sábado, 17 de agosto de 2024

CARTA A MARIANA, CON MUSEOS

Querida Mariana: un día nos dijeron que Los Pinos, la residencia oficial del presidente de la república, se convertiría en un espacio cultural. ¡Así sucedió! El presidente de la república fue al Palacio Nacional y ahí vivió durante el sexenio. ¿En dónde vivirá la presidenta electa a partir de octubre 2024? Tal vez Claudia Sheimbaum siga el ejemplo de Andrés Manuel. Todo cambió. Antes, la gente de a pie podía entrar a Palacio Nacional y conocer el interior, ahora es un búnker; de igual manera, en Los Pinos no entraba la gente de a pie, ahora todo mundo puede entrar. Una por otra. La gente no puede admirar los murales que en Palacio pintó Diego Rivera ni conocer la hermosa fuente donde está un simpático Pegaso, pero en compensación puede admirar la colección de pintura que existe en Los Pinos. Para muestra acá está el botón, la querida Paty, de Cajcam, posa, muy chenta, al lado de un cuadro del oaxaqueño Rodolfo Morales. Ahora hay muchos paisanos que van a conocer Los Pinos. Antes, sólo paisanos privilegiados tenían la oportunidad de conocer la residencia particular del presidente de la república. Había la costumbre de que los mejores alumnos de México eran recibidos por el presidente, así, varios compas de la Mariano N. Ruiz estuvieron ahí, recuerdo a mis queridos amigos Carlos Conde y Rodolfo Castellanos. Asimismo, los personajes de la política como Jorge De la Vega y Roberto Albores anduvieron por esos pasillos cuando tenían reuniones con el mandamás de la patria. Paty, la de Cajcam, no estuvo en Los Pinos cuando niña o más joven, a pesar de que siempre ha sido una excelente estudiante (cuando concluyó su licenciatura obtuvo el primer lugar de toda la generación de la universidad. Nadita). Pero el otro día fue a un concierto de uno de sus cantantes favoritos: Bublé, y a la mañana siguiente fue a darse una vueltita al Complejo Cultural de Los Pinos y acá está el testimonio gráfico de su visita. Está, nada más y nada menos, que al lado de una obra del gran Rodolfo Morales. He contado en varias ocasiones que los comitecos y comitecas tenemos la satisfacción que en nuestro Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos existen dos obras de Rodolfo, ¡dos originales al óleo! Esto quiere decir que si algún amante o estudioso de la obra de Rodolfo Morales desea tener el registro completo debe venir a Comitán, porque (a diferencia de los grabados de Tamayo y de Toledo) dichas pinturas no están en ninguna otra parte del mundo. Tal vez exagero, pero digo que las pinturas de Morales son las piezas más valiosas de nuestro museo, porque de los artistas oaxaqueños que ahí están presentes con su obra, él es el más reconocido. Sí, sí, para que no haya confusión diré que en el mundo plástico los nombres de Rufino Tamayo y de Francisco Toledo resuenan por encima del nombre de Rodolfo Morales, pero (ya lo dije) la obra que acá tenemos de Tamayo y de Toledo son grabados, lo que significa que el mismo grabado que tenemos acá está en otro museo o en otra colección particular, los cuadros de Morales ¡sólo acá! Paty está al lado, también, de una obra única de Morales, por eso aprovechó a tomarse la foto del recuerdo. Cuando me enseñó la foto quedé gratamente sorprendido. El cuadro ¡es monumental! A mí me encanta la obra de Rodolfo, en este cuadro es visible la división que hizo, siguiendo la regla del gran cineasta John Ford coloca la línea del horizonte un poco arribita de la mitad. En realidad, y esa es su genialidad, en este cuadro, Rodolfo coloca más de un horizonte en el plano, dos, ¿tres? De entrada el espectador puede advertir un paisaje donde (como es común en muchos pueblos de México) está un palacio municipal con la bandera ondeando, frente a un parque con su kiosco y la traza regular de una serie de árboles y de arcos; pero, en el primer plano hay una serie de rostros que se llevan las manos a la cabeza, todos son rostros morenos (los personajes de Rodolfo siempre tienen ese color de piel). ¿Es como un inframundo lo que se advierte en el primer plano? ¿O algún recuerdo extraviado de alguna imagen Dantesca? El primer plano es de tonalidades oscuras, por el contrario, lo que está por encima tiene un colorido fantástico, Atrás del templo y del palacio municipal aparece un valle con árboles que se topa con un racimo de montañas discretas, en tono azul, confundiéndose con el cielo. La genialidad de Morales hace que tengamos una imagen superior, por encima del cielo (lo escribí a la ligera, pero la imagen es de un surrealismo total). Encima del cielo hayo otro cielo, otra plaza, otro valle, otros cerros. Los dos espacios tienen semejanza, pero en el cielo de arriba aparecen las imágenes que levitan (que también son personajes característicos de la obra de Morales, muy al estilo Chagal, pero bien mexicano). Los personajes del primer plano parecería que se cubren la cabeza, puede ser la burbuja de luz que ilumina el cuadro, porque la genialidad del color está en el ochenta por ciento de la superficie, la propuesta estética es como una catarata de amarillos que brinca la cuerda del azul, entre tanto amarillo y azul, el color de la bandera se sublima. Los rostros de las gentes, las construcciones, los valles y montañas y la bandera reafirman que este cuadro fue pintado en México, por un artista mexicano. La señal de identidad está firmada por el título del cuadro: “Raíces”. Hoy que está de moda el término Chiapanequidad, acá hallamos una imagen de la mexicanidad, de la esencia del pueblo que hoy somos. Hay que decir que Rodolfo Morales se alejó de la visión maniquea de lo que era México, junto con sus paisanos Tamayo y Toledo dejaron de lado el carácter folclórico de nuestra cultura. Rodolfo Morales entró al mundo de lo real maravilloso, el universo de la fábula y de la leyenda, pero le dio un vuelco genial. Digo que hoy el término Chiapanequidad está de moda, pero debe entenderse como aquella posibilidad de rescatar la esencia de lo nuestro sin caer en la mirada fácil, la folclórica. Chiapas es un estado con muchas manifestaciones culturales, todas (las del presente y las del pasado) conforman la riqueza del arte. El futuro debe estar signado por nuevas propuestas que demuestren la esencia de lo nuestro. Paty supo que estaba frente a uno de los grandes del arte mexicano y no perdió la oportunidad de hacer eterno el instante. A mí me encanta releer la biografía mínima de Rodolfo Morales, me encanta ese periodo donde él, niño, acudió a un taller para aprender a dibujar, quería aprender los secretos del arte, porque le fascinaba el mundo del dibujo. ¿Sabés qué paso? El maestro vio un dibujo de Rodolfo y al ver las manos que había dibujado le dijo que no, él nunca sería un buen dibujante, así que lo invitó (es una manera de decirlo) a abandonar el taller. ¿Ya viste las manos que cubren las cabezas de los personajes del primer plano de este cuadro? ¡Son las manos que pintó Rodolfo, las manos que inmortalizó, las que marcaron su estilo! Digo que me encanta releer este pasaje de su vida, porque es la gran motivación para los niños y niñas que ahora disfrutan dibujar y pintar. ¡Que nadie, chicos y chicas, les diga que no podrán dibujar! El estúpido maestro, cuyo nombre bien podría ser “x”, nunca imaginó que el niño Rodolfo llegaría a ser uno de los más grandes coloristas del arte mexicano, jamás pensó que Rodolfo nos regalaría cuadros sublimes que hacen más afectuoso nuestro mundo, más tolerante nuestra vida. Te invito, querida Mariana, a que des una vueltita al Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos y admirés en vivo los Morales que acá tenemos, también son óleos prodigiosos, con un colorido excepcional. Cuando uno logra “entrar” a esos cuadros se siente el aire benigno paseándose por el espíritu y la gama de amarillos tiene un aroma semejante al de los cuadros de Van Gogh, esto me lo dijo Flavio a su regreso de Europa cuando estuvo frente a cuadros del maravilloso impresionista. Me dijo, emocionado, moviendo las manos como si quisiera abarcar el cielo, que había sentido cómo las flores del campo que había pintado Van Gogh se movían con el aire y exhalaban un aroma único, indecible. Es la magia que poseen las grandes obras. Posdata: a Paty la descontrolé tantito, porque, jodón como soy, le pregunté cuál había sido la mayor conmoción en su viaje: escuchar, en vivo, bien cerquita, a su amado Bublé o estar frente a esta obra plástica maravillosa. Dudó un segundo, porque un segundo después me dejó callado: Cuando canta, Bublé llena de colores el aire y Morales parece que cantara con su obra colorida. ¡Tómala! ¡Tzatz Comitán!