viernes, 24 de enero de 2025
CARTA A MARIANA, CON PARECIDOS
Querida Mariana: ¿conocés el juego de parecidos? ¿Lo has jugado? Mi papá y yo lo jugábamos. Cuando íbamos de vacaciones, al llegar a una ciudad extraña, mi papá comenzaba el juego, se divertía, nos divertíamos.
Hay una teoría que asegura lo siguiente: en el mundo existen siete personas semejantes, casi iguales. Hablamos, por supuesto, del físico. Sabemos que cada persona es un individuo único, exclusivo. Jamás en toda la existencia del universo habrá una Mariana como vos, vos sos única, especial. Y así, cada ser humano es ¡único!, pero a veces, no sé si te ha pasado, caminás por una calle y al dar vuelta a la esquina te topás con alguien que se parece mucho a fulana de tal, casi casi estás a punto de abrazarla, pero luego te das cuenta de tu error de visión. No es que tu mirada te haga travesura, lo que sucede es que la imagen que llevás en tu mente se activa y dice: acá hay semejanza.
A mi papá le encantaba el juego. Lo hacíamos al estar en otra población. Tal vez porque ayudaba a tener presente a nuestro Comitán. Uf. Lo jugamos muchísimas veces y nos divertíamos mucho, porque cuando estábamos sentados en la banca de un parque, mi papá me codeaba, esa era la señal convenida, yo veía su rostro y él, con su cabeza, sin decir algo, señalaba a la persona del juego. Yo lo veía y sí, sí, se parecía a fulano de tal, lo decía y él asentía con su cabeza y nos botábamos de la risa, el hombre de una población equis se parecía mucho al fulano de tal de nuestro pueblo. Nos fallaba pocas veces.
El otro día, en el Facebook apareció una foto donde caminan dos personajes famosos: ella es Elena Garro y él es Octavio Paz. Vi a Octavio y como si estuviera con mi papá codeé al aire y supe que él también había coincidido: Octavio Paz se parecía mucho a él, a mi papá. Reí y sentí que el aire también extendía una sonrisa, divertido con el juego.
Mi compadre Pepe, en paz descanse, en más de una vez me dijo que Octavio se parecía físicamente a mi papá, él , en “el juego de parecidos”, hallaba esa semejanza. Tal vez la coincidencia va más allá, porque Octavio nació en la década de los años diez del siglo veinte, misma década del nacimiento de mi papá. Fueron de la misma generación.
Según los datos que existen en Internet, Octavio era un hombre alto, medía un metro con noventa centímetros. ¡No es cierto!, pienso. Porque recuerdo una fotografía donde Octavio está al lado de Julio Cortázar (mi querido Julito), quien sí era alto (medía un metro con noventa y tres centímetros). En esa fotografía hay una gran diferencia, Octavio le da al hombro a Julito; es decir, Julio le gana “por una cabeza”. De ahí entonces, que Octavio no debió ser tan alto. Por supuesto que sí superaba en altura física a mi papá (no hablo de alturas intelectuales, porque mi papá sin ser Premio Nobel de Literatura tuvo sus fortalezas y fue un hombre sabio). Mi papá fue chaparrito, tal vez medía un poco más de un metro con sesenta. Tal vez, Octavio medía uno setenta y tantos, porque en la foto al lado de Elena Garro le saca como diez centímetros.
En la fotografía que digo, Elena y Octavio caminan en una calle (no sé de qué ciudad), él lleva el pantalón como lo vestía mi papá, con el cinturón por encima de la cintura (tal vez era la moda de aquellos tiempos), su cabello ensortijado era muy parecido al de mi papá; tenía los ojos claros, igual que mi papá y, fue lo que más llamó mi atención, en dicha foto Octavio va en mangas de camisa, como era la diaria costumbre de mi papá, que era la señal de que él esperaba el día con actitud de trabajo. Y si mencioné a Julio vale la pena recordar que él recomendaba escribir en mangas de camisa, también.
Posdata: vi la foto y en cuanto miré la figura de Octavio pensé en mi papá, sólo como un juego, como el juego que jugaba con mi papá, con el cual nos divertíamos mucho. El juego de los parecidos, de vez en vez lo juego solo, porque ahora ya no tengo a mi lado a ese maravilloso compañero de juegos. Pero, en esta ocasión el juego me hizo trastabillar en el ánimo, porque una cinta de nostalgia abrazó mi corazón. Mi papá se parecía mucho a Octavio. Ambos son personajes luminosos de mi espíritu.
¡Tzatz Comitán!