miércoles, 29 de octubre de 2025
CARTA A MARIANA, CON LA VIRGEN DEL AGUA
Querida Mariana: vos, yo y todo mundo vivimos la pandemia. Una de las imágenes más impactantes fue la de las ciudades vacías, no sólo las villas, sino las grandes ciudades: París, Nueva York, Londres. Comitán no fue la excepción. Muchos nos encerramos a piedra y lodo. Una mañana recibí una llamada de Mario Escobar: ¡vonós al panteón!, invitó. No, le dije, estoy enclaustrado, no doy paso fuera de casa.
Ahora, que recibí su novela: “Espejo de los días”, recordé que él me dijo que iría, por supuesto que sí, ¡y fue!
No sé si la experiencia de la pandemia sirvió como estímulo para escribir esta novela, digo esto porque, en el año que el Premio Nobel de Literatura recayó en László Krasznahorkai, autor de obras apocalípticas, mucho antes de saberse la noticia, Mario ya había escrito su novela que entra en el rango de apocalíptica. De tal suerte que le pedí a Paty Cajcam (que ha estudiado el Apocalipsis) me explicara qué es el Armagedón. Me dijo que es la batalla final entre el bien y el mal. ¿Y qué es el Arrebatamiento? Paty me dijo que es la creencia donde la divinidad bajará a la Tierra para llevarse a los creyentes al cielo.
Entendí y supe que la novela de Mario camina por este terreno. Un día, quién sabe por qué, la ciudad aparece totalmente desierta, de hecho, sólo hay un sobreviviente, el que narra la historia. El autor de la novela nos da una imagen desolada de esa ciudad (que los enterados dirán que es Comitán, porque menciona lugares simbólicos de este lugar, asimismo personajes que los de acá identificamos inmediatamente: profesor Jorge, Doña Lili, el Nuka…).
La novela “Espejo de los días” narra los días siguientes al suceso del Arrebatamiento. Lo único que quedó de los habitantes de la ciudad fueron sus vestimentas, así, el narrador puede describir a quién pertenecían las ropas de su entorno más cercano.
Jamás, en la literatura comiteca, un autor se había atrevido a tanto y de manera tan precisa, tan profesional. Mario lleva a los lectores a un mundo apocalíptico, sin el drama, lo da como algo que ocurrió y lo que nos presenta son las escenas que comienza a vivir este único sobreviviente, que de pronto se da cuenta que es el único ser humano sobreviviente, pero que hay un espíritu femenino que también es como el único superviviente del mundo de los muertos, porque, lo podés imaginar, las almas también fueron llamadas, pero así como el narrador quedó en el mundo de los vivos, Doña Pifa fue el único espíritu que sobrevivió en el mundo de los muertos.
¡Sí!, por eso Mario fue al panteón en tiempo de pandemia. Así como cuentan que los grandes actores de Hollywood van a vivir el mundo de los alcohólicos cuando les toca interpretar a un bolo, Mario fue a vivir la experiencia de un panteón desierto, donde las únicas presencias eran las tumbas, las lápidas y los ocasionales cantos de pájaros. Porque en el mundo que nos entrega Mario los animales siguen vivos, los perros husmean por los basureros; de igual manera la ciudad está inmanente, precisamente por su condición de espacio desierto, toma una importancia fundamental, conforme pasa el tiempo se llena de maleza, de polvo, de silencio. Mario emplea la palabra, con maestría, para darnos el silencio imperante en una ciudad donde los humanos han sido abducidos, “levantados”.
El tema apocalíptico se abre como estrella en medio del vacío y hallamos que el narrador tiene relaciones sexuales con la muerta que parece viva. La unión de un ser vivo con un ser fallecido es un atrevimiento genial.
Mario nació en Tapachula, pero ha vivido en Comitán desde hace muchos años, este lapso le ha permitido, gracias a su mirada especial, pepenar la esencia del pueblo, su gente, sus costumbres, sus casas, sus calles, sus vacíos y su churrigueresco desbordado, tan desbordado como las aguas de La Pila, ahí por la calle del Resbalón. Ahí donde está el templo que honra a San Caralampio, el santo consentido de Comitán. El otro día pregunté: ¿quién sería la santa patrona de Comitán, en un ejercicio de equidad de género? Mario me dio la respuesta: sería, sin duda, la Virgen del Agua. ¿Quién es ella? Ah, querida mía, andá rápido a buscar la novela de Mario para que te enterés, para que entrés al mundo mágico y apocalíptico que ahí se concentra. ¿Imaginás un Comitán con un único sobreviviente? Esto ya se dio, a nuestro pueblo llegó el Arrebatamiento. Historia fantástica.
¡Tzatz Comitán!
