domingo, 11 de mayo de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ EL CENTRO DEL MUNDO





La fotografía fue tomada en el parque central de Comitán. La luz que baña la fachada del Centro Cultural Rosario Castellanos indica que la hora exacta es las cinco de la tarde, con cuarenta y dos minutos, en el horario de Dios. Porque Dios es quien mandó esa tarde apacible, sin desasosiego. Así lo demuestra la actitud de la mujer que, con la cabeza hacia abajo, concentrada en su labor de tejer la palma, carga a su criaturita. El niño, con un gorro azul y una sudadera blanca (para estar a tono con el cielo comiteco) tiene una palma en su mano.
La mamá de este niño llegó a Comitán desde Aguacatenango. Trajo un cargamento de palma para tejerlo, para hacer cálices, cruces y demás ornamentos que los católicos de Comitán compran para bendecirlos el Domingo de Ramos. Mi prima Ausencia insiste en llamar a ese día Domingo de Palmas. A mí me gusta más este nombre: ¡Domingo de Palmas! Debe ser porque siempre recuerdo la irreverencia de Antonio que cuando su hermana le decía que se apurara para ir a la bendición de las palmas porque era Domingo de Ramos, él decía: “¿A dónde decís que vamos? ¿A pelarle el chile a Ramos?” Su rima era graciosa, pero irreverente. En cambio, el nombre de Domingo de Palmas es bello. Como si no bastara con la bendición sino además la gente aplaudiera, aplaudiera a la vida.
El niño, mientras su mamá tejía la palma para hacer un cáliz, se entretenía en mirar el paso de los carros y de la gente. En su casa mira otras esencias. En su casa mira cómo corre el aire, mira el cordelito de humo que sube al cielo a la hora que su mamá pone la lumbre en el fogón. En su casa, este niño no juega con palmas, él juega con lodo, con tierra. Acá, la vida le dio la oportunidad de jugar con la palma que su mamá tejía para ganarse unos pesos.
La imagen es apacible y formuladora de destinos. La mujer lleva años viniendo a Comitán a vender sus palmitas. Lo hizo igual que esta criatura, enredada en un kujchil. Desde niña sabe que dos días antes del Domingo de Ramos debe llegar a Comitán a ofrecer sus ramos de palmas. ¿Qué destino le espera al niño? ¿Crecer y viajar a Comitán para tejer palma? Si el niño entiende que este tejido puede formular otros destinos, puede seguir jugando como lo hacía esa tarde, pero hacerlo de tal forma que sus tejidos no estén sobre un costal en el piso, sino expuesto en grandes salas de Museo. Sólo falta que le dé la gran torcedura. Hay gente que sigue haciendo ollitas de barro y ofreciéndolas en los pisos de los mercados; y hay gente que con el barro modela objetos que se convierten en obras de arte.
Este niño jugaba con una palmita. Puede que su destino sea ser tejedor de palma. Ojalá sus chunches no estén tirados en el piso sino adornando los cielos del mundo.