sábado, 4 de marzo de 2023

CARTA A MARIANA, CON ESPACIOS DIGNOS

Querida Mariana: hay espacios simbólicos, grandiosos. Mi memoria se ilumina al recordar la primera vez que entré a la Biblioteca Central Universitaria, de la UNAM; antes, mi mirada se había llenado de luz al ver el mural de Juan O’Gorman hecho con piedritas de diversos colores, extraídas de canteras de muchos lugares del país. Asimismo, recuerdo con emoción cuando entré a dos de los grandes museos de la Ciudad de México: el Tamayo y el de Arte Moderno, ambos en la zona de Chapultepec. Me seduce el orden, lo fastuoso, lo digno. En un país donde nos quieren acostumbrar a vivir en medio de basureros al aire libre, de paredes a punto de derrumbe, de calles llenas de baches, de parques infantiles con juegos llenos de herrumbre y de óxido, de pasos peatonales interrumpidos por casetas con lonas desagradables, con olores pestilentes, agradezco los espacios que se mantienen limpios, los que siguen diciéndonos que México es un país sublime. Dejá que te cuente: el 24 de febrero de 2023, día en que los mexicanos conmemoramos el día de la Bandera Nacional, en el Museo Arqueológico de Comitán se inauguró una muestra con parte de mi obra plástica. La exposición se llama “Cerca del Paraíso”, y consta de 19 pinturas, 8 dibujos y 5 cajitas. Es una muestra digna, pero la dignidad suprema es ¡el espacio! Estará expuesta durante tres meses, así que bien podés decir a tus amigos que se den un tiempo y la visiten, la entrada es gratuita, el INAH acerca el arte a la comunidad. Este año el INAH cumple 84 años de servir a México. Cuando vamos a las zonas arqueológicas, que se mantienen limpias, que preservan el arte glorioso de nuestros antepasados, el orgullo es un ala que nos ayuda al vuelo en estos tiempos. ¿Has estado en el Museo Nacional de Antropología, de la Ciudad de México? Es una visita soberbia, ahí está el arte en una de sus máximas expresiones. ¡Qué capacidad de síntesis tenían los artistas precolombinos! Basta un poco de líneas (bien en tallas de piedra o en piezas de cerámica o en dibujos sobre códices) para hallar la grandeza del mundo. En esta fotografía estoy rodeado de personal del Museo Arqueológico, de izquierda a derecha aparecen Enoch Hernández García, Julio Albores Jiménez, Diana Arrazate Pinto, Omar Calderón Espinosa, María Natividad Figueroa Gordillo, Jesús Ramón Jiménez Fuentes, Hernán Hernández García, Sandra López López, José Alejandro Pérez Alvarado, Bernardo Cal y Mayor de la Torre. Se alcanza a ver la dignidad del espacio. Mi obra se ve hermosa, los espectadores pueden apreciarla a través de espacios generosos. Cuando estuve en el Museo Tamayo presencié la obra de un artista japonés que presentó unas tallas en madera, perdón, pero su nombre lo tengo extraviado, fue en los años ochenta del siglo pasado. Aparte de la belleza de la obra, esculturas que semejaban olas, con excelso movimiento, me impresionó la museografía, cada obra tenía el espacio suficiente para que los espectadores la apreciáramos a cabalidad. Uno se paraba frente a una obra, le daba la vuelta y sentía que esa ola estática tomaba movimiento y rompía, no frente a un fiordo, sino ante el espíritu del hombre. No dudo que más de dos hayan terminado con la ropa húmeda por la brisa de esa presencia. La sala que destinaron para mi obra, en el Museo Arqueológico de Comitán, es de una gran dignidad. No tiene, por supuesto, la magnificencia de una sala del Tamayo, pero sí es un espacio de gran intimidad, que permite el diálogo de lo expuesto con el espectador. Imaginé que, si la obra del artista japonés hubiese estado expuesta ahí, los museógrafos encargados de la curaduría habrían hallado el punto preciso para que esas olas cumplieran con el cometido del artista, que es dar un pedazo del mar. ¿Cómo ese artista japonés logra hacer una síntesis del mar? Bueno, los japoneses, habitantes permanentes de las orillas del mar, han logrado el prodigio. ¿Recordás la pintura de Kanagawa, donde una ola inmensa, bellísima, feroz, se descuelga hacia el mar con una montaña nevada al fondo, que no sé si es el Fuji? El artista colocó la ola de lado, porque si la hubiese puesto de frente, seguro que habría, como ballena, engullido a todos los espectadores, tal es la grandeza de su movimiento. Yo, lo sabés, soy más modesto, pero igual que el escultor japonés (disculpá, se me enredó su nombre en el vacío), pretendo hacer una síntesis del mundo. La exposición se llama “Cerca del Paraíso”, mi pretensión es llevar a la mente del espectador a ese espacio primigenio. Antes que el hombre estuvieron los animales de la creación y, en su cadena alimenticia, se la pasaban bien, de pronto apareció el hombre y éste, sobradito como siempre, se creyó el rey de la creación. ¡Uf! A partir de ese momento comenzó algo que ahora se conoce como depredación, como extinción. ¿Por qué? Porque el ser humano no ha sido respetuoso en esa convivencia. En mi obra aparece Eva al lado de animalitos. Eva, un poco para decir que, tal vez, no fue Adán el primer ser humano sobre la tierra; para decir que, tal vez Eva no salió de la costilla de Adán, sino éste de algún ganglio femenino. Pongo, sobre todo, la imagen femenina porque esa imagen me ha seducido desde siempre y porque la mujer es la cuerda umbilical del origen. La vida se da en su vientre, ahí, en su vientre, está el Paraíso de las criaturas, ya luego viene el instante del nacimiento y es como si apareciera la expulsión de una placenta tan suave, tan íntima, tan hermosa. Pues, si lo permitís, diré que la sala de exposiciones temporales es como una suave placenta para mi obra. Ah, me sentí apapachado por todo el personal del museo. ¿Ya viste que Forbes informó, ¡nadita!, que Comitán es uno de los diez destinos más hospitalarios en México? Esto fue presentado por la compañía de alojamientos turísticos Booking.com. Este nombramiento es como cuando reconocieron que nuestro pueblo es mágico. Todo mundo de acá sabe que la gente de Comitán es afectuosa, sencilla. Claro, no faltan los jodones, los cagatodo, pero la mayoría de auténticos comitecos es cariñosa. Comitán es pueblo mágico y es un pueblo hospitalario, cajita de dulces, espíritu sublime. Por esto, me sentí muy bien el día de la inauguración de la muestra plástica, mi obra está expuesta en un lugar dignísimo, sentí el calor y el cariño que los integrantes del Museo Arqueológico le imprimieron. ¿Cómo agradecer eso? No hace falta, los comitecos dan en forma generosa. Saben que el universo es la fórmula perfecta, todo lo que se da de corazón regresa en forma de bendiciones, de lluvias amorosas. Una mañana, la licenciada Naty Figueroa, quien fue mi alumna en la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz, y ahora es la responsable del Museo me extendió una invitación. Envié un archivo con fotos, mismo que ella reenvió a la dirección general del INAH en Tuxtla y una mañana me comunicó que había sido autorizada para exponer. Me habría dado gusto que me acompañaras el día de la inauguración, pero sabía que ese día viajarías a Villahermosa, para lo del proyecto del corto cinematográfico en el que estás involucrada; pero sé, asimismo, que una de estas mañanas irás a visitarla. Disfrutarás el patio central del edificio, del jardín bien cuidado, del busto arrinconado de Rosario Castellanos y del busto lleno de aire de Esteban Alfonzo y visitarás las salas permanentes donde hay obra de la cultura maya y, al final, entrarás a la sala de exposiciones temporales y disfrutarás de la obra de tu amigo. Me resisto a vivir en un ambiente sucio. No quiero acostumbrarme a transitar en calles llenas de baches. Los constructores utilizan materiales de desecho y en menos que canta un gallo se deterioran las calles recién pavimentadas. Leí, hace tiempo que, en Alemania, después del desmadrito que hicieron por la segunda guerra mundial recomenzaron a levantar sus ciudades. ¿Sabías que las calles las reforzaron con planchas de varillas, para que permanecieran por siempre? No tenemos el espíritu alemán, pero sí tenemos el espíritu luminoso de los comitecos. El pueblo, el que se lleva los lauros por la designación de pueblo mágico y pueblo hospitalario, es la riqueza de Comitán. Los integrantes del Museo Arqueológico de Comitán son prueba de que hay instituciones que no están llenas de baches, al contrario, sus espíritus brindan luz, aportan abono bendito para fortalecer nuestro árbol común. Sí, disfruté el instante, lo disfruté porque sentí una reciprocidad genial. Comparto mi obra con mi pueblo y éste lo recibe con brazos abiertos, me consiente, me hace saber que, así como cientos de paisanos nobles y buenos aportan su grano de arena, yo aporto mi grano de Arenilla en la construcción de una mejor sociedad. Posdata: gracias licenciada Naty, gracias a todos los integrantes del Museo Arqueológico de Comitán, ustedes son personas que cumplen con la patria, sus hijos deben sentirse orgullosos de ustedes, como lo estoy yo, el último de sus amigos.