sábado, 27 de octubre de 2018

CARTA A MARIANA, CON PREGUNTA INCLUIDA




Querida Mariana: ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Sí? Gracias. ¿A quién le pertenece el parque central de Comitán?
Si le pregunto a un experto en Derecho, me dirá que el “dueño” es el municipio. ¿Es así? Las ciudades (hablo sin ser experto, sólo por lo que alcanzo a ver desde mi ventana) tienen espacios públicos y privados. Si caminamos por las calles de Comitán vemos que la mayoría de residencias son propiedad de particulares.
A ver, si caminamos por el Pasaje Morales advertimos que ahí hay un ejemplo de propiedad pública y privada, ya que una pared lateral de la presidencia municipal (que es como un frontón aburrido) colinda con el pasaje, compuesto en su mayoría por locales, propiedad de iniciativa privada. El lugar en donde está San Marcos es propiedad privada. ¿De quién es el pasaje; es decir el corredor donde caminan Pedro, María, Pablo y Eugenia sin problema alguno? El local donde está la radio “Extremo grupero” tiene un seguro automático en la puerta, uno toca el timbre, la recepcionista ve quién es y si le parece conveniente activa un dispositivo electrónico que abre la puerta. Si la recepcionista ve que quien toca es un borrachito puede decidir no abrir. Ese espacio es particular. No cualquiera puede entrar. En cambio, en el corredor camina todo mundo sin restricción alguna, incluso el borrachito. Esto que escribo lo hago para explicarme cómo funciona el espacio público y el privado. De este último no tengo duda: pertenece a particulares y sólo es de ellos, de nadie más; en cambio la calle, la plaza, los parques, son espacios públicos. ¿Tiene dueño el parque? Sí, el “dueño”, insisto, es el municipio. Por eso, cuando alguien desea hacer uso de ese espacio (una presentación de títeres, por ejemplo) debe solicitar permiso para disponer de tal lugar. El permiso, entonces, es otorgado por el Síndico. Este funcionario (se entiende y él debe entenderlo) tiene la obligación de velar por el espacio público y de mantenerlo limpio y ordenado. Si yo llego y, mediante un oficio, solicito permiso para presentar en la explanada del parque central un “Espectáculo sólo para mujeres”, en el que aparecerán hombres bellísimos, en tanga. El funcionario debe apegarse al bando de buen gobierno y negar la autorización, porque, como en el parque llegan niños y niñas a jugar, tal espectáculo empolvaría la moral (pucha, releo lo que he escrito y me sorprendo. Parece que fuera yo un experto en este tipo de cuestiones). En el caso de la presentación de títeres debe autorizarse porque no afecta la moral, al contrario lleva arte al pueblo. Una función de títeres la gozan los niños y los adultos.
Pregunto lo que pregunto, porque el otro día, mientras estaba sentado en una banca del parque central, hojeando el reciente libro, editado por Porrúa, que contiene ocho historias de Chanoc, vi lo que todos hemos visto: Personas caminando en total libertad, niños jugando, parejas platicando, hombres y mujeres ofreciendo chicharrines y yo, leyendo; es decir, el parque es un espacio público. Perdón por mi insistencia, pero debo reafirmar mi experiencia para comprobar lo que digo. Cuando voy a una casa particular, debo tocar el timbre y si la persona me quiere recibir lo hace, si no ¡no! Yo mismo lo hago en casa. Vos sabés que soy escaso, casi no recibo visitas. No les abro. Me apena ser tan ish, pero así soy. Escribo, pinto o leo, así que a la hora que escucho el timbre, me molesta dejar de hacer lo que me gusta, así que me hago tacuatz, dejo que el timbre suene. Digo que cuando voy a una casa particular debo esperar a que abran o no la puerta. En cambio, cuando empleo los espacios públicos de Comitán y de las demás ciudades del mundo (en caso de que fuera viajero) camino con total libertad. Salgo de casa, cierro la puerta y comienzo a caminar como si fuera “el dueño”, corro, me detengo ante aparadores (por ejemplo, los aparadores tan bonitos que ahora tiene el local de Manualidades Águeda), miro a las muchachas bonitas que pasan a mi lado, veo que la licenciada Lupita ya abrió un negocio especializado en fiestas infantiles, que se llama Funidu, bajo por las gradas del parque y entro a la tienda San Marcos y busco alguna camisa que me guste; camino por el corredor de la Casa de la Cultura, entro al patio, me siento en una banca, escucho a los ejecutantes de la marimba, veo a niñas cargando sus trajes regionales que vestirán en la presentación de la danza regional. ¡Uf, hago mil cosas! ¡Aprovecho el espacio público! Como a mí no me gusta que me interrumpan, procuro hacer lo mismo, procuro ser muy respetuoso del espacio y tiempo de los demás. Cuando camino por el corredor del Centro Cultural saludo a su director desde la ventana, cuando él me dice que pase a saludarlo, doy la vuelta, entro, me siento y platico con Luis Armando no más de cinco minutos, sé que tiene muchas cosas por hacer.
Perdón si me extendí, pero se trataba, querida Mariana, de decirme que cuando voy al mercado Primero de Mayo a comprar fruta o unos chinculguajes o un vaso de atol de granillo o de jocoatol nadie me lo impide, porque el mercado es un espacio público que pertenece a todos. Los demócratas insisten en decir que México es de los mexicanos. Yo soy mexicano, vos sos mexicana, millones de mexicanos son mexicanos (perdón, digo boberas, pero reafirmo, reafirmo, porque hay algunos que no entienden este concepto tan sencillo, tan elemental).
Regreso entonces a mi pregunta inicial: ¿De quién es el parque central de Comitán? ¿Quién es el dueño de parque de La Pila, del de San Sebastián? El jurista insistirá: Del municipio. ¿Quiénes conforman el municipio? El cabildo. ¿Quién encabeza el cabildo? El presidente Municipal. ¿Quiere esto decir que Emmanuel Cordero Sánchez es el dueño? ¡No! Ya dije que el representante legal del ayuntamiento es el síndico (¡Dios mío! Me estoy metiendo en un pantano. Cualquier experto en jurisprudencia puede rebatirme en este momento. Bueno, me gustaría que lo hiciera, porque así podría despejar mi duda). Pero, ¿el síndico (síndica en el caso actual) es el propietario? ¡No! Yo aprendí que al presidente municipal lo eligió el pueblo. El pueblo eligió a la síndica y a los regidores. ¡Fue el pueblo! El pueblo es ¡la máxima autoridad! El pueblo nombra a sus representantes, ¡representantes! El cabildo, con todo respeto, no es más que la representación del poder supremo: ¡el pueblo! El pueblo es el mandante. ¿Estamos? ¡Pucha, me sorprende la contundencia con que te escribo hoy mis dudas!
¿Qué debe hacer, entonces, el presidente municipal, la síndica y los regidores? Responder con responsabilidad a la confianza que el pueblo les ha otorgado. La síndica debe cuidar y preservar los espacios públicos. No puede conceder permisos que alteren el orden público, que interrumpa la armonía de los habitantes que gozan de los espacios públicos. Las autoridades municipales (según mandata la Constitución, Carta Magna) estarán tres años en funciones. No más (Bueno, ahora los presidentes municipales pueden buscar la reelección. Pero ya quedó demostrado en Comitán que si al pueblo no le parece ¡los desaparece! El señor Fox intentó reelegirse, el día de la votación la mayoría decidió que no, que no debía seguir y, la mayoría, siempre la mayoría, les dio la oportunidad a Emmanuel Cordero y a los integrantes de su planilla. El pueblo los eligió, se deben al pueblo. El pueblo es el poder supremo.
Uf, parece que ahora me metí en terrenos que no me corresponden y de los cuales nada sé. Pero creo que el sentido común y la ley están de mi lado. ¿Qué deben hacer las autoridades con el parque central? Bueno, el pueblo (¡la mayoría!) dice que no puede convertirse en un simple mercado. Hay que poner orden. Hay que recordar que Comitán es un Pueblo Mágico y que los lineamientos de la Secretaría de Turismo (a nivel federal, institución que distinguió a Comitán con tal título) establecen que los parques públicos deben ser un espejo de rasgos distintivos de la cultura local.
Si las autoridades no cumplen con el mandato del pueblo lo están traicionando. Es preciso que las autoridades tengan sentido común, tengan un conocimiento profundo de la aplicación de las leyes y, de manera especial, tengan un profundo amor por Comitán. Las autoridades deben honrar a sus familias y al pueblo al que están obligados (por decisión propia) a servir.
Posdata: Pucha, qué rollo me aventé hoy. Yo pido, en nombre de la comunidad, que las autoridades arreglen el parque Benito Juárez. Las banquetas y toda la plaza tienen grandes huecos que provocan torceduras en los pies de los comitecos y de los visitantes. ¿Cómo es posible que el centro de nuestro corazón esté tan averiado?
Querida Mariana, vos tenés amigos que son abogados, que son conocedores de la ley. Por favor, preguntales si estoy en lo correcto, preguntales si es cierto todo lo que mencioné, y si estoy equivocado que me lo digan. No soy experto en estos argüendes (bueno, vos lo sabés, en nada soy experto), pero sí tengo claro que ¡el pueblo es quien manda y los servidores obedecen! ¿O qué decís vos?