jueves, 8 de agosto de 2024

CARTA A MARIANA, CON LA CONMEMORACIÓN DE CINCUENTA AÑOS LUCTUOSOS

Querida Mariana: lo hicimos por ella y también por él; es decir, por Rosario Castellanos, y por el pueblo de Comitán. Dicen que a toda capillita le llega su fiestecita; le llegó el tiempo a la gran catedral de la literatura: Rosario, y el mundo de acá le hizo su conmemoración. Cothy Soto dijo que era una conmemoración por los cincuenta años del fallecimiento de la escritora, pero también era una fiesta ¡y cantó! Todo dedicado a Rosario en la conmemoración del quincuagésimo aniversario de su lamentable fallecimiento. Hubo actos en el Centro Cultural Rosario Castellanos, en el Museo Rosario Castellanos y, en nombre de ella, el equipo de Arenilla-revista hizo un “en vivo”, en redes sociales. La conmemoramos en Comitán, su pueblo. Lo hicimos porque, a final de cuentas, todo es feliz pretexto para recordarla. Paty, la de Cajcam, y yo hicimos un “en vivo”, lo hicimos porque en su muerte, ella, la gran Rosario, demostró al mundo que está más viva que nunca, quien ha sido nombrada como la mejor escritora mexicana del siglo XX sigue vivita y coleando en la mente y el espíritu de miles de lectores, en todo el mundo. Porque el mundo, el de acá y el de allá, sigue pendiente de sus pasos, del caminar de su espíritu. Hugo Álvarez, comiteco de cepa, se comunicó desde Texas, USA, nos hizo saber que él estaba pendiente de lo que acá decíamos acerca de nuestra paisana. Así, nuestro “en vivo” llegó a muchas partes del mundo. En su pueblo, en el Centro Cultural que lleva su nombre, en el museo que lleva su nombre, y Arenilla, en su nombre, hicimos actos donde la recordamos. ¿Qué hicimos nosotros en el “en vivo”? Leímos lo que Samuel Gordon contó acerca de la muerte de su maestra. Sucede que Samuel (quien nació en Polonia) fue alumno de Rosario en la Universidad de Jerusalén y el día de la muerte de la escritora (el 7 de agosto de 1974), habló con ella horas antes de su muerte. Cuando el fatídico suceso aconteció, Israel (el chofer de la embajadora de México en Israel) llamó a Samuel y éste fue de inmediato a la residencia, luego al hospital donde no lo dejaron entrar, debido al estatus de la diplomática, pero ahí se enteró que ya había muerto. Al regreso, el chofer le narró lo sucedido: él había llevado a la embajadora a Jerusalén por unas mesas que había encargado, al regreso (en medio de lo que allá llaman “jamzín”, que son cincuenta infernales días, con un calor insoportable), en un auto de lujo, pero sin clima, Rosario entra a la residencia, se descalza, y, emocionada, imprevisible, va a “hacer un lugarcito” para que el chofer coloque las mesas, retira una lámpara (cuyos cables no están bien aislados) y recibe la brutal descarga eléctrica que la mata. Paty es del grupo de personas que afirman: el mejor homenaje para un escritor es leer su obra, así que leímos cachitos de su narrativa, Paty leyó un cachito de un cuento del libro “Convidados de agosto” y yo leí un cachito del capítulo cinco de “Balún Canán”. A cachitos, porque ha sido la forma en que el mundo ha ido reconstruyendo la vida, obra y pensamiento de nuestra escritora comiteca; a cachitos la honramos en Comitán a los cincuenta años de su fallecimiento. A cachitos nos hemos dado a la tarea de escudriñar en su biografía incompleta. Vos sabés que acá en Comitán somos expertos en armar historias, a veces falsas, en otras ocasiones verdaderas. La vida de Rosario ha dado para mucho. Cincuenta años después de su muerte alguien, así como si soltara un trompo en el patio de la casa, me dijo que Rosario tuvo una media hermana. ¿Qué? Sí, no llevó el apellido Castellanos, pero fue hija de Don César. En el pueblo, me aseguró, vive el sobrino. A cachitos, así se ha ido reconstruyendo el rostro de Rosario. El otro hermano de Rosario, quien sí llevó el apellido paterno: Raúl, dijo en una ocasión que los Castellanos Figueroa habían vivido en tres casas diferentes en el pueblo. ¡Dios mío! En el pueblo sólo conocemos dos. Se supone que de niña Rosario vivió en la casa que está frente a la lateral del palacio municipal; y su pubertad en la casa que está a la entrada del Pasaje Morales. En dichas casas hay placas que así lo confirman. ¿Una tercera casa? ¿En dónde? ¿Otra media hermana? A cachitos. Pero, como Paty y miles de lectores afirman, la manera de honrar en forma respetuosa a Rosario es a través de la lectura de su obra. Y Comitán cumplió con tal encomienda, el 7 de agosto de 2024, muchos paisanos y paisanas tomamos sus libros y leímos cachitos de sus ensayos, cachitos de sus poemas, cachitos de sus cuentos, cachitos de sus novelas. Ahora, en puerta, tenemos el festejo del próximo año. En el 2025, todo el mundo celebrará el primer centenario de su nacimiento. Los ojos del mundo estarán puestos en Comitán, la tierra de Rosario. Ella, a pesar de nacer en el entonces Distrito Federal, siempre se asumió comiteca, por eso nosotros la queremos y la reconocemos. Posdata: el día de la conmemoración apareció en redes sociales una carta abierta firmada por un grupo de personas que han recibido la Medalla Rosario Castellanos donde solicitan que el próximo año sea nombrado Año Rosario Castellanos. Vale la iniciativa. Lo malo es que no sé quién haya redactado el documento que firman grandes personas ilustres, porque se autodenominan “galardoneados”, Dios mío, ¿así se nombra a quienes reciben un galardón? ¡Tzatz Comitán!