miércoles, 30 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON GALERÍA DE TRIUNFADORES

Querida Mariana: Maximiliano estará en el Senado. Ah, qué maravilla. Tal vez no lo escribí bien, porque una vez Romeo me dijo que había estado en Bellas Artes y luego supe que se había tomado una selfie en la entrada. Tal vez debí escribir: Maximiliano tocará en el Senado. Parece que volví a regarla, porque cualquiera puede tocar la puerta de cristal del Senado. A ver, para ser más precisos basta copiar lo que está escrito en la etiqueta: Maximiliano ofrecerá el recital de piano “Despidiendo otoño”. Parece que queda más claro, y esto da idea de la grandeza del acto: Maximiliano Domínguez Mayorga ofrecerá un recital de piano en el Senado de la República. ¡Ay, papá, qué privilegio! ¿Conocés a Maximiliano? Sí, porque recuerdo que algo me comentaste cuando publicamos una entrevista con él, en la revista Arenilla. Es un joven talentoso. A mí me da mucho gusto la noticia. En los últimos tiempos, el senador comiteco Eduardo Ramírez ha realizado una serie de actos donde invita a paisanos a presentarse en el Senado de la República. Debo reconocer que si no fuese por esas iniciativas, apoyadas por personas cercanas, nuestros paisanos no habrían llegado a ese recinto de la patria. Un día, el gran pintor comiteco Mario Pinto Pérez montó una exposición de acuarelas; otra mañana, el gran deportista comiteco Cuauhtémoc Alcázar Cancino recibió un reconocimiento por su trayectoria; de igual manera, el gran médico comiteco Joaquín Ramírez Aguilar obtuvo una distinción por su trayectoria humanista; y ahora, el joven artista comiteco Maximiliano Domínguez Mayorga ofrecerá un recital. Esto es muestra fehaciente de la calidad de la melcocha comiteca. ¿En dónde tocará Maximiliano? Ah, mirá en qué lugar: en el auditorio Octavio Paz, del Senado de la República. ¡Nadita! El espacio lleva el nombre del único poeta mexicano que, hasta la fecha, fue merecedor del Premio Nobel de Literatura. A mí, lo sabés, me encanta leer ensayos de Octavio Paz. Todo mundo reconoce que fue uno de los intelectuales más ilustres de este país y de lugares circunvecinos. Asimismo, me fascina el poema brevísimo que se llama La rama, ¿lo recordás? Canta en la punta del pino un pájaro detenido, trémulo, sobre su trino. Se yergue, flecha, en la rama, se desvanece entre alas y en música se derrama. El pájaro es una astilla que canta y se quema viva en una nota amarilla. Alzo los ojos: no hay nada. Silencio sobre la rama, sobre la rama quebrada. Hoy, más que nunca, la voz de Octavio Paz puedo relacionarla con la música de Maximiliano. Mi querido Temo Alcázar, cuando supo que sería reconocido en el Senado, escribió en redes sociales: “Voy por la grande”, Maximiliano, jovencísimo, ya es un pájaro sobre una rama, una rama del enormísimo árbol del arte, de la vida suprema. Posdata: cada que me despido de vos digo: ¡Tzatz Comitán!, que significa ¡Fuerza Comitán! Hoy, con emoción, digo: ¡Tzatz, Maximiliano!, por siempre, para siempre.

martes, 29 de noviembre de 2022

TIEMPO QUE ES MÁS QUE EL ORO

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que invierten tiempo en la Casa de Bolsa, y mujeres que se embolsan el tiempo de los otros. La mujer que invierte tiempo en la Casa de Bolsa es experta en valores. Reconoce cuándo es tiempo de siembra y cuándo el tiempo de recoger los frutos. Si el dicho recomienda “vigilar los centavos, porque los pesos se cuidan solos”, ella sugiere ser cuidadoso de los segundos, ya que así los minutos no se malgastan. La vida, como construcción fastuosa, debe hacerse ladrillo por ladrillo, segundo por segundo. Su principal objetivo no es acumular tiempo, la inversión no es para duplicar el tesoro, sino para reforzar su valor. No le gusta especular con el tiempo, como sí especulan las empresas con el billete verde. Ella vive con el lema genial que dice: “time is money” y este dinero es un legado intangible, la principal herencia. Como ya advirtió el lector inteligente, su tiempo lo invierte en forma regular y permanente, como si fuera farmacia en turno, invierte el tiempo las veinticuatro horas del día, hasta que el propio tiempo le dice: “¡ya, basta, te llegó la hora!”, que es una frase boba, porque a todo mundo le llega la hora en un segundo, no en una hora. La hora restalla en un instante con la misma intensidad del Big bang, sólo que en proceso inverso. El hombre sabio dice que “el tiempo perdido los sabios lo lloran”, pero nadie ha dicho que los hombres exitosos son quienes se dedican a buscar ese tiempo extraviado. Cuando estos gambusinos geniales encuentran tiempo tirado lo limpian, lo pulen y lo echan a volar por sus cielos. Estas crías de tiempo anidan en lo más alto de la montaña y se convierten en águilas que hacen más grande la leyenda. El tiempo perdido, que es hallado en el templo, tiene la liviandad del vuelo y la solidez de la roca; los gambusinos usan esta sustancia temporal, como alquimistas, para convertirla en oro. La mujer que invierte tiempo en la Casa de Bolsa sabe que no hay un ser humano que no dependa de él, es un valor inmutable que no admite réplica. Ella, por supuesto, ama los objetos que miden el tiempo: los relojes electrónicos y de arena; los relojes de pulso y los de pared, los relojes con engranes de tela y los que tienen maquinarias diseñadas en lo profundo de la cueva. Prefiere los relojes analógicos, porque son abuelos de alcurnia que siempre recomiendan darles cuerda, como un recordatorio que en la vida, cualquier acto, necesita de la cuerda. Dar cuerda al salto para que se diviertan las niñas, dar cuerda al ánimo para que se sostenga en la línea, dar cuerda al trompo, a la vecina que es gatita en celo. Si el sabio dijo que le bastaba un punto de apoyo para mover el mundo, ella sabe que basta un costal de segundos para caminar por el callejón del asombro, por el mercado de los milagros, por las canchas eternas, por las pistas de baile. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que comen cacahuates, y mujeres que simplemente comen huates.

domingo, 27 de noviembre de 2022

EL DESTINO SOBRE UNA HOJA AL AIRE

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que saben reconocer la luz de la piedra, y mujeres que leen horóscopos. La mujer lectora de horóscopos es como una vidente que juega con el destino y lanza las cartas del zodiaco como si fuera tarot. Su bola mágica no es de cristal, es de piel y de carne. La lectura del futuro de cada día lo hace en el cuerpo del amado. Es sorprendente ver cómo ella, que dejó de ser Virgo hace mucho tiempo, descubre a Aries y Tauro en la entrepierna. Piscis y Acuario se regodean en los brazos y manos de él. Desde que ella se dio cuenta de su vocación mandó a Cáncer y a Leo al cuarto de los trebejos, lugar donde deberían reposar todas las miserias del mundo. En la azotea de su cuerpo, donde recibe el sol de madrugada, sobre un pedestal, ha colocado a Géminis, porque sabe que el destino del ser humano es la imagen de los gemelos. Ella dice que cuando la humanidad logre armonizar el Doctor Jekyll con el Míster Hyde que todos llevamos dentro, ese día el mundo será una alfombra de nubes, un caramelo de miel, una huella sin arrugas ni lamentos. Ella lee el horóscopo porque le gusta caminar sendas inciertas. Siempre que lee el destino de Libra o de Sagitario elimina los árboles del bosque y los convierte en un valle sin impedimentos. Si algún miserable le pide conocer su horóscopo del día, ella, como si fuera la doctora corazón, pinta de rosa cada palabra hasta convertir el mensaje en una puerta azul con espíritu violeta. En sus manos el destino del universo tiene un rostro de muñeca de Sololoy. Si el horóscopo señala que el día tendrá una grieta, ella lo edulcora y dice que el día será como la túnica de María Magdalena: llena de espinas tenues que se quiebran al conjuro de la palabra más dulce. Los agnósticos y los ignorantes no saben que ella es dueña de la palabra, porque el horóscopo no es más que el futuro escrito sobre una nube o sobre una piedra. Ella asegura que su vocación es nieta del acto que realizó Moisés al recibir las tablas con los diez mandamientos, ahí quedó asegurado el destino del mundo católico. La gran pasión de su vida han sido las imágenes del zodiaco. Desde niña jugaba con ellas, las pegaba sobre pedazos de cartulina y las pegaba en las paredes de su habitación, por las noches se iluminaban como estrellas y platicaban entre sí. Ah, cómo disfrutaba a la hora que Sagitario se montaba sobre Virgo y cabalgaban por la estepa. Hoy, las imágenes del zodiaco están tatuadas en su cuerpo y en su alma. Su juego favorito es cuando el amado trata de adivinar en qué parte del cuerpo tiene tatuado el signo de Capricornio. Todos sus amantes han descubierto que la ruta de Géminis conduce a sus nalgas, cada uno de los gemelos brinca sobre un cachete rosado, pulido, luminoso. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que cambian el rumbo, y mujeres que juegan tenis sobre las camas. ¡Tzatz Comitán!

sábado, 26 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN RECADO

Querida Mariana: cuando murió Rosario Castellanos, Jaime Sabines le mandó un recado. Ahora todo mundo puede leer lo que Jaime le dijo a Rosario. Triste y enojado, el poeta le dijo tonta a su amiga. Jaime no le escribió un poema, le escribió un recado. Por eso Jaime es grande, porque supo que un recado es menos pedante que un poema, un recado es más de amigos. No faltan las personas que se sienten muy importantes cuando un poeta les dedica un poema. Estas personas son muy creídas, como decimos en Comitán. Un recado es algo de más confianza, más íntimo, más cariñoso. En mis tiempos infantiles, en tiempos donde creíamos que la lámpara maravillosa hacía prodigios, los niños enviaban recados a las niñas y éstas, cuando miraban con afecto a los escribidores, respondían también con recados, escritos de puño y letra. Todo mundo se enviaba recados, papelitos que eran conservados adentro de cajitas, donde estaban las flores secas. Jaime escribió el recado a Rosario de su puño y letra. Jaime usaba libretas para escribir sus poemas. No escribió muchos recados, por eso, el que envió a Rosario es muy apreciado. A mí me gusta mucho la palabra recado. En Comitán, antes, muchas personas enviaban recados y, fieles a nuestra costumbre, también enviábamos recaditos. ¿Vos recibiste recaditos? Alfonso, quien siempre ha sido un chico listo y aventado, copiaba poemas de grandes autores, los pasaba a mano en un papelito y se los daba a la chica que le gustaba. En más de una ocasión vi a la chica orgullosa y escuché que agradecía el honor, porque, a pesar que la chica no era lectora de poesía se sintió muy bien al saber que ella era el motivo de inspiración. Si hubiese sabido la realidad, no sé qué habría pensado. Lo que hacía Alfonso en la adolescencia no era cosa infrecuente, era lo más común del mundo. Muchos chavos eran simples copiones de poemas de amor, viles profanadores del derecho de autor. Ah, pero las chicas también tenían sus recursos. Circulaba un libro que traía modelos de cartas. Las chicas copiaban el texto y sólo agregaban el nombre del chico en la mira. El chico, enamorado, se desparramaba sobre las nubes al leer esos mensajes apasionados. Vivíamos en un mundo de ficción, donde la chica creía que era la musa y el chico pensaba que la chica había escrito algo salido de su corazón. Pero, digo que eran papelitos, porque la revolución tecnológica era algo inadvertido, nunca imaginado. Sabines, de niño, sin duda, mandó recaditos a alguna tuxtlequita que le gustaba, o ya luego, cuando atendió la tienda de telas, mandó recados a clientes o a proveedores. Los papeles andaban de un lado a otro, en ocasiones se entregaba en mano del destinatario, pero en ocasiones eran enviados a través de lo que acá en Comitán se llamaba “un propio”; es decir, un tercero que hacía la chamba de mensajero. Me tocó en mi época de estudiante llevar un recadito a un amigo. Pasé a saludar a la mamá y aventé el clásico: “doña Tonita, mañana viajo a México, ¿algún encargo para Ramón?”. Sí, dijo ella, esperame tantito. Como atendía a una señora en su tienda, tomó un pedazo de papel, garrapateó algunas líneas con un lápiz, me lo extendió y dijo: “hacé favor de llevarle este recado”. Lo doblé y lo guardé en la bolsa de mi camisa. ¿Hoy? No, ¡qué risa! Hoy, todo mundo toma el celular y envía un mensaje inmediato, con foto incluida. Hay un libro que escribió Pilar Jiménez Trejo que se llama “Jaime Sabines, apuntes para una biografía”. En la portada puntualiza que las fotografías son del archivo de la familia Sabines Rodríguez. Es un documento maravilloso, porque nos permite a los lectores entrar a la intimidad del poeta. En las páginas 170 y 171 hay dos documentos. El de la página par es foto de una carta que Sabines le escribió a su adorada Chepita, en 1950; y el otro documento es un fragmento del poema famosísimo “Los amorosos”. Alfonso copió más de una vez este poema para darlo a una chica: “…los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo…” Ah, qué líneas tan bonitas. Andrés, que era un malcriado, bromeaba y decía que el Alfonso era un depravado, porque remarcaba las palabras iniciales y escribía la continuación con tinta endeble: “LOS AMOROSOS JUEGAN A COGER el agua, a tatuar el humo”. ¿Recordás el famoso y críptico cuento breve, brevísimo de Tito Monterroso, el de El dinosaurio? “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” Un día, en Campeche, estuve en un encuentro literario donde estaban Tito y su esposa Bárbara Jacobs. Cuando Tito intervino respondió a la pregunta obligada y dijo que lograr tal concisión le había demandado mucho trabajo y mucho tiempo, había hecho muchas correcciones al texto hasta dejarlo como ahora existe. ¿De verdad? A mí me pareció que le echaba más crema de la necesaria a sus tacos. A mí, más que el dinosaurio, me gusta más el Testamento de Sabines. ¿Lo conocés? En la página 410 del libro citado aparece escrito de puño y letra de Jaime: “Testamento. A mis seres queridos / les dejo la vida”. Me gusta más porque es menos oscuro, menos misterioso. Sabines tradujo a palabras claras y sencillas lo que el tío Amandito hizo con sus hijos, allá en Sinaloa. Ya en su lecho de muerte, rodeado de todos ellos, con la voz cansada, pidió a uno de sus hijos que escribiera su última voluntad y llevara el recado con el notario. El hijo tomó una libreta, una pluma y esperó que dictara el padre. El moribundo se inclinó hacia un lado y dictó: “Es mi voluntad dejar a mis hijos lo siguiente…”, se hizo un silencio que pareció interminable, todos acercaron sus sillas y se acercaron más al padre. Como si le llegara una idea de muy lejos, preguntó: “¿qué falta para arreglar mi tumba?” ¡Nada!, respondieron todos. “Ah, bueno” e inclinó la cabeza y dejó de respirar. Los hijos se vieron, el viejo no había dicho qué les dejaba. Días después el notario notificó que el papá había hecho su testamento con anterioridad, cuando le dieron lectura, los hijos se enteraron que, en efecto, les había dejado ¡nada!, todos sus bienes los legó a un asilo de ancianos. Sabines, al dejar la vida, les dejó la vida. El libro de Pilar dice que son “apuntes para una biografía”. Hoy veo a muchos alumnos universitarios que toman sus apuntes escolares en una computadora personal, incluso hay algunos que sólo “apuntan” con su cámara del celular y toman fotografías a lo que el maestro escribió en el pizarrón. En mis tiempos universitarios los apuntes los hacíamos en libretas. El papel y el lápiz, o pluma, eran suficientes elementos para tomar apuntes o para enviar recados. Sabines, así se ve en este libro, escribía sus poemas con una pluma y un papel. El texto del Testamento le salió como una línea de luz, sin titubeos, sin borrones. Tito Monterroso dice que le dio mil vueltas a su famoso cuento. Sabines escribió su texto poético de un solo impulso. Su letra manuscrita era clara, no tenía las oscuridades de la letra de Rosario, que era incomprensible por enredada. Sabines corregía poco. Tal vez era como Mozart al escuchar la música que escribía, como si fuera un dictado divino. Tal vez por esto, un lector atento encuentra deficiencias en la redacción de sus poemas, le gustaba dejar las imperfecciones, siempre privilegió la sonoridad, el trueno, la lluvia de las palabras. A veces, en talleres literarios, hacen ejercicios de escribir cuentos breves, como el que escribió Tito, o poemas brevísimos, como el que escribió Sabines. Posdata: varios poetas han escrito sus testamentos. El poeta Eliseo Diego nos dejó “el tiempo”, nuestro paisano nos dejó “la vida”, y digo que nos dejó esta esencia, porque nosotros, sus lectores, formamos parte de sus seres queridos. ¿Mirás qué generosos los poetas? Nos han heredado el tiempo y la vida. ¿Para qué ambicionar más? Cuando Rosario murió, Jaime le escribió un recado, le envió un papelito, un papelito que jamás llegó a manos de la destinataria. Jaime lo escribió para sacar su tristeza, su dolor, su coraje por una muerte tan absurda, tan simple, tan de rancia galleta de animalitos.

viernes, 25 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON PARQUES LLENOS DE FLORES

Querida Mariana: leí lo de las clasificaciones cinematográficas y me seguí de largo, con las crónicas escritas por doña Tony Carboney, ah, qué datos tan importantes para nuestra identidad. Ya sabemos que las calles de nuestra ciudad tuvieron nombres de flores, en algún momento. Doña Tony explica que el bautizo de las calles con nombres de flores fue uno de los actos conmemorativos del Primer Centenario de la Independencia de México. Maravilloso. Sucede que en el mes de septiembre de 1910, las autoridades y el pueblo celebraron esa fecha histórica, con una serie de actos relevantes. Hubo una Junta Patriótica, presidida por don Zacarías Gordillo, que organizó un guateque de once días, comenzó el día 6 y concluyó el día 20 de septiembre. El día 17 de septiembre de 1910 fue lo del bautizo de calles. Mirá qué escribió doña Tony: “Inauguración de la nueva nomenclatura floral de la ciudad, que se designan las avenidas con nombres de flores en plural y las calles en singular, a partir del eje central que divide la ciudad en dos secciones. El gobernador don Flavio Vera decretó que a partir de esa fecha nuestra ciudad se llamara Comitán de Las Flores…” Dos o tres cosas llaman mi atención. La primera: he escuchado que muchos comitecos dicen que el nombre de Comitán de las Flores se debe a una galantería de don Flavio, pero acá se consigna que el gobernador decretó que así se llamara y, entiendo, un decreto se respeta. Los historiadores que hacen la relación de diversos nombres que tuvo nuestra ciudad no colocan en forma oficial el de Comitán de Las Flores. ¿Por qué? A continuación, veo que los comitecos de aquel año eran bien abusados, distinguieron calles y avenidas nombrando a las primeras con el nombre de una flor en singular: calle rosa, calle azucena; y las avenidas llevaron el nombre en plural: avenida de los laureles, avenida de Las Magnolias. ¿Existirá en algún lugar el plano con esos nombres? Ah, conocer eso sería encantador. Alguien propuso hace tiempo recuperar esa nomenclatura, colocar debajo de los nombres actuales el agregado con el nombre de la flor, porque el llamado himno de los comitecos, la canción Comitán, habla, precisamente, de Comitán de las flores, donde están mis amores. Sabemos que para efectos oficiales usamos el nombre oficial de Comitán de Domínguez, pero, la verdad, es que todo mundo dice sencillamente Comitán y cuando cantamos la famosa canción pues le agregamos el de Las Flores, que todo mundo dice que se debe a la belleza de sus jardines y de sus mujeres. Las comitecas son las flores que adornan el jardín, aunque algunas huelen a mosqueta, que dicen no es un aroma agradable. En esta crónica, doña Tony dice que el parque de San Sebastián cambió su nombre también en esta serie de actos, el día 19 de septiembre de 1910 cambió su nombre por el que tiene actualmente, de “La corregidora”, ese día también se inauguró el busto de doña Josefa Ortiz de Domínguez. Todo muy bonito, todo muy patriota, pero, si somos honestos y objetivos, decimos que nadie, salvo los oficialistas dicen parque de La Corregidora, todo mundo lo llama parque de San Sebastián o, más en confianza, parque de San Sebas, los malcriados dicen: San Sobas. ¿Quién dice parque de La independencia? Todo mundo dice parque de Guadalupe. ¿Alguien dice parque Benito Juárez? Pocos, la mayoría dice parque central. Bueno, vemos que los héroes no hacen verano en espacios públicos. Bueno, ni siquiera en las escuelas, acá estudiamos en la Benito, en la Matías, en la Belisario, en la Mariano, en la Josefina. Pucha, qué confianzudos, dirán los otros; nosotros sabemos que es cercanía, afecto. Lo han dicho mil veces, acá el máximo héroe civil no es Belisario Domínguez Palencia, acá es tío Belis, con cariño, con cercanía. Posdata: ah, maravillosa labor de doña Tony. Que el pueblo se lo reconozca. ¡Tzatz Comitán!

jueves, 24 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON BOCETOS DE VIDA

Querida Mariana: una de estas mañanas estuve en el parque central. Caminé cerca de la fuente y miré algo que me llenó de vida: un grupo de muchachos dibujando la fachada del templo de Santo Domingo. Un alud de recuerdos se me vino encima, sin agobio, al contrario, con emoción. El recuerdo me bañó en luz. Recordé cuando en el año 79 andaba, con los amigos de arquitectura de la UVM, haciendo bocetos en una calle del tradicional barrio de Coyoacán (alcaldía, actualmente). Como estuve, estaban estos chicos, sentados en las gradas, trazando con lápiz sobre las libretas de dibujo. Me acerqué y supe que son estudiantes del primer cuatrimestre de arquitectura, de la UVG, y el docente es mi amigo el maestro Diego Gómez Aranda. Saludé al arquitecto Gómez, me explicó que esos treinta y tantos muchachos conforman uno de los dos grupos que estudian en la universidad. Digo que me emocioné, porque algo en mi interior me dice que la arquitectura es uno de mis amores extraviados. No terminé la carrera. Un día, haciendo caso a la sabiduría popular que siempre dice que uno debe ser arquitecto de su propio destino, decidí hacer no sólo edificios sobre la tierra, sino hacer una gran construcción en el aire. Me convertí en un urbanista de la imaginación y creo una ciudad con cimientos hechos con palabras. Mi obra está hecha con muchas avenidas, grandes plazas, enormes templos, muchas bibliotecas, jardines llenos de colibríes, donde caminan miles y miles de personas, personajes. Pero, en el fondo, extraño esa actividad maravillosa de crear bocetos para edificar construcciones con piedras y ladrillos, a veces, me hace falta el sustento de la mezcla real, del andamio, del teodolito. Mi mundo está lleno de nubes. Después que platiqué con el maestro Gómez Aranda me topé con Itali Guillén, alumna del primero B, de arquitectura, que aparece en la foto que anexo. Ah, vi la emoción en su rostro, me platicó que su papá es ingeniero, que su hermano estudia lo mismo y que ella domina el autocad y está decidida a ser una gran arquitecta; que le emociona la arquitectura tradicional del pueblo y que, así lo pensé, al hacer este ejercicio de dibujo reconoce los detalles de las construcciones. Es un ejercicio importante en la vida: pararse frente a un edificio y admirar los balcones, las ventanas, los rostros que se asoman en el zaguán, los sonidos que llegan desde el sitio, las historias que están impresas en las paredes; es bueno pararse frente al espejo y ver las aristas que forman nuestros cuerpos y los hilos que bordan nuestros espíritus. A la hora que Itali me contó sus sueños sentí que estaba parado frente a un espejo. Ella inicia esta aventura espectacular, semejante a la aventura que emprenden los que ascienden al Everest. Ella llegará a la cima, será una triunfadora en esta profesión maravillosa. ¿Ya miraste qué tiene entre las manos? Es un dibujo que hizo del Museo Guggenheim, en Bilbao, obra del arquitecto Frank Gehry. Me encantó el trabajo de mi amigo Gómez Aranda. No sólo hace que suelten la mano haciendo reproducciones de reconocidas obras arquitectónicas del mundo, sino también del pueblo, al aire libre, frente al objeto. No sé si Itali ya se echó un viajecito virtual o presencial a los grandes museos del mundo; no sé si ya caminó por el interior, si absorbió la luz que se filtra en los ventanales y que se detiene ante las obras artísticas. Ayer busqué en el Internet y vi que el Guggenheim español cumple 25 años y su lema es “El arte inspira futuro”. Me encantó el lema, lo amarré al barco de la clase de estos muchachos y pensé que esa actividad inspira futuro, el futuro promisorio de nuestros muchachos y de nuestra ciudad. Posdata: Itali será arquitecta, conseguirá su sueño, lo advertí en su mirada decidida. Uno reconoce a los grandes viajeros, a los que colocan el piolet sin dudar y comienzan el ascenso. Recordé que, con mis compañeros de la gloriosa UVM, no sólo hicimos bocetos en Coyoacán, un día también hice un boceto del Museo de Arte Moderno, el maravilloso recinto que está en Chapultepec, en esa ocasión me acompañó mi amiga Rocío Franco, quien era estudiante de bachillerato en el Tecnológico de Monterrey y escribía cuentos. En ese tiempo la gaceta de su institución le había publicado un textito donde contaba la historia de un gatito. No cumplí mi sueño de ser arquitecto, decidí ser un urbanista de la palabra. Como Itali y sus compañeros, cada mañana me siento en las gradas y hago bocetos de mi ciudad imaginada, la que comparto con vos. ¡Tzatz Comitán!

lunes, 21 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON OTRO LIBRO PRODIGIOSO

Querida Mariana: quienes siembran ¡cosechan! Las mujeres y los hombres buenos de Comitán han sembrado desde siempre, por eso Comitán cosecha frutos abundantes; Óscar Bonifaz ha sembrado desde siempre, por eso cosecha cariños, afectos, admiración, reconocimiento. El 19 de noviembre de 2022 presentaron una reedición de su libro: “Arcaísmos, regionalismos y modismos de Comitán, Chiapas”. Los comentaristas fueron personajes ilustres: Juan Carlos Gómez Aranda, Mario Escobar, Fabián Nezahualcóyotl y Diego Greene. En la invitación, los organizadores transcribieron unas palabras escritas por Rosario Castellanos: “El habla de un pueblo nos da, además de un índice de su forma actual de vida, una gráfica de estados de ánimo colectivos, de ambiciones, de recuerdos, de propósitos”. Óscar Bonifaz tiene varias ramas que lo hermanan con Rosario: ambos nacieron en Comitán, en el año 1925 y son poetas. El principal hermanamiento se da a través de la palabra, una palabra que es local y universal. Bonifaz y Castellanos retoman aspectos del pueblo, de la región, y nos narran en novelas trascendentales. Castellanos ya logró el reconocimiento unánime de toda la patria y más allá de las fronteras; Bonifaz sigue expandiendo el aire de su palabra, una palabra que es muy cercana a la voz del pueblo, muy cercana al voseo y a las diversas inflexiones de nuestro lenguaje. Ya lo dijo Rosario: “el habla de un pueblo nos da (…) estados de ánimo colectivos, ambiciones, recuerdos, propósitos”. Dentro de la vasta obra literaria de Bonifaz, que abarca ensayos, novelas, cuentos, poemas y teatro, el libro que presentaron la noche del 19 de noviembre es un libro entrañable. El propio Bonifaz reconoce que es el libro que más reediciones ha tenido. Es un libro buscado. La primera edición fue impresa en el año 1976, por la recién inaugurada Universidad Autónoma de Chiapas (ya hemos comentado, niña mía, que al editor se le fueron las patas pues pensó que la ene de la UNACH significaba nacional y así apareció que el libro fue publicado por la Universidad Nacional Autónoma de Chiapas. Algún amigo me platicó que el hecho de agregar la ene a las siglas de la universidad chiapaneca obedeció a diferenciarla con otra institución que se llama UACH. No lo sé). A partir de ese año, muchas reediciones se han realizado, todas se agotan, a pesar de que es un libro inagotable. Y es inagotable, porque al hablante de este tiempo le sigue llamando la atención constatar el brillo de esas palabras que, con dedicación, Bonifaz fue pepenando en todos los caminos. Hoy, gracias a esa labor de gambusino, esos modismos, arcaísmos y regionalismos siguen vivos. Basta tomar el libro de Bonifaz para encontrar sonidos que son escasos, pero que siguen teniendo el brillo inmanente del tesoro. Rosario le atinó, el lector encuentra estados de ánimo colectivos, porque un término se impone cuando es usado por la mayoría de una comunidad. Las palabras que contiene el libro de Bonifaz fueron de uso extendido en los años cincuenta, cuando nuestro lenguaje aún no recibía las nuevas tendencias que se emplean en otras regiones del país. En el habla popular quedaron impregnados esos arcaísmos que, lejos de sonar rancios o putrefactos, poseen la pátina del oro antiguo, de la pieza en bronce. Los comitecos nos sentimos orgullosos de nuestro lenguaje, de nuestro modo de hablar. Bonifaz, gracias a este libro, cimentó ese orgullo. Cuando la semilla es fértil y se siembra en tierra buena, la cosecha es abundante. Comitán sigue cosechando frutos admirables. Los continuadores de la obra ahí están: Juan Carlos Gómez Aranda, Mario Escobar, Fabián Nezahualcóyotl y Diego Greene fueron elegidos para hacer comentarios, porque el habla comiteca sigue creciendo en sus patios. Los editores cumplen con la patria, siguen difundiendo el legado de Bonifaz y las voces jóvenes son como auténticos cenzontles que cantan la lengua comiteca por todos los cielos. Posdata: Dadme a elegir un libro de Castellanos y elijo “Balún Canán”; dadme a elegir un libro de Bonifaz y elijo el libro que presentaron en el Teatro de la Ciudad. Me los llevo a la isla solitaria, ahí, entre las manos, llevo una parte singularísima de nuestro pueblo. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 20 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN PREMIO NACIONAL DE LAS ARTES

Querida Mariana: un día, hace años, tuve entre mis manos el libro “Trabajo ilegal”, de Óscar Oliva. Ese día, nublado, con una taza de chocolate en la mesa, abrí el libro del poeta y leí, como si fuera una mariposa, el inicio de un poema: “De Tuxtla a la Ciudad de México / hay más de mil kilómetros de distancia /más de un millón de metros / más de cien millones de centímetros…” Ese día conocí al poeta Oliva; ese día comencé a recorrer sus caminos, un territorio lleno de nubes y de piedras. Un día, hace años, estuve con Oliva en Zacatecas, estuve al lado de él, de su esposa: Sonia Quiñones y del poeta Mario Nandayapa. Ese día, los acompañantes fuimos testigos del acto donde el poeta mayor de Chiapas recibió el Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde 2013. Ese día dijo que deseaba “tener en cuenta y tratar de manejar las nuevas tecnologías que están transformando el viejo oficio del arte de la poesía” Ese día reconocí lo que en una ocasión había dicho en su taller de poesía, en el edificio Maciel: los poetas deben leer todo, conocer de todo: de arte, de oficios, de sicología, de astronomía, de cocina. Ese día entendí que la obra excelsa está hecha de los grandes retazos de la vida. La existencia es sencilla y compleja, es como un sencillo árbol que tiene muchas hojas, muchas hormigas, muchos nidos, muchos pájaros. La existencia es un árbol maravilloso. En este mundo hay personas que siembran y personas que talan. Uno de los grandes sembradores es Oliva. Desde siempre, el hombre que se llama Óscar honra a su apellido. Mi papá, buen sembrador de sencillas plantas, tomaba todas las mañanas una copa de aceite de oliva. Sé que, parafraseando al poeta Sabines, “la poesía de Oliva se puede tomar a cucharadas”, mi papá me enseñó que debe tomarse cada mañana, con unas gotas de limón y una pizca de sal, en una copita tequilera. Un día, hace años conocí a Oliva, comencé a tomarlo, por las mañanas, a veces en ayunas, para que haga bien al espíritu. Hace años estuve al lado de Oliva, en su taller del Maciel, y, años después en el patio central de un edificio en Zacatecas. En 2013 estuve más cerca que nunca y pensé que, de Chiapas a Zacatecas “hay más de mil kilómetros de distancia”, no obstante, ahí estábamos platicando el poeta mayor y el arenillero. En esa ocasión me permitió grabar la plática y a mi retorno a Comitán la publicamos en la gaceta Kujchil, publicación del Honorable Ayuntamiento, en la administración de mi querido licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez. Un día, hace años, tuve entre mis manos y en medio de mi espíritu un libro de Óscar Oliva. Lo abrí como se abre una ventana y el aire entró, un aire novedoso, infinito. Ese día de hace años comencé un viaje iniciático que no termina, que es una piedra que, como agua, se dirige al mar y humedece todas las orillas. Igual que mi papá, todas las mañanas tomo una copa de aceite de oliva, lo hago para honrar su nombre, como ablución bendita. Como no lo hizo mi papá, no sólo tomo aceite de oliva en una copa tequilera, le agrego la lectura de un poema de Óscar, lo hago, también, para bendecir mi madrugada, porque la palabra de Oliva es como el aceite que sirve para prender la lámpara votiva, la que da luz permanente, la que aleja las oscuridades, la que elimina el fastidio de la grieta. Y ahora, hace pocos días, vi que el poeta mayor de Chiapas viajó de Tuxtla a la Ciudad de México para recibir el Premio Nacional de las Artes, de manos del presidente de la república. Lo vi en la televisión de la casa, escuché que dijo: “necesitamos que nuestros países vivan en paz, sin guerras, sin niñas asesinadas”. Supe que el viejo maestro sigue siendo sabio y continúa sembrando palabras. Si no fuera por ellos, por los sembradores de palabras, el corazón de los pueblos sería ya un inmenso desierto, una porquería de tierra. Posdata: nuestro paisano Luis Aguilar toma un vaso de agua todas las mañanas, lo hace como un ritual de vida. Yo, en ayunas, tomo una copita de aceite de Oliva y leo un poema del poeta mayor; es decir, bebo palabras limpias para comenzar bien el día. Un día, hace años, estuve en Tuxtla, estuve en Zacatecas. ¡Tzatz Comitán!

sábado, 19 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON PIGMENTOS

Querida Mariana: ¿cuántas veces has visto el mural del palacio municipal? Varias, ¿verdad? Todas las personas que van al palacio para hacer algún trámite ven el mural. Algunas personas se detienen y lo observan, otras pasan de largo, con grandes zancadas, bajan o suben la escalera principal. Pero, aun los que pasan de largo algo pepenan de ese colorido, porque no es lo mismo pasar frente a una pared blanca que una donde tiene colores, figuras, historias. No sé si conocés el libro catálogo que se llama “Un mural en Comitán – Génesis e historia de los hombres del maíz”, que aporta elementos para conocer la génesis del mural, pintado por el artista Manuel Suasnávar Pastrana, quien nació en 1946, en la Ciudad de México, y radica actualmente en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. ¿Cuándo realizó Suasnávar este mural? La fecha consigna: agosto de 1988 a junio de 1989. El libro catálogo fue impreso en septiembre de 1990, en Ediciones Gernika. Esta editorial es conocida nuestra porque es la que se encargó de editar varios de los libros de nuestra cronista doña Lety Román de Becerril. Vos sabés que el edificio del palacio municipal tiene dos plantas, pero al lado del Pasaje Morales tiene un sótano, que ahora se utiliza para oficinas. Mientras Suasnávar pintó el mural este espacio sirvió como taller. Ahí tuve la fortuna de ver, sobre una mesa grande, los bocetos que sirvieron de modelo para la conformación de la obra. Como lo dice el pie de página de la fotografía que me robé del libro catálogo, muchos bocetos los hizo Suasnávar en carbón sobre papel manila. No sé en dónde estén estos bocetos, pero sin duda que bien podría realizarse una magna exposición con ellos, para dar idea del proceso creativo, cómo pasar del papel al muro y darle color. Aparte del nombre del autor del mural: Manuel Suasnávar, aparecen los nombres de colaboradores: Saúl Martínez, Flavio Mejía, Robertoni Gómez y Mario Pinto. Estos dos últimos nombres han salido en nuestras pláticas de los tiempos recientes; el de nuestro paisano Mario Pinto, porque hace cosa de meses presentó, a invitación del senador Eduardo Ramírez, una magna exposición de acuarelas en la sede del Senado de la República; y el de Robertoni Gómez, porque también en fechas recientes inauguró dos murales de cerámica en nuestra ciudad, uno en el patio central del Campus VIII, de la UNACH, y el otro, en Bioexpendio, en el barrio de Guadalupe, muy cerquita del templo, a unos cuantos pasos del local de Tío Jul. Puro arte, ¡del bueno!, de exportación. Así como vi los bocetos originales, también, como muchos comitecos, admiré el trabajo que realizó el maestro Suasnávar con sus colaboradores. Andaban trepados en andamios, con botes de pintura y brochas al lado, vestidos con sus overoles de trabajo, dándole a la artisteada día tras día. El cubo de la escalera se fue iluminando. Los tres paneles, que son transportables, recibieron la luz de los artistas y el blanco de inicio se volvió un maravilloso caleidoscopio histórico. A mí me sorprende la capacidad de síntesis que tuvo el gran muralista Diego Rivera. ¿Cómo contar la historia del país en pocos metros cuadrados? Pues algo similar realizó Suasnávar. Pucha, qué capacidad de resumir la esencia de esta tierra. Es difícil balbucear con palabras la síntesis que él realizó con los trazos y el color. El mural está plagado de personajes importantes. Por supuesto que en el panel central resalta la figura desnuda de Belisario Domínguez y la de Halach Huinic, cuya figura nace de una mazorca de maíz. En estas dos figuras existe un lapso que da cuenta de siglos. Cada una de las escenas tiene la misma cinta temporal que, insisto, logra dar de un solo vistazo todo un tiempo eterno. ¿Cómo se construyó la historia de estas tierras? En este mural del palacio municipal están representados muchos de los principales actores. Suasnávar nos recuerda que los seres humanos de estos tiempos son herederos de los hombres del maíz. La figura heroica de Belisario Domínguez está rodeada por varios héroes de la revolución y por un grupo de conservadores. Victoriano Huerta está casi sentado sobre un trono brutal, que es un amasijo de cuerpos inertes. En la parte inferior, casi a los pies del héroe comiteco está la escena que representa la independencia, entre los actores hay una figura femenina: la de Josefina García. En esta maravillosa síntesis histórica de Suasnávar queda plasmado lo que ahora se sabe más: la presencia de hombres, la invisibilización de las mujeres. Llama la atención que el artista no colocó la figura de Josefina en el panel de la derecha, donde la figura más visible es la de Fray Matías de Córdoba, que sostiene una tea de donde salen chispas que se convierten en mariposas. Es una imagen muy bella, muy conceptual. La llama de la libertad vuela por todos los confines. Así como se representa una imagen inédita, combatiente de Belisario, la imagen del fraile libertador abandona la tranquilidad que acompaña la mayoría de sus pinturas y asume una imagen similar a la de Hidalgo, quien, montado en un brioso caballo, llama a la insurrección. La figura de Matías de Córdova se complementa con un grupo de personas con los brazos en alto, representación de los diversos grupos sociales del estado que votaron a favor de la federación de Chiapas a México. ¿Y en el panel de la izquierda? Ahí están las figuras impresionantes de dos liberales: Benito Juárez y Ángel Albino Corzo. El palacio municipal es un espacio muy visitado, cientos de personas acuden a diario, por múltiples causas. Muchas personas se quedan en los corredores de la planta baja, los que circundan el hermoso patio central con la estatua de tío Belis, réplica de la que existe en el Senado de la República; pero muchas otras deben subir por la escalera porque van a la planta superior, donde se encuentra la oficina del presidente. Estas personas se topan con el mural, un mural que, lo han dicho varios ciudadanos en redes sociales, necesita mantenimiento, porque le quisieron dar una manita de gato y lo arañaron de más, porque (así lo dicta la lógica), el mantenimiento de una obra artística necesita de la participación de gente experta. Ah, recuerdo cuando una de las obras en bronce, de nuestro escultor Luis Aguilar, le dieron una “barnizada” a lo bobo, eliminado la pátina original. Comitán posee muchos tesoros artísticos, por desgracia no todo mundo los valora. En el pueblo existen muchos murales, realizados por verdaderos y reconocidos artistas. Está, en primer lugar el del palacio municipal, pero también están los del Centro Cultural Rosario Castellanos, el de radio IMER, los ya mencionados de Robertoni, y varios más. Al nombre de Manuel Suasnávar se unen los nombres de Mario Pinto, de Antún (quien en este año recibió la Medalla Rosario Castellanos), de Cunjamá, de Muñoz López, de Valdemar Castañeda… Una ruta de murales es un gran atractivo para propios y visitantes. Claro, esta ruta debe ser propiciada por guías con suficiente conocimiento de las obras, tanto en el plano histórico como en el estético, pero antes todo debe estar “presentable”, diríamos en el pueblo. La ficha técnica del mural de Suasnávar (el mural de Comitán, el del palacio municipal) dice que está pintado con acrílicos sobre gesso. El panel central mide 8 x 4 metros, y los paneles laterales miden 4 x 4.90. En 96 metros cuadrados, el maestro Suasnávar logró la genialidad de sintetizar gran parte de nuestra historia. Mirá qué dice mi admirado y querido doctor Andrés Fábregas Puig a propósito de esta obra: “Quizá Manuel Suasnávar, en el mural de Comitán cerró un ciclo pictórico y abrió otro. El tiempo lo dirá, pero lo que ya podemos afirmar es que estamos ante un pintor con sensibilidad acerca de su entorno y un grado notable de conciencia del valor de la historia”. Posdata: en el panel de la izquierda, en medio de los rostros de Juárez y de Albino Corzo está la imagen bellísima de un colibrí. Los rostros iracundos, serios, dramáticos, pétreos, solemnes, de los personajes históricos encuentran el balance ideal en la belleza de esa ave perfecta, símbolo de esperanza, de libertad. Al subir por la escalera de ese lado siempre hago un ligero alto, porque escucho el aleteo y siento el airecito de ese pájaro genial; ese colibrí es mero comiteco, es un chupamirto genial. ¡Tzatz Comitán!

martes, 15 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN PERSONAJE ACEPTADO EN TODOS LADOS

Querida Mariana: podría ser hasta adivinanza: es una joya, pero no se guarda en caja de valores. Sí, es el libro. Y digo esto, porque el otro día pensé que un collar con diamantes, cuando no está en el cuello de una muchacha bonita debe estar guardada en una caja fuerte. Nadie guarda libros en cajas fuertes, salvo un millonario que posea una Biblia impresa por Gutenberg. Los libros son tan juguetones que aparecen en cualquier espacio y nadie se sorprende. Pensá en todos los lugares donde has visto libros. En muchos, ¿verdad? Este maravilloso objeto cultural tiene vocación para aparecer en lugares insólitos. Sé que ahora estás pensando en la basura, porque la basura está en todos lados. Parece que el libro -antípoda de la basura- es como primo hermano de la basura. Me refiero a los lugares donde se mete. Ningún otro objeto tiene este don. He visto libros en bancas de templos, en confesionarios, en campanarios, y no necesariamente libros religiosos, ¡no! Los libros trepan donde otros objetos no. Pensá en un balón de fútbol. La pelota es un chunche que asoma en muchos lugares, pero nunca he visto un balón en la mesa del cuarto de una prostituta. Libros ¡sí! Los libros están en lugares sagrados y en lugares no santos. Las estadísticas mencionan que los mexicanos leemos poco, no obstante, veo libros por todos lados. Hoy, muchísimas personas tienen celulares, las ves en todas partes, con la mirada absorbida, en posición de pleitesía ante el dios de la tecnología. Pues el libro compite en forma muy digna ante el teléfono celular cuando se trata de hacer estadísticas espaciales. Sí, el celular, igual que el libro, aparece en mil y un lugares: en los cuartos (no sólo de las casas familiares sino también de moteles y de lupanares). Para los creyentes, uno de los lugares más sagrados es el altar del oratorio, donde están las imágenes de vírgenes y de santos. Ahí he visto libros y celulares al lado de velas, veladoras, rosarios y floreros. Bueno, una vez vi uno de esos chunches predictores de embarazo. Imaginé que ahí lo colocó una chica de la casa, con el ruego de que diera positivo en caso de estar bien casada y diera negativo en caso de ser soltera traviesa. En casa, las personas tienen clósets para guardar la ropa, mesa para desayunar, sillas para sentarse, televisión para ver películas y, en muchos casos, muebles para conservar los libros, los llamados libreros; pero el libro es travieso, en muchas ocasiones se escabulle de los libreros y se cree manzana y aparece sobre la mesa, se cree almohada y está en la cama, se piensa papel higiénico y se sube al tanque de la taza del baño, se imagina hormiga y aparece sobre el césped recargado en un tronco. Es viajero infatigable: lo he visto en barcos, sobre burros, en lanchas, en autobuses, en autos, en aviones y en trasatlánticos. El libro cabe en un jarrito, porque se sabe acomodar. Posdata: no hay lugar donde el libro no quepa. Con decirte que hasta en hornos ha estado. Claro que cuando ha estado al lado de troncos ardiendo se ha quemado, se ha vuelto ceniza, polvo, nada. A veces me vuelvo irreverente y retomo las palabras del Maestro y digo: dejad que los libros vengan a mí, que se acerquen, que jueguen en mi patio, que se trepen a mis árboles, que vuelen mis cielos, que aniden en mis ramas; dejad que me abracen, que me consientan, que se vuelvan abuelos y me cuenten muchas historias, muchos cuentos antes de dormir, y que al despertar sean los pájaros que picoteen en mi ventana y me digan que la vida vale la pena por ellos, los libros, los chunches más bellos del mundo. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 13 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON ALGO ESPECIAL

Querida Mariana: estoy en un lugar especial: el restaurante 1813. Paty Espinosa, editora ejecutiva de nuestra revista Arenilla, dijo que este restaurante garantiza vivir una experiencia con todos los sentidos. Sí, lo comprobé. Estuve la mañana del 9 de noviembre de 2022 y viví una experiencia sensacional, tan especial que no alcanzan mis palabras para expresarlo. Vos sabés que siempre es así, la experiencia vital no puede describirse a cabalidad. Las palabras nos ayudan a medio balbucear lo que es todo un cachito de luz. Esa mañana vi a mi amiga Maluye Nájera, que desayunaba con un grupo de amigas. Ah, me dio una gran alegría verla. Pensé ir a saludarla, pero, ya me conocés, me dio pena. Pues sí, con qué derecho llegás a quebrar la burbuja armoniosa que se crea entre un grupo de amigas que disfrutan el instante. Desde lejos envié bendiciones. La presencia de Maluye fue como el colofón del disfrute. Digo que nunca había estado en el 1813 y me bastó dar dos pasos en su interior para sentir que estaba en un espacio maravilloso. Vos sabés que la tradicional casa comiteca tiene su patio central y luego, en la parte posterior, lo que llamamos sitio, donde hay árboles y yerbitas medicinales o para uso de la gastronomía. Pues cuando entré al 1813 sentí que el mundo estaba exquisitamente expuesto al contrario. La entrada es un maravilloso huerto, un sitio pues, con hierbas y árboles, con el mojol de que tienen sus nombres: ruda, hierba santa, pimienta, hierbabuena, epazote y más, mucho más, y árboles: durazno, jocote, anona blanca, naranja, níspero; bueno, con decirte que hasta un maguey comiteco tienen. Pero eso no es todo. ¿Sabés por dónde te invitan a caminar para llegar a las mesas? Por algo como un túnel, un túnel verde, por supuesto, una maravillosa enrama hecha con árboles de trueno, delgaditos. Esto lo sé porque tuve el privilegio de saludar a Conchita Avendaño Román, que estaba desayunando con una amiga. Oí, le pregunté, cómo se llaman estos arbolitos: truenos, me dijo. Ah, qué maravilla. Dijo que en el parque de San Sebas, su mero barrio, hay truenos, sólo que gordos, bonitos, casi ceibas, los del túnel verde son delgaditos, eso permitió que los aprovecharan para curvarlos y hacer una bienvenida prodigiosa a todos los amigos. El otro día pasé por ahí y me dio gusto ver dos autobuses turísticos, de ahí bajaron muchos visitantes a disfrutar los ricos platillos que ofrecen. Tuve el privilegio de conocer a los fundadores del restaurante: chefs Karla Albores y Mario Maldonado. Geniales anfitriones, ambos son apasionados de la gastronomía y recordá lo que dicen los sabios, bueno hasta Mijares lo dijo el otro día en una entrevista con don Francisco: en la vida hay que hacer lo que a uno le gusta, y los chefs aman lo que hacen y esto se nota en los ricos platillos que ofrecen, que es para gustos exquisitos, la cocina comiteca y regional llevadas a su máxima expresión. Por esto, la chef Karla fue invitada a participar en la Muestra Gastronómica que en días pasados se realizó en la ciudad de Nueva York, a iniciativa del senador Eduardo Ramírez. Cuando la chef me contó esta experiencia su mirada adquirió un brillo magnífico, dijo que tomó una fotografía en el Rockefeller Center donde aparece en primer plano un pan compuesto. Lo contó con la emoción de la alpinista que alcanza la cima del Aconcagua o del Everest y siembra la bandera de México. Sí, Karla fue en representación de Comitán, de Chiapas y de México, y al llegar a ese maravilloso espacio neoyorquino colocó el pan compuesto comiteco y se sintió orgullosa. Ah, yo agradecí ese orgullo por la tierra, mirá lo que hace el talento, la pasión, el cariño por una tierra y por lo que ésta nos ha heredado. El orgullo comiteco a través de uno de sus antojitos más reconocidos y a través de una chef de categoría internacional. ¡Va pitutazo de comiteco, en honor a Comitán y a los chefs del Restaurante 1813! Me despedí. Cielito, Paty y Roberto, mis compañeros de Arenilla-Revista, platicarían con Karla y con Mario. Karla me ofreció una Ensalada 1813, con lechugas, vinagreta de miel de agave comiteco, nueces tostadas y brocheta de pollo al romero. ¡Dios de mi vida!, sólo al mencionar los ingredientes se antoja, como dicen los chavos: al mil ocho mil. Posdata: mi apreciada amiga Gloria Ruiz me platicó que ese mismo día se reunió con sus amigas del grupo de telefonistas y que recomienda ampliamente el Molcajete 1813. Ah, pura bendición. Volveré, primero Dios, y probaré la Ensalada 1813. Para los que comen de todo ¡hay de todo, y todo bueno, mero lek! Restaurante 1813 y sus fundadores ¡son orgullo de Comitán! ¡Tzatz Comitán!

sábado, 12 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON VERSOS DEDICADOS A COMITÁN

Querida Mariana: ¿cómo estás? Empecé con una pregunta, sigo con otra: ¿de los santos comitecos cuál es tu consentido? Los fieles tienen para todos los gustos. A mí me encanta ver la devoción que tienen por unos y otras. La tía Fulvia trepa al colectivo y va a la Colonia Miguel Alemán, porque es devota de la virgen que se venera en el templo. Con frecuencia decimos que el santo consentido de Comitán es San Caralampio (tata Lampo) aun cuando reconocemos que Santo Domingo de Guzmán es el santo patrono, por eso, Santo Domingo tiene su templo, amplio, monumental, en el mero corazón de Comitán, pero tata Lampo tiene su templo en el barrio donde, según la leyenda, dio inicio la construcción de nuestra ciudad. ¡Nadita! Ayer, hojeando el libro “Legado de un alma – Poemas”, de Julio César Román Gordillo, hallé un poema que dedicó al pueblo, su pueblo. El poema se llama “Tierra natal”. Pensé que algún estudioso debe hacer una relación de los poemas dedicados a Comitán, porque conocemos muy bien la letra de la canción que Roberto Cordero Citalán le dedicó, pero ignoramos un tantito los textos que otros autores le han dedicado a su tierra. Leí el poema y llamó mi atención cómo él no sólo eligió los santos de su preferencia, sino que los ubicó en un podio con primero, segundo y tercer lugares, como si fuese competencia. Ah, dije al principio que es cuestión de gustos o de milagros, porque, lo hemos expresado en muchas ocasiones, hay decenas de personas que aseguran haber recibido un milagro propiciado por tata Lampo (es un santo milagroso, dicen). De Santo Domingo no se escucha que sea muy ducho en estas cuestiones celestiales. Tampoco se sabe mucho de San Sebastián; sin embargo muchas personas dan testimonio que el vecino, un pichito hermoso que se llama Niñito Fundador, hace muchos milagros. Julio César le dice a Comitán “tierra mía”. Sí, el noventa y nueve punto nueve por ciento de los comitecos le llama así a Comitán: “tierra mía”. Es difícil emplear el plural, la mayoría se apropia de la tierra donde nació. Comitán es mi tierra, decimos, así como, por ejemplo, digo: mi Paty, porque mi esposa es como mi tierra, el trozo de luz donde crezco como milpa, a veces con hongos, pero hongo de lujo gastronómico: huitlacoche. El poema que Julio César le dedica a Comitán está dictado por su afecto, lo expresa en forma sencilla y, sobre todo, con un toque de humor muy sutil, que es indicativo de que es mero comiteco. Mirá que dice del Río Grande: “Por Oriente se levanta / entre campos con salitre / y cerca del río sin agua / (mal llamado Río Grande) / el pequeño cerro Nitre”. Ah, disfruté mucho esa paradoja: “un río sin agua”, más el agregado del nombre. ¿A quién se le ocurrió llamar Río Grande a un arroyo, que, como dice Julio César, anda seco? En estos tiempos cualquiera podría haberle dicho a quien bautizó el arroyo: te hace falta ver más “bax”. En versos más adelante se encuentra lo que te comenté con respecto a los santos. Mirá qué dice Julio César: “De Guzmán Santo Domingo / es patrono principal / Caralampio el más querido / tercero San Sebastián”. ¡Maravilloso! ¿A poco no? El autor le da medalla de oro a Santo Domingo, porque pues es el santo que llegó con los dominicos, los que iniciaron la evangelización; pero le da medalla de plata a Caralampio, porque es quien está más cerca del corazón de los fieles; y la medalla de bronce se la otorga a San Sebastián. No me hagás caso, pero quiero pensar que el apellido paterno del autor muestra que él creció en el barrio del santo que obtuvo el bronce. Debe ser mero bataneco. No lo sé de cierto, digo parafraseando a Sabines, sólo es una suposición. Julio César Román Gordillo nació en Comitán, el 17 de mayo de 1943; primero Dios, el próximo año cumplirá 80 años. Su ficha biográfica dice que sus primeros estudios los realizó en el Colegio Mariano N. Ruiz; luego cursó estudios de Humanidades y Filosofía, en San Cristóbal de Las Casas; y Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana, en Italia. ¡Ah, nadita! Paisano talentoso. Ejerció la docencia durante más de treinta años en Huajuapan de León, Oaxaca, ciudad donde radica actualmente. Allá, en esa prodigiosa ciudad, escribe sus libros. Lo imagino en su escritorio, echado para atrás en el sillón, recordando a su Comitán, tierra suya. Como nos regaló algo decidor, digo que en el caso de los santos, nadie podrá estar en desacuerdo con la entrega de la medalla de oro y de plata. No tiene vuelta de hoja: Santo Domingo es el santo patrón y San Caralampio es el más querido. La polémica entraría en el tercer lugar. Digo que él es bataneco de corazón, por eso aparece San Sebas; pero, como dije, hay para todos los gustos, para todos los corazones. Muchos devotos dirían que uno de los santos amados es el Niñito Fundador. Vos y yo conocemos a mujeres que, cada año, le bordan vestiditos especiales, es su forma de agradecer los favores recibidos. El otro día te comenté que todos los cumpleaños de santos y vírgenes, en Comitán, se celebran en los atrios de sus templos. La Virgen de La Asunción y la Virgen del Rosario son vírgenes bien consentidas, porque sus atrios son amplísimos. La Virgen de La Asunción tiene todo un parque para su festejo, un parque maravilloso. No sé a vos, pero a mí me gusta ir al parque de la Colonia Miguel Alemán para disfrutar ese espacio limpio, generoso. Similar sensación tengo cuando voy a Yalchivol y veo el atrio que es como una inmensa flor de girasol. La virgen patrona de los músicos tiene un atrio más modesto, pero los fieles se adueñan de casi toda la calle cuando es su festejo. En años pasados (hace tiempo) los festejos de Santo Domingo, San Caralampio y San Sebastián competían en suntuosidad y se realizaban en “sus atrios”, en el parque central, en el parque de La Pila y en el parque de San Sebastián. Un día, la celebración del santo patrono se pasó a las instalaciones de la feria, hechas especialmente para el festejo y esto, por así decirlo, la subió a un escalón superior, desde entonces, los festejos a San Sebastián y a San Caralampio perdieron algo de su brillo. Todo mundo de aquellos dorados tiempos habla del festejo dedicado a San Sebastián, ah, era una fiesta maravillosa, con corridas de toros incluidas. El otro día, mi querido amigo ingeniero Galindo habló de su barrio, Yalchivol, y comentó la belleza del festejo anterior, que incluía carreras de caballos. Estas carreras se realizaban en lo que ahora es el bulevar. Por ahí hay fotografías de la amplitud de esa avenida, cuando aún no estaba pavimentada. Ah, las carreras de caballos se efectuaban improvisando dos carriles y el desenlace se dilucidaba después de que la polvazón cedía. Ahora ya no hay carreras de caballos en las ferias, porque todo está encementado, vencieron los caballos de fuerza de los autos. La feria de Santo Domingo ganó en popularidad, ahora vienen artistas de reconocido prestigio y actúan en los llamados masivos. La gente acude a ver al Tri o a Paulina Rubio (bueno, bueno, insisto, es cosa de gustos). El santo patrono quedó un poco relegado, salvo el mero día, él pasa de noche. Y si el mero día vuelve el festejo al templo es porque, cuando era presidente municipal, al contador José Antonio Aguilar Meza se le ocurrió hacer un guateque con marimbas y muestra gastronómica. Ah, qué bendición. El mero cuatro de agosto el “atrio” se riega con juncia y desde temprano ejecutantes maravillosos tocan marimba y la gente acude a escuchar y a botar la polilla, moviendo los brazos y las piernas en forma armoniosa, con las caras tatuadas con sonrisas providenciales. ¡Que viva Santo Domingo!, grita el maestro de ceremonias, y hay diana diana conchinchín. Versos sencillos contiene este libro, algunos ingenuos, simpáticos, sin pretensiones. Ah, lo disfruté. Se dedicó un corrido, que se llama, precisamente: “El corrido de Julio César”, y en un cuarteto dice: “Le llamaron Julio César / como al general romano / y tuvo sus siete hermanos / todos guapos y muy sanos”. ¡Los siete Román! Más adelante escribió: “El primero fue Rodolfo / el segundo Julio César / el tercero fue Manuel / el cuarto Beto -el grandote-“. “El grandote”. Todo muy coloquial, muy de tarde con café con pan. Posdata: entonces, ¿qué decís? Cuáles son tus tres primeros lugares en la relación de los santos y vírgenes del pueblo.

viernes, 11 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON RITMO

Querida Mariana: ¡a mover el culo! Dirás que comienzo en forma prosaica. No. Acabo de escuchar la canción con esta letra. Nada que ofenda, al contrario. La canción invita a bailar, a mover los brazos, las piernas, a sonreír, a llenarse de vida, a mover los pies, a mover el culo. Ya lo hemos platicado en varias ocasiones, en España no tienen inconveniente en decirle culo a la parte del cuerpo que nosotros, más pudibundos, llamamos trasero. Lo bueno que en Comitán tenemos el sucedáneo perfecto y empleamos tutís. No todo mundo reconoce este término. Diría Armando Alfonzo, es “sólo para comitecos”. A mover el tutís, a moverlo. Claro, hablamos de baile, de música. De acuerdo con el diccionario, culo es: “parte del cuerpo humano constituida por las nalgas”. ¿Lo sabías? Llama mi atención que se refiera a una parte del cuerpo humano; es decir, los cuches no tienen culo; los cuches tienen ¿cola? No sé bien, algún amigo veterinario podrá decir o un amigo carnicero, pero, de acuerdo con el diccionario sólo los humanos tenemos culo, y acá (¡bendito Dios!) hay personas que se ofenden si escuchan la palabra. Si aplicamos esto podemos decir que cuando una chica comenta que le pica la cola (se está diciendo cuchita), lo correcto sería, en caso de que tenga un granito en la nalga, decir que le pica el culo. A mí me sorprende, de veras, cómo muchas personas respingan la nariz y retuercen su mente, cuando escuchan la palabra culo, se ofenden, piensan que quien lo dice es un grosero. Dios mío. Se ofenden con la mención de una palabra simple, una simple palabra bisílaba. Si a estas vamos la palabra baba es más ofensiva y ahí vemos a medio mundo besándose en la boca, babeándose a la hora del beso francés y a la hora de dormir. Pobres almohadas. Los comitecos, cuando bailamos (bueno, los que bailan) movemos el tutís, ah, qué alegre se pone el parque central cuando la marimba suena y las parejas se ponen a bailar. No faltan (qué bueno) quienes no necesitan pareja para bailar, se paran de la silla y solitos ahí andan dándole brillo a las lajas del parque, levantando los brazos, las piernas, moviendo el culo. “Ve aquella culona”, ah, tiene un traste de antología, cuando lo mueve el aire se hace delgado para que su tutís se regodee en el espacio. “Mirá, cómo lo mueve”. Sí, se refiere al tutis, es que, seamos honestos, es la parte que más se mueve en el baile, digo, del baile popular. Si hablamos del ballet, otras partes del cuerpo son las más visibles, las más estéticas. Los grandes bailarines se remueven en el aire, abandonan el piso y extienden los brazos y las piernas en una armonía divina. Los que bailan, los jueves y domingos, en el parque, apenas despegan los pies del suelo, cuando un pie está arriba, el otro está bien puesto en la tierra, mueven los hombros, el torso y mueven sabroso el tutís. Ah, qué bonitos se mueven los tutises, de acá para allá, bamboleo exquisito. “Si como lo mueve ¡lo bate! ¡Qué sabroso chocolate!” Ah, rima genial, que da a entender que la chica en cuestión, así se mira, es de movimientos geniales, por lo tanto, a la hora del batido debe ser sensacional. No, no me preguntés cuál es el batido. ¿Qué voy a saber? De las artes el que menos caso le hago es a la danza, pero mis ojos se llenan de vida cuando, de vez en vez, presencio a los integrantes de los grupos de danza folclórica del pueblo. El otro día vi la actuación del famosísimo ballet de Amalia Hernández, en el Festival Internacional Cervantino, ah, qué deslumbre, qué sincronía de movimientos. Excelso. Posdata: a mover el culo, es invitación permanente a bailar, a gozar la vida. Moverlo con ritmo de marimba, en alfombra de juncia, con el grito de “Cotz para los marimberos”, mientras la anfitriona reparte los “puritos” y en la noche “se pierde la llave”. A mover el culo, como manifestación de vida, como agradecimiento por estar sano, porque las patas no se cansan de batir el aire, de airearlo. ¡Tzatz Comitán!

miércoles, 9 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON FESTEJO

Querida Mariana: hay temporadas de grandes festejos. ¡Qué bendición! El otro día festejamos el cumpleaños 32 de la Revista VOS y ahora celebramos los treinta y tres de VISIÓN 59 – ÓPTICA, empresa de Jorge Guillén, que se encuentra en la ciudad capital de Chiapas, pero que, gracias al dinamismo de su fundador, llega a muchas partes del estado. Y digo esto porque, en forma frecuente, Jorge se descuelga de la capirucha y llega a Comitán para ofrecer lentes, lentes de calidad. Por acá, en redes sociales, veo las fotografías que sube, sobre todo, de antojitos comitecos que disfruta en sus viajes, como lo dicta la tradición, Jorge toma el café pero con pan y luego también le entra a las chalupas y a los tamalitos de frijol, los famosos pitaules. Celebro el cumpleaños 33 de su empresa, porque veo que es un hombre disciplinado, que le pone pasión a su trabajo, lo disfruta. Sabe que la imagen es esencial en todo negocio (vende pues productos para los ojos). No conozco su local en físico, porque ya sabés que me cuesta trabajo salir del pueblo, pero veo en fotografías que su negocio tiene una presentación muy atractiva. Y, pienso, que esto tiene que ver con el gusto por el diseño. Fijate que Jorge y yo coincidimos en los años 80 en la Facultad de Arquitectura, en la UNACH. Después que dejé la carrera de arquitectura en la UVM, en la Ciudad de México, me inscribí en la UNACH y ahí coincidí con Jorge, él se acuerda bien de cómo un grupo de alumnos fuimos a Villaflores para trabajar unas maquetas y planos de proyectos que el presidente municipal le presentó al gobernador Sabines, el viejo. El presidente mandó a acondicionar un espacio al lado de su oficina y ahí trabajamos. Una tarde tomamos dos cervezas de más, regresamos a trabajar y cuando tomé el cúter para cortar un pliego de papel cascarón, la emotiva cantidad de cebada hizo que, en lugar de cortar el papel, me hiciera un tajo en uno de mis dedos. ¡Pucha! Salí corriendo, buscando una salida, pero de nuevo la cebada me hizo la travesura de confundir las puertas, entré a la oficina presidencial y manché parte de la impecable alfombra verde. Al final bajé y fui a la Cruz Roja donde me cerraron la herida, al día siguiente me despedí de los compas, viajé a Comitán y ya nunca más volví a la facultad. Un día, años después me topé con Jorge y me preguntó: vos sos el que se lastimó el dedo, ¿verdad? Sí, dije yo. Su espacio es muy agradable, con excelente gusto. Estudioso de los espacios urbanos también ha contribuido a dignificar el bulevar donde está su negocio, planta árboles, obsequia arbolitos para que sus amigos y clientes los planten en sus entornos. Jorge es un ciudadano ejemplar. Y es más, porque a la empresa original, la que ahora cumple treinta y tres años ha agregado una donde vende bicicletas de calidad, porque es practicante del ciclismo, convencido de que esta actividad no contamina el medio ambiente y ayuda a la salud humana. Nos conocimos a inicios de los años ochenta, viajamos juntos a Villaflores para hacer maquetas y planos de proyectos que, tal vez, se llevaron a cabo y beneficiaron a aquel pueblo. En dos tardes estuvimos en el balcón central de la presidencia y desde ahí vimos a las chicas que daban vueltas en el parque y que nos veían con esa mirada que siempre aparece cuando hay jóvenes guapos. Y hoy, en 2022, tengo la bendición de mandarle un abrazo afectuoso, de desear que siga fortaleciendo su empresa y que contabilice ochocientos mil kilómetros bicicleteados. Posdata: ¡Salud! ¡Tzatz Comitán!

martes, 8 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON EJEMPLO

Querida Mariana: fue ejemplo clásico en el taller de creación literaria: “Tomen un poco de agua con las manos”, dijo el coordinador. Los talleristas buscamos una fuente dónde pepenar agua. Algunos, previsores, llevaban agua en botella y la compartieron. Y ahí estuvimos recibiendo un poco de agua, poniendo las manos como cuencos, y bebiéndola, como si estuviéramos en el desierto. Las camisas y blusas mojadas. La mayoría elevó las manos a la altura de la boca y bebió. Fue la tarea. El coordinador, desde la cabecera de la mesa larga, echado para atrás en la silla, miró lo que hacíamos. Cuando todos terminamos volvió la calma, algunos reímos, otros buscaron un pañuelo para secarse. Nos limpiamos la boca con el antebrazo y esperamos el comentario del coordinador, que nos explicara el motivo de tal ejercicio. Aunque sabíamos que, al final, todo era parte de la literatura, todo podía servir para la creación. Jesús Morales, en el Centro Chiapaneco de Escritores, indicaba que el escritor debía serlo de veinticuatro horas al día; y Óscar Oliva, en su taller de poesía, recomendaba leer de todo: física, química, arquitectura, astrología, astronomía y poesía también. Todo es material de creación literaria. En esa ocasión, el coordinador del taller preguntó, una vez que ya todos estábamos sosegados: ¿qué les dije que hicieran? Uno de nosotros vio a los demás y se atrevió a tomar la estafeta lanzada: que tomáramos un poco de agua con las manos, y nos vio esperando que asintiéramos, que con un movimiento de cabeza reafirmáramos lo que había dicho. ¡Eso!, dijo, el coordinador, que tomaran un poco de agua con las manos, no que la bebieran. Las risas asomaron, pero el ceño adusto del coordinador obligó a volver a poner rostros serios. Tomar no es sinónimo de beber, pensamos. ¡Pucha! Como siempre, comprobamos que el lenguaje es complicado. En ese instante supimos que el coordinador nada diría, entendimos el mensaje. Dijo que tomáramos un poco de agua con las manos y no que la bebiéramos. El escritor necesita precisión en el lenguaje, para que el lector no beba si nosotros queremos decir que sólo tome agua con las manos. Pero, vos dirás, sí son sinónimos, acá en Comitán usamos el verbo tomar como sinónimo de beber, acá tomamos trago. Sí, pero, parece que el término más apropiado es el de beber. Bebemos trago, bebemos líquidos, tomamos objetos con las manos; y si tomamos un poco de agua con las manos lo que hacemos es meter las manos en la fuente. El oficio del escritor es difícil, es labor pesadísima. Los poetas, hablo de los verdaderos, los que tienen el don, eligen la palabra que tiene “maridaje” con la otra que se lleva bien. ¿Mirás lo que digo? El poeta, además de buscar el término preciso para dar la idea exacta, debe buscar que suene bien, que tenga sonoridad. Si un texto no tiene ritmo ¡no es poesía! Tan simple como esto, y luego, si no contiene la esencia de la vida, la totalidad, ¡tampoco es poesía! A ver, pongo un ejemplo, hace como cinco años, la poesía de Mónica Zepeda no era conocida por el público. De pronto apareció y ahora está considerada una de las voces mayores de la poesía chiapaneca, todo mundo así lo reconoce. ¿Cómo logró este prodigio si hay tantas escritoras que llevan años talacheándole? Ah, la respuesta la sabés: Mónica es una verdadera poeta, una gran poeta. Las demás seguirán dándole duro a la talacha, pero nunca alcanzarán las altas nubes que ella alcanza. El don. Los sabios no se equivocan, desde años han dicho: lo que natura no da, Salamanca no presta. Los narradores somos más permisivos, no obstante, hay escritores que alcanzan grandes alturas. En Latinoamérica aparece de inmediato el nombre de Jorge Luis Borges, un escritor pulcro. Recuerdo que el gran poeta (poeta grande) Quincho Vázquez decía que Carlos Román era como el Borges chiapaneco, Carlos escribe con precisión, con elegancia, con inteligencia. No todo mundo logra esa claridad. Hay muchos compas que escriben en forma farragosa, no son sencillos. No tienen la grandeza de la sencillez. El otro día, en redes sociales, mi tocayo Aldana dijo que de los escritores chiapanecos vivos los más picudos son: Héctor Cortés, Alfredo Palacios, Nadia Villafuerte y José Martínez Torres. Algunas personas agregaron nombres a esta selecta lista. Los cuatro mencionados son narradores comprometidos con el oficio. Conozco la obra de los cuatro, la he disfrutado. Fui testigo de la disciplina y del talento de mi maestro Pepe Martínez, cuando trabajé con él. Escritor de veinticuatro horas, como dice Jesús Morales. Disciplinado en la lectura, en la cátedra, a la hora de escribir y a la hora de vivir la vida, con intensidad. Posdata: tomen un poco de agua entre las manos, dijo el coordinador y todos hicimos un cuenco y bebimos. Tal vez, ahora lo pienso, nosotros fuimos un poco más allá del ejercicio propuesto y no sólo tomamos la vida entre las manos, sino que la bebimos. Tal vez esto fue el colofón de aquel ejercicio, tal vez esto también sea lección. No sólo tomen el agua fresca de la vida, ¡bébanla con intensidad! Tal vez algún día logren escribir la gran obra. ¡Tzatz Comitán!

domingo, 6 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON FESTEJO

Querida Mariana: la revista VOS celebró su cumpleaños 32. ¡Pucha, cómo ha crecido! La conocí niña, pichita, y ahora es una comiteca llena de gracia, que ha crecido al cuidado amoroso de su creador: Roque Flores. Todo Comitán celebra este cumpleaños. Como lo hacemos en el pueblo cuando hay festejo relevante regamos juncia fresca y pedimos que suene la marimba, que suene con la misma alegría de las campanas. Todo mundo emprendedor sabe que no es fácil posicionar a una empresa. Cuesta mucho. Mantener una empresa es tarea titánica. La revista VOS se ha posicionado y vuela ya como papalote, por todos los cielos de la región. Durante treinta y dos años ha llevado mucha información a sus múltiples lectores. A mí me encanta saber que cada mes la palabra VOS se expande y resuena. No es poca cosa, Roque ha sido uno de los grandes preservadores de este vocablo generoso que es parte importante del carácter de nuestro pueblo. Todo mundo sabe que uno de los rasgos que permitió obtener el reconocimiento de Pueblo Mágico fue el voseo. Pocas ciudades en México poseen esta característica lingüística. Roque, a través de su revista, ha conservado, como en cajita laqueada, esta riqueza. Siempre que vemos un ejemplar de su revista brinca la palabra: Vos, vos, vos. Roque escribió en redes sociales que el 5 de noviembre de 1990 apareció publicado el primer número de la Revista VOS. Imagino el regusto que tuvo al ver a su pichita entre sus manos y comenzar a distribuirla entre patrocinadores, amigos y lectores. Es difícil mantener una empresa. Como diría el clásico: no es hacer enchiladas. Aunque esto, lo de hacer enchiladas, tampoco es cosa sencilla. Toda empresa, desde hacer enchiladas hasta hacer una revista, requiere talento, pasión, perseverancia y mucho trabajo. He sido testigo en múltiples ocasiones del trabajo de Roque, ahí anda del tingo al tango en busca de la nota, del patrocinio. No es labor sencilla. Por esto, esta celebración merece un aplauso sostenido, ponerse de pie para ver que Roque, junto con su equipo, caminan por la pasarela donde todo mundo habla de vos. Desde el año de 1990 hasta este instante han transcurrido grandes transformaciones en nuestra región, muchos cambios se han dado. La revista de Roque se ha mantenido, como una casa tradicional de Comitán, con cuatro corredores y patio central, sigue abriendo su puerta para recibir a sus lectores, amigos y patrocinadores. Roque es perseverante, ha tenido épocas difíciles, pero todas las ha superado y ahora se vislumbra una etapa llena de luz. Roque escribió: “han sido 32 años de logros y satisfacciones”. Sí, eso se privilegia, pero esos logros y satisfacciones están aparejados con un trabajo intenso, de no pocas dificultades. Revista VOS, dice su creador, llega a su cumpleaños 32 celebrando “28 años de Revista VOS impresa y 4 años de Facebook”. En una ocasión abrí la Revista VOS y encontré un poema, de un poemario mío que obtuvo el segundo lugar de Los Juegos Florales de San Marcos, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Ah, qué abrazo tan emotivo recibí; en otra ocasión envié un texto breve a Roque y él lo publicó. Así que, por fortuna, no sólo he sido atento lector de la revista VOS, también he sido participante. ¡Que suene la marimba, que el aroma de la juncia fresca sea bendición para el espíritu de Comitán, tierra donde se sigue hablando de vos, donde ahora bebemos un pitutazo de comiteco a la salud de Roque Flores y del equipo de Revista VOS! Posdata: que sean muchos años más, muchísimos más; que el VOS siga siendo esencia de nuestro carácter, de nuestra identidad. ¡Tzatz Comitán!

sábado, 5 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE HABLA DEL PAPÁ DE IRMA SERRANO

Querida Mariana: en la biblioteca del Colegio Mariano N. Ruiz existe un libro encuadernado que habla del poeta Santiago Serrano. Es una verdadera joya. Al colegio llegó gracias a un donativo generoso que hizo el maestro Gustavo Alfredo Álvarez Figueroa, quien, te he platicado, radica ahora en el Estado de México, donde escribe libros de poesía y libros dedicados a su pueblo, el nuestro: Comitán. La pregunta que asoma al ver este libro es: ¿quién fue Santiago Serrano? ¿Recordás que el otro día te dije que no es sencillo hallar en la vida a padres e hijos que sean famosos? En Comitán teníamos la costumbre de preguntar: ¿hijita de quién sos? Al decir el nombre del papá o de la mamá ya se identificaba a la niña en cuestión. En el caso del personaje de este libro hay una maravillosa coincidencia, tanto el padre como la hija son famosos. Santiago Serrano fue papá de la famosísima actriz, cantante y política: Irma Serrano y ésta es hija de un destacado poeta chiapaneco: Santiago Serrano, el famoso Chanti. Digo pues que en este caso también se vale preguntar: ¿papá de quién sos?, porque el nombre de la hija es de fama internacional. No todo mundo sabe que Santiago Serrano fue un destacado poeta, pero menos gente sabe que escribió el libro: “Belisario Domínguez, su vida, pensamiento y anécdotas”. Gracias a este libro nos enteramos de ese trabajo. El otro día, también, te platiqué que Irma tuvo dos hermanos, una mujer y un hombre. La mujer es nuestra conocida doña Yoli Serrano Castro, que se casó con don Rubén Morales; y el hombre fue Mario Serrano Castro. Pues resulta que este libro se debe al tesón del hijo: Mario Serrano Castro. En el prólogo, el hermano de Irma dice que: “por índole temperamental, los poetas viven desordenadamente”. Bueno, bueno, no es ley general, pero hay algo de eso. Mario emplea este argumento para definir a su papá. Mirá qué dice el hijo acerca del padre: “… mi padre, el poeta Santiago Serrano, vivió una vida bohemia y sin pizca de método…” Tal vez en este instante te preguntás por qué en esta carta te hablo de este libro. Bueno, primero porque el poeta Chanti fue padre de Irma, quien ahora radica en nuestro pueblo, y segundo porque debe haber algunos mayores que escucharon hablar de don Santiago, porque él fue vecino de Comitán, ya que vivió en el rancho La Soledad, que está en el municipio de Las Margaritas (el poeta es conocido también como Chanti en el medio literario chiapaneco). Claro, el hijo dice que su papá fue “un trashumante. Nunca vivió en un sitio o pueblo más de dos años seguidos”. Parece que esta apreciación es una exageración, porque entiendo que el poeta vivió varios años en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde cimentó su prestigio literario. Pero, el hijo dice que como su papá andaba del tingo al tango “perdió lo mejor de su cosecha literaria”. Pucha, qué pena. Mario dice que en la capital de Chiapas “extravió los originales de unos cuentos festivos”. Por eso, dice Mario se dio a la tarea de publicar este libro que: “obedeciendo a innatos sentimientos filiales y sin más propósito que evitar su documental extravío”. El libro contiene “papeles y recortes, con algunos de los juicios que sobre su personalidad literaria han emitido críticos y escritores amigos”. Labor generosa sin duda. Mario honró la memoria de su padre y obsequió a los lectores una serie de artículos que dan cuenta de la obra literaria de este poeta importante. Para que mirés que era un pata de chucho, comentaré que Mario dice que su papá hizo sus primeros estudios en nuestro estado, luego dio un brinco a la Ciudad de México donde hizo estudios profesionales; posteriormente hizo una gira literaria por todo Centroamérica, pegó otro brinco a Estados Unidos, donde viajó de Nueva York a Los Ángeles y remató en Europa. El libro que te comento fue publicado en el año de 1954, tres años antes que falleciera don Santiago. ¿Qué encontramos en el libro? Dos ensayos de Rodolfo Cruz García. Uno se llama “Santiago Serrano en México” y el otro “Retrato literario de Santiago Serrano”. En estos ensayos vemos que el autor supo de Chanti gracias a que una noche el poeta Armando Duvalier recitó unos versos que dijo eran de un poema escrito por Santiago, y nos enteramos que no sólo poesía escribió el papá de Irma, sino también libros con ensayos, el ya mencionado de Belisario y otro que se titula “Chiapas revolucionario”. Espíritu inquieto y tenaz era el de Chanti. Otro ensayo que recoge este libro, es el titulado simplemente: “Santiago Serrano”, escrito por el doctor Rodolfo A. Navarro, quien conoció a Chanti en la preparatoria del Liceo de Ciencias y Artes (el antecedente de la ahora UNICACH). Viene una plática que dio el centroamericano Armando Laparra y que se titula: “Trayectoria lírica de Santiago Serrano”. ¿Mirás la importancia de este libro encuadernado? Recoge varios testimonios literarios acerca de la obra del papá de Irma. Esto confirma la importancia que su obra tiene en la historia de la literatura chiapaneca. Sin embargo, ahora don Santiago anda como olvidado. El maestro Sarelly Martínez rescató la esencia con un libro reciente que se llama “Santiago Serrano, el periódico y el verso”, pero de ahí en fuera ¡nada! Hay más ensayos, más, muchos más, no quiero aburrirte dando síntesis apretada de ello, pero, antes que se me acabe el espacio, digo que no es frecuente hallar cartas en los libros de poetas y narradores de estas regiones. Y digo esto porque vos y yo somos amantes de las cartas. En la parte final de este libro, compilado por el hijo, aparece un apartado que se llama precisamente “Cartas al poeta Serrano”, y ahí, fuera del protocolo de los ensayos, encontramos una relación más íntima, más emotiva. Este epílogo basta y sobra para justificar lo que dije al principio: este libro es una joya. Mario dice que en el archivo epistolar de su papá existen más de mil cartas. En este libro se publican algunas. El 22 de agosto de 1949, el licenciado Antonio Vera Guillén, ilustre trinitarense, le dice a Santiago que recibió su libro de poesía: “Playa a la vista” y se despide diciéndole: “Va, con mi felicitación para ti, mis expresivos parabienes para tu culta esposa por su cooperación en tu libro, que, sin eufemismo, es el mejor que se ha hecho en Chiapas”. El licenciado Vera se refiere “a su presentación y formato”. Del libro acerca de Belisario Domínguez encontramos una opinión del reconocido maestro Óscar Bonifaz. Mirá qué dice nuestro Premio Chiapas: “Verdaderamente todos los comitecos deberíamos darle las gracias por dar a conocer al mundo la vida ejemplar del insigne don Belisario Domínguez, vida que usted, apegado a la más absoluta verdad y con su reconocida limpieza de pluma, describe a las mil maravillas”. El hermano de Irma dice que su papá “vivió una vida bohemia y sin método”, pero por lo acá dicho se ve que fue muy chambeador y disciplinado, de esto dan cuenta sus libros. Un hombre sin método no puede dedicarse a estudiar la vida de un personaje como Belisario Domínguez y escribir su vida, pensamiento y anécdotas. Nunca he tenido en mis manos este libro de Chanti, llama mi atención el apartado de anécdotas, porque en el pueblo se conocen varias que hablan del virtuosismo de nuestro héroe, pero tal vez el poeta Santiago Serrano escribió algunas que no son tan conocidas. Por ahí aparecerá. Mientras tanto, buscando en los libreros de la biblioteca del Colegio Mariano N. Ruiz me topé con esta joya que nos obsequió el maestro Gustavo Alfredo. Posdata: sí, tenés razón, a veces me voy por el sendero de los libros y me vuelvo medio solemne, pero pienso que es bueno compartir con vos estos hallazgos. A final de cuentas Irma Serrano tuvo un papá destacado. Claro, ella es más conocida, porque se convirtió en una gran actriz y cantante de México. Su fama fue más allá de la patria, llegó a ser venerada en muchos países de América Latina. Santiago Serrano: ¿papá de quién sos? De Irma Serrano, La Tigresa, la impar. Y vos, irma, ¿hijita de quién sos? De Santiago Serrano, destacado poeta, periodista y ensayista de Chiapas. Ah, ‘ta bueno. ¡Tzatz Comitán!

viernes, 4 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON MODISMOS CASTELLANOS

Querida Mariana: esto del voseo comiteco no es poca cosa. El otro día platicamos que los tojolabales son grandiosos, porque lograron que su idioma perviviera a la dominación española. Después de tantos siglos y tantas intentonas de exterminio lingüístico ahí siguen hablando su idioma, con mucho orgullo. Pues los comitecos de estos tiempos, también andamos en un maravilloso intento de defensa del voseo castellano. En pocas regiones de Chiapas se habla de vos (bueno, de vos, mi niña amada, cada vez hablan más en Comitán, Chiapas y lugares circunvecinos. Ya mirás que en Huehuetenango, Guatemala, ya muchas personas te conocen). Hay muchos comitecos que ignoran el voseo, así como evitan el uso de modismos, porque se les hace no prestigioso. Sin embargo, lo hemos dicho, el voseo nos identifica, nos hace diferentes a los otros. Además, lo hemos platicado también miles de veces, en Argentina, por ejemplo, el voseo es de gran prestigio, porque millones de argentinos lo hablan. Algunas personas, cuando hablo de vos me preguntan si soy argentino. Nuestro voseo será maravilloso cuando a un argentino le pregunten si es comiteco. No, difícil que esto se dé, difícil, porque el acento del argentino es proverbial. En fin, los comitecos y los millones de argentinos nos parecemos por hablar de vos, sólo nos diferenciamos por el tono de voz, ellos han hecho popular su habla, porque, ya lo dijimos, muchos argentinos lo han popularizado en todo el mundo, ah, pero cuando los comitecos famosos salgan en la tele y comiencen a hablar de vos con ese cantadito maravilloso todo mundo nos amará. Y digo que es resistencia, porque los españoles siguen mandando sus campañas colonizadoras, en forma más sugerente, pero con igual contundencia. El mercado de los libros en castellano está controlado por editoriales españolas. Las pequeñas editoriales mexicanas fueron absorbidas por ese pulpo, esto provoca que las traducciones contengan muchos modismos de aquel país europeo. Los lectores latinoamericanos nos bebemos esos términos y en cualquier rato los comenzamos a emplear. Y ahora resulta que la casa de Rosa no tiene alberca sino piscina. ¡Ah, pucha! Y cuando Rosa lava la ropa andamos diciendo que ella hizo la colada. ¡Dios mío! ¿Colada? Sí, en España la gente hace la colada cuando lava la ropa. Recontrapucha. En Comitán una chica no hacía ¡estaba! En el Comitán de los años setenta cuando Rosa andaba con un enamoradito dijimos que ella andaba “colada”. No me preguntés por qué decíamos eso. Si revisás el diccionario mirás que colada viene del verbo colar, así pues, en la cocina, Rosa puede decir que la salsa ya está colada; y en términos coloquiales se puede decir que si Rosa entró por la puerta trasera al concierto de Mijares: entró de colada, se coló. ¿Por qué decíamos que Rosa estaba “colada” cuando tenía un enamorado? Nunca he descubierto el misterio. Ahora, después de leer autores españoles y muchas traducciones, hechas por españoles, la palabra colada sustituye en ocasiones el comiteco: lavar la ropa. El otro día, mamila que soy, snob, miré que había ropa colgada secándose en un patio y pensé: hicieron la colada. Pucha máquina, ahora pienso que es una palabra colada. La palabra está bien aplicada, el diccionario de la Real (dictado en España, pues) dice que colada es: lavado de ropa sucia de una casa; pero me caigo mal cuando mi mente, en lugar de decir lavado de ropa, traduce: colada. Uf. Debo hacer un acto de resistencia y decirme: a ver, Benito, en Comitán se dice lavar la ropa sucia y el término colada sólo se aplica a la chica que anda con enamorado. Que, la verdad sea dicha, no sé si ahora sigue existiendo el enamoramiento, porque veo a muchachos que no son pareja, ahora son amigos con derechos. ¿Y estos amigos con derechos cuáles son sus responsabilidades? Tal vez sólo gozan los derechos y dejan afuera los torcidos. Muchachos simpáticos los de estos tiempos. Posdata: ah, me caigo mal. El otro día mi mamá me ofreció un jugo de naranja, como lo ha hecho toda su bendita vida, y ¿sabés qué le dije después de probarlo? Hmmm, estuvo rico el zumo de naranja. ¡Dios mío! Pido perdón, en Comitán, el sumo, con ese, nos servía para alburear. ¡Tzatz Comitán!