martes, 22 de abril de 2025
CARTA A MARIANA, CON MODELOS
Querida Mariana: dibujo y pinto, lo hago como Dios me da a entender. Abel Quezada dijo que la pintura es la libertad total. Los niños son dibujantes geniales, conforme crecen se echan a perder. He procurado conservar mi mirada niña, para tener el trazo de los pintores de las cuevas de Altamira y de Lascaux.
El dibujo y la pintura son ejercicios lúdicos. He visto a niños aburridos que cambian sus caritas cuando les dan un papel y un juego de colores (ahora hay estuches bellísimos, con muchos colores, algunos todavía no inventados por el hombre).
Dibujo como Dios me da a entender, estuve a punto de decir que soy autodidacto, pero eso sería faltar a la verdad, nadie aprende por sí mismo, todo viene de la tradición. Antes que vos y yo hubo otros, grandes maestros, juguetones, creativos.
He tenido maestros, los grandes artistas cuyas obras he visto, una y otra vez, en los libros de arte que, por lo regular, son bellísimas ediciones. Y en estos tiempos de prodigios tecnológicos uno puede entrar a ver tutoriales de clases de dibujo o de pintura y echarse una vueltita por todos los museos del mundo.
Iba a decir que no asistí a clases formales de dibujo, pero empolvaría a la verdad. En la primaria, los maestros nos ponían a hacer planas con palitos y bolitas, ahora sé que era una manera de desarrollar destrezas; en la secundaria, mi papá me compró una libreta con hojas cuadriculadas, porque, en la tira de materias tuvimos la más hermosa clase de ese primer año: dibujo de imitación. La maestra dibujaba en un pizarrón cuadriculado y nosotros hacíamos los trazos en nuestra hoja. Todos los dibujos salían más o menos, no bajaban de ocho, ¡claro!, los talentos naturales lograban la calificación de diez.
Nunca me frustré por dibujar algo que distaba mucho del original, desde joven reconocí que mi árbol genealógico no era el mismo de Leonardo o el de Miguel Ángel (muchos años después supe que mi tronco paterno, el sembrado en Italia, tenía cultivadores de figuras de yeso).
Siempre he disfrutado el dibujo y la pintura. Hoy, cuando ofrezco un cuadro o un dibujo lo vendo caro. El admirador de mi obra debe saber que se está llevando ¡un Molinari!, obra juguetona, única en el universo.
A partir del segundo grado de secundaria abandoné el dibujo “de imitación”. Juré que no copiaría un cuadro de Modigliani, haría mis propios retratos, aunque terminaran pareciéndose al retrato que el gran Tamayo le hizo a Lucha Villa, cuyo parecido físico está en la nube de Cornelio Reyna, que andaba como a veinte mil metros de altura. La chocante de María Félix le regresó un retrato que le hizo la gran Remedios Varo, que porque no se parecía, la pintora, buena onda, le hizo su gusto a La Doña. Claro, Remedios era más grande que la María.
Hago retratos, pero a mi estilo, estilo Molinari. El que desea un retrato perfecto lo mando a tomarse una fotografía con uno de los grandes fotógrafos, que hay muchos en el pueblo (y como la vanidad es prima hermana de la tontería, un día un amigo fotógrafo me contó que entregó los retratos y el retratado pidió que, con Photoshop, le rebajara tantito la papada).
Cuando estudié arquitectura en la UVM, en la Ciudad de México, tuve una clase de dibujo al desnudo, en cada sesión llegaba una chica, modelo de la Escuela Esmeralda, se quitaba todas las prendas y se paraba en medio del escenario, del auditorio. Los alumnos copiábamos del natural. Una vez quise, ya en mi pueblo, abrir un taller de dibujo al desnudo, pero muchos amigos me preguntaron si ya lo había pensado bien. No. Cuando lo pensé bien, supe que iba a levantar polvo en la sociedad, así que me dije: pincel, estate en tu vaina. Eran otros tiempos.
Posdata: muchos dicen: “Facebook, no te acabes”, porque encuentran cosas simpáticas, yo digo: “Tik Tok, no te acabes”. Nunca imaginé que ahí tendría a mi disposición a miles de modelos, a cualquier hora y sin desembolsar un peso. Chicas de todo el mundo suben videos donde bailan, lo hacen con prendas mínimas, debe ser poque en sus países hace mucho calor. Esas chicas suben sus videos y esperan que los mirones le demos like. Yo lo hago, claro que sí. Les agradezco ser modelos de los bocetos que hago. Hoy dibujo todos los días, entro al Tik Tok, hago captura de pantalla de alguna chica que baila, porque es su pasión y la comparte. Ella le hace bien al mundo y yo no le hago daño a nadie. Amigos me dicen que el Tik Tok me conoce y me manda lo que quiero ver. Tik Tok sabe que me encanta dibujar el cuerpo humano.
¡Tzatz Comitán!