sábado, 14 de junio de 2014

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO HAY ÁRBOLES MUY ALTOS



Con un abrazo respetuoso a la familia Álvarez Solís,
por la ausencia física de la maestra Rebeca.


Querida Mariana: el Presidente Luis Ignacio es ¡un árbol muy alto! Yo conocí un hombre que era como un bonsái, era un árbol maravilloso, pero provocaba una sombra escasa, las aves no tenían espacio para hacer sus nidos. Es bueno que en el mundo haya árboles altos, con grandes frondas; árboles donde los niños puedan jugar a la ronda, árboles tan anchos como el Tule de Oaxaca.
Los bonsái también sirven al mundo. Pero son más serviciales los árboles que son como los baobabs de El Principito. Aunque también son necesarias las plantas pequeñas donde liban los colibríes (que en este pueblo denominamos con un nombre sublime: ¡chupamirtos!).
Una tarde, otro árbol enormísimo llamado Andrés Fábregas Puig presentó uno de sus libros en un espacio, en terrenos de la radio de Las Margaritas. El lugar ya no admitía a una persona más. Serían trescientas personas más o menos las que asistieron a escuchar la palabra de don Andrés (estudiantes de la UNICH ¡la mayoría!). Lo que el destacado intelectual dijo esa tarde fue de interés fundamental para el conocimiento de Chiapas. Pero, por desgracia, de eso se enteraron sólo trescientas personas. Dios mío, ¿cómo puede modificarse el mundo si sólo dos granos de maíz se vuelven milpa?
Otra mañana, Eraclio Zepeda (¡ah, árbol de ramas de molinos de viento!) dictó una conferencia en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos. Igual que en la tarde de Fábregas, Eraclio llenó el auditorio. ¿Cuántas personas caben en el auditorio Roberto Cordero Citalán? ¿Cuatrocientas? Bueno, pues cuatrocientas personas disfrutaron el prodigio de la palabra de Laco (¡jolote divino!).
Por lo regular, los actos donde se habla de literatura no convocan las multitudes que sí convocan los actos deportivos, como ahora que estamos en plena efervescencia del Mundial de Fútbol. Pero hay nombres que, por su inteligencia diáfana, sí convocan multitudes. Y cuatrocientas personas en una conferencia o trescientas en la presentación de un libro ¡son multitudes! Casi casi como si el Maracaná o el Estadio Azteca se llenaran al tope.
Pero trescientas son muy pocas, cuatrocientas son casi nada. La palabra inteligente de Eraclio y el pensamiento luminoso de Fábregas merecen mejores ríos, aguas más limpias.
En este nuestro Comitán ¡también hay árboles enormes! Una mañana, don Víctor Manuel Albores patrocinó el primer número de una gaceta que edita la Dirección de Cultura del Ayuntamiento actual. Una mañana prodigiosa, desde San Cristóbal, llegaron dos mil ejemplares del número uno de “Kujchil”. Faltaron manos para repartir, faltaron manos para recibir. Dos mil ejemplares son un mundo, pero un mundo, todavía, limitado. Pero si hacemos cuentas, dos mil ejemplares llegan a dos mil mentes, a dos mil espíritus. Si mirás bien, mi niña amada, la multiplicación de los panes ¡no es un mito! Un árbol grande, enorme, llamado Víctor prodigó sombra a dos mil mentes. ¿Cuántos nidos pueden hacerse en esa fronda? El día de la presentación de la gaceta, el Presidente de Comitán, alzó el pulgar derecho para significar que esa luz era buena para disipar sombras y oscuridades.
¡Ay, mi niña! Pienso que al final de esta lectura dirás que hoy sólo hablé de árboles altos y tal vez dirás que soy un optimista de las mil suelas y que exagero en mi apreciación, pero no es así. Resulta que una mañana (hace dos o tres años) el Contador Aguilar Meza (en ese tiempo Presidente Municipal de Comitán) se empecinó en sembrar una oferta editorial como no la había hecho presidente anterior alguno. Mi trato con él se limitaba a que en una ocasión brindó su apoyo total e irrestricto para la creación del Centro Comiteco de Creación Literaria (y vos sabés lo que este Centro ha significado para la creación en este pueblo, pero, bueno, como dice nana Goya, esto es otra historia). Te decía que no tuve mayor trato con él, pero un día escuché decir que había hecho un guardadito para editar un libro, una edición de lujo, que a la postre, se convirtió en un libro bellísimo. Pero no sólo fue eso, también apoyó a María Elena Jiménez, eficiente Coordinadora del Consejo Ciudadano de Cultura, para que se hiciera la serie de libros: “La lectura más cerca de ti”. Seis u ocho libros, con tirajes de doscientos ejemplares, preservaron parte del conocimiento y del corazón de este pueblo. Vos sabés que los libros hacen bien al mundo. Hay libros que son como plantas pequeñas, hay libros bonsáis, pero hay libros (¡qué bueno!) que son como pochotas, árboles altísimos como torres de templos, como campanas de bronce. Las campanas, cada mañana, multiplican las voces que vuelan como palomas por todos los cielos.
Pues bien, el contador logró convertirse en el primer presidente municipal con un proyecto editorial sostenido.
Se sabe que la vaina de la llamada “cultura” no se considera prioridad. Y es que muchos piensan que en un Chiapas con tanta carencia existen otras prioridades. Hay gente que parece abonar la indiferencia de los políticos hacia la literatura y demás hierbas editoriales. Pero, luego vemos que el dinerito se destina a otros menesteres que, la mera verdad, no abonan al crecimiento intelectual. Hay gente que exige que se tapen los baches, por ejemplo. Rabian porque sus autos se “desguarajingan”. Pero, ¿qué sucede con los baches del espíritu? ¿Quién llena los vacíos intelectuales? ¿Quién repella las grietas de nuestra identidad? ¿Quién nos habla de los nuestros, de quienes han hecho, con su trabajo y pasión, el Comitán que hoy vivimos? El contador hizo “un guardadito” que destinó para su oferta editorial y el pueblo pensante lo aplaudió.
Vos sabés, mi niña bonita, que este país tiene muchas carencias y muchos vicios. Un vicio constante (esto parece pleonasmo, porque si algo identifica al vicio es su constancia) es la nula continuidad. La inercia de los gobiernos es borrar lo anterior. Cada nuevo gobernante trae sus ideales y procura marcar su territorio. Parece que la intención fuese borrar lo anterior para que sólo exista lo nuevo. Con esto cometemos el pecado de ignorar la tradición, sin saber que la tradición es la que da sustento a las sociedades.
Cuando se presentó el número dos de Kujchil, el presidente Luis Ignacio preguntó cuál era el tiraje. ¿Dos mil? Dijo: ¿y por qué no diez mil ejemplares mensuales? ¿Por qué no distribuir, de manera gratuita, diez mil ejemplares? Con esta decisión se convocó a la multiplicación de los panes. Ya se sabe que no sólo de trigo vive el hombre. El hombre necesita el sustento para su espíritu. El presidente Luis Ignacio dijo que era bueno que se fomentara la lectura a través de una gaceta que fortaleciera nuestra identidad. Y desde entonces, mi niña, desde entonces, la gaceta vuela en diez mil cielos cada mes. Niños y jóvenes (en las escuelas) y hombres y mujeres en oficinas, salas de casa, mostradores de negocios, leen el Kujchil, que, como sabés, es una palabra tojolabal que nombra el chal que usan las mamás para cargar a sus pichitos.
Esta administración continúa sembrando. Ahora este cielo es más alto, más luminoso. Jamás en la historia de Comitán había existido un proyecto editorial con rumbo, como hoy. ¡Jamás! A la fecha, la administración actual ha distribuido más de ciento setenta mil ejemplares del Kujchil. Sí, mi niña, oíste bien: ¡ciento setenta mil ejemplares! A las cosas hay que llamarlas por su nombre, y esto tiene un nombre: ¡altura!, altura de miras intelectuales. No sé si sea un exceso, pero si así lo fuese alguien podría desmentirme y yo recularía de inmediato: ¡no hay en todo el estado de Chiapas una propuesta similar! No existe ayuntamiento de Chiapas que prodigue tal cantidad de semillas de luz. Bueno, con decir que ni siquiera la instancia cultura de gobierno más importante del estado tiene una propuesta similar. A los ejemplares impresos del Kujchil se agrega la oportunidad de leer la gaceta a través del Internet, en la página oficial del Ayuntamiento o en issuu.com.
Amín Guillén preguntó si, en realidad, el tiraje es de diez mil ejemplares, o es como el viejo truco que practican muchos periódicos que inflan sus tirajes. ¡No! El tiraje sí es de ¡diez mil ejemplares mensuales! Ahora, el periódico “Síntesis” lo distribuye, como encarte, en las ciudades de Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal y Comitán, pero en nuestro pueblo se distribuye, además, de mano en mano, en el parque central y en diversas escuelas del municipio. En Yalumá, y también en la ciudad de Las Margaritas y en la Villa de La Trinitaria, vuelan ejemplares que inician su vuelo en ese árbol alto que está sembrado en nuestro pueblo.
Esto, mi niña, permitió que las palabras de Eraclio y de Fábregas ¡se multiplicaran! ¿Qué dijo Don Andrés? Ahí está en un número de Kujchil su palabra inteligente. El mensaje no fue sólo para trescientos, ya llegó a diez mil espíritus, ya tocó el alma de muchos jóvenes y ya detonó la mente de muchos. Asimismo, tal vez algún lector sea “tocado” con la palabra de Eraclio Zepeda y se convierta en un lector de sus obras y luego sea lector de mil mundos y eso modifique su vida para bien.
Ningún presidente, en algún momento de la historia de Chiapas, se atrevió a hacer lo que está haciendo el presidente Luis Ignacio. El camino está puesto. Sólo falta que los lectores lo recorran una y otra vez para cimentar mejores perspectivas de vida.
El contenido de la gaceta es un contenido agradable. Contiene una sección infantil donde los niños se encuentran y encuentran a su Comitán. El contenido de la gaceta es como Comitán: afectuoso, simpático, picaresco, inteligente y amoroso. ¡Así somos los comitecos!
Todas las voces están ahí incluidas. ¿Sólo Laco y Fábregas deben ser escuchados? ¡Por supuesto que no! Chiapas, como cualquier pueblo del mundo, está hecho de todas las voces. En Kujchil ninguna voz queda fuera. Ahí están los testimonios de Luis Armando Suárez (director del Centro Cultural Rosario Castellanos); de Luis Enrique Alfonzo Muñoz (nuestro paisano que labora como comentarista de deportes en una conocida televisora nacional); la señorita Tere Mora (maravillosa mujer que es pilar fundamental en la permanencia de la devoción a San Caralampio); doña Anita Castellanos de Baca (mujer de teatro y río de anécdotas simpáticas de este pueblo); don Vidal Gordillo (nevero de cien Himalayas); don Rafael Pascacio (voz singular de la historia de los míticos cines Comitán y Montebello); doña Julita Ochoa (dueña del restaurante “July”, donde se preparan las mejores tortas de pierna del mundo); don Mario Uvence Rojas (actual Secretario de Turismo); Óscar Oliva (poeta mayor de Chiapas); y muchos, muchos más. En el Kujchil están las calles y los cielos de Comitán. Están para que cualquiera pueda tocarlos y embarrarlos, para siempre, en su corazón.
Nadie podrá negar este avance. En un estado con múltiples carencias, en Comitán se llenan vacíos, se hace con un cariño y con un proyecto como, tal vez, no se hace en algún otro municipio. No faltará (nunca falta) el “talamontes” que, sólo por joder, quiera negar estos avances. Pero, estoy seguro, que la mayoría abonará estos terrenos, los abonará para que, de hoy en adelante, no se retroceda en este logro. Las próximas administraciones no podrán recular, tendrán que seguir sembrando. Hoy el presidente Luis Ignacio siembra y siembra bien, lo hace así porque él es un árbol alto y sabe que sólo con la inteligencia puesta al servicio de los demás es posible abonar para que los niños y jóvenes comitecos sean, el día de mañana, de igual forma, ¡árboles muy altos!

Posdata: ¿y qué decir de ese otro árbol maravilloso que se llama Rebeca Solís de Álvarez? Vos sabes, niña mía, que la maestra Rebe falleció en días pasados. Comitán lamenta su ausencia física, pero celebra la bondad de su sombra perenne. Los árboles altos nunca se van del todo. Mi papá siempre me protegió. Hoy, muchos años después de su partida, sigo acercándome a su tronco y disfrutando de la sombra de su fronda. ¡Vida eterna a esos árboles! ¡Vida eterna a la maestra Rebe! ¡Vida eterna a los hombres y mujeres de buena voluntad!