lunes, 16 de junio de 2025

CARTA A MARIANA, CON UN ESPACIO BENDITO

Querida Mariana: ¿ya viste bien la foto? Dos ositos. Al fondo, un osito viendo hacia el frente (en realidad no parece oso) y en primer plano tu amigo. Lo sabés, me encantan los espacios abiertos. ¿Sabés en dónde estoy? En Guadalupe, al fondo se ve el parque, frente a mí está la explanada donde antes estuvo una cancha de básquetbol, luego una pista de patinaje y ahora hay una rotonda para actos culturales. Estoy en un restaurante genial, que se llama Rincón Guadalupe. Le comenté al ingeniero Gerardo Bello (ingeniero biónico, egresado de la UPAEP) que no tiene más que estar pendiente del interior y del espacio de sillas al exterior, porque de todo lo demás se encarga el personal del Ayuntamiento. Sí, el restaurante tiene una de las vistas más agradables de Comitán. Me encantan los espacios abiertos, donde el aire juega chinchinagua y salta la cuerda. Acá me sentí muy bien. Es mi barrio, es un espacio lleno de historia, de magia. Lo que diré a continuación es algo que no tiene sustento histórico, sólo anida en mi mente. Cada vez que paso por el templo de Guadalupe y comienzo el descenso de la calle imagino que por ahí anduvo Jaime Sabines cuando escribió ese poema genial que dice: “¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán?...” y es que el aire (que es esencial en el poema) se enreda en el espíritu en ese lugar, esa cima simpática que permite beber un caserío formidable. Eso imagino. Sabines caminó por acá y luego escribió el poema. Bajo y comienzo a recitar, como si orara, el principio que es bien fácil de aprendérselo de memoria: ¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? ¡Bárbaro! Qué fregón el tal Sabines, qué manera de iniciar un poema. Bueno, eso pienso. En Guadalupe no estás en el alto de una montaña, ¡no!, pero estás en uno de los lugares más altos de Comitán (en San Cristóbal de Las Casas también está el prodigio de Guadalupe en su templo de arriba). Acá se recibe bofetadas de viento agradable. Digo esto, porque si mirás bien en dónde estoy apreciarás que estoy disfrutando la vista. No tengo en mi mirada a Comitán, no, pero tengo frente a mí ese espacio donde las flores son botones de una casaca generosa. Desde ahí vi la rotonda, los andadores; vi a padres de familia llevando a sus hijos al colegio (hay una escuela donde fue casa del doctor Rovelo), vi a mujeres y hombres entrando al templo, vi los vitrales de la iglesia, vi su cúpula; sentí a Comitán, en el barrio late su corazón en una forma sosegada, llena de vida. Me encantó el lugar. ¿El mojol? ¿Otro más? Sí, hay una privacidad maravillosa. En los cafés del centro pasa todo mundo, todo mundo saluda y medio mundo puede sentarse a platicar. No a todo mundo le gusta ser interrumpido. Acá se acerca una simpática mesera, ofrece la carta, sirve café y luego ya uno puede escribir en la computadora personal o leer un libro o disfrutar una conversación con un amigo o amiga o mirar cómo camina el Comitán de todos los días. Acá está la síntesis del movimiento de lo cotidiano. Acá se advierte la maravillosa capacidad del pueblo para enhebrar los mejores hilos, para hacer el bordado que define a Comitán. El ingeniero Gerardo es un hombre apasionado, que siempre está con la consigna de compartir. En su Rincón Guadalupe comparte talleres y cine. Y lo hace porque este restaurante es un espacio para la convivencia. Sé que cuando hay tormenta, el espacio no se presta para lo que fue diseñado, pero la mayoría de tardes y mañanas brinda la oportunidad de disfrutar Comitán, sin tanto reflector. El parque de Guadalupe está cuidado, tiene bellas flores, eso hace que la mirada sea como una mariposa aleteando por ese racimo de buganvilias (que son de mi color favorito). Posdata: el osito que está columpiándose al fondo me ignoró, lo agradecí, fue una compañía perfecta, me dijo que la convivencia es maravillosa siempre y cuando exista el respeto para la intimidad. A mí me gusta estar conmigo mismo, hablarme, confesarme, decirme que la vida es un instante apenas, que ya me alcanzó la vejez, pero que es una maravillosa oportunidad de llenarla con hojitas alegres. Un momento en el Rincón Guadalupe bien vale la pena. ¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? Uf, hay mil formas de hacerlo, pero todas tienen el ingrediente de lo novedoso, de lo sublime. ¡Tzatz Comitán!