jueves, 21 de agosto de 2025
CON UNA PANTALLA
Imaginá que sos una pantalla, que podés apantallar a medio mundo, porque esa es tu misión de vida. Podés imaginar que sos la pantalla que está en Times Square, en Nueva York; o alguna de las grandes avenidas de Tokio. Si no querés verte muy apantallante podés elegir ser una modesta pantalla de residencia. Claro, según el sapo mirón así es la pantalla. Hay gente que no pasa de tener la pantalla que regaló Peña Nieto, pero hay gente que tiene pantallas gigantescas donde ven los partidos de fútbol americano o de fútbol soccer o los conciertos de Maná o de La Banda El Recodo. Ahora que si sos bien localista, podés elegir ser la pantalla que está colocada en el camellón del bulevar, frente al Hotel Tierra Viva.
Si todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, los genios de la mercadotecnia han sabido acomodar miles de imágenes en una pantalla residencial. ¿Has pensado cuántas imágenes proyecta cada día la pantalla que tenés en tu casa? Basta multiplicar el número de pantallas que existen en Comitán para tener un aproximado de las imágenes proyectadas. Hacer la cuenta a nivel mundial es apabullante. Todos los días se proyectan millones de imágenes que impactan en el comportamiento de los seres humanos.
Tu pasión será transmitir imágenes, con ello serás un objeto del siglo XXI, siglo de la imagen; es decir, serás una presencia actual con un paso en el futuro.
Quienes crecimos en los años cincuenta en Comitán no tuvimos más experiencia apantallante que la del cine. No había televisiones. Por eso es un impacto cultural para los viejos convivir ahora con cientos de pantallas, desde la del teléfono celular hasta las grandes pantallas que cuelgan en restaurantes y botaneros o cuando hay presentaciones de grupos musicales en espacios públicos.
Imaginá que sos pantalla y transmitís imágenes todo el día, serás, eso sí, un servidor de 24 siete. A la hora que tu amante te necesite debés estar a su servicio, sí, siento mucho decirlo, pero estarás al servicio de quien te lo pida; además, no podrás transmitir tus gustos y tus deseos, todo estará supeditado a los deseos y gustos del otro. Seguirás conservando tu nombre propio pero casi casi serás como una Alexa, como si el otro dijera: “Fulana de tal pon tal cosa” y vos deberás cumplir sus órdenes.
Pero, en compensación, poseerás la gran capacidad de ser paridora de millones de imágenes: desde un hombro femenino acariciado por una crema, hasta la de una pareja en pleno acto cuchi cuchi. Cientos, miles de imágenes de hombres, con las camisas arremangadas, con barbas bien cuidadas, con camisetas deportivas, gordos en la orilla de albercas (piscinas, dice mi mamá) o en la orilla de un río anchísimo; imágenes de miles de chicas, caminando en calles de Nueva York o en senderos de ranchos de los Altos de Chiapas; mujeres con chamarras y jeans de marca, con el cabello corto, con tonos dorados o azabache, con labios sensuales pintados de color rojo o negro. Cientos de imágenes con comidas que compartirán aromas (dicen que pronto habrá pantallas con olor, casi casi como aquellas tarjetas de adolescencia que se llamaban “rascahuele”), orejas con aretes bordados, cuellos con cadenas de oro, nalgas con tangas, pechos con estrellitas plateadas en las areolas oscuras; bosques, montañas, manos deteniéndose los pechos, chicos esquiando, nadando, saltando, comiendo helados, bebiendo champaña o tequila o comiteco. Antros llenos de chicos y chicas con las manos en alto, al ritmo de la música; gente hablando en idiomas diferentes al tuyo, aves, leones, jaguares, gatitos, perros, pasillos de moteles, sábanas sucias, chicos con cintas en la frente, chicos en camiseta, torsos sudados, gente fumando, patinando, chicas con trenzas, sanitarios con una serie de pantaletas colgadas en lazos, ventanas abiertas, cerradas, con mirillas, cielos derramándose sobre ciudades, chicas esperando clientes en las esquinas, mujeres orando, cristos en altares, letras luminosas de hoteles, restaurantes, platos con hamburguesas. Miles y miles de imágenes, de pueblos, de autos, vochos y BMW, luces estrambóticas, baterías, guitarras eléctricas, pianos, mendigos, chicas con lentes oscuros, chicos llorando, gente peleando, gente besándose, gente orinando, chicas doradas y plateadas.
Imaginá que te llamás pantalla, que sos pantalla, que te ven muchas personas, que mostrás escaleras donde la gente sube y baja y sube y baja donde juegan niños y niñas en los parques.