jueves, 5 de septiembre de 2024

CARTA A MARIANA, EN BACKSTAGE

Querida Mariana: estuve entre bastidores, detrás de cámaras. ¡Ah, qué experiencia tan sensacional! Vos sabés que siempre me gusta andar por la orilla, prefiero la sombrita al reflector. Ayer viví esa emoción. Integrantes de la Fundación UNACH, A. C. estuvieron en Comitán, en la Sala de Usos Múltiples de la Facultad de Ciencias Administrativas, del Campus VIII, de nuestra universidad. Estuvo presente la directora ejecutiva de la Fundación, la Doctora Seyma Cruz Aguilera. ¡Nadita! Además, estuvo mi admirado amigo, el Doctor Marco Antonio Besares Escobar. Vos sabés que él es un gran intelectual chiapaneco, un hombre con una gran experiencia en las vainas de entrevistas en medios, hoy digitales. ¿Recordás que él conducía, con un grupo de compas de Villafores, el programa de la Rial Academia de la Lengua Frailescana, en canal 10 de televisión? Pues ellos vinieron para entrevistar a personas incluidas en el proyecto Memoria 50, que, como su nombre lo indica, consistirá en una serie de 50 testimonios de ex alumnos y ex alumnas de la institución, que será como una síntesis genial de la historia de la UNACH, en estos cincuenta años de vida. He visto las cuatro primeras entrevistas y ha sido un verdadero deleite conocer de voz propia cómo la universidad ha sido fundamental en el crecimiento intelectual de esos chicos y chicas. Pero digo que estuve en el detrás de cámaras, me tocó ver cómo graban este programa. La videoaudiencia siempre ve lo que aparece en pantalla, el trabajo concluido, después que ya pasó por el proceso de posproducción. Pero, la mayoría ignora toda la labor que está detrás y delante de cada programa. Vinieron los productores de la serie Memoria 50 y tuve la oportunidad de ver el proceso de grabación. Por lo regular, el programa se graba en el estudio de Ciudad Universitaria de la UNACH, en Tuxtla, pero la producción hizo excepción y viajó a Comitán, así que en cuanto llegó el equipo se pusieron a realizar el set de grabación, colocar cámaras (tres), lámparas (tres, también), conectar cables, checar iluminación, abrir cortinas hasta cierto nivel, checar el sonido, mientras el entrevistado (que en este caso resultó ser el paisano ingeniero Pedro González Vera, quien está a días de festejar su cumpleaños y comentó que hará una pachanga en Tuxtla para “brindar por la vida”). ¡Una gran pachanga es Memoria 50! La UNACH, mi universidad, celebra la vida, ¡brinda por la vida! ¡Salud, mucha salud! Nunca imaginé que tendría la oportunidad de presenciar el movimiento que se genera detrás de cámaras; ni que aprendería términos que van de la mano con el oficio. Esto fue prodigioso. Mauricio, Angie, Zoan y Carlos conforman el equipo profesional encargado de la realización. Angie dijo que iba a “polvear” a Marco Antonio y a Pedro, quienes estaban sentados al frente preparándose para el inicio de la entrevista. Cuando ellos quedaron “polveados”, uno de los chicos dijo que comenzaría a ”microfonear” y colocó los micrófonos en las solapas de las camisas, escondiendo los cables. Hasta ahí todo normal en cuanto a los actos que se realizan, lo sorprendente fue el uso de términos muy coloquiales. El maquillaje profesional se convirtió en “polvear”, el acto de colocar micrófonos y checar niveles se volvió “microfonear” y, ¡jamás había visto tal acción!, de pronto apareció la palabra “balancear”, que fue colocar una hoja blanca al frente para regular (entiendo) el tono de la grabación. Ah, se me hizo algo sencillo y, a la vez, algo bien complejo. Cuando todo estuvo listo, el cuarto integrante del equipo preguntó a los tres que estaban pendientes de las cámaras si estaban listos: cámara uno, ¡listo!, cámara dos, ¡listo!, cámara tres, ¡listo!, y con una de esas pizarras, que sólo había visto en las producciones cinematográficas, dijo en voz alta los datos que ahí estaban anotados: que la grabación correspondía a lo hecho en Comitán, que era la primera entrevista y dio el claquetazo. ¡Listo! Marco Antonio comenzó la presentación de Memoria 50 y del entrevistado. Veinte o veinticinco minutos transcurrieron en forma apresurada, Mauricio, Angie, Zoan y Carlos estaban pendientes de toda la grabación y, mediante señas de manos, avisaban que todo iba bien, que ya habían transcurrido tantos minutos y que faltaban diez, cinco, tres. Cuando el tiempo se agotó, un chico levantó la mano para avisarle a Marco Antonio que era hora de cerrar el diálogo, y el entrevistador (chucha cuerera en el arte de la entrevista) en forma sutil solicitó un mensaje final y esto fue el broche de la jornada. Al término hubo aplausos del equipo y desde acá yo aplaudo su trabajo genial, que luego se justifica con creces cuando suben cada entrevista ya trabajada a la plataforma de Youtube, a La Nube, donde ahora se conserva la memoria del mundo, la memoria de los prodigiosos cincuenta años de vida de la UNACH, la Memoria 50. Posdata: ya en corto, Marco Antonio Besares Escobar me contó que el proyecto asomó en una plática que sostuvo con el Rector Doctor Carlos Natarén Nandayapa, iniciativa maravillosa, pero eso como dice Nana Goya ¡ya es otra historia!, y te la compartiré en otra carta. La capacidad de trabajo del equipo de la UNACH tal vez puede resumirse en una frase que soltó Zoan, chavo bien prendido: “soy ocho cilindros”. ¡Tzatz Comitán!