domingo, 13 de julio de 2025
CARTA A MARIANA, EL COMITÁN DE LOS AÑOS CINCUENTA
Querida Mariana: lo hallé en el barrio de San Sebastián. El restaurante “Sabores de Comitán” tiene una galería de fotografías de Comitán, del Comitán ya ido (además, ¡ah, qué privilegio!, tiene una serie de cuadros donde aparecen los reportajes que Arenilla les ha realizado). El otro día, para celebrar los cuarenta y tres años de matrimonio, fuimos mi Paty y yo a comer unos panes compuestos. Ahí encontré esta fotografía de los años cincuenta, es del parque central, el íntimo. Por ahí mirás la pérgola donde había una refresquería en la parte baja y se advierte en el primer plano una columna rematada con un busto de Tío Belis. Para ese tiempo ya estaban las bancas de granito con respaldo de madera. Para que te ubiqués bien (o más o menos) diré que si ahora quisieras colocar esta columna estaría casi contra esquina del Teatro de la Ciudad, ¿sí? Las casas del fondo son donde ahora está la tienda “Solaris”, que vende instrumentos musicales. ¿Verdad que sí ya te ubicaste? Bueno, pues en los años de mi infancia el busto de Don Belisario Domínguez estaba en este lugar, luego lo cambiaron y pasó a estar casi enfrente del palacio municipal (alguna autoridad consideró que era el mejor lugar para el busto del héroe comiteco). Posteriormente trajeron la enormísima estatua (que ahora está en la entrada del bulevar) y la colocaron en el corazón del parque central “Benito Juárez” (ah, era una estatua gigantesca, parecía un enorme faro). Lo que quiero decir es que la presencia de Belisario Domínguez fue permanente. Luego, la gigantesca estatua fue retirada del parque, la fueron a tirar en un campo frente a donde ahora está la Plaza Las Flores, ahí anduvo botada hasta que alguien dijo que era un agravio tener botada la estatua del héroe y lo treparon al Mirador, ahí fue “más faro”. De esos tiempos viene la simpática anécdota que circuló en el pueblo: que la estatua amanecía con los pies llenos de lodo; es decir, que como si fuese una película de terror, Don Belisario bajaba al pueblo. Todo mundo imaginaba al enorme monstruo caminando como zombi, con el retumbar de sus pisadas. Saber por dónde caminaba porque nadie alcanzó a verlo, el único testimonio era el lodo de sus zapatos. En Comitán vivió un homónimo: Don Belisario Domínguez, quien fue un reconocido integrante de un trío musical y tenía un apodo (digamos equis, para no decir el apodo), así que cuentan que una noche bajó la estatua del doctor Belisario Domínguez, pum, pum, se escuchaban sus pasos de bronce (quién sabe cuántas toneladas pesa la estatua), llegó ante una casa y tocó la puerta. Como es normal, desde adentro alguien preguntó: ¿quién es?, y la estatua dijo con su voz de gruta, de espanto: Belisario Domínguez; entonces adentro alguien dijo: Ah, ábranle, es el equis.
Pero esto es parte del anecdotario comiteco, simpático, chispeante. El parque central se quedó sin la imagen de tío Belis cuando retiraron la estatua gigantesca, tiempo después llegó una réplica de la que está en el senado y se puso frente al palacio municipal, en un extremo, pero a alguien se le ocurrió que la estatua debía estar en el interior del palacio y, ¡Dios mío, qué sacrilegio!, el parque se quedó sin la imagen de nuestro héroe y así está hasta la fecha.
Las autoridades no se dan cuenta del acto de agravio que hicieron: el pueblo se quedó sin tío Belis, se lo adueñaron y lo tienen sólo para ellas, como si fueran los dueños de la historia común. Digo esto, porque antes (como se aprecia en la foto) tío Belis estaba en el paso de todas las personas y cuando había un acto cívico en su memoria, la plaza se llenaba de gente y cualquiera se acercaba y participaba del acto. ¿Ahora? ¡Naranjas de Chicomuselo! Es un acto casi privado, porque cierran las puertas y en el patio central del palacio municipal sólo acuden los invitados especiales.
Posdata: la pregunta del siglo es: ¿en dónde quedó este busto? Lo trajeron de un lugar para otro y en una de esas “mudanzas” se extravió. Vos sabés que yo comulgo con la idea de que, antes que la política está la cultura; es decir, para mí es más valiosa la estatua de Miguel Ángel que la de Maquiavelo, pero las figuras de los grandes personajes también deben estar al paso de los hombres de a pie, porque permiten la reflexión histórica. Por eso insisto tanto en que tío Belis debe tener un busto en el corazón del pueblo donde nació. ¿Quién entra a su Casa Museo? Sólo los políticos y los visitantes. Conozco a más de veinte paisanos que jamás han entrado a su casa. Por eso es importante colocarlo donde la gente lo vea. El gran busto de Rosario Castellanos, que sí está al paso de todos, permite que todos lo vean, que los niños pregunten quién es.
Sé que mi insistencia cae mal, pero tengo el derecho de exigir lo que quiera, porque ya te lo he dicho también mil veces: soy dueño del parque central de mi pueblo, se los presto a las autoridades para que hagan sus guateques, pero, como el loquito de la película “Cinema Paradiso”, digo: “La piazza e mia”.
La foto del restaurante “Sabores de Comitán” es más grande, la recorté para mandarte sólo donde está la columna.
¡Tzatz Comitán!