jueves, 31 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON EL RECUERDO DE MÉNDEZ

Querida Mariana: venían muchos niños a casa. Llegaban de diferentes partes. Méndez venía desde San Agustín, subía muchas calles desde su casa, llegaba sacando la lengua. Cuando era temporada de cosecha le daba elotes tiernos a mi mamá. En casa no teníamos huerto. En la casa de Méndez sembraban muchas verduras. Cuando bajaba a su casa me gustaba jugar en el sitio, delimitado con tablones de madera. El abuelito de Méndez ya estaba viejo, no obstante, trajinaba en la huerta, desmontaba, pintaba, recogía piedras, todo en medio del aroma de lima de pechito y de azahar. El sitio lucía siempre limpio. No entendía bien a bien cómo la tierra podía estar limpia, pero así era, el suelo estaba impecable. Un día Méndez llegó diferente. Su carita tenía grietas invisibles. Mi mamá le preguntó qué le sucedía, Méndez se sentó, puso los codos en la mesa y se dejó ir, su cabeza quedó como un melón enterrado, lloró. Yo no supe qué hacer. Nadie decía algo, sólo se escuchaba el sonido de su llanto, que era como un lamento débil, como si estuviera adentro de una gruta. Mi mamá le dio una taza de caldo de hongos y le dijo: “tomá un caldito, Kalik, te hará bien”. Sólo mi mamá le llamaba por su nombre, todos sus amigos le decíamos Méndez, que era su apellido paterno. A mí, todos me decían Molinari. Contaban que el abuelo de Méndez creció en la selva, en un aserradero, jovencito lo trajeron al pueblo, para que aprendiera bien el oficio de limpiar la madera, pero ya nunca volvió a su tierra, acá se enamoró de la abuela de Méndez, quien era sirvienta en casa del dueño del aserradero. La abuela, contaba Méndez, era una morochita simpática, no alta ni baja. ¿Morochita? Sí, Méndez comentaba que así le dicen a las morenas en Perú. ¿Perú? Es que su bisabuela era de allá. ¿Cómo llegó hasta acá?, le preguntábamos y él decía que en carreta y de ahí no lo sacábamos. Méndez dejó de llorar, mi mamá le acarició la cabeza y volvió a invitarlo a tomar el caldito. Méndez se limpió los mocos con el antebrazo, pidió disculpas, jaló el tazón y lo probó. Le vi su cara de alivio después de probar la primera cucharada. El tazón tenía vapor calientito, así calientito imaginé que quedó su estómago. Probó otra cucharada y siguió hasta que lo terminó, acompañado por tortillas calientes que mi mamá le sirvió. Yo ardía en deseos de preguntarle qué había ocasionado su pena, pero la mirada de mi mamá me dijo: “no, Molinari, no, no te atrevás”, así que me puse a jugar con mis dedos, pasaba un índice sobre el otro y luego lo bajaba, así estuve hasta que llegó mi papá. Méndez se puso de pie y, por mero acto reflejo, hice lo mismo. Mi papá sonrió, saludó a Méndez, él también le decía Méndez y luego dijo, como si fuera maestro de primaria, que podíamos sentarnos. Méndez ya no quiso sentarse. Dio gracias a mi mamá, arrimó la silla a la mesa y pidió permiso para que fuéramos a su casa a jugar. Pero ya eran las cinco de la tarde, el sol ya se había ocultado detrás del tejado de la casa. Mi mamá dijo que no, que ya era tarde, que mejor mañana y los dos salimos abrazados. En cuanto salimos del comedor, él volvió a echarse a llorar, caminamos por el corredor y nos sentamos en la banca que estaba cerca de la puerta de mi recámara. Mi mamá nos vio desde la ventana. Cuando Méndez se despidió ya estaba tranquilo de nuevo. Entré al comedor, donde mi papá ponía la misma cara de satisfacción al probar el caldito que le sirvió mi mamá. Me senté y dije que también quería, mi mamá me sirvió un tazón, lo colocó sobre la mesa y luego puso su mano sobre mi hombro y preguntó qué le había pasado a Kalik. Antes de que yo dijera algo, mi papá dijo que había notado que algo le sucedía a Méndez, que debí acompañarlo a su casa. Nada, le dije a mi mamá, nada. ¿Cómo nada?, dijo ella, nadie llora por nada. Pues él sí, dije yo, y probé el caldo. Mi mamá se sentó, me vio, en su mirada leí lo que pensaba: por algo lloraba, ¿no nos lo vas a decir?, y yo pensé: no lo diré, porque él me pidió que no lo dijera nunca. Al otro día, Méndez llegó y le dio elotes tiernos y un poco de epazote a mi mamá, le dijo que el epazote iba muy bien con el caldo de chikintaj, que así lo preparaba su abuelita y agregó, en paz descanse. Posdata: no me hagás lo que mi mamá, no me preguntés por qué estaba triste Méndez. Los niños casi siempre estamos alegres, pero hay ratos en que nos ponemos tristes, porque algo pasa con los adultos de nuestras casas. Dicen que la vida es así, que tiene momentos amargos y que cuando aparecen es como una enseñanza. A mí no me gusta ver gente triste, me gusta ver a la gente que ríe, que se abraza, que baila, que se besa. ¡Tzatz Comitán!

miércoles, 30 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON UNA CASCARITA

Querida Mariana: ¿por qué a un juego de fútbol callejero se le llama “cascarita”? No lo sé. Los aficionados deben saber. Pero sé que así se llama esto que se ve en esta maravillosa fotografía de los años sesenta. Acá los niños se avientan una “cascarita”. Juegan en plena calle, porque los autos pasaban de vez en vez y los automovilistas manejaban con precaución y a velocidades moderadas. Ya quisiera verlos en este 2023. Esta imagen sería imposible de registrar en estos tiempos. ¿Ya identificaste el lugar? Sí, ¡bien! Le atinaste, es la calle del Colegio Mariano N. Ruiz, la calle de Doña Mariana. En el costado izquierdo del pateador está el parque de La Corregidora. Al fondo se aprecia el edificio del colegio, donde ahora se imparte educación primaria; al lado, en el edificio de dos plantas vivía el padre Carlos J. Mandujano, fundador del colegio (también vivió ahí su hermano el padre Raúl). A continuación, está la casa donde vivió Cirito, el sacristán del templo; luego se ve un grupo de albañiles que construyen la siguiente casa. Ah, qué tiempos. Estos tiempos eran luminosos. La fotografía es en tono sepia, pero la vida era a todo color. En ese tiempo el automóvil era un medio, un maravilloso medio de transporte, pero no se le daba la infértil importancia que hoy tiene. Las calles de nuestro Comitán eran, también, el medio para ir de un lugar a otro, la gente era lo más importante de la comunidad, con sus alegrías, tristezas, picardías, ganas de joder y disfrutar la vida comunitaria. Todo mundo recuerda que las personas se conocían, se saludaban, se apoyaban en momentos difíciles. Los niños salían sin temor a la calle, en ocasiones jugaban “la cascarita” en la noche. ¿Hoy? Estos niños eran alumnos del colegio. A las diez con cincuenta comenzaban a inquietarse, como hormiguitas, porque a las once el padre Carlos o el maestro Jorge tocarían la campanita que estaba en una esquina del patio central (ahí sigue) avisando la hora de recreo. El griterío acompañaba los toquidos de la campana, los niños levantaban la tapa de los pupitres, guardaban los útiles y salían en tropel a la cita con el destino. Muchos de estos niños nada comían en el recreo, preferían estar corriendo detrás del balón. Algunos de ellos soñaban con llegar a ser un día como Pelé o como Chava Reyes. En la película de Pelé se ve que el gran astro (tan grande como el drogo de Maradona o el tal Ronaldo o el tal Messi) comenzó a ser un futbolista genial jugando con la palomilla en la calle, con balones hechos con calcetines. Por cierto, Juan asegura que lo de “cascarita” es porque en México jugaban fútbol callejero con una naranja, a la que le hacían un agujero para quitarle todo el jugo. No sé. En todo caso debería llamarse “naranjita”. A las once muchos chicos del colegio salían corriendo al recreo en el parque de San Sebastián (recordá que La Mariano comenzó siendo un colegio sólo para varones y únicamente impartía educación primaria). El otro día platiqué tantito con el querido amigo Jorge Domínguez y recordó que en ese lugar también jugaba “la cascarita” con sus compañeros de secundaria. A mí me tocó jugar como portero en el otro extremo, ya a finales de los años sesenta. Los compañeros improvisaban porterías con piedras y yo detenía los disparos del equipo contrario. Tenía la costumbre de acuclillarme y cuando lanzaban el disparo yo no tenía problema en tirarme al lado derecho o izquierdo, para detener el balón. No era mal portero. Jamás habría jugado en una cancha reglamentaria. ¡No! Las porterías callejeras eran íntimas, pequeñas. ¿Cómo me atrevía a lanzarme sobre el cemento? Era como deslizarme en el mar del aire. Posdata: jugué, pero a mí me gustaba ser espectador. Sigo disfrutando ser espectador, me gusta ver cómo se mueve la vida. No me gusta ser actor de nada, me gusta mirar, a través de una ventana u oculto detrás de un árbol. Me encanta ir al estadio a ver un partido de fútbol (claro, tiene años que no lo hago); me encanta sentarme en una banca del parque y mirar a los protagonistas del juego de la vida. Por esto soy buen lector, por esto me encanta ver cine. En tiempos A.P. mi Paty y yo íbamos a las salas cinematográficas, sólo por el gusto de comer palomitas (ella) y disfrutar la cinta en pantalla grande (los dos). Ahora veo películas en las plataformas de streaming, que son de las cosas que agradezco a los chunches tecnológicos actuales. ¡Tzatz Comitán!

martes, 29 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, DONDE SE HABLA DE LA MENTE Y DEL CUERPO

Querida Mariana: el otro día platicamos de la cancha de San Sebastián. Mando copia de una fotografía tomada a finales de los años sesenta o principios de los setenta del siglo XX. Los deportistas levantan el brazo derecho, sin duda hacen el acto de protesta, se comprometen a jugar de acuerdo a lo que indica el reglamento deportivo. La cancha reluce (mirá el piso), está recién inaugurada, fue conocida como la Cancha del Colegio Mariano, porque quien mandó a hacer la cancha, los tableros, las canastas, las tribunas y las bardas perimetrales, fue el padre Carlos J. Mandujano, fundador del Colegio Mariano N. Ruiz. El padre Carlos supo que construía en terreno ajeno, porque el terreno había sido adquirido por la Junta de Festejos del barrio. Como el padre Carlos era conocido y tenía gran arraigo en la comunidad le dieron chance que construyera una cancha donde los alumnos de su colegio realizaron prácticas deportivas. Mis compañeros y yo gozamos esa cancha, bajábamos y echábamos la cascarita basquetbolera o el futbolito, improvisando porterías con un par de piedras. Algunos conocidos me cuentan que hay litigio por la cancha, litigio que inició una mañana donde los del barrio exigieron sus derechos. La autoridad municipal determinó que, en efecto, los propietarios eran los integrantes de la Junta, así que los alumnos del colegio no volvieron a hacer uso de la cancha. Actualmente, el espacio tiene un hermoso domo, que permite practicar el básquetbol sin exponerse al inclemente sol. El otro día te conté que bajé una tarde y me dio gusto hallar decenas de muchachitos y muchachitas practicando el deporte con bases científicas. La Escuela Mundo Basquet realiza una hermosa actividad profesional. Entiendo que las directivas de la escuela pagan un derecho por hacer uso de la cancha. ¿Sigue siendo un espacio de los vecinos del barrio? No lo sé. Lo que sé es que las bases donde se asientan los asientos son las mismas bases que mandó a construir el padre Carlos. Los que modificaron el espacio aprovecharon esa estructura. Anteriormente los asientos eran planchones de madera, hoy ya están construidos con otro material. Cuando tomaron esta fotografía los asientos también estaban impecables, pero al ser de madera y estar expuestos al sol y a la lluvia provocó que se dañaran, hubo un tiempo en que era muy emocionante subir a la tribuna, porque había espacios con grietas y vacíos, pero, por supuesto, era peligroso. Hubo paisanos que también le llamaron Cancha del Padre, así como el Colegio Mariano N. Ruiz fue conocido como La Escuela del Padre. Pero acá se ve el nombre con el que fue inaugurado, no fue cancha, fue Centro Deportivo Comitán, un nombre más adecuado, de mayor raigambre. Lo entiendo, el padre Carlos hacía cosas grandes, no hizo una simple cancha, él mandó a construir un Centro Deportivo. Claro, los comitecos (así es nuestro modo) lo rebautizaron. Ya mirás que la escultura de Luis Aguilar se llama “Día marcado”, muchos le dicen Día de Mercado, y otros (la mayoría) le dicen "Las canasteras” o “Las dos Lolas”, refiriéndose a dos mujeres famosas del pueblo: la Lola delgada es Lolita Guillén y la Lola rolliza es Lolita Albores. La Cancha del Padre se llamó Centro Deportivo Comitán y tuvo un lema escrito en latín, faltaba más: ¡Mens sana in corpore sano! A mí me encantaba decirlo en voz alta, porque sonaba impresionante: ¡Mens sana in corpore sano!, pero me costó tantito entender qué decía en castellano sencillo, hasta que Gabriel me dijo que yo era un tonto, si estaba bien fácil: Mente sana en cuerpo sano. Le di las gracias por la explicación, pero seguí rumiando el verdadero significado: ¿hay mente sana en todo cuerpo sano? Pues lo dudo, pero si los expertos lo dicen, lo creo. Dudo porque Juan era muy deportista, pero su cabecita no era tan sana, ¡tenía unas ideas y hacía unas acciones! Me dio gusto hallar esta fotografía en el Archivo del Colegio Mariano N. Ruiz. Fue tomada una mañana que hubo un torneo. En medio de los jugadores se ven algunas chicas que fungieron como madrinas. Ah, era un hermoso protocolo. Una amiga me contó que despertaba muchas envidias entre sus amigas, porque siempre que había torneos se acercaba el capitán de un equipo y le solicitaba que fuera la madrina; por supuesto que los capitanes buscaban a las chicas más bonitas. Cuando una vez apareció una madrina no muy atractiva causó asombro, la explicación fue que el papá de la chica patrocinó los uniformes del equipo con la condición de que su hija (la feita) fuera la madrina. ¡Va!, dijeron todos y todo mundo salió ganando, porque la chica se sintió más importante que la Miss Universo. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 28 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO

Querida Mariana: la gente toma años sabáticos. Yo, dos veces al año, tomo domingos sabáticos. En casa avisé que no estaba para nadie, pintaría, hace rato que no pinto. Mi Paty, a las nueve, dijo que la acompañara al supermercado. Bien, dije, media hora no altera mi decisión. Fuimos caminando. Al regreso recibí una llamada. Ornán Gómez dijo que estaba frente a la casa, que traía el libro que le encargué. Su más reciente libro. Salí, le pagué el costo, nos tomamos la fotografía del recuerdo y se fue. Antes le dije que así se hace patria, trabajando en domingo, pero luego me arrepentí de lo dicho. Yo había jurado que este domingo pintaría y nada más. Pero (ah, el vicio) abrí el libro de Ornán (“Derrumbes”) y dije que leería el primer texto de los diez que lo componen. Bien, dije a las diez, media hora no altera mi decisión. Y acá me tenés, lamentando la visita de Ornán. ¿Por qué no vino el sábado o el lunes? No, tenía que joder mi plan de domingo sabático. Ya no pinté. Leí el primer texto. Que es el más largo. Dejé el libro y saqué las pinturas, pero el libro había quedado frente a mí. Pensé, igual que alcohólico anónimo: el último, el caminero ¡y ya! Pero en cuanto terminé dije que leería el siguiente. No es tan largo. Al rato no supe de mí, olvidé lo del domingo sabático. Ya estaba con el libro de Ornán. ¿Con botana o sin botana?, me preguntó el mesero imaginario. Nada de botana, le dije, servilo así ¡puro! Y así me fui bebiendo cada texto del libro de Ornán. El tal Ornán me jodió mi domingo sabático. Ahora será hasta diciembre (si Dios lo permite) que se repita la decisión de domingo sabático. Ornán no es culpable, en realidad. Como dice la canción del Puma “culpable soy yo”. Bien pude hacerme tacuatz a la hora de la llamada de Ornán. Yo sabía el motivo por el que estaba frente a la casa. Si no le hubiera respondido sólo me habría quedado un ligero sentimiento de culpa: Alejandro, hiciste que Ornán gastara su tiempo y la gasolina del auto, pero con ello habría alcanzado mi ideal de pintar sin interrupción. Tal vez no me hice tacuatz porque deseaba, muy en lo íntimo, que Ornán jodiera mi domingo sabático. La promesa de entrega fue para el domingo, yo sabía que él cumpliría ¡y cumplió! Tal vez sí deseaba que me entregara su libro más reciente. Sabés que soy un snob. Cuando me entero quién ganó el Premio Nobel de Literatura, de inmediato acudo a una librería (real o virtual) para adquirir algún libro del laureado. Algo similar me ocurre cuando me entero de nuevas producciones de escritores chiapanecos. Es parte de mi trabajo, lo sabés. En cuanto me enteré de la aparición del nuevo libro de Ornán le llamé por teléfono y le dije que me apartara uno. Disfruto los textos que comparte en redes sociales. Ornán es un autor disciplinado. No obstante todos los oficios que le impiden dedicarse de manera total a la escritura, se hace huecos para la creación. Pienso que su disciplina es parte visible de su carácter. Él trabaja en una escuela por la zona de Los Lagos. ¿Sabés cómo llega a su centro de trabajo? ¡En bicicleta! ¡La gran flauta! Se levanta a las cuatro de la madrugada, se prepara, saca la bici, trepa y pedalea sin descanso. Llega, se echa un baño y, fresco, lleno de vida, imparte conocimientos con el grupo de chicos y chicas. ¿De regreso? Igual, querida niña. Todos los días pedalea más de cien kilómetros. ¡Cien kilómetros! Yo sólo lo escribo y ya me siento cansado. En fin, lo que quiero decir es que mi domingo sabático cambió su vocación. ¡Qué joda! Aunque si lo pienso bien, el resultado casi fue tan satisfactorio, tan lleno de vida, como es el viaje que todos los días realiza Ornán. Mi domingo sabático fue un gran viaje, lleno de aire, con los textos escritos por mi amigo escritor. Ya comenté con vos la lectura del libro “La ciudad me pudrió el alma”, que le publicó Coneculta, en 2021. Este libro reciente (“Derrumbes”) fue publicado en los talleres gráficos de www.bookdepot.com, llama mi atención que “su tiraje es sobre demanda”. Ah, genial propuesta para estos tiempos. La edición es muy digna. Posdata: ¿pintar? Naranjas de Chicomuselo. Me pinté un violín, pero con notas muy agradables. Sabés que no presto mis libros. Si querés leer el libro de Ornán ponete en contacto con él. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 27 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN ¡SALVE!

Querida Mariana: ¡Salve, oh, Roberto, salve! ¡Sálvalos! Y la Real, querida mía, explica que el ¡salve!, significa ¡tené salud!, pero, también, es un saludo o un reconocimiento. El 26 de agosto 2023, el doctor Roberto Antonio Gómez Alfaro fue nombrado Hijo Predilecto de Comitán, su ciudad, su tierra. La amorosa madre lo reconoció como uno de sus hijos más amados, lo tomó entre los brazos y le dijo que él es uno de sus consentidos, porque él ha consentido a muchas personas. El doctor Omar Gómez Cruz, hijo del doctor Gómez Alfaro, ha dicho que su amado padre fue fundador del concepto Hospital sin paredes. Cuando los familiares del paciente llegaban hasta el pabellón, el médico Gómez Alfaro tomaba el maletín y caminaba en medio del lodo, bajo la lluvia, en medio de la cortina del viento, hasta llegar a la vivienda de madera, con techo de láminas de zinc, entraba y pedía que acercaran la vela de cebo para que iluminara el rostro del enfermo. Cuando la gente miraba que llegaba el doctorcito sentían la caricia de una mano divina y el acto de sanación iniciaba, porque su sola presencia era ya un bálsamo, una caricia, un aire de esperanza. ¿Cuántas veces el doctor Gómez Alfaro llegó a casas de comunidades distantes? ¿Muchísimas veces? Muchísimas, muchísimas veces. Con el mismo espíritu que animó al doctor Belisario Domínguez, de la “Farmacia Fraternidad”, el doctor Gómez Alfaro, del “Sanatorio Fraternidad”, ha llevado alivio a miles de personas. Su caminar ha sido intenso, pródigo. Nunca ha mostrado cansancio. Ese bendito caminar le fue reconocido por su madre nutricia. Su ciudad, su tierra, lo ha tomado entre sus brazos, lo ha envuelto en un chal amoroso y le ha dicho, con júbilo, con una sonrisa infinita: “Sos uno de mis hijos consentidos”, y el médico se ha dejado apapachar, porque sabe que la cosecha es eterna. Ha recibido el homenaje para decirle al mundo que la esperanza es una semilla que nunca debe abandonarse. Hace muchos años dos o tres personas aventaron piedras a su cristal, las aventaron para quebrar la transparencia, para agrietarla, lo hicieron con el grito de “¡comunista!”, él, impecable, impoluto, siguió caminando y, como establecen los clásicos, utilizó las piedras para cimentar un camino donde la dignidad y el humanismo son esencia de los grandes espíritus. El acto celebratorio se efectuó en el Museo Rosario Castellanos, el museo que honra la memoria de nuestra escritora, quien, en “Balún Canán”, escribió que la nana le dijo a su niña que El Viento es uno de los nueve guardianes del pueblo. Los actos del doctor Roberto Antonio Gómez Alfaro nos han enseñado que otro de los guardianes de nuestra ciudad es La Generosidad, porque él ha dado sin medida, ha sembrado espigas de aire bueno donde la miseria es territorio para la zarza. Su caminar ha cercenado el dolor humano y ha untado esencias buenas, con aroma a yerbabuena. El Comité Ciudadano Regional Fronterizo por La Salud impulsó la candidatura del doctor Gómez Alfaro para que recibiera la Medalla Rosario Castellanos, que otorga el Congreso del Estado; y, asimismo, empujó la iniciativa para que el doctor Gómez Alfaro recibiera el nombramiento de Hijo Predilecto de Comitán. Ambas propuestas tuvieron aceptación, porque su palabra no fue más que el eco de lo que miles de personas enviaban al aire: ¡Salve, oh, Roberto, salve! El reconocimiento que le hace su pueblo al doctor Gómez Alfaro, el pueblo todo de Comitán y de Chiapas, no es más que el saludo a los hombres grandes, a los espíritus buenos, a los que abandonan intereses personales y destinan su vida al servicio de los demás, sobre todo, de los más necesitados. Él ha sido la mano que les lleva un poco de esperanza, que les dice que no están solos. ¡Salve, oh, Roberto, salve! ¡Sálvalos! Y el doctor Gómez Alfaro salía a media noche, en madrugada, iba al auxilio de la población más indefensa, iba a sembrar la luz de una de las estrellas protectoras de Balún Canán: La Generosidad. Posdata: la vida del doctor Roberto Antonio Gómez Alfaro ha sido ejemplar, sus actos mandan un rayo de conciencia en estos tiempos tan alejados de los valores esenciales. Él es uno de los grandes, así le fue reconocido, su madre abrió los brazos y le dijo que él es uno de sus consentidos, que él ha hecho mucho bien a la humanidad desde la pequeña parcela que es este territorio. Hombre de izquierda, hombre digno, congruente con su ideología. ¡Salve, oh, Roberto, salve! ¡Sálvalos! ¡Tzatz Comitán!

sábado, 26 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN ESCRITOR COMITECO

Querida Mariana: mirá la portada de un libro del maestro Gustavo Alfredo Álvarez, comiteco de hueso luminoso. Tengo varios amigos que fueron alumnos del maestro Alfredo, él impartió clases en la primaria del Colegio Mariano N. Ruiz. Ahora radica en Teotihuacán, pero escribe en forma incansable (ha publicado doce títulos) y el contenido de este libro demuestra su erudición y cariño por la ciudad donde nació: nuestro hermoso pueblo de Comitán. Me encanta el título del libro: “Comitán. Mi cuaderno de apuntes”. El maestro Alfredo habla de un lugar espléndido, pero con la sencillez que lo ha acompañado desde siempre. Digamos que, en confianza, este libro no es libro pomposo, sino un cuaderno donde el autor consigna una serie de datos precisos que son síntesis de la historia del pueblo. Es una edición de la Editorial Entre Tejas, de nuestro amigo Luis Armando Suárez Argüello. El maestro Alfredo es un poeta y un gran investigador; pero, además, es un hombre agradecido. Un día envió una rica dotación de libros para la biblioteca del Colegio Mariano N. Ruiz, institución donde (ya lo dije) laboró en los años sesenta. Todos los libros refieren a Chiapas y a Comitán. Esto puede darte una idea de que uno de los motivos de su estudio, a través de su vida, ha sido la historia de nuestro estado. Con la diligencia de una hormiguita incansable, el autor ha consignado una serie de datos, presentados en forma cronológica. Es un compendio de datos, obras, sucesos y personajes que sintetizan en forma apretada, pero novedosa, la historia de nuestro pueblo. Es una obra que, sin duda, debe estar en la biblioteca personal de toda persona que se interese por Comitán. Ya sabés que acaban de presentar el libro “Así te recuerdo Comitán”, de Doña Lolita Albores. Era un libro agotado, casi imposible de conseguir. Ahora todo mundo tiene la oportunidad de conseguir el libro del maestro Alfredo, tiene un costo de doscientos pesitos. Yo sugiero que digás a tus amigos, a tus tíos y amigas que se apresuren a adquirirlo, porque al rato ya no habrá y sería una lástima quedarse sin el ejemplar. Sólo doscientos pesitos, más vale una botella de güisqui y un lápiz labial de marca, y estas dos bendiciones se agotan; en cambio, el libro permanece y es esencia para cultivar el espíritu. El maestro Alfredo envió cien ejemplares al Colegio Mariano N. Ruiz (plantel Los Sabinos) para su venta. Basta pues trepar al auto, llegar al colegio, sacar dos billetíos de cien y llevarse un libro que vale más, mucho más. ¿Qué contiene el libro? Información de hechos importantes (ya dije que en forma cronológica) acerca de la Época Prehispánica, la Época Colonial, la Independencia, la República Federal y el Siglo XX. Al final una serie de apéndices donde hay información acerca de periódicos comitecos, de referencias bibliográficas, de periodistas y poetas comitecos, de voces femeninas, de sacerdotes y de comerciantes. Hay un mojol de lujo: un arrullo tojolabal. ¿Cómo te sonó? ¿Sabés cuántos periódicos se han publicado en la ciudad? ¿Conocés los nombres de los curas católicos que han ejercido de 1902 a 2020? El padre Manuelito no aparece, porque acaba de llegar a hacerse cargo del templo de Santo Domingo, pero todos sus antecesores están consignados en este libro. Te pasaré copia de uno o dos datos, para que mirés la riqueza del contenido. El Club de Leones ya no existe, en el lugar donde estuvo ahora hay un templo. El Club de Leones fue importante en la vida social y cultural de la comunidad. Recuerdo, con emoción, el baile anual que, en el mes de diciembre, organizaba la Asociación de Estudiantes Comitecos Radicados en el Distrito Federal (la actual Ciudad de México). Muchos chavos setenteros tienen recuerdos y anécdotas de esos bailes. Bueno, en el libro del maestro aparece la siguiente información: “1951. 14 de septiembre. Fundación del Club de Leones de Comitán. Socios fundadores: Eduardo Bonifaz, Rubén Pulido, Ángel Silva, Raúl Marina, Elías Guillén, Rodolfo Nápoles, Rogerio Román, Adolfo Avendaño, Mariano y Raúl Salas, Ramiro Rojas, Jorge Utrilla, Jorge Alvarado, Óscar L. Pinto, Salomón Altuzar y René Carrillo”. Estos nombres son esenciales para la identidad de nuestro pueblo. Sé que a vos no te dirán mucho estos nombres, pero para que mirés que la vida actual es gajo de aquellos tiempos te diré que has pasado en muchas ocasiones por la tienda que está contra esquina del mercado primero de mayo, ahí está consignado un letrero que da nombre al local comercial: Óscar L. Pinto. Ahora sabemos que don Óscar fue fundador del Club de Leones. En esa tienda están sus herederos, personas que honran el legado de don Óscar. Sé que el siguiente dato te encantará, porque vos sos amante del cine: “1908. Llega a Tuxtla, Chiapa, San Cristóbal y Comitán, la empresa cinematográfica “Adams Sanabia”; las funciones eran de cine mudo, amenizadas con marimba o con piano. Los precios: 25 y 50 centavos. En Comitán la temporada duró 54 funciones”. Ah, dato genial. Basta cerrar tantito los ojos para imaginar la escena donde la exhibición de la cinta es amenizada con marimba. En muy pocas partes del mundo se dieron estos prodigios. En la contraportada del libro hay un fragmento de los motivos que incentivaron al autor a escribir este libro, te paso copia para que comprendás a cabalidad la importancia del mismo: “Comitán. Mi libreta de apuntes, libreta, sí, libreta de páginas cosidas con el hilo conductor de la Cronología -como auxiliar indispensable- con personajes y protagonistas y lo que hicieron en esos rincones tan alejados, tan distantes… En el tiempo y el espacio, pero siempre buscando la precisión y exactitud del dato que me otorgaron las fuentes consultadas. Como dijera Francisco Martín Moreno: “Yo me pregunto si, en relación a la historia, hay poseedores de la verdad”. Pero, no podemos prescindir de la Historia. “A un paso de cerrar todos mis apuntes y notas, en la recta final de la jornada, con la cabellera pintada de plata por tantos inviernos, o de ceniza, por las muchas ideas quemadas, aparece aquí el producto de mis inquisiciones históricas acerca de Comitán, Chiapas, mi tierra natal”. En dos ocasiones me han llamado amigos por teléfono, me dicen que tienen visita en su casa y desean obsequiarles un libro que hable de Comitán, ¿qué libro les sugiero? ¿Hay libros que hablen de Comitán? Está el libro “Efemérides”, del arquitecto José Gustavo Trujillo Tovar, pero es un libro inconseguible. En realidad, no hay un libro disponible. Ahora está el libro “Comitán. Mi cuaderno de apuntes”, del maestro Alfredo Álvarez. Es un libro que puede dar una idea de momentos decisivos y de personajes de la historia comiteca. Falta el libro que sintetice la historia de la identidad comiteca. Armando Alfonzo y Lolita Albores cumplieron con el destino en su tiempo, escribieron libros que muestran gran parte de la esencia comiteca de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, pero ya no ha habido intentos más recientes. Insisto, hace falta el resultado de los investigadores, historiadores y escritores amantes de las costumbres locales. A veces me topo con amigas que comentan su interés en ciertos temas culturales de Comitán, dicen que publicarán libros, pero pasa el tiempo y no se advierten esos proyectos. Es comprensible, vos sabés que publicar libros, en ediciones de autor, es una labor temeraria, porque en la mayoría de ocasiones, el escritor no logra recuperar la paga invertida. Los paisanos no son muy dados a leer y mucho menos a sacar los billetitos para adquirir libros. Los paisanos sacan paguita para comprar otras cosas. ¿Te ha tocado ver cómo un escritor obsequia libros a los amigos? Dios mío, qué generosos son los escritores, invierten tiempo, mucho tiempo, talento y dinero sólo para darse el gusto de ver publicado un libro que saben no será adquirido ni por los compas. Posdata: el maestro Alfredo Álvarez ya cumplió, desde Teotihuacán ha enviado un ramo de luz para todos los comitecos. Ahora falta ver la respuesta de los paisanos. En el Colegio Mariano N. Ruiz, plantel Los Sabinos, está a la venta su libro. ¿Costo? Sólo doscientos pesitos. Decile a tus amigos que este libro les aportará un acercamiento a la historia de nuestro pueblo. ¡Tzatz Comitán!

viernes, 25 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON FOTOGRAFÍA DEL ARCHIVO CANCINO VILLAR

Querida Mariana: acá está el centro de tu pueblo. Se aprecia un portal de la manzana ya inexistente y cacho del parque central. En buen blanco y negro se aprecian luces y sombras. Las sombras asoman cuando hay un punto que irradia luz. La luz y la sombra son indisolubles, una no puede existir sin la otra. ¿Ya viste que la fotografía está remendada? Fijate en la mera esquina del portal. El pretil tiene un salto que se comprueba en el toldo del auto que circula en la parte inferior. Casi puedo asegurar que la fotografía corresponde a los años setenta del siglo XX. ¿En qué baso mi atrevimiento? Si ves al fondo de la calle mirarás una serie de sombrillas. Esas sombrillas eran parte del café “La pantera rosa” (¿Rocío Domínguez era la propietaria?). Las personas se sentaban en ese café al aire libre y, como en muchas ciudades europeas, disfrutan un café, un refresco o una cerveza. Este maravilloso atrevimiento logró que la calle fuera peatonal. ¿Mirás cómo la gente camina plácidamente? Parece que hubo un tiempo que nuestro pueblo fue más civilizado. Las sombrillas de la cafetería servían para cubrirse del sol. Los expertos podrán decir la hora en que fue tomada esta fotografía. Sin ser experto me atrevo a decir que fue un poco después del mediodía, porque el sol sale detrás de la torre de Santo Domingo y se oculta en el lado opuesto; es decir, la chica que camina al lado del puesto ambulante tiene una sombra como de la una de la tarde. Sorprende que esté llena la fila de bancas del parque. Se ve algunas personas con sombreros, pero otras están sin cubrirse. La fila de bancas del lado opuesto se protegía con la sombra de los árboles. Si esta fila de bancas expuesta al sol está llena quiere decir que también están ocupadas las bancas con sombra. Esta imagen soberbia sólo puede entenderse por el clima que Comitán tenía en los años setenta. A la hora que fue tomada la fotografía (la una de la tarde, más o menos) la temperatura imperante era de veintidós o veintitrés grados. Dios mío, en este 2023, el clima a la una de la tarde oscila entre treinta y dos y treinta y tres grados. ¡Diez grados más! Comitán sigue ostentando el clima más agradable de las ciudades chiapanecas. Como dicen los clásicos: si Comitán es un infierno, ¿cómo estará Tuxtla? La fotografía está remendada. El edificio de mi papá (conocido como Casa Yanini) también se muestra remendado. El edificio pulcro de dos plantas se fue transformando, le agregaron un piso que borró su anterior belleza. Los remiendos no son materia ajena del pueblo. Nuestro pueblo es un pueblo remendado. Ya comentamos que un presidente municipal (no tengo el nombre) dio la siguiente orden: cuando un propietario hiciera una modificación de su residencia debería meterse uno o dos metros, para que al final de los tiempos la calle se ampliara. Esto provocó la imagen urbana que hoy tenemos: una serie de remetidos y salidos. Se tiraron fachadas bellas e importantes. Hoy, caminás por una calle y encontrás un zigzag alucinante. ¿Cuál es el principio del llamado Reloj de Sol? ¡La sombra! ¿Mirás? La sombra da la hora. El Reloj de Sol pierde su esencia cuando se oculta. ¿Hay Reloj de Luna? Los pueblos y las personas siguen el mismo principio del día: tenemos luces y sombras. Nuestro Comitán, en los años setenta, tuvo un buen equilibrio entre ambas esencias. ¿Cómo anda en este 2023? Los anuncios más visibles son el doctor Armando Gordillo, cirujano dentista, egresado de la gloriosa UNAM. Hoy, es difícil ver letreros de jóvenes dentistas egresados de la UNAM. El otro letrero visible en esta fotografía es la de ARA, local cuyo propietario era Don Arturo Rivera Alfaro (ARA); y al fondo, en lo alto, el letrero de Farmacia Regina. Posdata: en los años setenta, Comitán tenía la armonía que acá se ve. Las luces y las sombras mostraban un genial equilibrio. ¿Cómo estamos el día de hoy? Si vas al parque central hallás a un grupo de chicas bien chambeadoras, desde temprano ofrecen sus cuerpos. Lo digo en serio, querida mía, más de cinco putas, más, tienen su oficina ambulante. Digo pues que los pueblos, como las personas, como los dirigentes, estamos llenos de luces y sombras. Los espíritus grandes son los que irradian luz, la mayoría de mortales tenemos un cierto equilibrio, los malévolos son los que sólo reflejan sombras. ¡Tzatz Comitán!

jueves, 24 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON GENTE COMPROMETIDA

Querida Mariana: tengo en mis manos el libro “Comitán. Mi cuaderno de apuntes”, del maestro Alfredo Álvarez. El libro es una edición de la Editorial Entre Tejas, de nuestro amigo Luis Armando Suárez. El libro, ya te contaré, es una joya. El maestro Álvarez es un personaje maravilloso, acucioso investigador, amante de nuestro pueblo, a pesar de que ya no radica acá. El libro, podrás imaginarlo, es riquísimo en datos. Hace rato me topé con una página donde está nuestro querido amigo Luis Aguilar Castañeda, quien es el gran escultor de Chiapas, aunque ahora radica en Playa del Carmen, Quintana Roo. Ayer anduve caminando en el parque central del pueblo y pensé que este espacio tiene una riqueza única en Chiapas; además de los bustos de Benito Juárez, Pantaleón Domínguez, Mariano N. Ruiz, Jorge De la Vega Domínguez, hay obra de Luis, la de “Día marcado” y la que representa a Rosario Castellanos. Esta mezcla cívica y artística le otorga un carácter especial al centro de Comitán. Pero hay más, porque también hay obra de escultores que participaron en los simposios de escultura que organizó Luis. ¿Imaginás el gran reto que se echó a cuestas nuestro escultor comiteco? Y lo logró. Ahí están muchas esculturas diseminadas en la ciudad, obras que fueron donadas por los artistas, como compensación por la generosidad del pueblo comiteco al recibirlos. No lo viví, pero me cuentan que fue uno de los actos más trascendentales del siglo XX en nuestro pueblo, en materia artística. En espacios abiertos, la gente de Comitán pudo apreciar el trabajo de los escultores, esto fue como un gran taller al aire libre. Vos sabés que muchos artistas han hallado su vocación viendo el proceso creativo. Luis me ha contado que muchas personas se unieron a su proyecto, que fue monumental, reconoce el apoyo de la autoridad. Ah, sabemos que muchas autoridades desprecian la cultura, no saben que este rubro es lo que hace diferente al mundo. En Europa y muchas naciones avanzadas apoyan sin restricción al arte, porque saben que los productos culturales significan ingresos sustanciosos al Producto Interno Bruto. Luis le presentó el proyecto al presidente municipal de ese tiempo, Jorge Antonio Constantino Kánter, y éste no dudó, tuvo la capacidad para ver la trascendencia del proyecto artístico de Luis y supo que esta iniciativa haría que Comitán tuviera obras artísticas en los espacios públicos. No he ido, pero muchos amigos me platican de la belleza de Florencia, Italia, donde en las calles existe una gran muestra de esculturas que ennoblecen la mirada y bendicen el espíritu. Da gusto hallar gente comprometida con todas las manifestaciones sociales, que iluminan los espacios comunes. ¿Cómo mirás si te paso copia de la ficha que el maestro Álvarez publicó acerca de nuestro escultor? Va. “1952- 31 de enero. Nace en Comitán Luis Aguilar Castañeda, con formación de arquitecto por el IPN, estudia escultura en el Seguro Social. Prefiere las obras de “dimensiones generosas” monumentales para espacios públicos abiertos. Por su obra ha sido premiado a nivel nacional e internacional. En 1992 recibe el Rodin Grand Price, en el Hakone Open Air Museum, Japón, por su obra “Día marcado”. Ha participado en diversos simposios y exposiciones en Japón, Italia, Argentina, Canadá y Luxemburgo. Maneja con éxito la tendencia abstracta y figurativa. Juega con los volúmenes. Ha organizado encuentros de escultores nacionales e internacionales de alto nivel, en su ciudad natal. Ha cambiado los espacios abiertos, dando así una nueva imagen urbana. Ha hecho esculturas de Borges, Stravinsky, Sabines y Rosario Castellanos, y obras talladas en piedra y madera. Sobremanera Luis aprecia el valor de los espacios vacíos”. Posdata: ¿cómo ves? Me encanta que la obra de Luis no sólo sea bien recibida en el plano nacional e internacional, acá hubo una autoridad sensible que reconoció el talento de un paisano y apoyó la iniciativa que permitió que hoy nuestra ciudad tenga una imagen urbana con luces armoniosas. Hace falta que volvamos la mirada a lo nuestro y que el talento local sea valorado. ¡Tzatz Comitán!

miércoles, 23 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTO

Querida Mariana: te paso copia de una fotografía de los años setenta. Un haz de chicas y chicos comitecos. Ayer me llegó por el celular. Me la envió la poeta Mirtha Luz Pérez Robledo. “¿Es tu Paty?”, me preguntó. Sí, le dije, ¡es mi Paty! Ahí está mi Paty, bien bonita. ¿Cómo llegó la foto a las manos de Mirtha? No lo sé. Ahora, en estos tiempos, una foto que se hace pública llega a miles de celulares. A veces, incluso, las fotos íntimas andan circulando. En cuanto me llegó al teléfono se la reenvié a mi Paty, en intento de darle una sorpresa. Ah, iluso. Ella me dijo que ya la tenía, alguien de su palomilla se la había enviado. Mirá pues, antes había el juego del teléfono descompuesto, ahora, por tradición comiteca, existe el juego del teléfono compuesto, estamos pues en la tierra del pan compuesto. Es una fotografía de los años setenta. Ahí está mi Paty, bien bonita. En ese tiempo ella y yo no nos conocíamos, ella estaba en nuestro Comitán y yo estudiando en la Ciudad de México. ¿En dónde fue tomada la fotografía? Tal vez en el gimnasio de básquetbol. Chava, amiguísima de mi Paty, identificó a la mayoría de personajes. Eso es maravilloso, porque luego resulta que no sabemos las identidades y esto hace que las personas aparezcan con un insólito “no identificado”. Qué bueno que Chavita sí tiene en su memoria las identidades de sus amigos. Paso copia de la relación, de izquierda a derecha, como es costumbre (escribo los nombres tal como Chava los envió): en primer lugar, está Reyna Ruiz (destacada basquetbolista, fue integrante del famoso equipo “Prepita”); luego Yoli Aguilar (ella es una gran seguidora de Arenilla, esto lo agradezco mucho); luego mi Paty (¡fanfarrias!); a continuación, mi querido amigo Paco Flores (quien tiene una larga historia en la función pública: fue director de la Biblioteca Pública, de la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez, de la Casa de la Cultura, de Comitán, y varios ajos más); luego está Estela Ortega Chavarría (a quien todos sus amigos le dicen Chava, también integrante del equipo “Prepita”. Ella sigue en activo, por eso se mantiene bien física e intelectualmente, el deporte ayuda a tener una vida activa eficiente). En la siguiente fila aparece Rebeca Lenkersdorf (hija de los grandes investigadores Carlos y Gudrun, quienes en la zona hicieron un destacado trabajo de la lengua tojolabal. Ellos vivieron en una casa atrás del templo de Yalchivol. Rebeca estudió en algún momento en la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz); luego Francisco Bonifaz (quien es un notable arquitecto); a continuación, Coco Mandujano (quien ahora vive en la Ciudad de México. En Comitán tuvo una tienda de artesanías que estaba casi al lado del Cine Comitán, yo le llevaba unas tablas grabadas en pirograbado que hacía); la pichita es mi cuñada Rocío Alcázar (actualmente radica en Tuxtla Gutiérrez). Y donde hubo cierta duda fue en la primera fila. ¿Quién es el chavo sonriente con chamarra deportiva? Chava se atrevió a decir que puede ser uno de los Vidal, ¿será? Los Vidal son grandes deportistas y excelsos ejecutantes de marimba; y el niño del centro es hermanito de Coco Mandujano. Bueno, la querida Estela se acercó mucho a identificar a la totalidad. En 2023, mi querida Mirtha me envió una foto de los años setenta. Cuando ella recibió la foto vio las caritas e identificó no sé a cuántas, pero identificó a mi Paty, por eso me la compartió. Para mí fue un deslumbre. Hallar a los afectos en imágenes pasadas es grata impresión, es como si alguien te llevara a bailar una danza donde vos no estuviste, pero que podés disfrutar. En esos años yo estudiaba en la Ciudad de México, mi Paty vivía en el pueblo y disfrutaba su juventud en compañía de su plebe. Años más tarde nos conoceríamos. Con muchas bajas, pero grandes altas, acá seguimos. Ella ha sido muy tolerante con mis desvaríos. Sigue siendo bien bonita. Posdata: te comparto la fotografía que casi casi (no lo sé bien) anda por cumplir cincuenta años. Ah, el tiempo, la vida, el universo. ¡Tzatz Comitán!

martes, 22 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON ORILLAS HÚMEDAS

Querida Mariana: ayer dije que los escritores sublimes son los grandes maestros. Quien desea ser un escritor debe aprender de los mejores escritores. ¿Quiénes son estos maestros? No se puede hacer una lista única. Como todo en la vida depende de gustos y afinidades. Los aspirantes deben escuchar las recomendaciones de los expertos: leer a los clásicos; es decir, las obras de aquellos escritores que forman parte del canon. Del amplísimo abanico de autores del mundo existen dos o tres, o más, que despiertan nuestra empatía y nuestra admiración. Eso significa que ahí están los maestros, para vos pueden ser unos y otros para mí, aunque conociéndonos como nos conocemos casi podríamos asegurar que tenemos a los mismos maestros. Los bebedores tienen preferencias, algunos son aficionados al tequila, otros toman güisqui y, en el pueblo, hay más de diez que son felices con un pitutazo de comiteco. Esto de las preferencias se aplica a las diversas facetas de la vida: en razas de perros, en modelos de autos, en deportes y en chicas o chicos. El compa de la canción dice: “me gustan las altas y las chaparritas, las flacas, las gordas y las chiquititas, solteras y viudas y divorciaditas…” En la vida real la mayoría de hombres tiene preferencias. El de la canción es “El aventurero”, no todo mundo camina por la senda de la aventura. El aventurero es una excepción que come todos los tamales que le ponen enfrente. Sé que si te dan a elegir preferís el tamalito dulce con mermelada de piña natural. ¿De bola, de salsa verde, de frijolito? ¡No! Vos, de mermelada de piña natural. A vos no te gustan los altos ni los chaparritos, tu novio tiene la altura perfecta para tu cielo. Fijate que ahora releo cuentos de William Faulkner, el gran autor norteamericano, maestro mayor para narradores. Una vez estuve con Sergio Pitol en una feria del libro en Xalapa. Pitol también es gran maestro. Por ahí una chica solicitó a un librero un libro de Paulo Coelho, Pitol me dijo, en voz baja, que el gran maestro de la literatura brasileña es Rubem Fonseca. Sí, Fonseca es un escritor de buena literatura, el tal Coelho es “ligth”. En Puebla publicaba textos en un boletín que teníamos en la empresa “Molinari impresos” y una señora me dijo un día que su hija tenía dos autores favoritos: Coelho y el tal Molinari. Lo dijo como un elogio, para mí fue como una cubetada de agua fría, pensé que andaba jodido. Tal vez sigo escribiendo así. Uf. Pero leo a grandes maestros, porque sueño en dejar una obra más decente que la del tal Coelho. La chica que adquirió un ejemplar de Coelho era fanática de este autor brasileño. Quien tiene como maestro a Paulo terminará escribiendo obras de esa calidad; quien tiene como maestro a Faulkner tal vez escriba obras más meritorias. Claro que quien logre obras como las de Coelho le importará una pura y dos con sal la gran literatura porque venderá millones de libros en todo el mundo. Hay millones de lectores medianones. Sin duda que la obra de Coelho se vende más que la de Faulkner. Los expertos mencionan que grandes escritores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa fueron influenciados por la obra de Faulkner. Gabo y Mario leyeron una y otra vez la obra del norteamericano, en intento de descubrir su magia. Guillermo Arriaga, escritor de guiones cinematográficos y novelas, confesó en una entrevista que también lee y relee a Faulkner y comentó que está seguro que el escritor colombiano Juan Gabriel Vázquez también lo estudia. Digo entonces que quien quiere ser un escritor con una obra decente debe acercarse a estudiar la obra de los grandes. El corolario es: si leés en grande volarás alto; si leés obra mediocre te solazarás en el fango. Posdata: el sábado pasado tuvimos la penúltima sesión del taller literario “El viaje”, auspiciado por la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar. Ahí comenté, con los talleristas, esto que te cuento y los invité a entrarle a los cuentos de William Faulkner, mi libro se llama “Cuentos reunidos”. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 21 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON PREGUNTA

Querida Mariana: ¿das talleres para aprender a escribir?, me preguntan de vez en vez. ¿Qué responder? Mi respuesta bromista es: ¿no sabés escribir? Entonces ya me explican que sí, que aprendieron, igual que yo, en la escuela, pero que aspiran a ser autores de libros. Entonces ya soy contundente: ¡no hay escuela para escritores? ¿Y la SOGEM?, me responden. La SOGEM es la Sociedad General de Escritores de México y tiene una escuela que imparte talleres para quienes quieren ser escritores. Conozco algunos amigos que han llevado cursos en la Escuela de Escritores de la SOGEM. No sé qué tanto aprendieron. Nadie enseña a escribir a alguien; salvo los maestros de educación primaria. En algún momento de nuestra vida aprendimos a leer y escribir. Hay un ejemplo clásico, los expertos señalan que un carpintero debe aprender a manejar las herramientas, conocer las técnicas y apreciar las cualidades de las maderas, para lograr la factura de una silla. De igual manera, sostienen, los autores deben dominar las herramientas, las técnicas y apreciar las cualidades de la materia prima, que es la palabra. Ahora podrás decir que me contradigo, que el autor que domina las herramientas, técnicas y aprecia las cualidades de las palabras puede aprender a escribir, como aprende a hacer sillas el carpintero. ¡Pues sí, pero no! Vos has escuchado la frase: “si no son enchiladas”, que dice alguien cuando desea expresar que lo que él hace no es tan sencillo. No sé quién pensó que hacer enchiladas es algo sencillo. ¡Pucha! Hacer enchiladas es toda una ciencia. Pero acá sí puedo decir que escribir un libro no es cosa simple. Reconozco el talento de los carpinteros, de los ebanistas, pero, perdón, debo decir que escribir un libro es materia más compleja que construir una silla. Por algo, qué bobera lo que diré, no hay un Premio Nobel para Ebanistas y sí hay un Premio Nobel de Literatura, porque la literatura está considerada como una de las bellas artes. Así pues, quien desea “aprender” a escribir aspira a ser parte de esa burbuja artística, que está instalada en el más alto cielo. Vayamos entonces por partes, todo aquel que sabe leer y escribir puede ser autor de textos, por supuesto que sí. De hecho, hay muchos ejemplos de autores que escriben y publican libros (aun cuando no dominan las herramientas, las técnicas, ni aprecian las cualidades de la materia prima). Sin ir más lejos da una vueltita por Comitán, hay muchos autores que redactan sin el mínimo conocimiento, plagados con muchos errores gramaticales. He dicho que cuando me presentan un texto lo leo con mucha atención y profundo respeto, cuando me topo con palabras escritas con errores ortográficos comienzo a tener un sarpullido mental, en el momento en que me doy cuenta que no son simples errores de dedo, sino que el autor escribe sin el mínimo conocimiento, abandono la lectura. Así que quien desea ser autor literario debe, primero, tener el conocimiento de lo que nuestros maestros nos enseñaron en la primaria y que no pepenamos con suficiencia. No te hagás, sé que vos conocés a autores que son malos lectores. ¿Cómo se atreven a trepar en un escenario y leer en forma burda? ¿Cómo, digo yo, la audiencia soporta ese tormento? ¿Cómo, digo yo, hay millones de lectores que elogian textos sucios, mal redactados? Por eso digo que la literatura es materia más compleja. Todo mundo advierte cuando una silla está toda chueca, pero no todo mundo advierte textos chuecos, cojos. ¿Qué sucede? Lo mismo, no hay escuela para lectores. Entonces, ¿cómo se forman los escritores? No lo sé, yo qué voy a saber. Te he contado en muchas ocasiones que no tengo el suficiente conocimiento de las reglas ortográficas; no obstante, redacto en forma más o menos limpia. ¿Acudí a una escuela? Pues, los maestros han sido los grandes escritores. He sido lector por más de cincuenta y cinco años. Hay algo que los expertos nombran “memoria visual”; es decir, la capacidad de pepenar cómo están escritas las palabras dependiendo del contexto. Posdata: yo boto el texto que está mal escrito, que no tiene el mínimo decoro. Admiro tu tolerancia, porque vos no te cansás de leer mis cartas. Sé que no es simple afecto. Me sentiría muy mal que siguieras leyendo mis cartas por la simple amistad. Vos me has asegurado que encontrás líneas luminosas de vez en vez. Eso me halaga, eso me conforta. Llevo muchos años siendo lector de autores sublimes, algo he pepenado, digo yo. Ahí está la gran escuela, ahí los grandes maestros. ¿Cómo aprendo a escribir? Hacé favor de ponerte a leer mucho y bueno. Si tu pasión y talento son auténticos tal vez entrés a la gran burbuja. Acá cabe lo que dijo el gran autor Miguel de Unamuno: “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta”. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 20 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON CONFETI

Querida Mariana: me encanta el confeti; me encanta el simbolismo. En el aniversario 444 de la fundación de La Trinitaria aventé un puñito de confeti, un puñito, para no ensuciar de más. Hoy, tomo un puñito de confeti y lo aviento al cielo para celebrar el cumpleaños del personaje que ves acá en la fotografía, con sombrero y abrigo. ¿Quién es el personaje central? Es mi querido y admirado padre Carlos J. Mandujano García, fundador del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz. Acá se ve joven. ¿Identifico a alguien más? Sí, a una de las mujeres, quien está en medio de las otras dos es Lucha Ortiz, quien fue muy cercana al padre Carlos. Yo recuerdo algunos viajes a comunidades rurales donde aparece Lucha al lado del padre en la labor de evangelización. Yo fui alumno del padre Carlos, cuando estudié la secundaria en el Colegio Mariano N. Ruiz. El otro día leí una declaración de Paty Armendáriz, actual diputada federal, quien también fue alumna del padre. Coincido con lo que dice: el padre Carlos parecía haber vivido los momentos históricos que platicaba en el salón de clases. Su cátedra de Literatura fue una de las experiencias más gloriosas de mi vida. Yo, como dice, la diputada, también viví las aventuras del Cid, gracias a las magistrales palabras del padre, que nos llevaba desde Comitán a las regiones de España. Él consolidó mi vocación de lector. ¡Cómo no estarle agradecido! Pocos hombres en este pueblo han tenido la erudición que él poseyó. Él nació en nuestro Comitán el 20 de agosto de 1918. Haber sido su alumno fue uno de mis más grandes privilegios. Sé que esta fotografía te llamará la atención, porque los personajes están en un extremo de la cancha de básquetbol José Pantaleón Domínguez (donde actualmente está el Gimnasio Roberto Bonifaz Caballero). Ya hemos platicado que cuando se inauguró el actual gimnasio llevó el nombre de Rosario Castellanos, pero algunos paisanos hicieron notar la incongruencia de que un espacio deportivo llevara el nombre de alguien que no se distinguió precisamente por el deporte. Ahora sí que como dijera mi amigo Paco: qué va del pulso al culo. Así que las autoridades buscaron el nombre de alguien que hubiese dedicado su vida a la práctica del básquetbol y al fomento del mismo y se decidieron por el nombre del profesor Roberto Bonifaz Caballero. Claro, cuando la cancha se llamó Pantaleón Domínguez nadie se preguntó si don Panta había practicado el básquet, lo que sí se le reconoce al héroe comiteco es su participación en el Sitio de Puebla, combatiendo al ejército francés. ¿De qué año es la fotografía? No lo sé, pero algunos deportistas (bueno, en realidad, nuestro amigo Cuauhtémoc Alcázar) podrán darnos algunas pistas, porque ellos recordarán cómo era la entrada a la cancha, porque acá se ve a unos personajes con sombreros que están parados sobre las gradas de acceso. Yo (uf, con mi memoria pishcul) no recuerdo este acceso. En los años setenta ya tenía modificaciones. Lo que sigue inmutable es el letrero del edificio de atrás. El mercado primero de mayo, construido en el año 1900 (algunos dicen que para celebrar el advenimiento del nuevo siglo) sigue incólume, eterno. No alcanzo a distinguir los objetos que hay en el piso, pero cualquier persona puede colegir que es una serie de objetos que este grupo recaudó para, lo que se llama, alguna causa noble. Lo recaudado sería repartido entre gente necesitada. ¿Por qué el padre Carlos aparece en la foto? La respuesta es obvia, porque él, siempre dinámico, fue el encargado de promover la iniciativa. Te he contado que todo mundo reconoce que fue un gran líder. Posdata: vos sabés que laboro en el prestigioso Colegio Mariano N. Ruiz, institución que el padre Carlos fundó en 1950. Mi vida ha estado ligada al colegio desde siempre, mi papá fue secretario de la institución, luego yo estudié la secundaria ahí y en el año 1981, después de haber estudiado en la UNAM (sin recibir el título) el maestro Jorge Gordillo Mandujano me dio la oportunidad de trabajar ahí, posteriormente el padre Carlos, ¡el padre Carlos!, me concedió el altísimo honor de nombrarme director del Colegio Mariano N. Ruiz. El padre Carlos fue un alumno agradecido, cuando fundó su colegio lo bautizó con el nombre de Mariano N. Ruiz, quien fue su maestro en la mítica escuela La Industrial. ¡Va puñito de confeti en memoria de mi gran maestro! ¡Tzatz Comitán!

sábado, 19 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON HARTA MARIMBA

Querida Mariana: dicen que una imagen vale más que mil palabras, acá hay una imagen bellísima, ilustra un acto que se efectuará en el Teatro de la Ciudad, el 25 de agosto, a partir de las seis de la tarde. La invitación no lo especifica, pero asumo que la entrada es libre, que está invitado todo mundo, porque todo mundo de Comitán quiso y sigue queriendo a Lolita Albores. A mí me dio mucho gusto conocer la noticia de una reedición del libro “Así te recuerdo Comitán”, que contiene una serie de crónicas que doña Lolita escribió y donde los lectores hallamos muchas piedritas preciosas que nos otorgan identidad. Me dio mucho gusto saber que el libro impreso estará a disposición de quien lo desee, porque era un libro agotado, dificilísimo de conseguir. Hoy, gracias al tesón de gente admirable, el libro volverá a estar en las bibliotecas de los comitecos y amigos de otras partes que aman nuestro pueblo. En este libro está plasmada la personalidad pícara, la mirada atenta y el amplio conocimiento de nuestra identidad que poseía doña Lolita. En el pueblo, por fortuna, existe un amplio abanico de cronistas que aportan textos que abonan a nuestra historia común, pero, todo mundo lo reconoce, doña Lolita logró, como nadie más, plasmar el carácter del comiteco auténtico. Sabemos que la personalidad de los comitecos es única, llena de matices. Estos matices los pepenó doña Lolita a cabalidad. Me dio mucho gusto ver la portada del libro. No lo conozco físicamente, pero acá en la invitación se ve bella. Hay que decir que la portada de la primera edición no era muy atractiva, en compensación sí tenía la esencia del título que doña Lolita le dio, porque era una imagen llena de nostalgia, que tenía un cierto aroma a antiguo, a objeto con polvo de oro. Ahora, la portada está llena de color, en primer plano hay un racimo de flores y hojas y como fondo está la portada del templo de Santo Domingo. Esta portada exhala un maravilloso aroma contemporáneo. Los editores han actuado con buen criterio mercadológico, con la misma idea que reafirma lo siguiente: de la vista nace el amor. El licenciado Diego Greene, destacado cronista de la comunidad, dice que uno de los objetivos de esta edición 2023 es la posibilidad de entregar este tesoro a las nuevas generaciones, hacer accesible a los chavos de estos tiempos uno de los legados más importantes de nuestra identidad. Acá están los nombres de quienes harán comentarios en la presentación del libro: Flor Esponda, Luis Arturo Alfonzo y Diego Greene. Diego ha sido uno de los principales promotores de este prodigio. Hace años, la Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar hizo una reedición del libro de Doña Lolita, fue un e-book. Malú Puig, hija de Doña Lolita, quien tiene los derechos de la obra de su mamá, fue muy generosa y cedió los derechos por esa única ocasión, para que nuestra universidad pusiera a disposición de todo mundo el libro en su versión digital. El libro ahí está en el Internet y cualquier persona interesada puede descargarlo, en forma gratuita. Ahora, Malú vuelve a dar muestra de su generosidad y (así me lo contaron) volvió a ceder sus derechos por esta única ocasión para que el libro se realizara en forma impresa. Entiendo que lo hizo, por el amor que le guarda a Doña Lolita, por su irrenunciable amor a Comitán, y porque, como lo dice la invitación, “parte de la venta del libro será para la iglesia de Santo Domingo de Guzmán”. ¿Ya viste? Todo anuncia que será un acto que bendecirá muchas orillas. Permitirá que todos los interesados puedan adquirir esta joya de identidad comiteca; honrará el talento y pasión de nuestra cronista; y aportará paguita para que el padre Manuelito y la gran comunidad católica hagan arreglos al techo deteriorado del templo. Sin duda que los comentaristas de la presentación escribirán páginas en el aire limpio del libro que se llama “Así te recuerdo Lolita Albores”. Los tres comentaristas son intelectuales de valía que tienen amplio conocimiento de las gracias y dones de Doña Lolita. En la presentación se hará patente el reconocimiento a una mujer que se entregó a su labor de cronista. ¿Por qué los promotores eligieron el día 25 de agosto? Ah, lo dice la invitación, porque se celebra el cumpleaños 105 de Marta Dolores Albores Albores. La portada es síntesis del paso del tiempo: la pichita Lolita nació en un tiempo de fotografías sepia, en su cumpleaños 105 el mundo de la imagen es a todo color. El mojol de lujo es que ese día también se celebra el Día de la Crónica en Comitán. En julio 2021, el destacado cronista Efraín Albores Cancino dio a conocer el Acuerdo de Cabildo que establece que se celebrará cada 25 de agosto, en reconocimiento a Lolita Albores. Marimba, harta marimba, para el próximo 25 de agosto. Que Comitán celebre y reconozca el trabajo de sus cronistas y reciba con corazones palpitantes la nueva edición de este libro. Quienes andan metidos en los ajos de edición de libros saben que la impresión y publicación de textos no es cosa sencilla. Se requiere el tesón y pasión que han demostrado Luis Arturo Alfonzo y Diego Greene. El libro de Doña Lolita era inconseguible, porque la edición se agotó. Doña Lolita se unió al pequeño grupo de escritores comitecos que vendieron libros como pan caliente. El “Tachilgüil” y “Una piedra en mi zapato”, de Óscar Bonifaz se agotaron; lo mismo sucedió con la primera edición de “Sólo para comitecos” y “Comitán 1940”, de Armando Alfonzo Alfonzo. En la actualidad los tirajes son de menos de mil libros y los autores no logran agotar las ediciones. ¿Cuál es la razón? Ah, son varias, no las analizaremos ahora, pero mencionaré solamente dos: la primera es que no todos los temas y autores llaman la atención de los lectores locales; y la segunda es que no todo mundo lector mete la mano para sacar el billetito. Pero los tres autores mencionados han sido Best Seller y sin duda que esta nueva edición del libro de Doña Lolita se venderá en su totalidad, para que los objetivos sean logrados. Dejé para este párrafo la mención de tres libros que escribió mi primo José Luis González Córdova porque es parte de una historia especial. Mi primo, comiteco que amó a Comitán y respetó su carácter, escribió tres libros, que fueron publicados en 2005: “¿Y quién sos pue vos bulto? Narrativa comiteca”; “Sólo una vez se capa el cuch. Narrativa comiteca”; y “Glosario (habla popular comiteca)”. Pepe me contó que un amigo suyo, con paguita, comiteco que radicaba en el centro del país, financió la edición. En cuanto los libros llegaron a Comitán, Pepe Luis llevó las cajas a la Cruz Roja, de Comitán y donó todos los libros. El dinero de la venta total sirvió para satisfacer algunas de las muchas necesidades de esa institución. ¡Qué acto tan generoso! Que la energía universal siga enviando luz a la memoria de Pepe Luis. Estoy seguro que en cualquier rato se harán reediciones de esos libros, que son joyas también para nuestra identidad. Como en el caso del libro de Doña Lolita tendrá portadas acordes a estos tiempos de imágenes atractivas. En lo que llevás leído ya te diste cuenta de uno de los rasgos de nuestro pueblo mágico: la generosidad. Los comitecos damos cariño a manos llenas. Doña Lolita, igual que los demás cronistas, destinó tiempo en la escritura de textos luminosos; Pepe donó toda la producción editorial para una causa noble; y ahora, con la nueva edición del libro de Doña Lolita, parte de los ingresos serán destinados a una causa noble. Posdata: marimba, harta marimba, mucho confeti. ¡No, cuetes no! Los cuetes no ayudan a la manifestación limpia del festejo, sólo hacen ruido, sólo joden a los animalitos. Ahora, en la celebración del cumpleaños de Santo Domingo el cielo de Comitán se llenó de humo y el ruido fue una manifestación de incultura y de insensibilidad. Confeti, marimba, harta marimba para celebrar la iniciativa de la nueva reedición del libro de Doña Lolita. Todo mundo está invitado al acto de presentación: 25 de agosto, en el Teatro de la Ciudad, a partir de las seis de la tarde. ¡Felicidades! ¡Tzatz Comitán.

viernes, 18 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON VISITA A UN PERSONAJE MARAVILLOSO

Querida Mariana: fui al Hotel Los Lagos a saludar al licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez. Mi querido y admirado ex jefe me regaló más de una hora, fue un tiempo luminoso. Dejé mi tsurito en el estacionamiento del hotel y al caminar por el pasillo hacia la oficina principal un cubetazo de luz me bañó. En la pared hallé dos pinturas de Mario Pinto y luego caminé por el patio central, lleno de árboles, de aire, de luz. En mi infancia iba a misa en el templo de Santo Domingo y me maravillaba con los cuadros pintados por el maestro Güero, excelente académico; una noche, mi papá me llevó a una función de cine en el patio central del Hotel Los Lagos. Mi papá era distribuidor de la Coca Cola y la empresa (como estrategia de mercado) exhibió una película, en forma gratuita, sobre una gran pantalla colgada entre los árboles. ¿Sabés qué cinta fue? Una de Tarzán. Fue alucinante ver el vuelo del mítico personaje de una liana a otra, no nos hubiera sorprendido que saliera de la pantalla y se colgara de una de las ramas de los árboles del hotel. Cuando entré a la oficina del licenciado Avendaño mi espíritu rebosaba de buenos recuerdos, de experiencias gratas, mismas que se ampliaron al saludarlo a él y a mi querido Javiercito, quien estuvo en la reunión. Javiercito fue tesorero en la administración municipal del licenciado Luis Ignacio y yo tuve el altísimo honor de ser nombrado director de cultura. Y cultura fue el pan que estuvo esa tarde en la mesa, porque, de entrada, mi admirado licenciado Avendaño expuso la importancia del fomento a la lectura, lo vi emocionarse al insistir en campañas en pro de la lectura. ¿Por qué no el Festival Rosario Castellanos tiene como eje a la literatura?, preguntó y expuso que dicho festival debe contener, por supuesto, diversas manifestaciones artísticas, pero la esencia debe girar en torno a los libros, a la creación literaria. Los organizadores deben invitar a grandes escritores de Chiapas, de México y de Centroamérica. Yo lo escuchaba entusiasmado. Sí. En un momento de la plática mencionó a la FIL, de Guadalajara, y recordé que un día, cuando era presidente municipal, en plan de broma dijo que yo debería estar en ese momento en la FIL que se estaba celebrando, y siguiendo la broma le dije que el Cabildo debería aprobarme viáticos para el viaje y diez mil pesos para compra de libros. Fue broma, ahí se quedó. El licenciado Luis Ignacio es un buen lector, un gran lector. Me dijo que había terminado la lectura de un libro de Steve Jobs, donde platica su afán de hacer más fáciles los procesos de avances tecnológicos; ese ideal lo llevó a descubrir el mouse (ratón) de la computadora, en lugar de estar escribiendo códigos que exigía la tecnología anterior; y que luego siguió con una biografía del sudafricano Nelson Mandela, el genial negro defensor de Derechos Humanos. Siempre he visto a mi ex jefe como una persona optimista, llena de ánimo, buscador permanente de mejores condiciones para la sociedad comiteca. Es un hombre culto. Ya dije que es un gran lector y un promotor de las artes. Digo que yo, de niño, acudía feliz al templo de Santo Domingo, no por la misa, que era aburridísima, sino por la posibilidad de apreciar la galería de pinturas realizadas por el maestro Güero. No había museo en la ciudad. Al entrar al Hotel Los Lagos hallé una galería sensacional. Sólo un espíritu magnánimo, exquisito, como el del licenciado Luis Ignacio, puede crear tal espacio armonioso, delicado. La obra de Mario está en una enorme burbuja de aire. Gracias a la intervención del licenciado Avendaño y a la generosidad de nuestro paisano, el senador Eduardo Ramírez, la obra de Mario Pinto Pérez estuvo expuesta en el vestíbulo del Senado de la República. Mi querido amigo Víctor Albores, fundador de Abarrotes San Luis, decía: “los comitecos compran con los comitecos”, lo decía para reafirmar la idea que debe prevalecer: los comitecos debemos sentirnos orgullosos de los comitecos. El senador Eduardo ha realizado muchas acciones donde se reconoce el talento de paisanos y muchos de éstos han estado en el Senado de la República. Ahí está el joven pianista Maximiliano Domínguez Mayorga, quien ofreció un concierto en la antigua sede del Senado; ahí está el Eterno Joven de Comitán, mi querido maestro Cuauhtémoc Alcázar Cancino; ahí está el libro “Guardiana de los vientos. Comitán en Balún Canán, de Rosario Castellanos”, compilación de Angélica Altuzar Constantino e ilustraciones de Zoraida Vleeschouver, que es una edición del Senado y que procuró el senador Eduardo; ahí están las muestras gastronómicas chiapanecas celebradas en la Ciudad de México y en Nueva York; y las muestras artesanales, y mucho más, acciones que han reafirmado la convicción de que los comitecos de bien protegen a los comitecos de excelencia. Posdata: ¿otro botón de muestra? Sí, el licenciado Luis Ignacio me dijo que en el Senado existe una galería de los senadores que han sido presidentes de las mesas directivas. ¿Sabés qué artista realizó los retratos del Senador Monreal y del Senador Ramírez? La comiteca Aurora Argüello. ¿A quién se debe este impulso maravilloso para nuestra destacada artista? Pues ya lo estás pensando. Platicamos más de una hora. Gracias por ese tiempo con lluvia de luz, con globo lleno de aire y de buena charla. ¡Tzatz Comitán!

jueves, 17 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON CASA LLENA

Querida Mariana: soy un gran lector. Borges dice que quien lee es feliz. He sido feliz, ¡soy feliz! ¿Deportista? No, nunca. Digo que soy lector. Toda mi vida ha estado enredada en lianas llenas de libros. No obstante, debo reconocer que sí he estado ligado a un deporte en especial, un deporte que siguió mi papá. Mi querido padre era aficionado al béisbol. Nunca supe que asistiera a un estadio a ver un partido, no era de esos aficionados de hueso colorado, pero sí le encantaba ver partidos de béisbol en la tele. En la primaria jugué básquetbol, en la prepa también jugué con un equipo y participé en encuentros en la mítica cancha Pantaleón Domínguez, que se ubicaba donde ahora está el Gimnasio Roberto Bonifaz Caballero. Era malo para el rebote, pero encestaba. En la secundaria jugué béisbol. Cuando estudiaba en el Colegio Mariano N. Ruiz, un grupo de amigos organizó un equipo de béisbol, se llamó “Comet’s”. Pedro Avendaño hizo el banderín con el que participamos en un desfile. En ese tiempo, inicios de los años setenta, los equipos de béisbol en Comitán no eran muchos. Hasta la fecha, el deporte que lidera las preferencias comitecas es el fútbol soccer y luego el básquetbol. Los integrantes del “Comet’s” jugábamos en una cancha que había donde ahora está la preparatoria del estado, jugábamos contra un equipo de muchachos que vivían en la Colonia Miguel Alemán, organizado por madereros, llegados de otras partes, que sí eran aficionados a ese deporte. En un momento tuvimos un entrenador (“el chaparrito”), que cojeaba y era muy entusiasta. Su conocimiento del deporte no era muy amplio, pero su pasión desbordaba. Al término del partido o de los entrenamientos íbamos a la Posada Xochimilco, frente al Club de Leones, donde vivía. Los beisbolistas llenábamos su pequeño cuarto, unos se quedaban parados, otros se sentaban en la cama y otros más nos sentábamos en las dos sillas que había. Nosotros habíamos comprado un bote de chocomilk (para ser como Pancho Pantera) y vasos de plástico, que llenábamos con agua y le vertíamos unas cucharadas de azúcar y chocomilk. Ahí comentábamos las incidencias del partido, las deficiencias, los logros. Comitán seguía su ritmo cotidiano, nosotros estábamos adentro de una burbuja espléndida. Hubo una época donde jugamos en la cancha de fut del Club Campestre. Nos corrieron cuando una mañana hallaron que el chapoteadero estaba lleno de tierra, porque el tal Molinari se había entretenido en aventar montones de pasto con tierra. Tenía la intención de que uno de esos terrones quedara flotando como una isla. No lo logré, sólo logré que el permiso nos fuera cancelado. Desfilamos un veinte de noviembre. Fuimos el equipo diferente. Las demás escuelas llevaban equipos de básquetbol (los muchachos botaban el balón y se lo pasaban) o equipos de fútbol (muchos hacían maravillosas piruetas con el balón, geniales equilibristas), el Colegio Mariano N. Ruiz presentó un equipo de béisbol, todos llevábamos manoplas e íbamos lanzando la pelota. Yo sugerí que alguien llevara un bat y frente a la presidencia alguien bateara un jonrón. Me hicieron pamba. Don Héctor Gónzalez Carrillo era aficionado y experto, tenía formas impresas donde se hacía el registro preciso del score, nos enseñó a llenarlo. Iba al terreno de la actual prepa y ahí llevaba el récord del partido. Supimos cómo llenar los cuadritos para tener la síntesis exacta de lo que había sucedido en el terreno de juego. Genial. Recuerdo como integrantes a Pedro Avendaño, a Enrique y Julio César Robles Solís, a Jorge Pérez, a Roberto González Alonso, a Javier Aguilar Carboney, a Miguel Octavio Román Marín, a Marcolfo Guillén Flores. ¿Quién más? Luis Ortiz. ¿Estaba con nosotros Francisco Martínez? No lo recuerdo bien. Mi memoria es muy endeble. Faltan muchos nombres para completar la novena, más los refuerzos. Tony Guillén es muy aficionado al fútbol soccer, no me atrevería a asegurar que jugó con nosotros. Cuando fuimos a estudiar a la Ciudad de México, el beis siguió con nosotros. Quique, Miguel y yo vivimos en un departamento de la colonia Roma Sur, en las tardes tomábamos las manoplas, una pelota y en plena calle hacíamos lances, en plena calle de la Ciudad de México. ¡Cosas veredes! Alguien avisaba: ¡viene carro!, y subíamos a la banqueta. Hoy no puedo imaginar a tres muchachos echando la cascarita en una calle de la Ciudad de México. Mi recuerdo se remonta al año 1974, pronto se cumplirán cincuenta años de esa epopeya. Después de haber vivido en la casa de huéspedes de Doña Rome y de don Robert nos pasamos a vivir a un departamento en Avenida Cuauhtémoc, el destino nos condujo al mayor escenario del béisbol del país: el parque del Seguro Social, que nos quedaba a pocas cuadras. Muchas tardes vivimos maravillosos partidos. Nos convertimos en fanáticos de los Diablos Rojos. Cuando los Diablos perdían me molestaba y, ya medio bolo, manifestaba mi frustración aventando los vasos vacíos de cerveza al campo de juego. Al otro día despertaba con flato, pedía a Dios que la cámara de televisión no hubiera hecho una toma al lugar donde un muchacho aventaba vasos al campo, o cuando menos que esa tarde mi papá no hubiera visto el encuentro por televisión. Posdata: hace días me enteré de una noticia vieja, el parque del Seguro Social ya no existe, en ese lugar construyeron una gran plaza comercial. Sentí como si mi espíritu fuera una mano adentro de una manopla. Sentí una especia de asfixia. Supe que algo de mis recuerdos se había evaporado. Soy un lector, un gran lector, mi mundo está lleno de libros, pero hubo un tiempo que, con una manopla en la mano, corrí para atrapar una pelota de béisbol en el campo donde ahora está la prepa. ¡Tzatz Comitán!

miércoles, 16 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON UN PAN PRODIGIOSO

Querida Mariana: el pan compuesto es un referente de la cocina comiteca. A muchos paisanos les gusta cenar un pan compuesto; a muchos visitantes les convidamos un pan compuesto. Por ahí anda rodando la pregunta: ¿cuándo comenzó esta historia? En realidad, no existe una respuesta precisa. Juan, siempre bromea con lo del huevo y la gallina, dice que lo importante es probar un buen caldo de gallina de rancho. Lo mismo podría aplicarse a lo del pan compuesto, en realidad no importa el origen sino la posibilidad de disfrutarlo en estos tiempos. El otro día saludé a mi amigo el arquitecto Jesús Pedrero y me comentó que ya preparan una nueva edición del Festival del Pan Compuesto. Muchos paisanos y visitantes han disfrutado los diversos festivales que se han realizado a través del tiempo en Comitán. Recuerdo que el Primer Festival del Pan Compuesto se llevó a cabo en la avenida que va del Hotel Internacional al templo de San José. Asistió mucha gente para disfrutar los riquísimos panes compuestos, hechos por diversas empresas gastronómicas, y apreciar las diversas manifestaciones artísticas que se presentaron. Fue maravilloso observar a muchas personas viendo la actuación de un grupo de danza o el trabajo de una artesana textil, mientras comían un pan compuesto, en la calle. Es tan difícil esperar llegar a casa y disfrutar el pan compuesto con un cafecito o un chocomilk. El antojo es más grande que la moderación. Los comitecos siempre tomamos café ¡pero con pan!, no obstante, cuando estamos ante un pan compuesto éste tiene preeminencia. Hemos platicado que el pan compuesto es un antojo muy sencillo, es uno de los antojos comitecos más modestos. Alguien podrá molestarse por lo que digo, pero al ver la preparación advierto que es casi simple. Sé que ahora estás poniendo ya tu cara de periódico arrugado. Si voy a la cenaduría tengo el privilegio de ver su preparación, veo que la mujer toma un pan francés (sí, es especial), lo parte a la mitad, le unta frijolitos refritos a una tapa y mayonesa en la otra tapa (con el tiempo ha cambiado la preparación, antes no usaban mayonesa), unas hebras de carne de puerco (tres hebras, dice la leyenda humorística), luego picles (que son verduritas en vinagre, cebolla y zanahoria, sobre todo), salsa de chile ancho y ¡listo! ¿Eso es todo? Pues hay algunas variantes, pero en término estricto esto es el pan compuesto. ¿Lo ponen al horno? ¡No, no! Así te lo comés, por eso digo que es un antojo muy sencillo, pero (esto sí lo reconoce todo el mundo) la mezcla de los ingredientes en la dosis precisa (intuitiva, basada en la experiencia) provoca uno de los antojitos más ricos del mundo, del mundo mundial. Ay, conozco decenas de personas que, lejos del pueblo, añoran estos sencillos panecitos. Por ahí veo en las redes sociales los mensajes clásicos, adaptados, que aseguran que si alguien visita Comitán y no prueba un pan compuesto ¡no conoció Comitán! ¿Por qué se llama así? Ah, ni se te ocurra preguntar, ¿no viste que la mujer compuso el pan? Claro, para componerlo tuvo que partirlo en dos y luego ya lo dejó armadito, bien armadito. Ahora, el arquitecto Pedrero anda ya impulsando la edición 2023 del Festival del Pan Compuesto. Llama mi atención que en las sucesivas ediciones más empresas se han unido a este festejo. Digo que muchas empresas presentan el pan compuesto tradicional, pero otras empresas gastronómicas (¡qué bueno!) presentan innovaciones. Lo que no se modifica es el pan francés de siempre, el panito circular. Cuando alguien usa un pan alargadito, los expertos brincan de inmediato y aseguran que el pan compuesto lleva el pan circular, el otro es para una torta, común y corriente. En los últimos tiempos el pan compuesto fue punto de debate, por la patente de registro. La mayoría de comitecos gritó: ¡bobos! Sí, bobos, porque el agua de chía es de todo el mundo, no admite patentes; lo mismo sucede con el pan compuesto, en este maravilloso pueblo todo mundo puede hacer y vender los panes compuestos, porque la historia ha demostrado que la estafeta de años y años ha pasado a diversas manos, sin que tenga un registro especial. ¿A poco la chainfaina tiene patente? ¡Bobos! Posdata: sin duda que mucha gente disfrutará esta nueva versión del Festival del Pan Compuesto, donde habrá muchas empresas gastronómicas que lo ofrecerán. Que quede constancia el interés de mi amigo Pedrero, el impulsor original de esta iniciativa cultural, porque luego, ya lo sabemos, hay gente que se quiere colgar medallitas y en una de esas comienza a mostrarse como el dueño “de la franquicia”. ¡Tzatz Comitán!

martes, 15 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, CON MILLONES DE HISTORIAS

Querida Mariana: el tío Eduardo lo dice en pocas palabras. Yo uso más palabras para tratar de explicar lo que el tío dice. El tío comenta que existen ocho mil millones de seres humanos en el mundo; es decir, existen ocho mil millones de historias personales. De ese total no conocemos ni una historia completa, salvo la nuestra, cuando no nos mentimos. ¿Cuántas historias conocés? Las historias cercanas, las de los familiares, de tu novio, de algunos amigos y amigas, de compañeros de trabajo (los más próximos). El otro día alguien comentó que lamentaba saber más de la vida de un artista que de su abuelo. En la escuela hay un momento del conocimiento donde los alumnos deben hacer su árbol genealógico. El ejercicio los acerca un poco a la historia de sus ancestros. Conocemos tan poco de nuestras raíces. Por eso, dice el tío Eduardo, los lectores son seres más completos. A través de los libros se acercan a otras vidas y, en muchos casos, son vidas completas, llenas de vida. Un lector puede recordar un cuento que le haya gustado mucho. Ahí tendrá rasgos de personajes que lo atraparon. A través de la ventana del libro se acerca a husmear con una gran libertad. Ese fragmento de vida, en ocasiones, es tan rico en vivencias que supera en mucho el conocimiento de los abuelos. Las historias de los abuelos se pierden en el transcurso del tiempo. La vida es una serie de mudanzas, en cada una de éstas se extravían cosas. En cambio, la historia de los personajes literarios permanece en el viaje infinito. Cuando abrís El Quijote hallás a Don Alonso Quijano sin modificación alguna. Las historias de los seres humanos están sujetas a modificaciones. No sé si en tu historia personal ya te topaste con agregados o mutilaciones. En cambio, los personajes literarios no son cambiantes, sus historias son impecables. Todo lo que vivió El Quijote sigue ahí, sin cambio de coma o de punto y seguido. Los lectores expertos siempre comentan que uno de los dones de la lectura es la posibilidad de vivir otras vidas. En realidad, lo que quieren decir es que los lectores conocen otras vidas, muchas vidas, ese conocimiento les permite enterarse de otras historias, unas más plenas que las historias cercanas. Las personas que viajan se acercan al conocimiento de otras historias. Todo contacto humano enriquece la experiencia vital, para bien o para mal. Quien no sale del pueblo (no me quedés mirando tan feo) se limita al conocimiento de las historias locales. Quien viaja más allá de Chacaljocom se acerca al conocimiento de otras historias. Quien viaja en la república mexicana se apropia del conocimiento de diversas culturas de México. ¿Imaginás lo que experimenta el compa que viaja a China? ¿Qué puede pepenar en aquel país tan lejano, tan diametralmente opuesto a nuestro modo de ser? El otro día conocí a una amiga que es propietaria del café restaurante “Balam”. Este café restaurante está a una cuadra del parque central de La Trinitaria. En la plática ella me dijo que estudió en Corea. Pucha, cuando lo dijo mi cabeza voló, desde el pequeño poblado chiapaneco cruzó mares, no sé cuántos y llegó a un país lejanísimo. Mi mente no alcanzó a dimensionar tal cantidad de kilómetros. Así, pensé, nos separa la distancia no sólo física, sino cultural. Quedamos que algún día platicaremos más acerca de esa experiencia, porque (asumo) ella tiene conocimiento de historias de personas de aquella cultura. Posdata: como soy escaso para el viaje físico, desde pequeño supe que debía buscar sucedáneos y los hallé en la lectura y en el cine. Por eso, muchas horas de mi vida las dedico a leer y a ver películas. Ambas aficiones me han permitido acercarme al conocimiento de otras vidas, de vidas que se desarrollan en entornos muy diferentes al nuestro. Esto, lo he dicho siempre, ha enriquecido mi vida. Ahora, qué pena confesarlo, me he acostumbrado tanto a ello, que en ocasiones valoro más las vidas literarias que las reales. Perdón, pido perdón por esta absurda confesión. Esto es una bobera, pero a veces así lo pienso, así lo siento. Lo siento. Lo siento. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 14 de agosto de 2023

CARTA A MARIANA, DONDE SE HABLA DEL DOCTOR ROBERTO GÓMEZ ALFARO

Querida mariana: ¡Comitán está de fiesta! En días pasados la comunidad se enteró que la Medalla Rosario Castellanos que entrega el Congreso del estado de Chiapas le fue otorgada a nuestro distinguido paisano, el doctor Roberto Gómez Alfaro. El dictamen de la Comisión dice que se le entrega la presea “por su labor social, vocación de servicio, entrega, dedicación, esfuerzo, pasión y compromiso en favor de la salud y la vida de los más necesitados”. El doctor Roberto Álvarez Solís, presidente del Comité Ciudadano Regional de Salud, institución que promovió la candidatura del doctor Gómez Alfaro, comentó, en una rueda de prensa, que los reconocimientos deben hacerse en vida. La vida, por fortuna, permite honrar la vida de un gran médico humanista. El 15 de agosto de 2023, el doctor Roberto Gómez Alfaro recibirá la presea de manos del gobernador de Chiapas, doctor Rutilio Escandón Cadenas. Como comentamos la vez pasada, nos llena de gusto que los nuestros vuelvan la mirada a los nuestros, en esta ocasión, como el año pasado, los diputados locales dijeron que era justo honrar a uno de los nuestros y nunca la decisión ha sido tan meritoria, porque si alguien honra también a la presea es nuestro querido doctor Roberto Gómez Alfaro. En la rueda de prensa convocada, donde el maestro Ramiro fungió como maestro de ceremonias, estuvieron en la mesa de honor la regidora Magaly Guillén, el doctor Omar Gómez Cruz (hijo del doctor Roberto Gómez Alfaro), la diputada Roselia Jiménez, y el doctor Roberto Álvarez Solís, quienes, al hacer uso de la palabra, confirmaron la importancia de que al médico comiteco se le otorgue la máxima distinción que concede el Congreso de Chiapas. La rueda de prensa se celebró en el patio del Sanatorio Fraternidad, lugar que ha sido testigo de la entrega generosa del doctor Roberto Gómez Alfaro y de sus descendientes. Miles de personas han recibido la lluvia de bendiciones que esta familia prodiga en forma magnánima. El acto que sucederá el 15 de agosto en el Congreso de Chiapas no es más que la consecución del deseo de miles y miles de amigos que ha cultivado el doctor Gómez Alfaro a lo largo de su fructífera vida. El doctor Omar es rama digna del enormísimo árbol sembrado por el doctor Gómez Alfaro y su distinguida esposa doña Gloria Cruz, él, junto con sus hermanos, es digno heredero de la estirpe familiar, por eso, querida niña, sus palabras definen a cabalidad la personalidad de su padre. Comparto con vos algunas líneas del mensaje del hijo que, como la entrega de la medalla, es un amplio reconocimiento para un gran hombre, orgullo de nuestro pueblo. El doctor Omar, cariñosamente, le dice jefe a su papá. En ese concepto está sintetizada la línea de vida que los ha unido, porque el doctor Omar comentó que su papá llevaba a La selva a sus hijos desde muy pequeños, eso permitió a los muchachos sensibilizar su espíritu ante las carencias que se viven en las comunidades indígenas, comunidades que recibieron la luz del gran médico humanista. En el mensaje del doctor Omar resonaron palabras y conceptos, acá algunas líneas: “Como familia estamos muy contentos (…) se hace justicia, mi señor padre tiene una trayectoria muy importante (…) mi jefe es un gran luchador social (…) mi padre es un guerrero y sigue luchando (…) me tocó ver el hospital de Comitán desde que comenzó, mi papá nos llevaba a la selva desde chiquitos, desde los ocho años nos llevaba a caminar por las comunidades, es la única forma de hacerse sensibles, es la única forma de transpirar y comprometerse a los grandes cambios. Me tocó el éxodo de los guatemaltecos, los niños en alto grado de desnutrición, una desnutrición en grado tres. Los llevaron a la Misión de Guadalupe, con Los Maristas. Mi papá comenta que dijo a los maristas que no tenían dónde llevar a tantos niños y les dijo: “denme chance para que estemos aquí unos días”, esos días se convirtieron en dos, tres años (…)” El doctor Omar habló del hospital sin paredes, proyecto que inició su papá, haciendo así el primer hospital que visitó las comunidades. La filosofía era atender a todas las personas necesitadas. Puntualizó que un gran logro de su padre ha sido la formación de células de la medicina social y el mensaje de retomar los valores universales basados en el servicio. Posdata: todos los mensajes fueron de importancia fundamental. Te invito a que visités la página de Factory. Comunicación sin Límites; y la página de El Sitio de Chiapas, donde hallarás la transmisión íntegra. ¡Comitán está de fiesta! Nuestra comunidad celebra la entrega de la Medalla Rosario Castellanos 2023 al doctor Roberto Gómez Alfaro, río prodigioso que sigue bendiciendo miles de parcelas, donde crece una semilla digna, cercana al espíritu de los grandes. ¡Tzatz Comitán!