sábado, 19 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON COSAS DEL AMOR
Querida Mariana: Ernestina dijo: “¡ah, vos!, ¡qué vas a saber de amor si nunca te has mojado el culo en la Laguna Miramar!”
Ya no me dijo la hora, porque he visto gloriosas fotografías de la Laguna Miramar, en diversas horas, al amanecer, a la hora que el sol está bien arrecho y a la hora que el cielo se refleja en el agua con tonos oro de despedida del día.
Tampoco me dijo en qué temporada del año le tocó mojarse el tutís. Imaginé que fue en algún periodo vacacional, porque ella trabaja durante todo el año. Y lo que se reservó, como si fuera top secret, fue con quién acampó en ese prodigioso lugar de Chiapas.
¿Laguna Miramar? Sí, un hermosísimo estanque, enorme, fresco, rodeado por montañas discretas, que está en la zona lacandona (entiendo). No sé, la verdad, alguien me dijo que anda, igual que el rancho “El Rosario”, que fue propiedad del papá de Rosario Castellanos, entre Ocosingo y Altamirano.
Ah, no, no puedo quedarme con la duda. Ahora iré a la Laguna Miramar, para darte bien el dato. Sí, ya adivinaste, viajaré a través de Google Maps. A ver, ahora busco y te digo.
Pues, mirá, vi que se puede llegar desde Comitán, por la carretera 218 (así se ve en el mapa), pasás por Las Margaritas hasta llegar a San Quintín y de ahí (dicen los expertos viajeros) debés caminar unos tus siete kilómetros para llegar a ese manto de agua. No sé cuántos kilómetros sean de carretera, pero se mira que no está a la vuelta de la esquina, pero de que se llega ¡se llega! Tengo varios conocidos que han hecho la travesía y ¡se han mojado el culo en esas aguas! Ellos sí saben lo que es el amor.
Así como lo vi, digo que sí, que Ernestina tiene razón: ¡qué vas a saber de amor si nunca has mojado tu tutís en el agua de la Laguna Miramar!
La frase es muy recurrente en la actualidad. Todo tiene cabida en la frase sabiendo acomodar las palabras. Mi sobrina Pau un día dijo: ¡qué vas a saber de amor si nunca has probado el chocolate amargo, amarguísimo! El otro día, con Paty Cajcam pasamos a saludar a Juan Cancino, en su chocolatería que está frente al parque de San Sebastián. Nos dijo que ya no tenía chocolate amargo a la venta, minutos antes había llegado una persona y se había llevado todo lo que estaba a disposición. Juan contó que el chocolate tiene grandes virtudes, los diabéticos lo consumen, pero sin azúcar, amargo, amarguísimo, como dijo Pau.
¡Qué vas a saber de amor, vos, si nunca has subido al Junchavín! Ahora (el Ayuntamiento comiteco lo garantiza) está abierta la zona y puede visitarse sin problemas de inseguridad. Ah, qué maravilla. Comitán es de las pocas ciudades que gozan de una zona arqueológica cercanísima (ahora recuerdo la entrada a Chiapa de Corzo, que también tiene una pirámide que se puede visitar, porque está a la orilla de la carretera). Comitán, ¡faltaba más!, como es una ciudad que creció en la montaña, tiene su zona arqueológica en la punta de un cerro, del mismo nombre. Desde la cúspide tiene una vista magnífica, única (lo sé, porque he visto algunas fotografías y videos). Ya ni chiste tengo, tenés razón. Nunca he subido al Junchavín. Lo más que he hecho es estar en gayola del Teatro Junchavín para escuchar algún concierto.
Los adoradores de la poesía dirán que no saben lo que es el amor si no han leído “Los amorosos” de Sabines, o algún poema de Neruda, de esos que calientan el espíritu.
¡Qué vas a saber de amor si nunca has comido una paleta de chimbo, en el parque de San Sebastián! Si nunca te han boleado los zapatos en el parque de La Pila; si nunca has comido un tu pan compuesto en la esquina de la bajada de tu tocaya Doña Mariana; si nunca has disfrutado un tu salvadillo con temperante, sentado en una banca del parque central.
¡Qué vas a saber de amor si nunca has probado una longaniza en el restaurante Tío Javi! Si nunca has visto el árbol de ococ disfrutando un pulpo zarandeado, en el Mahi Mahi; si nunca has comprado un tu queso de Campumá, en Casa Rosario; si nunca has llevado a tu chuchito a la peluquería de la Veterinaria 2000; si nunca has entrado a darte una persignada en el templo de Tata Lampo o en la capilla del Niñito Fundador.
Posdata: de lo anotado he hecho algunas cosas, pero, la mera verdad es que no sé algo de amor, porque, jamás me he mojado el culo en las aguas de la Laguna Miramar. En caso de que llegara a tal sitio, podés jurar que tampoco me metería a la laguna, siempre veo el agua desde lejos, sólo debajo de la regadera es que me atrevo a estar en contacto más directo.
¡Tzatz Comitán!