jueves, 31 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON EL ESCENARIO GANADOR DEL “JUTÚS DE ORO”




Querida Mariana: La fotografía que te envío muestra la explanada del parque central de Comitán, al lado de la astabandera, frente al palacio municipal, el espacio que puede llamarse la pista de baile, porque los bailadores, todos los jueves y domingos, mueven el cuerpecito al ritmo de la marimba municipal.
Es del día martes 29 de octubre, como a las tres y media de la tarde, y se aprecian los adornos de la festividad de muertos, ya que, en Comitán, igual que cientos de pueblos en México, se prepara para la celebración, porque (todo mundo lo sabe) en nuestro país, el concepto de muerte tiene una connotación cultural especial, que puede resumirse en la frase: “A mí, ¡la muerte me pela los dientes!” El mundo se sorprende ante la creencia de que los muertos regresan a comer los platillos que se dejan en los altares, los platillos que al difunto le gustaban en vida. Por supuesto que esos platillos deben acompañarse con la bebida de preferencia, por eso la mayoría de altares dedicados a los difuntos debe llevar una botellita de trago, desde una de Charrito, hasta una de Champaña (recordemos que según el sapo occiso es la pedrada al hígado).
Mientras estaba frente a este escenario, escuché que una señora dijo: “Como si no hubiera cosas más importantes qué hacer”. Recordé entonces la fotografía que una tarde me enseñó mi tío Pablo, cuando yo le dije que en lugar de estar regando las flores debía hacer cosas más importantes, él me llamó, me condujo a su cuarto, abrió una gaveta y buscó, en medio de un hato de fotografías, un recorte periodístico donde había la fotografía de un violinista que tocaba el instrumento, en medio de una habitación destruida por una bomba en la segunda guerra mundial. Cuando la vi, me dijo: “Siempre es bueno sembrar flores.”
Entendí la lección. Celebrar la vida es cosa importante. A la señora del comentario quise decirle que hay muchas cosas por hacer, una de ellas es continuar con las tradiciones mexicanas; una de ellas es alimentar el espíritu con la cultura.
Todo México se prepara para la celebración de Día de Muertos. Comitán no podía ser la excepción. Me dio mucho gusto hallar en el parque central a la licenciada Estefanía, presidente del DIF municipal, supervisando personalmente la colocación de los arreglos. Me dio gusto, porque, tal vez, la señora criticona hubiese dicho: “Para eso le pagamos”. ¡Cierto!, pero cuando un funcionario agrega el resto (¡el plus!, dicen ustedes los jóvenes), la patria recupera una melodía armoniosa.
Muchos pensarían que México no está para celebraciones, hay inseguridad. Pero, muchos más saben que México “No se raja”, saben que “Como México no hay dos”, reconocen que, a nosotros, los mexicanos, “La muerte nos pela los dientes” y, los mexicanos, debemos abonar para que sigan creciendo los árboles de aire.
Y acá en Comitán las autoridades municipales no se equivocaron: La banca con dos calaveras, frente al letrero de Comitán, adornado con flores de jutús (cempasúchil), ha sido ¡un éxito! ¡Ah, no sabés cuántas personas han pasado por ahí, para sentarse y tomar la foto del recuerdo! No hay estadísticas para estos actos, pero estoy casi seguro que este escenario ha sido el más fotografiado del año. Se debe llevar el “Jutús de oro.”
Posdata: Me encanta pensar que acá, en nuestro pueblo, la armonía es parte de nuestra tradición; me encanta pensar que Comitán sigue alimentando las tradiciones; me encanta saber que muchos niños, frente al altar, recordarán al abuelo fallecido y comerán “Quinsanto”, palabra compuesta que proviene del tojolabal: K’in: fiesta. ¡Ah!, en estas temporadas no hay dulce más sabroso que la calabaza con panela.
¡Que viva la tía! ¡Que viva!

miércoles, 30 de octubre de 2019

HOMENAJE A FRANCISCO




Cuatro días de festejo, porque se celebran cuarenta y cuatro años de edad; cuatro días de fiesta, de reflexión y de homenajes; del 28 al 31 de octubre de 2019, se le cantan las mañanitas a la máxima institución cultural comiteca y se ofrecen actos literarios, dancísticos, teatrales, música, conferencias, exposiciones plásticas, conversatorios, inauguración del Jardín de la Lectura, y homenajes, homenaje a uno de sus directores, Francisco Rodolfo Gordillo García, poeta y cineasta, quien falleció muy joven, en plena etapa creativa. Todo esto está permitiendo este sabroso guateque.
El poeta Arbey Rivera, director del Centro Cultural Rosario Castellanos, y su equipo de trabajo organizaron cuatro días de fiesta para celebrar cuarenta y cuatro años de su fundación. Al principio se llamó Casa de Cultura y fue la primera casa de cultura de Chiapas.
Óscar Bonifaz ha estado presente en los actos celebratorios, él fue el fundador de dicha institución, él fue quien puso los cimientos a esta casa, casa que es de todos, que ha dado abrigo a cientos de muchachos que han pasado por sus talleres.
El festejo ha permitido que, como expresó Arbey Rivera la tarde de homenaje a Francisco, se reflexione en la siguiente pregunta: “¿Por qué no se le ha dado la difusión necesaria a la obra poética de Fraancisco?”. De igual manera, Lupita, hermana de Francisco, al agradecer el homenaje a su hermano, mencionó que en esta ocasión se trataba de “honrar a las letras”, pero queda pendiente la revisión de su obra cinematográfica, porque las dos grandes pasiones de Francisco fueron ¡la literatura y el cine! Bueno, su otra gran pasión fue ¡la vida! Vivió pocos años, pero de manera intensa, uno de sus hermanos lo definió como ¡un gran parrandero!, a Francisco le encantaba la bohemia, la vida en convivencia, porque sabía que la esencia de la vida está en los libros, en el cine y, sobre todo, en la vida cotidiana. Era un gran lector y un gran cinéfilo.
La tesis para titularse como licenciado en Ciencias de la Comunicación tiene el siguiente título: “Sustancia fílmica de Andréi Tarkovsky”; al recibir su título de licenciado se inscribió en la Universidad Autónoma Metropolitana, para estudiar literatura.
La tarde de homenaje estuvo presente su primo Roberto, el famoso cantante Roberto Rojo, quien mencionó que cuando supo de este acto memorable pensó que debía estar presente, para cantarle, para bajar las lianas de aire que juntos vivieron. El cantautor dijo que su primo fue “tenaz, terco”. Sí, ante sus pasiones no bajó la guardia ni un instante, escribió libros de poesía y novelas, su primera novela, mencionó su sobrino Óscar, lleva el sugerente título de “Pequeñas campanas”.
Ya lo dijo el poeta Arbey: No se le ha dado la suficiente difusión a su obra literaria. De igual manera queda pendiente una revisión de su obra fílmica, porque, cuando muy pocos comitecos pensaban en hacer cine en este pueblo, Francisco convocó a un grupo de actores y realizó cintas, cintas que conserva su hermana Lupita, quien está dispuesta a prestar el material (en VHS o Beta, tal vez) para que se “trasvase” a los medios tecnológicos actuales y pueda realizarse un ciclo de exhibición, donde la historia del cine comiteco quede registrado en la memoria, porque ya Arbey dijo que la casa de la cultura comiteca “tiene memoria” y esta memoria debe crecer como un árbol para que siga dando frutos.
En el homenaje a Francisco afloró la “Sustancia vital”, brotaron rasgos de su carácter y de su personalidad, así como capullos de su creación. Francisco fue pretensioso, no se anduvo por las ramas, ni por las cuerdas invisibles de la medianía. Aspiraba a ser, y en esta aspiración compartía, porque muchos comitecos deben recordar las noches de proyección de películas, donde él daba una reseña introductoria. Deseaba compartir con sus paisanos el conocimiento adquirido.
¿Algo más? Sí, su hermana Lupita dijo que era celoso, muy celoso, un día antes que ella se casara todavía, al estilo comiteco, le preguntó: ¿Ya lo pensaste bien?
¿Algo más? Sí, Lupita lo definió como un ser “perfectamente imperfecto”.
Queda pues para la memoria de la casa común ciertos rasgos de vida de uno de los directores de la Casa de la Cultura, de Comitán. Tuvo tres grandes pasiones: la literatura, el cine y ¡la vida!
Queda pendiente la atenta lectura de su poesía y de su narrativa, queda pendiente la atenta revisión de su obra cinematográfica.
Por el momento, ya Arbey Rivera cumplió con regresarlo a la memoria, a la memoria colectiva, a la memoria de nuestra memoria.

martes, 29 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON UN HASTA SIEMPRE




Querida Mariana: Trino dijo adiós. Por el momento no volverá a aparecer su tira cómica “Fábulas de Policías y Ladrones”, uno de los hitos de la caricatura mexicana.
En la tira de despedida dice que después de botar al experto en Simón Bolívar (porque ese wey no aporta nada) en un bote salvavidas con muchos náufragos, el siguiente botado es “el que hace chistes.” ¿Entonces, por qué botaron a Trino del barco? Trino jamás ha sido el chistoso, el payasito de la caricatura, ¡no! Trino es un humorista, y el humorista es todo ¡menos el que hace chistes! Me encanta el último cuadro de la última tira de Trino. Uno de los personajes dice: “¡Qué bonito, como película de Chaplin!”, y digo que me encanta porque el humorista Trino hace un homenaje a uno de los grandes humoristas del mundo.
Trino es un gran humorista. El que hace chistes es un tipo “experto en Simón Bolívar” que hace reír a la gente a lo wey. La risa boba es dañina para el espíritu, por el contrario, la risa nacida de la inteligencia es abono para la armonía del mundo.
Es una pena que Trino haya sido botado de este bote absurdo que es el sistema que posee los medios de producción. Ahora que la existencia de las redes sociales permite democratizar la cultura y hacer más accesibles los contenidos, Trino debería crear su propia página y ofrecer suscripciones. Estoy seguro que miles de fans se suscribirían a su página y pagarían una módica mensualidad. El humor le hace bien al mundo, a este mundo lleno de chistes sin chiste.
Un amigo me preguntó si yo ganaba paga por las Arenillas que subo a diario en este muro. Dije que no. Él me sugirió que “monetizara” mi esfuerzo permanente. ¿Por qué regalaba mi trabajo?, fue su argumento. Propuso que abriera un portal electrónico, a imagen y semejanza del portal del periódico Reforma. Dijo que estaba seguro que los lectores admiradores de mis textillos pagarían una mensualidad para tener acceso a las Arenillas.
Yo quedé pensando. Después de un segundo me reí. Le dije a mi amigo que su humor era como el de Trino: ¡sensacional! Él se puso serio, como si le hubiese refregado un chayote espinudo en su espalda, dijo que hablaba en serio. Yo volví a reírme. ¿Cómo podía explicarle a mi amigo que mis fans leen mis textillos porque son gratuitos?
En muchos lugares de Chiapas es costumbre que los lectores pidan libros regalados con sus amigos escritores. He visto en redes sociales algunas etiquetas donde fulano de tal, narrador o poeta, invita a la presentación de su libro más reciente, y, de inmediato, una amiga le dice: “Espero mi libro, autografiado. Felicidades.”
En muchos lugares de Chiapas es costumbre que los autores regalen libros a sus amigos y, ¡el colmo!, a políticos que no son lectores consuetudinarios. ¿Para qué o por qué -siempre me he preguntado- los poetas y narradores regalan libros a políticos? No sé la respuesta precisa, pero quiero pensar que es una manera de acercarse a los todopoderosos. Es una relación desventajosa, digo yo. El político nunca hace más que “regalar” sonrisas de aparador.
Cada año publico un libro. Cada año, por lo tanto (por compromiso moral) hago una presentación en mi pueblo. Cada año, lo sé, llegan pocos amigos y lectores a la presentación; y cuando digo pocos, digo ¡pocos! Cada año, lo compruebo, vendo pocos, poquísimos libros. Cada año, lo resiente mi bolsillo, gasto dinero en ediciones de autor, dinero que no me sobra, dinero que me falta, dinero que debería utilizar para ponerle losetas a la entrada de mi casa, por ejemplo.
No obstante mi experiencia personal, estoy seguro que si Trino se animara a publicar sus tiras cómicas de “Fábulas de Policías y Ladrones”, muchísimos lectores pagarían por leerlas.
El humor sí vende. Bueno, también el chiste vende, sobre todo el chiste barato. He visto carteleras de ferias pueblerinas donde contratan a chistosos malcriados, al estilo de “Guerra de chistes”, que son patéticos, por absurdos y carentes del más mínimo humor, porque todas sus rutinas tienen como eje fundamental el albur y la palabra grosera.
Posdata: Y resulta que en este bote de salvamento botan al experto en Simón Bolívar y luego botan a Trino, con sus “Fábulas de Policías y Ladrones” y nos quedamos, ¡Dios mío!, con tipos como Radamés de Jesús (¡Señor, por qué nos has abandonado!) y Juan Carlos Casasola (¡ábranle un hueco al bote para que se vaya a pique, de una vez!)
¡Qué lamentable que nos quedemos solos en esta isla! ¡Qué lástima que nos quedemos con los bobos que hacen reír a lo wey!

lunes, 28 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON UNA PROMESA



Querida Mariana: ¡nos vemos dentro de quince! Es el mensaje de la fotografía que te anexo. En esta fotografía aparecen la maestra Liliana Moreno Cancino, directora del Instituto Tecnológico de Comitán, y el ingeniero Ricardo Morales Moreno, subdirector de planeación de la misma institución. ¿Mirás cómo levantan sendas revistas, como si éstas fuesen banderas? ¿Sabés de qué revista se trata? ¡Sí! ¡Atinaste! Es ARENILLA-Revista. La directora muestra las páginas donde nuestra revista celebra (con toda la comunidad del Tecnológico) los treinta y cinco años de la fundación en Comitán de esta prestigiada institución.
A la hora que se escribe la cifra 35, es como de matemáticas de jardín de niños. Apenas dos cifras. Si le agregamos que son años, ya indican más tiempo, pero tampoco tanto. Los que saben, dicen que una generación abarca 25 años. En un siglo se producen cuatro generaciones. Esto, hablando en el plano familiar; porque en el plano educativo, si hago cuentas de primaria, del Instituto Tecnológico de Comitán han egresado en estos treinta y cinco años de vida académica ¡más de treinta generaciones! (la cuenta la hice contemplando que debió pasar un lapso de cuatro años para que egresara la primera generación, pero de ahí en adelante, cada año ha egresado una generación de alumnos que se incorpora al campo productivo.)
Cuando hacemos así las cuentas, la cifra sencilla de dos dígitos (35) toma otra dimensión, porque ya hablamos de un semillero de profesionistas, porque ya decimos que estos treinta y cinco han sido años de siembra fértil. La cifra de 35 se multiplica de manera exponencial, al contabilizar la cantidad de alumnos que ha egresado. Los treinta y cinco se convierten en miles, es como aquella bíblica parábola de la multiplicación de los panes. El Instituto Tecnológico de Comitán ha multiplicado sus dones en estos treinta y cinco años.
Ahora recuerdo que una tía (no digo nombre, para no manchar honras) comentaba que uno de sus hijos ya era un varejón de cuarenta años y nada había hecho en su vida. En esta histórica fotografía hay una historia diferente: los treinta y cinco años del Tec han sido pródigos. En sus treinta y cinco años ha hecho ¡muchas vidas! Vidas productivas, vidas de bien.
Pero, comencé esta carta diciendo que ¡nos vemos dentro de quince!, porque lo que revela esta fotografía es el instante donde los directivos del Instituto Tecnológico de Comitán levantan ejemplares de ARENILLA-Revista, ejemplares que fueron depositados en la cápsula del tiempo. Esta cápsula, dentro de quince años, será abierta para celebrar los cincuenta años del Tecnológico de Comitán.
La vida, querida Mariana, nos ha dado el privilegio de estar presentes en este acto simbólico; la vida nos ha permitido compartir la alegría de la comunidad tecnológica y de echarles porras y de manifestar nuestros mejores deseos durante los años por venir.
Dentro de quince años, la maestra Liliana y el ingeniero Ricardo acudirán a la apertura de la cápsula del tiempo. Los estudiantes de ahora serán ex alumnos y regresarán para ser testigos del acto, y los alumnos de entonces (como los de ahora) se sentirán orgullosos por pertenecer a su institución. Dentro de quince, una serie de objetos hablará del paso del tiempo. Los rostros de los asistentes se iluminarán con sonrisas ante el recuerdo y no faltarán algunos deslumbres de nostalgia; no faltarán los comentarios de: “¿Te acordás de fulanito o de lo que hicimos la tarde que tuvimos el examen de...?” Los recuerdos aflorarán y (me da alegría desde ahora), en algún momento, unas manos tomarán ARENILLA-Revista y alguien verá entre sus páginas el reportaje donde celebramos con la comunidad estudiantil sus treinta y cinco años.
Posdata: Nos vemos dentro de quince. Nos vemos para ser testigos del crecimiento de esta institución educativa que tanto bien ha hecho a la región; nos vemos para saludar a la maestra Liliana y para saludar al ingeniero Ricardo; nos vemos para reconocer que la vida es una acumulación de instantes y que todos son decisivos en el desarrollo del mundo.

sábado, 26 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON NOTICIAS AGRADABLES




Querida Mariana: Todos los días ocurren sucesos agradables en nuestro pueblo. Yo he visto (sin duda, vos también) a muchos visitantes de Comitán que alaban las bondades de esta tierra. ¡Claro!, Comitán ha perdido muchas de sus virtudes, pero continúa alimentando esencias divinas. Ayer me topé con un señor en la fila del cajero automático de Banamex, del centro. Fui a sacar un billetito que necesitaba. Eran las tres de la tarde, el sol nos pegaba directo. Nos cubríamos el rostro para que no nos diera tan de lleno. El señor le dijo a un muchacho que conducía una camioneta que “se parqueara”. El muchacho daba vueltas para levantar al señor en cuanto terminara el movimiento bancario. Me comentó: “Han tardado mucho”, se refería a quienes estaban adentro, en el cajero. Luego agregó: “Comitán ha cambiado mucho”, como yo había escuchado que él había pronunciado la palabra “parquear”, en lugar de estacionar, le pregunté si tenía mucho tiempo de no estar en Comitán. “Sí -dijo-, me fui en 1997”. Hice cuentas y le dije que tenía más de doce años fuera. Él insistió: “Me fui en 1997”. Yo volví a hacer cuentas y dije que tenía más de doce años. Él dijo: “Estamos en 2019”. Sí, dije y volví a hacer cuentas. Ahí fue donde me di cuenta que estaba haciendo mal las cuentas. No eran doce, ¡eran veintidós! Con mi cara de Leibnitz orinado dije que estaba reprobado en matemáticas. “Sí -dijo él-, eso le iba a decir”. Agregó que cuando se fue de su Comitán el clima era templado. Sí, Comitán ha cambiado, pero aún conserva muchos rasgos bondadosos. Y como el clima ha cambiado en todos lados, Comitán sigue teniendo uno de los climas más benignos del estado de Chiapas. Si Tuxtla es un infierno, Comitán aún conserva un zaguán donde corre un viento sabroso.
Y por estas bondades, en Comitán, todos los días, suceden actos agradables, que son como caída de flores amarillas sobre el césped.
El jueves llegaron las delegaciones participantes en el Encuentro Nacional Deportivo Indígena 2019, que se celebra en nuestra ciudad. Deportistas indígenas de toda la república participan en la justa nacional. ¡Ah, qué maravilla de intercambios culturales! Comitán fue elegida como sede de este Encuentro Nacional.
Asimismo, Comitán celebra el trigésimo quinto aniversario de la creación del Instituto Tecnológico de Comitán, institución que ha brindado un gran servicio a jóvenes de la región.
Y, de igual manera, el jueves llegó a su término el Diplomado en Derechos Humanos para Organizaciones Sociales, Campesinas y Líderes Comunitarios, que fue convocado por La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Escuela Nacional de Trabajo Social, de la UNAM, y la Red Nacional de Instituciones de Educación Superior en Trabajo Social. La Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, de nuestra ciudad, fue una de las seis sedes elegidas en la república para impartir dicho Diplomado.
¿Mirás cuántas líneas agradables? Y la lista de actos afectuosos es interminable. El viernes estuvo en Comitán el poeta Balam Rodrigo, para compartir su poesía, su enorme acto poético; de igual manera, el jueves se inauguró la espléndida muestra fotográfica “Haciendas de Chiapas”, acervo fotográfico de María Trinidad Pulido Solís y de Jorge Pineda Martínez; y la próxima semana el Centro Cultural Rosario Castellanos celebrará los cuarenta y cuatro años de su fundación con una serie de actos culturales de relevancia. Serán cuatro días de guateque. ¡Ah, qué alegría tan de aire limpio! En fin, le paro, porque no acabo. Esta seguidoña de actos bondadosos en este pueblo bondadoso es muestra de la armonía de nuestro entorno, entorno que debemos proteger, porque es un tesoro invaluable.
En el acto de clausura del Diplomado en Derechos Humanos (que se efectuó en el salón de actos de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar) hubo dos oradores: el maestro José Hugo Campos Guillén, rector de la universidad; y la licenciada Guadalupe Gordillo, presidente de Ixuk’e, Asociación para el Desarrollo Integral de las Mujeres, y quien fue una de las treinta y seis personas que asistió al diplomado con duración de 120 horas. Ambos mensajes fueron puntuales y emotivos, se entiende porque se referían a una materia esencial en la convivencia social: los Derechos Humanos. El rector, a la hora de hacer la declaratoria oficial de clausura, invitó a quienes recibieron su diploma a aplicar con responsabilidad y vocación de servicio los conocimientos adquiridos. En nuestro país, muchos derechos son vulnerados, pisoteados, sobre todo, por ignorancia, porque los ofendidos no saben cuáles son sus derechos, derechos garantizados en la Constitución Política de Los Estados Unidos Mexicanos.
Por su parte, la licenciada Guadalupe Gordillo, en nombre de sus compañeros, agradeció a las instituciones convocantes y a la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, de manera especial al rector, por la oportunidad de recibir estos conocimientos, de manera gratuita, expresó, con emoción: “Fue un honor convivir con diversidad de profesionistas. Gracias por el respeto vertido a quienes no somos abogados, pero que, desde nuestras trincheras, luchamos por mejorar las condiciones de vida de quienes se nos acercan para ayudarles. Mucho lo hemos realizado en la práctica y nos hacía falta fortalecer nuestros conocimientos a través de la cantidad de sabiduría que fue vertida por tan grandes especialistas que tuvieron a bien disertar en este diplomado. Estoy segura que podemos desarrollar políticas públicas que pueden beneficiar a poblaciones diversas para mejorar su calidad de vida.”
¿Mirás, querida Mariana? En nuestro pueblo, a diario, se realizan acciones a favor de la dignidad, de la vida. Mencionar cada acto es labor titánica. Cada acto generoso apuntala nuestra identidad cultural, fortalece las bondades naturales.
¿Ha cambiado el clima de Comitán? Sí, el calentamiento global (causado por los humanos) es una plaga mundial. ¿Se vulneran con más frecuencia los Derechos Humanos de los comitecos? Sí, nuestra sociedad ha crecido y se ha vuelto más compleja. ¿Se puede hacer algo para revertir tales efectos negativos? Por supuesto que sí. Es difícil, pero no imposible. Si todos sembramos arbolitos y los cuidamos, el clima puede tener un rostro más agradable. ¿Es posible hacer algo por los valores esenciales de la comunidad? Sí, es posible. La licenciada Guadalupe Gordillo terminó su pieza oratoria, con el siguiente mensaje: “Felicidades por este gran inicio, ya que somos tan sólo un grupo de valientes defensores de los Derechos Humanos.”
Bien, ¿a poco no? Un grupo de valientes defensores de los Derechos Humanos. Quienes, todos los días, abonan para este tipo de actos en nuestro pueblo forman parte de ese grupo de valientes defensores de nuestra identidad cultural, de nuestra dignidad. Ellos, desde su trinchera, siembran una semillita pequeña, que bien cuidada, puede alcanzar a ser un gran árbol, que dé sombra, que aporte oxígeno y que alimente el espíritu esencial.
Posdata: La semana pasada, un grupo de comitecos bien intencionados se reunió con la secretaria de turismo, de Chiapas, Katyna De la Vega, para solicitar que en su secretaría se impulse la reactivación de vuelos comerciales desde el aeropuerto El Copalar, asimismo dicho grupo solicitó la culminación de la ampliación de la carretera Comitán-San Cristóbal de Las Casas. El licenciado Segundo Guillén manifestó, en redes sociales, su deseo de que la zona residencial del cerro Nehuestic muestre una imagen armoniosa, a través de la pintura de las fachadas (en San Cristóbal de Las Casas ya lo hicieron en un cerro de la entrada y la imagen urbana mejoró mucho). Yo estoy a favor de tal iniciativa, pero sugeriría que no fuera un tachilgüil hermoso de colores como sucede en Brasil. Nuestra identidad tiene colores menos explosivos. En Grecia existen poblaciones cuyas casas están totalmente pintadas de blanco, este color es parte intrínseca de su carácter. ¿Cuál es el color con más identidad en nuestro pueblo? Tal vez los expertos del INAH pudieran sugerir cuál sería la paleta más adecuada para este proyecto sensacional. ¡No! Reculo, ¡no tal vez!, con seguridad, los expertos del INAH darían elementos para hacer de esa zona una vista armoniosa.
Digo, querida Mariana, lo que dicen los clásicos: ¡Somos más los buenos! En Comitán somos muchos los comitecos que amamos este pueblo. Nos hace falta un ligero empujón para reunirnos en torno a ideas benéficas. Comitán merece un mejor destino. Hay personas que abonan para fortalecer nuestro enormísimo árbol.

viernes, 25 de octubre de 2019

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA




La lectura podría ser: “Quédate con quien te cuide, como el teporocho cuida a su amigo.”, aunque acá no se sabe bien a bien quién cuida a quién. La imagen es inusual, pero común. Inusual, porque el teporocho de chamarra blanca quedó dormido en el regazo del teporocho de la playera morada, quien también duerme; y es común, porque cada vez, con mayor frecuencia, grupos de hombres y mujeres se quedan tirados de borrachos en las calles de Comitán (no es característica de este pueblo, sé que, en todos los pueblos de Chiapas, de México, proliferan los grupos de teporochos).
En esta imagen, los dos teporochos duermen su borrachera, lo hacen en medio de un afecto de hermandad. Uno se recostó en los muslos de otro y éste lo abraza como si con este abrazo lo protegiera de los peligros del exterior. Y digo del exterior, porque se alcanza a ver los pedazos de cristales en el borde de la barda residencial. Estos cristales se colocaban en las bardas de las casas del Comitán del siglo pasado. Se sabe, la delincuencia ha sido tema de todos los tiempos. En estos tiempos, la serie de cristales cortados en el borde superior de las bardas ha sido sustituida por gigantescas serpentinas de alambres de púas o con cercas electrificadas.
La lectura podría ser: “Quédate con quien te proteja de los peligros del exterior.” La imagen es engañosa, porque, el visitante de un país de primer mundo podría pensar que en este pueblo hay teporochos, pero éstos son apacibles y el pueblo, en general, también es apacible, porque todo está tranquilo, pero si uno analiza los diversos elementos nota que hay signos de advertencia (además de los cristales cortados, que sirven para protegerse de la delincuencia). Los expertos en seguridad harían notar elementos que soportan la Teoría de la Ventana Rota, que establece que la delincuencia prolifera en lugares descuidados. La ventana rota es signo de indiferencia y descuido. En zonas poco cuidadas, la delincuencia crece.
Acá se advierte un grafiti, una banqueta descuidada; la proliferación de maleza también es signo de descuido, la misma rejilla oxidada del medidor de energía eléctrica abona en la indiferencia, y, como cereza del pastel, la pareja de teporochos habla de una degradación de la sociedad. No es bueno, para nadie, la presencia de estos grupos de borrachines en vía pública. Los espacios públicos deberían ser lugares limpios para la convivencia social. Las calles deberían ser espacios sanos, donde las mamás y papás pudieran caminar tranquilamente con sus hijos. Los mayores conocían el secreto de la convivencia. El hecho de que, temprano, salieran con una escoba y barrieran el pedazo de calle que les correspondía, era parte del cimiento contra la violencia; con la misma escoba, las abuelas corrían a los ocasionales borrachitos que se quedaban a dormir en la banqueta o les daban una moneda para que cortaran la hierba que, necia, crecía en medio de las piedras o del cemento. Los tiempos actuales han degradado la convivencia. Los grupos de teporochos se incrementan en el horizonte de la sociedad, y dichos grupos abandonan la periferia y se adueñan, poco a poco, de espacios céntricos.
La imagen podría quedarse en una lectura chusca, porque los teporochos están como una pareja afectuosa, donde un hombre duerme en los muslos del otro y éste lo abraza afectuosamente. Pero, la imagen dice más, habla de una degradación social que se acrecienta.
Los expertos en protocolos de seguridad recomiendan que las juntas vecinales realicen acciones a favor de la limpieza de sus entornos: que se pinten las fachadas, que se coloquen elementos de seguridad (como cámaras de vigilancia), que se quite la maleza de las banquetas, que se prendan lámparas durante la noche, que se barran los espacios de calle que corresponden, que exista una comunicación permanente, que se alerte a la policía cuando aparezcan grupos de teporochos que, en la banqueta, platiquen y beban; en pocas palabras: ¡Que se quiten las ventanas rotas y se coloquen ventanas completas, transparentes, limpias!

miércoles, 23 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA DEL GUSTO POR LA VIDA




Querida Mariana: Leo en las redes sociales que mi amigo Aleks bebe güisqui. Sé que también bebe café. Pienso entonces que, como en las demás preferencias, en el gusto por ciertas bebidas hay una huella del carácter de las personas. ¿Qué revela que Aleks beba güisqui y no beba agua de temperante con posh? ¿Qué revela de su personalidad el hecho de que revele su gusto por tal bebida?
Mi abuelo Enrique bebía café todos los días, a todas horas. No sé cuántas tazas bebía, pero eran muchas. Él decía que era como su sol, como su aire y, aseguraba, no podía vivir sin sol ni aire. Cuando había una celebración especial sacaba una botella de ron que guardaba en una vitrina con candado, y echaba un chorrito de ron al café y bebía. Eran las únicas veces que bebía ron, que bebía alcohol. Sólo era en una taza, a la hora del brindis. Jamás lo vi borracho, jamás. ¿Tomaba alguna otra bebida? Jamás lo vi beber otra cosa, nunca un vaso de agua, nunca una cerveza, nunca una jícara de pozol, nunca una taza de chocolate, nunca leche. ¡Nada! Sólo bebía café. Una vez le pregunté por qué sólo bebía café y él, como respuesta, tomó un sorbo de su café bien caliente y exclamó un ¡Ah!, con gran satisfacción. Entendí. Desde entonces entiendo cuando un bebedor expresa un ¡ah! al beber un sorbo de michelada en la cantina, un sorbo de café en la sala, una limonada en el corredor de la casa, un vaso de atol de granillo en el mercado de Comitán. No necesito hacer pregunta alguna. Todo está en ese instante gozoso, cuando el rostro se vuelve como un lago de agua transparente.
En mis tiempos de juventud, beber güisqui significaba tener mucho dinero. En mis tiempos de bachillerato bebí tequila y cerveza con los amigos. Eran bebidas de pueblo. El güisqui estaba destinado para los señores, para los que tenían paga. Nosotros no bebíamos posh, porque esta bebida era sólo para albañiles (pensábamos). Bebíamos tequila y caguamas. Yo pensaba que imitaba lo que hacía mi abuelo, vertía cerveza en un vaso y le dejaba caer un chorrito de tequila. ¡Me ponía unas borracheras de padre y señor mío! Ahora entiendo que esa bebida era una indecencia, porque jamás dije el ¡ah! de satisfacción, al contrario, como si fuera un niño tomando medicina, cerraba los ojos y daba el trago y hacía caras de desánimo y emitía un ¡Puf! como si recibiera un gancho directo al hígado.
Ahora veo que he cambiado de bebida y por esto digo que las bebidas de preferencia dan cuenta de nuestro carácter. Con el tiempo dejé de beber ron, tequila, cerveza y el ocasional vaso de güisqui. Ahora, lo sabés, no bebo bebida alguna que contenga alcohol. El otro día, don Otilio me platicó cómo prepara una bebida especial con hierbas y trago puro de Tzimol, me lo alabó tanto que probé un punto cero cero uno por ciento de dicha bebida. No le hallé el gusto. No hice el ¡puf! consabido por no ser grosero, pero lejos estuve, muy lejos, de exclamar el ¡ah! de satisfacción. Ahora recuerdo que Mónica, cuando me dijo que ya había decidido casarse con Ramón (con quien al final se casó) y yo le pregunté cuál había la causa de su profundo enamoramiento, ella cerró los ojos, abrió tantito los labios y exclamó: ¡Ah! Entendí, vaya que entendí.
Ahora bebo agua (sí, agua sin color, sin sabor, sin olor, agua pura), bebo té (sin azúcar), bebo limonada (sin azúcar) y, de vez en vez, bebo atol de granillo o jocoatol, y ¡para de contar! No bebo café, no bebo leche, no bebo cerveza, no bebo chocolate, no bebo bebidas alcohólicas. Por supuesto, ¡no bebo güisqui!
Aleks bebe güisqui, ya lo confesó. Tal vez lo dijo para que sus amigos le obsequien una botella de güisqui el día de su cumpleaños o para que cuando lo inviten a cenar tengan una botella de etiqueta negra en la mesa.
Posdata: las bebidas de preferencia revelan mucho de nuestra personalidad. Además, digo yo, la forma en que tomamos el recipiente. Aleks, ¿bebe el güisqui en las rocas? ¿Lo bebe trepado en un árbol? ¿A mitad del desierto? ¿Lo bebe solo o acompañado?

martes, 22 de octubre de 2019

UN MUNDO VEDADO




Los lectores saben que la lectura tiene muchas ventajas. Las mencionan con emoción. A veces, esta emoción contagia a no lectores. Y estas personas se convierten, también, en grandes lectores. Yo tengo mi relación de ventajas. Pero, tal vez, la que más me seduce es la posibilidad de conocer otras vidas.
El mundo es amplio, lo sabemos. Nuestro propio mundo, tan limitado, ¡es amplio! A veces me siento en una banca del parque central de Comitán y veo lo que sucede a mi alrededor. Muchas personas están sentadas en otras bancas, o descansan al lado de las esculturas, y muchas más caminan. El bolero siempre está acompañado por dos o tres amigos. La muchacha que vende chicharrines está pendiente del celular. Las mujeres que venden tostadas y arroz con leche no tienen un minuto de descanso, untan frijol molido a las tostadas y les riegan salsa roja, picante, sabrosa. Es cuando pienso (¡qué bobo!) que jamás conoceré sus historias, porque cada una de esas personas ¡tiene una historia! Están tan cerca de mí y son ¡tan distantes! Camino por la calle que baja al mercado Primero de Mayo y veo a los comerciantes de ropa o de imágenes religiosas, veo al señor que vende pan de San Cristóbal, a la mujer que atiende la antigua farmacia de don Manuelito; veo a la monja que abre la puerta del Colegio Regina y camina y dobla por la bajada al parque de La Pila. No es mi intención seguirla, pero yo también bajo por esa calle y veo dos o tres peluquerías, con sus paredes llenas de espejos y con las personas, sentadas, que esperan turno. Perdí a la monja, por estar viendo a un grupo de mujeres tojolabales que suben y entran a la tienda donde venden manta y listones de colores. Y (perdón, no puedo evitarlo) pienso que nunca conoceré sus vidas. Y cuando estoy en esos laberintos bobos, pienso que hay miles de vidas en San Cristóbal, en Tuxtla, en Arriaga, en Coita y en muchos lugares de Chiapas, que jamás conoceré. Y, ya metido en la bobera total, traslado mi confusión a las otras ciudades de México y luego a ciudades del mundo y pienso que en Sudáfrica hay cientos de pequeñas comunidades donde viven cientos de personas, protagonistas de historias que me encantaría conocer y que jamás, ¡jamás!, conoceré. Cuando llego a ese túnel me entra un desasosiego fatal, que sólo comienza a ceder en el instante que me siento en cualquier lugar y abro un libro de cuentos o una novela. La literatura me ha permitido paliar un poco este sentimiento de abandono. En los cuentos y en las novelas he podido conocer historias de personas que están lejos de mí, pero que se vuelven cercanas. Y, como siempre he dicho, la literatura no sólo me lleva a calles de París, por ejemplo, sino que me lleva a conocer los interiores de las casas y la intimidad de los habitantes de ellas. La literatura me permite entrar a la habitación donde dos muchachos bonitos juegan juegos de cama. Ahora mismo recuerdo una escena del cuento de Gabriel García Márquez “El rastro de tu sangre sobre la nieve”, donde Nena Daconte toca el saxofón. Gracias a la literatura pude estar ahí, donde Nena toca el saxofón. Ella está sentada, con la falda recogida hasta los muslos y las rodillas separadas, mientras sostiene el sax con sus manos y tiene sus labios sobre el pico del instrumento. Jamás, en la realidad real, podría estar frente a una chica que tocara el sax. No podría hacerlo, porque mi emoción erótica sería confundida con una desviación sexual de viejo depravado. Además, seamos honestos, en Comitán ninguna chica toca el sax en forma tan sensual como lo toca Nena Daconte, en el cuento de Gabo. Por alguna extraña razón, las chicas de los cuentos y de las novelas son más desinhibidas; por alguna extraña razón, la literatura tiene más vida y más muerte que la vida misma.
No necesito enumerar más ventajas de la lectura. Es una bendición para el lector poseer la posibilidad de conocer vidas y meterse no sólo hasta la cocina, sino hasta las recámaras donde una chica duerme sin ropa.
Me encanta ser el lector que entra a esa recámara, sin hacer ruido, caminando de puntillas, para no despertar a esa chica que, en posición fetal, me muestra su grupa, su espalda, sus pechos, sus labios entreabiertos, mientras el aire mueve las cortinas y un rayo de sol se extiende por su cabello. Me encanta oler el aroma que exuda, ¡ah!, el aroma del cuerpo despreocupado, entregado.
La lectura permite que mi vida tan simple se convierta en una gran aventura por los caminos de personas que jamás se muestran más que en ese espejo sensacional que se llama ¡literatura!

lunes, 21 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, DE BAJADA




Querida Mariana: Te encargo que no vayás a darle la vuelta a lo que acá te platico. Es mera plática.
Sucede que, como todo el mundo, sueño. No me refiero a sueños o ideales, ¡no!, me refiero a que sueño cuando duermo. Pero, como medio mundo, cuando despierto, la mayoría de veces ya no recuerdo qué soñé.
Anoche soñé y desperté con un recuerdo nítido, como si mi sueño hubiese sido una película o como si lo soñado hubiese sido tan vívido que fuera parte de la realidad.
Estaba en lo alto de un cerro, escuchaba los pájaros y el viento. El viento era como una víbora metiéndose por en medio de las hojas de los árboles. Estaba sentado en una piedra, no había nadie más que yo. Me sentía pleno. Tuve la sensación de que era feliz. Me paré, abrí los brazos y respiré profundo.
Escuché un ruido de hojas secas. Pensé que era un animal. Rogué porque fuera un venado. Esperaba ver un venado de cola blanca, esperaba que él se detuviera ante mí y yo pudiera acariciarlo. Jamás he acariciado un venado. He acariciado gatos, perros, loros, pero no más. De niño acaricié un gusano, pero no volví a hacerlo, porque me dio calentura.
El ruido cesó. Rogué porque no fuera una víbora. Las víboras, lo sabés, me provocan temor.
Bajé tantito hacia donde había ubicado el ruido. Sentí (en mi sueño) que sudaba de más, que el ritmo de mi corazón se aceleraba, como si, en lugar de bajar, estuviera subiendo.
Me di cuenta que bajaba, pero lo hacía, en lugar del sendero de tierra, como había sido al inicio, caminaba sobre peldaños de piedra. Ya mirás cómo son los sueños. Sin que haya una razón especial, de pronto aparecés en otro contexto, bajaba, pero ahora los peldaños ya no eran de piedra, sino que se habían convertido en peldaños ¡de agua! Esto fue lo que me fascinó. Ahora sí que ni en mis más alocados sueños había imaginado que hubiese escalones formados por agua. Los escalones estaban perfectamente formados. Yo, al principio, al dar un paso ¡tuve miedo! Miedo de que mi pie se hundiera. Mi cerebro seguía la lógica de la naturaleza: metés un pie en el agua y el pie se moja y se hunde. Vos sabés que no sé nadar, así que pensé, con temor reforzado, que podía hundirme y ahogarme, pero ¡no! Bajaba y el escalón (de agua) me sostenía perfectamente, como si el agua fuera de una consistencia tal que me permitía “caminar” sobre esa superficie líquida. Sentía la humedad. Mi cerebro continuaba rebelándose y pensaba que podía resbalar sobre esa superficie ligosa, pero ¡no!, los escalones de agua eran como escalones anti derrapantes.
Escuché de nuevo el ruido de hojas secas y vi que metros abajo subía una mujer. Sus pasos eran los que provocaban el ruido. Vi que conforme ella subía, los escalones de agua se convertían en escalones de piedra. Ella colocaba una mano sobre su pierna flexionada, para ayudarse en su ascenso. Cuando colocaba el otro pie sobre el escalón, ella exhalaba. Su exhalación era como un ronroneo, como el murmullo de una mujer que está haciendo el amor en una habitación de hotel y debe contener sus jadeos para que los vecinos no la escuchen.
La mujer llegó hasta el escalón donde yo estaba parado, donde había quedado casi petrificado. Al colocarse a mi lado vi que “mi” escalón de agua se volvió de piedra.
Sabía que soñaba, quería despertar, pero no lo lograba. La presencia de la mujer me intimidaba. Se acercó tanto a mí, que sentí su ronroneo y sus jadeos como si estuviéramos en el fondo de un pozo y todo fuera un eco muy discreto.
Ella me tomó de la mano y me dijo: “No debe haber funerarias cerca de los hospitales”. Rio. Desperté.
Desperté, sudaba mucho. Prendí la lámpara del buró, eran las tres con treinta y cuatro minutos. Todo estaba en silencio. Acomodé la almohada y me senté en la cama. Como si todavía tuviera la humedad de los escalones de agua, pensé: ¿por qué cuando pisaba la mujer, los escalones se volvían de piedra? Pensé que, en cuanto me sentara frente a la computadora, te escribiría y te contaría mi sueño para que no me olvidara lo soñado y para que vos me dijeras el significado.
Posdata: Pero luego pensé en lo que me había dicho la mujer. Supe de dónde había salido su comentario. Una tarde antes, Juan y yo pasamos frente al hospital general y él me comentó que siempre le había parecido muy mal presagio que al lado del hospital hubiera una funeraria. A él le gustaría pensar que quienes acuden al hospital saldrán curados y no que el hospital funciona como una antesala de la muerte, pero así es la vida. De ahí el comentario de la mujer que era bella, tal vez con la belleza de esas mujeres que aparecen en las leyendas y que, al final de cuentas, no son más que representaciones del demonio. ¡Uf!

viernes, 18 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON UN SEGUNDO ANIVERSARIO




Querida Mariana: ¿Cómo celebran un cumpleaños en tu casa? El otro día me platicaste que, con motivo del cumpleaños de tu papá, echaron la casa por la ventana. Así celebramos los mexicanos los aniversarios, ¡echando la casa por la ventana! A mí me encanta esta expresión: Echar la casa por la ventana, es un contrasentido maravilloso.
ARENILLA-Revista cumple dos años, bebé bonito. Nuestra revista (digo nuestra, porque es de todo Comitán, de toda la región, incluido Huehuetenango, pueblo guatemalteco de excelencia) fue una niña privilegiado al nacer. Nació con los ojos abiertos y no balbuceó como cualquier niño, ¡no! Nuestra revista nació con el don divino de la palabra. Desde chiquitía ha sido habladora, pero el prodigio del habla lo emplea para tender puentes amistosos, para volar papalotes que son como hijos del aire.
Cumplimos dos años y lo celebramos echando la casa por la ventana. ¡Sí! Porque en la portada tenemos una foto de Carlos Gordillo donde vemos parte del equipo de UNIKSA (Unicasa, la casa única). Esta empresa nos permitió que celebráramos nuestro segundo aniversario echando la casa por la ventana, por la ventana donde, durante doce números, hemos mostrado parte de lo mejor de Comitán y de la región. La empresa UNIKSA está dirigida por dos arquitectos de renombre, en Comitán y en Chiapas. ¡Cómo no voy a sentirme chento al decir que los dos son ex alumnos míos! Su generosa amistad, que perdura desde que estuvimos en aula hasta el presente, hizo que nos permitieran ser la portada del número trece, para mostrar el rostro amable de nuestra casa común. Porque, así lo piensa y siente el equipo que elabora ARENILLA-Revista, durante este tiempo de vida hemos formado una casa, con el mismo amor y la misma pasión con que UNIKSA ha logrado formar una gran empresa a lo largo de más de quince años.
¡Estamos de fiesta! En nuestro espíritu hay un manteado que cubre el patio central, tenemos juncia fresca, festones; hay marimba, toca bien galán; tenemos mesas con manteles blancos donde hay harta botana (chicharrón de hebra; frijolitos molidos, con rajas de queso, crema y chilito de Simojovel; chile en vinagre; tortillas con asiento; tostadas de manteca) y un poquitío de trago, del bueno, de la barrica que conserva el tío Chundo, del mero comiteco de doble cordón. ¡Estamos de fiesta! Estamos esponjados como jolotes, tzucum, tzucum, hace nuestro espíritu.
En el número 13, con el que celebramos el segundo aniversario, no sólo mostramos a Unicasa por la ventana, también festejamos los cuarenta y nueve años de SAN MARCOS, empresa que, desde el principio apoyó nuestro proyecto editorial; compartimos el honor que recibió la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, al ser designada una de las seis sedes en el país para impartir el Diplomado en Derechos Humanos, para Organizaciones Sociales, Campesinas y Líderes Comunitarios; publicamos la entrevista que Claudia H. de Ponce de León le hizo a Fray Pablo Iribarren, con motivo de la presentación de su libro (estupendo libro) que se titula: “Monumental Convento e Iglesia de Santo Domingo en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas”.
Hay más, querida mía, hay un desplegado publicitario de Comitán, Pueblo Mágico, que tiene como lema: “Comitán, tierra de Rosario Castellanos”, ilustrada con una fotografía de lujo. ¡Ya la verás! De igual manera, celebramos el trigésimo quinto aniversario del Instituto Tecnológico de Comitán.
¿Mirás cuánto festejo en Comitán? ¿Mirás cuánta luz? ¡Ah!, como Sabines dice: ¡Que Dios bendiga a Dios!
Y como marco de la prodigiosa ventana o como cristal transparente, también compartimos un reportaje breve de “El guatemalteco de la arqueología mexicana: Carlos Navarrete Cáceres.” Y tenemos La Tiendita de doña Pifa, y una carta que te mando a vos, “Donde se despeja el misterio de la chica descabezada”, porque Lulú Guillén De León me dio una foto donde aparece ella con un grupo de amigas de la primaria, pero una de las niñas tiene recortada la cabeza, porque… bueno, ya te enterarás cuando leás este número trece, número de suerte, siempre.
Pero eso no es todo, ¡hay más! El eminente intelectual chiapaneco (tuxtleco, para más señas), Roberto Ramos Maza, nos compartió su pasión por coleccionar juguetes infantiles y nos dio a conocer su proyecto de la creación del Museo El Conejo de Juguete. ¿Sabés cuántos juguetes tiene en su colección? ¿Cientos, miles? Ya te enterarás cuando leás el número trece.
Posdata: ¡Y cerramos con postigos de oro! Con un cuentito, para que los papás compartan con sus hijos o que éstos compartan con sus papás y que, como siempre, es por cortesía de la Fundación Alexandra Del Castillo Castellanos, fundación cuyo lema es: “Tu palabra permanece para siempre.”
¡Estamos de fiesta! Hay guateque en nuestro espíritu. Damos gracias a todos nuestros patrocinadores (¿la lista? Ah, ya la verás cuando leás el número de celebración) y, de igual manera, agradecemos a todos nuestros fieles lectores. Trabajamos para ellos, para nuestros patrocinadores dando a conocer las bondades de sus empresas e instituciones, y para nuestros lectores para que tengan un pomito del aire de este pueblo mágico. Siguiendo el ejemplo de nuestros amigos de UNIKSA (unicasa) estamos construyendo un hogar digno, de excelencia.
Vení ya, querida Mariana. Está bien que estudiés ese diplomado en cine, en Guadalajara, pero acá hacés falta. Tu casa, ¡Comitán!, te espera.

jueves, 17 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON DEUDA PAGADA




Querida Mariana: Se lo debíamos a Jaime. Él, que tanto dio a Comitán y, nosotros, ingratos, mencionándolo de vez en vez, confundiéndolo a veces (qué pena) con su hermano o con su sobrino, porque nunca faltó el despistado que al mencionar al poeta dijo: Del poeta Juan Sabines, tal poema. ¡Qué pena! Él que tanto nos dio en vida; él que, en cuestión de creación, anduvo en las antípodas donde camina la mayoría de sus parientes, dedicados a cuestiones de política, actividad tan ajena a la luz verdadera.
Se lo debíamos a Jaime. Se lo debíamos porque él, una mañana (imagino) subió al parque de Guadalupe y cuando recibió la bofetada de aire, proveniente de la Ciénega, puso la otra mejilla y escribió “¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? ¿En mayo, en la quietud, en la frescura, en el aire?...” ¡Ah, qué prodigio de líneas, tan tenues como el propio aire que recibe, que describe, que nombra! ¡Ah, entrañable Jaime, Comitán te debía un homenaje a la altura de tu genio!
Se lo debíamos, porque él, una tarde, echando trago, conmovido y conmocionado con la noticia de la muerte de Rosario, su amiga, nuestra paisana, escribió un recado que, en una de sus líneas dice: “¡Cómo te quiero, Chayo, cómo duele pensar que traen tu cuerpo…!”
Sí, Jaime le regaló a Comitán líneas luminosas, etéreas, rotundas. Él, conejo de nacencia, eligió su casa de campo cerca de nuestro pueblo, sólo para hacer el viaje de Yuria a Comitán, viaje que era como ir de Comala a Colima, como ir de Macondo a Aracataca, como ir del cielo al quinto círculo del infierno, porque, no lo sabemos bien a bien, ya es imposible preguntárselo, Jaime, sin duda, escribió más poemas en estas tierras, poemas llenos de hierba, humedecidos en alcohol.
Óscar Bonifaz, nuestro poeta, su amigo, cuenta que, en su ranchito, rumbo a Montebello, Mónaco, Jaime escribió el poema que dice: “Hay un modo de que me hagas completamente feliz, amor mío: muérete”.
Sí, le debíamos mucho a Jaime, le debíamos una placa en bronce, en alguna plaza; le debíamos una escultura en alguna calle, una escultura en bronce donde él caminara sobre la banqueta, para honrar su poema “El peatón”, ese que comienza así: “Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta.”
¡Ay, qué pena! Él mismo lo decía, lo sabía, Jaime Sabines era, es, será, un gran poeta. Y este gran poeta entregó varios poemas a Comitán, caminó sus calles y bebió sus nubes y se embriagó con las lianas del aire comiteco.
Se lo debíamos a Sabines, porque no hay un salón o una calle que lleve su nombre, pero ahora, ¡lo estás viendo!, Gabby, en nombre de todas las chicas y chicos amorosos de Comitán, lo honra con este tatuaje, con estas líneas que bordan, en punto de cruz, el poema infinito de Jaime, el poema Horal.
¡Gracias, Gabby! Tenías que ser vos, la chica bonita de este pueblo, la comiteca sensible, quien se diera cuenta que algo le debíamos a Jaime. Ahora, lo sabemos, lo intuimos, cada vez que estás en la intimidad, cada vez que un par de ojos pasan por el libro de tu piel, Jaime recibe la luz que le estás enviando. ¡Bendito instante! ¡Bendita tu luz, Gabby, bendita siempre!
Se lo debíamos. Comitán se lo debía. Gracias a tu acto generoso, Gabby, hoy estamos a manos.
¿Cómo puede decirse un amanecer en Comitán? Ya Jaime nos lo enseñó. Ahora bien, ¿cómo puede decirse un anochecer luminoso en Comitán? Gabby nos ha dado la lección. Basta levantar la blusa para hallar en el lado izquierdo de su espalda las líneas donde sales y soles…
Posdata: Tuvo que ser una chica bella, tuvo que ser Gabby, nadie más que ella, ella más que nadie. Subís la blusa y es como si subieras un peldaño de la escala hacia el cielo, hacia el nido del aire, hacia el infinito. ¡Gracias, Gabby, siempre gracias! Si no fuera por vos, Comitán seguiría teniendo una deuda con Jaime, tipo, del que se rumora es ¡un gran poeta! Un gran poeta que entregó líneas luminosas a Comitán y a los comitecos.

miércoles, 16 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE LA PLAZA PÚBLICA VUELVE A SU ESENCIA




Querida Mariana: Si te pregunto qué ves en esta fotografía, tal vez dirías que parece un set donde hay una entrevistadora con una niña y su madre que participan en un foro, y parte de la audiencia se ve en primer plano.
Pues no, querida niña, quien tiene un micrófono de diadema y viste un discreto traje en negro es la Presidente del DIF municipal de Comitán, licenciada Estefanía Zambrano Monzón, la niña se llama Jade Leylani Domínguez y quien está al lado es su mamá. Están en un escenario improvisado, debajo de una carpa (había tres carpas más, para la audiencia), preparado especialmente para el Primer Informe del DIF municipal 2019.
Sí, querida niña, la licenciada Zambrano dijo que deseó dar un “informe diferente” y lo logró.
El espacio destinado para la audiencia estuvo lleno, y todo mundo pendiente de lo que sucedía en el escenario, porque, como lo expresó la presidente del DIF municipal, quien tuvo la palabra fue la ciudadanía. Varios beneficiados pasaron a compartir sus experiencias y testimonios de vida.
¿Recordás que en la antigua Grecia el ágora era el espacio de la plaza pública donde se dirimían los asuntos? Bueno, pues durante la presente administración la plaza pública (el parque central de Comitán) se convirtió en el espacio donde la ciudadanía se reunió para escuchar sendos informes, tanto el del presidente municipal como el de su esposa.
Quienes pasaron a dar su testimonio, si bien fueron personas elegidas, hablaron desde su corazón. Quienes estuvieron en el parque como testigos presenciales dieron fe que este primer informe fue diferente y estuvo lleno de humanismo. Sin poses, la licenciada Zambrano (también desde su corazón) platicó con la ciudadanía, dio a conocer los avances logrados durante el año de su administración. Lo hizo sin un guion preestablecido, con una gran solvencia se auxilió de una serie de tarjetas con el orden del programa, pero todo lo que habló lo hizo de manera casual, muy cercana a la gente. Por eso, en esta fotografía parece experta conductora de un programa de televisión. La niña Jade, de igual manera, mostró una gran capacidad de expresión oral, contó cómo ella, una niña comiteca, logró un sueño, gracias al apoyo del DIF municipal; contó su experiencia al ser ganadora de la Red Nacional de Difusores de los Derechos de Las Niñas, Niños y Adolescentes.
Desde el inicio de la administración los comitecos conocieron cuál era el deseo de la licenciada Zambrano, el lema de la institución es: “Porque significas mucho para mí”; es decir, la misión está sustentada en el trabajo hacia una sociedad que no es un ente abstracto, sino un grupo de personas con necesidades y carencias, a las que hay que tender la mano, hasta donde los recursos lo permiten. Y esto quedó demostrado la mañana del quince de octubre, cuando varios beneficiados del programa pasaron a compartir sus testimonios. Dina (discapacitada de la audición) contó (lo hizo a través de señas que fueron traducidas a palabras por un traductor) cómo su vida se transformó desde el instante que el DIF municipal la contrató para enseñar a niños el lenguaje de señas; don José Melitón, papá con una niña con discapacidad, también narró cómo el DIF municipal interviene para que el problema sea menos drástico. Con buen humor y sencillez dijo que no lo acompañaba su esposa, “porque le ganan los nervios, y no quiero atender a otro enfermo en la tarde.”. ¿Mirás qué acto tan fuera de protocolo solemne? La audiencia rio, la audiencia se conmovió con los testimonios de gente necesitada que halló una brizna de consuelo; la audiencia reconoció el trabajo que realizan en el DIF. Labor titánica, porque no debemos olvidar que vivimos en el estado que ocupa el último lugar en desarrollo sostenible de la república. Vivimos con carencias, pero hay personas que cumplen más allá de su obligación.
El informe fue diferente, la plaza pública sirvió para que la ciudadanía se enterara de algo de lo mucho que se ha hecho y de lo mucho que falta por hacer, porque estas acciones deben ser respaldadas por toda la ciudadanía. Sólo es posible paliar tantas carencias con el apoyo decidido de todos, ¡todos!, gobernantes y sociedad civil.
Posdata: Digo que quienes estuvieron en el acto presenciaron un acto lleno de humanismo. No hubo protagonismo por parte de la licenciada Zambrano, hubo, sí, capacidad para conducir un acto lleno de sencillez, donde los que tuvieron la palabra fueron los ciudadanos, por esto, cuando la licenciada Estefanía escuchó testimonios de gratitud nacidas del corazón dijo: “Por historias como éstas vale la pena servir.”
Falta mucho por hacer. Chiapas es un estado con múltiples necesidades, pero el 15 de octubre, el pueblo de Comitán reconoció que hay mujeres y hombres comprometidos con su trabajo más allá de la mera responsabilidad. Que nadie regatee el aplauso cuando hay buenas intenciones respaldadas con acciones.

martes, 15 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, SIN CERTEZAS




Querida Mariana: Sí, yo también, igual que medio mundo adulto, fui a ver la película El Guasón. Al salir de la sala recordé que una tarde Manolo me dijo que, de los Superhéroes gringos, el que más le gustaba era Batman, porque no posee súper poderes fantásticos. Batman es un hombre de carne y hueso con capacidades extraordinarias. Es el superhéroe más cercano a los mortales. No vuela, ni tiene ultra visión, ni corre a mil kilómetros por segundo, ni… ¡nada!, Batman es un ser humano común no común, una especie de ser privilegiado.
Y cuando vi la cinta El guasón, también recordé que, de todos los personajes de la historieta, el que más me atrajo siempre no fue Batman ni El Guasón ni el Pingüino, sino El Acertijo, uno de los enemigos del hombre murciélago. De niño sentí una atracción especial por el personaje sin saber bien a bien por qué me atraía; ahora, ya viejo, entiendo cuál era la causa: El Acertijo jugaba con las palabras.
Cuando mis hijos eran pequeños les ponía un sobre con acertijos en el árbol de navidad. La nochebuena se convertía en un rally donde ellos debían descubrir el misterio que los llevaba a otra pista, al final había un sobre con dinero, que era el regalo de navidad, para que se compraran lo que quisieran, bueno, hasta donde les alcanzaba la paga.
¿En qué otra revista ilustrada había un personaje que embromara a un superhéroe con juegos de palabras?
Entiendo que llamó poderosamente mi atención el hecho de que en su traje llevara signos de interrogación. Ahora, viejo, sé que la interrogación es el mayor símbolo de la curiosidad. Cuando aparece una interrogación aparece un rayito oscuro que quiere hallar la hendija donde está la luz. Recuerdo que el Acertijo embromaba a Batman con sus acertijos. ¿A poco no es una genialidad que un villano le tome el pelo al superhéroe mediante palabras?
Hace muchos años vi una película de Batman donde el Acertijo le ponía trampas, al estilo: ¿Me querés atrapar? ¿Sí? ¡Ah, pues, resolvé este acertijo que te dejo y ahí estará una pista!
Dicen los que saben que el único afán de El Acertijo es demostrarle al señorito Batman que es más inteligente que él, así pues, todo se reduce a un duelo de inteligencias. Es como si el campo de batalla se trasladara a un tablero de ajedrez donde los peones y alfiles son palabras, palabras que enhebran acertijos. El Acertijo ponía a Batman a razonar, lo colocaba contra la pared, y era tal la fuerza de El Acertijo que Batman no podía ignorarlo; es decir, caía en el juego del otro. Con esto, El Acertijo demostraba que era, cuando menos al principio, más poderoso que el hombre murciélago, con esto queda demostrado que no hay cosa más importante que la palabra y la razón, incluso contra la violencia. El mundo sobrevive no gracias a la violencia sino por la razón ante la fuerza cobarde de la violencia.
Sin duda que este personaje posee una inteligencia superior y un conocimiento cultural también de excelencia, sólo así puede uno explicarse la variedad de pistas enigmáticas que deja y que son un reto permanente para el superhéroe.
Cuando era estudiante en la UNAM, una chica que me gustaba, como dicen los jóvenes actuales, me dio el avión, salía conmigo por dos cosas (tres), la primera: le disparaba la entrada al cine, palomitas y la cena; la segunda: fotocopiaba gratis los libros que ella me pedía, porque yo trabajaba en una oficina de gobierno federal y tenía acceso al departamento de fotocopiado; y la tercera, me tenía de su chofer particular, porque yo poseía un carrito y la llevaba a donde ella quería. Siempre que dudaba de su cariño, ella me aseguraba que no debía dudar, debía tener la certeza de que ella me quería. Yo, tonto, guardé en el closet mi traje de Acertijo y me vestí con el traje bobo que ella me enjaretó. Yo estaba enamorado; es decir, desarmado. Más tarde que pronto descubrí que ella salía con otro, una vez lo vi besándose con un tipo en Plaza Universidad. ¡Por Dios, ella nunca me había besado a mí! Supe que la clave del triunfador es la interrogante y no la certeza.
El Acertijo demostró que lo importante de la lucha es el juego, el juego de la palabra, de la inteligencia.
Posdata: Ayer se supo la noticia de la muerte de Harold Bloom, uno de los críticos literarios más importantes. Bloom dictó el canon literario; es decir, los nombres de los escritores importantes. Harold dio certezas, por eso muchos críticos del crítico no estuvieron de acuerdo con su relación de escritores, pero, después de todo, este lector inteligente no hizo más que jugar a ser El Acertijo, dejó pistas para hallar el canon, la certeza. Un día, Harold dijo que en la literatura de Bolaño había algo. Es cierto, en la literatura de Bolaño hay algo. Pobre de aquel que se crea todo a pie juntillas. Para jugar bien en la vida es necesario resolver acertijos, como si todo fuera un juego.
Sí, me gustó la cinta El guasón. Me planteó un enigma acerca de la personalidad del villano.

lunes, 14 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON LIBRO A LA VUELTA DE LA ESQUINA




Querida Mariana: Hace tres o cuatro años hice una promesa: publicar un libro cada año. Hasta el momento he cumplido. Dije que sería el Woody Allen de la literatura comiteca, porque Woody entrega una película por año a sus fans cinéfilos. El año pasado publiqué un librincillo de cuentos, con el título: “Un ángel llamado Pavitto”. Este año no será la excepción, pero este año no será una novelilla breve ni un libro de cuentos, este año será un libro de crónicas, la recopilación de crónicas que he escrito a partir del nombramiento que me concedió el Honorable Ayuntamiento Constitucional de Comitán de Domínguez. Lo haré para que quede constancia del trabajo realizado. Pronto estará a la venta, a un precio muy accesible: cien pesitos, para que lo adquieran todos los que deseen conservar un recuento mínimo de los tiempos vividos en nuestro pueblo. En el libro presento un texto introductorio que dice lo siguiente:
“En la contraportada del libro “Monumental Convento e Iglesia de Santo Domingo en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas”, de Fray Pablo Iribarren Pascal, O.P., se lee: “La expedición de frailes predicadores de España a Ciudad Real se encuentra bien documentada, dado que, el grupo que partió del Convento Dominicano de San Esteban en Salamanca, España, antes de ponerse en camino, nombró a fray Tomás de la Torre cronista del viaje.
“La importancia del cronista ha sido fundamental en todos los tiempos. El cronista da cuenta de los sucesos más importantes de una comunidad. El ciudadano del presente puede, a través de las crónicas, conocer sucesos pasados para modelar el futuro.
“El Honorable Ayuntamiento de Comitán de Domínguez me nombró Cronista Municipal, en noviembre de 2018. Tal nombramiento me honró en alto grado. Mi labor se agrega al trabajo de cronistas que han dado lustre a la crónica. Nombro a cuatro de ellos, como botón de muestra: el de doña Lolita Albores -primera mujer cronista de Chiapas-, el de Óscar Bonifaz, el de José Gustavo Trujillo Tovar, y el de María Trinidad Pulido Solís.
“En el siglo XXI, es imposible que una persona realice la labor de consignar los hechos más relevantes de una comunidad. Por esto, el actual ayuntamiento comiteco, a través de la dirección de cultura, conformó el Consejo Municipal de la Crónica, integrado por: Óscar Efraín Albores Cancino, Cuauhtémoc Leonel Alcázar Cancino, Alejandro Hiram Morales Torres, y Fabiola del Carmen Aguilar López, como vocales; y Óscar Bonifaz Caballero, como cronista vitalicio de la ciudad; y Alejandro Molinari, como cronista municipal. La labor de mis compañeros del Consejo se une al trabajo fecundo y responsable de muchos cronistas naturales que ejercen su labor con gran pasión. Todos escribimos la crónica de estos tiempos para gloria de nuestro pueblo mágico.
“Hoy, con satisfacción entrego al pueblo de Comitán el total de crónicas escritas en el periodo del 5 de diciembre de 2018 al 1 de septiembre de 2019. Cuentan que Georges-Louis Leclerc, Conde de Buffon, dijo que “El estilo es el hombre”. Acá está mi trabajo, con mi estilo, un estilo emparentado con la personalidad comiteca.
“Además de redactar crónicas, he consignado las principales efemérides de este lapso e impartido charlas en diversas escuelas del municipio. Gracias a la invitación de la dirección de educación, cientos de alumnos de diversos niveles educativos han tenido un acercamiento a la vida y obra de Rosario Castellanos. Asimismo, difundo videos con cápsulas culturales, en las redes sociales, acerca de la vida y obra de Rosario Castellanos. Mi labor honra la memoria de nuestra escritora, figura que está presente en el logotipo de la actual administración municipal.
“Muchas gracias. Muchas gracias al licenciado Emmanuel Cordero Sánchez, presidente municipal de Comitán, por su voto de confianza; muchas gracias a quien, en forma cariñosa, deslizó mi nombre para ocupar el cargo; y muchas gracias al pueblo comiteco, por su complicidad lectora y por su buena recepción a mi trabajo.”
Posdata: Hasta acá el texto introductorio. Mi deseo es contribuir al trabajo que, con amorosa entrega realizan mis compañeros cronistas; el deseo es que, dentro de varios años, el pueblo de Comitán reconozca que, durante la presente administración, el trabajo de la crónica tuvo la relevancia que está teniendo, porque la crónica comiteca nunca había tenido la trascendencia internacional que hoy ostenta. Desde siempre, la crónica comiteca ha sido apreciada en muchas partes de Chiapas, pero ahora, durante el presente año, el licenciado Efraín Albores Cancino, integrante del Consejo Municipal de la Crónica, la ha colocado a nivel superior, el licenciado Efraín llevó la representación de nuestro pueblo a dos encuentros de importancia internacional. Primero estuvo en Zacatecas, donde participó en el IV Coloquio Internacional de la Crónica, y, el pasado 26 de septiembre, estuvo en la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, donde impartió la charla titulada “Comitán – 450 años”. ¿Mirás hasta dónde ha llegado el cronista Albores? ¿Mirás hasta dónde ha llegado la crónica comiteca? Nunca, la crónica comiteca había tenido tal trascendencia internacional. Y digo esto, porque en Bogotá, Colombia, en Asamblea General Ordinaria, nuestro cronista comiteco tomó protesta como el primer cronista chiapaneco integrante de la Red Latinoamericana de Cronistas. ¿Mirás? ¡Red Latinoamericana de Cronistas! ¡Triques y cohetes y una diana conchinchín con marimba para el licenciado Efraín Albores!

viernes, 11 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON PAUSA




Querida Mariana: Me detengo. Igual que este señor, me detengo ante algo sorprendente. Recuerdo una tarde en la Ciudad de México, una tarde que caminaba con mi mamá en la calle de Guatemala. Mi mamá me llevaba de la mano, de pronto me detuve. Ella quiso jalarme, pero yo me solté y puse mis manos en el cristal del aparador de un almacén.
Me detengo. Igual que este señor, me detengo cada vez que camino y veo algo infrecuente. Este señor se detuvo. Yo lo vi caminar por el parque central de Comitán, caminar de manera apresurada. Se dirigía a algún lugar. Había salido con el cometido de llegar hacia un punto de destino. Si en el camino no hubiera hallado un motivo para detenerse, el hombre habría caminado por el parque sin detenerse. Pero, se detuvo, porque el sonido de la orquesta sinfónica de Chiapas ató una cinta invisible a su apresuramiento y se quedó a escuchar algo que no es común en el pueblo. Acá, en el pueblo estamos acostumbrados a escuchar a grupos musicales que no rebasan el número de diez. Hay coros, hay marimbas orquestas, hay tecladistas, hay mariachis, hay tríos y cuartetos. La orquesta sinfónica tiene sesenta integrantes. La orquesta sinfónica tiene instrumentos que, también, no son frecuentes. Las tubas, por ejemplo, no son instrumentos cotidianos. Su sonido es un sonido bello, extraño. El señor del sombrero se detuvo porque encontró, a mitad de su camino, algo inusual, algo bello.
Igual que se detuvo el señor, yo también ¡me detengo! Me detengo, casi siempre, ante una imagen que me produce emoción afectuosa. No me detengo ante el accidente que derrama sangre en la calle, no me detengo ante el duelo estúpido de dos tipos que se golpean a la salida de la cantina, no me detengo ante el beso que dos mujeres se dan en la boca, no me detengo ante el acto común o el acto morboso. ¡No! Me detengo cuando algo bello se refleja en mi mirada. Me detengo cuando una niña corre tras una pompa de jabón, me detengo cuando un pájaro pía y yo debo descubrir cuál es el rincón del árbol donde está parado, me detengo cuando una chica bonita tiene un tatuaje misterioso en el nacimiento de sus pechos, me detengo cuando la brizna de una planta crece en la hendija del cemento, me detengo cuando, como esa tarde en la plaza principal de mi pueblo, una orquesta toca lo que me toca el espíritu.
El señor del sombrero se detuvo y escuchó la orquesta. Decenas de melómanos hacían lo mismo: escuchar sonidos espléndidos.
En Comitán estamos acostumbrados a escuchar sonidos interpretados por diez o doce ejecutantes. ¿Cómo le hacen sesenta músicos para “ir” tan acompasados, tan armoniosos? ¿Cómo le hacen para que todo suene “tan parejito”, tan lleno de gracia? El director de la orquesta, maestro Roberto Peña, logra tal encanto.
La mampara del fondo en el escenario decía lo siguiente: “Arranque de la iniciativa ¿Mirás, mi niña? En nuestro pueblo dio arranque esta iniciativa generosa: La orquesta sinfónica del estado de Chiapas acude a las escuelas para impartir conciertos didácticos, para que los niños y jóvenes del estado se acerquen a los sonidos maravillosos que bordan los ejecutantes de una orquesta.
Digo que no es cotidiano este acto, digo que no todos los días tenemos música sinfónica en el pueblo. Esa tarde sí la tuvimos y el señor del sombrero detuvo su marcha y escuchó. Él, igual que yo, igual que miles, que millones de personas en el mundo, se detuvo ante algo que era inusual.
Posdata: Me detengo. Siempre que camino hacia algún lado y ante mi vista ocurre algo sorprendente ¡me detengo! No importa la premura. Cuando ocurre algo extraordinario a mitad de mi paso me detengo, porque sé que lo importante en la vida es saber detenerse cuando ocurre algo que es como una flor que se abre al universo.
El señor del sombrero se detuvo. Intuyó que ahí, en ese instante, ocurría algo sorprendente. El poeta Fernando Trejo, impulsor de esta iniciativa, desde la Secretaría de Educación, explicó que el ayuntamiento comiteco, a través de la dirección de educación y de la dirección de turismo y economía, logró el prodigio que esta iniciativa comenzara en Comitán y se celebrara el nombramiento de pueblo mágico con un acto que motivó a este señor a detener su camino, para untar un poquito de luz a su espíritu.

jueves, 10 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON IMAGEN TOJOL-AB’AL




Querida Mariana: Ayer ocurrió el prodigio tojol-ab’al, en Comitán y en la Ciudad de México. En nuestro pueblo, antes del concierto de la Orquesta Sinfónica de Chiapas, para conmemorar el séptimo año de la distinción de pueblo mágico, un grupo de tojol-ab’ales tocó el tambor y el pito, y acá se ve en la fotografía a un grupo de estudiantes y docentes universitarios tocando el tambor y el pito. Este grupo está en el auditorio de la Escuela Nacional de Trabajo Social, de la Universidad Nacional Autónoma de México; están en el auditorio que lleva el nombre del Doctor Manuel Sánchez Rosado, quien fue el primer director de la ENTS y falleció en 2013. El doctor Sánchez Rosado fue muy estimado por la comunidad universitaria de la UNAM y en su memoria el auditorio de la escuela lleva su nombre. Como acá se advierte, el auditorio es un espacio muy digno y la mañana del 9 de octubre un grupo de estudiantes y maestros de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar llevó el sonido de los indígenas tojol-ab’ales, lo llevó como símbolo de fraternidad. En tiempos de globalización, la música auténtica sonó con emoción en dos lugares, distantes en espacio físico, pero cercanos en el espíritu.
La delegación de Comitán asiste al XXIII Encuentro Nacional y XIII Internacional de Investigación en Trabajo Social, con el tema: “La investigación social en torno a los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Metodologías y estrategias de intervención.”, que se celebra en la Escuela Nacional de Trabajo Social, del 9 al 11 de octubre de 2019.
Y esta delegación de 22 alumnos, 3 docentes (maestra Nina, maestra Yolanda y maestro Sergio) y el rector, maestro José Hugo Campos Guillén, llegó a dar y a recibir; llegó a aprender y a enseñar; llegó a tender lazos de amistad entre Comitán y la Ciudad de México; a estrechar vínculos entre la Escuela de Trabajo Social de la UNAM, y la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar.
Esta delegación de comitecos llegó a mostrar porqué Comitán fue honrado con el distintivo de pueblo mágico hace siete años; tal distinción no fue más que un acto cultural donde se refrendó que este pueblo es mágico desde su origen.
Los estudiantes, sin duda, recibirán un cúmulo de ideas y conocimientos y establecerán amistades con alumnos de toda la república que acuden al congreso.
La ENTS define al Trabajo Social como “La profesión de carácter humanista cuyo objetivo es el diseño y la aplicación de estrategias o modelos de intervención que promuevan la participación de individuos, grupos, comunidades y la sociedad en general, en acciones que prevengan, atiendan o den solución a las necesidades y problemas que presentan.”
¿Mirás, mi niña? La carrera de Trabajo Social es eminentemente humanista. La Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, sigue esa vocación luminosa. Los alumnos de la Ciudad de México no reciben algo que sí reciben los alumnos de la universidad comiteca: clases de tojol-ab’al. Este idioma es cercano a la identidad de nuestro pueblo mágico y es conocimiento fundamental para poder ser útil a las comunidades de la región. Por ello, en el acto inaugural del Congreso, los estudiantes y docentes comitecos ingresaron al auditorio y subieron al escenario con el ritual luminoso donde los indígenas abren los actos más importantes.
El 9 de octubre de 2019, en Comitán se celebró al pueblo mágico con el sonido de los tambores y del pito; y en la Ciudad de México, un grupo de comitecos llenó de sonidos maravillosos un espacio de la máxima casa de estudios del país. La Ciudad Universitaria recibió el sol tojol-ab’al, un sol que bendijo el camino de los mayas hace cientos de años.
Posdata: La Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar cumple con su vocación humanista. Vos sabés que, actualmente, se celebra, en las instalaciones de Los Sabinos, el Diplomado en Derechos Humanos, avalado por la Red Nacional de Escuelas de Trabajo Social; la Escuela Nacional de Trabajo Social, de la UNAM; y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Los comitecos se llenaron con la luz de la UNAM. En el territorio del grito “¡Goya, Goya, Goya!”, se escuchó el grito de fe: “Sursum corda”.

miércoles, 9 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON FESTEJO




Querida Mariana: El 9 de octubre de 2012, la ciudad de Comitán recibió el nombramiento de Pueblo Mágico. La secretaria de turismo, a nivel federal, dijo que el nombramiento se debía, sobre todo, a su gente, por preservar los valores de identidad de un pueblo maravilloso.
Muchas personas aseguran que Comitán fue mágico desde siempre. Por supuesto que sí. Las autoridades locales de aquel entonces integraron una carpeta con todos los elementos que justificaban la petición para que el pueblo obtuviera la distinción de Pueblo Mágico. Los funcionarios de la Secretaría de Turismo reconocieron esos valores y otorgaron la distinción (muchas personas intervinieron para tal logro, pero el contador José Antonio Aguilar Meza y el licenciado Segundo Guillén fueron unos de los más entusiastas para lograrlo). Muchos de esos valores de identidad tenían que ver con lo que las personas realizan de forma cotidiana.
La magia de los pueblos tiene íntima relación con lo que los seres realizan. El clima de Comitán es una bendición de la naturaleza, pero su conformación topográfica fue elegida. Los primeros pobladores decidieron que el pueblo estuviera lleno de pendientes, de subidas y bajadas, lo que le da un encanto especial. ¿Qué decir de su gastronomía? La riqueza de la comida tradicional comiteca pervive gracias a que las abuelas han trasmitido las recetas a las hijas y a las nietas y éstas han reconocido que el mejor modo de reconocer a sus ancestros es preservando ese conocimiento proverbial.
La magia de Comitán está en su gente. Los comitecos han tenido la capacidad de conservar mucho de sus tradiciones.
Hemos dicho en varias ocasiones, querida niña, que la mayoría de pobladores en el mundo ama y protege a sus ciudades, pero los comitecos se disputan el primer lugar en querencia. ¡Ah, cómo duele a los comitecos retirarse de su tierra! Quienes, por azares de la vida, deben radicar en otras ciudades de México o del mundo, viven contentos en aquellos lugares, pero hay instantes en que una cuerda ligerísima anuda sus cuellos y les inyecta una especie de nostalgia infinita. ¡Ah, el flato es congénito! Darían su reino por un pueblo llamado Comitán. Quienes realizan viajes esporádicos por situaciones especiales no miran la hora de regresar. Y la magia del pueblo alcanza no sólo a los naturales de esta tierra sino también se apropia de quienes llegan en calidad de visitantes o de moradores eventuales. Todo mundo de acá conoce historias de personas que llegaron a Comitán con el cometido de tardar uno o dos meses antes de volver a su tierra y tardan ¡toda la vida!, y no regresan más a sus lugares de origen, cuando uno pregunta el motivo, la respuesta es unánime: ¡Me enamoré de Comitán! Sí, Comitán es un pueblo que seduce a los espíritus exquisitos. En los años cincuenta, mi papá llegó a Comitán y no dejó de vivir en este pueblo hasta 1990, año de su muerte. Acá está enterrado. Vivió en el pueblo más de cuarenta años, más de la mitad de su vida física. Vivió tranquilo y trató de servir a la comunidad que lo acogió en forma amorosa. Como la historia de mi padre, hay miles de historias.
Comitán celebra siete años de recibir el nombramiento oficial de Pueblo Mágico, pero los comitecos conmemoramos cientos de años de su magia; cientos de años en que comitecos de bien han abonado para que este árbol sea un árbol único en todo el mundo, un árbol lleno de flores y de nidos.
A pesar de la globalización, Comitán (contra la marea) permanece auténtico, muchos comitecos abonan para que conserve su identidad, para que no se convierta en un pueblo más del mundo, para que no sea un pueblo plástico. Muchos jóvenes ya no hablan de vos, pero muchos otros sí lo hacen, estos últimos reconocen que ese voseo es parte de nuestro ser auténtico. Los que no hablan de vos renuncian a una parte importante de su identidad, de su ser.
Posdata: Por esto, da gusto que al maestro marimbista José Manuel Morales Silva le brinden un reconocimiento a su trayectoria artística en esta fecha. En el reconocimiento a su persona se reconoce la entrega amorosa de miles de comitecos que siguen aportando su creatividad y genio para preservar la identidad del pueblo. Lo dijo la secretaria de turismo de México, hace siete años, el distintivo de pueblo mágico fue un reconocimiento a los comitecos de todos los días, a todos los que han hecho de este pueblo un pueblo sensacional. Comitán es un pueblo bendito de origen, por ello es preciso salvaguardarlo por siempre, para siempre.

martes, 8 de octubre de 2019

DE ESPANTOS




Sara nos contaba cuentos de espantos. Ordenaba que nos sentáramos en el piso, reclinados contra los sofás; ordenaba que hiciéramos silencio y cuando el silencio era total, ella apagaba las luces. La sala quedaba apenas iluminada por la luz que se colaba en un ventanillo superior de la puerta. Veíamos su sombra, la veíamos sentarse en una mecedora, movía su cuerpo en vaivén y la mecedora hacía un ruido dramático que era el preludio de lo que estaba por llegar.
Nos contaba las historias que había recogido con los mayores de su pueblo. Ahí conocimos la leyenda del Sombrerón, la de la mujer que se aparecía en los chorros de La Pila, la del Cadejo y la del caballo que no tenía cabeza. Nosotros casi no respirábamos. Por momentos, en voz baja, manifestábamos nuestro temor con el amigo que teníamos al lado. Todos sentíamos miedo. Si un adulto hubiese entrado de improviso nos hubiese asustado, pero habríamos sentido alivio al constatar que el mundo de afuera seguía habitado por humanos que nada tenían que ver con los fantasmas y aparecidos que brotaban de los cuentos de Sara y que eran compañeros inseparables a la hora que apagábamos la luz en nuestros cuartos a la hora de dormir.
Después de cenar y despedirme de mis papás, me ponía el pijama en el cuarto, apagaba la luz y me tapaba la cara con las colchas. Rezaba. Pedía a todos los santos que esas imágenes fantasmales se evaporaran, pero el Sombrerón parecía tener dones especiales, porque se paraba frente a mis ojos, con su imponente caballo. Yo escuchaba el acecido del animal y la respiración del viejo con espuelas de plata.
Una mañana, mientras jugábamos carritos en el sitio, Samuel me dijo que le daban miedo las historias que contaba Sara y que no volvería a escucharlas. Ese era el impulso que necesitaba, yo también decidí no volver a escuchar las historias de Sara. Mi mamá dijo que estaba bien, pero que no debía tener miedo: “Son historias de fantasmas y de monstruos, hijo, los fantasmas y los monstruos no existen”. Al oír esto mi papá, dejó el periódico sobre la mesa del comedor y dijo: “Los monstruos existen, pero están acá en la vida real.”
No volví a escuchar los cuentos de Sara. Ella, a la hora que me servía el café y tostadas con nata me preguntaba por qué ya no iba a la Hora del Miedo. Y yo decía que mi mamá me había castigado, porque había reprobado en la escuela. Ella reía y, en voz baja, decía: “Mentirosillo, te dan miedo mis historias.”
Luego me convertí en lector y me apasioné por las historias de fantasmas y de monstruos. Por algún prodigio de la mente supe que lo que decía mi mamá era cierto: En cuanto cerraba el libro, los fantasmas se quedaban entre las páginas.
Hoy, ya viejo, sigo leyendo historias de fantasmas y cuentos de terror, donde aparecen monstruos. Sé que lo que decía mi papá era cierto: los monstruos están acá, en la vida real. Basta salir a la calle para toparse con ellos. Cada vez son más. El terror es real.
De niño fui incapaz de advertir lo que era el mundo real y el de la ficción; no advertí que las historias que contaba Sara estaban en el terreno de la ficción y que éste no tenía la posibilidad de volverse realidad.
¿De verdad? Entonces, ¿de dónde tanto monstruo que ahora camina por las calles? ¿De dónde la monstruosidad que, como lava hirviente, brota de la caldera y se desparrama por todas partes?
Ahora, viejo, sé que hay un hilo conductor entre lo que es la ficción y lo que es la realidad.
Ahora, de veras, quisiera que todo fuera como las historias que contaba Sara. Me perseguían a la hora de acostarme, pero llegaba el instante en que el sueño me vencía y, por un conjuro mágico, todo el miedo se diluía. Al día siguiente nada quedaba del sueño ni del espanto. Todo recuperaba la cara linda de lo cotidiano.
El otro día, después de muchos años, saludé a Samuel, en el parque central de Comitán. Él radica en la Ciudad de México. Desde la secundaria se fue con su familia a vivir allá. Mientras tomábamos una bebida en un café del portal, él una cerveza y yo un té de limón, me dijo que estaba muy a gusto en Comitán, pero que debía regresar en dos días a la Ciudad de México. “Hasta allá me mandó el destino.”, y como si adivinara mi pensamiento, dijo: “Extraño los viejos tiempos. Nunca imaginamos que los monstruos de Sara se volverían realidad. Sara era bruja. Dio vida a los fantasmas y ahora acá están entre nosotros.” Eran mis palabras.
Lo cotidiano de estos tiempos, muchas veces, no es más que una retahíla de historias de fantasmas y de monstruosidades.
Extraño a Sara, extraño sus historias ficcionales. Su mundo era más afectuoso que el mundo de todos los días. La realidad ha superado su talento narrativo y esta realidad no se evapora, no se va en la alcantarilla del sueño.

lunes, 7 de octubre de 2019

CARTA A MARIANA, CON VIENTOS




Querida Mariana: Fui, de entrada por salida, a la Feria Internacional del Libro UNACH 2019, que se celebró en Tuxtla Gutiérrez. Cicerón dice que en noviembre se realizará la Feria del Libro, organizada por la UNICAH. ¿Mirás cuánta actividad para fomento de la lectura, en Chiapas? Lo penoso, perdón, es que los índices de lectura no se modifican mucho.
Fui y visité los stands de la feria. La UNACH cumple con su misión de acercar el conocimiento a la juventud de México. No hallé la actividad que (me cuentan) se aprecia, por ejemplo, en la FIL, de Guadalajara. ¡Por supuesto que no! Recordá que la FIL de Guadalajara está considerada como la feria más importante de Latinoamérica. Las estadísticas de la FIL registran que, por ejemplo, en 2018, hubo una asistencia de más de ochocientos mil visitantes. ¿Mirás qué bonito? ¡Ochocientas mil personas! ¿Cuántos asistentes tuvo la FIL de la UNACH, este año? Las ferias de nuestro estado son más modestas en sus pretensiones y en sus logros, pero son un buen camino para que los potenciales lectores conozcan a autores importantes y conozcan algo de lo mucho que se publica en otros lugares y también se acerquen a la obra de nuestros autores locales, porque en Chiapas, como en cualquier lugar de México, también hace viento, y, a veces, son vientos buenos.
Y digo viento, porque hallé, en el stand del Fondo de Cultura Económica, ejemplares de la colección que inició con la presente administración, cuyo título es “Vientos del pueblo”. La serie está formada por cuadernillos, tamaño media carta, a precios muy accesibles. Compré el que mirás en la fotografía: “Un cuento de navidad”, del dramaturgo Emilio Carballido. ¿Cuánto me costó? Lo que dice la portada: 12 pesos.
Busqué el cuadernillo de la serie que contiene el cuento “Los convidados de agosto”, de Rosario Castellanos, pero la chica que me atendió dijo que sí, que había estado en venta, pero que ya se había agotado. Me dio gusto escuchar eso, pero a la vez me frustró; es decir, los paisanos se acercaron a comprar el cuentito de nuestra autora chiapaneca, pero los funcionarios del Fondo de Cultura Económica no previeron eso y no enviaron ejemplares suficientes. En esta ocasión la demanda superó a la oferta. La oferta estuvo limitadita. Ni modos.
En el stand de la Universidad Autónoma de Chiapas, institución anfitriona de la feria, hallé el otro librincillo que se ve en la fotografía: “La misión del intelectual”, de Rosario Castellanos, en la serie Cuadernos de la Universidad, que, en la introducción dice mi maestro Antonio Durán, es el discurso que nuestra paisana pronunció el 14 de mayo de 1957, con motivo de su ingreso al Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas. La edición de la UNACH es del mismo tamaño del libro del FCE. Éste está pegado, el de Vientos del pueblo está engrapado.
¿Cuánto pagué por el cuadernillo de Rosario? Veinte pesos; es decir, son cuadernillos accesibles a cualquier bolsillo. Sí, de cualquier bolsillo de un lector interesado que llegue al lugar donde estén a la venta. Los cuadernillos estuvieron a la venta en la Feria Internacional del Libro de la UNACH 2019, pero en ningún otro lugar se encuentran. En Comitán es imposible conseguirlos y lo mismo debe suceder en Huixtla, por ejemplo. Taibo, director del fondo dijo que su pretensión era hacer “folletos y pequeños libros de los que se harán grandes tirajes para llegar hasta la última ranchería”, por el momento, varios intelectuales han criticado el hecho de que la serie de cuadernillos responde a un gusto personal y a la tendencia izquierdista (a mí me llamó la atención el logotipo de la serie, la imagen corresponde a un diseño pasado de moda, que remite a la cultura china o a la cultura cubana, inmersas en el socialismo del caduco siglo XX. Lo bonito es que el título de la serie viene de un verso de un poema de Miguel Hernández: “Vientos del pueblo me llevan / vientos del pueblo me arrastran / me esparcen el corazón / y me aventan la garganta.”).
En julio de 2019, las estadísticas señalaban que los dos cuadernillos más vendidos, de la nueva serie del Fondo, eran el de Elena Poniatowska y, claro, el de Rosario Castellanos. El de la Pony estaba en primer lugar (es yegüita fina, morenista). Del tiraje completo de la serie, de más de seiscientos mil ejemplares, los lectores habían comprado más de trescientos mil; es decir, las ediciones van caminando. ¿Llegarán hasta la última ranchería? Difícil, casi imposible.
Posdata: El cuadernillo de Carballido es una edición del FCE, de mayo de 2019; el cuadernillo de la Castellanos es una edición de la UNACH, de diciembre de 2017. Los vientos del pueblo llevan tiempo levantando conciencias en Chiapas.