miércoles, 10 de julio de 2024

CARTA A MARIANA, CON BUENAS INTENCIONES

Querida Mariana: mando foto de un Paralibros, chunche maravilloso. ¡Mirá cómo se llama! ¡Paralibros! El nombre lo dice todo, no queda duda alguna y para corroborarlo, vemos en la ventanita que adentro hay libros, pero ¡ay!, la gran tragedia: el pinche paralibros lleva meses clausurado. Es un chunche que está en el Pasaje Morales, en el mero centro de Comitán. Estuve el día que se inauguró hace ya varios años y fui testigo de cómo llegaban niños y niñas a hurgar la oferta bibliográfica; de igual manera atestigüé la labor que realizaba un chico encargado del paralibros que era muy buen cuentacuentos, los niños y niñas se entusiasmaban cuando él tomaba un libro y les leía cuentos infantiles, casi actuándolos. ¡Y se asomó el oso…!, y él hacía los sonidos de un oso gruñón. ¡Era genial! Pero algo sucede en este país de muérdago con las cosas buenas, siempre, ¡qué jodido!, lo mediocre y lo negativo es lo que aparece en la cima y nubla las buenas ideas. ¿Quién, en este país de analfabetos funcionales, estaría en contra de la promoción de la lectura? La lógica indicaría que ¡nadie!, ah, pero la lógica no funciona en este sistema de gobierno, y muchos grandes proyectos se cancelan. Tiene muchos meses, muchísimos, que el Paralibros de El Pasaje está cerrado. Sus ventanas presumen grandes candados. ¡Encerraron a los libros, les quitaron sus alas! En ocasiones, como me tocó a mí, algún despistado se acerca a ver los títulos y lamenta que no estén al servicio de la patria. Este programa de Salas de Lectura es patrocinio de Coneculta. Acá se trataba de poner libros al paso de las personas, es una de las mejores maneras de acercar la lectura. Las bibliotecas, lo sabemos, son espacios que no están en el camino de los peatones, la gente tiene que acercarse y como en este país (en este estado, en esta ciudad) no hay costumbre de leer, pues la gente no va a las bibliotecas, como si va a los estadios y a los masivos de la feria. El otro día fui a la biblioteca y no hallé más que al personal que ahí labora, bostezando, revisando sus celulares, platicando. ¿No se les ha ocurrido que alguien del personal podría ir en las mañanas y en las tardes a atender este Paralibros? No, a nadie se le ha ocurrido y el bendito chunche de El Pasaje es un armatoste que para nada sirve, cuando bien podría servir para que niños y niñas del pueblo viajaran a través de los libros de aventuras. No alcanzarás a leer lo que dice este armatoste en el mensaje frontal, pero lo transcribiré: “Bienvenido a este Paralibros, un espacio público con servicio gratuito para gozar del libro y la lectura. Solicita tu credencial para préstamo a domicilio. Te esperamos”. Cabrones mentirosos. No nos esperan, los lectores somos quienes nos hemos quedado esperando. Los libros cerrados son ventanas clausuradas, los libros abiertos son ventanas para vivir el universo. Acá, la autoridad (qué boba) ha cerrado puertas a la imaginación, a la inteligencia. Son unos ineptos, por decir lo menos. Qué pena. Bien dicen que el infierno está empedrado de buenas intenciones. Esto fue un buen intento, ahí está como un monumento a la estulticia, al agravio. México es un país de pocos lectores. Pues sí, cómo no. Nosotros, lo sabés, en Arenilla, en cada número publicamos un cuentito infantil e invitamos a los papás y a las mamás para que compartan la lectura con sus hijos e hijas. Nuestra revista, gracias a la generosidad de nuestros patrocinadores, llega a cientos y cientos de lectores en forma gratuita, la distribuimos en puntos conocidos (como la Proveedora Cultural y Estética Vanity, espacios cerca del centro de la ciudad) y el equipo se encarga de repartir en domicilios, es lo que llamamos servicio VIP (Viaje Inteligente Pactado). Lo hacemos para contribuir al desarrollo intelectual. ¿Contamos con el apoyo de las instituciones gubernamentales en esta empresa? ¡Ay, querida niña, ya te contaré! Posdata: ¿debemos dejar que nuestra niñez y juventud mexicanas estén ayunos de lectura inteligente? Digo que no, sostengo que no. La única forma de que este país crezca en armonía, en medio de tanta mierda, es mediante la reflexión inteligente y la imaginación, herramientas que proveen los libros, los amados libros, que acá, en este chunche, han permanecido enjaulados por decisión de quienes tienen en sus manos la “cultura oficial”. ¡Tzatz Comitán!