domingo, 12 de marzo de 2023

CARTA A MARIANA, CON RIQUEZAS GASTRONÓMICAS

Querida Mariana: recuerdo que en clases de doctrina, la maestra nos dijo que cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso escucharon la voz divina que les dijo que a partir de ese instante, por desobedientes, ganarían el pan con el sudor de su frente. ¿Quiere esto decir que comían sin sudar? ¿Qué comían Adán y Eva en el Paraíso? No sé, los expertos deben saber, pero imagino que estiraban la mano y cortaban los frutos, sólo tenían prohibido cortar frutos del Árbol del Bien y del Mal. Dios fue muy generoso con ellos, pero no obedecieron la mínima recomendación, y desde entonces ahí andamos consiguiendo el pan con el sudor de la frente. Sin cometer sacrilegio digo que, de niño, viví en el Paraíso, porque me bastaba estirar la mano para cortar los frutos del sitio o para tomarlos del frutero o para ir a la casa de la madrina Clarita y recibir todos los que regalaba. Y digo el nombre de mi madrina como para ejemplificar porque, la verdad, es que en casa de todos los tíos recibía dones divinos. Alejandrito fue un niño afortunado, porque todos le daban las riquezas de este paraíso llamado Comitán. Los jóvenes de hoy difícilmente lo comprenden, porque ahora las casas no tienen los generosos y extensísimos sitios o traspatios. Los de mi generación recuerdan que de niños iban al sitio y cortaban jocotes, limas de pechito, guayabas, uvas (sí, en casa de mis papás había una vid que daba uvas, pucha, como si viviéramos en Baja California). En el sitio había árboles de aguacate y los sabrosísimos chulules. Ah, el paraíso comiteco era dadivoso. En el sitio los animalitos vivían como si estuvieran en tiempos de Adán y Eva. Los niños inconscientes de mi generación iban a La Ciénega a matar patos; cuando estudié la secundaria en el Colegio había una temporada donde unos pájaros llamados garbanceros llegaban a comer unas frutitas oscuras que crecían en los árboles del parque de San Sebastián, uno de los compañeros llevaba una tiradora y, en el recreo, le tiraba a esos pájaros con intento de matarlos. En los sitios nunca vi a un amigo que se dedicara a molestar a los animalitos, algunos cuentan que otros niños perseguían a las lagartijas para cortarles la cola, pero yo nunca lo viví. En casa había conejos, gallinas y un gallo jodón que siempre me perseguía; los pajaritos llegaban a comer pedazos de tortilla que Sara regaba en el corredor. En casa todos los animalitos eran respetados, incluso el gallo cabrón que siempre me correteaba, yo corría mientras él aleteaba y preparaba su pico para dejarme un horrible tatuaje, por fortuna nunca lo logró, pero yo corría temeroso. A veces pregunto si Adán y Eva comieron carne en el Paraíso; es decir, si fueron tras un cuchito y, con una daga de piedra, le hicieron un corte en la yugular, cortaron una pierna y, cruda, se la comieron. Pienso que no, parece que los primeros padres fueron frugívoros. Ya expulsados tuvieron que buscar la forma de sobrevivir y por ahí comenzaron a cultivar la tierra y luego a matar conejitos para saciar su hambre. En este paraíso donde hoy vivimos la oferta gastronómica es inmensa. Hace días, el grupo que conmemoró los cuatrocientos noventa y cinco años de la fundación de Comitán cerró el acto de celebración concediendo un reconocimiento especial a los familiares del famoso tío Jul, don Julián Martínez, fundador del hueso de tío Jul, de los tacos estilo tío Jul y de muchas otras exquisiteces. ¿Adán y Eva se aburrían? Pienso que no. Comenzaron a aburrirse cuando fueron expulsados de su paraíso. Desde entonces, así como tuvieron que conseguir el pan con el sudor de la frente, comenzaron a buscar motivos para evitar aburrirse. Los chefs actuales han creado motivos gastronómicos que se acerquen a los tiempos donde Eva y Adán gozaban la vida a través de una comida sencilla, pero maravillosa; asimismo, los inventores de juegos electrónicos buscan el tiempo donde el hombre no se aburría. ¿Cómo era el tiempo en el Paraíso? No tengo idea, pero, por supuesto que no era lo que es hoy, porque allá no tenían urgencia para ir de un lado a otro, la contemplación era uno de los grandes atributos, el tiempo era una extensión genial que no necesitaba medirse. ¿Ya nunca recuperaremos ese Paraíso? ¿Viviremos siempre en estos terrenos donde el ser humano fue aventado? Tal vez los seres humanos que son veganos recuperan algo de la belleza inicial; tal vez los que se dedican a la contemplación, que dejan de lado lo que el mundo tecnológico ofrece, están cerca de aquel lugar idílico. Posdata: los comitecos estamos muy cerca de aquel edén, porque, seguro que El Paraíso no estuvo en lugares extremos, sin duda que tuvo un clima muy semejante al que acá tenemos y, tal vez, hubo tacuatzes entre la variada fauna. Lástima que Adán no se hizo tacuatz a la hora que Eva le ofreció la manzana, si se hubiese hecho tacuatz otro sería nuestro mundo de hoy, algo menos agresivo. ¡Tzatz Comitán!