martes, 31 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON NOTICIA SENSACIONAL

Querida Mariana: el glorioso Colegio Mariano N. Ruiz sigue cosechando triunfos. El 26 de mayo de 2022 se efectuó la “Expo Ciencias Chiapas 2022”, en el Parque Temático Infantil Ya’Ax-Ná, en nuestro pueblo. Ya’Ax-Ná fue una de las dos sedes presenciales del concurso. La otra sede elegida fue el Campus Chiapas del Tecnológico Nacional de México. La convocatoria mencionó que en cada una de las dos sedes se elegirían cuatro proyectos para conformar la Delegación Chiapaneca que participará en la Expo Ciencias Nacional San Luis Potosí 2022. San Luis Potosí, maravillosa tierra mexicana. ¿Y qué creés? ¡Sí! Uno de los cuatro proyectos elegidos en la sede de Comitán para representar a Chiapas en la Expo Ciencias Nacional fue el de nuestra institución: “Centro de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas de Chiapas”, presentado por: Daniel Pérez Hernández, Fernando Alonso Sánchez Domínguez y Luis Daniel Guillén Velasco, estudiantes del cuarto semestre de la Licenciatura en Trabajo Social, de nuestra Universidad Mariano Nicolás Ruiz Suasnávar, con la asesoría de la Maestra Wendy Castellanos Solís ¡Ah, qué orgullo! Expo Ciencias es un evento anual, que organiza la Red Nacional de Actividades Juveniles en Ciencia y Tecnología. El comité organizador hace énfasis en que el objetivo es promover la participación de niños, niñas y jóvenes en proyectos científicos, técnicos, de investigación y divulgación. En 2021, en forma virtual, San Luis Potosí obtuvo la sede para el acto presencial en 2022. Jalisco y Nayarit presentaron oficial solicitud para que fueran designados como estados sede de este acto relevante. Ahora, los estudiantes de la UMNRS, con su maestra Wendy Castellanos, asistirán al lado de siete instituciones chiapanecas para llevar la representación al gran evento nacional. Los anfitriones de La Expo Ciencias serán los integrantes de la comunidad de la Facultad de Ciencias, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Vos, cuando fuiste estudiante de bachillerato, tuviste el altísimo honor de participar en un evento cultural nacional. Sabés el orgullo que significa llevar la representación de tu institución y de tu estado natal. Chiapas siempre está bien representado en el deporte, la cultura y la ciencia. El Colegio Mariano N. Ruiz, en sus setenta y dos años de fructífera vida, siempre ha cosechado luz, porque ha sembrado con amor y pasión en tierra fértil. Ahora, Daniel, Fernando y Luis confirman la tradición de estudiantes de excelencia, y la maestra Wendy reafirma la calidad de los catedráticos que honran al magisterio de la región. Posdata: ya circula la invitación general del evento nacional, que se celebrará en el mes de diciembre de 2022. En una de las fotografías del collage distingo el Jardín Escultórico que creó Edward James, que es la realización de una maravillosa idea surrealista. Ah, espacio increíble. El acto será monumental. ¿Sabés cuántos estudiantes acudirán? Dos mil niños y jóvenes, representantes de los treinta y dos estados de la república mexicana. Además, acudirán académicos, investigadores y estudiantes de quince países invitados. Ah, qué buen guateque cultural. El maestro Roberto Hidalgo, coordinador general de la Red Nacional de Actividades Juveniles en Ciencia y Tecnología, expresó: “queremos sembrar en niños y jóvenes la idea de que la ciencia y la tecnología son importantes para el desarrollo del país” ¿Mirás? Nadie duda de esa certeza. Nuestra patria crecerá luminosa si las nuevas generaciones se involucran en el estudio de la ciencia y en su aplicación. El Colegio Mariano N. Ruiz cumple con su cometido de siembra.

lunes, 30 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN RECONOCIMIENTO

Querida Mariana: a Comitán lo hacemos entre todos. Hay muchas personas que colocan ladrillos para levantar la pared gloriosa; hay otras, así es la vida, ponen piedritas, no para el cimiento, sino para que algunos semejantes tropiecen. Pero, ¡ah, bendita vida!, la realidad comiteca confirma el dicho de que son más los buenos. El otro día te comenté que Carmelita y Chusy mandaron a pintar un “Tuitazo Molinari” en una pared azul, el tuitazo dice: “Navegantes, felicidades, arribaron a buen puerto: ¡Comitán!” Ellas, generosas, hicieron que un mensaje sencillo obtuviera el privilegio de aparecer en una pared, que se convirtió en muro de honor. ¿Qué es un tuitazo? Es un mensajito que el equipo de Arenilla sube cada mañana en el twitter, apenas un hilito del chal comiteco. El tuitazo está en una pared del barrio de Guadalupe, barrio donde viven Carmelita y Chusy. En ese barrio han hecho prodigios, porque no sólo comparten frases sino, también, colocan macetas en las banquetas para que florezca el espíritu del caminante. Y ahora, mirá, ¡mirá qué foto! En otra pared mandaron a escribir versos de un poema de Marvey Altuzar. ¿Sí reconocés la casa? Está en el barrio de Yalchivol, a un lado del bulevar, es la casa del portalito. Ahora, ¡ah, bendición!, todos los peatones admiran esa construcción añeja y encuentran semillitas de luz. En el interior del portalito, Carmelita y Chusy también mandaron a pintar versos de un poema de Mario Escobar: “Un amor se va / por la calle / y nada / nadie lo detiene”. ¿Recordás cuando, en forma oficial, el gobierno estatal mandó a pintar muros con versos de Sabines? Por ahí hay aún paredes que tienen esas líneas poéticas. Ahora, por iniciativa ciudadana, sólo porque Carmelita y Chusy son espléndidas mujeres, sensibles, amorosas, están sembrando palabras en paredes comitecas. Carmelita y Chusy hacen la diferencia. Hace tiempo, nuestra paisana Lupita Ruiz Albores, quien radica en Canadá, sugirió que los comitecos deberíamos colocar macetas con flores en los ventanales y balcones. Acá, en esta fotografía, al lado de los versos de Marvey aparece una ventanita coqueta con una maceta que ilumina el cielo comiteco. Hacé el ejercicio, borrá todo lo que no estaba antes de la iniciativa de estas dos prodigiosas mujeres, quitá la macetita, borrá los versos de Marvey y quitá las imágenes de ellas. ¡Hacelo! Y ahora, como si fueras maga sorprendente, pintá las palabras, invitá a Chusy a que se siente en la banqueta y a Carmelita a que se siente en esa barda y, con tus manos, colocá la maceta en esa prodigiosa ventana. ¿Verdad que las manos de Carmelita y Chusy hacen diferencia? ¡Hacen más amable el mundo, nuestro mundo! Lo hacen porque son espíritus superiores, comparten luz. Sí, Carmelita y Chusy hacen la diferencia. Ellas están sembrando nubes en este pueblo. ¿Imaginás lo que sucedería en Comitán si más personas se unieran a esta campaña poética de sembrar palabras amables, plantas y optimismo? ¿Imaginás que ahora medio Comitán se tome la foto en estos espacios y la comparta en sus “muros” de redes sociales? Sería maravilloso que todo mundo se enterara que en Comitán amamos la palabra y la sembramos como los agricultores siembran el maíz y la calabaza. En un pueblo de Oaxaca han pintado muchas paredes con murales realizados por artistas, con pintura de aerosol. ¡Ah, qué prodigio! Han cambiado el rostro del pueblo, con cintas de colores. Ahora, Comitán, ciudad amante de la palabra, también tiene un nuevo rostro. La invitación es a unirse a este movimiento que coloca versos en paredes, papalotes de aire, hilos luminosos. Me encanta que ellas están pendientes de que los versos sean escritos sin faltas de ortografía. Cuando el gobierno estatal mandó a hacer la campaña de Sabines muchos mensajes fueron escritos con errores, lo que provocó un efecto contrario: en lugar de presentar flores frescas aventaron flores secas. Acá, en cambio, existe un gran respeto por la palabra. Carmelita y Chusy siembran en forma amorosa. En apariencia es un acto menor, pero no es así, es uno de los actos más sublimes que mujeres comitecas han realizado en el pueblo. No es poca cosa sembrar palabras. Cualquiera pensaría que el acto de plantar se da en la tierra y no en las paredes. Acá está la demostración de que es posible sembrar flores en el bajareque, en el ladrillo, en el cemento. A Comitán lo hacemos entre todos. Hay personas que dan de más, que son prodigiosos seres humanos. Gracias Carmelita, gracias Chusy. Posdata: en cuanto leí los versos de Marvey busqué el poema completo. Acá lo comparto: COMITÁN Te llevé a mi nueva casa, la poblé de buganvilias y geranios, deshojé aromas, reinventé tus flores, he modelado todos tus rincones. Un cofre de sabores llevé conmigo, el retrato de mi estirpe, las recetas de mi abuela… Viví solamente hasta que estuve de nuevo entre tus calles.

domingo, 29 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON LA PALABRA ELOGIO

Querida Mariana: la palabra elogio es bella, es como una pulserita bordada, de esas que usan las niñas o de las que usan las mujeres para invocar la iluminación. Esta palabra voló, como colibrí, la mañana del 17 de mayo de 2022, en la plaza de la maravillosa Chiapa de Corzo. Esa mañana, en el acto cultural “Fandangos por la lectura”, se hizo un elogio a la palabra, a la música, al baile. Fandango es palabra que hace elogio a la vida, es sinónimo de guateque, de festejo, de celebración. El 17 de mayo estuvo presente Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente de la república mexicana. Ella estuvo sentada en la primera fila en el escenario de honor. En un momento del programa, el poeta Óscar Oliva leyó un poema. Beatriz, de inmediato, volvió la mirada, se movió tantito en su silla y, con su celular, grabó la lectura. El poeta estaba sentado justo detrás de ella. Con ese acto apareció un doble elogio. Elogio para la palabra y para el maestro, quien, a su vez, hizo elogio de la lectura y de la poesía. ¡Ah, cuántos colibríes en el aire! Beatriz subió su grabación al Instagram y expresó lo siguiente: “¡Afortunada fui! Muy pocas veces un lector (a) tiene la posibilidad de escuchar al autor con su propia voz. Y esto se agradece por muchas razones: es cómo le suenan a él las palabras; en cuáles hace algún énfasis o qué ritmo le da a su obra, etc. “Te comparto esta pieza de Óscar Oliva, un orgullo chiapaneco y mexicano, crisol poético universal y a quien mando, de nuevo, un fuerte y respetuoso abrazo”. En las palabras de Beatriz brota la flor del elogio. El reconocimiento para nuestro querido poeta Óscar Oliva, enormísima ceiba. Beatriz expresó que fue afortunada por escuchar al maestro, “al autor con su propia voz”, y compartió su grabación para que todo mundo, ¡todo mundo!, sea partícipe de ese elogio a la palabra. Ella, la esposa del presidente de la república, definió con precisión al maestro Oliva: “Un orgullo chiapaneco y mexicano, crisol poético universal”. Beatriz se removió en su silla, dejó de ver hacia el frente y volvió su mirada hacia donde estaba el poeta, porque, en ese instante prodigioso, el centro del universo poético estaba en su palabra. Los fandangos por la lectura son actos que el gobierno federal realiza cada mes en los estados de la república mexicana. El 17 de mayo le tocó a Chiapas, y Chiapa de Corzo se dio brillo con su mejor laca y ahí estuvo Beatriz Gutiérrez y Óscar Oliva. El poeta leyó y Beatriz recogió ese hilo luminoso y lo compartió, para que el elogio siga su vuelo. Querida mía, que el aleteo continúe. Si no viste la grabación de Beatriz, mirala, está en las redes sociales. ¿Mirás qué genialidad? El acto sencillo ya es acto sublime. Posdata: once días después, la gran ceiba chiapaneca estuvo en nuestro pueblo, para seguir regando luz y para recibirla, porque las autoridades, en nombre de Comitán, reconocieron la obra de Óscar Oliva, en la presentación de su libro más reciente: “Escrito en Tuxtla”, donde los poetas Balam Rodrigo y Carlos Gutiérrez fueron los presentadores, con la moderación de Diego Greene. El maestro Oliva, orgullo chiapaneco y mexicano, leyó. Los asistentes tuvieron la fortuna de escucharlo, de untar luz en sus espíritus, luz que brota de las ramas de esa ceiba amplísima y generosa. Oliva estuvo en Comitán y acá el elogio volvió a aletear frenético, gozoso.

sábado, 28 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON FOTOGRAFÍA DE LO QUE SERÁ LA FOTOGRAFÍA OFICIAL

Querida Mariana: en mis tiempos decíamos: “Detrás de los telones”; hoy, ustedes, los jóvenes, dicen: “Detrás de cámaras”. Ustedes tienen razón. Acá está el “detrás de cámaras” de una fotografía que será la oficial de graduación de un grupo de tercero de secundaria del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz. Y tienen razón porque en un “detrás de cámaras” se toman fotografías de fotografías que se toman con cámaras. Pero, lo otro también tenía su encanto, porque aludía al teatro y cuando hablamos de este arte sabemos que tocamos algo íntimo de la vida, el teatro es una actividad artística que sintetiza la vida. Empleábamos un término teatral, porque era como husmear detrás del escenario. En forma metafórica hacíamos el telón a un lado y tomábamos la fotografía donde los fotógrafos expertos hacían su trabajo. ¿Por qué se hacen los “detrás de cámaras”? Porque dan cuenta de aquello que no se verá en la fotografía oficial, la que estará colgada en las paredes de las casas, en los álbumes, en un espacio especial de los Colegios. Todas las fotografías tienen su particular encanto. Es difícil seleccionar la favorita cuando vemos un álbum, porque ¿cómo elegir entre tanto instante prodigioso? Antes de la aparición de la fotografía, las personas pudientes recurrían a los pintores para que “inmortalizaran” sus retratos. En el siglo XVIII no hubo fotografías para documentar la historia. En un libro de arte que leí hace años encontré que definían como “el mayor atrevimiento de la historia” la presentación del rostro de Jesús. Hoy, los métodos científicos nos dicen que el verdadero rostro de Cristo estuvo lejos de esa figura hermosa que aparece en las imágenes religiosas. Y si conocemos al Quijote es gracias a los grabados de artistas que rescataron en forma prodigiosa la descripción que hizo Cervantes. Ahora mismo tenés en tu mente las imágenes de Jesús y del Quijote, ¿verdad? Pues eso se debe a que artistas geniales, antes del descubrimiento de la fotografía, hicieron impresiones de sus imágenes, con pinceles, con lápices. Ah, qué genialidad. Hoy, ¡benditos tiempos!, todo mundo puede imitar al dibujante y pintor José Luis Cuevas, quien hacía un autorretrato pintado cada mañana. Hoy, todo mundo se toma selfies y esto que es muy común es un acto memorable, porque deja constancia del tiempo. Podemos, con un teléfono celular, tomarnos todas las selfies que deseemos, hasta que estemos satisfechos con una fotografía donde salgamos más favorecidos. Y si el resultado no es el deseado, pues aplicamos filtros donde los gordos se vuelven flacos o los desnutridos se muestran galanes. Si ahora revisaras el álbum donde están todas tus fotografías, ¿cuál elegirías como tu favorita? Difícil labor, ¿verdad?, pero, sin duda que de las fotografías más cercanas están las familiares. El papá enseña la foto donde está su abuelo y los hijos preguntan: ¿él fue mi bisabuelo? Ya no lo conocieron físicamente, pero gracias a las maravillosas fotografías hay testimonio de sus rasgos físicos. Tal vez por ahí está la prueba de los ojos cafés claros que heredó una bisnieta. Las fotos familiares son apreciadas. Antes, en las salas de las casas comitecas había la costumbre de colgar los retratos familiares. Hoy ya no se acostumbra. En este cambio de actitud existe una señal que los sociólogos pueden estudiar y decir las modificaciones sociales que hemos padecido y que nos alejan de valores tradicionales. ¿Más fotos? Sí, también hay fotografías de mascotas que amamos. Por ahí aparece una foto donde la perrita está dormida en el regazo de la abuela, esa perrita fue parte de la familia. Un día, ¡qué pena!, se enfermó, el papá corrió con el veterinario, pero en la plancha vieron que tenía un tumor y… sólo queda su recuerdo en la fotografía. Fotografías maravillosas de un colibrí que llegó al jardín; de cielos, de atardeceres prodigiosos vistos desde Cash, de amaneceres sublimes a la hora que vamos de compras a la Plaza o a la hora que viajamos hacia Tzimol. ¿Y qué decís con las fotos de infancia? Fotografías de un tiempo que parecería no pertenecernos, porque no lo recordamos con precisión y, sin embargo, el dedo que nos señala y la voz que nos dice: ahí estás a los seis meses de edad, hace que la memoria sienta un piquetito. Esa pichita bonita que está en la andadera sos vos, te reconocés en la mirada, en el asombro. Las fotografías del Comitán antiguo nos emocionan. También nos hablan de un espacio que no fue parte de nuestro día a día, pero que es como el abuelo del pueblo que nos cobija, donde nacimos. Es fascinante hacer un ejercicio de comparación, atestiguar los cambios producidos. Sí, sí, donde ahora está la Cristóbal Colón eran magueyales y escuchamos que el abuelo cuenta que ahí, de niño, iba con sus amigos a tomar aguamiel y don fulano de tal los corría, les aventaba piedras y, a veces, con un riflito les soltaba perdigones. ¡Ah, muchachitos canijos, fuera de aquí, vayan a estudiar! Dejé al final de este somero recuento de fotografías las de generación, las que, como la que ahora ves, son recuerdo de los grupos escolares. Estas fotografías de generación tienen un encanto especial, porque acá no hay familiares y sin embargo, en muchas de ellas, aparecen los compañeros que luego son los grandes amigos, para toda la vida; asimismo no hay padres ni madres, pero, en muchas ocasiones, aparecen los maestros que nos ayudaron a encontrar caminos luminosos, los maestros inolvidables, los maravillosos formadores de conciencias, de espíritus nobles. También, hay que decirlo, están los compañeros maldosos, los que hacían travesuras, los que hacían bullying; asimismo, los maestros soberbios, los mala onda. Las fotografías de generación están llenas de anécdotas, de instantes de vida. Nos recuerdan que durante años formamos parte de un grupo, al que asistíamos día a día. Ese trato nos hizo hallar a amigos maravillosos, los que luego compartieron momentos prodigiosos en casa, a la hora de hacer la tarea, de preparar exámenes. Conozco, tal vez vos también, a parejas que se hicieron novios en el salón. Ese espacio compartido fue el lugar del encuentro. El destino los tomó de la mano, en forma individual, los llevó hasta esa escuela, ese salón y ahí dejó que las miradas se encontraran y que el prodigio de la flor naciera en sus parcelas que luego ya fueron una sola tierra. Sí, conozco varias parejas que se hicieron novios en el aula y luego se casaron y tuvieron hijos y los hijos acuden al mismo colegio donde sus papás estudiaron, donde se conocieron. ¿Existe una historia donde los hijos encuentran a sus parejas en el mismo espacio y repiten la misma y fascinante página del libro increíble? Es muy difícil elegir una fotografía entre muchas del álbum personal, cada una de ellas representa un momento especial, pero la fotografía de generación tiene un encanto sublime, porque atestigua el instante donde el grupo se disgrega, al recibir el documento de terminación de un ciclo, ese núcleo compacto se ramifica, cada uno toma un camino diferente. Muchas ramas vuelven a unirse, pero otras ya no se reúnen jamás. Así como hay historias de parejas que se hicieron novios en el aula, hay, también, fascinantes historias donde, muchos años después, él se encuentra con ella, en un espacio diferente, se reconocen como compañeros y se vuelven pareja. En el aula jamás supieron que estaban hechos para ser una sola flama, pero el destino es implacable, fascinante, y los une ya muchos años después. Entonces sacan la fotografía de generación y les dicen a los hijos en dónde está cada uno de ellos. Posdata: en el detrás de cámaras está la fotografía que muestra el antes y el después del momento oficial. Acá está el antes de la fotografía que cada uno de estos muchachos tendrá en su álbum personal, la que aparecerá colgada en el muro de honor del Colegio. En este momento los muchachos platicaban, bromeaban, esperaban la indicación del fotógrafo oficial. Ahora pueden tomarse muchas fotografías hasta hallar la que satisfaga. Antes, los fotógrafos profesionales no tomaban tantas fotografías, por eso, en algunas fotos de generación no falta el muchacho que mira hacia un lado en lugar de ver hacia la cámara, porque en ese momento pasó un abejorro a su lado y le llamó la atención. María Eugenia salió así en una foto de generación y una tía le dijo que qué boba, todo por andar papando moscas. María Eugenia, con sonrisa comprensiva, dijo: No, tía, pasó un ángel y yo lo vi. Ah, qué respuesta tan genial. Puede ser, hay seres iluminados que ven presencias divinas. Pensé que la fotografía de generación de María Eugenia era más especial, porque no era el recuerdo de una generación de estudiantes sino el momento único donde una niña veía, asombrada, iluminada, el paso de un ángel.

viernes, 27 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON NUBES CONVERTIDAS EN FLORES

Querida Mariana: caminé por el Comitán de 2022 y me topé con esta imagen. Sí, en la parte alta de una casa, de una planta, existe este abrazo para el espíritu. El tinaco es de otro tiempo, de tiempos cuando nuestra sociedad no padecía obesidad visual. El tinaco era mucho más discreto, menos obeso. Los actuales Rotoplas son nietos de este maravilloso tinaco. Hice el ejercicio de imaginación y no logré evitar la niebla. ¡No! Imposible imaginar que este macizo de flores nace de un panzudo Rotoplas, como sí puede uno imaginar que brota de este tinaco. Y esto es posible porque el aire y el agua son la esencia de las flores que siguen, maravillosamente tercas, brotando en los jardines comitecos, en un intento de no extraviar el nombre de Comitán de Las Flores, que sigue pronunciándose cada vez que cantamos el himno de este pueblo: “Comitán, Comitán de Las Flores…” Vi el tinaco y sentí que las flores rebosaban del tinaco, como si fuera una chistera de mago. En un pedacito de la fotografía se observa una viga de madera que sostiene dos o tres tejas de barro. ¡Sí, así era el Comitán de los años sesenta! Por fortuna, aún existe este bálsamo para el espíritu de la identidad. Un día, ya lo hemos platicado, los elementos constructivos cambiaron. Esta clase de tinacos fueron sustituidos por unos cuchotes de asbesto, luego, nos dijeron que el asbesto es un elemento dañino para la salud, por lo que fueron evitados y llegaron los no menos inflados Rotoplas. Las vigas de madera fueron sustituidas por trabes de cemento o por vigas metálicas y las tejas de barro dejaron su lugar a los colados de cemento, “colados”, nunca tan bien nombrados. Hoy está de moda el concepto de reciclaje. Este término viene, también, del pasado, de cuando los objetos no eran desechables. Las abuelas conservaban la lata donde llegaban las galletas y las empleaban para guardar diversos chunches, desde papelitos (cartas, oraciones, fotografías) hasta anillos, aretes de ámbar y cadenitas de oro. Este tambo sirvió como contenedor de algún líquido o sustancia y luego lo utilizaron (lo siguen empleando) como tinaco. Cuando los métodos constructivos cambiaron, los arquitectos diseñaron algunos elementos para ocultar a los panzudos Rotoplas, porque son elementos necesarios, pero que ofenden la visión. Caminé por las calles de nuestro amado pueblo y hallé este privilegio para la vista y para el corazón. Fue como un bálsamo. Me detuve, estuve viéndolo varios minutos y tomé la fotografía para compartirla con vos, porque sé que a la hora que la mirés también sentirás una caricia en el alma. En los años sesenta desconocíamos el término desechable. Las empresas fabricaban los objetos con un criterio de larga duración. Ahora, es al contrario, pocas personas son conscientes del daño ecológico que provocamos al desechar miles y miles de chunches. El reciclaje ayuda al Medio Ambiente. Vi el tinaco del siglo pasado, sobreviviente maravilloso en este siglo XXI. Vi las flores, atrevidas, generosas, desparramarse llenas de vida, orgullosas por crecer al lado de un tambo coqueto, estilizado. Mi mirada captó el instante, instante que alargué como liga, para que durara, para que el aire siguiera silbando la canción: “Comitán, Comitán de Las Flores…” Posdata: procuro que mis instantes no sean desechables. Sé que el presente es apenas una flor que tarda una milésima de tiempo, apenas florece ¡se seca! No obstante, procuro conservar la luz del instante en mi memoria y en mi espíritu. Por eso, cuando salgo de casa voy pendiente de la aparición del prodigio, que siempre aparece antes de llegar a la esquina.

jueves, 26 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON LIBROS QUE PAGAN EL PATO

Querida Mariana: las estadísticas señalan que en México se lee poco. Cuando me entero que existen personas que son lectoras de las Arenillas, me siento orgulloso. En estos tiempos donde predomina la imagen y los mensajes son brevísimos, es grato saber que hay lectores de mis palabras. A pesar de que el libro no es tan apreciado como otros objetos culturales, como la pelota o la televisión o el celular, siempre ha sido visto como un elemento donde la censura mete su tijera o, en el peor de los casos, lo quema y lo reduce a ceniza. Hay personas que consideran a los libros como elementos peligrosos, Borges dijo que el libro es extensión de la memoria. A ciertas sociedades les interesa borrar la memoria de los ciudadanos para introducir las ideas que convienen a sus intereses. Los libros de la poeta Safo fueron proscritos en una época. ¿Recordás la novela “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury, donde los libros están prohibidos y los pasan al fuego? Algunos amigos sostienen que la realidad supera a la ficción. A veces, la realidad da la razón a estos amigos. En la edición del 24 de mayo de 2022 del periódico “La Jornada” apareció el siguiente titular: “Más de 100 millones de libros rusos serán retirados de bibliotecas públicas ucranias”. ¿Mirás la gravedad de la noticia? Se confunde la pólvora con el brillo luminoso. La directora del Instituto Ucranio del Libro mencionó que Dostoievski y Tolstoi no son intocables, pueden ser retirados de espacios públicos. De esta acción sólo hay un paso para que luego la autoridad considere antipatriotas a lectores que lean “Guerra y paz” o “Los hermanos Karamazov” y sean perseguidos, perseguidos por sus propios connacionales, ya no por el ejército ruso. Es algo grave. Claro, cualquier persona puede justificar el acto al argumentar que es más brutal lo que el gobierno y ejército ruso están haciendo con la invasión, donde la vida de millones de personas se ha visto alterada. La guerra es un acto bestial, injustificable; pero, de igual manera es acción nefasta la prohibición de la lectura. El libro, por definición, es el chunche que representa las alas de la libertad, debe volar por todos los cielos, sin traba alguna. El pensamiento del ser humano está sembrado en el libro; es inadmisible aceptar todo hecho que lleve a cercenar parte del cerebro de la humanidad, con virtudes y múltiples defectos. He dicho que ahora existe una tendencia a escribir novelas que son espejo de la brutal realidad que vivimos. Las novelas más leídas y más premiadas son las que nos ponen frente a la violencia imperante. Nunca he sido seguidor de tramas violentas, prefiero novelas, cuentos y películas donde me muestren la otra cara de la vida, donde brilla la inteligencia del ser humano y abandona su condición de animal depredador, pero reconozco que la vida está hecha de luces y sombras y la literatura refleja ambas nubes, ambas piedras. Desde la pandemia mi gusto se ha refinado, evito libros donde la oscuridad sea la burbuja principal. Pero conozco a personas que sí son fanáticas de la sangre y respeto los gustos, porque uno de los rasgos fundamentales de la cultura es el respeto a la diversidad de pensamientos. Me encantan los libros porque permiten el libre tránsito de las ideas. El libro me permitió conocer y apreciar la literatura de varios rusos clásicos. Vos y yo hemos disfrutado cuentos del gran Chéjov. ¿Imaginás que ahora, por el sentimiento anti Rusia que permea en muchos habitantes de Ucrania, desaparezca la posibilidad de leer cuentos de un maravilloso escritor, que está más allá de este conflicto deshumano? Posdata: la censura es la puerta para actos más bestiales. Ante el conflicto bélico ha aparecido un inexplicable rechazo a deportistas, pensadores y artistas rusos. ¡Es un acto horrendo! Ahora, este muro transparente, pero lleno de púas, también toca al mundo del libro. No es un hecho menor, ¡no! Cuando se cancela la circulación libre de la máxima ave del pensamiento, todo el mundo puede resentir esa opresión. La mariposa dejará de volar en un amplio territorio y ya los sabios nos han explicado el efecto mariposa, el que perturba a todo el mundo. Me apenó leer esta noticia. Lo ideal sería que cese el conflicto armado y que la paz retorne, y con ésta la libre circulación de las ideas. La noticia es como una bomba puesta en casa por los mismos habitantes de ella.

miércoles, 25 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON PREGUNTA

Querida Mariana: escuché la pregunta: ¿Cambiamos ante la pandemia? ¿En qué cambiamos los seres humanos ante esta contingencia sanitaria? Me apropio de la pregunta y la comparto con vos. Pienso que hay muchísimas respuestas, ¿lo ves así? Esta respuesta no es válida si se generaliza, porque su esencia radica en el plano personal. Si alguien pregunta cuál es tu opinión acerca de la guerra emprendida por Rusia contra Ucrania, tu respuesta estará muy lejana del suceso. Sólo quienes viven esta tragedia pueden asomarse a una respuesta válida. La pandemia también ha sido una guerra. Cuando inició, en Italia apareció un mensaje que, más o menos, decía: “a nuestros abuelos les pidieron ir a la guerra, a nosotros sólo nos piden quedarnos en casa”. Ayer vi un documental con parte de la vida y obra del poeta español Tomás Segovia, ahí narra cómo, de niño, vivió en un pueblo pequeño, donde fue enviado para evitar el peligro de la Guerra Civil, en tiempos de Franco; posteriormente inició la Segunda Guerra Mundial y debió emigrar de nuevo, hasta que llegó a la Ciudad de México. El poeta narró su experiencia personal. A pesar de su nombre, la Segunda Guerra Mundial no tuvo impacto directo en todo el mundo. ¿En qué manera tocó a los comitecos? La guerra se desarrolló en países muy lejanos, casi casi tan lejos como nos queda Ucrania y Rusia. Pero, el Coronavirus sí afectó a todo el mundo. Parece que en todos los países hay casos de contagio. Hubo un tiempo (vi fotografías de París) donde las calles de las ciudades quedaron vacías, atendiendo a la recomendación de permanecer en casa. La pregunta, entiendo, debe ser en forma personal. No debe ser si el género humano cambió ante la aparición del virus, sino en forma personal: ¿cómo te cambió la pandemia? Y lo escribo así porque es algo que nos llegó de fuera y nos obligó a modificar comportamientos. El cambio se dio a través del mazazo que nos llegó. ¿Cómo te cambió la pandemia, querida mía? Ayer, mi Paty y yo fuimos a dar una vuelta al parque de San Sebastián, para llegar caminamos por la calle donde están las florerías, subimos hasta Elektra, vimos una fila de cincuenta o más personas en espera de entrar al banco Azteca. Muchas personas con cubrebocas, otras sin ese chunche. En el parque central hicimos una pausa. ¿Qué cambio se dio en mí en esta contingencia que no concluye? Mi trato con las personas. He contado que algunas gentes piensan que soy muy pesado, porque no me doy con facilidad, soy escaso en el trato; creen que la arrogancia es mi más fiel compañera. No es cierto, también he procurado dejar en claro que soy tímido de nacimiento, me cuesta trabajo relacionarme con las personas, por eso doy la impresión de ser un ish. Ahora, ¡oh, Dios mío!, ese rasgo de mi personalidad se ha agravado, porque al no tener mayor información acerca del comportamiento de este virus procuro seguir los protocolos sanitarios que dictan las autoridades: uso de cubrebocas, sana distancia y limpieza frecuente de manos con un gel antibacterial. Entiendo que el cubrebocas es un auxiliar, porque evita que las gotas de saliva se rieguen de manera indiscriminada en el aire. Si la otra persona tiene cubrebocas disminuye el riesgo de contagio, así que ahora, al salir de casa, procuro evitar todo contacto con personas que no tienen cubrebocas. Llegamos al parque de San Sebastián y lo encontré maravilloso. No fue sólo el hecho de estar más de dos años sin caminar por él, ¡no!, me encantó verlo con mucha vegetación. Parece que hubo siembra de plantas y esto lo llenó de vida, porque muchos pájaros brincaban contentos y piaban alegres. Ah, me dio mucho gusto caminar por el parque, mirar a varias personas sentadas en las bancas, comiendo una paleta de chimbo, trabajando en sus computadoras personales o leyendo una revista. Fui feliz cuando vi a una abuela acompañando a su nieta, mientras la niña, con el cuaderno en los muslos, hacía una tarea escolar. Volví a sentir la cinta de luz, fui tocado por la mano milagrosa de la vida. Pero esta sensación se dio porque siempre mantuve una sana distancia. En lo íntimo estaba la petición a Dios de que nadie se acercara a mí, pedía que los demás siguieran ignorándome por completo, que no se acercara algún conocido sin cubrebocas. Sé que esta sensación no es lo más correcto para la convivencia, pero, insisto, mi trato con las personas se volvió más extremo. Sé que muchos amigos que fallecieron por la pandemia se contagiaron ante el contacto con otra persona que tenía el virus y no hubo el cuidado extremo. Todos se enfermaron sin saber el momento preciso del contagio. Posdata: la pregunta es: ¿cómo te cambió la pandemia? Sé que la respuesta no puede ser general. ¿Cambió el ser humano? Sí, pero cada persona ha vivido su propia experiencia. ¿Cómo cambiaste? A mí me hizo más evidente mi dificultad de relacionarme con mis semejantes. Ah, lo lamento, pero fue algo que se dio por mi carácter y por las circunstancias extremas de esta guerra mundial que estamos librando. Hay más cambios, pero te los contaré como la tía Amanda repartía los naipes de la baraja española. Daba un naipe y suspendía el reparto porque contaba una anécdota o un chisme. El reparto le llevaba más de media hora.

martes, 24 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON OBSEQUIOS ESPECIALES

Querida Mariana: hubo un tiempo donde las empresas obsequiaban productos a sus distribuidores y vendedores. Mi papá fue distribuidor de la Coca Cola, en forma regular llegaban a casa cuadernos escolares, charolas, vasos y llaveros con logotipo de la empresa. Recuerdo un llavero que tenía una “coquita” de plástico, era un chunche sensacional. Mi papá se encargaba de repartir esos obsequios a los compradores del producto, en nombre de la empresa. Pero un día llegó un regalo especial, era para mi papá: un juego de dominó, con estuche de piel de cocodrilo. Ah, obsequio soberbio. Durante muchas tardes, mi papá y yo jugamos dominó. Ah, qué juego tan sensacional. Mi suegro vendía aceites Roshfrans, para tractores. De igual manera, una mañana le llegó un juego de dominó. No sé si mi Paty jugó dominó con sus papás y con sus hermanas, pero ayer hallamos el estuche en una caja. Ahí se conserva el dominó. En la Ciudad de México, mi suegro tuvo paleterías en los años cincuenta y un grupo de amigos llegaba por las tardes a jugar. Paty dice que ese juego era su preferido. No sé con certeza, pero advierto que ahora no se juega el dominó con la frecuencia de antes. En los años setenta, en el café Nevelandia veía a muchas personas tomando un café y echándose una partidita de ajedrez, bueno, varias. Siempre veía a uno de los viejazos llevando la anotación en un cuaderno, para determinar, al final, al ganador. No sé si mi admirado Raúl Macal jugó dominó en el Nevelandia, pero él sigue practicando este maravilloso juego, junto con su esposa viajan a varios lugares de la república (no sé si también del extranjero), participan en torneos nacionales y obtienen premios relevantes. El Día del Maestro no tenía mayor problema. Siempre obsequié charolas con vasos a mis maestros. Claro, iba el mensaje subliminal implícito: ¡tomen Coca Cola! Ah, era parte de esa maquinaria genial de la mercadotecnia. Tal vez los jugadores de ajedrez que jugaban con la caja de Roshfrans enfrente, a la hora de comprar un aceite preferían esta marca. Antes, muchos comercios de Comitán obsequiaban calendarios al inicio del año. Estaban los clásicos con pinturas del famoso Helguera, o los que tenían imágenes religiosas, los de paisajes del mundo o los que eran colgados en las talabarterías o talacherías y que traían fotografías de chicas mostrando sus atributos físicos. Así como ahora se juega menos dominó, también bajó la distribución gratuita de los calendarios que, por costumbre, se colgaban en alguna pared de la casa, bien podía ser en la sala, al lado de las fotografías familiares, o en una pared del comedor o de la cocina. A mí me encantaba los calendarios con hojas desprendibles, ah, esos eran calendarios de lujo, porque tenían un mazo generoso con trescientas sesenta y cinco hojas (o trescientas sesenta y seis, cuando era año bisiesto). Cada mañana se eliminaba la hoja del día anterior y quedaba la del día presente. En la parte posterior venían frases célebres, recetas de cocina (mi mamá conserva una hoja del 6 de abril de 1963, porque trae una receta para hacer una rosca de mantequilla), chistes, datos históricos y otras curiosidades. Como todo juego el dominó tiene reglas y palabras propias. Los jugadores “hacen la sopa”. Ah, qué término tan bonito, mientras las esposas hacen la sopa en la cocina y los novios “sueltan la sopa”, los jugadores mueven las fichas con destreza sobre la mesa, a ese maravilloso juego de manos se le llama hacer la sopa. Asimismo, en este juego te “ahorcan la mula de seis”. ¿Mula? Sí, así se llama a la ficha que tiene seis puntos por lado. El dominó es un juego genial. En el nevelandia se escuchaba el golpe rotundo de una ficha contra el tablero de la mesa. Porque, cuando alguien suelta la última pieza lo hace con un movimiento rotundo, que indica la gloria donde los contrarios arrastran la cobija de la derrota. Posdata: mi mamá tuvo una tienda de estambres y la fábrica “El gato” le enviaba cada año un bonche de calendarios que mi mamá distribuía entre sus clientes. Acá no había más tema que gatos, la empresa respetaba el nombre de su producto. Mi mamá no le puso nombre a su tienda, los comitecos la conocieron como “estambres El gato” o “la tienda de doña Hildita”. Recuerdo que en mis años de preparatoriano, caminaba por un pasillo lateral de la cafetería Nevelandia para ir al billar del fondo, escuchaba las carcajadas de los señores, los veía hacer la sopa, soltar las fichas y gritar cuando una mula de seis era ahorcada. ¡Tiempos geniales!

lunes, 23 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, PARA REAFIRMAR AFECTOS

Querida Mariana: me encanta escribir cartas y enviártelas. Debo confesar que nunca escribí tantas cartas como lo hago ahora. Esto parece contradictorio, pero al final resulta novedoso: en épocas que las cartas ya están en desuso, escribo muchísimas. Cuando estudié en la Ciudad de México, en los años setenta, enviaba cartas a Comitán, era el puente para no estar tan solo en la gran ciudad. En ese tiempo todo mundo enviaba cartas, incluso quienes no sabían escribir. Había personas que se dedicaban a redactar las cartas de aquellos que no sabían leer ni escribir. Escribía desde la Ciudad de México (Distrito Federal, entonces), escribía a los amigos, a alguna niña bonita que me gustaba, a mis papás, a una prima, a un maestro, a mi abuelita (cuando estaba en la casa de Comitán). Al maestro le envié dos, unas diez o doce a los amigos, tres o cuatro a la niña bonita, dos o tres a mi prima, veinte o veinticinco a mi abuelita y más de cien a mi mamá y a mi papá. Escribía a mano. Las cartas comerciales y diplomáticas se escribían en máquina mecánica, pero las cartas para los afectos eran a mano. Cuando la carta era para la niña bonita, el pretendiente buscaba un papel especial, con un color diferente del blanco y con una textura más delicada, se trataba de impresionar. Hubo casos donde un compa pidió a otro, que tenía “buena letra”, para que hiciera favor de escribirla. Por fortuna nunca tuve necesidad de pedir favores, porque escribo con una letra muy digna. Pienso que le heredé la gracia a mi papá, quien tenía una letra bonita. Mi amigo Paco, en paz descanse, me regaló una plumita que regaba perfume a la hora de escribir. No me preguntés cómo se daba este prodigio, pero esa pluma sólo la usaba cuando redactaba carta para la niña que me gustaba. Eran cartas con “rascahuele”. Las cartas que le envié a esa niña eran generosas en palabras. Siempre he sido tímido y me cuesta mucho mantener una plática frente a frente, en forma presencial, diríamos ahora, pero no me cuesta comunicarme a través de un texto, por eso, ¡por eso!, te escribo a diario, sin callar sentimiento alguno. Imaginá que estamos sentados en la sala de tu casa y platicamos. Me costaría mucho, de veras, decir: “querida Mariana”, menos si, frente a nosotros, estuviera tu novio o tu papá. ¡Pucha! Me “chivearía”. Pero no tengo empacho alguno en llamarte así todos los días en estas cartitas. Siempre, sin ser Juan Gabriel, comienzo con una palabra afectuosa: querida, y lo digo a los cuatro vientos y lo canto bien fuerte, con voz de Plácido Domingo. Las cartas comerciales y diplomáticas comenzaban con vocativos más solemnes: “Respetado señor Venancio de La Cadena”, “Dignísimo señor obispo don…” En cambio, las cartas afectuosas comenzaban con un querida o querido. Todas mis cartas así comenzaban: querido Memo; querida prima; querido maestro; querida abuelita; querida mamá; querido papá. Esto es privilegio de los redactores de cartas para afectos. Amor es esencia más comprometida. Esta palabra sólo se reserva a la pareja. Nunca recibí una carta con este vocativo, pero sí he visto ejemplos epistolares donde comienzan con la palabra: Amor y luego ya el derrame de la miel. Hoy son tiempos de WhatsApp, de twitter (tuitazos), de chats, de pláticas virtuales. La comunicación es instantánea. Anteriormente, la carta tardaba mucho en llegar, pero cuando llegaba la cara del destinatario se iluminaba. En el departamento donde viví con los amigos, ellos se encerraban en las recámaras cuando recibían cartas de sus novias. La lectura de esas cartas era un momento íntimo, reservado, especial. Las palabras de las cartas tenían la capacidad de transmitir las emociones, en esos papeles iban anécdotas, noticias lamentables (ayer murió abuelito, como pajarito dobló su cabecita y todos nos echamos a llorar), noticias alegres (mi papá ya me dio permiso para ir al viaje de estudios a Guadalajara, nos veremos, mi vida, nos veremos), chismes (ah, qué te cuento, Rocío está esperando pichito, la muy cabroncita, ya dejó la escuela). Alcancé a ver cartitas que, en el sobre, llevaban flores secas, recogidas en los sitios comitecos, flores de tenocté o de jacaranda. Posdata: escribo cartas en época donde el género epistolar es infrecuente. Hay varios amigos escritores que están rescatando el género, esto merece una diana diana conchinchín y un pitutazo de comiteco. Las cartas afectuosas permiten iniciar con un querida o querido, y esto abre ventanas de luz en el universo. ¿No lo pensás así, querida mía?

domingo, 22 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON REJA DE PAPEL DE CHINA

Querida Mariana: en una conferencia que dictó la doctora Blanca Heredia dijo que Rosario Castellanos fue un “puente mágico entre Israel y México”. En 2022, el mundo celebra el cumpleaños 97 de nuestra paisana. En Comitán le colocamos una reja de papel de china en uno de los extremos del puente. Me gustó lo que dijo la doctora Heredia: Rosario fue un puente. En realidad, Rosario no sólo fue un puente entre Israel y México, sino también, en su propio país, lo sigue siendo. Rosario vivió el Comitán de los años veinte y de los años treinta, en ese tiempo nuestro pueblo era como una isla en medio de un mar de tierra, de polvo. La incomunicación con el resto del mundo era casi absoluta. Pero, Rosario leía. Supo que la palabra escrita eliminaba las distancias. Ella estaba en un extremo del puente, pero, gracias a la lectura podía llegar a otras orillas. El libro fue el puente. En su casa, había libros y, aunque con retraso, llegaba el periódico. Rosario advirtió que el periódico le traía el mundo. Pensar en recorrer el camino contrario fue sencillo para ella, que pronto halló su vocación. Los biógrafos comentan que ella, adolescente, envió un texto poético a un periódico de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas y fue publicado. Podemos imaginar la emoción de Rosario al revisar el periódico y hallar su texto. En 2022 es difícil dimensionar ese acto. Hoy, los chunches tecnológicos permiten comunicarse con todo el mundo en forma inmediata. En los años treinta la simple comunicación con Tuxtla era una odisea. Rosario entendió que ese medio impreso era un puente maravilloso. Hasta antes de ver publicado su poema, ella había recibido noticias de la capital del estado y de otras partes; el mundo, a través de la palabra, había llegado hasta su orilla, pero el día que vio impreso su poema supo que ella también podía unir la orilla distante donde vivía. ¡Era posible superar esa distancia que parecía insalvable! Al lado de la lectura del periódico y de libros, había otros productos culturales que abrían huecos de aire en la burbuja opresiva de Comitán: la radio, aunque fuera con interferencia; y el cine, aunque fuera con cortes y, en ocasiones, con proyección de rollos equivocados. Aparte de las manos de amigas y familiares de la comunidad, había otras manos que se le tendían, podía saludar a más personas, con historias que nada tenían que ver con las historias del entorno. Había más mundo y la palabra era el puente que unía su orilla con las otras. Cuando estuvo en la Ciudad de México, la enormísima ciudad, ella, desde esa orilla cosmopolita, tendió el puente con su estado natal, siguió enviando poemas a los periódicos chiapanecos. Sus primeros libros fueron esencia de Chiapas. Algunos críticos llamaron literatura indigenista a ese periodo. Rosario nunca aceptó tal etiqueta. Lo que hacía Rosario era cruzar el puente, pepenar los hilos de la cultura de su estado natal y, como red de pescador, enviarla al mar. Su carácter le indicaba que debía tender puentes. Sí, la doctora Heredia lo dijo bien: Rosario fue un puente mágico entre Israel y México. Cuando Rosario estuvo como embajadora de nuestro país en aquella nación, dio cátedra universitaria, a los estudiantes les llevó un bonche de esencias mexicanas; y, desde allá, envió ensayos para publicarse en el periódico Excélsior. Rosario fue un puente mágico entre Israel y México, según el decir de la doctora Heredia. Ah, qué genialidad. Ella fue puente mágico, lo sigue siendo; ahora, su pueblo de infancia y adolescencia está considerado como pueblo mágico. La magia es un concepto que es puente para recordar a la paisana en su cumpleaños 97. Posdata: toda escritura es intento de puente, hay algunos que son endebles y se caen; otros son puentes maravillosos, de hamaca, titubeantes, pero resistentes; y hay otros que son puentes mágicos, como lo fue el puente Rosario. Hay puentes que salvan distancias enormes y unen orillas alejadísimas. El puente Rosario sigue vigente, a sus orillas le han crecido muchas flores, con esencias sublimes. En Comitán le colocamos una reja de papel de china, le cantamos las mañanitas, regamos juncia fresca en su patio, mientras toca la marimba. ¡Felices 97, Rosario, abrazo, siempre!

sábado, 21 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA IMAGEN LLENA DE IDENTIDAD

Querida Mariana: ¿reconocés esta calle? Mirala bien. ¡Sí, es la calle de El Resbalón! Ah, mítica calle. Hay muchas personas que recuerdan esta calle que tiene ese nombre en esta cuadra, apenas cien metros, más o menos. La avenida Rosario Castellanos abarca muchas cuadras. La calle de El Resbalón sólo conserva este nombre en esta cuadra, subida en este caso y bajada si la foto se toma en la esquina superior. No es nombre oficial, por desgracia. Pero sí es nombre que resguarda la identidad de Comitán. Vos me contaste un día que con tu novio estuviste en la ciudad de Guanajuato. ¿En dónde se tomaron la foto del recuerdo dándose un besito de piquito? ¡En el Callejón del beso! Los compas de Guanajuato son abusados, en la entrada del callejón hay una placa en cerámica que consigna el nombre. Ahí llegan las parejas y se toman la foto dándose un beso. Hay guías de turistas que cuentan la leyenda. ¿En Comitán? Ah, pues, ya sabés cómo somos. No existe tal placa. Por fortuna, el otro día pasé por la calle y miré que, cuando menos, ya hay una iniciativa comercial que conserva este rasgo cultural. ¿Ya miraste qué dice el anuncio de bandera? Sí, este negocio tiene el nombre de “El resbalón”. ¡Ah, genial! Claro, hace falta platicar el origen del nombre. Mi mamá platica que en los años cincuenta, cuando ella llegó a Comitán, esta calle ya tenía este nombre, era una calle empedrada y su nombre se debe a que en la parte superior de la pendiente bajaba el agua de los chorros, esto hacía que las piedras siempre estuvieran mojadas, resbaladizas. Más de cinco compas se dieron buenos porrazos. De niño bajé y subí esta pendiente en varias ocasiones. Mis papás me llevaban a casa de tío Guillermo y de tía Juanita, que estaba en la esquina final de la calle. Desde entonces aprendí que el nombre de la calle era El Resbalón. Ahora mirás que la calle está pavimentada, ya tiene un cablerío bárbaro que, por fortuna, los pajaritos hacen atractivo y singular, porque la naturaleza está sembrada en lo alto. Me dio gusto hallar el nombre de la calle en este negocio. Es un negocio que anuncia: abarrotes y micheladas y su lema es: acá el que no cae… En el 2022 la gente ya no resbala, bueno, a menos que le meta de más a las micheladas. El nombre de El Resbalón nos remite a épocas donde el agua no escaseaba como ahora. Claro, el servicio de agua entubada no existía, decenas de burreros colocaban los barriles en los chorros (frente al parque de La Pila), los llenaban, los subían a los lomos de los burros y los vendían en el centro de la ciudad. El agua manaba generosa, mucha se regaba y bajaba por la pendiente de esta calle. Si alguien no tenía cuidado resbalaba y hacía ¡pongoch! Ah, cuántas sentaderas terminaron húmedas y adoloridas. ¿Qué te pasó, Lampito? Ah, me caí en la calle del resbalón. ¡Cómo no! Era un acto temerario caminar por la banqueta de laja, toda resbalosa, llena de moho. Ahora, la gente ya camina con más seguridad, ya no dice que resbaló en la calle de El Resbalón, pero, por fortuna, muchos dicen que compraron un refresco, un dulce, o una michelada en “El resbalón”. Este negocio agrega su nombre a la tienda del veinticinco o al de abarrotes El Cotzito. Nombres que son parte de nuestra cultura, de nuestra identidad. El nombre de El Resbalón está unido a espacios maravillosos de este pueblo mágico. Las albercas de Los Morales y de los Bermúdez estaban ubicadas en esta calle. El agua fluía con tal generosidad que dos propietarios de casas construyeron los llamados tanques, donde cientos de chiquitíos y mocetones nadaban en esos lugares. Digo que mis papás me llevaban a la casa de tío Guillermo y de tía Juanita, que estaba en la mera esquina de la bajada. Ah, casa maravillosa, llena de claridad y de agua. Mi casa de infancia, al estilo de muchas casas comitecas de la época, tenía un zaguán que daba al patio central. El zaguán de mi casa era un espacio cubierto. La casa de mis tíos no tenía ese espacio cubierto. La puerta (también costumbre de esos tiempos) estaba abierta, acá, sobre todo, para recibir a quienes llegaban a disfrutar los tanques. A mí me encantaba caminar por el pasillo que daba al patio que estaba quince o veinte metros adentro. A la izquierda del pasillo había un maravilloso sembradío de cartuchos (alcatraces). Como siempre el arte ha llamado mi atención, ya había visto en un libro la imagen de un cuadro de Diego Rivera, donde una mujer hincada carga un grandísimo canasto lleno de alcatraces. Cuando caminaba por el sembradío de las Bermúdez la imagen de Diego brincaba. Pero ahí no estaba esa mujer indígena, ¡no!, ahí era un hombre quien cuidaba el huerto, el recordado Chepito. Al final del pasillo estaba la tía Juanita, sentada en un esquinero del corredor de la casa, ahí, con la manita extendida, recibía la moneda que pagaba el compa que pasaría a nadar en los tanques, porque eran dos. Ah, qué tiempos. El agua brotaba de forma descarada, daba para llenar decenas de barriles de madera, daba para llenar las albercas de Los Morales y de Los Bermúdez, daba para desparramarse sobre esta mítica calle, la calle de El Resbalón. El otro día leí el texto de un compa escritor que creó una leyenda que refiere a la clásica mujer que seduce a los borrachos y que es una aparición diabólica, les da una arrastrada a los bolos y los deja tirados en otros sitios. El autor mencionó en la leyenda a la mujer del Resbalón. No me hagás mucho caso, pero casi puedo asegurar que la casa de los Morales es la que está a mano derecha donde va este carrito Chevrolet. Hace como cuatro o cinco años me permitieron entrar y vi el espacio donde estaba la alberca, que, cuentan los que saben y disfrutaron estos espacios, era una alberca para expertos, los principiantes acudían a las albercas de los Bermúdez. Yo, ya lo sabés, siempre fui un niño muy cuidadito, mis papás permitían que fuera al fondo de la casa de mis tíos a ver a los niños nadadores, siempre y cuando me acompañara una de las tías. Así, de la mano de mi madrina Elenita, me paraba en un altito y desde ahí miraba a los niños aventarse a la alberca, jugar a tirarse agua, a hacer apuestas, a echar machincuepas. La vida se concentraba en ese espacio lleno de risas, palabras altisonantes, de sol y de aire puro. Nunca pedí que me dejaran meterme a esas albercas, pude aprender a nadar, como aprendieron muchos comitecos. Siempre, a pesar de la multitud, las vi llenas de agua limpia, porque el agua fluía en forma permanente. Los tanques recibían el agua que llegaba de arriba y salía para regar el huerto de cartuchos. Así que el espacio que más visité fue el cartuchal, porque ahí no corría riesgo alguno, ahí estaba Chepito, siempre pendiente. Caminaba por los senderos y saltaba los pequeños canalitos donde corría el agua, la altura de los canalitos no rebasaba los veinte centímetros. Y como no aprendí a nadar, una tarde el temor de mis papás fue demostrado. La casa de los tíos tenía tres corredores, en el corredor de entrada había un pequeño tanque que servía para regar el jardín majestuoso. Era un tanque pequeño, tal vez de un metro de profundidad, tenía una cerca de madera, para evitar que un niño cayera. Pero esa tarde, la puertita estaba abierta y como jugábamos con los primos, uno de ellos, ya mayor, me empujó y Alejandrito cayó al tanque. Como los adultos estaban sentados en el corredor, mi mamá corrió y me salvó de ahogarme. Dios mío, en un tanquecito de metro de altura. Salí temblando, todo mojado. Las tías corrieron a secarme, a cambiarme de ropa, a ponerme pantalón, camisa, suéter, calcetines y zapatos de algún primo de casa. ¿Por qué tantas carreras, tanto movimiento inusual? Porque Alejandrito había caído en el tanque. ¡Dios mío! ¿En el más grande? No, no, en el pequeñito. ¡Ah, pucha, ahí nadie se ahoga! No, pero me mojé todito y como digo que era muy cuidado, estuve a punto de tener un resfriado. Desde esa tarde ya evité jugar con los primos. Como es mi costumbre jugué solo. Después de saludar a los tíos iba al huerto donde estaba Chepito, ahí caminaba por los senderos, admiraba los cartuchos y brincaba los pequeños canales. Lo más que podía pasarme ahí si tropezaba era terminar con la ropa enlodada o con los zapatos mojados. Ahí estaba el espíritu genial de Diego Rivera, ahí estaba el hato de alcatraces luminosos que carga la indígena de su cuadro. Posdata: nunca resbalé en esta calle, siempre caminamos con mucho cuidado, en la banqueta del otro lado, donde el agua no corría con el descaro que sí lo hacía en la banqueta de los Morales y de los Bermúdez. La casa de mis tíos fue fraccionada, los tanques ya no pertenecen a la casa que está en la esquina, un hermosísimo árbol que estaba frente al huerto ya fue tumbado. No obstante, cuando paso por ahí recibo una energía luminosa. Recuerdo los instantes que ahí viví. Mi tía Juanita Bermúdez fue hermana de mi abuela María, mamá de mi papá. Ya podés imaginar todo lo que eso significa en mi álbum personal. La casa de mis tíos está al final de la calle de El Resbalón, la calle donde ahora está la tienda de abarrotes y micheladas que, por fortuna, desempolvó el nombre maravilloso.

viernes, 20 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA QUE NO EXISTE LA C DE COTZ

Querida Mariana: los expertos dicen que la “c” no existe en el alfabeto del idioma tojolabal. Revisé un diccionario de tojolabal-español y hallé que el alfabeto va con la a, b, b’, ch, ch’… ¿Mirás? La “c” no existe. Y, para acabarla de acabar busqué cómo se escribe guajolote. Tampoco hallé la famosa palabra cotz. Según este diccionario, una publicación del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, guajolote se dice: Kolko, ajtzo. ¿En dónde nuestros mayores pepenaron la famosa palabrita? Según Pedro, si cotz fuera una palabra tojolabal debería escribirse con k: kotz. Pucha. Y es que los tojolabales escriben con k muchas palabras que toman del castellano. Mirá, los tojolabales escriben korneta para señalar a la corneta; koperatiba, para decir cooperativa; komisaryado para comisariado. Está genial, ¿verdad? La c castellana se vuelve k. Donde no hay cambio es en la palabra kilo, así lo escriben. ¿Cómo se dice colocho, rizado? Koloch. Ah, qué idioma más simpático. Vos sos kolocha. Entonces, ¿de dónde salió la c de cotz y, sobre todo, de dónde la palabra cotz? Sin duda que los expertos pueden darnos luces al tema. Tenemos otros idiomas cercanos, ahí están el chuj, el tzotzil y el tzeltal. ¿Recordás que una vez comimos en el restaurante Tuluk, que está a cuadra y media del parque central de San Cristóbal de Las Casas? Esa vez aprendimos que Tuluk significa guajolote, en idioma tzotzil. Vos bromeaste, dijiste que si pusieran una sucursal en Comitán se llamaría Cotz, pues sí, pero sigo sin encontrar la información precisa. Pedro dice que cotz debería escribirse con k, pero, digamos que hicimos lo mismo que ellos, como los tojolabales convierten la c en k y dicen korneta, bueno, nosotros podríamos justificar que hicimos lo mismo, al revés volteado, nosotros convertimos en c la k de ellos. Bonifaz, en su libro de arcaísmos, regionalismos y modismos, es puntual: cotz significa acto sexual y guajolote. Ambas acepciones son conocidísimas en Comitán. Muchas personas aprendimos que la palabra fue tomada del tojolabal, porque, así lo dijeron, cotz significa guajolote en tojolabal. ¿Por qué también se atribuye al acto sexual? Ah, eso es otro gran misterio, pero acá, a cada rato, los muchachos invitan a sus muchachas a echar cotzito, rico y jacarandoso. Los de mi generación (se entienden los tiempos) les gustaba decir que echaban cotz con pelos, y los más depravados… no, no lo diré, porque ofenderé tus castos oídos, pero si aplicara el lenguaje del maestro Bernardo diría para la primera palabra: “conducto muscular donde pasa el bebé al nacer”, y para la segunda palabra: “líquido que se obtiene al cocer verduras en agua hirviendo”. Turusa en caldo, ¡qué depravación! ¿Sabés que llamó mi atención? Hallé en el citado diccionario que los tojolabales usan como sinónimo de persona o gente la siguiente palabra: kristyano. ¿Cómo lo ves? Claro, se entiende que esto viene de los tiempos en que la religión católica era la dominante de la región. Los expertos sociólogos nos pueden dar luces acerca de ese comportamiento, porque, de entrada, uno puede preguntarse por qué cristiano es sinónimo de persona. ¿Sólo los cristianos son personas? Es una bobera lo que estoy diciendo, pero, insisto, en primera lectura esa impresión da. Imaginá que un ateo estuviera sentado en el corredor de la casa, leyendo un libro de filosofía y el compa tojolabal dijera que él es un kristyano. El ateo se molestaría, porque no sabría que la costumbre dictaba usar la palabra para nombrar a una persona. No sé si hasta la fecha siga tal costumbre. No sé. Esto de los idiomas es fascinante. Por ahí encontré un ejemplo de paridad en el lenguaje. Ahora que algunas kristyanas insisten en modificar el lenguaje, se sorprenderían al saber que los tojolabales en lugar de decir coraje dicen koraja. Posdata: total. ¿Qué sacamos en claro? Lo primero es que en el idioma tojolabal no existe la letra c. Coraje se escribe Koraja, corneta se escribe Korneta. Toda c inicial se convierte en k. Y lo segundo es que, perdón, no encontré la palabra kotz en el idioma tojolabal. Un hablante experto podría dar luz a esta duda.

jueves, 19 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON NOTICIAS LUMINOSAS

Querida Mariana: te paso copia de una fotografía luminosa. Y digo luminosa porque además del sol que se posa atrevido en la cancha de la gloriosa Escuela Fray Matías de Córdova, en primer plano aparece Martín García Villatoro, alumno del sexto grado de primaria del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz, en compañía de la maestra Sara Eugenia Gordillo Avendaño, directora del nivel primaria, y de la maestra Olga Patricia Hernández Román, titular de uno de los grupos de sexto grado. Luminosa, porque acá se ve al grupo de muchachos, de diferentes instituciones educativas de la zona escolar 006, que se preparan para participar en la Olimpiada del Conocimiento Infantil, de sexto grado. Ah, qué nervios. Cada uno de los estudiantes llevó la representación de su escuela. Sí, olimpiada, así se llama el acto del conocimiento. Tiene el mismo nombre que se usa, desde hace siglos en las máximas justas deportivas. Los alumnos, en lugar de pararse en la pista de atletismo, se sientan en los pupitres, reciben la prueba y aplican sus conocimientos en las hojas de papel, que luego son revisadas por los jueces, quienes dan el veredicto final. El 13 de mayo de 2022 llegaron los alumnos más destacados de todas las escuelas primarias de la zona y participaron con emoción y mucho entusiasmo en la carrera del conocimiento. ¿Y qué creés? Pues sí, imagen luminosa la que vemos. Martín García Villatoro obtuvo el primer lugar en la justa. Ah, qué bendición. Martín, como si fuera corredor, en la prueba de los cuatrocientos metros, recibió la estafeta de la tradición y llegó en primer lugar. Digo esto, porque el Colegio Mariano N. Ruiz ha obtenido el primer lugar desde hace muchos años. Recuerdo nombres de compañeros de generación y luego de generaciones posteriores. El año pasado, en 2021, Carolina Castañón Morales, quien era alumna del maestro Óscar Rodolfo Ventura Ramos, del sexto grado, de la Mariano N. Ruiz, obtuvo, de igual manera, el primer lugar en la Olimpiada del Conocimiento. ¿Qué querés que te diga? Nada. Ya todo está dicho. Los maestros de nuestro Colegio cumplen con creces y los alumnos aprovechan esa transmisión de valores humanistas y de conocimientos científicos. El Colegio Mariano N. Ruiz celebra en este 2022 su cumpleaños setenta y dos. ¿Mirás cuántos años de siembra, de siembra luminosa? ¡Qué bendición! Como dicen los clásicos, todos los alumnos que llegaron a la Olimpiada, son triunfadores, ¡por supuesto que sí! Cada uno de ellos es un ser humano comprometido consigo mismo y con sus papás y con su escuela y con la patria. El objetivo de la educación es formar personas para que sean ciudadanos sanos, pero cuando un alumno obtiene el primer lugar en una justa de conocimientos es doble motivo de orgullo. Siempre que hay seres humanos que beben en los mejores abrevaderos de la ciencia el espíritu del mundo se ilumina, con la intensidad que acá está iluminada esta cancha. El Colegio Mariano N. Ruiz, por el esfuerzo de sus alumnos, maestros y padres de familia, obtuvo la gloria del oro en la Olimpiada del Conocimiento Infantil, en las justas de 2021 y 2022. Ah, genial seguidoña. Felicidades por estos logros, felicidades, porque estos triunfos confirman la historia de grandeza de la institución. Posdata: sé que vos fuiste representante de tu escuela secundaria en una justa; sé que obtuviste el primer lugar en la competencia regional. Vos también probaste la gloria del triunfo. Hay un sabor exquisito a la hora de pasar al frente y recibir el aplauso de la audiencia, incluso de los competidores que no alcanzaron el triunfo. Lo más importante es constatar que las escuelas, con sus maestros, siguen sembrando luz en los espíritus de los niños y de las niñas. El país necesita más compromiso en esta labor educativa. Es motivo de orgullo el triunfo de los alumnos de nuestro Colegio Mariano N. Ruiz. Felicidades a Martín, a Carolina; felicidades a los maestros, a los directivos, a todos, todos los que aportan su trabajo para que la institución siga sembrando conocimiento y valores humanistas. Que las imágenes luminosas se sigan dando, por el bien de la sociedad.

miércoles, 18 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE VAN CON EL SIGLO

Querida Mariana: dos amigos van con el siglo. Sí, este año cumplen veintidós años. No hay pierde. Ellos tienen más de cuarenta años de edad, pero, insisto, van con el siglo. Parece contradictorio, pero luego explicaré. Se sabe que la memoria es endeble, muchos esposos no saben responder cuando alguien pregunta cuántos años llevan de casados. Quienes nacieron en el año 2000 no necesitan hacer muchas cuentas; lo mismo sucede con quienes se casaron en ese año; cuando alguien pregunta cuántos años llevan de casados, responden de inmediato, porque van con el año, el año en curso es el amigo que les “sopla” la fecha. Javiercito y Roberto son directivos de empresas que este año cumplen veintidós años, van con el siglo. Sí, este año cumplen veintidós y cumplirán veintitrés en 2023 y cincuenta años en el 2050. Javiercito y Roberto son jóvenes, bueno, no tanto, a ellos los conocí cuando tenían escasos catorce o quince años; desde entonces, ellos me tienen afecto y yo procuro corresponder a su cariño. Los conocí en el glorioso Colegio Mariano N. Ruiz, luego ellos cursaron grados superiores en otras instituciones educativas y en el 2000 aparecieron en las empresas que, en este año, no hay pierde, festejan el cumpleaños veintidós. Van con el siglo, cuando el siglo cierre sus puertas, sus empresas abrirán la puerta del nuevo siglo, la del siglo XXII. Ah, qué bonito, ahora cumplen veintidós y cumplirán cien en el siglo XXII. El veintidós es un buen número, es un número armonioso, son como dos patitos en el lago. Javiercito y Roberto son amigos infaltables en el mar de la vida. ¿Cuántos años llevan siendo amigos? Más de veintidós, digo que los conocí hace más de veintidós. Los conocí en el lago de los afectos, ellos nadadores jóvenes, apropiándose del conocimiento para nadar en los grandes espacios. Ahora, si me permitís el símil, digo que ellos ya son expertos nadadores, cruzan con pericia el Canal de Suez de la vida. Roberto dirige el restaurante “Comitán, lindo y qué rico”; Javiercito, al lado de su hermano Mario, encabezan el corporativo AE Consultores. Ambos amigos son exitosos en sus profesiones. Nacieron en el siglo XX, pero vuelan alto en el siglo XXI. Poseen los valores de antaño y disfrutan de las bondades tecnológicas de estos tiempos. Sus empresas son ese maravilloso puente que permite aplicar la tradición heredada, son los hermosos jardines de las casas comitecas, los corredores con macetas llenas de colas de quetzal, los pilares de cedro, las ollas llenas de agua limpia, las manos de los abuelos, los abrazos de los padres. Javiercito y Roberto tienen más de cuarenta años, pero en este 2022 cumplen 22. Me encanta el número 2, patito en el lago. Jamás volverá a darse esta coincidencia, porque los patitos siempre emprenden el vuelo, Roberto y Javiercito ya vuelan para cumplir en 2033, los treinta y tres años de sus empresas. Para dentro de diez, otro símbolo aparecerá en el cielo, porque el tres es un número maravilloso en el calendario de la semiótica. Posdata: el tiempo es una línea recta infinita, pero, sólo como juego, a veces, los seres humanos podemos fraccionarlo. Lo hacemos cada vez que vemos una fotografía o cuando proyectamos un recuerdo sobre nuestra memoria, hacemos una pausa en esa carrera infatigable, le metemos el pie para que trastabille tantito. A Roberto y a Javiercito los recuerdo muchachos, me tocó conocerlos en el siglo que nacieron, ahora, la vida me permite abrazarlos en el siglo que vuelan por todo lo alto, ya más creciditos, más experimentados, más comprometidos con la sociedad. Uno de mis privilegios es ver la vida desde la orilla. Veo el lago y disfruto el nado simpático del número 22. Es número prodigioso. ¡Felicidades!

martes, 17 de mayo de 2022

DE PALABRA LIMPIA

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como lengua para tacos; y mujeres que son como lengua comunicativa. Claro, todos saben que en esta división hay subdivisiones. A la mujer lengua comunicativa se le puede dividir en dos: la que comunica ideas propias, la reflexiva, la que es mujer Ensayo, fértil género literario; y la que sólo se dedica a compartir chismes. En todos los pueblos del mundo, hay que decirlo, existen más chismosas que ensayistas. Las chismosas son hábiles para formar redes de comunicación; las ensayistas son hábiles en la investigación bibliográfica o de campo. Las chismosas sólo realizan actividades de campo, entendiendo al campo como el espacio de convivencia suprema. Pobres los hombres que se creen dueños del universo y piensan que la cantina, donde se reúnen con sus compas, es el mejor lugar para la confidencia, para la anécdota, para el chiste jode honras. ¡Pobres! El espacio donde se diseña el mundo es donde se reúnen las mujeres hijas y madres del chisme. Ah, cómo disfrutan manchando honras ajenas, con qué alevosía avientan chismes como cachinflines. Dios mío, ¿de dónde sacan tanto veneno si no son coralillos, ni nauyacas o cascabeles? La mujer ensayo es de la estirpe de las grandes mujeres del Antiguo Egipto, sus caderas tienen la gracia del misterio de La Esfinge y su sonrisa el encanto de las dunas del desierto. Sólo los amantes osados logran penetrar en su mente, que es como una pirámide donde al fondo del túnel conserva su tesoro, no el “tesorito” absurdo y elemental del que habla Laura León, cantante popular, sino el conocimiento exquisito de todas las disciplinas del saber. Ella es la presencia permanente de lo que está por descubrirse, por eso, alienta el deseo, pero difícilmente cede, porque sabe que si el deseo se cumple se cancela. Lo importante de la vida está en la curiosidad infinita. Esto lo sabe la mujer ensayo, por eso es como gatita husmeadora, con mirada de búho, con astucia de zorra pura. Su personalidad tiene la grandeza de la pirámide de Keops, la ha construido piedra por piedra, con la paciencia de un artesano, con la precisión del artista que pinta la luz última en el rostro del retrato o del escultor que le grita a su obra: ¡habla! Su vida es como un puente de bambú: resistente y delicado. Siempre une orillas, las que están detrás de capas de niebla, donde sólo se escuchan ruidos estridentes. Si no fuera por ella, todo mundo pensaría que del otro lado hay monstruos y no los pájaros sorprendentes que imitan las mil voces, incluso la del puma, la del jaguar, la del lobo y de aquella mítica ave que, cuenta la leyenda, sedujo a pueblos enteros. La mujer ensayo es una gran sembradora, su palabra es maíz, es palmera, es pino con juncia fresca; cuando habla, con comedimiento, su amante recoge duraznos, papayas y mangos de manila. Su palabra es cuerda para brincar, pirinola, canica, pelota, alberca. Sí, su plática siempre es como trampolín, lugar preciso donde el salto sólo permite la diversión, el chapuzón en aguas limpias, transparentes, seguras. Cuando ella habla, sus palabras son como palmadas que llevan el ritmo, que reconocen la grandeza de la vida, que incitan a la acción. Mientras ella habla el mundo es como una muchacha que baila el famoso catala de los cronopios, de Julito Cortázar. Sí, ella es una maravillosa cronopia, que sí pía, gallina ponedora, cuida huevos, pisadora genial. ¿Qué hace cuando tiene hambre? Come. ¿Qué hace cuando se enamora? Vive. No le gustan los objetos rotos, por eso, ella no rompe la cuerda de la palabra, mantiene intactas a las oraciones, tanto las que los fieles envían a sus dioses, como las que los amantes enredan en las cinturas de sus amadas. Ella asume que el mundo es una infinita oración, un enormísimo e infinito rosario de palabras, de versos, por eso es una gran lectora de poesía. Le encanta leer a la Pizarnik, por ejemplo, quien, a su modo, fue una verdadera mujer lengua comunicativa. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como extintas sonrisas de hielo, y mujeres que caminan por la vida como si fueran la divina garza.

lunes, 16 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON RECONOCIMIENTO

Querida Mariana: que cada persona reconozca sus entornos, que los amantes del fútbol reconozcan a los más grandes deportistas, quienes, con su talento y pasión, les propician instantes luminosos. Sin ser deportista ni amante de los deportes, recuerdo, con emoción, al Cobra Muñante, jugador de los pumas, en los años setenta. Una mañana entré al estadio universitario, a la hora de la práctica del equipo y tuve a Muñante, frente a mí, lo vi correr, hacer un sprint que lo hizo famoso. En ese momento la vida estaba concentrada en ese hilo luminoso que me unió con el gran futbolista. Por eso, entiendo a los fanáticos que hablan con pasión de jugadas magistrales. En la vida es importante reconocer los entornos, los espacios donde nos movemos. Nunca me atrevo a rebatir el comentario de un apasionado al fútbol, por ejemplo, ni de alguien que ha sido católico toda su vida ni de otro que es un vehemente de la política. Cada uno reconoce sus espacios. He conocido personas que son unas bibliotecas ambulantes de la historia del fútbol o de la historia de México. Ellos reconocen sus querencias, sus fortalezas. Me encanta escucharlos, ver la vehemencia con que abren los brazos, con que somatan las mesas con sus puños, con que sueltan sus palabras medidas, pero desbordadas. Que cada uno reconozca sus entornos y sus querencias. Jamás me atrevo a rebatir la opinión de un amigo coleto que sostiene que el mejor Pueblo Mágico es su pueblo; ni discuto cuando alguien afirma que San Cristóbal de Las Casas es la Capital Cultural de Chiapas. No lo hago, porque respeto lo que acá digo: cada uno reconoce sus entornos. Sólo quien vive la pasión del terruño puede hablar de él. Que cada uno reconozca sus entornos, que los apasionados a la danza folclórica hablen de los dones de esa manifestación cultural, que lo mismo hagan los lectores, los escritores, los críticos de cine, los amantes de la ópera, los jugadores de básquetbol, los nadadores, los agricultores, los cínicos y los desorientados. Que los comitecos reconozcan las bondades de su pueblo, de su maravilloso pueblo. ¿Yo? hablo de las cuerdas donde me sostengo, de lo que, durante toda mi vida, ha sido el eje de mis intereses, de lo que me ha hecho feliz. Mis intereses están en una rama específica del enormísimo árbol de la vida. Vos sabés que, como pájaro carpintero, he hecho mi hueco de vida en la rama del dibujo, de la pintura, de la lectura, de la promoción cultural, de la práctica editorial y de la escritura. Reconozco mi entorno, a la gente que aporta abono para que mi rama sea fuerte, llena de savia. Por eso, hoy, reconozco al licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, porque en su gestión municipal alentó la publicación de la gaceta Kujchil, publicación que tuvo un tiraje de diez mil ejemplares mensuales. Sí, leíste bien: ¡diez mil ejemplares mensuales, de distribución gratuita! Jamás en la historia de los ayuntamientos municipales de Comitán hubo una iniciativa semejante. Estoy seguro que alguien tiene en su biblioteca personal ejemplares de Kujchil, porque son partecita del Comitán eterno. Esa iniciativa le hizo bien a nuestra sociedad. Que cada uno reconozca sus entornos, que los expertos en política hablen de ello, que los fanáticos del deporte hablen de sus bondades, que los alpinistas hablen del Everest o del Tacaná, que los bohemios hablen de las bondades de la guitarra y del ron. Hablo de mi entorno, de lo que es parte de la cinta de luz que me rodea, que me bendice. Hasta el momento, no ha existido una propuesta editorial similar de gobierno municipal como la que alentó el licenciado Avendaño Bermúdez, a quien, en el tiempo A. P. (antes de la pandemia) veía caminando por el parque o en alguna calle de nuestro Comitán. Posdata: que cada persona reconozca sus entornos, que dé testimonio de lo que le tocó vivir, de la luz que ha recibido por aquellos actos que han alegrado su vida. Cada persona ha tenido instantes sublimes, ha cortado frutos exquisitos. Los grandes futbolistas proveen momentos gloriosos a millones de fanáticos; los grandes directores de cine (vos lo sabés bien) generan felicidad en millones de cinéfilos, lo mismo sucede con los cantantes, con el béisbol, con el tenis, con el mejor billarista del mundo, con los magos, con los fisicoculturistas, con medio mundo. En Comitán, todos los amantes de la lectura y de nuestras tradiciones, vivieron un momento prodigioso, en el momento que abrían las páginas del Kujchil, voz que designa al chal con el que las madres cargan a sus criaturitas. ¡Qué bendición! Que cada persona reconozca sus entornos, sus fortalezas, sus querencias. Reconozco la luz que ilumina mi espacio.

domingo, 15 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA IMAGEN BELLÍSIMA

Querida Mariana: ¿en cuántos pueblos del mundo celebran a la Santísima Trinidad? No sé. Pero, sin duda, en pocos la celebran con el fervor que se da en La Trinitaria, nuestro maravilloso pueblo vecino. Ahora, La Trinitaria se prepara para celebrar la Feria de La Santísima Trinidad 2022, la intensidad religiosa se funde con el festejo popular, así lo reafirmó el contador Ervin Leonel Pérez, presidente municipal, la noche del 13 de mayo de 2022, en la presentación del programa de feria. El presidente dijo que la feria de la Santísima Trinidad es una feria del pueblo. He tenido la oportunidad de presenciar, de lejitos, la pasión del pueblo por La Santísima Trinidad. Esta foto que te comparto la conserva mi mamá en una carpetita, donde tiene, también, la Oración a La Santísima Trinidad, donde los fieles le piden clemencia y que “nunca falte casa, vestido, salud y sustento”. Sí, lo sabés, mi mamá, no sé desde cuándo, es una fiel seguidora de la Santísima Trinidad. En el tiempo A. P. (antes de la pandemia) íbamos a La Trinitaria cada primero de enero y ahí ella agradecía las bendiciones y suplicaba “la infinita bondad” para el año por comenzar. Y Dios mandaba bendiciones, las sigue enviando. Ahora mi mamá reza la Oración desde casa. Este año, la feria regresa, del 3 al 13 de junio habrá guateque en honor a la Divina Providencia. Así como sostengo que en pocos pueblos del mundo celebran con tanto entusiasmo y fe a la Santísima Trinidad, de igual forma casi aseguro que en pocos pueblos del mundo celebran a San Caralampio, como lo hacemos en el pueblo. En Comitán es nuestro santo consentido y existen decenas de testimonios del cariño que el pueblo le tiene, una de esas manifestaciones es, por supuesto, la prodigiosa Entrada de Flores, del día 10 de febrero, y la feria que se hace en su honor en el parque de La Pila. Hace falta que los escritores de La Trinitaria realicen lo que hicieron Rosario Castellanos y B. Traven, quienes, en “Balún Canán” y en “La Carreta”, respectivamente, narraron ficcionalmente escenas de la Feria de San Caralampio y nos legaron documentos de mucho interés cultural. Ahora se está dando un movimiento cultural muy importante en Juncaná, comunidad del municipio de La Trinitaria, por ahí puede brincar la liebre, más bien dicho: asomar la mazorca de la narrativa sensacional. El dato histórico ya está dado por el maravilloso cronista maestro Benito Vera y las investigaciones de Amín Guillén, quien ama mucho a La Trinitaria. El maestro Benito, en su libro “Apuntes monográficos del municipio de La Trinitaria”, dice que la Feria de la Santísima Trinidad se celebra ocho semanas después del Domingo de Resurrección, por eso no tiene fecha fija; este año, ya nos lo indicaron las autoridades en nombre del pueblo, se celebrará del 3 al 13 de junio. El maestro Vera destaca la tradicional Entrada de Flores: “miles de indígenas tojolabales, procedentes de los municipios de Las Margaritas y La Independencia protagonizan este magno evento”. Sí, la palabra Magno está bien empleada, es un acto maravilloso. ¿Cuántos pueblos celebran con tanta emoción a la Santísima Trinidad? La Trinitaria reconoce que posee la bendición divina, por eso sigue fiel a sus tradiciones, así lo confirmó el presidente municipal en el mensaje que brindó la noche del 13 de mayo, en la explanada del palacio municipal: “vamos a ser parte de nuestras tradiciones”. Ah, qué bonito. Mi mamá asegura que yo tomé la foto que te comparto; no recuerdo, pero debe ser cierto, a mi mamá le creo. Fue una mañana donde realizaron el tradicional recorrido por las calles del pueblo, con la imagen majestuosa que preside el altar. Digo que desde lejitos (como siempre en todos los actos de mi vida) he sido testigo de esta maravillosa procesión, he visto cómo los fieles avientan flores al paso de la imagen religiosa, cómo se emocionan, oran, piden, agradecen, sus ojos se humedecen. La vida, la hermosa vida, camina oronda por las calles. Posdata: Muchos amigos de mi generación tienen grata memoria de don Fedro Guillén, un intelectual de altos vuelos, que nació en La Trinitaria. Él vivía en la Ciudad de México muy cerca de la casa de huéspedes de la queridísima doña Rome y de ahí se descolgaban para ir a platicar con don Fedro, quien fue amigo de nuestra Rosario Castellanos. La Trinitaria es un pueblo prodigioso. Hoy vive una época de esplendor. Que la Divina Providencia permita que siga siendo un nidito de amorosa convivencia. ¡Salud!

sábado, 14 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON REVISTAS DE MONITOS

Querida Mariana: Alfonso dice que soy hombre de un sólo cuadro y de un sólo libro. Estoy de acuerdo con él. Mi proceso de creación gira sobre un mismo centro: el centro es Comitán, pero como a todo centro lo rodean círculos concéntricos, mi obra abarca a Chiapas, a México y el mundo en general; el centro de mi obra es el ser humano, y con esto digo que me interesa todo lo que al hombre interesa. El mundo así es: repetitivo. Basta ver la rutina de millones y millones de personas, de lunes a viernes, en el plano laboral; y de sábado a domingo, en el plano recreativo. Conozco a muchas personas que se levantan a las seis, se bañan, desayunan y van al trabajo; salen a comer, regresan a las cuatro y concluyen su jornada a las siete de la noche; a casa, a cenar, a ver televisión y a dormir. Al siguiente día, la rutina tiene casi casi el mismo rostro. Así es la vida. Los sábados, también se levantan temprano, preparan sus cosas para el deporte y van a la cancha donde tienen partido, al término se reúnen con varios integrantes del equipo y acuden a una cantina a botanear y tomar algunas cervezas y el famoso desempance. Hoy, de nuevo, retomo el tema de las revistas de monitos, que fueron el primer escalón en mi ascenso como lector. ¿Por qué el tema de nuevo? Es como una manda religiosa. Mi mamá reza el Padre Nuestro todos los días. No se cansa. Digo que retomo el tema, porque leí un texto de Héctor Benavides donde comenta que en una ocasión (en los años sesenta) Alejandro Jodorowsky, el gran director de teatro, de cine, y hombre polémico por sus declaraciones, ser de pensamiento non, le dijo lo siguiente: “Yo leo cómics porque considero que son el arte del futuro, primero que nada es la literatura que más se lee; un libro que llega al máximo éxito, tiene 60 mil ejemplares vendidos y corona al autor; un cómic, cuando tiene éxito, tira un millón de ejemplares a la semana, o sea que la literatura actual, hay que reconocerlo, es el cómic, o los monitos, como le dicen en México”. Sí, los paisanos de mi generación recuerdan que lo dicho por Jodorowsky fue cierto. ¡Sí! En esos años, en Comitán y en todo México muchas personas leían revistas de monitos. Los tirajes eran millonarios, ¡millonarios! El director de la película “El topo” dijo: “un cómic, cuando tiene éxito, tira un millón de ejemplares a la semana”. ¿Lo imaginás? “La Proveedora Cultural”, de don Rami Ruiz, era el lugar donde vendían las revistas, además de periódicos y libros. Decenas de compradores acudían cada semana a comprar Kalimán; Lágrimas, risas y amor; Memín Pinguín; Capulinita; Hermelinda Linda; la Familia Burrón; Los Agachados; Los Supermachos; Chanoc; Santo, el enmascarado de plata. Yo era un consuetudinario lector de Memín y de Chanoc. En mi novelilla “Historia triste de un cuenta historias” hago un homenaje a Chanoc, que era un impresionante pescador de un poblado llamado Ixtac, quien tenía un padrino, llamado Tzekub, a quien le encantaba beber cañabar, bebida alcohólica de la región. Las aventuras de Chanoc fueron llevadas al cine, el actor Andrés García, antes que se pusiera su bombita, interpretó al personaje. Las editoriales, como advertís, hicieron grandes negocios con las ventas de estas revistas de monitos. En ese tiempo las editoriales hicieron negocios millonarios. Sí, millones de lectores en todo el país leían los monitos. Siempre he sostenido que muchos niños que leímos cómics nos convertimos en grandes lectores. Las revistas de monitos son el peldaño inicial de la hermosísima escalera de la lectura. Ah, qué bendición. En esos años la industria de revistas de monitos en México era una gran mina de oro. Muchísimas familias dependían de esa actividad cultural: escritores de guiones, ilustradores (magníficos dibujantes), impresores y muchos más. En algún momento, esta industria comenzó a decrecer. ¿Por qué? No lo sé. Entiendo que el fenómeno de la globalización y de las nuevas propuestas culturales arrasaron con esa floreciente empresa. Debo decir que al lado de los monitos mexicanos consumíamos monitos de importación. Junto a Memín, Kalimán, Chanoc, Capulina nos entreteníamos con el Pájaro Loco, Batman, Superman (¡por supuesto!), Flash Gordon y otros héroes norteamericanos. Era tanta la pasión de las revistas ilustradas, que nunca percibimos a cabalidad lo que significaba esa mezcla. No supimos que esas historias importadas iban, poco a poco, injertando otro modo de ser. Nuestros maravillosos personajes: Chanoc y Kalimán, si los comparábamos salían perdiendo con los súper héroes gringos. Kalimán nos decía que él dominaba la mente y quien domina la mente domina todo, ¡todo!, menos el vuelo. Superman tenía una visión de rayos equis. Pucha. Al personaje de carne y hueso le bastaba entrar a una cabina telefónica y adoptar la personalidad del súper héroe que sobrevolaba toda la ciudad de Nueva York. En ese momento no advertimos que el héroe norteamericano superaría a Kalimán, a tal grado que en el siglo XXI Superman sigue vivito y coleando, mientras que nuestro héroe mexicano desapareció. ¿Qué revistas de monitos leen ahora los niños mexicanos? Ya no hay revistas de creación nacional. Todas las que mencioné ya desaparecieron. Memín se extinguió; de igual manera Chanoc. Los Supermachos, de Rius, que educaron socialmente a los mexicanos, es un mero recuerdo. Las boberas de Aniceto Verduzco y de Hermelinda Linda ya moran en el cielo de lo irrecuperable. Ya te conté que en varios pueblos de México había lugares donde alquilaban revistas de monitos. Los niños que no tenían la paga suficiente para comprarlas nuevas, llegaban a esos locales y las rentaban para la lectura. Se sentaban en la gradita y se divertían. Parece un acto mínimo, pero ¡no! Esa práctica hacía lectores. Ahora ya no están esos puestecitos, por eso nos va como nos va. Los niños de estos tiempos leen mucho menos que antes y si consumen cómics son revistas de importación. Nada de producción nacional. Mencioné a dibujantes, guionistas, coloristas… Ahora, los diseñadores ya no tienen ese nicho, que era un espacio sensacional. Las revistas de monitos no sólo sembraron el hábito de la lectura, también fomentaron la vocación de dibujo. Miles y miles de niños copiaban los dibujos de las revistas. Jodorowsky dijo que los monitos eran el arte del futuro. ¿Se equivocó en su vaticinio? En parte. Este siglo es el siglo de la imagen. Los tirajes millonarios de revistas de monitos ya no existen, pero ahora, los niños consumen muchas imágenes en las pantallas de los celulares y en las pantallas de las salas cinematográficas y del llamado Streaming. Disney nos dicta cómo ver a México; lo mismo hacen Netflix, Amazon, HBO, Fox y demás plataformas. Los héroes que siguen los niños son héroes importados. Cuando se celebra el cumpleaños de un niño, existe una tendencia temática: todo lo que ahí se presenta, incluida la piñata, está en relación directa con El Hombre Araña; cuando se celebra el cumpleaños de una niña, todo está relacionado con Frozen. La mercadotecnia nos ganó. No tuvimos la capacidad para que nuestros héroes trascendieran. Kalimán venció a momias, pero no logró vencer la globalización; lo mismo pasó con Chanoc. Él, que venció a más de diez tiburones, no logró alcanzar a Aquaman. Los héroes gringos siguen volando por todos los cielos y nadando por todos los mares, mientras los nuestros se ahogaron en sus modestas vidas. Dejamos de consumir lo local, menospreciamos al talento nacional y cedimos la plaza a otras manifestaciones culturales. Las poderosas editoriales: Marvel y DC publican series de súper héroes. Sus precios son altísimos, en comparación con los precios modestos de las revistas de monitos de los años sesenta y años setenta. Mi papá, comerciante genial, me decía que él confiaba en la prédica: más ventas a precios módicos, que menos ventas a precios estratosféricos. Las editoriales mexicanas vendían a precios módicos millones de ejemplares, cada semana. Las editoriales ganaron mucho dinero; nosotros, los lectores, nos divertimos muchísimo gastando poco dinero. El otro día encontré una revista de Batman y recordé mis años de infancia, pero cuando vi el costo (trescientos noventa y nueve pesos) me dolió la cartera. La revista de Batman que compraba en mi niñez me costaba un peso. Los niños de los años sesenta vivimos tiempos geniales. Posdata: fui un gran lector de revistas de monitos; ahora soy gran lector de novelas y de libros de cuentos. No lo creerás, pero en mi niñez, las revistas de monitos las llamábamos “cuentos”. Yo leía cuentos y sigo leyéndolos. En tiempos que las editoriales le apuestan todo a las novelas e imprimen pocos libros de cuentos, sigo siendo un fiel lector de cuentos. Me gusta leer una buena novela (ahora leo la maravillosa novela “El péndulo de Foucault”, de Umberto Eco), pero siempre ando en busca de cuentos clásicos. Me siguen gustando los cómics, sí. Disfruto muchísimo una revista de monitos.