miércoles, 30 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA CONFERENCIA
Querida Mariana: el 28 de abril 2025 hubo un acto relevante. La Doctora Liliana Chávez Díaz impartió la conferencia magistral: “Mujer que supo viajar: Rosario Castellanos sin ficción”.
Te cuento que muy temprano recibí un mensaje de mi amiga Marvin Arriaga, me invitaba a asistir al museo Rosario Castellanos para escuchar a la maestra Liliana.
¡Por supuesto que sí! A Marvin le dije que me daría mucho gusto acudir a escuchar la conferencia y a saludarla. A las doce en punto estuve en el recinto, que ya comenzaba a llenarse con estudiantes de la UNACH, mi universidad.
Ahí saludé también a la Maestra Fanny Abarca, directora de la Facultad de Ciencias Administrativas, Campus VIII, de la UNACH.
Me enteré que mi querida amiga Marvin es asesora del rector Oswaldo Chacón Rojas, quien comienza a hacer un trabajo de relevancia.
Marvin, siempre inteligente, promotora cultural de relevancia, invitó a la Doctora Liliana, quien nació en México, en la frontera norte, y tiene el doctorado en Literatura Hispánica por la Universidad de Cambridge, la maestría en Estudios Latinoamericanos, por la UNAM. En su exposición, la Doctora Chávez Díaz mencionó que en la cátedra que imparte en el Reino Unido ha tenido un objetivo principal: que los estudiantes conozcan a Rosario Castellanos. ¿Mirás qué vocación tan relevante? Por esto fue importante la presencia de la Doctora Liliana en Comitán, ella, experta en la vida y obra de Rosario, la niña consentida de Comitán, vino a compartir un tema interesantísimo con estudiantes universitarios de la UNACH. El interés es que más jóvenes se acerquen a la obra de la escritora mexicana más importante del siglo XX. Que en este siglo XXI, en el año donde se celebra el Centenario de su Nacimiento, su pensamiento siga dando motivos de reflexión, siga aportando luz al conocimiento.
Dije que el patio central se llenó de universitarios. La Doctora Liliana estaba feliz por impartir su conferencia en un lugar simbólico: la casa dedicada a enaltecer la vida y obra de Rosario Alicia Castellanos Figueroa. Fue una gran exposición, que se vio ligeramente tatuada por un detalle climatológico: a las doce del día, el patio central del museo se convierte en un temazcal, porque el domo recibe todos los rayos del sol y como si fuera un castigo de los dioses romanos los concentra en el patio. La ponente usaba a cada rato un abanico, mientras que los estudiantes se abanicaban con las libretas o improvisaban abanicos hechos con hojas de papel. No obstante, la brillantez de las palabras de la Doctora refrescó tantito el calor intenso, casi insoportable y la conferencia llegó a feliz término.
En el instante que tuve el privilegio de platicar tantito con la Doctora Liliana le manifesté mi reconocimiento, me encantó que abordara el tema desde el punto de vista de viaje (ella dijo que Rosario viajó desde pequeña, desde el momento que, desde la Ciudad de México, lugar de su nacimiento, su papá y su mamá la trajeron a Comitán. Fue viajera siendo una niña pequeña). La Doctora dividió el objeto de estudio en cuatro grandes temas: crónica íntima, crónica periodística, crónica académica y crónica diplomática. Esto fue como un gran resumen de vida.
Al término de la conferencia me acerqué a una chica universitaria, que tenía abrazada sus libretas y le pregunté cómo había estado el acto, dijo que había hecho mucho calor, pero que le había parecido muy interesante la plática. Por supuesto que sí. Cuando platiqué con Marvin le agradecí su altura de miras, porque siempre trae a Comitán a grandes personalidades. Recordé que cuando trajo a Consuelo Sáizar, ésta dijo que en un momento de su vida tuvo conciencia de la importancia de valorar la presencia de personas importantes que estaban frente a ella o a su lado. Le dije a Marvin que ella nos ha traído a grandes figuras de la cultura, en esta ocasión a la Doctora Liliana Chávez Díaz. Sé que los chicos y chicas valoraron y reconocieron que estuvieron, en Comitán, ante una mujer inteligente, dedicada, brillante, que tiene como cometido hacer que sus estudiantes en el Reino Unido conozcan la obra y vida de nuestra eminente paisana: Rosario Castellanos.
Posdata: ¿cómo no agradecer tanto a la UNACH, al rector, a Marvin, a Fanny y a todos los que participaron para que este acto prodigioso se efectuara? Marvin me dijo algo que me llenó de gusto, dijo que están preparando actos que estén a la altura de la grandeza de Rosario Castellanos. Es lo que siempre deseamos, que haya actos donde la inteligencia esté en el sitio de honor.
Aproveché a tomarme la foto con la Doctora, porque tuve conciencia de la grandeza del personaje que nos visitó. Por esto ahora digo: fue mi privilegio.
¡Tzatz Comitán!
martes, 29 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON RICOS SABORES
Querida Mariana: la foto es de privilegio, pero haré un comentario. Estoy con Ana Karen Gordillo, en el local que atiende: “Heladucos”, que hace poco inauguraron.
Mi compadre Jorge, quien por desgracia ya falleció, llegaba al departamento de la Ciudad de México, donde vivíamos y su saludo inicial era: “¡Compadruco!” con eso decía todo su afecto, su cara se transformaba en una sonrisa. No sé de dónde había sacado la palabra “compadruco”. Hablo de los años setenta, tal vez muchas más personas usaban el término, porque la terminación cuco se usaba como sinónimo de simpático. El colmo aparecía cuando con Jorge tomábamos una cerveza (bueno, más de dos) y él, afectuoso, ponía su mano sobre mi cabeza, y con sus dedos índice y medio tamborileaba diciéndome: compadruco, cucoruco. ¡Ya era el colmo del cariño!
Por esto, cuando mi amigo el arquitecto Jesús Pedrero me habló de “Heladucos” un aura de afecto apareció. ¿Heladucos? Él me explicó que es una heladería que recientemente pusieron al servicio de la sociedad, él y su esposa Ana Paola Vives Culebro, quienes son emprendedores por naturaleza. “Heladucos” abrió sus puertas el 6 de abril 2025, está a media cuadra del Hotel Internacional, muy cerca de la sucursal centro de Farmacia Guadalajara, muy cerca del OXXO. El local es pequeño, pero muy digno.
Jorge ya no vive, si viviera cuando me saludara y me dijera ¡compadruco!, yo le respondería: vonós a echarnos un heladuco.
Los helados que ofrecen son de máquina, con sabores de vainilla y chocolate. El día que fui a tomarme la foto con Ana Karen había dos niños pidiendo sus helados y dos personas más haciendo fila. ¡Bien!
Los heladucos los venden en cono o en vaso. He visto estas máquinas de helados en otros sitios, pero “Heladucos” garantiza calidad e higiene, condiciones indispensables en alimentos.
Ana Karen me platicó que está contenta en el local. Dice que el horario de atención es de 10 de la mañana a 3 de la tarde, cierra para comer y regresa de 4 a 6 de la tarde. Muy abusada me dijo que pronto, muy pronto, también ofrecerán paletas. Y dijo, ¡noticia sensacional!, que durante el mes de mayo, en cada compra ofrecerán un boleto de la rifa de un libro para celebrar el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos. Bien, bien. Saber eso me dio gusto, en Comitán hay actos que están teniendo como feliz pretexto la celebración de nuestra pichita consentida.
Sólo en Comitán relacionamos esencias con el genio creativo de Rosario Castellanos. Te cuento que también Panadería La Flor de México ofrecerá, a partir del 6 de mayo, ¡conchas azules! ¿Por qué? Resulta que uno de los platillos favoritos de nuestra escritora eran los papadzules. Bety Bolaños se le ocurrió jugar con una rima y dijo: papadzules, pues conchas azules, así que la Panadería La Flor de México celebrará a Rosario ofreciendo esos panes. Sólo en Comitán. Te invito a que pasés a La Flor de México y comprés conchas azules, asimismo pasés a “Heladucos” para disfrutar un rico helado (sé que te gusta el sabor de vainilla, más que el chocolate) y participar en el sorteo de un libro de Rosario Castellanos. Ah, qué agradable saber que nuestra pichita consentida, gran escritora del país, es celebrada con actos diversos. ¿Ya te platiqué que la Secretaría de Cultura, a nivel federal, organiza un Homenaje Nacional para Rosario Castellanos? Dentro de las actividades anuncian que presentarán la novela “Balún Canán”, una coedición del Fondo de Cultura Económica y del Honorable Ayuntamiento de Comitán de Domínguez. Noticia sensacional. Hemos platicado que es difícil hallar la obra de Rosario en nuestro pueblo, ahora, cuando menos, estamos seguros que “Balún Canán” estará disponible para quien desee adquirir dicha novela, obra fundamental.
Echate una vueltita a “Heladucos”. Ya dije que está al lado del OXXO, contra esquina del Hotel Internacional, de mi amiga Laurita Villatoro. Probá el de sabor vainilla (o el que querás) y llevá tu boleto para la rifa del libro de Rosario.
Posdata: a partir del 6 de abril, paso por “Heladucos” y recuerdo a mi compadrito Jorge, quien llegaba y me saludaba: “compadruco”.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 28 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON TRENES
Querida Mariana: vi un tren de juguete, lo vi en una película. En pocas ocasiones he estado frente a un vagón, en la realidad. Tal vez la primera vez que vi un tren, subí y viajé fue cuando tenía dieciocho años, más o menos y mi mamá, mi papá y yo viajamos de México a Guadalajara. Recuerdo el andén con gente, maletas y una ligera bruma. ¿Estación de San Lázaro? ¿Así se llamaba el lugar?
Hay gente que adora los trenes. El tren de juguete que vi estaba en una habitación especial, en el centro del cuarto. Ya sabés, sobre una gran mesa, con el recorrido de las vías que es como una serpiente, con montañas, ríos, puentes, árboles, casas, tratando de emular un paisaje real. La particularidad era el contraste: las construcciones presentaban casas estilo Medieval y el tren era uno de esos súper modernos que circulan en Europa y en Asia en este siglo XXI.
El propietario del tren de juguete era una persona de más de cincuenta años de edad, millonario; cada noche, al llegar a su residencia, se quitaba el saco, se desanudaba la corbata, pasaba a la cocina por el vaso con güisqui y hielos, que le preparaba un sirviente al oír que llegaba el auto, un Corvette. Activaba el mecanismo y, mientras el tren pasaba por túneles y puentes, el hombre saboreaba su bebida y sonreía al ver su juguete.
A mí, de niño, también me sedujeron los trenes. Una vez, mi abuelita Esperanza, me trajo uno de regalo. Me senté en el piso, abrí la caja y ensarté las vías hasta completar el óvalo; prendí el vagón de enfrente (sé que tiene un nombre especial, pero no lo recuerdo) y jaló los tres vagones. El tren comenzó a dar vueltas, yo procuraba motivar la emoción inicial, pero no lo lograba, hacía lo mismo que el hombre de la película, pero comencé a aburrirme, después de unos minutos se me hizo el juego más tonto del mundo. Tal vez se debió a que mi tren de juguete era muy modesto, sin montañas ni puentes ni ríos, sin pueblos. Mi trenecito no hacía más que dar vueltas y vueltas, labor monótona, como de circuito de carrera de autos, sin la emoción de los rebases y de los accidentes. Mi trenecito de juguete ni siquiera se descarrilaba. Llegó un momento que lo cogí con la mano derecha y apagué su mecanismo, lo dejé sobre las vías y salí al sitio a jugar carritos, hice una carretera en la montaña de arena y disfruté mucho que mi mano inaugurara rutas. Tal vez el aburrimiento estaba en la repetición ad nauseam (ándale Gutmita, me aventé un latinajo, que significa hasta la náusea).
Vi el tren en la película y sentí lo mismo: era un entretenimiento solitario, casi triste. Pensé que el millonario tenía toda la paga del mundo para provocar alguna emoción: una carga de dinamita en algún puente o un dron que tirara un obstáculo para provocar un descarrilamiento, que obligara la llegada de ambulancias, paramédicos y enfermeras con birretes y minifaldas blancas.
Mi mamá recuerda que su niñez la pasó en trenes, de Huixtla a Tapachula y a México. Viajaba en clase Pulman, cuando el viaje era largo. Cuenta que su abuela siempre la llevaba de acompañante, mi mamá niña o adolescente dormía en la parte superior de la litera, dice que el viaje por tren le parecía una gran aventura muy cómoda, pasaba de uno a otro vagón, en la mañana iban al carro comedor.
Posdata: mi mamá dice que la terminal de Tapachula era una bodegota; en cambio la terminal de su pueblo era un edificio bellísimo, portentoso. Así lo recuerda. Creo que la terminal huixtleca aún está en pie. Ojalá.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 27 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA CAMPANILLA
Querida Mariana: la noche del 26 de abril 2025, la dramaturga Rosa Hortensia Aguilar Trujillo y el poeta Balam Rodrigo recibieron un homenaje en el Octavo Festival Internacional Balún Canán, de arte, literatura y ecología.
Tuve el honor de decir unas palabras de presentación para el poeta Balam. Te paso copia del textillo que leí.
Buena noche.
El poeta Balam Rodrigo no tiene muro en Facebook. Una tarde, en el parque de La Independencia, le pregunté por qué no tenía redes sociales. Me dijo que yo estaba equivocado, aseguró que él tiene, tiende, muchas redes sociales, pero no en forma virtual, sino en forma presencial. Entendí lo que me decía, el contacto con el ser humano es esencial, su modo de ser es un río que siempre riega muchas orillas por muchos lugares, riega sonrisas, riega motivos para reflexión.
Balam es un ser humano sencillo, es un ser humano grande, enorme, palmera. Como si fuese un personaje de cuento infantil ha llegado a alturas donde el común de los mortales no llega, por esto, siempre descuelga frutos y los reparte en forma generosa. Balam Rodrigo es una de las Voces Mayores de Chiapas.
Dije que no tiene muro, porque Balam es un poeta que con sus palabras derriba muros, como si fuese uno de los que anularon el Muro de Berlín, nuestro amado poeta bota muros y construye identidades. Asimismo, Balam borra fronteras, como diligente hormiguita crea nuevos caminos, caminos más libres. Esto lo pepenó siendo niño, cuando en su casa de infancia recibían a muchos migrantes venidos de más del Sur. Balam supo que el ser humano tiene por esencia el espíritu libre, sin ataduras, sin muros, sin fronteras. En su casa de infancia aprendió a abrir las manos y el corazón en forma generosa para abrazar al otro, al hermano, al ser humano en tránsito, a la persona en busca de un mejor modo de vida; aprendió, también, a nombrar las cosas, a designar los atributos, a reconocer la flor de la esperanza.
Su camino, fértil, viene desde la infancia, de mucho más allá, de cuando acompañaba a su papá a caminar las calles polvorientas. Balam niño se preguntaba: ¿qué árbol da oxígeno, qué árbol provee sombra, qué árbol es nido para pájaros, para el vuelo? Descubrió que el árbol de las palabras produce los frutos más sabios con la savia de la vida. Y desde entonces Balam ha sido un talador de muros, con el pie del Verbo elimina las líneas fronterizas, las borra, y con su palabra hace que vuele un aire más limpio por todos los cielos.
Que todo mundo trepe a su arca; que todas las nubes lluevan luz; que todo el género humano se reconozca en sus palabras, en su bordado sublime, en ese entramado de maravillosas redes sociales.
Querido poeta, hoy, Arbey Rivera y los integrantes del Puente Cultural del Sur Sureste te entregan un reconocimiento, que es como un abrazo de gajos de fruta fresca. Los que te admiramos nos unimos a este merecido homenaje.
Tu nombre es una campana que resuena por todo el valle, por toda la montaña, por todas las playas y por todas las esquinas del mundo.
Balam, Balam, Balam, canta la campanilla; Balam, Balam, es la palabra que, como si fuese voz del muecín en la mezquita, convoca a la comunidad, a la comprensión de un mejor modo de ser.
Sos un constructor de edificios transparentes, tu voz es la de la tiuca libre, la del rugido del puma americano, la del niño que balbucea la palabra igualdad.
Sos el murmullo de la rama tierna, del renuevo que brota de la Tierra; sos orgullo de nuestra tierra, voz indispensable de estos y de todos los tiempos.
Que las diosas de la creación sigan regando agua en tus parcelas; que los dioses de los cielos sigan inyectando vientos en tus papalotes, para que sigan volando alto, altísimo, para que nosotros, tus lectores, tus amigos, sigamos bendiciendo y agradeciendo tus palabras.
Balam decimos, y cantamos y bailamos.
Este aplauso de la audiencia es para vos, para siempre, por siempre. ¡Felicidades!
Posdata: fue una noche emotiva, llena de danza, música y poesía. Saludé al poeta comiteco Juan Olivares, quien obtuvo el premio de poesía “La Terrestre Raíz de Las Palabras 2024”, certamen al que convocó el Puente Cultural del Sur Sureste; y escuché la interpretación musical de mi sobrino Julio Flores Bermúdez, un guitarrista genial, ¡genial! Cualquier día de estos te cuento más de Julio.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 26 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN ESPEJO
Querida Mariana: ¿has entrado a la Farmacia Guadalajara que está a media cuadra del Hotel Internacional? Sé que los propietarios no quisieron hacer una juguetona “Casa de Los Espejos”, como hay en los parques de diversiones, pero siempre que entro me encanta jugar, porque me veo reflejado en varios espejos que forran muchas columnas. Casi estoy seguro que no hay otra farmacia con tales características en el país, incluso, en el mundo. Los promotores del turismo comiteco deberían incluir a dicha farmacia como uno de los atractivos de la ciudad. La primera vez que entré a comprar alguna pomada para mi mamá me sorprendí, me quedé paralizado. ¿Quién se atreve a caminar donde los espejos proyectan imágenes reales que parecen irreales, sacadas de un cuento o una novela de duendes?
Entrar a esta sucursal es toda una experiencia lúdica, juguetona. Y ya sabés que a mí me encanta el juego, por esto, ahora, aunque no necesite comprar algún medicamento entro sólo para sentir la sensación de estar en un espacio lleno de espejos.
Siempre me ha atraído tal juego de espejos. Desde joven me atraían mucho las peluquerías que había en aquel entonces en Comitán. Como las paredes de la peluquería están forradas por grandes espejos, provocan una serie interminable de imágenes. Siempre pensaba en la posibilidad de que alguna de esas imágenes reflejadas tomara vida y se desprendiera o que la imagen real, la persona en realidad, se intercambiara por una de las imágenes proyectadas. ¿Recordás la película “La rosa púrpura del Cairo”?, es una genialidad de Woody Allen (si me forzás tantito diría que es la mejor película de Woody). En la película un actor se “desprende” de la película, baja y se relaciona con una mujer que adora el cine. Ese instante es uno de los más sublimes de la historia del cine mundial. No repuestos aún del impacto de dicho juego, luego asoma que el actor real que interpretó al personaje del cine aparece en la realidad, la chica (por juego de la trama) se relaciona entonces con el personaje y con el actor. Esto es un juego de desdoblamientos maravillosos. La imaginación permite esta travesura y muchas más. Bueno, cuando entro a la sucursal farmacéutica comiteca pienso en esto y en mucho más. Camino y de pronto me topo con mi imagen, porque frente a mí hay una columna totalmente forrada de espejos.
En alguna feria comiteca (tal vez en la de agosto) vino una Casa de Espejos y entré con los amigos. Todos nos divertimos, porque había un laberinto cubierto con espejos donde era difícil hallar la salida, al principio todo fue alegría, porque había una serie de espejos que distorsionaban nuestros reflejos, a veces aparecíamos alargados como fideos fritos; en otras ocasiones parecíamos modelos de Botero, mucho antes que el genial pintor colombiano descubriera que el pintar gordos sería una mina de oro; los espejos nos hacían parecer enanos, gigantes, con rostros y cuerpos deformes, primos hermanos de Frankestein y el Jorobado de Nuestra Señora de París; pero al final del recorrido la alegría se convertía en una inquietud que nos inyectaba el nerviosismo, porque pensábamos que al seguir determinada ruta hallaríamos la salida, pero era una mera ilusión, la salida parecía haber sido clausurada por decenas de espejos y la inicial diversión se convertía en algo como un castigo divino, donde la pena era verse cientos y cientos de veces.
El espejo permite el juego real de verse y, como si uno fuera la protagonista del cuento infantil, preguntar: ¿quién es el más bonito? La mayoría de las personas, por no decir la totalidad, responde, como en la historia: “Vos, vos sos el más bonito”, y el personaje sonríe orgulloso, aunque en lo íntimo sepa que no es cierto, lo que los espejos reales poseen es el don de no mentir, no se han subido a la carrera tecnológica y no tienen “filtros”, lo que muestran es la neta del planeta, si algo no miente es el espejo. Si en la casa hay un espejo de cuerpo entero en el baño, el abdomen del señor es ese globo blando que parece a punto de explosión; las tetas de la señora son esos tecomates que tristes ven hacia el piso, como si fueran nidos de pájaros colgantes de árboles en la selva. Los espejos son los chunches más sinceros, no hacen concesiones.
“Espejito, espejito, ¿quién es el más bonito?”, en el cuento infantil es el espejo quien responde, pero en la vida real quien contesta es el mismo ser que hace la pregunta; es decir, uno mismo esconde la verdad, uno mismo se miente. Claro, los psicoanalistas recomiendan el juego del espejo y sugieren que la respuesta sea muy optimista, que la persona frente al espejo piense que, en efecto, tiene un rostro bello, perfecto, hermoso, casi casi dejando en segundo lugar al actor Brad Pitt.
Nos mentimos, aunque estemos frente a un espejo que nos abofetee con la realidad. Conforme el tiempo pasa la edad comienza a hacer estragos en el físico de las personas y los espejos dan cuenta precisa de la transformación, que es el cambio más notable de todos los procesos evolutivos del mundo.
¿Y sabés cuál es el colmo del mundo? Que ningún ser humano puede verse tal cual es, porque la imagen que vemos en el espejo es nuestra imagen reflejada; es decir, la oreja derecha se convierte en la oreja izquierda en el reflejo, nos vemos “volteados”, como si alguien nos quitara la máscara y la colocara en lugar del derecho al revés. Sí, no lo sé explicar, porque es un fenómeno inexplicable. Para vernos tal cual deberíamos emplear un juego de espejos, donde el reflejo se reflejara a su vez, pero entonces el reflejo ya tendría dos “mudas”.
Todo mundo es valiente, digo esto porque se necesita un altísimo valor para enfrentarse cada día ante ese verdugo implacable. Si alguien se viera ante el espejo sin juegos infantiles vería cómo el cuerpo se deteriora cada día. José Luis Cuevas, el dibujante mexicano, despertaba y, en su estudio, hacía un autorretrato, para tal actividad él hacía uso de un espejo, dibujaba la imagen reflejada; es decir, se dibujaba “volteado”; todos los autorretratos que vemos de Cuevas son eso, imágenes reflejadas, no son él, son su reflejo.
Cuando mi Paty y yo inauguramos la Galería Bonampak, en la casa de mi papá y de mi mamá, cerca de la escuela Matías de Córdova, la escuela donde estudié mi primaria, en una pared de la sala de exposición colocamos un espejo con un marco de madera con un letrero que decía: esta es la obra más bella de este espacio. La gente, al ver su rostro reflejado, sonreía.
En el zoológico de Tuxtla, de igual manera, existía (o existe) un espejo grande con un letrero que decía, más o menos, lo siguiente: éste es el animal más depredador de la Tierra.
El espejo no miente.
Por eso, el ser humano ha convertido en juguete el espejo, que no sea un reflejo de la triste realidad, sino un jocoso aditamento que permita la proyección.
Espejito, espejito, ¿quién es el más bonito? Tú, tú, siempre tú, tú, tú, ferrocarril de Los Andes.
A mí, no sé a vos, me gustan los espejos, me encanta el juego de duplicaciones. Tal vez porque siempre lo vi juguetonamente no me alarma verme al espejo cada día. Cuando me levanto no me enfrento al espejo, me paro como si me parara frente a un amigo y platico y casi casi digo: ¿cómo estás, viejo?, porque eso es lo que soy ahora, un viejo con sesenta y ocho años de edad. Sí, ya no tengo dientes, ya me quedé casi pelón, necesito lentes para ver mi reflejo con cierta nitidez, las cejas perdieron su color negro y tomaron un tono plateado que es como una línea de agua. Pero, así me veo, así lo pienso, mi mirada sigue siendo la misma mirada niña de toda la vida. El espejo no miente, me veo niño, porque soy un crío, diría Vargas Llosas: un pedacito de gente. Que crezcan los otros, los que siempre han pedido ser adultos, los que desearon dejar de ser niños para volverse grandes y disfrutar de todo lo que los adultos disfrutan.
Posdata: el espejo me devuelve, es cierto, la imagen de un viejo de sesenta y ocho años, pero la mirada es la misma que tuve cuando iba al cine de la mano de mi mamá y de mi papá, la misma mirada del niño que iba con su papá para comprar tortas de pierna al “Yuly” y volvíamos a la sala del Cine Comitán para disfrutar de la segunda película, que a final de cuentas el cine ha sido, asimismo, el espejo de nuestra realidad.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 25 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO DEL COMITECO MANUEL MANDUJANO
Querida Mariana: Manuel tiene tres libros a la venta en Amazon. Él es un escritor disciplinado. Sé que su fuerte es la narrativa. Tan es así que ha obtenido menciones en concursos a nivel internacional. Por ahí alguno de sus trabajos de cuento corto han descollado en España.
Muchos paisanos desconocen su trabajo literario, porque ya sabés cómo funciona nuestro mundo. Pero, por si querés darle una vueltita a su labor creativa, copio de la página de Amazon México la oferta que tiene: “Sapiens 2.0. Río de piedras y puramente cuentos”; “Anoche soñé que estaba muerto”; y “Corpus. El milagro de Copanahuastla”.
Y digo esto, porque hace unos días me habló por teléfono mi primo Memo Bermúdez. Con Memo tuve una gran cercanía cuando fuimos niños, él llegaba a la casa e íbamos al cine y a dar doctrina a San José Obrero. Me dio mucho gusto escucharlo. Me dijo que pasara a su casa porque Manuel había dejado un libro para mí, su libro más reciente, que tiene el título: “Dementiana. Cuentos de la vida en paz”.
Ya podés imaginar el doble privilegio que me puso el destino, deseaba ir volando, pero como Aeroméxico no tiene viaje sin escala del barrio de Guadalupe al barrio de San Sebastián, tenía dos opciones: ir por tierra en mi tsurito o caminar. Me decidí por lo último, porque sabés que me encanta caminar por mi pueblo, siempre y cuando sea por calles conocidas y a buena hora. Caminé. Salí de casa en la mañana, hora en que el sol todavía no salta sus dardos hirvientes. Ah, cómo disfruté ese viajecito, viendo los comercios, pasando por las talabarterías con el olor característico de las pieles curtidas. Llegué. Toqué el timbre y mi querido primo Memo salió a recibirme, con su barba blanca como mariposa posada en la barbilla y en la parte baja de las mejillas; con su sonrisa siempre cariñosa. Nos pusimos al tanto de nuestras vidas y me entregó el libro de Manuel Mandujano. Nos tomemos una foto, dijo, para que la mande como evidencia que ya cumplí con la entrega. Y nos tomamos la foto. Entiendo que se la envió a Manuel. Ahora yo, a través de esta carta, le mando un abrazo al autor y agradezco el regalo.
Manuel y yo nos conocemos hace un buen rato. Lo conocí porque el maestro Jorge Gordillo Mandujano me lo presentó. Manuel y el maestro Jorge eran parientes. Hoy ya no está con nosotros el maestro Jorge, así como el papá de mi primo Memo ya falleció. Mi tío Memo, hasta donde recuerdo, fue dueño de la finca Dolores, que está enfrente de la cañada que lleva a La Soledad, la finca que fue de la mamá de Irma Serrano.
Ya leí el libro de Manuel (ahora que lo escribí pensé en automático en un libro de mi amado Julio Cortázar, uno de los mejores escritores de cuentos de todo el mundo, que se llama precisamente “Libro de Manuel”).
Y digo Cortázar, porque el cuento que da título al libro de Manuel: “Dementiana”, juega un poco con la misma estructura de un cuento que Julio escribió “La noche boca arriba”. Seguro que recordás el cuento de Julio, un hombre, mientras está en un hospital, en tiempo presente, “vive” una persecución en un tiempo pasado, antes de la Conquista. Manuel juega con esa estructura, una señora, que tiene una edad de noventa años, enferma, “vive” en su pasado. El médico que la atiende explica a los familiares que la señora no tiene una enfermedad, ella “se va a otro planeta”, vive lo cotidiano, pero su mente está instalada en su pasado, un pasado que Manuel se encarga de entregarnos de manera puntual. El escritor nos lleva a sus lectores a vivir las costumbres de un Comitán pasado; su habilidad es tal que vemos y sentimos un Comitán que ya no está en el presente, que sólo permanece en el recuerdo y en la nostalgia, pero que en la vida de la señora es su pan de cada día.
Posdata: hasta antes de leer el libro de Manuel en mi cabeza no estaba registrada la palabra dementiana; hoy ya es parte de mi memoria; como el nombre de Manuel Mandujano debe ser un nombre de la relación de importantes narradores comitecos.
Dije que Manuel ha obtenido reconocimientos en concursos internacionales de cuento breve. Le encanta crear minificciones.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 24 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE EL LIBRO HACE BIEN
Querida Mariana: en la carta de ayer te dije que el 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro. ¡Ah, qué buen guateque! Dicho día se celebra con diversos actos.
Para Chiapas es buena noticia saber que un día después, el 24 de abril 2025, en el año donde el mundo celebra el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos, los tres autores del libro “Chiapas. Las tareas de Sísifo”, estarán en el auditorio del primer piso del edificio B, del Palacio Legislativo de San Lázaro, en la Ciudad de México. Irán para presentar en la Cámara de Diputados, altísima tribuna del país, el libro que escribieron. Como comentaristas estarán Jesús Ramírez Cuevas, Efraín Gurría Penagos y como moderador el diputado Joaquín Zebadúa Alba.
Este libro ya se presentó en la Universidad Autónoma de Chiapas (mi universidad), que ahora celebra sus cincuenta años de fundación; en la Universidad Descartes y ahora se presentará en el Palacio Legislativo de San Lázaro. ¡Bien! Ahí, al lado de los comentaristas y moderador estarán los tres autores chiapanecos: Héctor Cortés Mandujano, Jorge López Arévalo y Óscar Alejandro Figueroa Gutiérrez.
Bien, porque es un libro que, de manera sencilla explica un tema complejísimo: “¿por qué en Chiapas, que es tan evidentemente rico, hay gente tan pobre?” “Chiapas no crece, ¡decrece!”
Mi amigo Héctor, amigo de hace muchísimos años, vino a Comitán y en la terraza de la casa de Paco sostuvimos una agradable charla, él habló y yo escuché. Cuando vino Consuelo Sáizar a dar una conferencia acerca de Rosario Castellanos dijo, en un momento, que ella de chavala no había tenido conciencia de estar cerca de grandes intelectuales. A mí no me sucede eso. Siempre procuro ser consciente de estar frente a un personaje, así me pasa con Héctor. Sé que él es mi gran amigo, pero también sé que cuando estoy con él estoy frente a uno de los grandes creadores de Chiapas; quienes lo conocen saben que él tiene una altísima cultura y posee una gran capacidad para seducir a las audiencias con su plática sabrosa. Lo escuché. Hice bien. Una vez que estuve en el municipio donde Héctor nació: Villaflores, porque la Rial Academia de la Lengua Frailescana me hizo el honor de concederme el galardón “Sombrero de la Ocurrencia” (reconocimiento que también obtuvo Héctor), después que Javier Espinosa Mandujano recibió su galardón y dio su mensaje, me paré frente al micrófono y dije que cuando la inteligencia habla yo hago silencio.
En este libro, la inteligencia de Héctor, la de Jorge y la de Óscar Alejandro ¡hablan!, lo hacen por todos nosotros, quienes vivimos en este espléndido y, a la vez, miserable estado de Chiapas.
El texto de presentación del libro está a cargo del Doctor Oswaldo Chacón Rojas, quien recientemente ocupó la rectoría de la UNACH, hombre también de gran inteligencia y dispuesto a hacer brillar nuestra universidad. ¿Qué tal que, como siempre, hago silencio y dejo que él hable, para que mirés por dónde va el libro?
Te paso copia del fragmento que aparece en la contraportada y que es un extracto de la presentación escrita por nuestro rector:
“Chiapas. Las tareas de Sísifo” es, en síntesis, un libro que analiza sin condescendencias muchas problemáticas de esta entidad del sur: la migración, el analfabetismo, las varias aristas que tienen los problemas económicos, la desaparición de los bosques, el desempleo, la pobreza, el poco provecho que tiene para Chiapas su enorme riqueza hídrica…
“Al mismo tiempo, propone proyectos realizables para dejar de ser el estado con los últimos lugares en casi todos los rubros. Hay aquí, pues, análisis y propuestas que merecen conocerse”.
Posdata: en este libro hay “análisis y propuestas que merecen conocerse”, dice el doctor Oswaldo. Sí, estoy de acuerdo. Hoy, en la Cámara de Diputados muchas personas conocerán estos análisis y propuestas. Es un libro, como dicen los clásicos, ¡de avanzada! Nuestro estado necesita esta reflexión. ¿A poco no todo mundo dice que Chiapas es un estado riquísimo, pero, asimismo y contradictoriamente, es un estado pobrísimo? ¿Por qué? Mi amigo Héctor, brillante escritor, nos presenta un análisis chipocludo en forma sencilla, comprensiva. ¡Bien! ¡Qué buena celebración del libro, un día después de su día internacional!
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 23 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON EL LIBRO
Querida Mariana: el 23 de abril es Día Internacional del Libro. ¿Puede definirse al libro? ¿Vale la pena? Irene Vallejo nos presentó la historia del libro en un libro sensacional: “El infinito en un junco”. Es maravilloso advertir que la historia del libro se presenta en un libro. Asimismo, la historia de lenguaje puede narrarse a través de una historia contada en voz alta. La palabra es un caracol cuya casa está hecha de palabras.
A mí, lector de libros desde siempre, me cuesta trabajo definir a este chunche cultural. ¿Qué es un libro? ¿Cómo definir al universo sin caer en imprecisiones? La misma dificultad existe al querer definir al libro.
El libro está ligado, desde su descubrimiento, a la historia del hombre. Tal vez hay dos momentos sublimes en la historia de la humanidad y el parteaguas es el nacimiento del libro. A partir del día que el hombre tuvo un libro en la mano la historia se modificó.
Ahora es difícil definir al libro, porque la humanidad también ha dado un salto impresionante con el advenimiento del libro electrónico.
Durante muchos años anduve con un libro bajo el brazo, a veces, atrevido, me colocaba el libro en la espalda, lo sostenía con el cinturón. Así tenía libres los brazos y las manos. Nunca salía de casa sin un libro. He visto a mucha gente que cierra la puerta de su casa y, de inmediato, se persigna y echa a andar más tranquilo. Mi amuleto era el libro. Si llevaba el libro conmigo me sentía a gusto en la calle, si me detenía en una esquina para esperar a un amigo, me recargaba en una pared y abría mi libro, estaba pendiente de los dos tiempos y de los dos espacios que me acompañaban: uno era el tiempo actual y el otro el de la historia que contaba la novela; uno era el espacio presente y otro donde estaba mi mente en la historia contada. Siempre me ha seducido esa posibilidad de estar en dos lugares diferentes, en tiempos diversos, desde mi presente.
Antes, por supuesto, todo mundo identificaba al lector, porque el viejo de lentes tenía un libro en las manos sentado ante la mesa del café al aire libre; porque la chica en bicicleta llevaba un libro en la parrilla; porque el niño lo metía en su mochila; porque el chico tenía un libro mientras comía un sándwich sentado en una banca del parque; porque el sacerdote leía un versículo desde el púlpito o el poeta, como tortuga sacando la cabeza detrás de una mesa de honor, leía su trabajo reciente. Nadie podía equivocarse. La fórmula matemática casi era exacta: libro en manos igual a lector maravillado.
Hoy ya no es tan sencillo. Si hablo de mí digo que no siempre me verás con un libro en la mano, ya no. Sigo sin salir de casa sin libro, pero ahora, en muchas ocasiones, el libro va en el teléfono celular, porque ya descargué la aplicación del Kindle y ahí, en ese pequeño chunche, tengo ya muchos libros. Ayer mismo, un amigo me envió una copia en pdf del libro “Alguien habló de nosotros”, de la ya citada Irene Vallejo. Así que ahora, más que nunca, llevo libros conmigo. Ya no sólo es uno bajo el brazo, sino muchos en ese pequeño chunche llamado celular. Mi caso es el de millones de lectores en todo el mundo. Las bibliotecas personales también han modificado su ritmo, antes entrabas a una casa y sabías si ahí vivía un lector o no, en el primer caso veías libreros con muchos libros; en el segundo caso los libros estaban ausentes. Ahora no podés apostar con certeza, puede ser que llegués a casa de una amiga y no mirés un solo libro, ni en estantes ni en las mesas de centro, pero ella, en la plática, a la hora de servirte una copa de vino, puede mencionar el libro que acaba de terminar y buscará su lector electrónico y desplegará ante vos cientos de títulos que ha leído y otros que están en lista de espera. En las mesas de noche, de la recámara, antes había un buen rimero de libros al lado de la lámpara, ahora es probable que sólo esté un Kindle.
Los tiempos han cambiado los hábitos. Antes sabías que alguien era monje porque llevaba el hábito, ahora los lectores no siempre llevan libros impresos. En los aeropuertos veías a alguien con un libro en la mano y no dudabas: ¡es un lector! Hoy, ves a cientos de personas con el celular en la mano y, a distancia, no sabés si están viendo Tik Tok o están leyendo algún libro. Hace pocos días compré en Amazon el libro de cuentos “Jardín de noche”, de Fabio Morábito y lo tengo en mi celular, ahora lo llevo a todas partes y cuando digo a todas partes es ¡a todas partes!, porque (el mundo no me dejará mentir) hoy todo mundo no suelta el celular. Hay casos peligrosísimos de personas que no se conforman con llevar el celular en la bolsa cuando conducen, ¡no!, lo llevan en una mano y mientras conducen van viendo la pantalla de su celular. Qué absurdo. Pienso que estas personas inconscientes no van leyendo libros.
Posdata: el 23 de abril, el mundo celebra el Día Internacional del Libro, el impreso y el libro electrónico. El festejo es fastuoso. El libro es un chunche que ilumina la vida de millones de personas, ¡cómo no celebrarlo con harta marimba y con harto confeti!
¡Tzatz Comitán!
martes, 22 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON MODELOS
Querida Mariana: dibujo y pinto, lo hago como Dios me da a entender. Abel Quezada dijo que la pintura es la libertad total. Los niños son dibujantes geniales, conforme crecen se echan a perder. He procurado conservar mi mirada niña, para tener el trazo de los pintores de las cuevas de Altamira y de Lascaux.
El dibujo y la pintura son ejercicios lúdicos. He visto a niños aburridos que cambian sus caritas cuando les dan un papel y un juego de colores (ahora hay estuches bellísimos, con muchos colores, algunos todavía no inventados por el hombre).
Dibujo como Dios me da a entender, estuve a punto de decir que soy autodidacto, pero eso sería faltar a la verdad, nadie aprende por sí mismo, todo viene de la tradición. Antes que vos y yo hubo otros, grandes maestros, juguetones, creativos.
He tenido maestros, los grandes artistas cuyas obras he visto, una y otra vez, en los libros de arte que, por lo regular, son bellísimas ediciones. Y en estos tiempos de prodigios tecnológicos uno puede entrar a ver tutoriales de clases de dibujo o de pintura y echarse una vueltita por todos los museos del mundo.
Iba a decir que no asistí a clases formales de dibujo, pero empolvaría a la verdad. En la primaria, los maestros nos ponían a hacer planas con palitos y bolitas, ahora sé que era una manera de desarrollar destrezas; en la secundaria, mi papá me compró una libreta con hojas cuadriculadas, porque, en la tira de materias tuvimos la más hermosa clase de ese primer año: dibujo de imitación. La maestra dibujaba en un pizarrón cuadriculado y nosotros hacíamos los trazos en nuestra hoja. Todos los dibujos salían más o menos, no bajaban de ocho, ¡claro!, los talentos naturales lograban la calificación de diez.
Nunca me frustré por dibujar algo que distaba mucho del original, desde joven reconocí que mi árbol genealógico no era el mismo de Leonardo o el de Miguel Ángel (muchos años después supe que mi tronco paterno, el sembrado en Italia, tenía cultivadores de figuras de yeso).
Siempre he disfrutado el dibujo y la pintura. Hoy, cuando ofrezco un cuadro o un dibujo lo vendo caro. El admirador de mi obra debe saber que se está llevando ¡un Molinari!, obra juguetona, única en el universo.
A partir del segundo grado de secundaria abandoné el dibujo “de imitación”. Juré que no copiaría un cuadro de Modigliani, haría mis propios retratos, aunque terminaran pareciéndose al retrato que el gran Tamayo le hizo a Lucha Villa, cuyo parecido físico está en la nube de Cornelio Reyna, que andaba como a veinte mil metros de altura. La chocante de María Félix le regresó un retrato que le hizo la gran Remedios Varo, que porque no se parecía, la pintora, buena onda, le hizo su gusto a La Doña. Claro, Remedios era más grande que la María.
Hago retratos, pero a mi estilo, estilo Molinari. El que desea un retrato perfecto lo mando a tomarse una fotografía con uno de los grandes fotógrafos, que hay muchos en el pueblo (y como la vanidad es prima hermana de la tontería, un día un amigo fotógrafo me contó que entregó los retratos y el retratado pidió que, con Photoshop, le rebajara tantito la papada).
Cuando estudié arquitectura en la UVM, en la Ciudad de México, tuve una clase de dibujo al desnudo, en cada sesión llegaba una chica, modelo de la Escuela Esmeralda, se quitaba todas las prendas y se paraba en medio del escenario, del auditorio. Los alumnos copiábamos del natural. Una vez quise, ya en mi pueblo, abrir un taller de dibujo al desnudo, pero muchos amigos me preguntaron si ya lo había pensado bien. No. Cuando lo pensé bien, supe que iba a levantar polvo en la sociedad, así que me dije: pincel, estate en tu vaina. Eran otros tiempos.
Posdata: muchos dicen: “Facebook, no te acabes”, porque encuentran cosas simpáticas, yo digo: “Tik Tok, no te acabes”. Nunca imaginé que ahí tendría a mi disposición a miles de modelos, a cualquier hora y sin desembolsar un peso. Chicas de todo el mundo suben videos donde bailan, lo hacen con prendas mínimas, debe ser poque en sus países hace mucho calor. Esas chicas suben sus videos y esperan que los mirones le demos like. Yo lo hago, claro que sí. Les agradezco ser modelos de los bocetos que hago. Hoy dibujo todos los días, entro al Tik Tok, hago captura de pantalla de alguna chica que baila, porque es su pasión y la comparte. Ella le hace bien al mundo y yo no le hago daño a nadie. Amigos me dicen que el Tik Tok me conoce y me manda lo que quiero ver. Tik Tok sabe que me encanta dibujar el cuerpo humano.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 21 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN OSO
Querida Mariana: en el libro de texto gratuito venía la lección:
“Ese oso.
Se asea así.
Sí se asea.
Así es su oso”.
Eran los lejanos años sesenta. Miles de personas dicen que en la Ciudad de México había un gitano que llevaba un oso por las calles, el hombre (dicen que de origen ruso) tocaba el pandero y el oso bailaba.
Los niños de la Ciudad de México de entonces leían la lección en el libro de texto y luego veían un oso de verdad en la calle, un oso negro, parado en dos patas (más alto que su dueño), haciendo gracias para que los espectadores dejaran unas monedas para la comida de él y del gitano que, cuentan, tenía un sombrero de ala ancha y en una mano sostenía la cadena que, en su extremo, estaba agarrada de la nariz del animal.
Dicen, andá a saber si es cierto, que el oso y el gitano apestaban, parecía que el oso no había leído con atención el libro de texto gratuito, porque el de la lección decía que era un oso aseado. Claro, el libro nos dejaba misterios, porque decía: “se asea así”, pero ya no explicaba cómo se aseaba.
Sí, lo sé, niña mía, la lección era para que aprendiéramos palabras con la letra ese (digo yo), no para que tuviéramos una historia osezna. Para historias estaba la de Ricitos de Oro y los tres ositos, que contaba que un día una chica, Ricitos de Oro, se metió a casa de papá oso, mamá osa e hijo oso. La niña es una irrespetuosa, porque se mete sin permiso, se sienta en los asientos de ellos y, lo peor, se come la avena de los tres osos.
Y hablo de historias de osos, porque no sé si mi recuerdo está sostenido en una barra de equilibrista o en el globo ascendente, porque, lo juro, recuerdo que en algún momento de mi infancia estuve parado frente a ese ruso con su oso de verdad. ¿Quién puede ayudarme a decir si no es un recuerdo falso como tantos que tengo? Tal vez, vi al oso y al gitano en algún viaje a la Ciudad de México, aunque el otro día, la maestra María Elena me contó que un grupo de gitanos llegaba a Comitán y su carpa la instalaban frente a donde ahora está Ferrecentro. Ahí, el grupo de mujeres, con faldas largas y arracadas, se dedicaban a leer la suerte en las palmas de las manos de los incautos comitecos que querían saber cómo les pintaría el porvenir.
No, sin duda que este recuerdo viene del cine; tal vez una tarde, en el Cine Comitán, comiendo una orden de tacos dorados (que eran exquisitos), en la pantalla apareció una plaza llena de gente, arremolinada para ver al hombre con el pandero y el oso bailando, una enorme bestia parada en dos patas moviéndose al compás del ritmo.
El libro de texto de primaria traía un sencillo dibujo de un cachorro de oso, simpático, sonriente, como si el oso que nos querían presentar fuese una simple caricatura. ¿Con qué criterio los editores determinaron que el “oso aseado” de nuestra primaria debía ser un dibujo y no, por ejemplo, una fotografía de un oso? No sé, ahora pienso que la mayoría de imágenes de los libros donde aprendimos a leer eran dibujos. Ahora recuerdo la ilustración de una feria pueblerina, llena de colores bonitos, es una imagen de gran belleza, pero, digamos, alejada de la realidad, porque cuando bajaba a la feria de San Caralampio recuerdo que veía a más de dos indígenas borrachos y el olor de los orines era intenso, tanto que mi mamá tomaba su pañoleta y se la llevaba a la nariz para evitar esa bofetada.
El oso de nuestro libro de primaria se aseaba, así lo decía la lección; en cambio, el oso que dicen se paseaba por las calles de la Ciudad de México en los años sesenta y setenta apestaba a oso. ¿En qué país hay osos negros? ¿Hay osos en México? Mi papá bebía vodka oso negro, la botella traía un llavero con una figurita osezna, era un gancho comercial.
Posdata: tal vez vi un oso de verdad en uno de los circos que vinieron a Comitán. Ya te conté que como mi papá era distribuidor de la Coca Cola se encargaba de surtir del producto a los cirqueros, y estos nos daban cortesías, así que nos sentábamos en la primera fila y disfrutábamos lo que ocurría en la pista. En ese tiempo los circos traían animales amaestrados, perritos, tigres, leones, caballos y elefantes. Tal vez algún circo trajo un oso y ahí lo conocí; tal vez fui al lugar donde estaban las jaulas; donde les daban de comer; donde dormían; donde cagaban. Ahí todo apestaba a caca.
Qué bonito recuerdo el de mi libro, el oso era aseado. Parece que era como una excepción, porque los demás osos del mundo apestaban ¡a oso!
¡Tzatz Comitán!
domingo, 20 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON CAMBIOS
Querida Mariana: el mundo ha cambiado, contimás Comitán. Lejos está mi Comitán que viví de niño, el de pocos autos, donde todos se conocían, donde la pregunta: ¿hijito de quién sos?, tenía una respuesta que era un dato conocido y reconocido. Lejos están los tiempos de sitios de carros de alquiler, que, recuerdo, estaban en una lateral del parque central (el íntimo, el afectuoso para el bolsillo sentimental). Comitán era un pueblo tranquilo. ¿Necesitabas un taxi? Hablabas a un número telefónico y pedías un carro. Minutos después un taxista conocido llegaba hasta tu domicilio. Sólo hombres eran los conductores. ¿Mirás? Ahora hay muchas mujeres taxistas, esto es un signo del cambio que se ha dado. Y la mayoría de taxistas anda “ruleteando”, recorren las calles de la ciudad y “levantan” a los que les hacen la parada. Antes, estaban estáticos, esperaban una llamada telefónica o que algún necesitado se acercara al sitio de taxis, por eso abundan las anécdotas de las travesuras que hacían los choferes mientras esperaban pasaje. Se recargaban en las trompas de los autos y platicaban, miraban a las chicas que pasaban y le hacían travesuras al maestro Bernardo o al maestro Rey, que eran dos respetables catedráticos de edad. Uno de los taxistas, cuando veía que uno de los dos caminaba por la banqueta y se acercaba a ellos, colocaba el billete que estaba pegado con un hilo, cuando el respetable catedrático miraba que había un billete tirado se agachaba para cogerlo y el cabrón taxista jalaba el hilo y en cada paso y acuclillada aparecía el jalón, hasta que el venerable maestro olvidaba el billete, ya con dolores de espalda y con las carcajadas de los maldosos. Tal vez por eso, la ciudadanía se vengaba, porque todos los taxistas tenían apodos (¿y luego?, somos comitecos, pues). Había un famoso taxista que le decían “diablo”, así que los vengadores se instalaban en la esquina y cuando veían que el hijo del averno se había quedado solo, desde el teléfono de la esquina hacían la llamada y cuando el taxista contestaba, preguntaban: “¿a dóndiablo?”, ¡a la casa de tu chingada madre!, era la respuesta. Siempre Don Diablo se tardaba en colgar, así escuchaba la risotada de la plebe molestosa. El dicho de “a hierro matas, a hierro mueres”, se cumplía.
Los carros de entonces eran amplios, unas grandes lanchas, siempre limpias. Hoy, los carros son pequeños, viejos, más viejos que antes, y muchos están sucios. No recuerdo (las pocas veces que hice uso de un taxi) escuchar música, sí, por el contrario, recuerdo que se daba la plática bien sabrosa, porque casi todos los taxistas son buenos escuchas y hablantines, tienen necesidad de sacar todo lo que pepenan durante tanto viaje. Si algún taxista tuviera la vocación de escritor podría redactar un buen libro de cuentos o una novela interesantísima, con tanta historia compartida.
Los taxistas de hoy se mueven a través del discernimiento y de la intuición. Saben cómo se mueve la ciudad y en dónde pueden ser requeridos sus servicios o bien les da la corazonada de por dónde alguien podría necesitarlos. Hoy, los taxis hacen fila en los grandes supermercados, en Aurrerá, Soriana, Chedraui y en La Plaza; asimismo están pendientes en los mercados o en las terminales de autobuses de pasajeros. Cuando llega un autobús TLA desde Puebla o desde la Ciudad de México, de inmediato cuatro o cinco taxistas aparecen, bajan de su auto y van a la zona de desembarque a ver si algún viajero los necesita. Los veo regresar a sus carros cargando alguna maleta, abriendo la cajuela y la puerta para que trepen los clientes. Siempre tuve la intención de preguntar a un taxista cómo se enteran que el camión llega. Ayer, un compa me dijo que están estacionados en el bulevar, donde hay muchas terminales de combis que van a San Cristóbal, a Comalapa, a Tuxtla, a La Angostura y cuando ven que pasa el autobús trepan a sus taxis y dan la vuelta para ofrecer sus servicios.
Posdata: ¿algún día llegará el servicio de UBER a Comitán? No lo sé. Mientras tanto la ciudadanía sigue subiendo a algunos carros un poco destartalados y escuchando música a todo volumen, música de banda (soportando los malos gustos musicales del taxista). Durante los últimos meses, hubo una entrega de concesiones y los dueños debieron adquirir autos nuevos, así que ahora muchos carros no están tan jodidos. Claro, faltaba más, estamos en Comitán, alguien me platicó que el costo de un viaje dentro de la ciudad es de cincuenta pesos, pero si lo querés con aire acondicionado sube a sesenta. ¡Dios mío! ¡Qué cosas!
¡Tzatz Comitán!
sábado, 19 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON COSAS DEL AMOR
Querida Mariana: Ernestina dijo: “¡ah, vos!, ¡qué vas a saber de amor si nunca te has mojado el culo en la Laguna Miramar!”
Ya no me dijo la hora, porque he visto gloriosas fotografías de la Laguna Miramar, en diversas horas, al amanecer, a la hora que el sol está bien arrecho y a la hora que el cielo se refleja en el agua con tonos oro de despedida del día.
Tampoco me dijo en qué temporada del año le tocó mojarse el tutís. Imaginé que fue en algún periodo vacacional, porque ella trabaja durante todo el año. Y lo que se reservó, como si fuera top secret, fue con quién acampó en ese prodigioso lugar de Chiapas.
¿Laguna Miramar? Sí, un hermosísimo estanque, enorme, fresco, rodeado por montañas discretas, que está en la zona lacandona (entiendo). No sé, la verdad, alguien me dijo que anda, igual que el rancho “El Rosario”, que fue propiedad del papá de Rosario Castellanos, entre Ocosingo y Altamirano.
Ah, no, no puedo quedarme con la duda. Ahora iré a la Laguna Miramar, para darte bien el dato. Sí, ya adivinaste, viajaré a través de Google Maps. A ver, ahora busco y te digo.
Pues, mirá, vi que se puede llegar desde Comitán, por la carretera 218 (así se ve en el mapa), pasás por Las Margaritas hasta llegar a San Quintín y de ahí (dicen los expertos viajeros) debés caminar unos tus siete kilómetros para llegar a ese manto de agua. No sé cuántos kilómetros sean de carretera, pero se mira que no está a la vuelta de la esquina, pero de que se llega ¡se llega! Tengo varios conocidos que han hecho la travesía y ¡se han mojado el culo en esas aguas! Ellos sí saben lo que es el amor.
Así como lo vi, digo que sí, que Ernestina tiene razón: ¡qué vas a saber de amor si nunca has mojado tu tutís en el agua de la Laguna Miramar!
La frase es muy recurrente en la actualidad. Todo tiene cabida en la frase sabiendo acomodar las palabras. Mi sobrina Pau un día dijo: ¡qué vas a saber de amor si nunca has probado el chocolate amargo, amarguísimo! El otro día, con Paty Cajcam pasamos a saludar a Juan Cancino, en su chocolatería que está frente al parque de San Sebastián. Nos dijo que ya no tenía chocolate amargo a la venta, minutos antes había llegado una persona y se había llevado todo lo que estaba a disposición. Juan contó que el chocolate tiene grandes virtudes, los diabéticos lo consumen, pero sin azúcar, amargo, amarguísimo, como dijo Pau.
¡Qué vas a saber de amor, vos, si nunca has subido al Junchavín! Ahora (el Ayuntamiento comiteco lo garantiza) está abierta la zona y puede visitarse sin problemas de inseguridad. Ah, qué maravilla. Comitán es de las pocas ciudades que gozan de una zona arqueológica cercanísima (ahora recuerdo la entrada a Chiapa de Corzo, que también tiene una pirámide que se puede visitar, porque está a la orilla de la carretera). Comitán, ¡faltaba más!, como es una ciudad que creció en la montaña, tiene su zona arqueológica en la punta de un cerro, del mismo nombre. Desde la cúspide tiene una vista magnífica, única (lo sé, porque he visto algunas fotografías y videos). Ya ni chiste tengo, tenés razón. Nunca he subido al Junchavín. Lo más que he hecho es estar en gayola del Teatro Junchavín para escuchar algún concierto.
Los adoradores de la poesía dirán que no saben lo que es el amor si no han leído “Los amorosos” de Sabines, o algún poema de Neruda, de esos que calientan el espíritu.
¡Qué vas a saber de amor si nunca has comido una paleta de chimbo, en el parque de San Sebastián! Si nunca te han boleado los zapatos en el parque de La Pila; si nunca has comido un tu pan compuesto en la esquina de la bajada de tu tocaya Doña Mariana; si nunca has disfrutado un tu salvadillo con temperante, sentado en una banca del parque central.
¡Qué vas a saber de amor si nunca has probado una longaniza en el restaurante Tío Javi! Si nunca has visto el árbol de ococ disfrutando un pulpo zarandeado, en el Mahi Mahi; si nunca has comprado un tu queso de Campumá, en Casa Rosario; si nunca has llevado a tu chuchito a la peluquería de la Veterinaria 2000; si nunca has entrado a darte una persignada en el templo de Tata Lampo o en la capilla del Niñito Fundador.
Posdata: de lo anotado he hecho algunas cosas, pero, la mera verdad es que no sé algo de amor, porque, jamás me he mojado el culo en las aguas de la Laguna Miramar. En caso de que llegara a tal sitio, podés jurar que tampoco me metería a la laguna, siempre veo el agua desde lejos, sólo debajo de la regadera es que me atrevo a estar en contacto más directo.
¡Tzatz Comitán!
viernes, 18 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, MUY CERCA DE VENECIA, ITALIA
Querida Mariana: esta foto es de privilegio, pero merece un breve comentario. Acá estoy con Jonathan Prado y Roberto Domínguez; Jonathan, el violinista de La Triste Figura; y Roberto, el maravilloso saxofonista. Estamos en el vestíbulo de San Marcos, en Comitán, mero enfrente del parque central.
La fotografía la tomó Paty Espinosa, minutos antes que los artistas dieran dos pasitos al frente para interpretar maravillosas canciones, en las Veladas Musicales, que ofrecieron a los peatones de Comitán los propietarios de la prestigiada tienda de ropa San Marcos. Durante doce semanas hubo la maravilla del sonido en ese corredor, que fue un sorprendente túnel al aire libre.
Los dos artistas salieron hacia el mejor escenario del mundo: la explanada San Marcos, un ágora, no griega, sino comiteca, espacio natural que permitió la maravilla del espectáculo, porque los peatones, al ver y escuchar la actuación de los artistas, se detenían y se sentaban en las gradas que, por lo regular, utilizan para subir al parque o bajar de él.
Acudí a las tres últimas veladas, disfruté un ratito de las hojas musicales. Me encantó ver cómo el arte cambia, para bien, la esencia de los espacios, donde, todos los días, la gente coloca los pies, colocó las nachas, para sentarse y escuchar un concierto, como si estuviera en el más sublime de los teatros.
Los dos pasos de los artistas fueron una señal prodigiosa. Ellos salieron del dintel de la tienda y comenzaron a tocar en lo que a mí me pareció era como la gran Plaza de San Marcos, en Venecia, porque igual que allá, palomas volaban para comer granos de arroz que les aventaba una niña, mientras el sonido del violín y el sonido del sax eran como maná para alimentar el espíritu de los peatones.
Esos dos pasos fueron el inicio del esplendor. Un día, en las grutas de Altamira, los artistas dieron dos pasos hacia adelante para pintar imágenes sorprendentes que hoy se nos antojan el inicio del arte; una mañana, Bach dio dos pasos hacia el piano para componer el concierto número uno; asimismo, una tarde, el grupo de rock, Los Beatles, dio dos pasos y subieron al escenario de la “caverna”, en Liverpool. Con esto quiero decir que cualquier lugar es ¡el lugar para hacer arte!
Durante tres tardes fui testigo de cómo las líneas luminosas son teas que disipan la oscuridad del alma. Los dos artistas, gracias a la invitación de mi amigo, el licenciado Héctor Flores, hicieron del tiempo una hamaca donde reposó el espíritu de los escuchas. Las personas caminaban por el parque y vieron y escucharon que dos nobles ventanas se abrían para disfrutar un aire que era un canto, una oración para la vida.
Todo mundo reconoce en Comitán el impulso que mi amigo Héctor da al arte. Una vez me contó que había soñado con un magno concierto en el parque central del pueblo; y más tardé en escucharlo que una tarde acudir a disfrutar la lluvia de sonidos que desperdigó, en forma generosa, la orquesta sinfónica de Chiapas. Decenas de músicos, trepados como tiucas, sobre un escenario, ofrecieron una selecta programación de música culta. Héctor es una montaña que baja al pueblo, que con su soplo hace más intenso el aire benigno de esta tierra.
Cualquiera pediría que hubiese más empresarios así, que al recoger la siembra, inviten a la comunidad a sentarse para el disfrute de los más selectos frutos.
Posdata: incentivar el arte es una de las acciones más vegetales que produce esta empresa, ofrece un excelente servicio a su clientela, con productos de calidad, pero su cometido no se queda ahí, va más allá, como si sus propietarios fueran excelsos alpinistas, siempre nos invitan a subir el bosque del arte para respirar hondo, para sentirnos como en un lugar de primer mundo.
¡Tzatz Comitán!
jueves, 17 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UN DIÁLOGO
Querida Mariana: el doctor Hernán León me envió un texto. Amigos y amigas me envían comentarios breves acerca de las cartas que te escribo, pero nadie es tan generoso en cantidad como Hernán. Me emociona pensar que el doctor León recibe copia de la carta en su celular y la lee, en su recámara, en la sala de su residencia o en la oficina de su consultorio. Me emociona saber que él, desde la capital de Chiapas, en cuanto termina su lectura inicia un diálogo conmigo, contigo. Él es un lector y un escritor. ¿Mirás cómo completa el círculo? Lee y luego escribe. Los escritores hacemos eso: somos lectores y luego escritores. A mí me emociona, de manera especial, que Hernán, mi hermano en los veneros de la palabra, me haga saber lo que mi carta despertó en él. Tal vez sólo mi amado Gutmita se acerca al río prodigioso de Hernán, sólo que Gutmita no escribe, sino envía mensaje de voz. Gutmita dice que lo que hace son “manchadas”, porque en ocasiones sus mensajes son de doce o más minutos. Me encanta saber que el diálogo con vos se vuelve un puente que une orillas, que es agua que da vueltas al molino de la creación. No le pedí permiso a Hernán, pero lo que escribió lo comparto con vos, sólo con vos, porque vos sos el tronco de mis ramas. Va copia:
Alejandro Molinari, desde el corazón vibrante de Comitán, ha escrito no solo una carta, sino una elegía íntima y luminosa por uno de los gigantes de la literatura contemporánea. Su “Carta a Mariana” —bajo el título de “Arenilla”— es un río sereno que lleva en su cauce la emoción, la memoria, la lectura y el asombro. Leer su texto es asomarse al alma de un lector que ha sido conmovido hasta las lágrimas por la palabra escrita, por esos destellos de humanidad que sólo ciertos libros nos dejan como tatuajes internos.
Desde las primeras líneas, juega con las letras como si fueran sonidos vivos: la efe de “funesto”, de “felicidad”, de “fallecimiento” —una letra que parece colgar como murciélago de las bóvedas de un lenguaje dolido—. Esa musicalidad del idioma no es gratuita; es la forma en que Molinari acaricia las palabras, para que duelan menos, para que suenen más verdaderas.
Luego viene la noticia: la muerte de Mario Vargas Llosa. Alejandro no hace de esta carta un obituario ni una nota de prensa, sino una ceremonia literaria. En sus líneas, Vargas Llosa no muere solo, lo acompañan —como testigos o cómplices— Cortázar, Cervantes, el Quijote, incluso Woody Allen. Así, la muerte no aparece como un corte abrupto, sino como una página más, conmovedora y necesaria, de un libro sin fin.
Con humildad y ternura, confiesa que ha llorado con libros —¡cuántos no lo hemos hecho!—, y nos recuerda que el llanto ante una novela no es debilidad, sino comunión profunda entre el alma del autor y la del lector. Esa orilla de cama en Zacatecas donde derramó lágrimas es una imagen poderosa: el lector solo, enfrentado al vértigo de la belleza y la pérdida, igual que el escritor que relee a su amigo muerto.
Molinari también nos ofrece un pequeño manifiesto literario: que la literatura importa, que los libros son refugio y permanencia. Su homenaje no se detiene en la biografía de Vargas Llosa, sino que se extiende a la reflexión sobre el mundo que habitamos, ese “campo cultural deteriorado” del que hablaba Mario. La carta es una invitación a no soltar los libros, a no olvidar a quienes hicieron de la palabra un arte mayor.
Finalmente, ese gesto de honestidad en la posdata —“el último libro aún no lo he leído… lo haré”— nos recuerda que todos somos lectores en camino, que hay silencios por descubrir y páginas por abrir. Su carta es arenilla, sí, pero no de desierto: es de río, de ese sedimento fino que queda después de que el corazón ha sido arrastrado por la corriente de la literatura.
Mi reconocimiento, Alejandro, por haber hecho de la pérdida una ofrenda literaria. Has escrito con emoción y claridad, con ternura y respeto. Has tejido un texto donde lo íntimo se vuelve universal y donde la tristeza se sublima en memoria. Que nunca te falte el asombro ni la tinta.
— Hal Saber
15 abril 2025
Posdata: ¿verdad que es emocionante saber que las palabras son como frutos que disfrutan otras bocas y que éstas también siembran árboles en el aire?
¡Tzatz Comitán!
miércoles, 16 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON VIERNES DE DOLORES Y SÁBADO DE GLORIA
Querida Mariana: ¡qué aburrido! Es una expresión que me ha acompañado toda mi vida. Lo dicen los demás cuando se enteran de retazos de mi vida cotidiana.
¡Qué aburrido!, decía Mario cuando le decía que me gustaba leer. Eran tiempos de secundaria, Mario y los demás iban a nadar a los tanques de mi tía Juanita Bermúdez; jugaban fútbol en la calle; montaban bicicleta; se deslizaban con carretones por las pendientes empedradas; se aventuraban a conocer la zona de las putas, que estaba en el barrio de La Pila; jugaban básquet en la cancha Pantaleón Domínguez. Y vos ¿qué hacés? ¡Leo!, era mi respuesta. Y todos decían a coro: ¡qué aburrido!
Nunca fui intrépido, como ellos. A mí me encantaba sentarme en el piso del corredor, recargarme en la pared y leer. Me encantaba, me divertía mucho conociendo historias que se daban lejos del pueblo. Mario y los otros contaban historias que sucedían en Comitán o, cuando mucho, de lugares cercanos. Nunca lo dije, me hubieran coscorroneado, pensaba que lo aburrido eran sus historias. Cuando lo que contaban agarraba algo de color, algo de sal y pimienta, era cuando platicaban las historias que veíamos en el cine. Eso sí era emocionante, casi tanto como lo que yo leía en los cuentos y en las novelas, pero ellos aseguraban que mi vida era aburrida.
Siempre ha sido así. Hace dos días, una amiga (no diré su nombre) me preguntó adónde iría de vacaciones en Semana Santa. Pensé que mi respuesta honesta no merecía la cara torcida que puso cuando le dije que a ningún lado en especial, me quedaré en casa, aseguré. Como soy experto en lectura de rostros supe que sus ojos semicerrados y su boca de chimbo aguado sólo podía significar la consabida frase: ¡Qué aburrido! Como es algo que no me inquieta, pregunté: y ¿vos? Sus ojos se abrieron como se abrió el mar cuando pasó Moisés y su cara fue como un delfín saltarín. Iremos a Puerto Arista, dijo. Qué alegre, dije, sin ironía alguna, sino con el convencimiento de que las actividades que hará serán sensacionales: el parachute, el esquí, los cocos con ginebra, la disco, los pies en la arena (no tan fina como la de Cancún, pero arena cálida).
Todo mundo dice que soy aburrido. Cierto, nunca he viajado en un yate, ni volado en un parapente, ni me he zambullido en Las Tres Tzimoleras, ni he esquiado en Suiza, ni he navegado en una góndola en Venecia, ni he subido al Everest. Mi vida ha sido sosegada. De niño me divertía mucho sentarme en el balcón de la casa y mirar la calle. Tal vez la gente que pasaba por ahí y me veía pensaba: pobre niño, qué aburrido; tal vez la gente me veía como un canario enjaulado. Sin embargo, ¡yo volaba! ¡Siempre he volado!
¿Qué harás en Semana Santa? Disfrutaré mi casa, mi pueblo. Seré el visitante más emocionado, el más curioso. En casa dibujaré, pintaré, leeré, escribiré, veré películas. No iré a la oficina. Despertaré como siempre (a las cuatro de la madrugada) y dormiré a la hora de siempre (ocho de la noche). Mi rutina de viejo “aburrido” sólo sé verá modificada porque tendré todo el tiempo para mí. Aprovecharé cada instante, porque se sabe que las vacaciones terminan, lo hacen muy pronto, cuando uno viene a darse cuenta ya se acabaron las vacaciones y hay que regresar a la vaina de todos los días.
Posdata: dejo que los demás piensen que mi vida es aburrida, siempre me lo han dicho. Nada digo a mi favor, no tengo necesidad, no tengo tiempo para justificar mi existencia de vuelo.
¡Tzatz Comitán!
martes, 15 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON UNA NOTICIA NEFASTA
Querida Mariana: el diccionario dice que nefasto es sinónimo de funesto. ¿Oís cómo suena la efe? ¡Suena como eco de cueva llena de murciélagos! Llama mi atención que la palabra felicidad, que es casi antónimo de nefasto, también lleva la efe.
Iván Ibáñez, maestro de la comunicación, me invitó a participar en su noticiario radiofónico la mañana del 14 de abril 2025, para compartir con la audiencia un comentario por la nefasta noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa (¿mirás que fallecimiento también tiene efe?). Te paso copia de lo que dije, a manera de homenaje:
Buen día, maestro Iván, buen día a la audiencia. Ayer domingo, por la tarde, veía una película de Woody Allen, cuando recibí tu mensaje. Mario Vargas Llosa murió, dijiste. De inmediato recordé el texto introductorio que Mario escribió en la obra “Los cuentos completos de Julio Cortázar”, ahí dijo que un domingo de 1984 le llamó un periodista español y le dijo: Julio Cortázar ha muerto, y le pidió un comentario. Ayer fue un domingo de 2025 y el mundo se enteró que Mario Vargas Llosa había muerto. Por si alguien no lo supiera deberíamos decir que Mario ganó el Premio Nobel de Literatura y los críticos consideran que su obra literaria es de gran relevancia. Al conocer la noticia hice lo mismo que Mario hizo al saber que Julio Cortázar había muerto, él ya no escribió el artículo que iba a hacer, releyó algo de la obra de su amigo. Yo tomé el libro “La civilización del espectáculo” y antes de abrirlo recordé que en un viaje que realicé en 2013 a Zacatecas para estar presente en el homenaje que le hicieron al gran poeta chiapaneco Óscar Oliva, llevé como compañero de viaje la novela de Mario Vargas Llosa “Travesuras de la niña mala”, la fui leyendo en el avión y, en el congreso de poesía, en la recámara del hotel. Hubo un instante en la lectura que me descubrí llorando. El comiteco, en la soledad de un cuarto de hotel, en Zacatecas, estaba conmocionado por lo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa había escrito. Así, con la emoción desbordada, sentado en la orilla de la cama, recordé que también había llorado con el libro “Los autonautas de la cosmopista”, de Cortázar, y llorado sin contenerme cuando el gran Hidalgo de La Mancha, Don Quijote, muere. Cervantes, Cortázar y Vargas Llosa han sido tres grandes escritores cuyas historias me han conmovido hasta las lágrimas. Y hoy, el mundo conmocionado llora la ausencia física del gran escritor Mario Vargas Llosa. Hubo muchas personas que no estuvieron de acuerdo con él por su pensamiento ideológico radical, pero los lectores, los verdaderos amantes de la literatura, reconocemos su grandeza creativa. Recuerdo, maestro Iván, que un día comentaste que el Festival Rosario Castellanos debe privilegiar a las letras, convertirse en un festival literario, y el primer nombre que propusiste para que asistiera como invitado de honor fue el de Mario Vargas Llosa, que Vargas Llosa viajara a Comitán y brindara una conferencia magistral. Esto ya no será posible. Ayer domingo 13 de abril me enviaste un devastador mensaje: Mario Vargas Llosa murió.
Hice lo que hizo Mario cuando se enteró de la muerte de Cortázar, tomé uno de sus libros: “La civilización del espectáculo”, un lúcido ensayo donde dice que los tiempos actuales son tiempos frívolos, donde la palabra ha sido desplazada por la imagen, el mundo de las ideas ha sido sustituido por un mundo degradado donde la reflexión se ahoga en el fango de la mediocridad. Mario dijo que en el campo cultural hay un gran deterioro.
Hoy, que Mario ya no está en el plano físico ya nada dirá del mundo polarizado de las ideas, pero su legado de ensayos, cuentos y novelas estará siempre con los lectores. Habrá que ir al librero y tomar sus libros para releerlos. Ya comencé con “La civilización del espectáculo”, puedo seguir con la novela “Travesuras de la niña mala”, seguir con “Los cuadernos de Don Rigoberto”, continuar con “Conversación en la catedral”, y luego con “La tía Julia y el escribidor”, tal vez leer “La guerra del fin del mundo” y así hasta el infinito, hasta llegar a su último libro, con el que se despidió del mundo, con el título “Le dedico mi silencio”, porque el gran mago de la palabra fue un hombre que tuvo la delicadeza de decirnos: esta es mi despedida, les dejo mi silencio, un silencio desbordado de palabras luminosas. Que Mario descanse en paz. Gracias.
Posdata: y me despedí de Iván y de la audiencia de su noticiario. Pensé que todos los títulos mencionados los he leído, debo releerlos. Perdón, miento, el último libro no lo he leído, aún no lo he comprado. Lo haré.
¡Tzatz Comitán!
lunes, 14 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON IMAGEN MATERNA
Querida Mariana: el 24 de marzo de 1930 nació mi mamá, en Huixtla, Chiapas. Cuando se casó con mi papá llegó a Comitán. Desde 1955 vive en nuestro pueblo. Ha vivido acá setenta años.
El 24 de marzo 2025 fuimos a comer al restaurante “Bonampak” que está adelante de Chacaljocom. Fuimos ella, mi Paty, Fer y yo. Estuvimos contentos. Mi mamá, después de comer el chinculguaje, que sirven de cortesía, pidió unas enchiladas con mole. Al final dijo que todo había estado muy rico. Sentenció, con una gran sonrisa: “el día de tu cumpleaños lo celebraremos acá”. Y el día de mi cumpleaños lo celebramos ahí y mi mamá volvió a pedir enchiladas con mole; y reafirmó que estaban muy ricas.
Al día siguiente, el 25, me dijo que la acompañara al templo, a dar gracias a Dios, por cumplir noventa y cinco años de edad.
Hará cosa de tres o cuatro meses, sin explicación, se cayó en el baño. Su esqueleto, gracias a Dios, no tuvo fisuras. La llevamos con el doctor Sánchez y él, médico prodigioso, la inyectó, le recetó una pomada italiana y con ello va saliendo adelante. No hubo fractura, pero el porrazo la desvió de la ruta armoniosa que llevaba. Por fortuna, ahora ya volvió a su rutina de ejercicios matinales, prepara su desayuno y la comida para nosotros. Desde hace unos días, mi Paty le enseñó cómo pedirle a Alexa que ponga Radio Felicidad y mi mamá lo pide y hasta echa unos pasitos de baile, con cuidado, pero ya mueve las patías. Ha sido una inyección de vida. Aún no está al cien por cien, pero ya está muy animada. Esto lo digo porque ya volvió a estar muy pendiente de mí, a qué hora salgo, a qué hora regreso, si hace frío que lleve suéter. En las tardes sigue viendo y oyendo la misa, y luego sintoniza el canal de España donde transmiten el programa de concurso “La ruleta de la suerte”.
La mañana del 25 fuimos al templo de Guadalupe, queda a dos cuadras de la casa. Saludamos a la maestra María Elena, al maestro Memo (quien tiene, gracias a Dios, noventa y siete años), entramos al templo y mi mamá eligió la capilla donde, dijo, adentro de la cajita dorada está guardado el santísimo, custodiado por dos ángeles.
A mí me tocó el premio mayor de la ruleta de la vida. Durante sesenta y ocho años he disfrutado del cariño de mi mamá, ella, mujer sabia, reconoce que soy un niño frágil que necesita de su amor y ella me lo prodiga sin medida.
Ella se sentó en la primera banca, yo detrás, desde ahí la vi rezar. Es una posición que conozco desde siempre, ella sentada o hincada ante un oratorio, con cuadernillos que tienen las oraciones impresas.
Dos ángeles estaban en el altar, pensé que el tercer ángel era mi mamacita y comprendí que ella ha sido para mí el ángel más hermoso sobre la Tierra, el otro ángel fue mi papá, pero él falleció en 1990. Mi mamá y yo hemos estado con mi Paty viviendo en casa, en Puebla y en Comitán.
Mi mamá, mujer sabia, me dijo que la acompañara al templo para que agradeciera a Dios, me lo dijo así, en realidad me llevó para que en esa capilla yo agradeciera la bendición de tener a mi mamá, con bien, durante mis sesenta y ocho años de vida; fue en esa capilla con semejanza al oratorio pequeño que mi papá mandó a hacer en la casa donde vivimos.
Regresamos a casa. La mañana estaba espléndida, con los árboles y macetas que los vecinos han procurado en esa calle. Dejé en casa a mi mamá y fui a la oficina. Algo en el cielo comiteco me decía que todo estaba bien, maravilloso.
Posdata: mi mamá es una bendición para mi vida, Dios lo sabe, por eso le manda salud, cuando hay una torcedura le pone ungüento y la sana, para que yo esté bien, yo, el consentido de Dios.
Mi madre es el aire, el viento, el mar; mi madre tiene la fuerza del templo de las diosas; ella es esbelta y tan alta como el árbol más hermoso del mundo; ella es de la estirpe de miles y miles de guerreras de Chiapas; ella es la tórtola que riega su luz en todas partes.
¡Tzatz Comitán!
domingo, 13 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON CRISTALES QUE SE QUIEBRAN
Querida Mariana: ¿hay cristales irrompibles? ¿Presencias inexplicables?
Un cuentito de Armando Estrada cuenta lo que le sucedió a Irina, niña de siete años de edad. Cuenta que una noche, la mamá de Irina entró a su recámara (la recámara de la hija) y le dijo que saldría, era una salida de emergencia, el tío Andrés (que Irina le llamaba tío Andobas) estaba en el hospital, cayó en la entrada de su casa, una cáscara de plátano, el tío quedó sobre el césped, pero el golpe en la columna había sido fuerte.
Un beso en la frente. Irina oyó que su mamá cerró la puerta de entrada y todo quedó en silencio. Rubí (la perrita) dormía profundamente. Irina aguzó el oído para escuchar algo más. Escuchó el ruido de una portezuela y luego un carro que avanzó. Todo volvió a quedar en silencio. ¿Quién había pasado por su mamá? ¿Había llamado un taxi?
Irina no quiso apagar la lámpara del buró. Estaban solas en la casa: Rubí y ella. Irina bajó de la cama y cargó a su mascota. Rubí apenas abrió los ojos. Irina la metió entre sus colchas, con la cabecita sobre la almohada, vio que Rubí seguía dormida.
Irina tomó su celular, checó la hora: nueve de la noche con treinta y dos minutos, cogió el libro que tenía en el buró: “El nacimiento de una estrella”, y lo abrió donde estaba el separador. Leyó la primera línea: “…qué suerte he tenido de nacer…”, eso decía la estrella.
Irina dejó el libro sobre su vientre, recordó la frase, su papá la cantaba todos los días, era de una canción de Alberto Cortez. ¿De qué había muerto su papá? Nadie supo decirle. Un día la mamá la llamó a la sala, la abrazó y le dijo: “murió tu papá”. Algunas lágrimas, una nalgada afectuosa al bajarla de sus piernas y nunca más volvió a tocarse el tema. Irina ni siquiera tuvo tiempo de llorar la muerte de su papá, jamás recibió una respuesta diferente, siempre que preguntaba de qué había muerto el papá, todos le decían: “se murió y punto”. Parecía que el punto no era un punto seguido, sino un punto final. Así creció Irina.
¿Había tenido suerte por nacer?, se preguntó Irina, pero ya no le dio cuerda a su pensamiento, porque vio que Rubí movió la cabeza, paró las orejas y se puso alerta. Irina también había escuchado un ruido afuera de la recámara, como si algo se hubiese quebrado. Sí, algo se había quebrado, fue un ruido de cristales rotos, pero como si hubiese sido un globo lleno de agua, porque no fue la clásica explosión de cristales por todos lados, sino un sonido sordo, seco, pero de cristal, de que algo se había quebrado. Irina vio a Rubí, pero la perrita ya había vuelto a su posición de dormilona. Irina aguzó su oído, ya no escuchó algo más, tomó el celular de nuevo y vio que eran las diez en punto, en punto.
Pensó si iba a la puerta, la abría y buscaba el origen del sonido. Desechó la idea, tomó el libro de nuevo y siguió leyendo: “…dijo la estrella, cuando vio la burbuja del cielo, ella era una más de los millones de estrellas que los seres de la Tierra y de otros planetas veían todas las noches…”
Irina no pudo continuar con la lectura, porque escuchó pasos en el pasillo. Pensó si sería su mamá de regreso. Habló en voz alta: “mamá, ¿sos vos?” Los pasos dejaron de escucharse, Irina vio que se movía el pomo de la cerradura de la puerta de su recámara, insistió: “¿mamá?”
Posdata: la primera vez que leí el cuento de Estrada me decepcionó porque terminaba en la línea que escribí, donde la niña preguntaba si quien abría la puerta era la mamá. Pero, cuando le di una relectura comprendí por qué el título era: “¿Hay cristales irrompibles?”
Supe que había entrado la mamá, se sentó en el borde de la cama, le tomó una mano a la hija y, como si hubiese regresado el tiempo, Irina escuchó: “murió tu tío Andrés”, unas lágrimas, una palmadita y punto, punto y aparte.
Supe que Irina intuyó que el tío Andobas había muerto a las diez de la noche en punto, a la hora que ella escuchó el ruido de la quebradura de una burbuja de cristal, como si fuese de un globo lleno de agua.
¡Tzatz Comitán!
sábado, 12 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON EL FESTIVAL "BALÚN CANÁN"
Querida Mariana: en todo el mundo hay festivales culturales, hay festivales con muchas temáticas y los hay buenos, regulares y malos.
Para Comitán y la región es un privilegio que exista el Festival Internacional de Arte, Literatura y Ecología “Balún Canán”, que en este año 2025 llega a su octava edición. No hay en todo Chiapas un festival con la importancia del que fundó el poeta Arbey Rivera, es un festival de excelencia.
Este año está dedicado a celebrar el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos y tendrá actividades relevantes durante todo un mes. ¿Viste lo que escribí? Del 25 de abril al 25 de mayo 2025, en veinte sedes, se celebrará el Festival Internacional de Arte, Literatura y Ecología “Balún Canán”. Durante todo un mes habrá actividades que serán como una lámpara iluminando los espíritus de las personas que habitan en los municipios de Comitán, La Independencia, Tzimol, La Trinitaria y Las Margaritas.
Se dice muy rápido, pero si nos detenemos tantito y observamos sólo los números vemos la grandeza de este festival: treinta días llenos de arte, veinte sedes, decenas de actividades, y la participación de decenas de personalidades culturales del ámbito estatal, nacional e internacional. Es de gran relevancia la labor que realizan Arbey y los integrantes del Puente Cultural del Sur Sureste. Uno de los actos notables es el homenaje que cada año se le rinde a dos figuras del arte chiapaneco, en esta ocasión será reconocida la labor que ha desarrollado la dramaturga Rosa Hortensia Aguilar Trujillo, asimismo la maravillosa obra literaria del escritor Balam Rodrigo.
Hortensia nació en Comitán, Chiapas; es actriz, escritora de obras de teatro y directora del Grupo Escudo Jaguar Teatro, agrupación que ella fundó. Inició sus actividades artísticas bajo la dirección de la Maestra Lupita Alfonzo, fue becaria del Foesca en 1998. Cuenta con diversos reconocimientos estatales y nacionales.
Balam nació en Villa de Comaltitlán, Chiapas; es poeta y ensayista, la Enciclopedia de la Literatura en México da cuenta de una gran cantidad de libros publicados y de premios obtenidos, al final de la extensa ficha dice: “Parte de su obra ha sido traducida al francés, inglés, italiano, polaco, portugués y zapoteco, y aparece en publicaciones de Alemania, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras, India, Italia, Nicaragua, Perú, Polonia, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay”. Balam es un poeta de trascendencia internacional.
La relación de artistas y escritores que participarán en este festival (los organizadores lo mencionan como un “festival comunitario, itinerante e independiente”, lo que indica el grado de mérito que tienen los organizadores). Insisto, no hay otro festival en Chiapas que tenga tal proyección, tal grandeza. ¡Felicidades!
Poco a poco irá apareciendo la relación de participantes. Mientras se publica la cartelera te contaré que el acto inaugural se realizará, por primera vez, en una comunidad rural (lo que habla de la importancia que el poeta Arbey Rivera concede a la difusión de la cultura), el día 25 de abril, a las diez de la mañana, las autoridades municipales, integrantes del grupo organizador y creadores artísticos participantes estarán en la comunidad Ojo de Agua, Las Peñitas, municipio de La Independencia, para hacer la declaratoria inaugural de este maravilloso festival. Bueno, en realidad, para los artistas invitados, el inicio será una noche antes, porque en esa comunidad levantarán un campamento, para que, al amparo del cielo estrellado puedan convivir y dejarse abrazar por el aire chiapaneco. Y después del acto protocolario inaugural, ¿qué habrá? Ah, bueno, la comunidad de Ojo de Agua disfrutará de un recital de poesía con Mary Carmen Velasco, Premio Aguascalientes de Poesía, y Níger Madrigal, poeta y artista plástico, originario de Tabasco. Además, habrá una participación del gran jazzista Julio Flores. ¿Más? Sí, mucho más. Antún Kojtom, artista plástico que mereció la Medalla Rosario Castellanos, que entrega el Congreso del estado de Chiapas, realizará un taller de pintura.
El grupo de Puente Cultural del Sur Sureste, como lo manifiesta el Festival “Balún Canán”, está comprometido con la promoción del arte y de la literatura, así como de la concienciación del cuidado y protección del Medio Ambiente, por ello, en la comunidad Ojo de agua habrá una siembra de arbolitos el mismo día 25 de abril 2025.
Una gran feria cultural se aproxima, cientos de personas tendrán acercamiento a las artes y a la literatura, en las voces y en las miradas de grandes creadores.
La propuesta del festival es variada, luminosa. Cada año presentan proyecciones; exposiciones de dibujo, de pintura y de fotografía; recitales de poesía; talleres de diversas manifestaciones artísticas; presentaciones de libros; conversatorios; recitales musicales; danza folclórica; danza clásica; teatro; realización de murales; cuentacuentos, títeres…
En la realización de la primera edición del festival, el fundador, poeta Arbey Rivera, explicó la razón del nombre: “No sé si todos sepan, pero esta tierra que ahora se llama Comitán de Domínguez, hace mucho tiempo se llamó Balún Canán, que significa “nueve estrellas” o “nueve testigos”, ya que hay nueve cerros que miran al oriente. Posteriormente, como ustedes saben, Rosario Castellanos le llamó así a su primera novela, “Balún Canán”; dos razones importantes para nombrarle así a nuestro Festival de Literatura”.
En este 2025, en Balún Canán, el Puente Cultural del Sur Sureste, honra a la escritora de la novela “Balún Canán”. Las estrellas que brillarán en el lapso del 25 de abril al 25 de mayo serán muchas; los cielos de la región convocarán a cientos de luciérnagas que iluminarán el espíritu de la audiencia.
Siempre he sostenido, querida mía, que no podemos regatear aplausos a los promotores de la cultura, a quienes llevan arte a las comunidades más apartadas. Arbey Rivera inició hace ocho años un esfuerzo supremo que, en la actualidad, tiene proporciones gigantescas, excelsas. Comitán, La Independencia, Tzimol, Las Margaritas y La Trinitaria son los cinco municipios beneficiados. Es un gran movimiento de difusión de la cultura.
La primera edición del festival tuvo una duración de tres días (del 26 al 28 de mayo 2016); hoy durará treinta días. Este dato da una idea del incremento que ha tenido. El aumento no sólo ha sido en días, sino también en cobertura regional y en propuestas artísticas y culturales.
Grandes personajes han sido reconocidos: en el tercer festival: los poetas Roberto Rico y Óscar Bonifaz; en el cuarto festival: el escritor y poeta Óscar Palacios y la artista musical Sonia Conde; en el quinto festival: el escultor Luis Aguilar Castañeda y el sociólogo Fernando Limón; en el sexto festival: la poeta y escritora Mirtha Luz Pérez Robledo y el artista plástico Antún Kojtom Lam; en el séptimo festival: la escritora Ruperta Bautista y el Arenillero. Ahora, en la octava edición, ya te lo comenté, serán honrados: la actriz Rosa Hortensia Aguilar Trujillo y el poeta Balam Rodrigo.
Los días se suceden, van uno tras otro, como si fueran ovejas en el campo, pero cada día tiene esencias sublimes, lo que hacen los organizadores del festival es sembrar esencias en la tierra, en los campos para disfrute de los niños, jóvenes y adultos.
El tiempo no da tregua al movimiento, no hay pausa posible, pero el ser humano tiene la capacidad de jugar a las escondidas. Arbey es un mago que permite entretener al vértigo y darle pausa al espíritu humano. Un día pensó que era posible hacer un festival que convocara al talento local, estatal, nacional e internacional y se aventó a la gran aventura de realizarlo. Hoy, en abril y mayo 2025, la octava edición (es difícil creerlo) será un festejo de un mes, un mes donde la mañana se hará casi infinita, las nubes no dejarán de ser barcos con frutos y las fronteras serán un pretexto para estar juntos.
Posdata: Arbey y sus amigos y sus amigas son sembradores de peces a mitad del desierto. ¡En hora buena!
¡Tzatz Comitán!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)