sábado, 6 de julio de 2024

CARTA A MARIANA, CON UNA NOTICIA

Querida Mariana: ¿has visto que los periódicos y la gente dice: “la noticia corrió como reguero de pólvora”? Es un lugar común. ¿Reguero? El diccionario dice que reguero es una corriente que se hace de un líquido. En término estricto la pólvora esparcida no hace un reguero sino un caminito. Vos y yo hemos visto en películas cómo alguna persona riega pólvora para provocar una explosión, con un bulto lleno de pólvora hace un camino y en un extremo suelta un cerillo y la llama corre como maratonista. “La noticia corrió como reguero de pólvora”, es un lugar común que se usa para decir que la noticia llegó a muchos oídos a gran velocidad. A veces no sólo es una noticia sino un simple rumor que se propala o un mero chisme, del cual los comitecos somos expertos, siempre (así nos lo dice la tradición) el pueblo ha sido dado a chismear, nos gusta. Claro, en defensa, muchas personas dicen: “no, no somos chismosos, somos comunicativos”. Pues sí, desde siempre hemos sido comunicativos. Ya te conté que tengo una amiga que agarró sus chivas y se fue a vivir a la gran Ciudad de México, una vez la encontré en aquella ciudad, fue una de esas coincidencias maravillosas, porque coincidir en una ciudad que tiene más de diez millones de habitantes ¡no es poca cosa! Ella compraba su despensa en una gran plaza y yo andaba bobeando, como ella había dejado a sus criaturitas en el colegio, tenía tiempo para que platicáramos un ratito, porque nos dio gusto encontrarnos, me invitó a un café, entramos a uno de esos locales siempre pulcros y pedimos dos cafés espresso (en ese tiempo aún tomaba café). Y ya podés imaginar por dónde fue la plática, ella contó cómo le había ido, sus hijos, su esposo, contó que estaba escribiendo una novela, que ya le habían publicado un cuento en una revista literaria de Colombia; es decir, su vida iba bien. Por mi lado le conté también cómo iba mi vida, qué había llegado a hacer a la gran ciudad, le di una relación extensa de películas que había visto y, fue inevitable, le conté cómo andaba el pueblo y le di noticias de la vida de algunos amigos comunes (es normal) cuando comencé con el tercer nombre de los amigos ella me paró, como si fuera uno de esos agentes viales que te paran en la carretera me mostró la palma de la mano derecha y dijo: ¡no, no quiero saber nada!, y explicó que había vivido muy tranquila sin saber vida y obra de la gente del pueblo y fue cuando me soltó lo siguiente: “vivo muy en paz aquí, porque acá nadie se mete en tu vida”. Entendí que no le gustaba el chismorreo que se da en el pueblo. Ahora, con el crecimiento, en el pueblo ya el chisme le ha bajado intensidad. Ya “la comunicación” no corre como reguero de pólvora. ¡Falso! El pueblo ha crecido, pero en forma exponencial también ha crecido el aparato digital de la comunicación. Ahora, con los celulares y las redes sociales la noticia, el rumor y el chisme llegan en forma inmediata. El reguero de pólvora se ha convertido en un destello inmediato. El Juan dice que ahora ni siquiera se ha dado el acto y ya todo mundo lo sabe. Siempre que platico con mi compadre Alfonso y hablamos de este tema, él se lleva la mano a la frente y se persigna, da gracias a Dios porque en nuestros tiempos de juventud no hubo celulares ni redes sociales. “¿Lo imaginás?”, me dice. Sí, sí, a mí también me da cierto escozor (a mí sobre todo, que fui tremendo, que hice cosas inimaginables). En nuestros tiempos juveniles todo corría como reguero de pólvora, pero no había imágenes que nos avergonzaran de más; el chisme volaba de un lugar a otro del pueblo, como si fueran campanadas se escuchaba el rumor en el barrio de Guadalupe y en La Cruz Grande, bajaba hasta el centro, ahí patinaba tantito frente a la manzana que ahora ya no existe (que la picardía natural del pueblo bautizó como la manzana de la discordia) y luego, ya en tobogán, bajaba a San Sebastián, a La Pila, a La Pilita Seca, a Yalchivol y ya se ahogaba en el Río Grande. Ah, era maravilloso, era maravilloso siempre y cuando vos no fueras el protagonista de los actos vergonzantes. Hoy, existe más tolerancia, se sabe que a todo mundo le va la cita bíblica que dice: “el que esté libre de culpa que tire la primera piedra”. No hay una persona pulcra, todos tenemos nuestros pecaditos, somos seres humanos pues, caemos en la tentación, cometemos errores. Todos los días escucho la oración del Padre Nuestro donde los creyentes le piden al Dios “no caer en la tentación”. ¡Ay, padre, el que esté libre de tentación que tire el primer deseo! Somos seres humanos, parte de nuestro ser es el morbo. Vos y yo somos grandes lectores, desde siempre. Vos y yo comenzamos a leer desde pequeños; es decir, llevo más de cincuenta y cinco años, y vos llevás más de veinte años. La lectura nos encanta, le entramos parejo a la lectura, hay libros muy interesantes de muchas materias, pero, sobre todo, vos y yo leemos ficción literaria: cuentos y novelas. ¿Por qué nos seduce la lectura? Ah, porque en las historias que ahí nos cuentan los autores el chisme corre “como reguero de pólvora”, nos permite entrar a habitaciones donde la tentación es cosa de todos los días, aprendemos un poco del mundo de las tentaciones humanas, vemos cómo es el carácter de las personas y hallamos cómo nos enfrentamos a las veleidades del mundo. ¿Hasta dónde llega nuestra fuerza de voluntad? Ah, la liga se estira, pero llega el momento en que se rompe. No hay liga infinita. Todo es muy frágil, frágil es la voluntad del ser humano. Somos, por naturaleza (¿mirás lo que digo?), por naturaleza somos morbosos, nos mueve saber qué pasa en la recámara adjunta. La lectura sacia el hambre morbosa, porque, en lugar de andar husmeando en casas de gente conocida, entramos hasta el fondo de recámaras de personajes literarios. Esto es la gran aventura, porque no jodemos honras ajenas de personas conocidas, a quienes podemos lastimar al propalar rumores infundados. Las historias que conocemos en los libros son verídicas, cuando leemos una historia la volvemos a encontrar en una relectura, no cambia ni una coma. En cambio, en los rumores que circulan en todas las ciudades (incluso en las grandes, como en la Ciudad de México, así mi amiga jurara que no era así) no siempre se dice la verdad. A mí me encanta escuchar lo que Armando dice: “¿vos fuiste el colchón?”, cuando alguien asegura que fulanita se acostó con sutanito. Hay historias que se dan a la luz y existen historias que se desarrollan en lo oscurito. A mí me encanta escuchar las historias que cuentan los propios protagonistas, la historia personal, sin intervención de ajenos. Me encanta escuchar historias propias. A mi amiga Paty Cajcam le sucede lo mismo, ella es feliz cuando lee una autobiografía. Mirá la importancia de lo que digo: autobiografía; es decir, la persona cuenta de primera mano lo que vivió. Recordá que el gran escritor Gabriel García Márquez nos dijo que la vida “no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la cuenta”. Gabo no fue un bobo, fue un gran escritor, un gran “inventador” de historias y un gran “contador”, nos dejó en herencia grandes novelas y grandes cuentos. El lector de sus novelas y cuentos entra a un mundo donde los personajes caen en las tentaciones y si no caen muestran sus arrepentimientos, porque muchos sabios dicen que lo peor que puede sucederle a un ser humano es no cumplir el deseo. ¡Dios mío, qué declaración tan polémica! Los que están en el otro lado recomiendan reprimir deseos insanos. Las noticias corren como reguero de pólvora, pero debo decir que hay noticias verdaderas y noticias falsas (éstas son los llamados chismes, y en muchas ocasiones son las puñaladas que dañan los espíritus). Por otro lado, dentro de las noticias verdaderas también hallamos unas que son felices y otras tristes o dramáticas. Por lo regular, a la gente le mueve más la tragedia, pero una personalidad sana nos exigiría conocer y celebrar las noticias alegres, las luminosas. Veo en redes sociales cómo lamentamos los fallecimientos de gente nuestra y celebramos las bodas o los bautizos o (en estos tiempos del año) las noticias de chicos y chicas que se gradúan, que terminan ciclos escolares y pasan a los siguientes. Celebramos la vida y las noticias buenas también corren como reguero de pólvora y nos sentimos bien. Ah, cómo festejamos cuando algún paisano tiene un logro académico o deportivo o social. La noticia corrió como reguero de pólvora: la académica Leticia Bonifaz Alfonzo recibirá el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Chiapas. ¡Qué noticia tan agradable! La noticia corrió como reguero de pólvora y Comitán la celebró. La doctora Bonifaz Alfonzo es una comiteca que nos llena de orgullo. Posdata: asimismo, los lectores nos congratulamos con la noticia que corrió como reguero de pólvora: la escritora Maritza Buendía recibió el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima 2024, con su novela “Cielo cruel”, donde (dicen los expertos) se cuenta “el descubrimiento del deseo en tres generaciones de mujeres”. Ah, te lo dije, ahí está el chisme sabroso. Tres generaciones de mujeres caen “presa” del deseo. Esta tentación ha modificado su esencia con el correr del tiempo, no fue lo mismo el deseo en los años cincuenta del siglo pasado que el deseo en estos tiempos. La noticia ha corrido como reguero de pólvora, a la par la cultura también ha modificado sus ramas. ¡Tzatz Comitán!