miércoles, 30 de julio de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN RENACIMIENTO
Querida Mariana: sabés que los domingos no salgo de casa, salvo en ocasiones especiales. El domingo 27 de julio 2025 fue una ocasión excepcional. Mi amiga Rigel Mayorga nos invitó a Paty Cajcam y a mí al acto denominado: “Entre música, ramilletes y retretes. Epitafio, una instalación floral inmersiva”.
Llegamos puntuales, en medio de una ligera llovizna. A mí no me gusta mojarme, lo sabés, pero entendí que esos granitos de agua que caían del cielo era parte de la instalación de Rigel, porque las flores se alimentan de pétalos de agua.
La cita fue en el Restaurante Serendipia (abajito del plantel de preescolar del Colegio Mariano N. Ruiz).
Aparte de la ligera lluvia, que fue un elemento convocado para la instalación, otro elemento que participó como una flor suprema fue un puentecito que está en el restaurante, propiedad de Adriana Nájera (enfermera) y de Arturo Pinto (abogado), amantes de la gastronomía.
Subimos a la planta alta, donde está el salón del restaurante y para llegar a éste caminamos por un puentecito. Puente fue lo que hizo Rigel con la audiencia, puente con el arte.
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, en su libro: “La civilización del espectáculo”, habla de la degradación de la cultura, dice que, sobre todo, en las artes plásticas hay una gran confusión. No es el caso de Rigel Mayorga, su propuesta motivó a una reflexión estética genial. ¿Por qué Epitafio? Porque la frase de una lápida es como un renacimiento. Rigel presentó su instalación y dijo que uno de los objetivos era que la gente disfrute más las flores, no como simples elementos decorativos, sino como presencias naturales que ayudan a sanar algo, no se sabe bien a bien qué.
¿Por qué la costumbre de las personas de llevar flores a las tumbas de los seres amados ausentes? No es un mero acto banal, es un rito que tiene esencias ancestrales. Rigel, en esta maravillosa propuesta artística, nos estimuló a reflexionar, a formar un jardín mental.
Disfruté la instalación, vi a los comensales, quienes disfrutaban un desayuno en el restaurante, poner atención a lo que Rigel decía, a lo que hacía, a la invitación para que, al final, pasaran a colocar flores en una estructura mínima que formó con alambre. Ella dice que sus amigos le dicen que tiene un corazón lleno de flores, invitó a formar un corazón en esa estructura informe, a darle forma, a darle sentido a ese instante.
Paty Cajcam señaló hacia la calle, vi que en la pendiente bajaban dos patrullas de la policía estatal, en cada camión iba un guardia con una metralleta. Nosotros estábamos en una burbuja, llena de aire, llena de flores, de mensajes positivos. Las flores (que Rigel adquiere en la Florería Gómez, en la Central de Abasto, con Mercedes Gómez y Valeria García) nos hablaron con ese lenguaje críptico pero natural con que se expresan desde el principio de los tiempos. Rigel dijo que “las flores ayudan a sanar algo”. ¿Qué? Rigel es amante de las flores, trata de descubrir el gran misterio que ellas encierran y comparte, en forma maravillosa, su convicción con los demás.
Posdata: mis domingos son de casa, pinto, dibujo, leo, escribo. Pero este domingo, que llamaré desde ahora Domingo Rigel, salí al encuentro con una propuesta novedosa, inteligente; caminé por el pueblo y llegué a Serendipia, donde ya estaba Paty Cajcam, quien también modificó su rutina de domingo para el encuentro con un innovador Epitafio, uno que habló de sentimiento sublime, que sembró flores en el aire, en la burbuja.
Al salir, nos despedimos de Rigel y de Adriana. A Adriana le pedí me diera un motivo para que los comensales lleguen a su restaurante y me dijo que los chilaquiles habanero y el pan francés que ahí prepara el chef no tienen comparación.
¡Tzatz Comitán!