jueves, 2 de marzo de 2023

CARTA A MARIANA, CON AGRADECIMIENTO

Querida Mariana: ¿cómo no agradecer la vida de Andrea Bocelli? Nos ilumina el corazón cuando canta, nos unta pomada buena en el espíritu. De igual manera agradezco siempre que me topo con marimbistas y marimberos, porque ellos alimentan la tradición. Vos y yo y miles y miles de chiapanecos movemos los pies de inmediato en cuanto escuchamos marimba. Ahora, muchos jóvenes ya no se emocionan con el sonido de la marimba. Es comprensible, ahora otros ritmos y otros instrumentos dominan el escenario. Los chavos escuchan lo que atiborra la radio, televisión y plataformas digitales. Hace falta hacer el contrapeso. La jornada no es sencilla ni simple, los marimbistas deben remar contra corriente, porque la corriente musical arrasa todo lo que va contra flujo. Por eso, agradezco la vida de Valeria y de Rodrigo, ellos, lo mirás en esta foto, son dos artistas que siguen apostando por mantener vigente el maravilloso sonido de la marimba. Rodrigo Ríos, quien ejecuta la marimba y las percusiones, egresado de la escuela de música, de la UNICACH, dice que los artistas algo hicieron mal o no hicieron bien, porque en los años sesenta y setenta del siglo pasado hubo un florecimiento de la marimba, ejecutantes como Manuel Vleeschouver, Zeferino Nandayapa y Límbano Vidal recuperaron el prestigio, a tal grado que la marimba estuvo en los mismos escenarios donde ha cantado Bocelli. ¿Qué hacer? Son muchas aristas a pulir, pero Valeria Guadalupe Zepeda Peña, del mero Tonalá, y Rodrigo, del mero Terán, cumplen con su destino maravilloso. Ellos siguen sembrando la semilla en la burbuja del aire, porque saben que si no lo hacen, será imposible que el árbol vuelva a dar frutos. ¿Qué debe hacer Valeria Guadalupe para llegar a escenarios soberbios con marimba de concierto? Ella no duda en responder, dice que debe esforzarse el triple. Ella tiene un acento bien turulo, es paisana de Malú Morales (quien recientemente presentó su libro con experiencias de una de sus máximas pasiones: el teatro); de la cronista Sofìa Mireles; de mi querida amiga, gran lectora, Rocío Hernández; de mi gran amigo Jorge Filigrana, que ahora, entiendo, radica en Tabasco; y de la escritora de cuentos infantiles y escritora de obras teatrales: Damaris Disner. Valeria desde muy pequeña estudió marimba en la Casa de la Cultura, además que recibió formación en talleres de las escuelas donde estudió la primaria y la secundaria. Ahí se vislumbra una ventanita, si en la escuela los muchachos escuchan marimba todos los días, el sonido poco a poco será un buen suéter para su espíritu. Y ¿en caso de Rodrigo? A él le viene el gusto por la marimba porque en su familia, que es de Jiquipilas, hubo, hay, marimbistas. Él nació en la misma tierra que el gran dibujante Héctor Ventura; el escritor Javier Espinosa Mandujano, quien fue secretario de educación y es Premio Chiapas, y fue galardonado con el Sombrero de la Ocurrencia, que otorgan los compas de la Rial Academia Frailescana; tierra del marimbista Reynold Peña; y del catedrático universitario: Sarelly Martínez. Rodrigo confía en que esta siembra permitirá que Chiapas recupere el prestigio musical, el que brilló en los años sesenta y setenta del siglo pasado, con la presencia de Zeferino Nandayapa, de Vleeschouver y de Límbano Vidal. Que los chiapanecos vuelvan a sentirse orgullosos de ese sonido, así como las personas del norte de la república se identifican con la banda tradicional, que escuchan y bailan. Mientras tanto, querida mía, aplaudo lo que hacen ellos y agradezco ese intento sublime para colgar notas de marimba a nuestro paso, para que las lleven las aves a todas las regiones. Posdata: el mundo nos quiere alienados, nos quiere hacer consumidores de comida chatarra, de música desechable. No deberíamos dejarnos, deberíamos luchar por aires más dignos. Valeria y Rodrigo están en la dirección correcta, ojalá no desinflen sus sueños. ¡Tzatz Comitán!