miércoles, 21 de mayo de 2025
CARTA A MARIANA, CON TRAZOS
Querida Mariana: Pau y yo pasamos por el parque central, íbamos a comprar unos esquites. La tarde era generosa. En estos tiempos todo mundo se queja del calor, pero a la hora que pasamos por el parque central el clima era el más espléndido de todo Chiapas, corría un viento muy agradable, que llegaba desde La Ciénaga. Había gente en las bancas, niños corrían, otros daban arroz a las palomas, cuando las palomas se saciaban las veíamos trepar a un árbol framboyán, tea ardiente en naranjas y rojos.
Caminábamos jugando, contábamos diez pasos sobre las lajas del parque, nos deteníamos y contábamos en retroceso: diez, nueve... Al llegar al cero iniciábamos de nuevo la caminata. Pau dijo que nunca llegaríamos al puesto de esquites, se rio. Yo, como en el famoso anuncio televisivo, dije que estábamos haciendo más intensa la sed. Pero Pau se cansó del jueguito y dijo: ¡ya, ya!, y caminamos con paso normal, fue cuando nos topamos con el artista pintando un retrato de Rosario Castellanos Figueroa, sobre dos láminas de madera que, a través de bisagras, simulaban un libro abierto. Como la niña que acá se ve, nos detuvimos a ver el trabajo del artista, quien es un experto pintando con aerosol.
Nosotros imitamos a la niña espectadora. La pintura estaba inconclusa, pero ya la niña advirtió que había una cinta de luz. Pau dijo que los artistas pintan sus propias versiones del rostro de Rosario. Sí, le dije, el arte hace interpretaciones desde el espíritu y cada pájaro tiene sus propias alas para el vuelo.
Nos quedamos viendo un buen rato, lo mismo hizo la niña. ¿Qué pepenó ella? ¿Qué nosotros? Lo que siempre vos y yo hemos platicado: que si te topás con luz en la calle estarás iluminado. ¡Más rostros de Rosario en las calles de Comitán, más palabras de ella!
Nunca he ido a Buenos Aires, Argentina, pero tengo amigos y amigas que sí han estado en esa maravillosa ciudad de Sudamérica. Han compartido fotos, en redes sociales, donde, por ejemplo, están sentados al lado de Mafalda. ¿Mirás qué privilegio? Los argentinos aman la figura de ese dibujo animado que creó el genial Quino. Los argentinos supieron, desde siempre, que si mandaban a hacer una escultura de Mafalda sería un homenaje permanente para ella y sería una gran motivación para visitantes que admiran a esa bella niña. Así que medio mundo que llega a Buenos Aires busca la escultura donde Mafalda está sentada en una banca y se toman la foto de recuerdo. ¿Mirás? Un personaje de monitos es una figura atractiva. No dudo que muchos visitantes del mundo viajan especialmente para tomarse la foto con Mafalda, ya de paso toman mate, comen un asado, compran libros y ven danzantes de tango. ¡Ah, la pampa! La tierra del queridísimo Julito Cortázar, de Borges, de Alejandro Molinari, el joven cantante.
Si eso hicieron con un personaje de comic, ¿por qué no hacer lo mismo con Rosario acá en Comitán? Una escultura (bien hecha, por supuesto) donde, al estilo de Jaime Sabines, en Tuxtla, esté sentada en una banca para que sus admiradores puedan sentarse a su lado y, al estilo de Sara Uribe, platiquen con ella y se tomen la foto de recuerdo, la de privilegio.
¿Qué pensás que hará el artista con el pliego que está vacío?, le pregunté a Pau, cuando ya estábamos frente al puesto de esquites, con las ollas llenas de granos de maíz, calientitos, con las ollas llenas de chayotes hervidos. Ella dijo que, sin duda, colocarían el fragmento de un texto de Rosario (en efecto, un día después pasé temprano por el parque y miré que eso había pintado el artista grafitero). Entonces jugamos a qué colocaríamos nosotros. ¡Cien rosas!, dijo Pau, cien rosas naturales, no plásticas; ¡Cien rosarios!, dijo, emocionada, de esos que usan las viejitas para rezar; ¡Cien tzisimes!, y reímos, porque vimos a las cien hormigas aladas, culonas, concentradas, buscando la forma de una rosa. Ah, mil cosas podrían colocarse en ese lienzo blanco, cien nubes, cien mariposas, cien palabras elegidas. Recibimos los esquites, sólo con sal, limón y un poco de polvo juan (bien picoso, nos obligó a abrir la boca buscando un poco de aire, un poco de agua). Pagué y nos retiramos, todavía le dimos otra vueltita al dibujo que retocaba el artista. ¡Más dibujos de Rosario! Como éste, bien pintados, claro.
Posdata: ahora, el parque de Comitán está vestido de Rosario, la autoridad mandó a colocar una serie de estructuras metálicas donde están fotografías estilizadas de nuestra autora consentida, para que los visitantes y todo mundo se tomen la foto del recuerdo. Sólo falta la escultura donde podamos sentarnos a su lado. El contador Moya se emocionó de más y pidió que el parque se llame, a partir de hoy, parque Rosario Castellanos. Se enojarán los que cada año rinden homenaje a Benito Juárez, porque así se llama el parque central. ¿Qué tal que aprovechamos la idea del contador Moya y las autoridades mandan a hacer la escultura de Rosario sentada en una banca? Que dicha escultura la coloquen en el parquecito al lado del templo de El Calvario (el templo que está a media cuadra de las dos casas donde habitó Rosario) y, en un día luminoso, se hace el bautizo del espacio llamándolo Parque Rosario Castellanos, donde, por supuesto, el padrino de honor sería el contador Moya.
¡Tzatz Comitán!