domingo, 27 de febrero de 2011

POR COMITÁN




El Centro Comiteco de Creación Literaria inició sus labores el miércoles 23 de febrero, en su sede frente al Santuario del Niñito Fundador.
En el mensaje de bienvenida quedó plasmado el objetivo a lograr con los integrantes: “El interés principal del Centro Comiteco de Creación Literaria es que ustedes se beneficien y logren un desarrollo pleno de su potencial artístico”.
De cinco a seis y media de la tarde los beneficiarios de esta noble iniciativa realizaron con gran entusiasmo las actividades que propuso el conductor. Uno de los valores fundamentales para alcanzar metas es el de la persistencia y ésta será la tónica del trabajo a desarrollar.
Veinte integrantes conforman la nómina de la Primera Generación del Centro. Estudiantes del Cbtis 108, como Marisol Gómez Domínguez, Daniela Rodríguez Campo, Dora Patricia Espinosa Vázquez e Itzel Adriana Espejel Sánchez; así como Margarita Cordero Álvarez y Gabriela Berenice Ventura Alfonzo, estudiantes de la Escuela Preparatoria de Comitán, llegaron con toda puntualidad para esta cita con la imaginación. Asimismo se unieron al grupo Sarai Rodríguez Ramos, estudiante del COBACH 10, de Comitán, y Carolina Calderón, una chica originaria de Costa Rica. De igual manera hicieron acto de presencia los siguientes estudiantes de carreras profesionales: Marlita Johana Zunun Olguín, Mario Vázquez Pérez, Francisco Javier Córdova G. y Maritza Rodas Marroquín, de la Universidad Autónoma de Chiapas.
Alentados por la posibilidad de recibir los conocimientos de algunos de los más importantes escritores y poetas chiapanecos también se inscribieron distinguidos profesionistas como Javier Gordillo Ballinas, Mario Gordillo Ballinas y Karina del Rosario Alfaro Álvarez, quienes son catedráticos de la Universidad Mariano N. Ruiz; también asistieron Pedro Norberto Aguilar Alfaro, escritor; Juan Marcos Suaznávar Castañeda, periodista; Rosa Hortensia Aguilar Trujillo, actriz; Ricardo Muñoz Tecalero, actor; y Francisco Nucamendi Pulido, becario del PECDA.
Ante la respuesta positiva y el entusiasmo de más personas por participar en el Centro, iniciativa del H. Ayuntamiento Municipal de Comitán 2011-2012, que encabeza el C.P. José Antonio Aguilar Meza, y de la Universidad Mariano N. Ruiz, se abre un grupo más que funcionará los miércoles de seis y media de la tarde a ocho de la noche. Quienes estén interesados en sumarse a este proyecto pueden solicitar informes al siguiente correo electrónico: alejandromolinaritorres@gmail.com
Aprovechar los beneficios del Centro Comiteco de Creación Literaria no tiene ningún costo económico. Para mayor información visitar la página electrónica: http://centrocomitecodecreacionliteraria.blogspot.com

viernes, 25 de febrero de 2011

YA TIENE NOMBRE EL NUEVO GIMNASIO DE BOX, EN COMITÁN

BALÓM CANÀN, PRESENTA:
PANORAMA DEPORTIVO
Por Ricardo de Jesús Aguilar Gómez. El nuevo gimnasio de box en Comitán, le pondremos:
ARMANDO ALBORES, ¡Ese nombre sí me gusta…!
Heroica Ciudad del Patricio de la libre expresión a 26 de febrero.- Después de finalizar el conteo por la estación del Instituto Mexicano de la Radio, dentro del programa “En contacto” de la Voz de Balún Canán , mismo que sintonizamos en horario de 10:00 a 11:00 Horas en el 540 de Ampliación Modulado, y luego de haber creado bastante expectativa, dentro de los radioescuchas y la afición al deporte de las “Orejas de Coliflor”, la puntuación arrojó los siguientes resultados.

1er. Lugar con 70 puntos: Armando Octavio Albores Flores, dueño e instructor del Gimnasio Albores . Manager de pugilismo e instructor de fisiconstructivismo. Ex presidente de la H. Comisión de Box y Lucha de Comitán, Chiapas. Por su famoso gimnasio, han pasado, durante 50 años, los mejores boxeadores de la Región III Fronteriza: Javier Córdoba “Kid Cubito”, quien fuera Campeón Mosca del Estado. Ernesto “Monito” Aguilar, figura del boxeo comiteco ,de la décadas de los sesentas y setentas .Manager del actual campeón ligero del Estado de Chiapas: Emmanuel “Pollo” López. Rodolfo Soto Sánchez, “Pintor” Espinosa; así como grandes figuras del deporte como Temo Alçázar, Antonio Villatoro León, Tono “Cochea”, Marco Antonio Guillén Abarca, Chuy Aguilar, Segundo Alfonzo, Jorge Martínez Ortega, Jorge “El chavarín”, Jorge Jiménez Argüello, entre otras muchas generaciones de famosos, y casi famosos, deportistas. 50 años de trayectoria deportiva, respaldaron la votación que le favoreció con la participación del respetable y bajo la honorabilidad y matemática del Maestro en Derecho: Mario Milton Domínguez Pérez.
2d0. Lugar: el legendario ídolo del pugilismo comiteco y ex campeón welter del Estado de Chiapas, que a sus casi 100 años, aún sigue teniendo mucho optimismo y buen humor en la vida:
José Ramón Gordillo “Chepón” con 50 puntos. La máxima hazaña de Chepón fue haber puesto “patas pa’ arriba” al famoso Campeón de San Cristóbal, Las Casas: Pánfilo Cáñones y salir en hombros del Teatro Belisario Domínguez hasta su casa en el Barrio de San Sebastián, en el año de 1932.. ¡Pucha máquina!, como pasa el tiempo y todavía algunas damas, contemporáneas de él lo recuerdan con vibrante emoción, que hasta las lágrimas les hacen rodar.
3er. Lugar: Arturo Eugenio Gómez López con 29 llamadas directas. El fundador del primer gimnasio de boxeo en Comitán: Gimnasio “Río Escondido”. Fue maestro de grandes boxeadores como el Pájaro Argüello, para muchos el mejor ponchador comiteco de todos los tiempos y en 135 libras.
Heredero de Don Manuel Morales Mandujano, el relámpago chino y creador de los premios “La pluma” en la capital: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Neto Aguilar, 4º. Lugar con 27 puntos, también fue reconocido por el público participante, OK!

VIVIR EN EL POLO NORTE




Un hombre, en Comitán, decide cumplir con sus obligaciones y acude al módulo del SAT, se registra (el empleado es muy amable y atento). Después de diez o quince minutos le entregan los papeles que demuestran que se ha puesto la soga al cuello. ¡Dios mío, de manera voluntaria ha acudido a ponerse en las manos de tenaza de Hacienda, qué vocación masoquista! Lo ha hecho para ser un contribuyente responsable. Extiende la mano y da las gracias, pero el empleado lo detiene, le dice que ahora debe ir a Tuxtla Gutiérrez para la Firma Electrónica. Antes debe sacar una cita por Internet. ¿Cómo?, dice el hombre. Sí, dice el empleado, sólo allá se puede sacar la Firma Electrónica. ¡Qué país tan complicado!, dice el hombre. Algún día de estos deberá ir a Tuxtla para realizar el trámite. Tal vez por esto mucha gente no se inscribe en el padrón de contribuyentes, piensa el hombre. ¡Hay muchas trabas para algo que debería ser más sencillo! La tecnología del siglo XXI sirve poco en mentes que piensan como hombres del siglo XIX.
El mismo hombre llega a su lugar de trabajo, prende la computadora para ver de qué se trata eso de la cita. ¡No hay Internet! Pregunta a los compañeros de trabajo y uno de éstos le dice que ya notificaron a Telmex. Más tarde llega un empleado (muy amable y atento) y después de checar las líneas da su veredicto: “Subimos la velocidad, pero como acá está muy lejos del centro ¡la señal bajó!”. Y no contento con ello todavía se avienta una fórmula científica donde establece que la distancia es inversamente proporcional a la velocidad. ¡Dios mío! ¡Qué país tan simple y complicado!
El hombre se siente en el Polo Norte. Parece que el mundo se empecina en decirle que la tecnología sirve para nada. Quien vive en Tuxtla no tiene mayor problema para obtener su Firma Electrónica, trepa a su carro o al Conejobús y, en Palacio de Gobierno, una hora después ¡la obtiene! Quien vive en Comitán debe treparse a su carro o a un camión de la ADO y tres horas y media después comienza a intentar cubrir el trámite. Quien vive al lado de la antena de Telmex, en Comitán, no tiene problemas con la recepción del Internet, pero quien vive en la periferia de la ciudad ¡tiene problemas para la recepción porque “vive muy lejos”!
El hombre, sintiéndose a mitad de un iglú en el Polo Norte, debe optar por hacer el viaje cansado y costoso a Tuxtla o mandar el trámite a volar. Además debe decidir entre la recepción de una señal discontinua y lenta del Internet o solicitar a las autoridades de su trabajo ¡cambien el edificio de su trabajo y renten al lado del edificio de Telmex! Pero ¡esto es imposible! Al hombre no le quedará más que realizar el viaje un día de estos y seguir atado al tiempo en que no existía el Internet.
Tal vez, piensa el hombre, su juicio es extremo y vivir en el Polo Norte no debe ser más complicado que vivir en Comitán. Tal vez los del Polo Norte tienen acceso a Internet porque medio mundo recibe señal satelital sin importar el lugar y, tal vez, los contribuyentes de allá tienen modos más fáciles y accesibles para cumplir con la patria (tal vez en el Polo Norte son felices porque no tienen necesidad de caer en las redes del SAT).
El hombre va a tomar un café, se acerca un mesero (muy amable y atento) y le sirve un café frío con sabor a como dicen sabe el coimut (que es caca de gallina). El hombre piensa que ha tenido suerte ese día porque le ha tocado compartir momentos con empleados amables y atentos. ¡Sí, ha sido ventajoso, porque, por lo regular, este país también tiene empleados malencarados y poco serviciales! ¡Dios mío, qué pena vivir más allá del Polo Norte!

COLUMNA DEPORTIVA ENVIADA POR RICARDO DE JESÚS AGUILAR GÓMEZ

¿CUÁL ES EL NOMBRE DEL NUEVO GIMNASIO DE BOX DE COMITÁN?
JOSÉ RAMÓN GORDILLO “CHEPÓN”?, ARTURITO GÓMEZ “RÍO ESCONDIDO”?,
ARMANDO ALBORES “CHIRR”? O ERNESTO AGUILAR LÓPEZ “EL MONITO”?


Por Ricardo de Jesús Aguilar Gómez.

“Ese nombre sí me gusta, matarile- lirelón”


Comitán, Chiapas a 25 de febrero del 2011.- La participación de los aficionados al deporte de la Fistiana, el boxeo o pugilismo., ha sido bastante en esta localidad, vía telefónica al 63-2-31-24, de Radio Imer, dentro del programa En contacto de los reconocidos señores locutores: Marco Antonio Guillén Abarca y Mario Milton Domínguez Pérez, quienes con la honestidad, que los caracteriza, han llevado el conteo diario: del lunes 21 al viernes 25 , de la presente semana; para determinar, al ganador de los 4 ases del ring . Y cuyo ganador, electo en forma democrática, deberá de llevar el nombre del NUEVO GIMNASIO DE BOX DE COMITÁN.
Hasta el cierre de la edición, de ayer jueves 24, y después de que Don José Ramón Gordillo, lidereaba al cuarteto: Armando Octavio Albores Flores, comenzó a tener un repunte extraordinario, que lo pusieron en los” cuernos de la luna “,pero como sabiamente, comentara: El Maestro Domínguez Pérez, el último programa de esta semana, “También tiene 60 minutos” y como el ave fénix, el plumífero de las tempestades: El Monito Aguilar, Arturito Gómez López y el mismísimo y admirado Chepón ¡No están liquidados!, por el contrario. Los 4, aún tienen muchas posibilidades.
Este viernes, objetivamente, al terminar el programa a las 11:00 horas, se sabrá ¡Por fin!... El nombre que llevará este recinto del deporte, ubicado en el sur poniente de la Antigua Balún Canán,¡ y cosa aparte cositías!..., Se colocarán los nombres, de todos los participantes en esta encuesta, con sus hazañas, programas en que participaron y biografía, para estimularlos y, sobre todo, para que el respetable público. La juventud comiteca, conozcan más sobre la trayectoria de estos iconos, del más emocionantes de los deportes en México y que tantos satisfacciones, les han dado a nuestros compatriotas, llámese juegos olímpicos o Campeonatos del mundo.
¿Quién no recuerda a Romeo “Lacandón” Anaya, cuando en el año de 1972, noqueara espectacularmente a Enrique “Maravilla” Pínder, ante la incredulidad de Omar Torrijos , presidente canaleño en el Gimnasio Nuevo de Panamá?...
¿O las glorias del triple campeón mundial: Rubén “El púas “ Olivares? o Julio César Chávez “El César del boxeo?, Ratón Macías, Vicente Saldivar, Joe Becerra, Mantequilla Nápoles, Etc.
Y si nos trasladamos a la esfera del tiempo, en Chiapas: El” Lobo” Morales, Jimmy Fernández, El Chato Castillo, Jorge Flores, La Glostora, El “rosquilla” o el mítico “Cagüila”, Gabriel Hernández. Moguel, Chalo Estrada, Raquel Coutiño o Pepe Moreno? … ¡En fin, como citara el” filósofo de Cahuaré”… Cuando platicamos los recuerdos bonitos, rejuvenecemos, nos ponemos contentos y desazolvamos nuestra alma”… En un “Chiflón” de palabras, OK!, C h u y .

P.D. A Chepón, Tío Arturito,” El Pichito” y el Monito, ¡Todos los queremos bastantito!, cositías…

miércoles, 23 de febrero de 2011

SIN LOS PIES EN LA TIERRA



Imaginá que te llamás ala. Tené cuidado porque no faltará el que te quiera meter a jugar fútbol como ala izquierda.
Imaginá que sos ala, pero para el vuelo, para la nostalgia del cielo. Podés elegir entre ala de ángel o ala de ave. Si elegís la primera opción procurá comportarte como tal (claro, no hay necesidad de exagerar y volverse un ser asexuado).
Ahora bien, si decidís ser ala de ave, tenés un amplio abanico para elegir: desde ser ala de simple chinchibul hasta ser ala de aguilucho.
Para ser un ala de categoría deberás ser amigo del viento. Sabés bien que sin el viento vos no podrías ser algo. El viento será tu mejor amigo, tu más entrañable amante. ¿Mirás que se pone buena la cosa? Se pone buena porque vos tendrás que acostumbrarte a sus caricias y deberás esquivarlo cuando él se ponga huracanado, como bolo en feria de pueblo. Para practicar como Dios manda te recomiendo ir al Cañón del Sumidero, éste funciona muy bien como túnel de viento donde realizan pruebas los aviones. Para aprender a esquivar los paredones podés contratar los servicios de los papalotes japoneses (nunca los confundás con los kamikazes, porque estos te llevarían al cadalso).
Tu principal enemigo no es el agua ¡es el fuego! Se sabe que cuando Dios decide eliminar a un ángel lo envía al infierno, no porque ahí estén los calderos donde purgan sus penas todos los perversos funcionarios que han robado al erario, sino porque ahí está el vientre del fuego. Por esta imagen equívoca es que a la vagina se le considera la matriz de la pasión, sin saber que la vagina es el fogón donde anida la luz. Pero, bueno esto ya es otra historia. Acá lo importante es adquirir la sutileza del vuelo de un ala.
Cuando un ángel mayor muere y los sobrevivientes se disputan el honor de ocupar su lugar, a la tierra caen las alas del combate. Estas alas son muy recomendables para el sueño pues siempre están untadas con vapor Divino.
Los miserables y los vacuos intentarán darte oficios inútiles, como ala coqueta para sombrero o como adorno de carnada para pesca. ¡No lo permitás! La dignidad del ala es como la claridad del agua de la caída del Chiflón.
Procurá platicar, de vez en vez, con los aviones, porque aunque algunos dicen que sus alas son unas “pesadas”, lo cierto es que son un prodigio compacto que levita.
Es necesario identificar los hombres y mujeres que han sido alas. Aunque la historia no lo consigna mujeres alas fueron Angelina Beloff y la Madre Teresa, sólo así puede uno explicarse cómo lograron evadir los infiernos terrenales. Hombre ala fue Jesús, por esto, desde entonces todos los que aspiran a ser alas proclaman con gran emoción: “mi reino no es de este mundo”.
Imaginá que te llamás ala, ¡que sos ala!, que sos el ala izquierda de la mano derecha; que sos el ala con que el corazón se insufla. Imaginá que el viento es un tobogán y vos el hombre que se desliza hacia arriba, siempre hacia arriba; imaginá que sos el ala para hacer el nudo de la corbata.
Lejos estarás de las víboras que sedujeron a Adán; lejos de los arrastrados que se untan en la tierra para alcanzar un puesto en la política; lejos de los que sueñan con ser terratenientes o dueños de minas. Tu meta estará en cada vena del ala, en el corazón del cielo.

lunes, 21 de febrero de 2011

PARA DESPUÉS DE LA VIDA



“Tío – me preguntó Jenny- cuando los escritores se mueren ¿a dónde van? ¿Van al cielo o al infierno?”. El escritor Juan Oliva aseguró siempre que no había un cielo para escritores, ni tampoco infierno. Todos los escritores, al morir, igual que cualquier mortal, regresan a la Nada de donde salieron. A su vez, el escritor Miguel Ángel Vázquez Piñón decía que, en efecto, los escritores muertos viajaban hacia la Nada, pero una Nada diferente a la del inicio, porque si fuese la misma del principio, la vida sería nada. Vázquez Piñón, retorciéndose el bigote, afirmaba que, cuando menos, hay dos Nadas, la que antecede y ¡la última!
En el cuento “Las rosas no son negras”, de Víctor Lara, un niño hace la misma pregunta que Jenny me hizo. Su abuelo (Abundio, creo que se llama), lleva al nieto a donde están matando cerdos y le pregunta: “¿A dónde crees que van los cerdos?”, el niño levanta la vista, mira seriamente al abuelo, se frota las manos y, con una sonrisa pícara, dice: “¿A la tortilla?”. Entonces, el autor realiza una serie de disquisiciones acerca de la transformación y concluye que en los vegetales, minerales y animales es claro lo que sucede después de “la muerte”, pero los humanos han complicado el proceso natural. Los humanos siempre tienen anhelo de transcender y creen en la posibilidad de una vida más allá de la vida. Para Lara, de acuerdo con el principio físico, nada se pierde, ¡todo se transforma! Por esto, cuando el abuelo Abundio muere, llega su nieto (que ya tiene catorce años de edad), roba el cadáver y lo convierte en carnitas. Los asistentes al velorio no saben que adentro de la caja está la nada y, en medio de café, té de limón, buches de tequila y galletas de ajonjolí, comen tacos de carnitas y alaban el sabor inigualable de esa carne; satisfechos, acuden al entierro a la mañana siguiente. Cuando los albañiles terminan de colocar los ladrillos en la tumba, doña Concha se acerca al nieto y le pregunta qué carne tenían los tacos que cenaron y el joven le dice que era carne de su abuelo. Doña Concha se lleva las manos al corazón y queda tendida a mitad de la calzada principal. De inmediato la gente se arremolina y sólo se abre, como avenida de río, cuando el doctor Martínez pide paso. ¡Nada, dice el doctor, fue un infarto fulminante! Eduardo Cielos, quien es un personaje simpático y cínico, dice: “Aprovechemos de una vez y la metamos en el cajón de don Abundio” (sigo dudando si así se llama el abuelo). Los asistentes aprovechan el vestido de luto y todos acuden a la casa de doña Concha para velarla. El nieto de don Abundio también asiste, con la misma mirada pícara se frota las manos ante la posibilidad de convertir en carnitas a doña Concha. ¡No lo logra porque el cadáver es resguardado con respeto por toda la comunidad! Pero el joven acuna en ese instante su vocación: se convierte en asesino serial y abre un restaurante de carnitas que, pronto, logra fama en toda la región. El restaurantero crece y se convierte en un hombre millonario, cuando cumple sesenta años de edad, llama a su hijo menor, le da un cuchillo y le pide que prometa, con juramento sobre una biblia, que cuando muera lo hará carnitas. El hijo duda, pero ante la exigencia de la última voluntad, jura que cumplirá su deseo, entonces, el viejo va hacia una mesa colocada frente a una ventana que da al patio lleno de árboles y se sorraja un balazo. La última imagen del cuento es la del hijo frente al cadáver del padre, con el cuchillo en la mano.
¿Adónde van los escritores cuando se mueren? Sin duda van al mismo infierno a donde van a dar los demás mortales.

viernes, 18 de febrero de 2011

BLOQUEO EN LA AVENIDA MAYOR



La noche del viernes 18 de febrero, José llegó a su casa, apagó la luz del patio y entró a la sala. Eran las ocho con treinta y dos minutos. Vio luz en la cocina, dijo: “Ya llegué”. Nadie respondió. Se quitó el saco, lo aventó sobre el sofá y prendió la televisión. Buscó una película, halló una en el canal de películas mexicanas: Enrique Guzmán bajaba de una escalera, en el balcón estaba Angélica María.
José seguía a diario una rutina, en cuanto llegaba del trabajo hacía lo que anteriormente se relató, con la excepción de que siempre, siempre, hallaba a su esposa sentada frente al televisor. José pensó esa noche que Roxana, su esposa, estaría en la cocina porque ahí estaba la luz prendida. Entró a la cocina y dijo: “¡Ya llegué, mi vida!”. Silencio. Buscó el pañuelo en la bolsa del pantalón, se secó la frente, abrió el refrigerador y sacó la botella de plástico con jugo de naranja. Tomó unos sorbos y dejó la botella sobre la mesa, ubicada al centro de la cocina.
Al subir a la recámara volvió a secarse la frente, sudaba más que de costumbre. Al llegar al rellano pensó volver a decir ¡ya llegué!, pero algo lo contuvo. La puerta de la recámara estaba entreabierta y José, en el resquicio, vio el buró tirado a mitad del cuarto. Se acercó con cuidado, movió tantito la puerta. Vio a Roxana apostada detrás de algo que le pareció una barricada hecha con cubetas de plástico, la mesa de la computadora y el buró. La retaguardia estaba protegida con la cama y una sábana que servía como tienda de campaña. ¿Mi vida?, dijo él, y ella respondió: ¡Sí, tu vida, pero no des un paso más porque no respondo! José vio que Roxana blandía, en su mano derecha, el spray con gas lacrimógeno que, por lo regular, conservaba adentro de su bolso para defensa. Pero, ¿qué es todo esto?, dijo él. ¡Nada, nada!, dijo ella, pero si das un paso más ¡será todo!
José se sentó en el sofá que estaba al lado de la puerta del closet y escuchó. Roxana, sin bajar el spray, explicó que había realizado ese bloqueo como protesta por incumplimiento de promesas. ¡Qué!, dijo José, pero Roxana se paró y amagó con un ataque incruento. José prometió callar y oír. ¿Qué había pasado con su promesa de llevarlos a paseo los fines de semana? ¿Qué con la promesa de ayudar a los niños con la tarea, los sábados por la mañana? ¿Qué con la visita a la casa de los papás de ella una vez por mes? ¿Qué con no dejar tirada la ropa por toda la recámara? (en este momento, José tuvo que levantar los calcetines y los zapatos que ya había abandonado al lado del sofá). ¡Pero, mi vida, esto es absurdo! ¿Es un chiste, verdad? Roxana hizo a un lado el buró, se acercó amenazadora y, blandiendo el spray frente a los ojos de él, dijo: “Mientras no cumplas tus promesas no hay paso”, y regresó a su bunker, dejó sus pantuflas, se recostó sobre la cama, prendió la lámpara de noche, tomó "El Heraldo de Chiapas" y leyó su columna favorita: Arenilla.
José bajó a la sala y durmió en el sofá. La película de Enrique y Angélica ya había terminado. Al otro día, a las siete con treinta y dos minutos, subió a la recámara y le dijo a ella que estaba dispuesto al diálogo. Ella dejó que él acercara el sillón hasta la barricada y puso sus condiciones. Después de un diálogo en el que José se limpió la frente cuatro veces, llegaron a un acuerdo. José redactó un documento con su puño y letra y ambos lo firmaron. Ella retiró la barricada y él se acercó para el abrazo. José la besó en el cuello, rodeó su cintura con sus brazos y le dijo al oído: “Te deseo, mi vida”, pero ella lo retiró, según el acuerdo tendrían relaciones sexuales únicamente una vez al mes y de ocho a nueve de la noche. Ella consultó el documento redactado y vio que, de acuerdo con el calendario, les tocaba ir, con los niños, al zoológico, así que le dijo a José que se bañara, mientras ella iba al cuarto de los niños a despertarlos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA VIDA NO DA PARA MENOS



Querida Mariana, ¿tenés idea de cuántos lectores preguntan por vos? Bueno, no muchos, pero sí más de dos.
Hace años, Valeria me preguntó, en una cafetería de San Cristóbal de Las Casas, si existían El Memelas -mi amigo cholulteca- y Frida, su sobrina. En ese tiempo escribía muchas Arenillas contando mis encuentros con ellos, en su casa de Cholula (yo vivía en Puebla). Aventé el buche de agua que tenía en la boca y le dije por qué preguntaba eso tan absurdo. ¡Claro que existían! Valeria no me creyó. En diciembre de 2008, El Memelas vino a Chiapas y fuimos a San Cristóbal. Deseé con toda mi alma que Valeria estuviera en casa para presentarlos, pero El Memelas (siempre sabio) me detuvo y me dijo que el universo determinaría si ellos se conocerían en esa ocasión y caminamos por todo el centro viendo si el azar hacía el prodigio de que ella apareciera en cualquier esquina. ¡Valeria nunca apareció! En el camión de regreso, El Memelas abrió su libro y me mostró la siguiente frase que memoricé: “¡No levantes la piedra porque todo está debajo!”. Entendí.
Ahora sos vos, querida Mariana, la que está en tela de duda. En el Encuentro de Poesía efectuado en Tuxtla Gutiérrez, con motivo de la Feria de San Marcos 2010, una poeta se acercó y me dijo: “Mi esposo y yo leemos tu columna. Ambos tenemos una duda ¿quién es Mariana?” ¿Qué podía decirle? ¿Quería saber tus apellidos, tu domicilio, tus medidas, tus gustos, tus debilidades, tus fortalezas? Me concreté a sonreír y le dije: ¡Mariana es de todos los cielos y de todos los vientos!
Has de recordar que en una carta hablé de Ramiro y que cuando viniera a Comitán te presentaría con él. El domingo estuvo acá, pero fue imposible que lo saludaras porque ese día vos estabas en Tuxtla. Ramiro me invitó a ir a su casa de campo que tiene en Huatulco y me dijo que podía ir solo o acompañado; “andá con Mariana”, me dijo. Yo reí y le expliqué que vos sos una mera ficción literaria. Él me quedó viendo serio (pocas veces está serio) y rió. ¡No me creyó! A más de tres compas he tenido que explicarles que vos existís sólo en estas cartas, pero que no sos una persona con carne, hueso y un pedazo de pescuezo. Los tres (vuelvo a jurarlo) no me han creído. Sí, sí, me dicen, y me pican el estómago. Uno de ellos me picó la panza y me dijo: “Sí, sí, pillín, no te preocupés, no diré algo”.
Querida Mariana, nadie cree que vos no existís más que en el papel. Este mundo es un tachilgüil. El Memelas y Frida no existen a pesar de que existen y vos existís a pesar de que no existís.
¿Te cuento algo? Por una parte me da gusto saber que mis lectores creen que vos sí existís, porque eso quiere decir que hemos tenido la suficiente fuerza para crecer juntos: nosotros y ellos. Ya estás en la mente de los lectores y éstos se resisten a pensar que sos una ficción porque aceptarlo sería tanto como eliminar algo que ya formaron en su mente y también, tal vez, en su corazón. Te tienen tal como yo te tengo acá, en mi puño; acá en la esquina más cercana del papalote que vuela estos cielos.
No quiero sonar pedante, pero en este momento me siento un poco escritor fregón. He logrado, igual que los más grandes escritores del mundo, crear un personaje que suena verosímil y, ya lo decía mi maestro El Rayo Macoy, a lo que todo escritor aspira es a la verosimilitud.
Pd. Antes que vos fueras la destinataria de mis cartas, escribí cartas a Dámaris y, también, dos o tres lectores me preguntaron si la Dámaris de las cartas era la misma Dámaris que, en ese tiempo, era la responsable de la Sección de Cultura. Yo siempre sonreí y no dije algo. Parece que hice bien, porque hace cosa de dos o tres meses, Dámaris me escribió un correo electrónico y me dijo que pensaba inaugurar una cafetería y pidió permiso (¡pucha!) para enmarcar varias de las cartas para colgarlas en la pared. Dámaris terminó el correo diciendo: “No sé si la Dámaris de las cartas soy yo, pero ¡ya me las apropié!”. ¿Mirás, querida Mariana, ni las propias destinarias creen en su destino? Ahora ya no sé, bien a bien, si existe Dámaris o sólo es un sueño creado en Tonalá, ni sé si Frida vive en Cholula. Bueno, con decirte que ahora también dudo de tu inexistencia. ¿Vos qué pensás? ¿Me lo decís mañana que nos miremos en el parque?

lunes, 14 de febrero de 2011

CENTRO COMITECO DE CREACIÓN LITERARIA




¿Las manos? ¿Las palabras? ¿Para qué sirven las manos, para qué las palabras? ¿Acaso las manos sirven para untar palabras?
¿Y los sueños? ¿También se untan? ¿En el espíritu, en el alma? La mitad del mundo, a veces, se dedica a aventar piedras, sin respeto a las piedras y al mundo mismo. Algunos hombres creen que las piedras sólo sirven para hacer cimientos de casas o para lapidar. ¡Qué lástima!
En estos tiempos convulsos, donde las piedras vuelan de un lado hacia otro, no en búsqueda de un sueño sino en busca de una cabeza para golpear, es alentadora la existencia de hombres que colocan alas a las piedras, a las palabras y a las manos.
¿Las manos? ¡Sí, las manos no sólo sirven para aventar piedras o para construir muros! Las manos también sirven para ofrecerlas a los amigos o para despojar vendas en los ojos.
Las manos, las palabras y las alas de muchos de los más talentosos escritores y poetas chiapanecos se tienden ya, como si fuesen casas de campaña en medio del desierto, y se unen al proyecto de la fundación del Centro Comiteco de Creación Literaria.
El Centro nació gracias a una iniciativa de la Universidad Mariano N. Ruiz y al generoso auspicio del Honorable Ayuntamiento de Comitán, que encabeza el Contador Público José Antonio Aguilar Meza; pero crecerá gracias al generoso y altruista abrazo de los amigos escritores que iluminarán el cielo de Comitán.
La creación de este espacio de reflexión literaria no tiene parangón en la historia de este pueblo. Por vez primera, un Presidente Municipal se atreve a apostar a la literatura, con todo, y extiende, también, su mano hacia los jóvenes. El talento de muchos seres humanos se desperdicia, en ocasiones, por la carencia de una luz que ilumine la senda. Esto lo saben los mejores hombres de Chiapas y por ello vendrán a Comitán a compartir sus experiencias con los integrantes de la Primera Generación del Centro Comiteco de Creación Literaria.
En nombre del pueblo todo de Comitán extiendo mi mano para agradecer la complicidad de José Martínez Torres, Héctor Cortés Mandujano, Socorro Trejo Sirvent, Gustavo Ruiz Pascacio, Dámaris Disner, Carlos Gutiérrez Alfonzo, David Tovilla, Raymundo Zenteno, Fernando Trejo, Mario Nandayapa y Ricardo Cuéllar Valencia, quienes ya expresaron su decisión de unirse a esta causa de Comitán por Comitán. Su generosidad sólo confirma su grandeza de espíritu.
No podemos predecir qué sucederá con los jóvenes integrantes del Centro, pero sí podemos aseverar que sus cielos serán más altos a partir de hoy. En este proyecto existe el convencimiento de que la mejor apuesta para el país, en estos tiempos y siempre, es la apuesta por los jóvenes.
En tiempos de neblina los espíritus más iluminados de Chiapas vendrán a Comitán y extenderán su mano. Ojalá que muchos jóvenes comitecos aprovechen esos pozos de luz para prender sus alas.
¿Las manos? ¿Las palabras? ¿Para qué sirven las manos, las palabras, las alas? ¿Se untan las palabras? ¿En dónde?

viernes, 11 de febrero de 2011

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LAS MANOS SE ENSUCIAN




Querida Mariana, la tía Narcisa me sorprendió ayer. Me llamó a su estudio, tomó el libro que tenía en el escritorio y me preguntó si me gustaba leer. El libro era “Al filo del agua”, de Agustín Yáñez.
Mientras la luz suave de la tarde se colaba por la ventana y bañaba el rostro de la tía, recordé que una vez don Emmanuel me contó que “al filo del agua” es un dicho campesino que significa: “el momento en que iniciará la lluvia”.
Ayer, la tía me dijo que su hermana está ya “al filo del cielo” y me maravillé. ¡No, no, Mariana, no pensés que la tía Romualda anda al borde de la muerte, no, la tía Romu es monja y, según la tía Narcisa, cada vez es más santa! ¿Imaginás qué prodigio?
Ahora entiendo por qué una vez don Emilio de la Rosa me llamó a su cuarto y, sentándose en el viejo catre, me dio que se sentía al filo de la flama. Don Emilio fue el primer hombre poseedor de una biblioteca particular enorme que conocí en Comitán. Tal vez mucho de mi afición actual por la lectura se la debo a él. No sé en qué trabajaba don Emilio, papá de mi amigo del mismo nombre, pero siempre que llegaba a su casa lo veía entrar cargando un bonche de libros. Mientras Emilito y yo jugábamos carritos o a las guerras con soldaditos de plástico, de color verde y gris, don Emilio se sentaba en un “butac”, en el corredor de la casa, prendía su pipa y se dedicaba a leer. Doña Rosa, mamá de Emilito, colocaba una mesita al lado y a su esposo le servía té. A mí esto me llamaba mucho la atención porque en mi casa y en las de mis demás amigos se servía café endulzado con panela, en toscos jarros de barro. El té, parecía, demandaba un servicio más fino. Las tazas eran de ¡porcelana!, y don Emilio platicaba que era una tradición inglesa. Viejo pendejo, decía don Apolinar, mientras bebía su café y se llevaba a la boca el cigarro de manojo que compraba en la tienda de doña Hermila Coronado.
Yo, querida Mariana, nunca me aficioné al café o al té, ni tampoco llamó mi atención la pipa. Lo que a mí me fascinó fue la imagen de lector maravillado y maravilloso que, como cartel de cine, don Emilio iba pegando por todos lados. En el Comitán de los sesentas era común toparse con gente que desarrollaba oficios comunes como el de sastre o de rotulista o de ingeniero o de albañil o de maestro o de velador o de sacristán o de borracho (porque el tío Epaminondas bebía el trago como si fuera el oficio más sagrado del mundo). Pero ver gente oficiante de la lectura no era común, o al menos yo no me los topaba con la frecuencia con que sí lo hacía en casa de mi amigo Emilito. Desde entonces comprendí que el oficio más bello del mundo era el de ser lector, porque don Emilio parecía iluminarse cada vez que abría un libro. Era, Mariana de mi corazón, como si el libro fuera una lámpara y al abrirlo prendiera su luz.
Cada vez que veo a un muchacho, un viejo, un niño o una muchacha bonita, abrir un libro sigo viendo esa misma luz que iluminaba a don Emilio, en las tardes cuando Emilito y yo jugábamos a construir castillos sobre la arena en el sitio de su casa. Don Emilio tenía espíritu de constructor porque siempre en el sitio había un montón de arena y de ladrillos.
A la tía Narcisa le dije que no me gustaba leer a la hora que me extendió el libro de Yáñez. “Por eso no se te quita lo pendejo”, dijo ella molesta y se dio la media vuelta. Lo hice sólo para enojarla, así como creo que ella lo hizo para lo mismo. ¿Cómo es posible que ella ignore mi gusto por la lectura si el otro día alabó una de las Arenillas? ¿Cómo es posible su ignorancia ante el hecho de que no es posible ser escritor si no se es buen lector?
Pd. La tía Narcisa nunca me ha caído bien. Ayer fui a su casa porque Juan me pidió fuera a verlo para entregarme un paquete que me envió Marcela, desde la ciudad de México. Ahora la tía vive en un edificio de departamentos del centro de Comitán. Antes vivía por el barrio de El Cedro y poseía una casa muy grande, con un patio y un sitio enormes. A mí no me gustaba ir a su casa porque tenía un perro que siempre me acosaba y porque en el sitio tenía un chiquero con dos o tres cerdos. El olor era muy desagradable, ella y su casa siempre olían a mierda. Yo creo que por eso la tía Romualda, a la edad de trece años, decidió ser monja. ¡Cómo no va a estar en olor de santidad después de estar oliendo mierda toda su infancia!

miércoles, 9 de febrero de 2011

DESDE UN LUGAR DE COLOMBIA



Cuentan que el colombiano Ricardo Cuéllar Valencia, el maestro de la Facultad de Humanidades de la UNACH, cumple treinta años de residencia en México.
Una vez, irreverente y abusivo, le pregunté a mi maestro de Crítica Literaria: “Maestro, por qué sos enojón”. Me quedó viendo, así, con ojos de corteza de árbol milenario, con rostro de piedra de Macondo, y yo, helado, me paralicé. Él, con esa fuerza que posee, me dijo que su actitud no era enojo, era otra cosa. Yo, como si el calentamiento global me abrazara y fundiera el hielo, volví a retomar mi temperatura y pensé: “¡Lo dije!”. El maestro rió y, ahí, en el patio central de la Facultad, me platicó acerca de la pasión. Ahora entiendo que a Ricardo lo domina la pasión. La pasión lo desborda, lo sublima, lo coloca contra la pared, lo baja, lo azota, lo eleva, lo convierte en río desmadrado, en nube llena de rayos, en cielo más que azul ¡violeta!
La pregunta no fue producto de una apuesta estilo “¡A que no le preguntás tal cosa! No, no, la pregunta fue motivada por mi deseo de saber qué fuego inunda a esos hombres que miran al Everest como si éste fuera una mera utopía de El Sumidero.
¡Pasión es lo que mueve al mundo, lo que lo transforma, lo que lo modifica! La pasión no tiene límite, camina al borde del abismo y, sin darse cuenta, en ocasiones, se desbarranca o levita para llegar a la otra orilla.
El maestro Ricardo jamás se ve niño en el espejo, la barba y el rostro de mármol se lo impiden. El traje de todos sus días es un traje serio, analítico, pétreo y reflexivo, pero, ¡Ricardo no lo sabe!, algo de la prédica del Libro de los Consejos lleva en su solapa. “¡Déjate llevar por el niño que fuiste!”, recomienda el Libro. Los niños no saben de pasiones, pero sí adoran el juego del vértigo. Por esto, Ricardo tiene algo del hilo que buscaba Roger Caillois. Ricardo adora el vértigo de la pasión y tiene, en su espíritu y en su rostro, la veta más oculta de la piedra más antigua.
Hace treinta años, Ricardo llegó a México para sembrar sus árboles, para escribir sus libros, para fundirse en la piedra más antigua. Llegó para dar y para recibir. Como todo sembrador ha regado semillas en campos fértiles y en páramos; como todo sembrador ha descuidado el zarzal descarriado; pero hoy, qué maravilla, el trigo que recoge tiene el brillo del sosiego. ¡Qué paradoja! A él, hombre viento tempestuoso, lo circunda hoy un aire suave y tierno. Porque no otra cosa que el afecto es el que domina el reconocimiento que hoy le brinda la Facultad de Humanidades de la UNACH. ¡Hombre duro que, en ocasiones, sega algunas plantas, que apenas asoman por el jardín, se ha declarado amante de la poesía! Ésta, confiesa, es su gran pasión. ¡Hombre de metal que, en ocasiones, se resiste a la forja, se ha declarado espíritu decantado!
Si es cierto que los niños dicen la verdad, él, niño impetuoso, proclama su verdad a mitad de la plaza. Así imparte su cátedra en el aula de la Facultad. Llega, se sienta frente a los alumnos y, como un Moisés moderno, levanta las manos en intento de abrir el mar y proclama, apasionadamente, el derecho de ser el pueblo elegido.
Maestro, cuando fui tu alumno sólo tome lo mejor de tus manos y deseché los vientos catabáticos, por esto, hoy, me uno al reconocimiento que te hacen y te mando un abrazo. A ver qué día vamos a echar trago a Tulancá, con el buen Baltasar, ahí, al pie del túmulo dedicado a tu paisano Melo.

lunes, 7 de febrero de 2011

LOS REMOLINOS DEL ESPÍRITU



Tomé la mochila y, en medio de una “mudada” de ropa, metí dos libros de Cortázar y la Biblia. Así dejé Comitán en 1999. En ese tiempo me bastó andar con Dios y el cuasi dios para intentar el vuelo. Intuí que la palabra de ambos podría ser el cayado para mi ceguera.
Salí de Comitán con la intención de viajar a Cuba, por esto, la carga debía ser liviana. Pero luego la vida me dio una torcedura y, en lugar de aventarme mojitos en la isla, terminé comiendo cemitas con pápalo en Puebla. Así, en 2003 un camión de mudanza me llevó el resto de mi biblioteca a la casa de Puebla. Tal vez un poco, como dice la Biblia, Dios vio que no era bueno que Cortázar anduviera solo y, de un hueso comiteco (acaso comprado en la lonchería de Tío Jul), formó el complemento literario. Sí, aunque se enoje el lector hembra (que dice Cortázar), los demás libros parecían sacados de la costilla de Julio.
Los libros que recibí en Puebla no eran todos los que había abandonado ya que, con justa razón, Paty hizo una selección y dejó muchos, porque el flete de la mudanza se incrementaba. No obstante, debido a que comencé a comprar libros en 1969, el bonche que llegó a Puebla aún era generoso. Compré unos planchones de madera de pino y, como Dios me dio a entender, construí unos libreros que siempre me recordaban a la Torre de Pisa.
Los primeros libros que compré eran los de la Biblioteca Básica Salvat, que cobijan muchas bibliotecas particulares y aún se consiguen en las librerías de viejo, ya todos deshechos, porque esos libros eran pegados y bastaba abrirlos tantito de más para que quedaran como quedan las piernas de las muchachas calenturientas. La colección estaba dividida en colores: naranja para narrativa; verde para ciencia; y azul para teatro clásico. En esos libros leí, por ejemplo, “La Tía Tula”, de Unamuno; y “El Médico a palos”, de Moliere.
¡Ah, qué bendición volver a palpar esas portadas ya olvidadas! Fue como recuperar un poco de brasa en medio de una tormenta de nieve. Pero un día, en 2008, Dios me lanzó la peonza para recuperar el centro y regresé a Comitán. ¡No, no, dijo Paty, ya no podemos llevar tanto libro! Coincidí con ella, aparté unos pocos (las antologías de cuento y los de teoría del cuento), y llamé a un amigo por teléfono a la ciudad de México. Él, amante de los libros, aceptó mi propuesta y al domingo siguiente llegó en su camioneta dispuesto (así me lo dijo) a botar su cama si era necesario con tal de conservar esos libros en su departamento. No creo que haya sido necesario botar la cama, tal vez lo que mi afecto hizo fue meter los libros debajo del colchón, porque ya se sabe que los avaros tenemos la costumbre de guardar los tesoros en ese lugar.
Escribo esto porque ayer mi tía Alicia me llamó por teléfono para decirme que no hallaba dos billetes que había guardado debajo del colchón y terminó con la frase que acuñaron los ejecutivos del Banco Nacional de México: “Eso me pasa por no guardar mi dinerito en el banco”. En cuanto colgué corrí a mi cuarto y levanté el colchón. ¡Uf, qué alivio, ahí estaban los dos tomos de Julio Cortázar y la Biblia! ¡Uf, mi tesoro sigue intacto, a pesar de tanto delincuente que se mete a casas ajenas!

viernes, 4 de febrero de 2011

JUEGOS INFANTILES



Hubo un país que se llamó Cuba. Este país era hijo único y siempre estaba solo. Los maestros decían que no era normal que siempre estuviera aislado, le vaticinaban un futuro no halagüeño. Estaba tan solo que, para sus juegos, debía inventar amigos imaginarios. Uno de sus amigos favoritos era un país llamado México. ¿Jugamos?, decía Cuba y México dejaba la cuerda donde saltaban sus amigas y jugaba con Cuba a las escondidas o a los encantados. A México le gustaba jugar con Cuba porque éste, a pesar de su sino solitario, era muy alegre y su cara siempre estaba llena de luz y calor. A Cuba le gustaba jugar el juego de la esperanza: arriba de una palmera colgaba muchos globos rojos y azules y luego, en compañía de México, con una vara larga de ganzúa en un extremo, jugaba a cortar los globos como si fueran mangos maduros. ¡Plof!, caían los globos y los demás vecinos no creían cómo algo lleno de gas no se elevaba. Por esto, a Cuba le gustaba jugar el juego: a veces la esperanza va más allá de las leyes físicas.
Cuba era solitario, México ¡no! Cuando la noche llegaba y México debía regresar a su casa, Cuba lo despedía desde la ventana iluminada con un quinqué triste. México, dada su personalidad extrovertida, tenía una bola de cuates. En cuanto regresaba al vecindario se unía con la palomilla y escuchaba música o bebía poquitos de tequila. Por esto, no faltaban las abuelas de los amigos que recomendaban a sus nietos tener cuidado con ese amiguito llamado México, porque era muy dado a las pachangas y, por lo tanto, no resultaba amistad muy recomendable. ¿Sabían, acaso, quiénes eran los padres de México? Dado su comportamiento bien podía ser uno de esos muchachos de la calle con quienes no se sabe qué será de sus vidas.
Pero también la abuela de México estaba preocupada por la amista del nieto con Cuba. Una tarde, mientras México tomaba café endulzado con panela, la abuela se sentó a su lado y le dijo que no era bueno que siguiera reuniéndose con Cuba. ¡No te conviene seguir con esa amistad, mi hijo! La abuela dijo que Cuba tenía ideas raras. ¿En dónde se ha visto que los padres prohíban a sus hijos a ir a visitar a sus familiares que viven en otros lugares? A México le convenía más jugar con el nuevo vecino que había llegado del norte: un país llamado USA. Ah, qué diferencia, dijo la abuela, USA se mira de buena familia. Cuba, insistió la abuela, huele mal y viste peor. En cambio, USA siempre huele a perfume francés y está vestido como si su mamá le comprara ropa en tiendas donde visten a príncipes y reyes.
México se dejó llevar por la recomendación de la abuela e ignoró los llamados de Cuba. Las primeras veces, México extrañó a su amiguito. Extrañó el calorcito del patio de la casa de Cuba, la alegría de sus primas que siempre vestían con ropa holgada. ¡Ah, era tan bonito mirar cómo las pieles de ellas se llenaban de sudor cuando bailaban y movían sus caderas, generosas caderas! A México le gustaba mirar los pechos de las primas a la hora que brincaban la cuerda. Pero, poco a poco, fue olvidando a su amigo y prefirió los juegos de su nuevo amigo. USA, su abuela tenía razón, era seductor, tenía juegos modernos y su vida era como un aparador lleno de luces de neón.
Pero, ahora, la abuela parece arrepentirse porque el nuevo amiguito llega a la casa de México con los ojos rojos y le encanta jugar a las guerras. México se ha convertido en un niño violento y se está inclinando al mal.
Cuba sigue aislado, pero, a pesar de las carencias y de sus pantalones siempre remendados se mira tranquilo. En el patio de su casa los tíos juegan ajedrez, fuman puros y miran a las morenas que bailan al ritmo de la salsa en tardes sosegadas. El sol que baña el patio de Cuba es un sol con rayos de trigo tierno; en cambio, ¡qué pena!, el sol de México está teñido del color que mancha los azulejos blancos de las carnicerías.

miércoles, 2 de febrero de 2011

CARTA ABIERTA PARA LA DIRECTORA DE PUBLICACIONES DE CONECULTA-CHIAPAS



Respetada Ana María Avendaño Zebadúa: la historia es sencilla. Una tarde, un afecto me dijo que vos habías sustituido a Óscar Wong en la Dirección de Publicaciones. Me lo dijo con una sonrisa porque, según ella, vos garantizabas seriedad en el cargo. Dijo que eras una persona responsable y talentosa.
Por esto, cuando una tarde, en el auditorio del Centro Cultural Rosario Castellanos, vos te acercaste a mí no tuve ningún empacho en repetir lo dicho por mi amiga. ¡Por el bien de nuestro querido Chiapas deseaba que así fuera! Esa tarde vos te acercaste a mí porque llevabas un encargo de la Directora de Coneculta, Marvin Lorena. Me dijiste que la Directora me invitaba a cenar un pan compuesto para que platicáramos. Yo, Ana María, con pena, te dije que no acostumbro cenar y tengo la costumbre de acostarme temprano (pésima costumbre para asuntos de relaciones públicas). Te dije que para mí sería un honor poder platicar con la directora del instituto público más importante en materia cultural de Chiapas, y me ponía a vuestra disposición cualquier día, de ocho de la mañana a seis de la tarde.
Como ya nunca nos volvimos a ver días después envié un correo electrónico a tu dirección institucional en el cual anexé el archivo del librincillo que la directora de Coneculta, en forma pública, en el programa radiofónico de Miguel González Alonso, se comprometió a publicar a principios de este año. Después del mensaje escribí (entre paréntesis) mi reserva porque ustedes, los funcionarios, revisaran dichas direcciones.
Con asombro, al día siguiente hallé tu amable respuesta. Escribiste que tenías la sana costumbre de revisar tu correo institucional y, no conforme con ello, me enviaste tu dirección personal para estar en contacto. ¡Ah, Ana María, sonreí! ¡Mi amiga tenía razón! Como repitiera Nadia Villafuerte: “No todo está podrido en Dinamarca”. En ese correo me dijiste que con Marvin platicarías acerca de la edición y luego me informarías. Fui a la cocina y preparé una limonada sin azúcar y me senté a esperar. Una tarde mi mamá llegó a la cocina y me quitó las telarañas que ya me tenían como momia de Egipto. Entonces, volví a escribirte. Y, ¡sí, queridos lectores!, la directora de publicaciones de Coneculta-Chiapas ya no respondió. En el más reciente correo escribí que, como Marvin, al parecer seguía firme en el puesto, contra la apuesta de varios periodistas que juraban habría un cambio en el puesto (decían que otra paisana, Katina De la Vega, la sustituiría), quería saber el avance o retroceso del proyecto editorial.
Entre particulares se considera una falta de cortesía no responder a una petición. Entre ustedes, los funcionarios públicos, es un desacato ignorar el derecho constitucional de petición formal (sé que vos sabés que el artículo octavo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos otorga a los ciudadanos comunes el derecho de recibir una puntual respuesta a toda petición realizada por escrito en términos correctos. Por esto, respetada directora de publicaciones de Coneculta, exijo una respuesta. La Constitución no establece que toda petición deba ser resuelta de forma positiva. Vos y Marvin tienen todo el derecho de mandar al basurero el librincillo del Molinari, pero yo tengo todo el derecho de esperar una explicación).
El día que vengás a Comitán me dará mucho gusto invitarte a comer un pan compuesto, siempre y cuando no sea en el horario inconveniente posterior a las siete de la noche. La invitación es extensiva para la directora de Coneculta. ¡Faltaba más!