miércoles, 24 de julio de 2024

CARTA A MARIANA, CON PARÍS

Querida Mariana: muchos amigos y amigas han estado en París, comparten fotos al lado de la Torre Eiffel, que la Marita le decía la Torre Infiel, porque su marido tenía el apellido de La Torre. Las Olimpiadas del 2024 se celebrarán en París, oh, la la; París, la llamada capital del amor, la del famoso río Sena, de los Campos Elíseos (saludo a Eliseo Palacios, Cheo). París, la de “Rayuela”, de Julito Cortázar; París, la de César Vallejo (“…me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo…). París, la ciudad donde reposan los restos de Porfirio Díaz y los restos de Carol Dunlop, la última compañera de Julito. París, la de cabellera con aroma de menta, la que me deslumbró en los años noventa, la que fue mi sueño alado, la de los tambores, la de los grandes arcos, la de música de acordeón, la ciudad de Edith Piaf (non, Je ne regrette rien), con sus erres arrastradísimas, como si jalara un inmenso ramo de flores de lavanda. La París de Hemingway, la de Diego Rivera, la del gran Picasso, la del no menos genial Modigliani (¡salve, oh, maestro!) La París de la bellísima Brigitte Bardot, la del cineasta Truffaut (sí, también la de las trufas). La enormísima ciudad que una amiga en Puebla me dijo que la hicieron para enamorar a todos los que llegaran a ella, la que seduce, la que es como una gran ventana, la de los lentes oscuros, la que tiene a Cannes a la orilla. La de Kieslowsky, con su rojo, blanco y azul, los colores de la bandera de tul. Desde cualquier lugar del mundo se ve la Torre Eiffel, basta trepar al Mirador de Comitán, pararse de puntillas, sosteniéndose en el barandal, para ver la punta de la Eiffel (si no todo mundo la ve es porque no tiene un sextante para ver dónde está ubicada, a veces la gente se confunde y lo que ve es una torre de transmisión en lo alto de Los Cuchumatanes). Cada persona tiene su París particular, esencial. Quienes ya estuvieron de visita tienen sus lugares favoritos, no falta el que ama una sala del Louvre (puede ser donde está La Gioconda), otros recuerdan al Museo d’Orsay, porque se fascinaron con un cuadro de Renoir donde los azules son la esencia. París es la de todos los gustos, la de todas las miradas. No hay ser humano que no caiga rendido a sus pies. Cuentan, no sé si sea cierto, que cuando fue invadida por los alemanes hubo orden de colocar bombas en muchos edificios y hacerlas explotar y los encargados de cumplir la orden se rebelaron, porque no era posible destruir tanta belleza. Andá a saber si es cierto lo que cuentan, pero da idea del portento de ciudad que es. Desde Comitán hay mucha gente que ama la Ciudad Luz. El otro día fui al café de La Flor de México, en la Colonia Miguel Alemán, y al entrar lo primero que vi fue una serie de litografías que muestran lugares de París. Hay chicas que se llaman Paris (así, sin tilde), el nombre es prodigioso, es como si el agua de su bautizo las acompañara en las cascadas de luz de todos los días. París es un acordeón (por eso, lo usamos mucho en los salones), pero también es un piano, un bongó, una guitarra eléctrica, es un coro monumental, es una lluvia de reflectores, un lago recostado en el lado izquierdo del espíritu; París es una batería, un solo cantado por Charles Aznavour. Todas las chicas de los setenta estarán de acuerdo en decir que París estuvo sintetizado en el divino Alain Delon, el chico más bello del mundo (Julito Cortázar escribió un maravilloso cuento donde narra una pelea de box, organizada por el actor Alain Delon. Sí, el cuento se llama “La noche de Mantequilla", recordá que Mantequilla Nápoles fue un excelente boxeador). Pero, ahora que escribí mantequilla recordé también la película de Bertolucci, que se filmó en París, donde la bellísima María Schenider recibe el dedo del enormísimo actor Marlon Brando, lleno de mantequilla (¿fue el dedo?) Esto también es París, el Crazy Horse y el Molino Rojo y los dibujos sublimes de Toulouse Lautrec. Posdata: a mí me encanta ver y rever la cinta de mi admirado Woody Allen que se llama “Medianoche en París”. Woody también es París y es Manhattan y ahora que lo menciono, también es Comitán. A huevo. ¡Tzatz Comitán!