lunes, 22 de diciembre de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN HECHO HISTÓRICO
Querida Mariana: mando una foto del campanario del templo de El Calvario. De la parte posterior. La tomé desde el patio donde ahora es un estacionamiento público. En dicho estacionamiento dejé mi tsurito para ir a la misa de celebración por los 60 años de vida sacerdotal del padre Joel Padrón González y el aniversario de la Misa de Juventud.
Rosario Castellanos Figueroa, la gran escritora, creció escuchando las campanas de este templo, porque las dos casas donde vivió (lo sabés) estuvieron (están) a media cuadra de El Calvario.
La foto la tomé el día 21 de diciembre 2025, fecha histórica donde se celebró la misa mencionada. Cuatro amigas fueron las encargadas de la organización: María de Lourdes Avendaño Guillén, Guadalupe Gómez Domínguez, Sonia Alicia Conde Durán y Julia Alicia Castellanos Macal. Todo resultó a pedir de boca, el acto fue un éxito.
Llegué al estacionamiento dos minutos antes de las once de la mañana, hora que anunciaba la invitación iniciaría la misa. ¿Por qué a esta hora? Ah, muy sencillo, porque las misas de juventud, en los años setenta, eran a esa hora. A esa hora, el campanero (acá muestro la imagen) tocó el tercer repique anunciando que ya comenzaba la misa. Bueno, eso fue lo que pensó el campanero. El padre Joel estaba en la entrada del templo recibiendo a los invitados, se ponía a platicar con ellos, así que el tiempo se fue alargando, no había prisa. Los que llegaron un poco tarde descansaron al ver que la misa aún no había iniciado; comenzó, más o menos, a las once con veinte y empezó con un recuerdo que hizo el padre y la participación de tres feligresas que coincidieron en dar gracias por su presencia en Comitán.
El templo estuvo lleno, muchos asistieron por saludar al famoso padre Joel, porque lo quieren y lo admiran; muchos otros llegaron convocados por la nostalgia, para recordar que hace más o menos cincuenta años, tal vez más, fueron de jóvenes a esas misas que, en su momento, fueron un trancazo para la sociedad comiteca conservadora. ¿Cómo era posible que en un recinto sagrado, un grupo de jóvenes melenudos (como si fuesen los Beatles o los Rolling Stones) tocaran rock a la hora de la misa? Esta convocatoria hecha por el padre Joel hizo el milagro de que la chaviza se acercara al templo, como dice Lulis, se acercara a Dios. Las otras misas eran medio aburridonas, las misas de juventud fueron un sabroso, rebelde, ejercicio sacramental; el templo, por primera vez se convirtió en un espacio de encuentro para los jóvenes. Los templos, por lo regular eran los lugares donde acudían las hijas de María y los hijos de José. En las misas de juventud, el templo se convirtió en el lugar donde acudieron los futuros hijos de Cristo, el redentor, sí, pero también el buena onda, como decía Polo Polo, el que convirtió el agua en vino para que el guateque continuara. Todo esto se debió a la iniciativa del padre Joel (el padre bueno, el que estuvo cerca de los chicos y de las chicas) y a la maravillosa respuesta del círculo más cercano, conformado por muchachos y muchachas de la secundaria y de la preparatoria de Comitán. La cercanía física del templo de Santo Domingo con el edificio donde estaba la escuela (espacio que hoy ocupa el Centro Cultural Rosario Castellanos) fue más allá, se convirtió en la cinta que unió destinos. ¿Quién sabe en que otra parte del mundo se dio un fenómeno similar? Tal vez sí ocurrió, pero en Comitán se dio en una forma sensacional, porque, como lo dijo el padre Joel la mañana del 21 de diciembre 2025, se volvió un espacio de libertad para la juventud comiteca. ¿Mirás lo que escribí? Lo dijo el padre Joel y lo atestiguamos quienes vivimos esa historia: ahí había un espacio de libertad, sin cortapisas. En el salón anexo, los chicos y chicas llegábamos a tomar una taza de café, a fumar un cigarrillo, a platicar acerca de temas existenciales. El grupo que tocaba en las misas (el grupo Santa Fe) honró su nombre, porque demostró que la música es un arte que llega a Dios, por supuesto que el rock dejó en claro que llegaba de inmediato, en entrega inmediata. En la misa del 21, el padre Joel recordó al baterista Penaguitos, a Roberto González y envió una oración en memoria de Fernando Escárcega.
Ah, la misa de celebración de los sesenta años de vida sacerdotal del padre Joel fue todo un guateque, íntimo, alegre, emotivo. Fue un hecho histórico para Comitán. El padre que jaló a la chaviza en los años setenta volvió a Comitán (el padre dijo que Comitán es inmensamente grande y reconoció que los años más felices de su apostolado los vivió acá). Comitán lo recibió. El punto de encuentro fue el templo donde se hicieron las famosas y maravillosas misas de juventud; el templo que estuvo más cerca de la vida de Rosario Castellanos, de su recuerdo.
Posdata: el padre Joel dijo que esa mañana del 21 de diciembre 2025 el corazón de todos no era el mismo de hace cincuenta o sesenta años, ¡no!, ya era un corazón con experiencia, mucho más sabio, lleno de generosidad.
Generoso fue el acto. Al final, Julia Alicia Castellanos y Paty Cancino sostuvieron la reja de papel de china y el pichito amado la cruzó, como demostración de renuevo del corazón y del compromiso con la sociedad.
¡Tzatz Comitán!
