sábado, 5 de julio de 2025

CARTA A MARIANA, CON UN CARTEL DE 1960

Querida Mariana: este documento se integra al libro de la historia de la feria de San Caralampio. Mi amigo Paco Flores me lo envió. Es parte de su archivo personal. El cartel está bien cuidado, tomando en cuenta que es del año 1960; es decir, tiene sesenta y cinco años. Vos sabés cómo es la historia. La empresa cervecera Moctezuma regalaba los carteles en blanco (con su publicidad), y ya en los pueblos los organizadores de actos los llevaban a las imprentas para colocar sus mensajes, en este caso una Convocatoria de un Gran Concurso de Trajecitos Regionales, en honor al Glorioso Mártir San Caralampio. En toda la república se veían carteles similares, porque las imágenes corresponden a festejos nacionales. La verdad es que en la feria de San Caralampio no hubo muchos actos de los que acá se muestran; no hubo corridas de toros (pobre toro tiene ensartadas dos banderillas), tampoco hubo jaripeos. Tal vez hubo peleas de gallos (pero, en casas particulares, donde los galleros comitecos tenían costumbre de reunirse. Ya te conté que el famoso restaurante de Tono Gallos se llamó así, porque el propietario, Tono se llamó, tenía un palenque en su casa, donde ofrecía las riquísimas botanas que le dieron fama nacional). El cartel es muy llamativo por las imágenes que tiene, pero a nosotros nos interesa el texto de la convocatoria. La Junta de Festejos del Barrio de La Pila lanzó la convocatoria “con el objeto de dar más alegría y esplendor a la feria en honor al Glorioso Mártir San Caralampio”. Ya hemos dicho que el santo consentido de los comitecos es San Caralampio, Tata Lampo. Su festejo inicia el 10 de febrero con la tradicional Entrada de Flores (que ha cambiado en su esencia al paso del tiempo). El festejo se prolonga más allá del veinte de febrero. El 20 es su mero día. Siempre ha llamado mi atención que los peregrinos traen ofrendas florales y se llevan a su casa ramitos de hinojo, que les servirá para curar afecciones físicas durante todo el año. ¿Hinojo? Sí, he visto que pasan y repasan los manojos en la vestimenta de la escultura de bulto, lo hacen con una gran emoción, con los ojos semicerrados y con peticiones en voz baja. Las personas que conocen las virtudes del hinojo dicen que su fama no es gratuita. ¿Cómo empezó esta tradición? ¡Andá a saber!, pero los mayores, sabios, supieron que esta hierba es benéfica para el cuerpo y más si lleva la bendición de Tata Lampo. Me cuentan que las personas las colocan en un lugar preferente de la casa y cuando aparece una dolencia toman una ramita, oran y se preparan un té. Busqué información en el Internet y hallé que es una planta originaria de las costas del Mediterráneo. Ah, es una planta muy cercana a mis raíces paternas: Italia. Este chunche dice que se aprovecha todo del hinojo, sus semillas, la raíz, el tallo y las hojas. Quienes llevan la plantita deben conocer todas estas propiedades. La tradición de honrar a San Caralampio está unida al hinojo. Cosa genial. No sé si las chicas de estos tiempos saben que con el hinojo se prepara un exquisito aceite esencial. Lo que las chicas sí saben es que los aceites esenciales son una gran ayuda para una piel saludable, para verse como si fueran candidatas a Miss Universo. Regreso al cartel de 1960. Queda en claro que el patrocinio de este evento es de Exclusivas en Comitán, S. A. y Cafés Zardain, S. de R. L. Exclusivas era la empresa que vendía las chelas de la Cervecería Moctezuma (mirás qué hermosa se ve la botella de la cerveza El Sol. Siempre se pide: “dame una Sol”, nadie pide “El Sol”, que así debería ser. Ahora todo mundo pide “Una Indio”, también jodiendo la concordancia de géneros. Pero, bueno si yo estudié mi primaria en “la Matías” y mi secundaria en “la Mariano”, no debo inquietarme al pedir “una Sol”. El concurso se efectuó el 14 de febrero de 1960, a partir de las cuatro de la tarde, en el kiosco de La Pila. Las inscripciones fueron gratuitas y se realizaron con Don Humberto Villegas, en la Tintorería Cuauhtémoc. Participaron niños y niñas hasta con ocho años de edad, y el trajecito podía ser regional, nacional o universal, ah, pucha, nadita. Las dos empresas patrocinadoras otorgaron los premios, que consistieron en una muñeca, un muñeco y un juego de té (para las niñas) y un triciclo, unos patines y una pelota (para los niños). Estos premios estuvieron expuestos en las vitrinas de Casa Yannini y en la Zapatería El Águila. ¿Quiénes integraron el jurado? Acá van los nombres: Óscar Bonifaz, María de La Paz, Mercedes Solís Cancino y María Dolores Ruiz de Martínez. Y en la parte de abajo vienen los nombres de los integrantes de la Junta de Festejos de ese año. Presidente: profesor Javier Flores Torres; secretario: Humberto Villegas; tesorero: Augusto Molinari B.; vicepresidente: Adolfo Cancino; prosecretario: Mario Pinto O. y protesorero: profesor Óscar Flores del Barco. Y como no hay palabra sin vocales, acá están los nombres de los vocales (otra vez, sin concordancia, Dios mío): Olinto Albores, Jorge Rodas, Ricardo Guillén, Benjamín Flores, Antonio Carrión, Romeo Domínguez, Benjamín Alfonzo y Galación Domínguez. Posdata: cuando Paco me mandó copia del cartel, lo agradecí y le dije que ahí estaban unidos los nombres de nuestros papás: el profesor Javier y mi amado Don Tito Molinari. Ahora que escribí los nombres de los integrantes del comité de festejos caí en la cuenta que conocí casi a la mayoría, entre los que no conocí están Don Galación (¡qué nombre tan galán, tan decidor!). Ya me quedó tarea para ver si puedo dar con algunos datos de este vocal genial. Ya te conté que años después (cuando mi papá ya no era integrante del comité) mi mamá y mi papá hicieron que su hijito Alejandro participara. Mi mamá bordó un traje de huichol (un traje bellísimo) y, sin mucha conciencia, pasé al escenario y me paré frente al jurado (que quién sabe quiénes fueron) y no hubo duda, el primer lugar es para el niño Alejandro Benito Molinari Torres y todo mundo aplaudió y, sin duda, estuvo de acuerdo con el veredicto. Por ahí anda la fotografía que me tomó Don Enrique Cancino. Me llevaron al estudio de Don Enrique para que quedara registrado ese traje tan hermoso que portaba el niño más bonito del pueblo (es broma, es broma, mi niña bonita). Mi mamá cuenta que tenía guardado el traje, pero un día, mi abuela Esperanza se lo pidió para que lo usara Pedro, mi primo hermano, mi abuela llevó el traje a la Ciudad de México y ahí se extravió. Pero, digo, ahí está la foto que da testimonio de ese instante. De igual manera te conté que el premio del primer lugar fue un triciclo, pero yo tenía un triciclo, así que lo “catafixié” por el premio del segundo lugar, que era una caja enorme, con una carreta enorme, de esas que aparecían en las películas gringas del Viejo Oeste, con caballos, con jinetes, todo en un hermoso plástico lleno de color. La carreta estaba cubierta, semejaba una tela de esas que usaban para evitar el sol, digo que semejaba porque todo era de plástico. Ah, disfruté mucho el juguete. Pienso que lo mismo pasó con el compa que obtuvo el segundo lugar, ya que se llevó un triciclo nuevo, de paquete. No sé si todavía existen las dos fotos. Una la tomaron allá en La Pila, estoy contento y tengo en las manos el gran paquete con la carreta, la segunda foto es la que digo que es de estudio, estoy, igual de contento, parado, portando el traje que me hizo mi mamá. Recuerdo el patio de la casa de Don Humberto Villegas, porque era amigo cercano de mi papá y a veces lo acompañaba porque se echaban sus tragos, mientras yo me quedaba en el patio jugando con las rayas que quedaban entre los ladrillos. Ese patio lo conocieron muchas personas. A veces paso por la calle y veo que ahora el portón está cubierto con láminas de acero y ya no se puede ver desde afuera cómo está el patio central. Cuando viví en Puebla un día me enteré que habían puesto en venta la casa, pero de eso tiene ya más de veinte años y, entiendo, la casa no la ha comprado nadie. Es una casa grande, hermosa, con un patio lleno de luz, patio que se llenaba de gloria cuando los campaneros le daban vuelo a las campanas del templo. Ah, cuánto aire ha corrido en el parque de La Pila proveniente de La Ciénega. ¡Tzatz Comitán!