viernes, 13 de septiembre de 2024

OJO DE BÚHO

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que lamentan el fin del día, y mujeres que celebran la llegada de la noche. La mujer que celebra la llegada de la noche posee un espíritu de búho, le encanta vivir la noche. Sabe que la noche tiene muchos rincones donde camina, pero hay espacios que no son sus favoritos. La noche camina por los cementerios, por los antros, por los templos, por los estadios, por los moteles, por las carreteras, por las oficinas, por las plazas, por las tiendas de conveniencia. La noche se viste de lentejuelas o con abrigos raídos, viste chanclas o zapatillas de aguja. La mujer que celebra la llegada de la noche nunca se halla en los oratorios, en las salas de velación, en los templos, en los cementerios. ¡Miento! A veces entra a los cementerios para beber ron con su pareja, bailar sobre una tumba, sobre una lápida que encarcela el cuerpo de alguien que nunca conoció; en ocasiones seduce al amado y tiene relaciones sexuales, porque sabe que la noche tiene un aura de misterio que hace más intenso el momento. La mujer que celebra la llegada de la noche pepena hojas de estrellas, de planetas, de galaxias; sabe que las hormigas más bellas son aquellas que caminan en puntillas sobre los cuerpos de los amados, las hormigas que no muerden, que sólo besan con pétalos de zarzamora. Es una mujer amable, porque sabe que la línea recta descansa en las esquinas donde hay faroles, es como la luciérnaga más pequeña que ilumina la mano de los niños y de las niñas. Cuando tiene un ánimo gacho, como si fuera un muchacho destetado, hace murales en los aires, pinta versos que danzan y eructan flores. No conoce la vergüenza, porque reconoce en el polvo la belleza de la grieta y del grito. Tiene como morada el ánimo de las vírgenes y el deseo de los santos; se refugia en lo más alto de la sombra y en el vestido azul que borda la noche. Es paciente y silenciosa, camina como si levitara y habla con una voz de flama, prende su ánimo con un cerillo de agua salada. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que se aventuran en la esfera del tiempo, y mujeres que son como el ancla que nunca sirvió para detener el barco de la vida.