martes, 27 de mayo de 2025

CARTA A MARIANA, CON PLEGARIA

Querida Mariana: Socorro Trejo dibujó, el dibujo original me quedó, porque yo (nada bobo) le entregué mi libreta (que me había regalado Clarita del Carmen). Le entregué mi libreta y le pedí que dibujara, lo que hacían los demás niños y niñas (formando un círculo, tirados en el piso). Olivia Bonifaz, Chusy Coutiño y Clara del Carmen Guillén entregaron hojas e hicieron que las manitas dibujaran. ¿Cómo imaginaban que había sido la nana de Rosario Castellanos? La pregunta fue lanzada después que todos presenciamos la representación del famoso capítulo de la novela “Balún Canán” donde la nana despide a la niña, quien irá al rancho Chactajal. En un salón del Centro Cultural Rosario Castellanos, de Comitán, la nana (interpretada por la actriz Lety Ogando) y la niña (Sarah Elena Velázquez Coutiño), frente a un altar donde había una imagen de San Caralampio y un florero rebosante de flores, representaron la plegaria que pronuncia la nana: “Vengo a entregarte mi criatura, Señor, tú eres testigo de que no puedo velar sobre ella ahora que va a dividirnos la distancia…” La voz de la nana se escuchó potente, lastimera, con la cinta de la despedida amarrada al cogote. Vi que las personas atendían esa voz y la imagen presentada. En el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos, su voz volvió a escucharse clara, poderosa. La nana volvió a pedirle a su Señor que protegiera a su niña. La audiencia estaba conmovida. Yo estaba frente a la cantante Stefany Moguel y vi que, al final de la representación, se secaba los ojos, emocionada. Lo que había presenciado fue tan emotivo que una mano apachurró su corazón. Y, como siempre sucede cuando el ser humano invoca esencias, en el momento que la nana abrazó a la niña para despedirla, las campanas del templo de Santo Domingo, que está al lado del Centro Cultural, comenzaron a tocar. Eran las once y media en punto y en el templo el campanero tocó el primer repique para misa de doce. Todo mundo en el salón se quedó viendo. El prodigio asomaba de más, fue como si también el templo se uniera al festejo, a la celebración. El campanero nunca supo que había puesto un remate sensacional a la representación. El corazón de Stefany se apachurró y puso lágrimas en sus ojos, fueron las mismas lágrimas que aparecieron en el rostro de la nana al despedir a su niña, al pedir a su Dios que la protegiera; las mismas lágrimas que constriñeron el cogote de Chusy, a quien se le quebraron las palabras al hablar. ¿Cómo no? Su pequeña hija había sido Rosario de niña esa mañana, esa mañana del 25 de mayo 2025, mero día del centenario del nacimiento de la amada escritora. Ya dije que cuando Olivia invitó a niños y niñas a dibujar la nana, yo (alevoso) le pedí a mi amiga Socorro Trejo (laureada poeta, tuxtleca, Premio Chiapas, mismo galardón que mereció Rosario Castellanos) que se hiciera pichita y dibujara. Ella (tramposa) prendió su celular, buscó la foto que tomó, donde estaban Lety y Sarah y comenzó a dibujar. Socorrito estuvo feliz, divertida, igual que los demás infantes; la vi emocionada porque estaba en Comitán, en el mero día del cumpleaños de la gran Rosario. Ella estuvo en el pueblo de Rosario, vio la representación teatral y jugó a dibujar, a sentirse pichita. Socorrito, mujer de palabras, igual que Rosario, se volvió mujer de líneas y trazos, como si fuera Remedios Varo y boceteó la foto donde aparecían la nana y la niña de Balún Canán. Fue una de las niñas más aplicadas, fue la primera que terminó el dibujo; llevé su dibujo a la maestra Olivia, quien lo mostró con la mano en alto y Socorrito fue llamada para recibir una medalla conmemorativa, en medio de aplausos de la audiencia. Posdata: ella se llevó la medalla y yo (nada bobo) me quedé con su dibujo, porque la libreta era mía. ¿Quién la manda a construir en terreno ajeno? ¡Tzatz Comitán!