viernes, 2 de mayo de 2025

CARTA A MARIANA, CON NIÑADAS

Querida Mariana: Diego dice que los adultos somos crueles. Según él, nos apropiamos de todo. Acaba de pasar el Día del Niño y de la Niña. Hace muchos años, ese día era esperado por todos los niños, porque eran festejados en las escuelas. Para empezar, ese día no había clases y los estudiantes no llevaban uniforme, las niñas llevaban vestidos con telas coloridas, los niños con pantalones de vestir y camisas limpias. El día era un recreo permanente, una bocina regalaba música infantil y todo era correr y jugar, gritos, pelotazos. Los maestros preparaban juegos con regalos y al final de la jornada todos los niños recibían una bolsa de papel con dulcecitos y galletas. No podía faltar el vaso de agua preparada. Sí, agua de temperante. Nada de refrescos embotellados. ¿Y ahora? Bueno, resulta que las redes sociales vinieron a modificar costumbres. Alguien (nunca falta) vio que vejez rimaba con niñez y comenzaron a decirse que todo mundo tiene el espíritu infantil. ¡Ay, Dios mío! Y ahora, el día del niño, todos los adultos trepan sus fotos de cuando fueron niños; es decir, dice Diego, los viejos y viejas se piensan niños y se celebran. ¡Bobos!, dice Diego e insiste: ya quisiera ver que el día del abuelo y de la abuela suban sus fotos reales, las fotos que los muestren tal como están, con sus arrugas, calvos, sin dientes, con pelos en las orejas y en las narices, con las cejas blancas, como si estuvieran empanizadas. Eso es lo que deberían hacer, celebrar su vejez y no andar jugando al Chabelo, porque no es correcto que quieran celebrarse el día que corresponde a la infancia. Con dicha actitud, parecerían decir que no están conformes con su edad, que añoran los tiempos pasados, los que ya se les fueron irremediablemente. Sí, dice Diego, mirá cómo en las redes sociales muchas mujeres usan aplicaciones para verse más jóvenes o como princesas, con cutis perfectos. No aceptan su realidad, juegan a que son otras personas, juegan a que son niñas bonitas. Diego dice que los adultos somos maldosos, que dentro de los complejos le arrebatamos su festejo a los niños. Todo mundo sabe que un deseo infantil ha sido llegar a ser adulto. Bueno, cuando el genio de la lámpara cumple el deseo, los viejos vuelven la mirada y afirman que se equivocaron, que la época más hermosa de la vida es la niñez y no la vejez. El niño jamás vio la inmensa cauda de desventajas, sólo, en su inocencia, advirtió las supuestas ventajas de ser adulto. Vio un espejo distorsionado. Ahora que el niño de ayer ya es viejo, quiere, aunque sea con inteligencia artificial, recuperar las bondades de la lozanía. Se engaña, se miente, juega un juego equivocado. Los sabios, desde siempre, han sugerido que lo más importante es conocerse a uno mismo, en este conocimiento está implícito el reconocimiento, la aceptación. Por eso siempre he dicho que amo a Brigitte Bardot, una de las mujeres más bellas del mundo; cuando comenzaron a llegar las lianas de la vejez y tatuaron su rostro con arrugas, ella, mujer genial, aceptó todo lo que el tiempo se ha encargado de colgarle. Ella sí es una niña bella, lo dice su mirada. Tal vez Diego tiene algo de razón, los adultos no están conformes y juegan juegos que ya no les corresponden. Hay una palabra que suena a cada rato: chavo ruco; es decir, viejos que se piensan jóvenes; asimismo, en el lenguaje oficial han eliminado la palabra viejo y ahora los viejos son personas de la tercera edad. ¡Suena absurdo! Posdata: hay un día del abuelo y de la abuela, hay un día del niño y de la niña. Es decir, la mercadotecnia sí identifica las diversas edades, quienes no lograr aceptar estas dimensiones temporales son los seres humanos. Los niños quieren ser adultos y los adultos se piensan niños. ¡Tzatz Comitán!