jueves, 23 de marzo de 2023

CARTA A MARIANA, CON REJAS Y MUROS

Querida Mariana: las rejas y muros limitan. El mundo sería más amable sin muros y sin rejas, pero la actualidad exige esos chunches. Pero, el genio humano hace prodigios. Hace años, en la Ciudad de México, a alguien se le ocurrió que las rejas que están en Chapultepec se llenaran de arte. Así, un día, los peatones de la Avenida Reforma vieron una exposición de fotografías, al aire libre. Las rejas de Chapultepec se convirtieron en un enormísimo panel de museo. Las rejas sirvieron, no para delimitar, sino para extender las miradas. Bueno, pues en Comitán, a Jorge Frankof se le ocurrió hacer algo similar, la pared de Tata Lampo, nombre de su restaurante, se convirtió en un muro del arte. Por iniciativa ciudadana, Comitán celebró en días pasados los 495 años de su fundación, y una de las actividades programadas fue una exposición de fotografías de Jorge: “Compuesto de familias”, con relación al pan compuesto, exquisito antojo comiteco. Y ahí está la exposición que aprecia todo peatón que pasa por ahí. ¿En dónde está Tata Lampo? Pues el nombre ya manda señales. ¡Sí, atinaste! Tata Lampo está contra esquina del parque de La Pila, a pocos metros del templo de San Caralampio. Frankof ha convertido el espacio en un recinto cultural, donde la gente llega a degustar lo que ofrece y admira exposiciones, presentaciones de libros, charlas y demás vainas que ennoblecen el espíritu. A Jorge lo conocí cuando era más joven. Una noche, su mamá, la poeta Clara del Carmen Guillén, quien ahora anda empecinada en rescatar datos de la escritora comiteca Blanca Lydia Trejo, presentó un libro de poemas. Tal vez su primer libro, no lo sé. ¿Era libro de poemas o de cuentos? No recuerdo. El punto, dirían los chavos, es que, en el escenario, la mamá gallina presumió que la portada la había trabajado su hijo Frankof y ahí conocimos a Jorge, inquieto, igual que su madre. Ahora, Jorge, aparte de empresario gastronómico, está convertido en un excelente fotógrafo. Una tarde de éstas pasé al restaurante La Casa de los Cortes, otro espacio maravilloso, con un gusto excelso, y vi una fotografía genial. ¿El autor? Jorge Frankof. Si la Ciudad de México posee sus rejas de Chapultepec para exposiciones, Comitán tiene su pared de Tata Lampo. El genio humano que crea estructuras que delimitan, también juega con ellas y las convierte en paneles donde el espíritu se recrea. La creación es la cuña que sostiene los pilares culturales. El nombre de la exposición fotográfica juega con la cuerda de la tradición comiteca: “Compuesto de familias” alude a ese antojo comiteco cuya raíz se llama tío Jul y que ahora se prepara en muchísimos locales gastronómicos, desde los más modestos, hasta los de postín. Un pan sencillo con nombre fifí ha hecho que en Comitán se dé un Compuesto de familias, que la identidad gire en torno a algo que hace diferencia con el mundo actual: un mundo que parece descompuesto, acá, la tradición continúa, gracias a iniciativas ciudadanas y al talento de sus artistas. Posdata: es una genialidad convertir los muros ciegos en ventanas para las miradas. ¡Tzatz Comitán!