viernes, 6 de septiembre de 2024

CARTA A MARIANA, CON UN PULGAR

Querida Mariana: hace años leí el cuento de Pulgarcito. ¿Por qué el nombre? Bueno, parece que no es difícil hallar su origen, se derivó del pulgar, porque el personaje era muy pequeño. Roselia decía que si te medís la mano hallarás que el dedo más pequeño es el meñique y no el pulgar, por eso aseguraba que en el mundo de los cuentos infantiles debería existir un personaje más pequeño que se llamaría Meñiquito, lo decía en son de broma, pero con la seriedad de una científica con bata removiendo sustancias en el laboratorio. ¿Por qué digo esto? Porque a mí me gusta levantar el pulgar cuando me toman una fotografía, un poco para significar que todo está bien a mi alrededor, no sólo yo, sino también el entorno, los cercanos. El mundo es ancho, largo, impredecible, sé que no en todo lugar hay motivos para mostrar el pulgar para decir que todo fluye con armonía, por eso insisto una y otra vez. Acá estoy en el sendero que es como un puente entre los espejos de agua del Auditorio Belisario Domínguez, magno escenario que está edificado en terrenos de la Facultad de Ciencias Administrativas, Campus VIII, de la UNACH, que celebra sus cincuenta años de fundación. El auditorio, gracias a la tesonera labor de la directora, mi admirada Doctora María del Carmen Vázquez Velasco, ahora muestra el pulgar hacia arriba, porque ha vuelto a la vida, poco a poco, porque era como uno de esos llamados “elefantes blancos”, ha comenzado a caminar con pasos lentos pero firmes. Cada vez hay más actividades sociales, culturales y cívicas. No imagino el costo del mantenimiento de ese gran elefante con hermoso cuerpo de marfil, pero el concurso de toda la sociedad puede hacer de este edificio un fastuoso escenario para disfrute de las artes. Al principio hubo un ballet, la gente disfrutó ese espectáculo. No sé en dónde leí que este auditorio tiene capacidad para dos mil personas cómodamente sentadas. ¿Cuántos habitantes me dijo el Doctor Besares que tiene Comitán actualmente? A lo lejos recuerdo que me dijo una cifra que ronda los ciento cincuenta mil personas. Ah, bárbaro, cómo ha crecido el pueblo. ¿Hemos crecido intelectualmente? Digo esta pregunta porque imagino que en una ciudad culta, como la nuestra, hay dos mil amantes de las bellas artes, gente que tiene paguita para el disfrute de la buena vida. Pensá en un movimiento cultural sin parangón en nuestro pueblo que aglutinara a dos mil personas para conformar algo que podría llamarse “amigos y amigas de las artes, en Comitán”, es un mero decir, porque no habría ningún acto protocolario a fuerza. Estos dos mil amigos aportarían paga para que un buen día viniera la Orquesta del Politécnico Nacional a ofrecer un concierto, un magno concierto. ¿Cuánto dinero costaría eso? Ah, una buena paga, mas lo selecto cuesta, pero lo vale. Vos y yo sabemos que sale más caro la miseria cultural. Imaginá que dicha agrupación también contratara a una compañía de ballet, primero una nacional de primer nivel y luego dar el salto para que viniera una europea. ¿No es posible? ¡Por supuesto que sí! En nuestra ciudad hay gente culta, gente con recursos suficientes para darse gustos de primer nivel artístico. El comunicólogo Iván Ibáñez ha deslizado la idea de que para honrar el nombre de Rosario Castellanos en el festival que se hace en su memoria, se debe invitar a grandes escritores, como Mario Vargas Llosa. Alguien podría decir que eso es inalcanzable. ¡No! La posibilidad de hacer grandes cosas siempre está presente, basta un poco, o un mucho, de entusiasmo, de pensar en grande, de abandonar el pensamiento medianón y formular ideas magnas. Comitán, desde siempre, ha sido una sociedad culta, con grandes consecuciones. Basta pensar en el Bicentenario de la Federación para constatar que nuestro pueblo ha sido actor fundamental de los actos históricos que han hecho grande a esta nación. ¿En dónde inició la Independencia de Chiapas que dio pie a la independencia de países centroamericanos? ¡En Comitán! ¿Por quién votó el Partido de Comitán en 1824? ¡Votó por la federación a México! No sólo participación activa sino decisiva, eso ha sido siempre característica de nuestra sociedad. Posdata: debemos regresar a ser la sociedad genial que siempre fuimos, volver a levantar el pulgar como símbolo de que trabajamos con amor y pasión. Con la misma pasión que mi amigo César Pérez realiza sus geniales tomas fotográficas. César siempre es muy amable conmigo, cuando nos topamos en algún sitio me obsequia retratos magníficos. La otra tarde coincidimos en este puente que lleva del área administrativa y demás edificios escolares a la Biblioteca Maya y al Auditorio Belisario Domínguez y dijo: ponete ahí y yo puse mi horma, levanté el pulgar, porque todo era armonía e hizo infinitamente bello el instante, con decir que hasta mi horma se ve bonita, tan bonita como la tarde que nos abrazaba. Gracias, admirado César, gracias, siempre. ¡Tzatz Comitán!