sábado, 29 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON MERCADOS

Querida Mariana: me gusta la palabra mercado, me gusta la palabra mercader, la palabra mercadera. La primera refiere al lugar, la segunda y tercera palabras designan a quienes habitan esos espacios. Digo que habitan, porque se pasan la mitad de su vida en los mercados, ahí, en sus puestos, esperan a los clientes. ¿Viste qué escribí? “En sus puestos”, la misma frase que dicen los jueces en una carrera pedestre. Al menos acá en Comitán así lo escuché en una competencia deportiva. El mercader y la mercadera están en sus puestos, desde temprano, para iniciar la carrera de la vida, así cada mañana, todos los días. Las personas que se dedican al magisterio (fui una de ellas, por varios años) descansan los sábados y domingos. ¿Qué sucede con las personas que atienden en los mercados? No descansan, están comprometidos al ciento por ciento. En pandemia, los de casa nos encerramos y no fuimos a mercado alguno. Ahora voy, con gusto, al mercado primero de mayo. Siempre que camino hacia el mercado pienso que lo mismo hizo Rosario Castellanos, de niña. Cuando fui niño también bajé por esa calle tomado de la mano de mi mamá. Rosario cuenta su experiencia en su novela “Balún Canán”. Ahora yo te lo cuento acá. Miles y miles de personas han bajado por la pendiente y entrado a comprar lo que el mercado ofrece. ¿Tenés idea del gentío que ha recorrido los pasillos del mercado primero de mayo? Cuando entro a un recinto histórico pienso en todas las personas que han pasado por ahí. El mercado primero de mayo fue inaugurado en 1900. Si hago mis cuentas digo que el recinto tiene ¡ciento veinticuatro años! Ya no vive ningún mercader o mercadera testigo de la inauguración, pero, tal vez, alguien de estos tiempos sea descendiente de aquella estirpe original. No sé cómo se reparten los puestos. ¿Cómo llegó a tener su puesto de venta de pollo mi amiga Graciela? No lo sé. Tampoco sé cuántos años lleva siendo mercadera. El oficio exige un carácter especial. No podría ser mercader o tal vez sí, pero no más de dos horas. No podría estar toda la mañana y parte de la tarde, como están ellos. Me encantaría estar en un lugar donde siempre corren las noticias calientitas, ahí llegan los chismes recién adobados. Vos sabés que soy escaso, no soy bueno para platicar, pero sí soy buen escucha, me encanta oír historias. Quien es un buen lector tiene vocación por escuchar historias. Los del mercado oyen mil historias todos los días. Te he contado que mi mamá dice que en el Comitán de los años cincuenta los refrigeradores brillaban por su ausencia, para comprar carne acudían temprano todos los días, para que no se echara a perder. Ya podés imaginar el papaloterío diario, el mercado se llenaba de historias de todos los colores, desde las historias blancas hasta las clásicas coloradas donde fulanita era querida de sutanito. La vida es cíclica, las historias han cambiado de protagonistas, pero siguen siendo las mismas, con ligeras variantes. Miles y miles de personas han entrado al mercado primero de mayo. Me sorprendo ante la variedad de productos que ofrecen, cada mercado del mundo tiene sus particularidades, el nuestro tiene esencias únicas, cuando inicia la temporada de lluvias aparecen los canastos llenos de tzisim, delicia gastronómica que ignoran en Europa y continentes aledaños. El tzisim doradito en comal llena el mercado con un aroma especial, que se confunde con el del atol agrio, el jocoatol y el chicharrón de hebra casi recién sacado de los cazos, donde en el fondo queda el asiento que la gastronomía comiteca embarra en tortillas para hacer las gustadas “pellizcadas”. En el mercado hallamos las frutas y verduras que se encuentran en la mayoría de mercados, no hallamos el riquísimo aguacate que hay en San Cristóbal de Las Casas, el maravilloso chinini (¡ah, qué palabra tan bonita!), pero sí hallamos el no menos maravilloso chulul, que sólo se da por estas regiones del mundo y que es una verdadera delicia. El famoso chulul de la casa de Doña Lupita, la cocinera de Guadalupe, ya no existe; tampoco existe el famoso chulul de la leyenda, el que estaba sembrado en el barrio de San Sebastián, frente a la improvisada plaza de toros; pero sí existe el chulul del XXV. El otro día fui al mercado a comprar unos pitaules y chinculguajes (palabras hermosas, también) y una señora me ofreció verdolaga. Compré porque recordé que es exquisita y tiene una bola de propiedades, dicen (andá a saber si es cierto) que tiene omega tres, ¿de verdad? Cuando la señora me dio una gran bola de verdolagas recordé, asimismo, que Doña Lucía contaba que un sobrino suyo cuando era pequeño e iba agarrado (cogido, iba a decir) de la mano por ella, siempre le pedía que le comprara un poco de vergadola, Doña Lucía se botaba de la risa y más cuando lo contaba con sus comadres. Al sobrino le encantaba comer ese vegetal y luego, Doña Lucía terminaba la anécdota diciendo: “y lo que son las cosas, mi sobrino terminó siendo mampo”, y una gran carcajada era el punto final. El mercado es el puente donde cruzamos todos el río de lo maravilloso popular. Hay mercados ordenados y otros que son como la Central de Abasto. El mercado primero de mayo no es ejemplo de orden, ya mirás que en Comitán (sobre todo en los últimos tiempos) lo que hace falta es poner orden, nuestra ciudad es una ciudad muy bella, pero no hemos logrado ponerle orden, todo lo hacemos desordenado y eso se nota. He visitado mercados en otras partes que tienen una armonía que hace brillar aún más los espacios. En el mercado está la esencia de la vida, sólo de pensar que es un lugar especial para comprar y vender los nutrientes ya está dicho todo. Los demás espacios no tienen esa virtud. Los demás locales son vitales, también, pero están colocados en algo como un segundo lugar. Necesitamos los negocios que venden telas, camisas, chunches tecnológicos, instrumentos musicales (como Solaris, otra palabra bonita, que saber de dónde nos llegó), farmacias (para curar las enfermedades que adquieren los que no hacen ejercicio y ¡no se alimentan bien!), funerarias, tiendas de estambres (Comitán extraña la genial tienda que tenía mi mamá), zapaterías (dicen que Flexi ya cerró una de sus fábricas, ¿será cierto? Si es cierto, es una noticia lamentable), librerías, papelerías, casas de arte, galerías y más, mucho más. ¿Ya viste que todo es importante? Y luego están los servicios: las lavanderías, los cines, las tintorerías, las salas de exhibición y venta de automóviles (en México estamos celebrando los sesenta años de la Volkswagen. Hace pocos días se festejó el Día del Vochito. Ah, auto genial, no entiendo el porqué de la decisión de cancelar su fabricación, era -es- un auto maravilloso. Mi papá y mi suegro tuvieron vochitos, nosotros los heredamos). Todo es importante para el desarrollo de la sociedad (las ferreterías, las chiquitas y las grandotas), pero lo que es vital, lo que desde siempre ha sido el espacio más celebrado, es el mercado. En Comitán tenemos varios, aún está pendiente que la autoridad inaugure el mercado de El Cedro (ojalá sea un espacio ordenado), el mercado de San Agustín, la Central de Abasto y varios otros, pero el más visitado, por estar cerca del centro, es el primero de mayo. ¡Ah, qué bendición! Desde 1900 anda activo, abriendo sus puertas a medio mundo, a todos los que llegan a comprar un vasito de jocoatol (atol agrio) o atol de granillo. Sí, tenés razón, también están los espacios donde la mayoría de los seres humanos alimentamos el espíritu: los templos. Los templos de cualquier religión, porque en el mundo hay religiones para aventar para arriba. Si nuestro mercado del centro se construyó en 1900 imaginá la fecha de construcción del templo de Santo Domingo. Pucha, este templo tiene siglos y ahí anda, claro con la necesidad de que arreglen su techo, pero el padre Manuelito con un grupo de católicos anda haciendo actividades para recaudar paguita. Como un acto insólito y genial ahora están promoviendo la candidatura de chicas para que una sea coronada como reina, ganará la que junte más paga, como se hacía en los años sesenta en las escuelas primarias. No faltan los que critican la acción, pero a ver ¿van a poner ellos la paga para el arreglo del templo? ¡No! ¿Entonces? Dejen que cada comunidad haga lo que desea para conseguir sus fines. Ya lo dijeron los sabios “el fin justifica los medios”, toda buena acción dentro de la legalidad es aplicable. Posdata: en primaria tuve como compañero al hijo de una mercadera, de robadito nos llevaba chicharroncito, de ese en polvito. Ah, ya podés imaginar la delicia que eso significaba, por debajo del pupitre nos pasaba un poquito y nosotros, a la hora que el maestro se daba la vuelta para escribir en el pizarrón, probábamos esa delicia. ¡Tzatz Comitán!

martes, 25 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON HILOS DE ORO

Querida Mariana: en esta fotografía están Eliseo Palacios y Juan Carlos Albores. Eliseo sostiene un ejemplar de mi novelilla “Yo también me llamo Vincent”, publicado por CONECULTA, y Juan Carlos tiene en sus manos un ejemplar de la revista ARENILLA, el número 40. La fotografía es como el desenlace de una historia. ¿Te la cuento? Una mañana recibí la llamada del arquitecto Jorge Melgar. Oí, me dijo (palabras más, palabras menos), fijate que viajaré a Estados Unidos de Norteamérica y allá saludaré a dos amigos: Eliseo y Juan Carlos. A los tres los conocí en aulas del Colegio Mariano N. Ruiz, hace años. Agradecí a Jorge que pensara llevarles algo mío a aquellos muchachos. La propuesta fue muy generosa y de acuerdo con su profesión: tender un puente, hermosamente diseñado, casi como el que Calatrava diseñó en Venecia. De inmediato hurgué en los libreros y hallé ejemplares de esa novelilla que da cuenta de una historia donde aparece Vincent Van Gogh (pensé que ellos, gente de sensibilidad especial, talentosos, recibirían con agrado mis palabras) y agregué ejemplares de la en ese momento más reciente edición de Arenilla. Pensé que con ello recibirían lo que Jorge deseaba: algo mío y algo de lo que tenemos en el Comitán de hoy, a través de nuestra revista, para que vean cómo se mueve nuestro mundo, un mundo que por ahora está distante del mundo que ellos viven, del que ellos forjan. Siempre se ha dicho que los comitecos somos pata de chucho y paisanos nuestros están en muchas partes de la tierra. Eliseo y Juan Carlos son triunfadores en aquel país, Jorge lo es en el nuestro, en nuestra propia ciudad. ¿Cómo no va a ser un privilegio ver los éxitos de muchachos que conocí cuando eran chicos con doce o trece años de edad? El agua de los ríos que mencionó Heráclito ha pasado y sigue pasando, pero el puente se sostiene, porque Jorge pensó en mí, para que cuando saludara a sus amigos, ellos pensaran tantito en mí, porque desde el momento que Jorge lo dijo pensé en ellos. El 23 de junio recibí la foto que te comparto; ah, fue un baño de luz, de prodigiosa luz. Físicamente, ellos y yo hemos cambiado. ¿Espiritualmente? Pienso que seguí esa cinta de luz, esa burbuja de aire, que un día nos hizo coincidir. Ellos aspiraban a apropiarse de herramientas del conocimiento y yo aspiraba a compartir algo de mí. Los veo exitosos, los sé triunfadores. Jorge y yo seguimos en el pueblo. Jorge es un brillante arquitecto, ayuda al crecimiento de nuestra sociedad. ¿Yo? A través de nuestra revista contribuyo con un granito de Arenilla. Nuestra revista, gracias al arquitecto Jorge Melgar, llegó a USA. Eso es digno de festejo, de poner una reja de papel de china, de aventar confeti, de aventarse un pitutazo de comiteco. Si Eliseo y Juan Carlos le dan una vueltita se enterarán que acá conmemoramos el quincuagésimo aniversario del lamentable fallecimiento de nuestra escritora Rosario Castellanos, que lo hacemos gracias al patrocinio de diez empresas, instituciones y personas que, de igual manera que Jorge, tienden un puente para honrar el nombre de nuestra talentosa paisana. Si le dan una vueltita a la revista “escucharán” los testimonios de destacados comitecos del sector salud y verán que Susy Torres Gil, Humberto Meza López, Eduardo Trujillo Castillo, y los hermanos Bernardo y Nashely Domínguez Espinosa también aportan su grano de arena para el fortalecimiento de nuestra sociedad. Si le dan una vueltita a la revista pasearán tantito por el Comitán de estos tiempos, lejanos del Comitán que ellos caminaron con rumbo al colegio. Lejano en el tiempo, pero cercano en la nostalgia. Hasta los Estados Unidos de Norteamérica llegó el Anaquel de Paty Cajcam que habla de un enormísimo libro: “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo. Posdata: gracias por este recuerdo, por esta mano extendida, por este aliento. Gracias Jorge, Eliseo, Juan Carlos. Que el destino siga fortaleciendo sus espíritus. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 24 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON UN ÁRBOL GENIAL

Querida Mariana: Carlos Gordillo, excelso fotógrafo, trepó esta etiqueta en redes sociales. Muy chento comparte su alegría, su emoción, por el debut teatral de su hija Karla, quien es profesional del arte, egresada de la Universidad de Veracruz (el Colegio Mariano N. Ruiz también se siente chento, porque la actriz es ex alumna de la institución). Parece que Karla sólo responde al llamado de la vocación familiar, porque proviene de un árbol genealógico genial, abonado con el genio humano, paridor de hojas sublimes. ¿Recordás que te he platicado que en la telenovela de Televisa: “Cuna de lobos”, basada en un guion del gran dramaturgo chiapaneco Carlos Olmos, participó la comiteca Julia Alfonzo? Julia es tía de Karla. Algunos comitecos se molestaron porque Julia interpretó un papel menor (el de una sirvienta), reclamaban mejores papeles para su talento. La verdad es que Julia brillaba con cualquier personaje, en realidad, lo suyo lo suyo era ¡el teatro!, no la televisión. Claro, la televisión es una enormísima ventana, millones de telespectadores conocen a los actores y actrices, pero la esencia de la actuación es el teatro, el treparse al escenario tarde tras tarde para actuar ante un público que está cercanísimo. En los primeros días de julio de 2024 ocurrirá el debut de Karla Gordillo, en el famoso Teatro Xola. Todos los estudiantes comitecos que anduvimos en la Ciudad de México recordamos el Teatro Xola, porque estaba en nuestro camino, la Colonia Del Valle es su casa y la mayoría de comitecos vivíamos en esa colonia o muy cerca. Quique y yo fuimos una vez a ver una obra en ese teatro, ¿por qué tengo en mi mente la obra “Las Troyanas”, con Ofelia Guilmain? Puede ser un recuerdo falso, aunque dudo, porque ahora estoy viendo a la gran Ofelia, vestida de negro, parada en medio del escenario hablando con esa voz de toro sublime. ¡Gran actriz! Ya dije que Karla es hija de Carlos Gordillo, uno de los fotógrafos más espléndidos de Chiapas, gran ejecutante musical; pero además, es hija de Kenita, quien fue directora de la sección primaria del Colegio Mariano N. Ruiz. Como andamos en teatro, te platicaré que, en los lejanísimos años ochenta, kenita fue mi alumna, ella fue integrante de la primera generación a la que le di clases. Ella se inscribió al grupo de teatro (¡de teatro!) de nuestro colegio. Hicimos un casting para la obra “La Tercera Ley de Newton”, de Carballido y ella resultó elegida para representar el papel principal, al lado de Roberto Cordero Guillén (quien ya descansa en paz). ¿Mirás lo que digo? Por ahí hay una huella que pepenó Karla. Pero no sólo esto, si rascamos tantito hallaremos que nuestra actriz comiteca, quien debuta en una producción de Artestudio (incubadora de talento mexicano) es nieta de los maestros Jorge Gordillo Mandujano y de Geny Alfonzo. El maestro Jorge es experto en idioma español, latín y raíces griegas; la maestra Geny es la maravillosa mujer que ha dedicado los años más recientes de su vida a la protección de los animales, realizando cientos de campañas de esterilización de gatos y perros. ¿Mirás cuánto talento, cuánta genialidad? ¿Le sigo? Pues puedo decir que Karla es sobrina del gran Armando Alfonzo, el autor de “Sólo para comitecos”, de “Comitán 1940” y demás ajos literarios y artísticos. Karla sólo responde al talento heredado, al genio cultivado. Una noche de julio de 2024 subirá al escenario de uno de los grandes teatros de la Ciudad de México, pisará el espacio donde han estado cientos de espléndidos actores y destacadísimas actrices (ya mencioné a la enorme Ofelia Guilmain y así puedo terminar la carta con una relación de gente espléndida). Posdata: como es costumbre en el ámbito teatral, desde acá le deseamos mucha suerte a Karla, diciéndole ¡mucha mierda! ¡Tzatz Comitán!

viernes, 21 de junio de 2024

RAMITAS AROMÁTICAS

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en mujeres que no huelen rico y mujeres que huelen a albahaca. La mujer albahaca no es verde, al contrario, hace honor a su nombre, tiene el espíritu albo, luminoso, radiante. Quien se acuesta a su lado percibe el aura magna y manda el estrés al caño, lugar de donde salen las esencias malignas. Claro, la mujer albahaca se encuentra en las huertas, donde crecen las chicas que son benignas para la convivencia. ¿Cómo se come la mujer albahaca? Se puede comer en mil formas, pero es recomendable hacerlo sueño a sueño, deseo a deseo. Los expertos saben que convivir con una mujer albahaca limpia los caminos, difumina la niebla y contrarresta la migraña del alma. Su tiempo se mide pétalo a pétalo. Ella siempre mantiene limpio el kiosco de su parque y las veredas de su lienzo. Le molesta el exceso de líquido en las escalinatas, le encanta que las palabras estén llenas de pájaros. La mano le sirve para contar las islas y las palmeras. Los recuerdos de su infancia van de labio en labio y forman álbumes llenos de gritos amorosos. La mujer albahaca no tiene púas en el rostro, al contrario, sus almohadillas están llenas de cordeles jubilosos. Es una mujer llena de aromas e imágenes plenas de miradas de colibríes. Tiene el secreto en la pupila; tiene la bendición en el campo de espigas; tiene la cicatriz del universo en el vértigo de su cuerpo, tiene la hendija de la luz en la noche sin fecha. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que lavan los cristales del alma, y mujeres que se arrodillan ante los instantes sublimes.

martes, 18 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON PALABRAS DE CUATRO LETRAS

Querida Mariana: la palabra más mencionada por los jóvenes es la de cinco letras. Ayer estuve con Elena y me dijo que a ella le tiene sin cuidado la famosa palabra con cinco letras, a ella le importan, desde siempre, dos palabras con cuatro letras: amor y edad. Desde siempre las carga como bultos de maíz, bien pesados. Aborrece ambas, sin embargo, son palabras que no puede eludir. Cuando fue pequeña su mamá, al despertarla, cuando le quitaba las cobijas de encima y le decía que ya, que debía levantarse, la abrazaba y le decía: “te amo, recordá que siempre debés elegir el amor”. Me contó que su mamá siempre fue muy amorosa, creía que el género humano podría vivir mejor si todo mundo se daba amor. Era una mujer inocente, bien intencionada, que, tal vez, estuvo influenciada por la prédica de los años setenta que impulsaba a los jóvenes a buscar la paz y el amor (peace and love). Siendo niña, Elena vivió con la idea enraizada: el amor salvaría a la humanidad, y se dedicó a prodigarlo, aunque en el colegio sus compañeras se burlaban de ella, le ponían el pie para que cayera, le aventaban papeles a la hora de clase, la empujaban (un día la encerraron en el salón de música, que no tenía ventanas), le robaban la torta que le preparaba la mamá, le jalaban la coleta (porque ella siempre anduvo como anda la presidenta electa de México). El maestro de matemáticas, un joven prepotente, con barba y saco, la bautizó con el nombre de Elena Amor; cuando la maestra de español lo supo le preguntó (también en forma inocente) si era pariente de la poeta Pita Amor, así que desde ese día, sus compañeras le comenzaron a llamar Pita y como pita es lazo, la malvada del grupo, comenzó a decir, con ironía: “ahí viene la cuerda”, bastó un día para que el antónimo apareciera y todo mundo comenzó a decirle “loca”. Cuando llegaba a casa y dejaba la mochila sobre el sofá de la sala, la mamá le preguntaba si había elegido el amor ese día y ella, roja de cólera, decía que sí, pero que el maldito mundo parecía haber elegido la guerra y soltaba el llanto y contaba lo que le sucedía, su mamá la abrazaba, le pasaba la mano amorosamente sobre el cabello e insistía: “no declinés, hijita, vos seguí eligiendo el amor”. Hoy, odia la palabra, es una buena mujer, pero se altera cuando escucha que alguien llama amor a otra, hoy es una convencida de que el concepto amor es inexistente, que la palabra debería borrarse del diccionario, porque es la más grande ironía que el mundo ha inventado para alimentar la fe de los incautos, para burlarse de la fe. ¡El amor no existe!, asegura. Y la palabra edad apareció en su vida ya siendo adolescente, de niña ella vivió en la burbuja del amor de su madre y de la esfera llena de púas donde la encerraban sus compañeras, pero jamás pensó que la vida le ponía canas a su madre, menguaba sus facultades físicas y llenaba de telaraña a su mente, pero una mañana su madre tropezó y se fracturó el brazo, la mamá, ya en la cama del sanatorio, abrazó a su hija (con el brazo sin dañar) y le dijo que había sido “por la edad”. ¿Por la edad?, preguntó Elena, ¿ella te aventó? No, le dijo la mamá, ¿no sabés qué es la edad? Elena tuvo que confesar que jamás había escuchado tal palabra. ¿Cómo es posible?, dijo la mamá. Elena tenía más de quince años, entonces. ¿De verdad nunca había escuchado la palabra edad? ¿Ni en canciones, ni en los libros? No, dijo Elena, con cierto sentimiento de culpa dijo que nunca había escuchado la palabra edad, ¿qué era? La mamá abrazó a su hija y le dijo que edad era la acumulación de años. Elena se retiró del abrazo y, como si estuviera frente a un perro con rabia, dijo: ¡no quiero acumular años, no quiero que me aviente y me fracture un brazo! La mamá intento volver a abrazarla, pero Elena se retiró más, se sentó en una silla que estaba al lado de la pared, subió las piernas y las abrazó. “La edad es la mujer más puta del mundo”, dijo. Posdata: ¿y las demás palabras?, le pregunté, ¿qué te ocasionan? Todas me hieren, dijo Elena. Me duele mucho la palabra honestidad, la palabra espiritual, la palabra virginidad. Entonces recordé la historia de una amiga que aseguraba ser virgen cuando ya no lo era. Todo un mero juego que confunde. ¿Y la palabra cielo?, le pregunté a Elena. Es igual que la palabra infierno, me dijo. Ambas no existen. Cómo no, le dije y la invité a ver hacia arriba, ahí está el cielo, le dije. ¡Eso no es el cielo!, me dijo ella, mi tío Armando me decía que allá, en el cielo, estaba cuidándome mi abuela. ¡Falso! Arriba no hay más que millones de planetas, millones de galaxias. Mi abuela está enterrada, muerta para siempre. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 17 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON UNA PORRA

Querida Mariana: llegué y pensé que lo construyeron especialmente para mí; luego pensé que muchísimas personas pensarán lo mismo, porque hay miles y miles de personas que aman los espacios agradables, amplios, con árboles. El restaurante Mahi Mahi estrenará local. Tuve el privilegio de estar días antes de la apertura. Me senté en una poltrona y desde ahí vi el cielo comiteco, los árboles circundantes (un maravilloso ciprés y un ococ tradicional) y los cerros que abrazan nuestro pueblo (incluido el cerro de Nehuestic). No sé cómo se escribe ococ, lo escribo tal como suena. Me encantan los espacios donde mi mirada, como pajarito, vuela y encuentra lo que los urbanistas llaman remates visuales. Sé que a los propietarios de Mahi Mahi les irá muy bien en su nuevo local. Pocas veces se tienen unidas tantas virtudes: un espacio genial en un barrio tradicional: Yalchivol, con una vista privilegiada y una comida de lujo, comida de mar. A todo mundo le encanta comer rico, muchos amigos y amigas me han dicho que han estado en el restaurante y han gozado las exquisiteces que ahí ofrecen. Ahora, los platillos serán más agradables por el entorno. Vos sabés que una buena comida se disfruta al compartirla con afectos en un espacio armonioso. A partir del día dos de julio de 2024 podrás ir con tus amigos y amigas y novio para disfrutar lo que acá digo. Ya sé que cuando vayamos con mi Paty y mi mamá, ellas, antes de llegar al salón y pedir la carta, se entretendrán en ver un arriate que está alrededor del ococ, lleno de plantas hermosas (nunca había sentido el aroma de canela que expide una pequeña orquídea, es una delicia). ¿Mirás lo que digo? Este restaurante cumple con la tendencia universal: vivir la emoción de la experiencia. Acá, la naturaleza se volvió cómplice del chef José Luis Cortés y de su hermana Tania y cada detalle se convierte en una gran experiencia. Insisto, todos los comensales disfrutarán los platillos y el entorno. Hablo del tradicional barrio de Yalchivol. He conocido dos restaurantes con espacios generosos en el barrio, pero algo les ha hecho falta, porque ahora están cerrados. Ya sé qué les hizo falta: pasión. Pasión, cariño y amor es lo que les sobra a los propietarios del Mahi Mahi. Auguro gran éxito para ellos, porque quien los visite saldrá satisfecho, por todo, ¡de todo! Si los comensales han salido satisfechos del local donde iniciaron, ahora, en el nuevo local saldrán doblemente satisfechos. La casa donde estarán ofreciendo sus servicios (a partir del dos de julio) tiene rampas de acceso para los comensales que lleguen en silla de ruedas; cuenta con un amplísimo estacionamiento y demás servicios. Me encantó que hay un mural pintado por un artista del mismo barrio: el famoso Pincelito. ¿Otro mojol? Detalles arquitectónicos están hechos por el maestro albañil, Don Vilo, quien tiene sesenta y dos años de edad, lleva ejerciendo el oficio desde hace 45 años y nació, ¡faltaba más!, en el barrio de Yalchivol. Lo dicho, como decía el famoso grupo musical: “de Yalchivol ¡para el mundo!” Me encantan los espacios abiertos. Sé que a medio mundo le gusta un entorno lleno de armonía. Donde estuvo una galera tradicional para hacer ladrillos, hoy, el sueño que vivió José Luis hace pocos años es una hermosa realidad. Una cinta de emoción envolvió mi espíritu la mañana que estuve en el nuevo Mahi Mahi, viendo los magueyes, árbol de chaya, de guanábana y de maracuyá. Ah, es toda una experiencia. El nuevo restaurante estará en la casa que fue de los bisabuelos de José Luis y Tania. Los bisabuelos se sienten agradecidos con los bisnietos por esta raya de luz que continúa. No hay otro espacio igual en Yalchivol, en Comitán, ¡es un lugar único! Posdata: sé que es difícil esperarse hasta el dos de julio. Mientras llega el día, podés seguir degustando los platillos en el local de siempre, pero a partir de la reinauguración no podés reprimir tu gusto, andá y dale una sobadita de energía a tu pancita y a tu corazón. ¿Cómo es la porra del Politécnico? ¡Huelum, huelum! La porra de la buena comida del mar en Comitán es: ¡Mahi Mahi, Mahi Mahi! ¡Tzatz Comitán!

domingo, 16 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON GUATEQUE

Querida Mariana: el grupo comiteco de danza Paynal cumple dieciocho años, si fuera una persona diríamos que estaría haciéndose ciudadano, podría votar y ser votado. Paynal ha sido ciudadano desde el origen, porque está conformado por gente del pueblo, gente que ama el arte de la danza; ha sido ciudadano, porque ha actuado, en forma generosa, en muchas plazas, parques, auditorios, salones e infinidad de templetes. Paynal ha hecho ciudadanía, llevando la manifestación popular a medio mundo; Paynal ha continuado sembrando tradición, hoy, a dieciocho años de su fundación, es un árbol enorme, robusto, alegre, chingüengüenchón. Tal vez la danza es una de las más vitales manifestaciones del arte. El arte ayuda a fortalecer el espíritu de las mujeres y de los hombres. Cuando una persona está frente a una pintura en algún museo, o ve una cinta en una sala cinematográfica, o escucha ópera, o admira una escultura, o escucha un concierto de marimba, o se emociona al leer una novela o un poema, o se cimbra ante la trama de una obra de teatro, ¡la vida encuentra su mejor sentido! Pero, todas estas manifestaciones artísticas encuentran su mejor síntesis a la hora que un grupo de danzantes mueve sus cuerpos imitando la armonía del universo. Paynal nos ha conmovido hasta el paroxismo durante dieciocho años; ya es una adolescente llena de vitalidad; muchacha bonita, sensual, con aroma de menta, en sus labios y en sus axilas. Recuerdo cuando me dijiste que uno de tus mejores recuerdos es el instante donde la maestra de grupo te eligió para que salieras en el bailable de fin de cursos de tu primaria. ¡Bailable!, qué bonita palabra, nada de baile: ¡bailable! Y es que todo en la vida es bailable. Un día vi en el parque central del pueblo a un chico que recibió una llamada telefónica y dos minutos después colgó y se puso a bailar a mitad del pasillo, alzó los brazos y las piernas y, como si fuera garza, avanzó en una danza maravillosa. El ser humano danza para pedir que llueva, danza para celebrar un acto prodigioso. De niño vi algo sorprendente, un día 10 de febrero; en el atrio del templo de San Caralampio un grupo de muchachitos, disfrazados de diablitos, danzaba en forma frenética. ¿Son diablitos?, pregunté, mi mamá al ver mi cara de asombro, dijo que eran niños disfrazados, que en realidad eran angelitos. Oh, pensé, los angelitos bailan, pero lo hacen cuando se disfrazan de diablitos. Fue una lectura equivocada. En realidad, los ángeles y diablos bailan sin disfrazarse, bailan porque todo es “bailable”. Y primero fue el Verbo, dice la Biblia; si necesitara una traducción diría que la palabra comenzó a bailar para la eternidad, porque las palabras danzan, a veces tienen ritmos de ángeles, a veces danzan a ritmo endemoniado. Igual que vos, bailé un fin de cursos, bailé en el escenario del Cine Comitán, con un grupo de compañeros bailé la danza de “Los viejitos”, que es una danza tradicional michoacana, que exige (obvio) una máscara de viejo y un bordón, como si fuera un sembrador, en cada paso fui golpeando el cayado sobre la tarima, mientras la música nos dictaba levantar una pierna y luego otra. El bailable de los viejitos exige, para mayor verosimilitud, mantener una posición de cuerpo inclinado, como si el cansancio de la vejez estuviera trepado sobre las espaldas. Paynal llega a sus dieciocho años y permanece erguido. Los años pasados sólo han sido como un costal de pétalos de luz, no le pesan, al contrario, las canías y patías de cada integrante tiene alas, vuelan como si fueran patos migrantes, como si fueran colibríes chupando el néctar del alma. Todo mundo baila, aunque no todo mundo tiene la gracia que sí poseen los integrantes de Paynal, muchas personas aseguran haber nacido con dos pies izquierdos, para manifestar la incapacidad de llevar un buen ritmo a la hora de bailar. A mí siempre me ha seducido el movimiento del baile. No bailo en público, pero sí muevo mis pies en casa, cuando pinto, a la hora de retirarme tantito para ver cómo va el cuadro, si encuentro que la magia está presente echo mis pasitos sandungueros. Cuando estoy en una reunión donde hay marimba disfruto mucho ver a los bailarines, me encanta ver cómo sus cuerpos se integran al aire, se vuelven aire. Posdata: los diablitos de La Pila bailaban en homenaje a Tata Lampo; Paynal danza en homenaje a la vida compartida, su alegría y emoción es una cinta que se nos enreda en el espíritu y que nos hace sonreír, en forma plena, como si fuésemos una semilla que nace en medio de la tierra. ¡Felicidades, Paynaleros! ¡Tzatz Comitán!

sábado, 15 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON FESTEJO ESTILO OAXACA

Querida Mariana: desde hace años no como queso. Sí, me lo pierdo, porque el queso es exquisito, sobre todo los quesos chiapanecos. Ah, un plato con frijoles de la olla y quesito encima es, como dice el personaje de Derbez, ¡delicioso! Cuando comía queso comía de todas las variedades, pero uno de mis favoritos era el quesillo, que, entiendo, tiene su origen en Oaxaca. Y si nos vamos a ciudades favoritas debo decir que una de las mías es, precisamente, Oaxaca. Ah, qué chulada de ciudad. El otro día, el sábado 8 de junio de 2024, pasé por el parque de La Pila, como a medio día, iba en mi tsurito, con rumbo a San Sebastián. Antes había pasado por la casa de mi querida amiga Doña Conchita Pérez y miré el pizarroncito que cuelga en su puerta para avisar qué tipo de comida preparó para llevar. Veo a muchas personas que llevan su “toper” para llevar los riquísimos platillos que ella guisa. Por supuesto que sus preparaciones llevan queso. Hay muchas propuestas gastronómicas que tienen al queso como ingrediente fundamental. Al llegar a los chorros miré la enormísima ceiba y algo jaló mi atención. De una camioneta de redilas bajaban tres monigotes: un globo (como esos de Cantoya) que tenía pintados dos nombres: Andrea e Iván; los otros dos monigotes eran las figuras de los novios. Cualquiera pudo imaginar que eran dedicados a Andrea e Iván. Estacioné el tsurito y bajé a argüendear. El maestro Cristofer Lami López (lo escribo tal como escuché su nombre), creador de estas figuras, me explicó que el novio (Iván) nació en Oaxaca y al casarse con una comiteca (en el templo de San Caralampio) decidió hacer un festejo al estilo de su tierra, por eso las figuras que son los llamados monos de Calendas, cuya estructura está hecha con carrizo. ¡Sí, sí! En una ocasión estuve en Oaxaca, tomando una copa de mezcal, en una mesa al aire libre y vimos el paseo de monos de Calenda, acompañados por la tradicional banda. Ah, ese fue un momento sublime de mi vida, porque la visión era realmente festiva, llena de vida, y a la hora que di el primer trago de la copa de mezcal el espíritu se me inflamó. Jamás había tenido esa sensación. Toda bebida espirituosa crea una sensación de bienestar, pero cuando tomaba tequila sentía que en mi garganta pasaba un rastrillo raspándome. Cuando bebí el mezcal el líquido bajó como si fuese una niña bonita deslizándose en un tobogán y de inmediato mi cuerpo recibió un abrazo cálido, como si alguien superior invitara a bailar el alma, mi cuerpo se llenó de un calorcito como si un colibrí aleteara cerca de un fogón. El maestro Cristofer me explicó que después de la misa, donde Andrea e Iván se jurarían amor eterno, habría un ritual celebratorio en la plaza de La Pila, los monos de Calenda bailarían al lado de los novios y serían acompañados por una banda. ¡Qué!, exclamé sorprendido. ¿Una banda? Bueno, no una banda oaxaqueña, pero una banda del municipio de Teopisca. Eso no podía perdérmelo, debía regresar. Mientras platicaba con el maestro Cristofer comenzaron a llegar los invitados, todos ellos con traje y todas ellas con vestidos de gala, bellos, ellos, y hermosísimas, ellas. Me cayó bien un grupo de invitados que, de inmediato, antes de subir por la escalinata del templo, se acercaron al nevero y pidieron nieves. Estaban disfrutando, de veras, una de las tradiciones de nuestro pueblo. ¡El novio, el novio!, dijo una pareja, y vi a Iván con traje, feliz. Subió la escalinata, saludando a amigos que ya estaban en el atrio, se paró en espera de que llegara la novia. Y pocos minutos después llegó ella. El papá abrió la portezuela, le tendió la mano y ayudó a bajar a la hermosísima novia. El otro día te conté que estaba en el templo de Santo Domingo y vi también otra boda, la novia (Cristina Carreri Flores), hermosísima, llegó al templo en un auto setentero, safari de la Volkswagen, impecablemente cuidado. Andrea bajó de una camioneta también perfecta, de un modelo más antiguo, tal vez de los años cincuenta, una camioneta Chevrolet, góndola libre, color verde esmeralda. Me encantó ver estos detalles. Acá nada de limosinas, acá modelos antiguos de coleccionistas, que están perfectamente cuidados, como recién salidos del horno. Ya te conté que el otro día vi en una empresa de Don Enrique Álvarez un vochito, la cosa más hermosa. Alguien me contó que le habían ofrecido trescientos mil pesos y él, en forma contundente, dijo: no está en venta. Claro que no. Los coleccionistas no se desprenden de sus prendas amadas. Un conocedor de autos podría explicar las características de la camioneta donde Andrea llegó al templo. ¡Un verdadero lujo! Así que fui a cumplir un compromiso que tenía y volví al parque de La Pila. Por fortuna llegué a la hora que la misa terminó, desde la plaza escuché los aplausos en el templo y la algarabía por los contrayentes. La pareja y los invitados bajaron por la escalinata, y Andrea e Iván se colocaron frente al grupo donde estaban los monos de Calendas, acompañados por un grupo de hermosas mujeres, con trajes tradicionales, quienes llevaban canastos con flores sobre las cabezas. Y comenzó el guateque, estilo Oaxaca. Ah, qué alegría. Escuché el sonido de las tarolas, de las flautas y, sobre todo, de la tuba. Ah, qué emoción. Cerré tantito los ojos y recordé cuando estuve en Oaxaca, en la galería La Mano Mágica, al lado del enormísimo artista plástico Rubén Leyva y éste me decía ¡oye, oye!, y la banda interpretaba Dios nunca muere. Instantes de lujo. Leyva estaba feliz, había vendido todos los cuadros que expuso en el Museo de Arte. Y ahora, en nuestro Comitán, vi cómo los novios bailaron al ritmo de la banda y tomaron mezcal. El mezcal fue servido para todos los invitados en pequeñas jícaras, nada de esos vasos de cristal llamados “caballitos”, ¡no!, el mezcal, bebida de los dioses, se bebe en huacalitos, del mismo material donde salen los pumpos y los tortilleros. La mamá de mi tocayo Alejandro Culebro tiene sembrado un árbol de pumpo en su casa. ¡Qué prodigio! Parece que en otras partes le llaman Morro. Jamás había visto una boda tan alegre, tan de comunidad. En la mayoría de bodas contienen la alegría hasta llegar al salón donde se realiza el festejo. La boda de Andrea e Iván comenzó en el corazón del parque de La Pila, en el barrio donde nació nuestra ciudad, con el sonido rítmico y armonioso de los chorros, teniendo como testigo a la enorme diosa maya: la ceiba. Y no sólo fue la algarabía de los monos y de las hermosísimas danzantes, todo fue completado con la quema de un “torito” de carrizo, que al prender los cuetes comenzó a danzar por todo el círculo que formaron los invitados. Fue un festejo fuera de lo común. Iván y Andrea fueron, por un instante sublime, los dueños del parque, porque las plazas son comunes, son de nosotros, del pueblo y cuando hay un festejo que alimenta la vida se puede hacer uso de ellas. El parque de La Pila, comiteca, tuvo una muestra pequeña, pero linda, de las costumbres oaxaqueñas. En las tierras de Benito Juárez es proverbial el matriarcado, la capacidad de trabajo y de orden que tienen las mujeres. En el año donde una mujer accedió a la presidencia de la república, en un país eminentemente patriarcal, una mujer comiteca se casó con un hombre oaxaqueño. El día de su boda hubo una maravillosa unión de ambas culturas, en el proverbial parque comiteco se presentó un festejo oaxaqueño que, sin duda, perdurará en la memoria de los contrayentes (pucha, qué palabrita) y la de sus invitados. Ya luego abandonaron la plaza, todo mundo trepó a sus autos de lujo y fueron rumbo al salón donde continuó el guateque, algo ya sólo para ellos, para los invitados. A mí me encantó presenciar su alegría en un espacio público. No fui invitado al festejo, pero no me sentí chalequero, porque el parque es de todos, así que yo fui uno más de ellos y participé de su alegría, de la bendición del cielo comiteco, que llenó de pétalos de luz la tuba de la banda. Mi amigo Jorge recuerda que su papá, cuando estaba muy contento, agarraba una botella de trago y llenaba la pancita del saxofón. Este instrumento musical ya no servía para lo que fue inventado, Don Jorge pasaba con los amigos y les invitaba a echarse un buche de trago en un recipiente inusual. Esto ya está consignado como una forma cultural de nuestro pueblo, ni caballitos, ni copas, ni vasos, ni jícaras, ¡en Comitán se bebe en un sax! Así, también es proverbial aquella amiga que se quitaba la zapatilla, la llenaba de trago e invitaba a los amigos a echarse un traguito. ¡Genial! Todo es válido en el festejo. Se vale decir no a la hora de que alguien insiste en dar una bebida, lo que no se vale es decirle no a la vida. Posdata: Andrea e Iván le dijeron sí a la vida, se casaron en Comitán y tuvieron un festejo estilo Oaxaca, como si al guiso comiteco le agregaran pedazos de quesillo, estilo Oaxaca. ¡Felicidades! ¡Tzatz Comitán!

martes, 11 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON PÉTALOS

Querida Mariana: fue un fruto, el primer alimento del primer ser humano ¡fue un fruto! Tal vez fue un mamey, ya luego fue la manzana, el fruto que Dios les prohibió, prohibición que no se comprende, porque la manzana es un fruto lleno de nutrientes. ¿Y después? Ah, Eva y Adán se echaron un taco de carnitas, Eva se comió a Adán y éste se comió a Eva. El consumo de carne propició que Adán se empanzonara y lo mismo sucedió con Eva. Hace días conocí el restaurante “Pétalos”, un espacio muy agradable, como su nombre lo indica, los platillos incorporan pétalos. Sin duda que Adán y Eva incorporaron pétalos en su dieta, vivían en El Paraíso, bastaba estirar la mano para cortar frutos o flores. ¿Has probado el helado de pétalos de rosa? No como helados porque tienen lácteos, pero Roberto probó uno, en Casa Cora, y dijo que tenía un sabor exquisito. Te he contado que, siendo niño, vivía en El Paraíso, al lado de mi querido papá y de mi amada mamá. Mi madre tenía muchas macetas en los corredores, a mí me encantaba sentarme al lado de una maceta de barro que tenía dos exquisiteces: begonias y tréboles. Me encantaba chupar los pétalos, tenían un sabor exquisito, acidito. La naturaleza es pródiga, benigna. Nadia, maravillosa chef de “Pétalos”, dice que algunas personas no degustan los pétalos que incluye en sus guisos. Qué raro. Olvidan que hay delicias cuyo ingrediente principal es una flor. ¿Quién no ha probado una quesadilla con flor de calabaza? ¿Quién no ha tomado un vaso con refrescante agua de jamaica? Nadia se empeña en llevar al Paraíso a sus comensales, a decirles que hay sabores en la naturaleza que debemos disfrutar. El otro día, Don Quique me invitó a probar una quesadilla de flor de jamaica. Riquísima. Como no le puso queso logré percibir el sabor acidito, sensacional. Nadia innova en la gastronomía comiteca. Andá un día de estos, podés desayunar unos exquisitos chilaquiles con maíz azul o una “Habanera tatemada”. ¡Delicia para el paladar! Nadia estudió gastronomía en la UNICACH y volvió al pueblo para llenar de pétalos el espíritu y el cuerpecito de Comitán. Has visto cómo los enamorados hacen un caminito de pétalos para recibir a la amada, Nadia hace lo mismo, ofrece sus manos llenas de pétalos y riega sabores. Te recomiendo probar el postre de flor de calabaza, acompañado con un frappé de flor de lavanda. Posdata: seguiré visitando espacios novedosos en Comitán, seguiré invitándote a apoyar a nuestros innovadores empresarios. Ellos harán de Comitán la ciudad que nos merecemos, en materia cultural, ya lo dijo mi querido amigo el escultor Luis Aguilar, ¡somos de primer mundo! ¿En dónde está Pétalos? Al estilo comiteco te daré el rumbo, llegá al DIF y da vuelta en la esquina a la izquierda hacia San Sebas, a media cuadra te espera Nadia. Ahora, muchas personas siguen comiendo la manzana, siguen echándose unos ricos taquitos de carnitas y, poco a poco, agregan flores a su dieta y reconocen la bendición de los pétalos. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 10 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON DISTINGUIDOS VISITANTES

Querida Mariana: acá está el Salón de Actos con el mural en la parte posterior. La butaquería se llenó de vida con la presencia de alumnos de primaria del Colegio Mariano N. Ruiz. Nuestros niños y niñas llegaron de visita a las instalaciones de Los Sabinos. Ellos y ellas, lo sabés, estudian en el plantel de San Sebastián, edificio que mandó a construir el padre Carlos y que comenzó a utilizarse a partir de los años sesenta. En el edificio de San Sebas me tocó estudiar la secundaria, porque en ese tiempo ahí estudiábamos los de primaria y de secundaria. Los niños y niñas de primaria estuvieron todo el día en el plantel de Los Sabinos. Los papás y mamás, en lugar de llevarlos a San Sebastián, los llevaron a Los Sabinos. Los de mi generación recuerdan que ir a Los Sabinos, en los años sesenta, era toda una aventura, se llevaba la bolsa llena de “paquitos” de frijol o de chorizo con huevo y una cantimplora con una riquísima limonada. El pasado viernes, los estudiantes de primaria tuvieron algo como un día de campo. No sé si llevaron “paquitos”, lo que sé es que el Maestro Hugo, director general, les ofreció pizza y taquitos, a la hora del desayuno. Pero, antes les dio el mensaje de bienvenida, les dijo que los tres edificios del colegio son su casa, porque todos formamos la familia de los Marianitos y de las Marianitas. Sabés que los seres humanos establecemos vínculos territoriales indisolubles. Vos y yo nos conocimos en este pueblo, donde también nacimos. Todos los que acá han nacido y los que nacerán formamos una comunidad cercana, amistosa, nos reconocemos como cositías. Estos niños y niñas han convivido en un salón de clases, la mayoría seguirá estudiando la secundaria en el colegio, algunos otros irán a otras secundarias, pero (durante toda su vida) se reconocerán como integrantes de la gran comunidad de ex alumnos del Colegio Mariano N. Ruiz, cinta de luz que ya está formada por miles y miles de hombres y mujeres. Los niños y niñas de la primaria recibieron varios talleres lúdicos y distintas actividades que los divirtió mucho. Yo estuve a la hora que el Maestro Hugo los recibió acá en el Salón de Actos, fui testigo de la gran capacidad didáctica que él posee. Primero les dio breves datos del Maestro Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, les enseñó la máquina de escribir que perteneció al sabio nacido en San Cristóbal, más las ediciones originales de los libros que escribió. A continuación, obsequió unas playeras con la leyenda “Rumbo a los 75”, porque el colegio está “andando” en los setenta y cinco años de su fundación. Sí, querida mía, ¡setenta y cinco años! Las playeras las obtuvieron quienes respondieron en forma acertada dos preguntas relacionadas con el tema expuesto; luego hizo algo que me maravilló: les mostró el silbato del padre, el que hacía sonar para llamarnos a clase. Y comenzó una dinámica sensacional: un silbatazo, ¡un aplauso! A ver, a ver, dijo, acá está la Sinfónica del Colegio Mariano, que pase la directora (y una niña se puso al frente): un silbatazo, tres aplausos, dos medios aplausos y un silencio. Los niños y niñas se concentraron y con la indicación de la directora, uno, dos, tres aplausos; dos medios aplausos y un silencio (el medio aplauso consiste en llevar la mano derecha como si fuera un cuchillo y somatarla sobre la palma de la mano izquierda; y el silencio con los labios pegados shhhh). Si los niños y niñas lo hacían bien ganarían el derecho para comer pizza. Al final la Sinfónica lo hizo muy bien, hubo aplausos, caritas de satisfacción y se apuraron a hacer fila para realizar una visita a todos los espacios y concluir con el desayuno ofrecido. Sin duda que esta visita fue una grata experiencia, los vi disfrutar el Rally de conocimientos, donde fueron de un lugar a otro y resolvieron los acertijos. Posdata: los niños y niñas de la primaria llegaron a su casa, a otra estancia de su hogar. Los papás y mamás llegaron a la una de la tarde para llevarlos a la otra casa. Los Marianitos y las Marianitas formamos una gran comunidad, estamos ¡rumbo a los 75!, donde haremos, primero Dios, una gran celebración. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 9 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON UNA PRESENTACIÓN

Querida Mariana: las diputadas Petrona De la Cruz y Andrea Morales Morales presentaron la convocatoria para la Medalla Rosario Castellanos. Nuestra diputada comiteca Andrea Morales dijo en su mensaje que Rosario fue “una mujer sabia y adelantada a su tiempo”. Vos sabés que la Medalla Rosario Castellanos es la máxima presea que otorga el Congreso de Chiapas. El año pasado nuestro paisano el doctor Roberto Gómez Alfaro obtuvo este reconocimiento. Las diputadas integrantes de la LXVIII Legislatura vinieron a Comitán para difundir la convocatoria, hicieron la excitativa para que se le dé la máxima publicidad a fin de que llegue a mucha gente para que en este 2024 haya muchas propuestas, entre las cuales elegirán a la persona que reciba tal distinción. La Presidenta de la Comisión de la Medalla Rosario Castellanos, la diputada Petrona De la Cruz, en su participación sugirió “proponer candidaturas de mujeres a este galardón”; porque la mayoría de propuestas es de varones y no de mujeres. Lo que anotó la diputada Andrea es de importante relevancia, dijo que nuestra escritora “fue una mujer sabia y adelantada a su tiempo”, por ello es reconocida en todo el país y más allá de las fronteras. Acá vemos dos conceptos esenciales para la trascendencia: la sabiduría y la capacidad de ver más allá de lo visible. Ambos elementos permiten abrir nuevas ventanas, donde el aire fluye como ave misteriosa y hermosa. Si unimos las palabras de las dos diputadas que estuvieron en la mesa de honor la tarde del 7 de junio de 2024, fecha en que se celebra el Día de la Libertad de Expresión, podemos decir que el camino está abierto en esta ocasión para que sea una mujer la recipiendaria del galardón, porque en nuestro estado de Chiapas existen mujeres talentosísimas que, gracias a su trabajo, cumplen con creces con el propósito de la convocatoria: “se distinguen por el desarrollo de la ciencia, el arte o la virtud en grado eminente como servidores del Estado, la patria o la humanidad”. ¿Imaginás la maravillosa noticia que sería enterarnos que este año, el año en que nuestra patria eligió a una mujer para la presidencia de la república, sea una mujer la reconocida con la Medalla Rosario Castellanos? En este año conmemoramos el quincuagésimo aniversario del lamentable fallecimiento de nuestra paisana. Sería un verdadero homenaje premiar a una mujer con su nombre; además, sería maravilloso que dicha presea sea otorgada a una mujer comiteca. Ya volé mucho, pero pensá en la trascendencia de lo que digo, con ello, el nombre de Rosario y el nombre de Comitán estarían en la cima del homenaje que debe honrársele a nuestra máxima escritora. Por fortuna tenemos mujeres comitecas que son sabias y que se están adelantando a estos tiempos, mujeres que aportan su talento al engrandecimiento de su patria. Estoy seguro, segurísimo, que en este momento ya llegaron a tu mente y a tu espíritu dos o más nombres de grandes comitecas que, sin duda, darían brillo al galardón. Sí, más de dos. Las dos diputadas, integrantes de la Comisión de Postulación de la Medalla Rosario Castellanos, vinieron a Comitán porque “esta ciudad no sólo fue el hogar de Rosario Castellanos, sino también el lugar donde ella encontró la inspiración para muchas de sus obras”. ¿Mirás? Luego que hicieron la presentación oficial en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Comitán fue la otra ciudad donde se dio a conocer la convocatoria. Los nueve luceros de Comitán iluminan esta celebración; los nueve astros están alineados para hacer el prodigio. ¿Qué debemos hacer los comitecos? Bueno, una institución comiteca debe proponer candidatos. Lo ideal sería (insisto) que le hagamos caso a la Presidenta de la Comisión y propongamos a una candidata con todos los merecimientos para que se honre el nombre de Rosario por todo lo alto. Andá pensando a quién vamos a apoyar ¡con todo! En las redes sociales está la convocatoria. Por favor, que lo antes expuesto no se vea como un mero localismo, ya que cualquier institución del estado de Chiapas puede, como resultará, proponer candidatos diversos. Digo lo que digo por los argumentos expuestos, el simbolismo de este año es esencial. Posdata: la presentación en nuestro pueblo fue en el Museo Rosario Castellanos y estuvieron en la mesa de honor el presidente municipal interino de Las Margaritas, el presidente municipal interino de Comitán, la diputada Petrona y la diputada Andrea, quien leyó su mensaje con precisión y atingencia. ¡Tzatz Comitán!

miércoles, 5 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON FRUTAS

Querida Mariana: estoy sorprendido, contento. He visitado varios negocios geniales. Una amiga me dijo que ha tenido antojo de una nieve de agua. Ella, igual que yo, no toma lácteos. La mayoría de helados tiene leche o crema. Le tengo noticias maravillosas a mi amiga. El otro día, Paty Cajcam y yo visitamos un pequeño lugar agradabilísimo: “Casa Cora”, donde, entre otras maravillosas propuestas, tienen la venta de paletas y helados, con crema, leche y agua, ¡agua! Al ver la oferta recordé un viaje que hice a Tepoztlán, con mi Paty, mis hijos y mi mamá. Después de recorrer algunas calles del pueblo nos sentamos a disfrutar riquísimos helados. Vos sabés que ahí ofrecen diversas variedades. Bueno, pues en “Casa Cora” ofrecen riquísimas paletas y helados sabrosísimos. ¿Cuál es el secreto? Que todo está hecho con frutas naturales. Oí: la nieve que probé está hecha con agua, fresas, hierbabuena, mascabado y un “pitz” de tequila. Todo natural, todo exquisito. ¿En dónde está “Casa Cora”? A una cuadra de Jurisdicción Sanitaria. Bajás con rumbo a La Pilita Seca, los de mi generación identificarán el lugar porque está dos casas más abajo del que fue el consultorio del dentista Robles Domínguez, quien, ya te conté, fue el primer noviecito de Rosario Castellanos. El lugar donde está Casa Cora es muy agradable, en el patio central tienen mesas y sombrillas, llenas de flores. En el sitio hay un temazcal. Ofrecen clases de yoga, piezas artesanales de excelente factura, wafles y ¡las nieves, helados y paletas! Tenés que ir, querida mía. Sé que disfrutarás los sabores naturales. Claro, lo fino ¡cuesta! ¿Querés paleta de diez pesos? Andá a los lugares donde ya sabés, donde las paletas están hechas con productos procesados. Las paletas y helados que ofrecen en Casa Cora son artesanales. A ver, te cuento rapidito, los productos los elaboran en una comunidad cercana a La Independencia, que se llama La Patria (pucha, qué bonito nombre). Los hermanos Gómez Flores tienen su fábrica allá. Juan Daniel, quien fue el que me atendió, dijo que privilegian ofrecer productos sanos. La paleta cuesta cuarenta pesos (¡lo vale! ¡vaya que lo vale!). Para que te animés a ir pronto, muy pronto, te daré una breve relación de los sabores que ofrecen: zarzamora, kiwi y piña, melón, sandía, mix de varias frutas con chamoy, limón con hierbabuena, piña con limón y mermelada de pitaya morada. ¡Genial! Hay más sabores, tenés que ir y seguro que vas a querer probar todos. Sé que vos no regateás en cuestión de salud y de sabor. Pero fijate que los días martes hay oferta, así que si querés aprovechar tu dinerito, ellos te consienten, porque por cuarenta pesos podrás disfrutar de dos paletas en lugar de una. Dan servicio de 10 de la mañana a dos de la tarde, y luego abren de nuevo de cuatro de la tarde a ocho de la noche. Todo te encantará, el lugar y los productos que ofrecen. Juan Daniel me platicó que han participado en la Feria del Maíz que celebran en Los Riegos, ahí ofrecen helados de elote, de maíz rojo y morado. Hay que estar pendientes de la fecha para ir a conocer esas exquisiteces. En Día de Muertos preparan helado de cempasúchil. ¿Mirás cuánta generosidad, cuánta innovación, cuánta creatividad? Posdata: digo que estoy gratamente sorprendido. Malena me dijo el otro día que ha conocido a muchos chefs que están ofreciendo platillos con gran sabor y creatividad. Un día de estos te contaré de otro lugar maravilloso que conocí, un restaurante donde su chef ofrece ricos platillos aderezados con flores. Ya te contaré. ¡Tzatz Comitán!

martes, 4 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON DEPORTE DE CONJUNTO

Querida Mariana: me obsequiaron esta fotografía. Acá se ve a los integrantes de la selección de fútbol soccer de la Escuela Primaria Fray Matías de Córdova. Este equipo resultó campeón del Torneo Futbolito Bimbo, ya se prepara para participar en el torneo estatal. El segundo de la primera fila es Carlitos, ilustrador de los cuentos de Arenilla-revista. El cuarto chico de esa fila es Mauricio Figueroa, a quien tuve el privilegio de saludar y felicitarlo. Por ahí también anda un nieto del admirado arquitecto y cronista Pepe Trujillo. Ellos estudian, entiendo, el quinto grado, en la primaria donde estudié. Ah, el quinto grado me tocó llevarlo con el maestro Juanito, papá de mi amiga la poeta Mirtha Luz Pérez Robledo. Ahí estudié en los lejanísimos años sesenta. Ahora estos chicos lo estudian en el 2024. Nunca fui seleccionado de algún deporte en mi escuela. En una ocasión fui llamado para participar en un equipo de básquetbol, el deportista más renombrado me llamó y dijo: “¿querés jugar con nosotros?”, yo, casi como la clásica escena de cine donde el aludido mira hacia todos lados para ver a quién se refiere, puse mi dedo gordo contra mi pecho y pregunté: ¿yo? Sí, vos, dijo él. No había terminado de decir el vos cuando de inmediato, sonriente, feliz, dije que sí, que quería jugar con ellos. Bueno, dijo él, entonces vamos a ver a tu papá para que nos patrocine las playeras del equipo. Sí, vamos, dije. Inocente como soy, jamás entendí que me invitaron sólo para que mi papá soltara la paga para el uniforme, lo entendí cuando, en todo el torneo, me la pasé sentado en la banca. Por fortuna, todos los seleccionados que acá se ven han ganado el lugar por su disciplina y habilidades para jugar este deporte de conjunto, el deporte más practicado en todo el mundo. Vi esta fotografía y hallé varios elementos que son esenciales para la convivencia social. Todos los chicos de la segunda fila están abrazados, forman una sexteta unida. Unión es lo que se necesita para lograr el triunfo, coordinación. Cuando se forma parte de un grupo es preciso caminar por la misma senda, hacia la misma dirección. En el caso del deporte comienzan a tener conciencia de que una buena alimentación es esencial para la vida; además pepenan elementos de disciplina; reconocen que el carácter se forma en la voluntad. Los malos hábitos pueden erradicarse. Quien se dedica con devoción a la práctica de un deporte dice no a los vicios. Sé que vos tampoco has participado en deportes de conjunto, pero sí te dedicás en cuerpo y alma a practicar la carrera, no lo hacés, como estos chicos, para participar en competencias, lo hacés por tu salud física y mental, por mero divertimento. Ya te conté que en la canchita de San Sebastián había un lema escrito: “Mens sana in corpore sano”, lo mandó a pintar el padre Carlos, lo que en buen español significa que hay mente sana cuando hay un cuerpo sano. ¡Ah, qué importante es poseer en estos tiempos una mente sana! Como decía Kalimán: quien domina la mente ¡domina todo! Estos chicos, practicantes de fútbol soccer también practican a dominar la mente, a dominar sus impulsos primarios, se someten (con gusto) a las reglas del deporte, salvo el portero nadie más puede tocar el balón con las manos; cosa contraria en el básquetbol. Aprenden (aunque es difícil) a ser moderados en la victoria y en la derrota. Los vencedores deben manifestar su alegría sin herir los sentimientos de los vencidos y éstos deben aceptar la derrota como una gran lección de vida, porque los campeones saben que no siempre estarán en el sitio de honor. La práctica de un deporte, el que sea, es una buena siembra. En tu caso vos disfrutás la carrera, no competís contra nadie, lo hacés como un gran disfrute de vida, con la máxima de que la competencia más importante en la vida es con uno mismo. Estos chicos no lo saben bien todavía, pero, en compañía, también buscan eso, forjar su personalidad, reconocer que en la vida el mayor desempeño es el compromiso personal, el crecimiento intelectual y físico. Posdata: como fue una competencia vi rostros de alegría en los integrantes de este equipo y vi lágrimas en las caritas de los vencidos. ¡Así se forja el carácter! Sin duda que la Matías celebró mucho este torneo, porque no sólo los chicos obtuvieron el triunfo, también la selección femenina logró el pase a la fase estatal. ¡Bien! ¡Tzatz Comitán!

lunes, 3 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON UN LUGAR ESPLÉNDIDO

Querida Mariana: hace calor, demasiado calor. Nuestro pueblo está a 1,600 metros sobre el nivel del mar y siempre lo estará; es decir, siempre habrá más calor en Tuxtla, porque está a 500 metros sobre el nivel del mar. Hace mucho calor en Comitán, pero, a diferencia de Tuxtla, si buscás una sombrita de árbol, el calor se deshace en el aire agradable. En Tuxtla, estás en la sombra y seguís sudando, en Comitán ¡no! Así que, sin necesidad de salir de la ciudad, podés hallar espacios agradabilísimos. Uno de éstos es el restaurante La Casa de los Cortes, Piensa en mí, la casa que el amor construyó. Así hay un letrero: “la casa que el amor construyó”, con eso está dicho gran parte de lo que este espacio significa, el querido maestro Sergio, casi casi como si redefiniera el paraíso ha ido modelando este espacio con una gran pasión, con gran gusto, con gran respeto por la naturaleza. El otro día estuve ahí, tomando un café sin azúcar y leyendo un libro. Todo mundo se quejaba del calorón, menos yo, porque estaba sentado en un lugar lleno de árboles y de obras de arte que es abrazado por un viento agradabilísimo. Si querés estar en un lugar maravilloso, te invito a que vayás con tu novio, que tomen un vinito o un té helado de hierbabuena y platiquen galán o lean un libro y lo comenten. Nada de andar con chismes, jodiendo honras ajenas. Vos sabés que soy experto en nada, por lo tanto, no reconozco los nombres de los árboles, pero el maestro Sergio pensó en nosotros, los neófitos, y colocó letreros al lado de los árboles, así puedo presumir que recibí la sombra de un pirul, de un sauce, de una mora (que da frutos en racimo), de una jacaranda, de un sabino, de un eucalipto, y me llené de la esencia de las orquídeas, de la granada y de muchos ángeles hechos en barro. Estuve cómodamente sentado, pero tuve la sensación de arrodillarme ante ese nicho divino, abrir los brazos y recibir la bendición del aire. El silencio aromó la mañana, asimismo descolgó el sonido de esas campanillas de viento que cuelgan de las ramas y exhalan su melodía cuando las manos del viento los toca. El reflejo fue instantáneo, crecí escuchando las campanas del templo de Santo Domingo convocando a misa, ahora, en ese íntimo espacio, tuve deseos de cerrar los ojos y orar, dar gracias por esa fiesta de sentidos, donde la mirada se posaba como colibrí y los oídos reconocían las mismas notas que Bach dibujó en su pentagrama. El mar está lejos de Comitán, muy lejos, muy lejos los silbatos de los barcos, el rumor de las olas golpeando contra los malecones, pero este espacio es como un caracol de mar que contiene la armonía que hipnotiza a piratas y sirenas. Disfruté mucho la mañana. Por un momento dejé en el centro de la ciudad el calorón y las carreras del día a día; por un momento se quedaron sin mí: la mujer de las prisas, los camiones vomitando humos, los de vialidad con sus pitos y sus destornilladores para quitar placas; por un momento sentí la mano afectuosa de la naturaleza y su boca besándome, susurrando a mis oídos: la vida es fugaz, pero los instantes pueden ser eternos. El maestro Sergio mandó a pintar un letrero, en la entrada del salón principal: “la casa que el amor construyó”, ese amor no ha descansado, continúa en cada detalle, en cada lugar donde se posa la mirada. Todo está pensado para agradar, para bendecir la vida. Un poco más allá está el desmadre del periférico, donde los tráileres se pedorrean en forma insolente, donde las putitas se muestran en pasarela sobre una alfombra de polvo. En la casa que el amor construyó hay una barrera de aire que conjura todo lo exterior, este espacio es como una burbuja afectuosa, llena de dulces recodos. Posdata: si no lo has hecho, te invito a que vayás con tu novio, elijan el lugar que deseen, pero yo les sugiero que conozcan todo el espacio, pero reposen un buen rato en una mesa al aire libre, estoy seguro que esta experiencia de rocío les humedecerá el espíritu, el alma. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 2 de junio de 2024

CARTA A MARIANA, CON LA CINTA DE LA AMISTAD

Querida Mariana: durante un buen tiempo estuve como alumno, luego como maestro. Cuando fui maestro tuve muchas chicas y chicos como alumnos. Muchos de ellos se volvieron amigos, amigos cercanos. No todos. Algunos deben tener malos recuerdos y me ignoran. Hacen bien. Carlos sí se volvió mi amigo. Cuando lo encuentro platicamos en forma agradable. Él tiene buenos recuerdos de mí y yo de él. Carlos, desde hace varios años, es propietario de la empresa “Servicio Camacho”, que está en la famosa “Esquina amarilla”, al lado del bulevar, frente a la colonia Miguel Alemán. Vos sos una chica bella, esbelta. Con esto quiero decir que no tenés el problema de las “llantitas” que sí tienen muchas amigas, pero tu auto necesita de vez en vez un cambio de llantas porque éstas se hacen lisas por tanto rodar en carreteras, así que cuando tu auto pida un cambio de llantas te recomiendo que pasés a visitar a mi querido Carlos, ahí te atenderá con gusto y conocimiento. Tuve el privilegio de haber conocido a su papá, Don Isidro Camacho, quien era el distribuidor autorizado de las chelas “Corona”; conozco a su mamá, Doña Delia, quien, todo mundo lo sabe, se ha dedicado a llenar de sabor el pueblo con sus riquísimos pasteles. Lo que quiero decir es que Carlos es integrante de una familia de trabajo, porque sus hermanos, igual que él, heredaron la tradición de sus papás y éstos de los suyos, porque el papá de Don Isidro, del mismo nombre, también fue un hombre de negocios, de esos seres que no descansan, que trabajan en forma honesta. El otro día compartí una fotografía donde está el edificio del famoso restaurante “Tono Gallos”, dicho espacio está a pocos metros de la Esquina Amarilla, de mi amigo Carlos. Lamentamos la desaparición del restaurante, porque llenó de identidad a este pueblo; pero seguimos celebrando que Carlos continúa con la tradición de trabajo de su familia, donde hay historias fantásticas, la más reciente fue la noticia de que su hermano, el capitán piloto José Antonio Camacho, recibió un homenaje por la labor que realiza desde el cielo al regar semillas para que una zona de nuestro Chiapas se reforeste. ¿Mirás? Nuestro capitán siembra desde el cielo y Carlos siembra vida desde la tierra, sirviendo a todos los automovilistas para que tengan autos con zapatos nuevos. Por eso insisto, vos no tenés llantitas en la cintura, pero si necesitás llantas para tu auto o para el de tu novio ¡no dudés!, el sitio es la empresa de mi amigo Carlos, frente a la Colonia Miguel Alemán. Pero digo que en la familia hay historias sorprendentes porque Chilo, hermano mayor de Carlos, estudió ingeniería, pero desde hace muchos años se ha convertido en un experto en atención de mascotas. Dejó olvidado el título universitario de ingeniero y se dedicó a ejercer su pasión, que inició con su amor por los perros. La familia Camacho ha aportado al desarrollo de Comitán y de Chiapas. El taller de Servicio Camacho está a pocos metros del restaurante Tono Gallos. El día que subí la fotografía de este local aparecieron datos muy importantes: el inicio estuvo en la casa particular de Don Antonio Moreno, quien era gallero y mandó a hacer un pequeño palenque en el patio de su casa. Los fines de semana organizaba peleas de gallos y, entre semana, colocaba unas mesitas y sillas para dar servicio de comida. Ahí comenzó la gran tradición de las diversas y riquísimas botanitas. Luego, la hija se pasó a otro local (frente a la actual casa del gran maestro marimbista Flavio Molina); al final construyeron un local grande, local que ahora ya está cerrado. El día que saludé a Carlos husmeé un poco en el local del restaurante y encontré un aviso de bazar los días lunes donde están vendiendo todos los enseres. Parece que el cierre es definitivo. Una gran historia del pueblo termina. Posdata: me dio mucho gusto saludar a Carlos, fue mi alumno, él me recuerda con afecto y yo le tengo gran cariño. ¡Tzatz Comitán!