domingo, 5 de noviembre de 2017

LAS TRES A




“¡Estoy harto!”, dice el tío Eusebio. Se refiere a esos conceptos empresariales que hablan de las cuatro p, de las tres c y demás número de letras. Dice el tío Eusebio que cualquier emprendedor de segunda se adorna diciendo que él aplica en su empresa la teoría de las tres c: Concepto, cliente y cambio. Más tarda en decirlo, cuando un compa experto en mercadotecnia dice que él aplica la de las cuatro p: Producto, promoción, plaza y precio.
Cuando el tío está de malas, recomienda aplicar a los compas teóricos la de las tres t: Tenés tutís tilibriz; pero cuando está de buenas, juega con la idea, toma un sorbo de cerveza, se limpia la boca con una servilleta y ríe. Dice que antes la vida era más simple, en los guateques también se aplicaba la teoría de las tres c, pero sin tanta alharaca: Comían, cantaban y cogían.
El tío dice que esas teorías novedosas son engañabobos. ¡Ah, qué novedad decir que los empresarios deben tener en cuenta el concepto, el cliente y el cambio! El tío dice que antes el cambio era cabal (se refiere a las monedas que se regresaban después de una compra). ¿Qué tal ahora?, dice, los cabrones de los supermercados, en lugar de darte tu cambio en monedas, te dan chicles.
Claro, el tío bromea. Sabe que cuando el empresario habla del cambio se refiere a la posibilidad de adecuarse a los tiempos. Pero él dice que sólo un comerciante muy bobo no sabe cuáles son las leyes del mercado. Dice que todo se resume a la temporada: Si llueve hay que vender paraguas; si hace sol hay que vender parasoles. ¿Mirás?, dice, vendés lo mismo, pero le cambiás nombre.
Cuenta que un día, en la pastoral que realiza con un grupo de católicos, llegó un sacerdote con la bobera de que Jesús había recomendado la teoría de las tres m: Mansedumbre, misericordia y misión. ¡Ah, pucha! ¡Qué gran descubrimiento! El tío insiste en que estas reglas son una verdadera jalada.
En Comitán hay un compa que juega con el nombre de las personas. Si, por ejemplo, la muchacha se llama Elena, el compa dice que tiene la E de la elegancia, la E de la esperanza, la E de la emoción, la E de la empatía, la E del encuentro, la E del entendimiento. La muchacha ya no sabe dónde meterse, ante el prodigio de lo que escucha. ¡Una bobera!, dice el tío. Así como dice cosas bonitas podría decir: Tu nombre, Elena, tiene la E de la estulticia, la E de la envidia, la E de la erisipela, la E de la enfermedad, la E de enana, la E de encorvada. ¡Una bobera! El tío dice que lo mismo sucede con las teorías de la mercadotecnia.
¿Qué necesita Comitán para tener un desarrollo sostenido? El tío juega y dice que Comitán debe aplicar la teoría de las tres N: Nueve, nudo y necedad; es decir, alimentar la leyenda de los nueve guardianes para que nos protejan; desatar el nudo de la indiferencia para que el hilo de luz fluya de manera sutil; y fomentar la necedad para decirnos que somos un pueblo con grandeza singular. ¡Listo!, dice el tío. Ahora ya estoy listo para dar conferencias en todos los foros.
¿Cuál es el chiste? Ninguno. Por eso dice que está cansado de esas famosas teorías de mercadotecnia, porque todo mundo empresarial se desvive en aplicarlas, descuidando la esencia de la vida: ¡el ser humano! Toda teoría mercadológica olvida lo principal y convierte a las personas en mero objeto de interés comercial.
La vida será más placentera, cuando la mercadotecnia comprenda que el bienestar de las personas debe ser el único objetivo de toda empresa humana. No verlas como meros proveedores de dinero sino como seres a quienes debe satisfacerse sus necesidades de la mejor manera; es decir, toda empresa debe contemplar la teoría de las tres a: Amor, afecto y aprecio.
Todo lo demás, insiste el tío, es una pura teoría de las tres j: Juglaresca, jodona y jalada.