martes, 29 de abril de 2025

CARTA A MARIANA, CON RICOS SABORES

Querida Mariana: la foto es de privilegio, pero haré un comentario. Estoy con Ana Karen Gordillo, en el local que atiende: “Heladucos”, que hace poco inauguraron. Mi compadre Jorge, quien por desgracia ya falleció, llegaba al departamento de la Ciudad de México, donde vivíamos y su saludo inicial era: “¡Compadruco!” con eso decía todo su afecto, su cara se transformaba en una sonrisa. No sé de dónde había sacado la palabra “compadruco”. Hablo de los años setenta, tal vez muchas más personas usaban el término, porque la terminación cuco se usaba como sinónimo de simpático. El colmo aparecía cuando con Jorge tomábamos una cerveza (bueno, más de dos) y él, afectuoso, ponía su mano sobre mi cabeza, y con sus dedos índice y medio tamborileaba diciéndome: compadruco, cucoruco. ¡Ya era el colmo del cariño! Por esto, cuando mi amigo el arquitecto Jesús Pedrero me habló de “Heladucos” un aura de afecto apareció. ¿Heladucos? Él me explicó que es una heladería que recientemente pusieron al servicio de la sociedad, él y su esposa Ana Paola Vives Culebro, quienes son emprendedores por naturaleza. “Heladucos” abrió sus puertas el 6 de abril 2025, está a media cuadra del Hotel Internacional, muy cerca de la sucursal centro de Farmacia Guadalajara, muy cerca del OXXO. El local es pequeño, pero muy digno. Jorge ya no vive, si viviera cuando me saludara y me dijera ¡compadruco!, yo le respondería: vonós a echarnos un heladuco. Los helados que ofrecen son de máquina, con sabores de vainilla y chocolate. El día que fui a tomarme la foto con Ana Karen había dos niños pidiendo sus helados y dos personas más haciendo fila. ¡Bien! Los heladucos los venden en cono o en vaso. He visto estas máquinas de helados en otros sitios, pero “Heladucos” garantiza calidad e higiene, condiciones indispensables en alimentos. Ana Karen me platicó que está contenta en el local. Dice que el horario de atención es de 10 de la mañana a 3 de la tarde, cierra para comer y regresa de 4 a 6 de la tarde. Muy abusada me dijo que pronto, muy pronto, también ofrecerán paletas. Y dijo, ¡noticia sensacional!, que durante el mes de mayo, en cada compra ofrecerán un boleto de la rifa de un libro para celebrar el Centenario del Nacimiento de Rosario Castellanos. Bien, bien. Saber eso me dio gusto, en Comitán hay actos que están teniendo como feliz pretexto la celebración de nuestra pichita consentida. Sólo en Comitán relacionamos esencias con el genio creativo de Rosario Castellanos. Te cuento que también Panadería La Flor de México ofrecerá, a partir del 6 de mayo, ¡conchas azules! ¿Por qué? Resulta que uno de los platillos favoritos de nuestra escritora eran los papadzules. Bety Bolaños se le ocurrió jugar con una rima y dijo: papadzules, pues conchas azules, así que la Panadería La Flor de México celebrará a Rosario ofreciendo esos panes. Sólo en Comitán. Te invito a que pasés a La Flor de México y comprés conchas azules, asimismo pasés a “Heladucos” para disfrutar un rico helado (sé que te gusta el sabor de vainilla, más que el chocolate) y participar en el sorteo de un libro de Rosario Castellanos. Ah, qué agradable saber que nuestra pichita consentida, gran escritora del país, es celebrada con actos diversos. ¿Ya te platiqué que la Secretaría de Cultura, a nivel federal, organiza un Homenaje Nacional para Rosario Castellanos? Dentro de las actividades anuncian que presentarán la novela “Balún Canán”, una coedición del Fondo de Cultura Económica y del Honorable Ayuntamiento de Comitán de Domínguez. Noticia sensacional. Hemos platicado que es difícil hallar la obra de Rosario en nuestro pueblo, ahora, cuando menos, estamos seguros que “Balún Canán” estará disponible para quien desee adquirir dicha novela, obra fundamental. Echate una vueltita a “Heladucos”. Ya dije que está al lado del OXXO, contra esquina del Hotel Internacional, de mi amiga Laurita Villatoro. Probá el de sabor vainilla (o el que querás) y llevá tu boleto para la rifa del libro de Rosario. Posdata: a partir del 6 de abril, paso por “Heladucos” y recuerdo a mi compadrito Jorge, quien llegaba y me saludaba: “compadruco”. ¡Tzatz Comitán!