martes, 26 de noviembre de 2024

CARTA A MARIANA, CON BUENAS INTENCIONES

Querida Mariana: ¿se hace lo que se puede o se puede lo que se hace? ¿De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno? ¿Cené gallo? ¿Por qué ando soltando preguntas como si fuesen cuetes en fiesta patronal? Hoy quiero compartir con vos algo que viene dando vueltas en mi cabeza. ¿Recordás que en el periodo presidencial de Vicente Fox lanzaron la campaña “Hacia un país de lectores”? Esta famosa campaña no pasó de un buen intento. En su momento la critiqué porque dije que no correspondía a la realidad, era una utopía irracional. ¿Cómo en un país donde las personas leen poco se puede hacer un país de lectores? Sería tanto como si ahora alguien dijera que vamos a hacer un país de personas con cuerpos sanos. Somos cuches para comer el cuch. ¿Hagamos un país de deportistas? Ah, pues, estamos chupando tranquilos. Este tipo de campañas muestra un verdadero desconocimiento de nuestra idiosincrasia. Recordemos lo que dijo Borges: “la lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”. Borges era sabio: no se puede ser feliz por decreto. Lo que sí puede hacerse es contagiar la felicidad. He visto a muchos adultos que son católicos y desde pequeños llevan a sus hijos a los templos; he visto a muchos adultos que son aficionados al fútbol soccer y desde pequeños llevan a sus hijos a los estadios o a los campos llaneros. A los primeros les cuelgan cruces en sus cuellos y a los segundos les ponen playeras de su equipo preferido. Algo así sucede con la lectura; he visto a muchos adultos que son lectores y llevan a sus hijos a las bibliotecas, a las ferias de libro, a las librerías, les regalan libros el día de su cumpleaños y en navidad (claro, el libro es un mojol para los demás regalos). Y digo esto, porque el otro día escuché que la presidenta Claudia dijo: “haremos una república de lectores”. Suena como un refrito de lo que dijo Vicente. Dios mío, ¿cómo la cuarta transformación anda en el mismo camino que mal caminó un gobierno de conservadores? Y digo mal caminó porque tiene años de esa buena intención y México no se volvió el ansiado país de lectores. No me atrevería a asegurarlo, pero tal vez desde entonces a la fecha decrecieron las estadísticas de personas aficionadas a la lectura. Las campañas de fomento a la lectura han sido fallidas. Es normal, Paco Ignacio Taibo, al ser nombrado director del Fondo de Cultura Económica, dijo que nos la habían metido doblada. Qué funcionario tan vulgarzón. Pues así sucedió. El Fondo no asistió a la Feria del Libro en Minería, porque estaba muy caro el espacio y formó su propia feriecita a pocos pasos, haciendo una competencia desleal, echándole polvo a una feria tradicional. No contento con eso cerró varias sucursales que el Fondo tenía en otros países de Latinoamérica. Con esos cierres clausuró la posibilidad de que lectores de otras partes conocieran lo que escriben los autores mexicanos. ¡Ay, Taibo, de dónde te sacaron! Amigos y amigas me cuentan que incluso en los libros de texto ha existido una gran merma en la calidad de su contenido, y, con la nostalgia de quienes insisten en que tiempos añejos fueron mejores, dicen que cuando ellos estudiaron los libros de texto sí contenían lecturas atractivas. No sé, cuando menos yo lamento que los niños y niñas de ahora no tengan acceso a revistas de monitos que disfrutamos los de mis tiempos. Soy un convencido de que los llamados cómics son el primer paso para convertirse en lector. Ahora, en Chiapas, en el nuevo gobierno, en la nueva ERA, asoma la carita un programa maravilloso: “Sí se puede”, que tiene la pretensión de abatir el analfabetismo en el estado. ¡Idea genial! ¡Propósito humanista! ¡Que todo mundo sepa leer y escribir! En analfabetismo somos uno de los estados de la república que tiene la más alta tasa. En el centro y en el norte de México casi no hay analfabetas. ¡Falso! Existen los llamados analfabetos funcionales que son, sobre todo, aquellas personas que saben leer y escribir, pero que no aplican dichos conocimientos. ¡Claro! Hay millones y millones de personas en México que saben leer y escribir, pero que no leen, por eso nuestro país es un país subdesarrollado. Posdata: si la presidenta Claudia desea que la lectura sea una práctica cotidiana para muchas niñas y muchos niños y para muchos jóvenes deberá implementar estrategias que se alejen de los proyectos de siempre. ¿Por qué no hacer un gran llamado a los diseñadores del país para que creen series inteligentes y divertidas y que se manden a imprimir revistas con gran tiraje, como se publicaba en los años sesenta del siglo pasado? Poner libros y revistas en el camino de los potenciales lectores. Que México no sea una república de lectores, pero que sí sea la gran república donde existan miles de millones de lectores satisfechos, felices, tal como lo pregonaba Borges. ¡Tzatz Comitán!