miércoles, 2 de julio de 2025

CARTA A MARIANA, CON UN BOLÍGRAFO

Querida Mariana: en mis tiempos niños el bolígrafo se llamaba pluma. Todo mundo andaba con una pluma en la bolsa o en la mochila, el mundo era alado, lleno de plumas. Y digo lo anterior, porque el otro día estuve en un salón donde había un grupo de treinta personas y alguien necesitó un bolígrafo y hacé de cuenta que todos se pusieron a buscar El Santo Grial. Nadie llevaba una pluma, todo mundo estaba desplumado. Esto parecería algo intrascendente, pero veo que refleja muy bien el paso del tiempo, el salto que dimos hacia los tiempos tecnológicos. El otro día te comenté que un catedrático de la Benemérita UNACH me dijo que le preocupa ver que todos sus alumnos ya no escriben, cuando él termina de llenar el pizarrón, los chicos y chicas abandonan sus asientos, se acercan al pizarrón y toman una fotografía con su celular. Ahí estudiarán la lección. Qué hueva escribir. Ya no hay necesidad, ahora basta tomar una “pic” (abreviatura de picture). Y bueno, vivimos en el siglo de la imagen. Antes, digo, todo mundo llevaba una pluma o lapicero, era un objeto indispensable para anotar el mandado (ahora basta poner a funcionar la grabadora para tener la relación completa del pedido), para firmar cheques (Dios mío, ahora medio mundo hace transacciones a través de la banca digital), para tomar la lección (ya dije que ahora todos toman “pics”). Antes, la gente escribía cartas. ¿Ahora? Pocas personas llevan una pluma en su bolsa, sólo quienes seguimos haciendo anotaciones (en la papelería compro unas tarjetas pequeñas para registrar algunos datos) o quienes seguimos dibujando bocetos (hay verdaderos artistas que dibujan obras con un sencillo bolígrafo). Fuera de esta mínima colmena, hay un gran porcentaje de personas que ya no usan bolígrafos, el mundo está desplumado. Todo mundo toma “pics”, poca gente usa Bic. Mi amigo catedrático de la UNACH dice que llegará el día que el ser humano olvidará el proceso de escritura, porque para comunicarse o tomar notas lo hará con los chunches tecnológicos. Mario Vargas Llosa (igual que muchos famosos escritores) llevó sus documentos a las bodegas de la Universidad de Princeton, ahí están resguardados sus papeles, dijo que cuando participó como candidato a la presidencia del Perú vivía en una casa de madera, pensó que alguien podría quemarla, sus documentos se perderían para siempre. Supo que se perdería algo valioso para el mundo. ¿Papeles? Sí, textos escritos en máquina mecánica y, sobre todo, manuscritos. Hoy, ¿qué documentos se guardan si todo está en los discos duros de las computadoras? Tal vez hoy, más que nunca, se revaloran los manuscritos de las personas relevantes, porque ya poca gente escribe a mano, poca gente hace uso de una pluma. Ahora, todo mundo está sin plumas, el vuelo se hace en forma digital. Posdata: a mí me llamó la atención. ¡Nadie tenía una pluma, un simple bolígrafo! ¿Para qué queremos un lapicero si todo puede hacerse en un chunche tecnológico? Nunca imaginé que extrañaría los bolígrafos amarrados en las oficinas públicas. La empresa ofrecía un bolígrafo para hacer anotaciones de algún trámite, pero para evitar que la gente se lo llevara lo amarraba con un mecate. Siempre que veía esos bolígrafos pensaba que como eran plumas las amarraban para evitar el vuelo. Se me hacía un contrasentido, porque las plumas sirven para volar, así las habíamos empleado en la escuela, la pluma nos permitía volar al lado de la imaginación, hacíamos apuntes y los más duchos en el dibujo trazaban líneas que terminaban en caricaturas de los maestros. ¿Llegará un día que la humanidad olvide escribir? Pues el primer paso ya está dado, ya nadie lleva bolígrafos en las bolsas. ¡Tzatz Comitán!