miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Cuántos cuentos cuentas?


Hace años me tocó conducir un programa de radio a las nueve de la noche del treinta y uno de diciembre. Antes de entrar al aire pensé en cuántas personas estarían escuchándome. Hoy surge la misma pregunta: ¿cuántas personas entrarán a este cuaderno de apuntes?
Ahora que escribo este renglón son las siete y veintisiete de la noche.
Como a las cinco vino Paco Flores para invitarnos a cenar en su casa. Le agradecimos. Hoy, mi mamá y yo, estaremos en casa. Mañana, si Dios así lo permite, iremos a Trinitaria. Yo saldré a caminar temprano, muy temprano.
Hace años que no he estado en mi pueblo un día de inicio de año.
Tengo la costumbre de caminar. No soporto la idea de comenzar el año ¡durmiendo!
Entiendo que pertenezco a esa minoría que despierta temprano.
Aquella noche del programa, diez minutos después que había comenzado, llegaron Ale y Paco al estudio. "Vinimos a acompañarte", me dijeron, del bolso de Ale sacaron una botella y sirvieron cuatro vasos (uno para el compa que estaba en los controles). Brindamos. Nos quedamos hasta tarde. Desde ese día me quedó la convicción que no todo mundo celebra en casas.
Hay mucha gente que está laborando en este momento. Hay mucha gente que ahora está en este chunche, algunos chatean, otros escriben mensajes y unos más leen periódicos digitales o blogs.
¿Cuántos entrarán esta noche a este cuaderno? ¿Uno, dos? No lo sé, pero para el lector que ahora -31 de diciembre- está leyendo esta línea quiero decir que escribo esto especialmente para él (especialmente para vos).
A este mundo le hacen falta más puentes para cruzar.
Ahora mismo, tal vez, Israel bombardea el territorio de Hamas.
Nos hacen falta puentes.
Tal vez por esto ahora escribo esto sólo como un intento de mandar un abrazo.
Ahora son siete con treinta y ocho.
¿Alguien llegó a esta línea antes de las doce de la noche del treinta y uno de diciembre?
Este alguien ¿en dónde está? ¿Entró a leer este cuaderno mientras sus afectos preparan la cena? ¿O tal vez está solo -sola- y estar acá es su forma de brindar?
El contador marca ahora la entrada 17566.
Mañana temprano entraré a ver si "cayó" el esperado ALGUIEN.

Palindromo


El 26 de diciembre Marirrós Bonifaz y yo coincidimos en la comida de generación. Ella y yo quedamos frente a frente. Casi como a las cinco de la tarde, tomó una servilleta y anotó algo. Luego me dio el papel. Si esto hubiese sucedido hace diez años yo hubiera pegado el palindromo en mis libretas, pero como ya no tengo libretas pego acá el obsequio que Marirrós me dio en esta navidad.

Un abrazo

Para despedir el 2008

Ángel Gabriel Penagos Gordillo envía esta foto que alimenta el buche de los letreros "maravillosos". Como siempre la foto va acompañada con un ingenioso comentario de su autor.

¿Cual es la mayor cantidad de "Orrores" que puedes encontrar en una sola palabra? y ¿en un cartel?, manda la foto de tu cartel favorito y gana un caramelo con ajonjolí por cada error que tenga tu cartel... Participa ahora... Participa ¡¡¡ YA !!!

lunes, 29 de diciembre de 2008

Vientos para Marce




Mi mamá riega cada mañana la orquídea, yo planto sueños cada mañana en estos cielos.

Los taladores del lenguaje

Ángel Gabriel Penagos Gordillo me pasó copia de esta foto que tomó hace días. Como siempre le agrega un comentario ingenioso. ¡Que disfruten ambos conceptos!



"A lo mejor el equivocado soy yo... y lo que venden es una compañía maderera "Estaca, S.A."

domingo, 28 de diciembre de 2008

La Montura

La comida fue en el restaurante "La Montura". Fue ahí, tal vez porque nuestra generación es un corcel de viento.
Lulis comprobó nuestra condición de aire milonga cuando dijo: "¿Saben que quisieron vender el terreno de la prepa?".
Todos los que ahí estábamos coincidimos que no lo permitiríamos.

No lo permitiríamos porque nuestra generación fue la que hizo el movimiento de paro para conseguir esas instalaciones. Anita dice que nuestra generación, la 71-74, es la mejor generación que jamás existió (tal vez cada generación piensa lo mismo de la suya). Nunca entendí por qué, si amábamos el edificio donde estudiamos (donde ahora está la Casa de la Cultura) nuestra generación luchó por un nuevo edificio.

A pesar de que nuestra generación fue la primera que tuvo dos mesas directivas y, por consiguiente, dos bailes de graduación, existe una certeza que nos une: la convicción de que fuimos una generación soñadora y que cada uno, en su cielo, hoy vuela sobre el corcel del viento.

Anita llevó dos playeras con un estampado del edificio de nuestra prepa al frente. Una la llevó puesta, Zoraida ganó el derecho de llevar la otra.

Roberto dijo que el próximo año cumplimos treinta y cinco años de haber salido de la escuela, por lo que Lupita "comisionó" a Anita para que realice las playeras de la conmemoración. Necesitamos que el próximo año estemos, si no todos, cuando menos la mayoría de compas egresados. Para que, con el permiso de Dios, nos tomemos la foto en las gradas de la hoy Casa de la Cultura, lugar donde un día de 1974 nos tomaron la foto de la generación.

Roberto se comprometió a subir una página en este chunche que sea como la página oficial de nuestra generación. Marirrós ofreció realizar el diseño de las invitaciones, también ofreció el ranchito de Lety, en Tzimol, para que ahí hagamos el festejo. Rafa, entonces, dijo que ponía a nuestro servicio dos camionetas cerradas con chofer para que nadie se preocupe por el traslado.

Cándido, a su vez, se comprometió a llevar a la banda que es más cercana a su corazón: Carlos, Hugo, el compa Ruiz y el compa Penagos.

Tal vez Irene grabará un disco con su voz y nos lo entregará; tal vez Javier construirá un puente para que por ahí caminen todos los que este año nos hicieron falta. ¡Nos hacen falta!
Cuando el maestro pasa lista siempre hay un vacío inexplicable a la hora en que dice un nombre y no se escucha el acostumbrado ¡presente! Es un vacío que no se llena con nada. Hoy ya no hay pretexto para irse de pinta, ya no es válido enfermarse porque sí.
Ayer fue como entrar al viejo salón de química y hallar a los compas. Doña Lenchita, siempre que se refería a los años de su juventud, decía: "Cuando éramos jóvenes y bellos". Ayer que me encontré con mis compas de prepa, los hallé así: llenos de juventud y plenos de luz. La juventud, comprobé, es una actitud ante la vida; la belleza tiene que ver con ese río donde más que agua corre luz, mucha luz.
¡Que Dios permita a esta generación seguir cabalgando, con montura o sin montura, sobre nuestro imparable corcel de viento!

sábado, 27 de diciembre de 2008

GRAFITEROS CON LICENCIA


¿LAS CONFENCIAS SON LAS NUEVAS MANIFESTACIONES CULTURALES EN COMITÁN?

Las Flores


Las Olimpiadas de 1968 se celebraron en México. El arquitecto Ramírez Vázquez (el constructor de la Basílica de Guadalupe) fue quien coordinó el acto. Uno de sus aciertos fue la llamada "Olimpiada Cultural". Ningún país había aliado anteriormente el deporte con la manifestación del arte. México fue el primer país que lo hizo. Dentro de los actos programados se inauguró "La Ruta de la Amistad". Una serie de esculturas donadas por los países participantes (algo como lo que tenemos en nuestro boulevard con las esculturas donadas por los estados de la federación).
Gabriel que siempre hace favor de estar pendiente de este cuaderno de apuntes me envió ayer una fotografía que responde la pregunta de ¿adónde fueron a "dar" las esculturas? Están en el camellón del Boulevard de Las Flores. En cuanto vi la foto recordé lo del 68. Acá también hay un símbolo de amistad: los escultores vinieron a Comitán y dejaron su obra como un legado. En este espacio las obras no molestan el paso de los peatones y no están amontonadas. Este espacio permite que las obras y los propios espectadores ¡respiren! Creo que por el momento ¡ganamos! Tal vez algún día se cumpla el sueño de Luis Aguilar y creen el espacio denominado "El Mushuc", que será un espacio dedicado exclusivamente al arte. Tal vez algún día. Mientras tanto hay una ruta de la amistad, un lugar para alimentar la mirada.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Las esculturas


Colocaron un sistema de alumbrado especial en el Centro Histórico de Comitán. Mientras hacían los trabajos retiraron las esculturas de un portal lateral.
Ese espacio recuperó su vocación principal de andador.
No sé bien a bien adónde llevaron las esculturas. Deseo de corazón que no los hayan "arrumbado" en otra parte.
Así como ahora dignificaron ese portal, será preciso dignificar el espacio donde queden las esculturas.
Estoy seguro que esas esculturas tienen reservado un sitio especial, sólo es cuestión de encontrarlo.
La labor que realiza Luis Aguilar al incentivar encuentros de arte es de significancia especial para este pueblo.
¡Es tiempo de dignificar todos los espacios posibles del espíritu de los comitecos!

jueves, 25 de diciembre de 2008

Una mañana somnolienta


¿Qué hace el mundo de acá, a las ocho o nueve de la mañana en este día? Más de la mitad duerme. ¡Quién sabe hasta que hora se prolongó la cena!
Yo salí a la una de la mañana de la casa de don José Luis y de doña Tenchita.
A la hora que caminé hoy con rumbo a la oficina las calles estaban casi casi desiertas. La mañana era cálida. Sólo los pájaros, que no saben de ajos navideños, continuaban con su alharaca de todos los días.
En la oficina hallé a José Antonio, ya trabajando. Me platicó que anoche tomó champaña. Una sobrina que es azafata les ofreció champaña traída directamente de París (claro, acompañada con panes compuestos y tostadas comitecas).
La mesa de don José Luis, con la bendición de Dios, también fue generosa. Tan generosa que junto al pavo apareció, como si fuera una película de Fellini, un langostino. El patio de doña Lencha se dio la mano con el mar Caribe.
José Antonio fue al centro de cómputo y yo quedé en la oficina, corrigiendo el número dos de la Serie "Testimonios", de la Colección Cuadernos Universitarios.
El escritorio está colocado frente a un balcón (es uno de los privilegios que Dios me obsequia dìa a día). De vez en vez pasaba alguna persona, como personaje de Rulfo, como si hubiera extraviado el camino para llegar a casa.
A la una y media me despedí de José Antonio. Él todavía quedó trabajando un rato. Me dijo que iría a comer al restaurante de "Doña Chelo" que está frente al parque de Guadalupe.
Acá en Comitán existe la tradición de comer "el recalentado" o "los recortes"; es decir, los sobrantes de la noche.
Entiendo que el pavo sabe mejor al otro día. Ojalá que la langosta haya terminado porque no creo que sea buena idea comer un langostino re-calentado.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

AVISO

Las fotos de la pastorela las encuentras en "Todos somos Mariano".

La tía Julia y el escribidor


Mario Vargas Llosa escribía la novela "La tía Julia y el escribidor" en el instante que nosotros, estudiantes de preparatoria, íbamos al billar de "La Nevelandia". El billar estaba frente al parque, en un galerón detrás de la cafetería. La cafetería siempre estaba iluminada, no sucedía lo mismo con el billar, este lugar era sórdido. La preparatoria estaba en el lugar donde ahora funciona la Casa de la Cultura. ¡Éramos privilegiados porque nuestros recesos los pasábamos en el parque central de Comitán y en el billar "La Nevelandia", de don Ramiro Rojas!
Mientras Vargas Llosa descifraba el mundo de los radioteatros en la radio de Lima, Perú, nosotros descifrábamos el misterio de la adolescencia. Algunos ya tenían bien definido su destino, otros continuábamos encaramados en el árbol donde algo o alguien superior nos había colocado desde el principio. No sabíamos cómo bajar, teníamos temor, dábamos vuelta y vuelta sobre la fronda. Muchos de estos últimos ya logramos bajar ¡por fin!, pero, de vez en vez, volvemos a trepar y no sabemos por qué.
Mientras Vargas Llosa escribía: "Estudiaba en San Marcos, Derecho, creo, resignado a ganarme más tarde la vida con una profesión liberal, aunque, en el fondo, me hubiera gustado más llegar a ser un escritor", nosotros entrábamos a la clase de literatura, que impartía el maestro Òscar Bonifaz. ¿Pensé ser escritor alguna vez, como sí lo pensó el personaje de Vargas Llosa? No, en ese tiempo no pensaba más que en lograr hacer una carambola, alguna que igualara la destreza del juego de Ramiro Suárez, con quien jugaba en el billar de "Rayón", que era un billar que estaba por la bajada de La Pila y donde, de vez en vez, tomábamos tequila acompañada con rodajas de butifarra como botana.
La última vez que jugué billar lo hice con mis hijos en la ciudad de Atlixco, Puebla. En un billar que, también, está ubicado frente al parque central. Los últimos años de mi vida los he dedicado al oficio de "escribidor". ¡Quién lo iba a decir!

martes, 23 de diciembre de 2008

MÁS FOTOS

MAÑANA SUBIMOS MÁS FOTOS









PASTORELA REPRESENTADA EL DÍA 18 DE DICIEMBRE DE 2008.
FOTOS: ÁNGEL GABRIEL PENAGOS GORDILLO.

Tiempo de cosecha


Como si fuera un campo, Comitán está lleno de sembradores. Muchos comitecos que radican en otros lugares regresan a casa. El cielo de este pueblo se llena de papalotes y globos. Una marimba suena a lo lejos, su sonido habla de esos hijos pródigos que han vuelto para la cosecha.
Ayer me topé con Javier en el rezo del primer aniversario de fallecimiento de doña Anita. Antes del saludo me dijo: "Acá está la Marirrós". La poeta vuelve a casa por un rato, así como vuelven muchos más. Comitán es un fogón y muchos comitecos en el exilio regresan para cosechar el fuego, para regresar a sus lugares de residencia con una flama en su corazón.

lunes, 22 de diciembre de 2008

FOTOS DE PASTORELA



MAÑANA SUBIMOS MÁS FOTOS
FOTOS: ÁNGEL GABRIEL PENAGOS GORDILLO

FOTOS DE LA PASTORELA








FOTOS: ÁNGEL GABRIEL PENAGOS GORDILLO

domingo, 21 de diciembre de 2008

Los sibaritas


Es domingo por la noche. Acabo de regresar a mi casa. Estuve en la residencia de la familia Cancino. Estuve ahí por esos designios divinos que me llevan a estar en el centro de lo sencillo.
Hace días escuché un programa de radio donde Miguel González Alonso entrevistó a Mario Uvence Rojas. En medio de la plática Miguel "acusó" a Mario de ser un sibarita. Quienes conocemos a Mario reconocemos su gusto refinado. Él asimismo reconoció ser tal y fue más allá porque dijo que los comitecos todos somos sibaritas.
A cada rato compruebo el dicho de Mario. Los comitecos tenemos la fortuna de gozar la vida en su rostro más humilde, más sencillo y, por ende, más grandioso.
Todo es como si fuera una feliz conjura para que disfrutemos este pan en forma de marquesote que se llama vida.
Hace apenas unos minutos volví a bañarme en esas aguas. Estuve en casa de Martita y Francisco para presenciar una pastorela donde los actores fueron miembros de la familia, con el agregado del gato de la casa (un gatito negro que tuvo una relevante actuación pues todo el tiempo anduvo enredado en los pies de los actores y culminó su actuación al meterse a una caja de cartón). Carmelita, la hija de Paty y Paco, representó el papel de la esencia que los comitecos gozamos a cada instante: ¡la luz!
Nuestro pueblo es un pueblo sencillo. Basta poner un poco de atención para advertir que la grandilocuencia está ausente. Pero el gusto refinado a que aludió Miguel González está trepado en todos los tejados de este pueblo maravilloso.
En los sencillo hallamos lo sublime y lo vivimos con la intensidad de quien presencia un amanecer con música de Morricone.
Ahora que escribo esto algo como un cielo lleno de estrellas me recuerda que la verdad y la belleza tienen un rostro simple.

sábado, 20 de diciembre de 2008

LECTURA EN CASA DEL ARTE

Dentro del Ciclo de las Posadas Poéticas, ayer tuve el privilegio de participar con una lectura en la Casa del Arte, de Comitán.
Paso copia del textillo que leí.

Posada poética – 19 de diciembre de 2008.

Me topé con Bertha Maldonado en la Casa Museo. Días antes me llegó una invitación para participar en estas Posadas Poéticas de la Casa del Arte. Le comenté a Bertha que cuando leí el mensaje llamó mi atención pues sólo de manera ocasional escribo algunos versos, soy narrador, más que poeta. Hicimos silencio porque Fernando Escárcega ya anunciaba la participación de Socorro Román Sobrino con una conferencia acerca del simbolismo del nacimiento tradicional de navidad.
Esa noche, cuando llegué a mi casa pensé en lo que le había dicho a Bertha, y Paty se sorprendió pues comencé a reír como loco. Sin ser caballo reparé en que este ajo de la literatura es muy pretencioso. Casi casi se anda igualando a la especialización que existe en estos tiempos en el campo de la medicina. El otro día saludé a un compa médico que estaba platicando con un su cuate, cuando me presentó a éste, éste me dijo: “Soy el gastroenterólogo fulano de tal”. Pensé entonces que los maestros de escuela son más humildes, como humildes son los carpinteros, los albañiles y demás fauna oficiante. Los maestros son maestros y punto. ¿Los que nos dedicamos a la literatura somos humildes? Bueno, parece que no. Los que escribimos cuentos o novelillas nos llamamos Narradores, ¡pucha! Y los que escriben poemas se hacen llamar Poetas, ¡pucha y recontrapucha, hemos especializado nuestro oficio! Y digo recontrapucha porque cuando pronunciamos la palabra poeta la decimos con más énfasis que cuando pronunciamos Espíritu Santo, por ejemplo.
Hemos sacralizado la palabra poeta, cuando, en realidad, lo importante no es el oficiante sino la luz; lo importante es la poesía, la palabra como río para alimentar todas las riberas del alma.
Se entiende, cuando menos yo así lo entiendo, que hacer un verso es un poquitín más difícil que hacer una silla, pero por lo mismo no todo mundo debería llamarse poeta.
Recuerdo que en los años cuarentas y hasta los sesentas existía una raza especial en este Comitán: la raza de aprendices. Los chiquitíos, en temporada de vacaciones, eran llevados a los diversos talleres para que aprendieran algún oficio. Los talleres de zapateros, talabarteros y demás eros se llenaban de niños con ganas de aprender los secretos de un trabajo.
Un carpintero puede, por ejemplo, con el tiempo y con mucha dedicación hacer una cajita perfecta, se trata de unir bien a bien los trozos de madera con clavos o con resistol o con cola, de lijarlos hasta que queden como nalga de niña bonita y barnizarlos de tal forma que resulten como cristales transparentes. ¿Qué pasa con el compa que se dedica a escribir versos? El arte literario es tan complejo que cuando alguien logra una transparencia o algo como una rendija por donde se cuela la luz nadie puede decir que ahí esté el agua que se llama perfección. La literatura no tiene recetas, no hay ningún manual que enseñe cuál palabra es la compañera perfecta de la que la antecede o de la que va enseguida. Cuando lo anterior se logra es porque alguien, más que escritor, roza un cielo insólito.
Pero, bueno, yo también he realizado intentos y acá estoy frente a ustedes en esta posada poética y antes que vayan a mirarme cara de piñata y darme de garrotazos -sin albur- voy a leerles un texto que es parte de una serie que se llama: “De los modos de abrir un pétalo de agua”.


“A veces se me ocurre cambiar. Busco a mi alrededor un modelo. Una silla basta para convertirme en objeto de cuatro patas; basta una lámpara de mano para ser camino de luz, inasible raya.
“Cambio lo que cambia una nube en el cielo, no más que lo que cambia una piedra en la pared o en la vitrina de un museo.
“A veces se me ocurre cambiar: ser una rendija, ser un cabello.
“Cambiar es una encomienda fácil. Basta tomar un modelo. A veces soy el universo, a veces la línea de gis que dibuja un maestro”.

Ya sé qué están pensando: los poetas no pueden, tampoco, andar por la vida diciendo que son aprendices de poetas, como que se escucha más pretencioso aún, como que suena a humildad hueca. ¿Qué hacer entonces?
Tal vez convenga reflexionar en el peso de las palabras. Las palabras adoptan todas las formas del universo. La palabra poeta, por ejemplo, vuela más alto que la palabra fútbol. Los compas que juegan en los improvisados campos de los zanjones no tienen ningún empacho en decir que son futbolistas como futbolistas son Romario y el hígado de Cuauhtémoc Blanco. Pero decir que soy poeta como poeta fue Octavio Paz, ¡no encaja! Como que la palabra fútbol se ha llenado de césped y de sol, y la palabra poeta se ha llenado de un tufo de incienso y de trompetas celestiales. El día que la palabra poeta la coloquemos en el espacio donde Jaime Sabines insistió en colocarla, habremos ganado mucho.
En la antigüedad así fue, la poesía era un collar enredado en el cuello del pueblo.
En fin, mientras la palabra escritor no sea pueblo yo insistiré en decir que soy un pepenador de piedras en busca de nubes, aunque esto se escuche más soberbio.
Agradezco a los integrantes de esta casa la invitación. Gracias Mario, Bertha, Malena, Mirtha, Rafa, Ana, Óscar, Lupita, Roberto, Marvey, Karina y Martín. Esta invitación la entiendo como una muestra de amistad, pues no soy poeta. ¿Yo? ¡Yo soy narrador! ¡Ah, la pucha!

ÚLTIMO BLOQUE PASARELA








FOTOS: ÁNGEL GABRIEL PENAGOS GORDILLO.

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