miércoles, 22 de octubre de 2025

CARTA A MARIANA, CON UN GATO

Querida Mariana: hay gente que ama los gatos; asimismo, hay gente que los odia. Mi papá amaba los gatitos, uno de ellos era su acompañante en la bodega de abarrotes donde trabajaba de niño. No sé cómo será en otros países, pero en el nuestro la gente divide su pasión por las mascotas gatunas o perrunas. No sé cuál es el criterio de adopción, pero entiendo que ello tiene mucho que ver con la personalidad de las personas y con el carácter de ambos animales. Tampoco sé cómo son los gatos y perros en tu casa, pero en la mía están bien definidos sus modos de ser: el gato (se llama Félix, pucha se quebraron la cabeza en bautizarlo) es un príncipe, con una dignidad que se ve en pocos animales, es de una majestuosidad que le otorga un porte de nobleza, sólo cuando quiere sus croquetas comienza a maullar en forma apenas audible y a sobarse en las piernas (lo que hace que el pantalón quede todo lleno de pelos); por el contrario, la perra (se llama Pigosa, vaya ¡un nombre no común!) es más pueblo, ella siempre se alegra cuando llegamos a casa, da vueltas como si fuese una pirinola y mueve la cola como si fuera un abanico en lugar caluroso, haciendo justicia a su nombre: es chucha para comer. Mi Paty le prepara pollito y le entra con toda su emoción, asimismo le gusta, le fascina, comer cacahuates comitecos, cuando le enseño la bolsa con los granitos, ella se para y, como si fuera amaestrada, camina como si lo hiciera en el circo Atayde. Cuando fue joven nunca ladró, ahora lo hace, a la hora que cargo un garrafón con agua ella ladra, mi Paty dice que como ya está perdiendo visión debe ver un monstruo azul y protesta. Los dos animalitos alegran la casa. Tal vez esto hace que en muchas casas del mundo sean tan apreciados. En la mitología universal siempre aparecen estos animalitos, en la mitología griega hay un chuchote que se encarga de cuidar la entrada al inframundo, lo mismo sucede con nuestra mitología: hay un chucho (dicen que es xoloitzcuintle) que también tiene que ver con la muerte. ¡Ay, qué destino tan trágico! ¿Y qué decir de los gatos? Los egipcios consideraban a los gatos como animales sagrados; los hindúes se fueron a lo más grande: las vacas. Vos y yo hemos platicado acerca de los famosos escritores que han tenido a gatos como sus mascotas favoritas. Bueno, antes debo recordar el chuchote que tenía Sergio Pitol en su casa de Xalapa. Mi amado Julito Cortázar era amigo de gatos, hay varias fotografías donde se le ve jugando con los mininos; también el buen Carlos Monsiváis amaba a los gatos, tenía no sé cuántos en su casa, todos tenían nombres simpáticos, por ejemplo, uno se llamó Fray Gatolomé de Las Bardas, y una gatita con el nombre de Miss Oginia. Era un gran mudo el tal Monsi. Y la Poniatowoska no se queda atrás porque ella también ama a los gatos y tiene dos que les puso los siguientes nombres, uno se llama Monsi y el otro Vais. La Paty Espinosa tiene entre sus escritoras favoritas a la Doris Lessing, la Doris también fue amante de los gatos. En el lado contrario está el Xaviercito Velasco que ama los chuchos. ¿Recordás que una vez leímos la novela “El hombre que amaba los perros”, del cubano Padura? La novela es muy buena. Por cierto, Padura estará en la FIL Guadalajara 2025, dicen que participará en un homenaje que le harán a Vargas Llosa. ¡Genial! La licenciada Malle, quien trabaja en el Colegio Mariano N. Ruiz, ama los chuchitos, tiene más de diez. Es una mujer maravillosa, igual que la maestra Geny, quien se lleva el primer lugar en Comitán, ya que ama a los chuchitos y a los gatitos, además promueve campañas de esterilización, lo que ha hecho más digno nuestro pueblo. Recuerdo que Doña Sara (bigotes) que tenía una tintorería amaba a los chuchitos, tenía dos hermosos perros de pelaje amarillo, bellos. Pido disculpas por no saber los apellidos de la señora, durante un tiempo fue nuestra vecina, tenía su negocio muy cerca de la casa donde viví mi infancia. El apodo era porque tenía un bozo simpático que la hacía única. Posdata: bueno, yo crecí jugando “gato”, nunca jugué “chucho”. Algo dice de mi personalidad. ¡Tzatz Comitán!