gustaría que me ayudaras a completar la colección.

(Continuará)

lunes, 3 de diciembre de 2007

De más-tretas literarias

Terminó la feria internacional del libro, de Guadalajara. Un libro de Ángeles Mastretta (escritora poblana) fue el más vendido (un poquito más de 500 ejemplares).
Las estadísticas afirman que más gente asistió a la feria, y más gente compró libros. Es un buen signo.
Claro, es una pena que el libro más vendido "apenas" haya vendido quinientos ejemplares, pero, bueno, es ganancia en el entendido que el libro no es un pan compuesto o una memela (todavía no, por desgracia. El día que el libro sea consumido con el mismo gusto que el pan compuesto y que la memela, ese día, nuestro país "estará del otro lado" -y espero que este otro lado no sea Estados Unidos de Norteamérica).
Lo que sin duda estuvo en chino fue hallar un libro de autor comiteco en dicha feria. Los ayuntamientos, por lo regular, no están interesados en promover realmente la obra de los autores locales. ¡Es una pena! Hubiera sido un gran logro que el ayuntamiento comiteco tuviera participación en esta feria a través de autores comitecos. Un stan en donde se mostrara el esfuerzo personal de destacados comitecos hubiera sido maravilloso. Pero, ya se sabe, los políticos andan enredados en otros ajos. Qué pena.
El próximo ayuntamiento ¿tendrá la capacidad de ver un poco más allá? Esperamos que Eduardo Ramírez Aguilar sea un tipo con capacidad para entender que la promoción de la cultura comiteca es la mejor carta de presentación que puede obtener. Ojalá que no al fin de su trienio debamos escribir lo mismo que ahora escribimos: ¡qué pena!

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (17)
Comencé a llevar lo que llamé Inventario Divino. Adentro de cajas y sobres conservé muchos objetos. Debo acá decir que un día anoté en mi diario: "Dios es un Todo", por lo que guardar muestras de Dios en empaques individuales me planteaba un enigma que, a veces, me mantenía despierto toda la noche. Guardé en sobres granos de arena, estrellas de mar, corcholatas, granos de sal (que se evaporaron), patas de cucaracha y cientos de cosas más.
¿Ya hablé de Verónica? ¿No? Verónica fue mi amuleto de buena suerte al momento de abandonar para siempre Barra Oxidada. Ella, al principio, se fascinó con mi inventario. Claro, pensó que era una simple colección de objetos. La primera noche que subió a mi departamento en Puebla y vio los estantes de la sala llenos de cajas y sobres, abrió los brazos y se dejó caer sobre el sofá:
-¡Esta es una colección de pelos! -dijo, luego se paró y leyó las etiquetas-. ¿Puedo? -preguntó y sin esperar respuesta abrió sobres y paquetes hasta que sació su curiosidad.
Para ese tiempo yo había dividido el Inventario Divino en: cosas naturales, artificiales y sobrenaturales. En este último apartado tenía, por ejemplo, una cinta con la voz del fantasma que se aparecía en la casa de doña Pachita; tenía, además, una botella que conservaba el vaho que expiró un anciano minutos antes de su muerte. En la sala tenía las cosas naturales, y en mi recámara guardaba las sobrenaturales y artificiales. Esa noche Verónica sólo vio hojas, insectos y piedras.

(Continuará)

domingo, 2 de diciembre de 2007

El tío Jul de Tavito

¿El hombre trasciende a través de su obra?
Tío Jul nunca imaginó que su restaurante iba a ser tan famoso. Nunca imaginó, al preparar esos chamorros que en Comitán llamamos huesos, que su pequeño río iba a llegar un día al mar.
Nunca, jamás, pensó que un modesto empleado iba a inmortalizarlo. Tavito, el singular mesero, el de la carita siempre arrugada, el del corazón siempre planchado, se volvió más famoso que su patrón y su fama lo trasciende y hace que tío Jul también sea eterno.
Sugiero que, en la fachada del restaurante, se coloque una placa que hable de este personaje, único en el universo. Sugiero que la caricatura que le hizo Raúl Espinosa se grabe en una placa metálica y se coloque en la pared donde, todas las tardes, Tavito se sentaba a fumar, mirando pasar los pontenciales clientes, mirando pasar el río de la vida que siempre va a dar al mar.

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (16)
Desde esa noche, Azucena me hizo un huequito en su cama y me atendió como si yo fuera su hijo; yo, por mi parte, siempre la vi como la flor blanca que ofrecen los devotos en los altares.
Cuando abandonamos la palapa y volvimos al local, encontramos a don Artemio acostado sobre una cama nueva. Había colocado la cama justo en el centro del salón para que fuera lo primero que Azucena viera nomás entrara. Cuando la vio Azucena se acercó y pasó su mano sobre cada una de las molduras doradas de la cabecera y, por último, con cierta timidez, se sentó sobre el colchón.
-¡Esta es tu nueva cama! ¿Está bien? -le preguntó don Artemio, al tiempo que se sentaba a su lado.
Desde entonces, siempre que pienso en ellos, los veo así: sentados uno junto al otro, ya viendo el mar, ya viendo los fantasmas del salón, o viendo los sueños que pasan por la ventana.
-¡Ora, Chucho, muévete! -me dijo y cargamos la cama nueva hasta llevarla al lado de la suya. Sacó una regla y, entre cama y cama, dejó el espacio justo para que la regla cupiera. -¿Así está bien? -le preguntó a Azucena y cuando ella dijo que sí, don Artemio se limpió la frente con su paliacate, metió una moneda en la rocola, puso en escuadra el brazo izquierdo e invitó a bailar a Azucena. Los timbales, el piano y las trompetas de la Sonora Santanera se apoderaron de sus cuerpos. Bailaron de un extremo a otro del salón y terminaron exhaustos, como despojos de naufragio.

(Continuará)

sábado, 1 de diciembre de 2007

DIOS TAMBIÉN RESUELVE CRUCIGRAMAS (15)

Después de trapear el salón y limpiar las mesas, yo también sacaba una silla y la colocaba en el pórtico. La colocaba formando un ángulo recto, así, mientras ellos veían el mar, yo los veía a ellos. El mar los embrujaba porque permanecían horas y horas en silencio. La lejanía hacía el prodigio, porque en lo que la mirada iba hasta el horizonte y regresaba ya la tarde se había consumido. Es lo bueno de dejar correr la mirada sobre esas sábanas inmensas que no tienen pliegues de montañas.
Una tarde, muchos meses después de "la desgracia", descubrí que la mirada de don Artemio no estaba perdida en el mar, sino en el oleaje desordenado de la cabellera de Azucena; otra tarde, fueron los ojos de Azucena los que tropezaron sobre las manos de don Artemio. Por eso fue natural que otra tarde ambas miradas se enredaran. Esa tarde fue como si Dios, después de años de jugar a las escondidas con ellos, decidiera manifestárseles, y, como sucede con las gotas de lluvia, había sido al mismo tiempo y en el mismo espacio. Desde ese instante sus miradas tomaron un brillo como de ánfora griega. Don Artemio sacaba y metía las dos sillas, y Azucena ponía los frijoles sobre su regazo y separaba los buenos de los malos y era ella, ¡ella!, quien los cocinaba.
Una mañana, don Artemio subió a la camioneta, se despidió con la mano afuera de la ventanilla y dijo que iba al centro. Apoyados en el barandal del pórtico vimos a la camioneta perderse en medio de una nube de polvo. Cuando la nube desapareció dejamos de ver el camino. Azucena me pasó el brazo por el hombro y caminamos por la playa, como si fuéramos dos muchachos. Yo tenía diecinueve años y ella era once años más grande que cuando la conocí. El agua del mar y la arena húmeda se confundieron en nuestros pies. Ella, como creo que ya dije, era mujer de pocas palabras, pero esa mañana me confió varios secretos. Cuando llegamos a la palapa, se recargó sobre un tronco y, con la mirada perdida en el vuelo de una gaviota, dijo:
- La vela que trajiste ya prendió también mi cera. Gracias.
Se puso de rodillas y me besó las manos. Yo no la evité. Dejé que su árbol tirara todas las hojas secas. Cuando dejó de llorar, alzó su cara y repitió su agradecimiento. Me hinqué frente a ella y con mis manos limpié su cara hasta que ésta asumió la gracia del viento. Nos sentamos sobre la arena y ahí nos quedamos recordando los años anteriores, recordando mi timidez e impetuosidad del primer día. Cuando en la playa mi papá subió al carro y yo quedé como hoyo de cangrejo a media playa, Azucena no dejó que me atrapara la nostalgia, me metió al salón y me colocó en el centro: vi las mesas y sillas rodeadas de penumbra, los dos ventanales que dejaban pasar la luz y el aire, la hielera llena de agua con aserrín, la rocola y el mingitorio que era un canal de cemento lleno con mitades de limones exprimidos. Esa mañana sentí -y desde entonces no me ha abandonado- el vaho con sabor a sal, culebra que cambia la piel del cuerpo del hombre y la convierte en trapo húmedo que envuelve los huesos. Don Artemio me llevó al fondo, ahí, detrás de una pila de cajas con botellas vacías, estaba un camastro recién tendido con una sábana floreada.
-Acá vas a dormir, ¿está bien? Es la cama de la señorita Azucena, ¿ya la conociste? Ya buscarán cómo acomodarse, ¿está bien? ¿Cómo dices que te llamas, indizuelo?
Sentí que el alud de sus palabras me enviaba al fondo de un pozo. ¿Cuál de todas sus preguntas debía responder? Dejé mi maleta en el suelo y, después de varios segundos, dije:
-Me llamo Jesús, y soy un Buscador de Dios.
Fue entonces don Artemio quien cayó al pozo, y me vio como si yo fuera un reloj de arena descompuesto (¿nunca han pensado qué pasa con el tiempo cuando alguien olvida darle vuelta al reloj de arena?). Pero, el desconcierto inicial no duró, a los dos segundos don Artemio soltó una carcajada que fue como si tuviera guajolotes adentro de su panza.
-¡Tenía razón tu papá! Como dijeran los argentinos: "Sos todo un caso". Bueno, ¡a trabajar! Acomoda las mesas y trapea el piso, ¿está bien?

(Continuará)