viernes, 30 de abril de 2010

EL FOGÓN DE LA CASA



A tío Merino lo encontré triste en su tienda. Parecía una de esas brasas de fogón que quedan en el rescoldo de la medianoche. Acomodó los cestos de mimbre sobre el mostrador y comenzó a limpiarlos. Me pasó una silla y, con melancolía, dijo que nunca, durante treinta y dos años, nunca había llegado un famoso a su tienda.
¿Por qué -dijo- nunca llegan los famosos a Comitán? Por acá nunca pasó Agustín Lara, María Félix ni Frank Sinatra. Acala ya nos ganó, pues por ahí anduvo José Alfredo Jiménez.
Según la teoría de tío Merino, los famosos llegan hasta San Cristóbal de Las Casas y, como si hubiese un muro invisible, nunca continúan el viaje.
“Un día de éstos”, le dije. No, no -comentó- ya perdí la esperanza. Ya estoy viejo, me hice viejo detrás de este mostrador y nunca, nunca, un famoso entró a comprar un perraje, un canasto o un plato de madera pirograbada. Y vio la pared vacía donde debía estar la foto del recuerdo. Él al lado del famoso escritor o cantante o artista de cine. La pared vacía, como, tal vez, vacíos su memoria y su corazón.
Cuando salí de la tienda algo como una lluvia de carencias me mojó. Los hombres vivimos día a día, y al anochecer nos acostamos con la pesadumbre de que algo se nos va quedando en el camino. Cuando nos detenemos ya nos hicimos viejos y esas carencias son como arrugas en el alma. En el camino del tío faltaba un famoso, cualquiera, hasta eso, no era preciso que fuera de los grandes ¡grandes! Bien podía ser alguien de “cierta altura” que llegara a su tienda, comprara un mantel bordado y se tomara una foto para cubrir la pared.
Cuando lo comenté con Alfonso García Diego, me dijo: “Adió, le hagamos su gusto al viejo”. Y, de inmediato, tomó el teléfono y comenzó a marcar a “sus contactos”. Oí algo como: “Sí, sí, hombre, acá es tu casa, por supuesto, te esperamos”. “Es Jorge De la Vega Domínguez”, me dijo, cuando colgó. Miré a mi amigo sentado detrás de su escritorio, con los zapatos sobre la superficie pulida del mueble de madera laqueada. Lo miré ¡inmenso! Pucha, pensé, hay gente que sí tiene clase. ¡Don Jorge estaría en Comitán e iría a visitar al viejo!
El 12 de abril, a las once con cuarenta y dos de la mañana recibí la llamada de Alfonso. “En cinco minutos pasamos por ti”. Esperé en la puerta. Subí a un auto negro. Alfonso conducía y a su lado iba don Jorge. ¡Mi amigo le cumpliría su deseo al tío!
Cuando me gana la emoción pierdo detalles. Diré que don Jorge bajó, husmeó entre los estantes y pidió una cajita laqueada. Intercambiaron dos o tres palabras, desde 1968, dijo el tío, y don Jorge sonrió y dijo que era toda una vida. Sí, toda una vida, dijo tío Merino. Yo saqué la cámara y a don Jorge le pedí de favor que pasara detrás del mostrador. En la foto está, de izquierda a derecha, el tío, con ambas manos sobre el mostrador; luego don Jorge, con el brazo derecho sobre el hombro del tío, y la mano izquierda sobre la caja laqueada que, a su vez, reposa sobre el mostrador de madera, pintado de verde pálido; por último está mi amigo, que ríe y no ve a la cámara sino a don Jorge.
Al día siguiente del suceso llegué a la tienda del tío. Con un paño rojo húmedo limpiaba un vaso de porcelana. Entré, abrí los brazos y le mostré la foto enmarcada. Con la mano izquierda cogí el clavo de concreto y lo martillé con la mano derecha. Le di la foto al tío y le dije que, por favor, hiciera el honor de colgarla. “Sólo porque me lo pides”, dijo y lo colgó con emoción equilibrada.
“¿Ya vio? -le dije- por fin se apareció un famoso por su tienda”. “¡Qué! -replicó-. No hombre, Jorge es de los nuestros, siempre que viene pasa a comprar de esas cajitas. Viene, nos saludamos y san se acabó”.
Bueno, le hicimos el intento. Creo que el tío tiene razón, ¡los famosos nunca llegan a Comitán! Ya nunca tío Merino tendrá la emoción de ver entrar a Fellini, a Marcello Mastroianni o a Greta Garbo.

jueves, 29 de abril de 2010

COMENTARIO


Carlos Rojas, periodista comiteco, publicó un comentario en el DIARIO DE COMITÁN, acerca de la carta abierta que apareció en El Heraldo de Chiapas, el pasado miércoles. Me permito pasar copia para el conocimiento de los lectores de este cuaderno.

Juan Carlos Gómez Aranda hizo suya la bandera de lucha de Alejandro Molinari, pues tampoco está de acuerdo en que forren de laja las banquetas del Centro Histórico de Comitán, porque representan un verdadero riesgo para los ciudadanos que se desplazan por estas peligrosas zonas. Gómez Aranda consideró que el llamado a discutir el tema vale la pena pues mientras algunos discuten el establecimiento de la Agencia Aeroespacial Mexicana, Molinari llama a los políticos a proponer soluciones a los asuntos sencillos y cotidianos de las personas. Y es que en días pasados el autor de Arenilla lanzó un documento a los candidatos advirtiéndoles el riesgo que representa seguir extendiendo resbaladillas en una de las principales arterias viales de Comitán, así se refiere a la calle central que hoy están remodelando, y que de nueva cuenta se tiene la intención de forrar de laja las banquetas, lo cual se convertiría en otros puntos de riesgo, principalmente para las personas de la tercera edad y discapacitados que en una de esas pueden hacer ¡pongoch!, y quebrarse la "maceta" en un resbalón.

(Carlos Rojas. Columna Identidad Política. DIARIO DE COMITÁN, Número 2477. 29 de abril de 2010. Página 29).

miércoles, 28 de abril de 2010

INVITACIÓN DEL CARICATURISTA DE COMITÁN

CARTA ABIERTA A LOS CANDIDATOS PARA LA PRESIDENCIA MUNICIPAL DE COMITÁN



Respetables paisanos candidatos: el pueblo advierte y tolera el deseo de cada uno de ustedes por ser el elegido para gobernar este municipio. ¿Cuál es el interés que los mueve? Daré por descontado que es el mismo que alienta la sociedad: el desarrollo armónico de Comitán. ¿Verdad que sí?
Ante tal premisa expongo a ustedes algo que interesa al pueblo, y, por lógica, debería interesarles a ustedes: las banquetas de laja. Se sabe que los políticos, por sus múltiples compromisos, usan autos para desplazarse, caminan poco. Pero las personas comunes ¡sí caminan! Cientos de personas caminan por la subida de San Sebastián o por la de Guadalupe, o por la bajada de San Caralampio, muy cerca de la famosa calle “del resbalón”. ¡Ah, maravillosa calle que, en un tiempo, llegó a ostentar tal rótulo en la esquina! Rótulo que, por desgracia, desapareció. Bueno, desapareció el rótulo, mas no la calle, incluso, por un enroque infausto las calles del resbalón proliferaron y hoy en muchas calles del pueblo, a cada rato, se oye un lamentable ¡pongoch! Comitán se ha convertido en “la ciudad del resbalón”. Esto que pudiera parecer gracioso es una lamentable realidad que afecta, sobre todo, a personas de edad. Mucha gente mayor ha resbalado en las decenas de “resbaladillas” que existen en todas las entradas a las cocheras de las casas comitecas.
¿En qué momento dejamos que nuestra ciudad se convirtiera en una ciudad de peligro para los peatones?
Don Jorge Pinto, un respetable comiteco que ya falleció, caminaba por el arroyo y cuando alguien le prevenía del peligro de ser atropellado, él decía que caminaba por ahí porque eran más peligrosas las banquetas. ¿Dónde se ha visto que las personas tengan que arriesgarse a bajarse al arroyo porque es más peligroso caminar sobre las banquetas? ¡En Comitán!
Basta hacer una ligera encuesta entre los pobladores de esta maravilloso pueblo para darse cuenta que la mayoría está en desacuerdo con esa práctica anacrónica de haber “forrado” con laja las banquetas de estas calles empinadas. Y ahora resulta que la calle central quedará de lujo por la remozada que le dan, pero, parece, volverán a cometer el error de “enlajar” las banquetas.
Señores candidatos: alguno de ustedes será nuestro próximo gobernante, por esto, de manera respetuosa, les pido se coloquen del lado del pueblo al que, ahora, prometen servir y hagan suya esta demanda.
Alguno de ustedes recibirá pronto el mando de la ciudad; por lo tanto, si están con el pueblo deben solicitar al presidente actual no permita que “forren” con laja las banquetas de la calle central que ahora están remodelando.
He escrito con anterioridad que en Comitán no se respeta el lema que la misma autoridad presume: “En Comitán, el peatón es primero”. Las calles sí tienen una carpeta especial para que los autos transiten sin patinar en las subidas, pero ¿qué sucede con las banquetas de todos los días?
Comitán es su gente y su gente merece vivir en una ciudad digna y segura. No existe ningún argumento que pueda estar por encima del bien común de los comitecos.
Dicen que en la ciudad de México todos han sufrido un asalto o conocen a alguien que ha sido asaltado. Por desgracia, ahora en Comitán todos han sufrido un resbalón o conocen a alguien que se ha fracturado por “culpa” de las banquetas jabonosas.
Espero que esta carta abierta tenga respuesta por parte de cada uno de ustedes. Quedo en espera.

martes, 27 de abril de 2010

EL COLOR DE LA MANO


La fotografía está "coloreada" a mano. La foto ilustra la portada del número 19 de la Revista Digital DIEZ. Ayer, Gabriel me dijo que conoció a un fotógrafo que pintaba las fotos a la antigua, con pinturas al óleo, pinceles y algodón.
La foto de la portada es simplemente sensacional. Se nota que ahí está la mano del hombre. Hoy, en estos tiempos de "fotoshopeado", admiramos lo artesanal de esas fotos. El fotógrafo debía tomar la foto en blanco y negro con la cámara y, con la mirada y con el corazón, "tomaba" la foto a color. Ya en su estudio, cuando tenía la impresión en blanco y negro sobre el escritorio, abría los tubos al óleo y con una pequeña mota de algodón comenzaba a llenar de amarillos, sepias y azules. Todavía, en los baúles de los abuelos, perviven esas fotos.
Don Enrique Cancino, maravilloso fotógrafo comiteco, llegó un día a la casa y a mi papá le obsequió una foto "coloreada". En la foto estoy con un traje de huichol que mi mamá me hizo y con el cual logré el primer lugar en el concurso de disfraces que realizaron en una feria de San Caralampio. Aún en casa existe esa foto enmarcada. Esa foto no la cambio por ninguna foto digital de estos tiempos.
Ahora ya no es visible la mano del hombre. El artista "manipula" la foto en la computadora y cuando la imprime la huella del hombre se evapora. Por el contrario, en esas fotos trabajadas a mano sigue estando algo de esos hombres maravillosos que un día decidieron imitar a la naturaleza con la mayor cercanía.
En la foto de huichol está la mano de don Enrique, muerto hace ya mucho tiempo.

lunes, 26 de abril de 2010

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LAS TARDES SE SIENTAN EN EL PARQUE




Querida Mariana, sentarse en el parque es la única certeza. Todo lo demás está metido en la confusión.
Por fortuna, aún quedan tardes para sentarse. Nunca he asimilado cómo la gente, tranquilamente, se sienta en los parques en las mañanas o en las noches. Siempre he pensado que las mañanas son para estar activos en las chambas; y las noches, para dormir o estar con la amada. Las tardes, en cambio, invitan a sentarse y mirar las frondas llenas de pájaros y de luces ya agotadas. Pero tal vez esto que pienso es también producto de la confusión de estos tiempos.
La confusión es tal que abarca todas las parcelas donde se mueve el ser humano: la escuela, la oficina, los negocios y la patria. A veces ya no hallamos para dónde hacernos. Llueve cuando no debe llover y los cobertizos no alcanzan para resguardarnos del agua y de los balazos.
¿Cómo -pregunto- la sociedad quiere que sus jóvenes tengan certezas cuando sólo les procuran caminos inciertos? La juventud, por definición, es una etapa de incertidumbre. Los jóvenes caminan a tientas. Es deber de los mayores procurarles una guía. En los tiempos actuales los viejos también caminan a ciegas y tontas. Muchos analistas políticos han comparado a la patria con un barco y al Presidente de la República con el capitán del barco. Ahora resulta que el capitán nos ha llevado a un mar lleno de rocas donde nuestro barco puede zozobrar. Da pena decirlo, Marianita, pero nuestro capitán está enredado en la confusión. ¡Por esto estamos como estamos!
El estado de Chiapas, que con la anexión prefirió ser cola de león que cabeza de ratón, está contaminado también. Recuerdo cómo la Universidad Autónoma de Chiapas, por ejemplo, avaló la candidatura de Mario Nandayapa para Premio Chiapas, el año pasado. Esto sólo puede entenderse como una réplica de los sismos sociales en que estamos enredados. Por esto, amiga mía, me atrevo a sugerir a las autoridades universitarias -en ánimo de que el engrudo no se les haga bolas- valorar en serio la persona de Heberto Morales Constantino para la próxima entrega del Premio Chiapas. La Universidad Autónoma de Chiapas saldría dignificada al avalar tal propuesta. Quien fue Rector de esa casa de estudios es un humanista que da brillo auténtico a la entidad. ¡Ya basta de brillos artificiales, ya basta de efectos especiales que sólo convencen a los aficionados del cine plástico norteamericano o deslumbran a espíritus mediocres!
Un poco de certeza en el reconocimiento de los valores auténticos de Chiapas ayudará a sortear estos huracanes confusos que nos atropellan indiscriminadamente.
Por esto, tal vez, la otra tarde que vos y yo nos sentamos en “nuestra” banca del parque de Comitán, dijiste que era como si la tarde estuviera sentada a lado nuestro. Sí, Mariana, la tarde también busca sosiego y recuesta su cuerpo en una hamaca. ¡Esta es la única certeza!
P.D. En el lenguaje todo es confuso, también. Hubo un tiempo, Marianita, que al pan se le llamó pan y al vino se le llamó vino. Hoy, a los viejos se les llama adultos de la tercera edad. Por esto no me sorprendí cuando mi sobrina Pao me dijo: “Tío, ¿tu cabello ya entró a la tercera edad?”. Ya nos lo había advertido Miguel Hernández, en la voz de Joan Manuel Serrat: “Menos tu vientre / todo es confuso”.
¿Adónde escondieron la palabra viejo? Una canción de Piero dice: “Viejo, mi querido viejo”. ¿Debemos ahora cantar: Hombre de la tercera edad, mi querido hombre de la tercera edad? Todo es confuso, querida Mariana.

domingo, 25 de abril de 2010

EL SILENCIO


Me lo contó un afecto. Estaba en su departamento con sus hijos, el menor jugaba en la sala; el mayor estaba acostado con ella en la recámara. Ambos escuchaban los sonidos del niño que jugaba con los carros, de pronto no oyeron algo y el hijo mayor le dijo a su mamá: "Huele a silencio, mami".
El niño tiene escasos cuatro años. No ha leído a Rulfo, más sin embargo, algo de esos cielos de Comala ya están instalados en su mente y en su corazón.
"Huele a silencio", dijo el niño.
Los personajes de Rulfo salen a mirar el cielo y ven las nubes que se deshacen junto con sus esperanzas de lluvia.
Si algún día, el hijo de mi afecto es escritor ¡será un maravilloso creador de escenarios!
El aroma del ruido volvió a aparecer segundos después cuando el hijo menor continuó con el juego de sus carritos.

sábado, 24 de abril de 2010

ENCUENTRO


La generosidad de los organizadores me llevó a participar en el Encuentro Nacional de Poetas, en homenaje a Raúl Garduño, que se efectuó en el Museo de la Ciudad, en Tuxtla Gutiérrez. Comparto con ustedes el textillo que leí:

Buenas tardes:
Leeré cuatro textos de un librincillo que se llama: “De los modos de abrir un pétalo de agua”.
Si me permiten contaré que soy hijo único. Ustedes entenderán porqué, entonces, mis papás vigilaban que cuando llovía yo no saliera al patio y permaneciera a resguardo. Siempre que llovía yo miraba la lluvia desde el cristal de la ventana.
El primer texto se llama: RECONOZCO LA PIEDRA.

Reconozco la piedra. No se parece a algo de este mundo. Hay diferencia entre una flor y la piedra, debe ser la dureza lo que las hace materia ajena.
¿Por qué de piedra y no de esponja los cimientos de mi casa? ¿Será por eso el chirriar del techo y de la puerta?
Reconozco la piedra, es como un sapo que respira con dificultad.
La piedra no es de la tierra, es sustancia estelar, sus deseos son los deseos del meteorito, del cometa.
Me reconozco en su corazón de polvo, de arena.
Me gustaría ver una piedra mojada en la azotea, como un trapo secándose al viento; me gustaría ver una piedra que fuera como un ave alargándose en su vuelo; una piedra que fuera un lama y levitara en su sueño.
No hay algo que se le parezca; si acaso, a veces, en un alud se cree agua, se extiende y cae en cascada.


Decía que siempre vi llover desde la ventana. No sé bien a bien en qué momento un pensamiento raro apareció en mi mente. Cada vez que miraba caer el agua pensaba que ese acto se parecía mucho a cuando mi mamá regaba las plantas. Me pregunté, entonces, si el agua también llovía sobre el agua; es decir, si el agua no sólo servía para regar las banquetas de piedra laja o para regar el patio de tierra o para regar las plantas. Parecía que el agua también servía para regar el agua. Cuando menos, cuando llovía tal prodigio era cosa común y corriente.
El segundo texto se llama: UNO NUNCA ELIGE, y dice así:

Uno nunca elige lo importante. Son las sobras del azar lo que nos toca. A mí me gustaría elegir la hora de inaugurar la madrugada. Elegir, por ejemplo, que no tuviera luz sino hojas secas el día. Una ciudad sin calles, donde fuera preciso pasar por los patios vecinos para llegar al mío.
Nos tocó por herencia el rescoldo del libre albedrío.
Lo importante ya está dado. No puedo ser luz, ni chispa de fuego. Debo conformarme con ser charco, yo quisiera ser río.


Así, entonces, pasé muchas tardes con mi cara repegada al cristal, viendo la lluvia y preguntándome: ¿Qué tipo de semilla alimenta el agua del agua? ¿Qué tipo de árbol crece en medio del patio mojado? ¿Qué árboles de agua crecen en medio de las lagunas o del mar?
Acá está el tercer texto: ¿QUÉ DEBO VER?

¿Qué debo ver en la fogata? ¿El tronco, el humo o la flama? Tal vez el oxígeno sea la sustancia no advertida, la importante.
No sé qué debo ver los domingos en el parque: ¿el globo? ¿El tedio? ¿La campana?
Hay una herencia que me obliga a fragmentar las cosas. No es el reloj lo que me mueve, es la manecilla, el riel en que se desplazan las horas. Dios no inventó el universo en un solo soplo. Todo acto de creación se hace grano por grano, hoja por hoja.
¿Qué debo ver en el hueco? ¿La línea que lo circunda o el vacío que lo llena?


Buscaba con denuedo algún pétalo de agua que me demostrara la idea de que la lluvia llovía sobre sí misma y alimentaba su semilla de humedad. A veces, cuando el Sol llegaba algo como un hilo de vapor ascendía a mitad del patio y yo pensaba que tal vez por ahí asomaría el prodigio. Pero justo, en ese instante, mi mamá me llamaba para ir al oratorio y yo abandonaba el cristal de la ventana. Por esto nunca logré descubrir si mi idea tenía algún sustento real o no. Y ya se sabe que los misterios que no logramos descubrir cuando somos niños ya no logramos descubrirlos nunca.
Gracias por la atención que pusieron a mis palabras, que también están hechas de agua.
El cuarto texto se llama: A VECES.

A veces se me ocurre cambiar. Busco a mi alrededor un modelo. Una silla basta para convertirme en objeto de cuatro patas; basta una lámpara para ser camino de luz, inasible raya.
Cambio lo que cambia una nube en el cielo, no más que lo que cambia una piedra en la pared o en la vitrina de un museo.
A veces se me ocurre cambiar: ser una rendija, ser un cabello.
Cambiar es una encomienda fácil. Basta tomar un modelo. A veces soy el universo, a veces la línea de gis que dibuja un maestro.


Muchas gracias.

viernes, 23 de abril de 2010

INSTRUCCIONES PARA ASISTIR A UN CONCIERTO DE NUBES



1.- Deshacer los “clavos de Cristo” en el ácido de la conciencia.
2.- Rezar el Padre Nuestro con una ligera modificación: “…así como nosotros perdonamos a nuestros acreedores”.
3.- Comprar boleto redondo para el vuelo en el Nimbostratus, de la seis de la tarde.
4.- Convertirse en un experto en señales del cielo. Sobre todo tener en cuenta la señal de “Alto Total” en las encrucijadas por donde pasan los ángeles.
5.- Recordar la prédica “Dios está en todas partes”, para evitar la soberbia de pensar que en el cielo estamos más cerca de Él.
6.- No es conveniente relacionar los sonidos del cielo con los sonidos de la tierra. Ninguna nube suena como fagot, como marimba o como tambor. ¡No, no!
7.- Ser tolerante. A veces los conciertos se cancelan por exceso de niebla. Se sabe que la niebla crea interferencia auditiva.
8.- En caso de tormenta, una medalla de oro funciona como pararrayo.
9.- Quienes tienen hijos pequeños pueden llevarlos al concierto y dejarlos en el área infantil para que vuelen sus papalotes.
10.- A los viajeros que siempre acostumbran pintar letreros en las pirámides, en las grutas o en los troncos en los árboles, se les recomienda escribir el clásico “Acá estuvo fulano de tal”, con tiza blanca para que se note en el azul del cielo.
11.- Llevar siempre un alfiler en la bolsa de la camisa. A veces los conciertos hacen que los escuchas vuelen, ¡vuelen!
12.- A cada oyente se le permite tocar las nubes en el momento más sublime del concierto; asimismo puede tomar un pedazo de ellas para llevarlas a la tierra como souvenir.
13.- Estar atento a las promociones de “dos por uno” que ofrecen en la pista del cielo. Por lo regular, tales ofertas provienen del mercado informal y son productos piratas.
14.- Antes de viajar al cielo se recomienda vaciar la vejiga. Un grupo de cien orinones provoca un molesto aguacero en la tierra.
15.- A los diletantes se les recomienda hacer una escala en la sala de géneros musicales, en el Limbo, para que comprueben que en el cielo no hay “gruperos” ni tocan esa de “soy de Chiapas, tierra linda”. ¡No, no!
16.- Se recomienda no viajar con aparatos detectores de metales. En el cielo no hay tesoros enterrados y la llamada “riqueza de sonidos” corresponde a una apreciación estética.
17.- A quienes no les gusta sentarse sobre el césped, se les recomienda llevar una silla plegable porque la suavidad de las nubes puede provocarles cierta alergia.
18.- Está prohibido comer adentro de la Sala Divina. Por favor: ¡no llevar sabritas, tamales, tostadas, o pozol en vasos de unicel!
19.- En ocasiones el viento provoca un ligero movimiento de nubes. Se sugiere mantener la calma y olvidar el temor de los temblores de 6.5, y
20.- Está de más decirlo: A quienes detestan las alturas, no les conviene jugar que son espíritus exquisitos. Pueden, tranquilamente, quedarse en casa, recostarse en un sillón de la sala, abrir una “chela” y poner un disco de Paquita la del barrio o de Julión Álvarez (y que Dios los agarre confesados).

(Nota: a partir de este día todos los textos estarán acompañados con ilustraciones de pintores famosos. Estamos seguros que nuestros lectores aprobarán y disfrutarán esta propuesta. Gracias).

miércoles, 21 de abril de 2010

ARENILLA PARA HUGO HUMBERTO MORALES ZÚÑIGA



Cuando me dijeron que Hugo era Maestro en Ciencias Sexológicas corrí a casa de Mariana para comentarlo. Mariana abrió la puerta, me escuchó con atención y cuando terminé, casi con la emoción pegada en mi camisa, ella me dijo que pasara, que me sentara y tomara un té. Su actitud me bajó la emoción. Cuando ella vio que ya estaba más calmado, me dijo la clásica pregunta que hace cuando algo la deja incólume: “¿Y?”. Cómo “Y”. ¿Acaso no es una maravilla un hombre que domine esa materia que siempre está escondida en el misterio? Mariana me dijo que debe ser bueno para él ser un ducho en la materia y que los “jóvenes de este tiempo deben saber todo acerca de su cuerpo y de su espíritu”, pero que ella prefiere que ese misterio se vaya develando, en lugar de un salón de clases, en la penumbra de una habitación.
Ay, Marianita, nadie lo hubiera imaginado. Tan seriecita que te mirás. Ahora sí que como dicen en Comitán: “Que te compre el que no te conoce”.
Mientras descubro más misterios en la palabra de mi afecto, paso copia a los lectores de esta Arenilla que respondió alguien que sabe mucho de esa vaina que se llama sexo.

1.- Cuando Hugo piensa: “¿Qué hago con el Ego de Hugo?”, ¿qué pasa?
Cuando Hugo piensa, el ego escapa de sí mismo y trasciende en el tiempo y el espacio, y se posa suavemente en las manos de quien escucha sus lamentos, porque el ego y Hugo son la misma unidad: Conciencia y sentimiento. Cuando Hugo tiene el ego entre sus manos lo transforma en energía, fuerza, impulso a la superación, porque el día que Hugo pierda la energía, la fuerza y el impulso es porque el ego se le ha escapado y ha trascendido a la dimensión donde sólo la eternidad reina.

2.- Vos que sos experto en sexología decinos: ¿qué es más importante: el eros o el logos?
Ninguno de los dos es importante cuando la razón supera al sentimiento y trunca la emoción; mas cuando el sentimiento más profundo aflora y la pasión florece y surge el logos, entonces el cuerpo vibra, el alma se estremece y la voz se convierte en un tenue susurro, un susurro jadeante de placer, pleno de emoción, desbordante de espiritualidad, un eros desnudo de logos y vestido de deseo.

3.- Si fueras Beethoven, ¿cómo lograrías llegar al Molto Vivace en una relación?
Si el sonido fuera aliado y fiel amigo de todos los mortales, las notas las leería en cada centímetro de su piel y su vibración explotaría en nuestros corazones; y si fuera artista de mil obras juntaría pinceles, partituras, letras y cinceles para recrear en su alma la inmensidad del placer de vivir, el estar a partir del ser, compartiendo las copas y brindando con el vino del amor, así y sólo así los cuerpos se juntan y bailan la danza del placer, el placer de fundirse, de estar y sentirse vivos.

4.- Los discos compactos tienen una duración limitada, ¿cuál es la duración del espíritu del hombre?
El espíritu es tan eterno como eterna es la memoria, no hay dimensión que se resista ni belleza que se pierda en el tiempo y la distancia, pues el espíritu es fiel compañía del caminar de quien se reviste de eternidad, la eternidad de ser hombre, fiel amigo de sí mismo.

5.- Sí tu amada es un río, ¿con qué cuenco re-coges su agua?
Siendo río su turbulencia inquieta y su fuerza vence mil obstáculos; siendo río fluye en sí misma y mi boca -mina de mil voces- atrapa la suave cadencia de su transitar intenso y mis manos atrapan y dejan escapar placeres y es mi piel enorme cuenco que atrapa y teje con mil gotas su belleza re-cogida para convertirla en laguna que refleja la luna y las estrellas para fundirlas en tranquilidad perfumada de la quietud de una luna reflejada en el amor de mil estrellas.

6.- Dice el poeta: “El viento más que yo, se fuma este cigarro entre mis dedos”; si los hombres somos el cigarro, ¿qué esencia nos fuma?
El hombre sólo puede ser fumado por la paz de un dulce sueño, la conciencia descansando en una suave almohada de seda blanca, el latido de un corazón cantando alegremente a la inocencia, la paz íntima del placer humano de ser y de vivirse con transparencia inmensa, esa es la esencia que nos fuma cuando somos cigarros pendientes de dedos firmes y de bocas inquietas, que nos atrapan y consumen en bocanadas de humo que dibujan siluetas que transitan por los mil caminos de nuestras acciones.

7.- En el juego del sexo la palabra es importante, ¿por qué entonces, en el juego de la palabra nos prohíben el sexo?
Una máxima dice: La mejor palabra es la que no se dice, sin embargo, cuando es dicha y la dicha es grande la pasión florece y el verbo, el sustantivo, los adjetivos y la gramática entera hacen del sexo la belleza humana de máximo esplendor, pero en la estrechez del pensamiento y en la mezquindad del ser, la palabra destruye, niega, limita, cosifica, y es ahí donde el sexo y la palabra se convierten en sutiles enemigos.

8.- “Que tu corazón sea como un cántaro”. ¿Qué tipo de agua contiene?
Mi corazón cántaro es, pero no es cualquier cántaro, ni mi agua es cualquier agua, pero siendo agua de cántaro es transparencia, es frescura, es agua de laguna donde reposan tranquilos los sentimientos esperando calmar las ansias de un fuego enardecido, agua contenida para saciar mi sed y la sed de quien comparte conmigo su ser río, su ser cascada, su ser laguna. Sólo de esta agua hay en el cántaro de mi corazón.

9.- Sí la ciudad de Comitán es una mujer, ¿cómo la seduces?
Comitán, mi pueblo amado, es mujer de mil ayeres, mujer de mil pasiones y siendo mujer pueblerina vagaría caminando lentamente sobre su polvo, perdiéndome en sus veredas, susurrándole una canción al pie de sus dos grandes templos, suspirando la fragancia de sus amaneceres míos, abandonándome en su barrio húmedo, La Pila, donde brotan los placeres que calman las ansias más etéreas. Siendo mujer de mil historias la haría mía contándole al oído y al pie de sus subidas y bajadas nuestra propia historia.

10.- ¿Cuáles son los tres aspectos del hombre que deben pararse para evitar que se pare el corazón?
El corazón late cuando se para el tedio, cuando se para el olvido y cuando se para el desamor. Siendo tres un equilibrio plasmado en un triángulo y siendo triángulo cada uno de sus vértices alberga la pasión, la locura y el deseo. Los tres miembros del hombre que paralizan sus instantes fugan su conciencia, enajenan su mirar, abandonan su cuerpo; por eso hay que amar con pasión inmensa, querer con locura extrema y sentir con deseo ardiente y así la música del corazón resonará en el pecho y se escuchará en el infinito; por ello, el corazón necesita ser tratado con pasión, ser vivido con locura y tomado con deseo para que pueda latir tan fuerte y repetido como el sonido del eco perdido en la montaña.

(Hugo Humberto Morales Zúñiga es Médico Cirujano, Diplomado en Sexualidad Humana, en Integración Humana y en Didácticas Especiales. Especialista en Sexología Educativa, en Orientación e Información Sexología y en Sexología Clínica Humanista. Tiene la Maestría en Ciencias Sexológicas y la Maestría en Psicoterapia Guestalt. Es estudiante del Doctorado en Educación. Apasionado de la lectura, del crecimiento personal y de la vivencia a través del contacto con la música y la naturaleza.)

martes, 20 de abril de 2010

INSTRUCCIONES PARA DECIR NO


1.- Ser un narcisista de primera. Colocar espejos en todas las habitaciones y, cuando los espejos no alcancen, mirarse en el fondo de una palangana.
2.- Todas las mañanas recordar los tiempos de infancia cuando la mamá no preguntaba si queríamos ir o no, nos llevaba de la mano ¡y punto!
3.- Soñar con que un día París estará al alcance de la mano y debemos aprender a decir no en francés.
4.- Mirar un cuadro de Velázquez y pensar qué hubiese pasado si el famoso pintor hubiera dicho sí a todo lo que se le ponía enfrente.
5.- Intuir qué es la "persistencia de la memoria", pero manifestarse como un lego ante la pregunta: "¿En dónde está la memoria de la persistencia?".
6.- Entrar a un monasterio de frailes dominicos y llenar las celdas con la palabra No.
7.- Salir a caminar por las calles de Comitán y al regresar decir: "Soy un hombre sano, consumí diez manzanas".
8.- Si en efecto el tiempo es relativo creer que uno está parado en la otra orilla y dejar que los trenes avancen.
9.- No aceptar ninguna mascota, a menos que sea el "perro andaluz", de Buñuel (guardar todas las navajas bajo llave).
10.- La mejor manera de llevarla bien en el mundo es pensarse anarquista.
11.- Comprar tarros de miel y bañarse dentro de ellos.
12.- Comprar en abonos un cuadro de Remedios Varo y cuando alguien pregunte por la compra decir: "No me quedó más remedio".
13.- Pararse frente a los girasoles de Van Gogh y recitar unos versos de Lorca: "Verde que te quiero verde".
14.- Dedicar la vida a meter en círculos los cuadros cubistas.
15.- Imaginar que uno es una planta de luz.
16.- Imitar a José Luis Cuevas; todas las mañanas pintar un autorretrato; y luego imitar a la tía Josefina y botar al basurero todos los autorretratos.
17.- Cambiarle el punto de fuga a la perspectiva del tiempo.
18.- Declararse admirador de algún "ismo", del "noismo", por ejemplo y redactar un manifiesto.
19.- Comprar diez piezas de cerámica y quebrarlas a la entrada del ayuntamiento. Luego hacer un rompecabezas del universo con los trozos, y
20.- Decir ¡Sí! a la vida y al sueño.

lunes, 19 de abril de 2010

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO DON CASIMIRO ES COMO UN LIBRO DE CORTÁZAR




Querida Mariana: Don Casimiro me cayó bien el día que lo conocí. Es un hombre humilde, por lo tanto ¡sabio! Me contó que una tarde subía por las escaleras de la Casa de la Cultura cuando se topó con uno de sus amigos que le dijo: “Tené cuidado, vos, Casimiro, venís hablando solo”. Don Casi sonrió y le dijo: “No vengo hablando solo, vengo hablando con Dios”. ¡Ahí me cayó bien, el viejo! Ya luego le fui conociendo algunas gracias más. Es un hombre que se levanta a las cinco de la madrugada y antes que hacer otra cosa, sale al patio de su casa, abre un hoyito en el suelo y “siembra” una piedrita. Me cuenta que sabe perfectamente que la piedrita no crecerá como crecen las matas de maíz, pero que, al pensar que “siembra” y no “entierra” algo más fértil debe suceder en el universo. ¿Lo imaginás, Mariana? Yo digo que es un hombre sabio aquél que, sin pena, habla con Dios o que siembra piedritas para que el universo tenga una oportunidad diferente de crecer.
La gente, por lo regular, siembra semillas y entierra objetos. Una vez, en Puebla, me tocó presenciar el “entierro” de una cápsula del tiempo. Vos sabés que las cápsulas del tiempo son esos chunches que se entierran en el presente para que sean descubiertos en el futuro, y así “el descubridor” sepa cómo era la vida en el pasado. En Comitán, hace muchos años, era costumbre “enterrar” tesoros. Muchos millonarios del presente, lo son porque “desenterraron” cajas llenas de monedas de oro que saber quién enterró hace mucho tiempo.
¿Imaginás lo que sucederá el día que alguien “desentierre” las piedritas que siembra Don Casi? Tal vez ni se dé cuenta de lo especial de esas piedras. ¡Hay tanta piedra en el suelo! Pero de una cosa estoy seguro: algo sucederá en el universo, algo se torcerá.
Es una idea rara, pero ¿imaginás lo que sucedería si millones de hombres hicieran lo mismo que Don Casi? No puedo advertir qué sucedería, pero el universo no sería el mismo. Vos y yo no podemos entender qué pasa porque nunca hemos sembrado piedritas, tal vez nos parece una acción banal.
Pero si lo pensás bien no es tan absurdo. A mí me parece más tonto “enterrar” monedas de oro, por ejemplo. ¿Para qué los antiguos abrían hoyos y enterraban sus tesoros?
Esas personas nunca entendieron que algo diferente hubiese sucedido si su pensamiento hubiera sido como el de Don Casi. ¿Por qué no pensaron que estaban “sembrando” sus monedas de oro? Tampoco puedo advertir qué sería la vida presente, pero estoy seguro que la vida no sería igual.
Cualquiera puede pensar que “sembrar” piedritas es ¡un absurdo! Es más absurdo “enterrar” monedas. ¿No?
P.D. Recuerdo que una vez me contaste que de niña te gustaba ir con tu papá a Los Lagos de Montebello. Recuerdo que tu papá te agarraba de la blusa para que no fueras más allá y vos “rejuntabas” piedritas y las aventabas al lago de Tzizcao. Te gustaba pensar que esas piedritas calientes por el sol se refrescaban en el agua. Eras un poco sabia, también. Los niños son como Don Casi: humildes y llenos de sabiduría. Los hombres nos echamos a perder conforme crecemos. Por esto Don Casi me cae bien. Nunca ha perdido esa capacidad infantil de crear otros mundos.

domingo, 18 de abril de 2010

LA TERCERA LLUVIA


Golpearon la puerta y luego entraron al laboratorio del doctor Arriaga. Él doctor alzó la cara y los vio por encima de sus lentes. "¿Otra vez?", dijo el doctor y caminó hacia la ventana, donde estaban sus alumnos. Vio al patio de la escuela y constató que las gotas de agua eran cuadradas.
Era la segunda vez. La primera ocasión ocurrió en la primera lluvia del año (en abril). Estaba en su laboratorio cuando los mismos muchachos, con una cara de espanto, lo agarraron del brazo y lo obligaron a ir a la ventana. Caía un aguacero y el patio de la escuela estaba lleno de cubos de agua que no se deshacían. "¿Es granizo, verdad?", preguntó Alicia, mientras frotaba entre sus manos la medalla que colgaba de su cuello. Cuando el maestro tuvo un cubo entre sus manos vio que no era granizo porque no estaba helado, al contrario, estaba tibio. De lo que no cabía duda era que estaba formado de agua, de agua tibia que no se deshacía. El doctor trató de aplastar el cubo entre sus manos, pero estaba rígido, como si estuviese hecho de metal. Sin embargo, al tacto era sutil, como si lo cubriera una tela de agua. El doctor lo colocó sobre su brazo y, como si fuese una esponja, lo desplazó una y otra vez. Su brazo quedó húmedo y tibio, poco a poco se fue secando. Al cubo de agua no le pasó nada.
Cuando dejó de llover todos los alumnos bajaron al patio lleno de cubos de agua, unos encima de otros. Era imposible caminar entre tanto cubo. Sin entender muy bien lo que había sucedido, el director de la escuela mandó a los conserjes y al servicio de limpia a que, con palas, "amontonaran" los cubos y abrieran un camino hacia la calle. Los vecinos y el Ayuntamiento hacían lo mismo. Después de dos horas, la ciudad estaba llena de promontorios de cubos de agua.
La gente que estaba al descubierto ese día del aguacero dijo que la sensación de la caída de los cubos fue la misma que en un día "normal" de lluvia. Terminaron empapados, no sintieron un golpe fuerte cuando un cubo les "mojó" la cabeza. La única diferencia, dijeron, fue que el agua estaba tibia, como si, en lugar de estar en San Cristóbal de Las Casas, estuvieran en Arriaga, por ejemplo.
Todo el día estuvieron los cubos arrumbados. A las seis de la tarde la novedad había cesado y ya nadie les hacía caso. Pero, justo a las siete con veinte de la noche, el pueblo vio que los cubos, como si fueran globos, comenzaron a subir, flotaron y ¡desaparecieron! El doctor Arriaga corrió a su laboratorio y no halló los dos cubos que había conservado para experimentación. A las siete con veintitrés todo estaba igual. Dos o tres dijeron que cuando pasaban por donde había estado un promontorio de cubos tenían una sensación térmica, pero, fuera de eso, nadie dijo algo más.
En esta segunda ocasión, el doctor sacó una cubeta al patio y dejó que se llenara con los cubos de agua que caían. Era un aguacero moderado. A los quince o veinte minutos la lluvia cesó. El doctor cubrió la cubeta con una tapa y le colocó dos ladrillos encima. Sacó una silla plegable y se sentó a observar el comportamiento de los cubos. A las cinco con treinta y dos minutos, los cubos, con un ligero rumor de hojas secas, se elevaron y desaparecieron. El maestro había esperado que la cubeta tuviera un ligero movimiento o, en sorprendente caso, se elevara, pero no sucedió nada; se inclinó sobre la silla y, con cuidado, quitó los dos ladrillos. ¡No pasó algo! Desplazó la tapa, poco a poco y vio que la cubeta estaba vacía, completamente seca. El grupo de sus alumnos lo rodeaba y sus caras exigían un comentario. "¿Qué quieren que les diga?", preguntó, sólo por decir algo.
El grupo se retiró y el maestro pensó que el misterio se iría despejando a medida que lloviera más y los sabios del mundo estudiaran el fenómeno. Había que planificar el método para cuando apareciera la tercera lluvia.

sábado, 17 de abril de 2010

¿DE CUÁL FUMAS?


Un afecto me dijo: "Cuando comenzás a escribir de nubes y de vientos y de esas cosas dejo de leerte. A veces volás muy alto". Otro afecto, después de leer un texto mío, me preguntó: "¿De cuál fumas?".
Ahora digo: Brincos diera por volar alto. En realidad esta es mi pretensión: volar para que mis lectores vuelen también. Pienso que todos los escritores deseamos esto. Asimismo digo que ¡no fumo algo!
¿Por qué jodidos pensamos que es necesario "fumar" algo para crear? Siempre he pensado que los clichés nos confunden.
La mayoría cree que la bohemia está relacionada con la creación y la bohemia relacionada con una vida "disipada" que tiene que ver con ambientes de borrachera y de drogadicción.
No sé bien a bien cuántos creadores han sido mariguanos, drogos o borrachos, pero estoy seguro que son más los creadores que no necesitan "meterse" algo para poder crear.
Hace tiempo un compa me dijo: "El fulano de tal ("poeta" chiapaneco) es incapaz de escribir una línea si no está bien moteado". Bueno, ese compa poeta es ejemplo de los incapaces de crear por sí mismos. Dios (llámenle naturaleza si quieren) no les concedió el don natural y tienen que recurrir a efectos especiales para crear algo.
Por fortuna, para crear no necesito ningún efecto especial, únicamente trato de estar atento con todos mis sentidos a lo que sucede a mi alrededor y en mi interior.
Aspiro a volar, aunque sea tantito. Volar para que mi obra pueda ser un objeto que levite, que produzca una sensación diferente en los "mirones" de mi obra. En fin, esta es la apuesta y a diario lo intento.
A mi primer afecto le respondí lo que acabo de escribir; y a mi segundo afecto le dije que, según yo, la única sustancia a fumar ¡es la constancia en el trabajo!
Es decir, para crear no se necesita "meterse algo". Si algunos creadores son "motos" no significa que la droga sea elemento imprescindible para crear. Debe ser muy penoso para un creador aceptar que no puede escribir o pintar una sola línea sino es por influjo de algún sicotrópico.
Mis únicas dependencias son la naturaleza y la constancia. ¡La chamba, pues!

viernes, 16 de abril de 2010

PARA HACER UNA PELÍCULA




Sabino Bergman me llama por teléfono, me cita en su casa. Llego, me ofrece un vaso de vino y me apresura para que me siente en un mueble de ratán, mientras él se sienta tras su escritorio, prende la lámpara individual y me dice: “Te invito a que hagamos una película”. ¡Pucha, una película! Ya tiene escrito el guión y la lista de posibles actores. “El director -me dice- seré yo. ¿Te parece?” Digo que sí, que está bien, él será el productor, por lo tanto, puede nombrar de director a quien quiera. Sirve otro vaso de vino, me lo ofrece. Lo pongo al lado del otro vaso que sigue intocado.
Lo veo desde la distancia de dos metros. Intuyo que él se sienta siempre detrás de su escritorio para marcar no sólo la distancia física sino también la social. Que quede claro que él es el del apellido de prosapia, que él es el millonario. Su sillón es mullido. El mueble de ratán donde estoy sentado es bello, pero incómodo.
En pocas palabras me resume el guión: José Saramago, el escritor portugués que ganó el Nobel, llega a Comitán. Llega en el año 1952, a la edad de treinta años. El pueblo está metido en una dinámica especial en ese momento. Los constructores de la carretera han inundado el pueblo y, poco a poco, la tranquilidad y las costumbres de antes ¡desaparecen! No obstante, el pueblo no acepta a Saramago, se les hace un “huarachudo comunista”. Qué diferencia con los otros, con los “camineros”, ellos salen a trabajar desde temprano. Saramago se la pasa todo el día en el restaurante que está frente al parque, tomando café y redactando notas en un cuaderno. La gente comienza a verlo mal. Tal vez es un agente ruso. Habla muy raro. Total que un buen día decenas de personas se amotinan, van a la casa donde está hospedado, tiran su maleta a media calle, le prenden fuego y a él le dan un plazo de doce horas para que abandone el pueblo, para que abandone Chiapas, para que abandone el país. Muchos años después, cuando gana el Nobel de Literatura, alguien encuentra datos de su estancia en Comitán y lo da a conocer. Pero los tradicionalistas de siempre, digamos “los auténticos comitecos”, se estrujan las manos y procuran a toda costa que la historia no se sepa. Pero el descubridor cuenta que ya hizo contacto con el escritor y que él le dijo que en su próximo libro contará la verdadera historia de su estancia en Comitán. Los “auténticos” se sobresaltan, quieren impedir a toda costa que la historia se dé a conocer. “Ya no vendrán turistas”, alegan. “Seremos un pueblo marcado, como el pueblo de Canoa”, dice otro.
“¿Cómo la ves?”, me pregunta Sabino. Bien, bien, le digo. Y lo digo, porque hubo un momento en que la historia me atrapó. Es una historia locochona, le digo. “No, no -replica- es una historia verdadera”. Y me enseña un documento donde aparecen datos del pasaporte de un tipo llamado José Saramago, de nacionalidad Portuguesa; luego me enseña una foto donde aparece el mismo tipo sentado en una banca del parque central de Comitán.
“Saramago estuvo en Comitán y lo expulsaron, es de verdad”, concluye. Sabino se levanta, apaga la lámpara y me sirve otro vaso de vino. Yo lo pongo al lado de los otros dos, intocados. Se queda parado frente a mí y me pregunta si le entro al proyecto.
¿Y yo qué haría?, le pregunto. “Convencer a Pedro Armendáriz Jr., para que haga de Saramago, viejo en la película”.
Le agradezco, pero no acepto, le digo que tengo otro compromiso. Veo que él se molesta un poco. Levanta los tres vasos de vino y me extiende la mano. Yo salgo porque él se despide diciéndome: “Ya conoces el camino”.
Qué bueno que no le dije que estoy en tratos con Saramago para que hagamos una novela a cuatro manos, porque, de plano, ¡se enojaría en serio!

jueves, 15 de abril de 2010

EL CINISMO DE LOS CÍNICOS


Existe un libro de Kapúscinski cuyo título es: "Los cínicos no sirven para este oficio". El oficio al que se refiere es, por supuesto, el periodismo.
Cuando leí el título por primera vez pensé que podría aplicarse a todos los oficios del mundo, pero luego, ¡qué pena, qué desgracia!, me di cuenta que en nuestro país, existe un oficio en el que se necesita ser cínico, bien cínico, para ejercerlo.
Sí, pensé en la política, pero, luego, qué pena, otros oficios comenzaron a aparecer. Y,al final, también incluí el de periodista. En Chiapas conozco a más de dos periodistas que son especialistas en el cinismo y ¡les va muy bien!
Claro, el buen Kapúscinsky hablaba de ética y de valores. Hablaba de periodistas comprometidos con su tiempo, con la sociedad y, sobre todo, con ellos mismos.
Los cínicos no tienen el menor respeto a sus personas. Cuando un hombre es indigno con su persona es indigno con los demás.
Sería bello que algún día los cínicos no sirvieran para ningún oficio. Ya se sabe que los objetos y las personas que no sirven para algo, bien pueden irse al basurero.

miércoles, 14 de abril de 2010

INSTRUCCIONES PARA LEER A EFRAÍN BARTOLOMÉ





1.- Invitar a Gustavo Ruiz Pascacio una copa de oporto y pedirle que cuente algunos “Designios de la Diosa”.
2.- Ir a Ocosingo y en la plaza central lavarse las manos con agua del Sol (para secarse puede servir cualquier toalla caricia).
3.- Partes el siglo XX a la mitad y aparece Efraín sobre una nube de cristal. Ese cristal presagia una ventana y esta ventana advierte una casa para el corazón de una muchacha.
4.- Botarse sobre el diván de un psicólogo, cruzar los dedos del alma y decir: “Me veo en el espejo y encuentro que soy lo que no soy porque soy más de lo que no soy”.
5.- Si después de abrir un poema de Efraín algo como un carbón enrojece en el ojo del lago ¡está uno por buen camino!
6.- Si la hierba en madrugada suena como un canto de tiuca o como un acezo de pasión en fuga ¡está uno en la senda correcta!
7.- Sobre un comal caliente, dilatar la tarde con sus palomas, con sus portales, con sus campanas que llaman a misa y con sus mujeres que caminan sobre la plaza como si ésta fuera un lago y ellas fueran Jesús.
8.- Cuando una mujer diga: “¡Hazme el amor!” recitar el verso catorce de la página 59 de cualquier libro de Efraín, ponerse la camisa y salir sin volver la mirada. En el noventa y nueve por ciento de los casos, la mujer logra un orgasmo y vuelve en busca de su amado.
9.- A horcajadas cabalgar sobre el viento que corre por encima del río Tzaconejá.
10.- Descolgar de los árboles los residuos que quedaron la noche en que Dios separó la luz de la sombra.
11.- Recoger la lluvia que cae todas las noches en temporada de estío y luego humedecer las nubes ausentes.
12.- Cuando un hijo se asome al tedio de su padre, abrir la ventana para dar entrada a la rutina y a la tarde de todos los siglos. Por lo regular los hijos se divierten mucho cuando descubren que la luz del Sol no es un efecto especial en tercera dimensión.
13.- Si de pronto uno descubre que el pantalón de la noche tiene un hoyo y por ahí caen estrellas, ¡está uno en la dimensión correcta!
14.- A media noche invitar a la amada o al amado a caminar por el puente de hamaca del azar (se recomienda no abrir los ojos a la mitad del camino. Que la luz que ilumina a los ciegos sea el único hilo de Ariadna, el único lazarillo).
15.- ¡Ser pueblo! Esto quiere decir: prender una fogata en medio del patio y poner música en el solar, antes que la música solar se presente y toque su son.
16.- Pensar que uno es agua, que el agua es luz; que la luz es una cuerda y que ésta no es más que la línea que separa la montaña del cielo.
17.- Colocar el “punto de fuga” ¡no en la línea del horizonte!, sino en la línea de la pasión.
18.- Convocar a todos los vecinos. Hacer una fiesta en el callejón. Pedir coperacha para contratar la marimba (sin metales, sin batería, ¡la pura marimba!). Cuando el jolgorio esté a más no poder, apagar las luces, prender las teas y leer un poema de Efraín. Luego apagar las teas. No será necesario volver a prender las luces, los ojos de las muchachas brillarán como pozos de luz.
19.- Decirle a la amada o al amado que imagine ser una cebolla y que, poco a poco, en la oscuridad, se quite las capas exteriores hasta dejar visible su corazón. Si el otro llora un poco, ¡es comprensible!, y
20.- Si el hombre descubre que pierde la memoria, no debe preocuparse, ya que la nada vuela mejor que la carga de los siglos.

martes, 13 de abril de 2010

LOS CLAVOS DE CRISTO


El Director de COFETEL reconoció ayer que el registro de celulares tiene números registrados con identidades suplantadas. Que tal cosa fue hecha con dolo o por travesura.
Laurita siempre dice: "¡Por los clavos de Cristo!" cuando algo rebasa su capacidad de sorpresa. Ahora yo repito esa oración.
Ayer mismo escribí acerca de lo que todo mundo sabe y comenta: la incapacidad de las autoridades para emitir leyes.
¿Cómo es posible que en el país debamos cumplir una "ley" cuando ésta, desde el principio, mostró tal cantidad de inconsistencias?
Se supone que las leyes están hechas por expertos. Sin que los simples mortales seamos expertos en leyes sabemos que el fin último de la ley es la convivencia plena de la sociedad.
¿Para qué la ley nos obliga a cumplir el reglamento de tránsito, por ejemplo? Pues de igual manera, se supone, los encargados de hacer las leyes idearon este registro de celulares que tuvo la "sana" intención de regular y controlar el uso indiscriminado y anónimo de tales chunches.
Pero ahora, ¡estamos metidos en un grave problema!
¿Por qué las autoridades no advirtieron esa posibilidad de dolo o de travesura y lo controlaron?
Uno ya no sabe si se pasan de "listos" o de tontos.
Mientras tanto, apenas ayer un amigo me dijo que en Semana Santa perdió su celular y ahora debe hacer el trámite de darle de baja por si hacen mal uso de él. Pero, ¿qué pasa con todos los celulares que pudieron quedar registrados a nuestro nombre?
¡Por los clavos de Cristo!

lunes, 12 de abril de 2010

ARENILLA PARA NATALIA TOLEDO


Natalia llegó a Comitán para participar como ponente en el foro académico del Décimo Festival Internacional Rosario Castellanos. La vi en el corredor de la Casa de la Cultura. Caminaba con prisa para llegar al auditorio donde se presentaría; caminaba como si el mosaico fuera la arena de una playa del Istmo; como si el viento fuera el mismo viento lleno de aromas de mar y de esos tocados de iguana que llevan las mujeres.
Natalia caminaba apresurada, pero la vi pepenando piedritas, como las niñas de su pueblo pepenan conchas y estrellas de mar.
“Natalia -le dije- te invito a un juego de palabras, a responder una Arenilla”. Escuchó la primera pregunta y me dijo: “Esta no es Arenilla, ¡esta es grava!”, pero, así, apresurada, recogiendo algunas nubes de estos cielos chiapanecos, me dijo: “¡Va!”, y pepenó las preguntas al aire y respondió jugando porque ella está acostumbrada a jugar con la palabra seria y armoniosa de su pueblo. Respondió con la boca llena de risa, llena de nubes.
Tres minutos después habíamos cumplido el ritual y ella subía al escenario para decir su palabra, una palabra que, como ella explicó, está llena de matices y de cantos. Lo que en español significa “estrella”, en zapoteco, dijo, suena como: “Fuego del cielo”. Acá pues, para los lectores de El Heraldo de Chiapas, el “cielo del fuego” de Natalia.

1.-Si en la televisión nacional comentas un asunto internacional, ¿qué se modifica en tu universo personal?
Todo y nada.
2.- Si la cocinera de tu casa emplea sal de mar, ¿qué olas provocan esos guisos sobre los acantilados de tu alma?
Si guisa con sal de mar es que viene de Juchitán, de La Salinera que quiso privatizar Benito Juárez ¡que nunca lo logró!
3.-Si las nueve estrellas de Comitán fueran mandamientos, ¿cuál sería el décimo mandamiento por agregar?
Quitarle todas las estrellas y volver a rehacer el cielo.
4.- ¿Cuál es la cobija que le sube la temperatura a la “guerra fría”?
La mía.
5.- ¿Cuál es el sismo de mayor intensidad que soporta el espíritu de la humanidad?
El Istmo y El abistmo.
6.- ¿Cuál es la principal guerra que se da en “el Toledo de tu Castillo”?
No tenemos castillo, no hay rey, no hay nada; nada más hay una familia Toledo, que es todo Juchitán, por cierto. De exclusivo ¡no tenemos nada!
7.- Natalia: ¿te lía la nata?
La nata me encanta, ¡le meto el dedo a toda nata!
8.-Desde el patio de una casa del Istmo, ¿cómo se ve el patio de una casa comiteca?
Con alcaraván también, como Rosario Castellanos, que canta desde la tristeza y desde la nostalgia.
9.-Imagina que eres una vidente: ¿qué problema será el más ingente en el México del 2012?
Que somos una bola de indolentes, eso, ¡eso es lo que veo! Ya tenemos que reaccionar.
10.- Si la vida fuera un sencillo juego de fútbol, ¿qué posición te gustaría jugar en el campo de juego?
Ah, te iba a decir que primera base, o sea que no sé mucho de fútbol. Me gusta ser la que lleva el balón, aunque sea básquetbol o Juego de Pelota.

(Natalia Toledo Paz. Nació en Juchitán, Oaxaca. Desde pequeña estudió poesía en los Talleres de la Casa de la Cultura, de Juchitán. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Es presidente del Patronato de la Casa de Cultura, de Juchitán. Escribe en zapoteco y español. Como un mero dato adicional puede decirse que su papá es Francisco Toledo, el artista plástico vivo más importante de México).

domingo, 11 de abril de 2010

¡AHÍ VIENE LA PLAGA!


"Ahí viene la plaga", cantaba Enrique Guzmán en los años sesentas, y en estos tiempos su hija Alejandra lo hace.
Ahora, la mayoría de mexicanos -por desgracia- la cantamos. ¡Ahí viene la plaga!
¿Se han dado cuenta de la incompetencia de los gobernantes? Desde el caso retorcido de la muerte de Paulette, hasta el combate militar contra el narcotráfico, pasando por el registro de los celulares.
De pronto, a un "ejecutivo" incompetente le da por "solucionar" un problema y, prácticamente de la manga, saca una solución mágica. Sin un estudio previo, sin análisis de alternativas o consecuencias.
La campaña de registro de celulares es una muestra de incompetencia total. Todo mundo advierte que el registro de un teléfono a nombre de otra persona es de lo más sencillo. Basta que "alguien" suplante identidad para que el teléfono donde se cometerán ilícitos quede registrado a nombre de una persona honesta. ¿Qué sucederá cuando un teléfono se extravíe? Cosa que sucede por miles y miles a cada hora.
Ahora bien, con tal plaga uno se pregunta: ¿De veras es incompetencia? ¿No es un plan fraguado y estos supuestos "incompetentes" son unos perversos malignos que nos quieren llevar a quién sabe qué callejón?
¿A quién le conviene tal florecimiento de tanta incompetencia?
En Comitán comienza a bullir la efervescencia por el cambio de autoridad municipal. En julio de este año, los comitecos votarán para elegir el presidente municipal que gobernará durante un año y ocho meses. Una alianza tiene como candidato a quien hasta hace un mes y medio, más o menos, desempeñó el trabajo de tesorero municipal (el contador Aguilar Meza); otra alianza (una de esas perversas y maquiavélicas entre PAN y PRD) tiene como candidato al que fue presidente municipal en el trienio pasado (Jorge Constantino Kanter). Muchas voces hablan de que ambos candidatos pertenecen a la plaga de la incompetencia. Entonces resulta difícil comprender, desde ahora, cómo Comitán, al final, tendrá como presidente a uno de los dos. ¿Para dónde hacerse?
Los comitecos se han replegado contra la pared porque el grito es cada vez más intenso: ¡Ahí viene la plaga! Es un grito similar al que echaban en los ranchos cuando, en el cine mexicano, gritaban: "Ahí vienen los tres Garcías!, pero en ese tiempo todo era ficción, ahora, todo es una realidad apabullante y temeraria.
¡Ahí viene el ejército a combatir a la delincuencia! ¡Ahí viene el procurador del estado de México a desentrañar el caso de Paulette! ¡Ahí viene el registro perverso de los celulares! ¡Ahí vienen los candidatos a la alcaldía comiteca!
¡Ay, nanita! Dios nos agarre confesados.
Da temor porque, viéndolos bien, no son tan incapaces, más bien tienen -como se dice en Comitán- "plan con maña". ¿Qué pretenden los gobernantes al continuar esta lucha absurda en contra de la delincuencia organizada? ¿Qué pretenden al enredar los casos policiales para entretener a la mayoría? ¿A dónde quieren llevar a México, a Chiapas, a Comitán?

viernes, 9 de abril de 2010

PARA DESPUÉS DE MEDIODÍA




Don Rodomiro estuvo una vez en Pujiltic. En la zona hay enormes plantíos de caña de azúcar. Al mediodía don Rodo miró que el cielo se nubló y una molesta lluvia de hollín se precipitó. “No te preocupés, Rodo -dijo doña Mariana- es que están quemando la caña de azúcar”.
Al día siguiente, cuando salió de Pujiltic, el cielo estaba claro. El olor a azúcar quemada impregnaba el aire.
Cinco años después don Rodo, en Comitán, miró que el cielo se nubló y cayó ceniza. “No te preocupés, Rodo -dijo doña Mariana- es ceniza del volcán Chichonal”. Dos días después el cielo estaba claro. Toda la gente limpiaba los patios y los tejados de las casas.
En las dos ocasiones, don Rodo le hizo caso a su mujer: ¡no se preocupó! De igual manera le hizo caso cuando, por tercera ocasión, un fenómeno especial ocurrió. Don Rodo estaba sentado en una mecedora, tomaba una limonada con hielo, miraba el jardín desde el corredor de su casa, la tarde crecía como una flor sencilla, cuando el cielo “se blanqueó” y una lluvia de hojas de escarcha comenzó a caer. El sol se ocultó y un frío como de congelador apareció. Doña Mariana salió al patio, se limpió las manos con el mandil que llevaba y dijo: “No te preocupés, Rodo, son las flores del tenocté que están cayendo”. Pero Rodo se rascó la cabeza porque ellos no tenían árbol de tenocté, ni los vecinos tampoco. Además era el mes de noviembre y se sabe que el tenocté florea en primavera. El patio se llenó de esa ligera escarcha blanca que, puntual, seguía cayendo. Doña Mariana volvió a salir, ahora se quedó en el corredor, vio la capa blanca que ya cubría todas las cosas y que en el patio alcanzaba una altura de treinta centímetros. “No te preocupés, Rodo, es nieve del Popocatépetl que está cayendo”. Pero el Popo estaba a miles de kilómetros de ahí y en San Cristóbal no sucedía nada, es más, el fenómeno no se daba en ninguna casa vecina, porque ya todos los del barrio estaban concentrados frente al patio de la casa de don Rodo, murmuraban y señalaban el inusual fenómeno. Don Rodo se levantó y se unió al grupo de vecinos. Desde la banqueta de enfrente de su casa ésta se miraba como si estuviera adentro de un tubo de cristal y estuviera lleno de nieve. Porque era nieve lo que estaba cayendo en el patio y en los techos de su casa. Sólo en su casa. Don Rodo no supo si agradecer a Dios por ser el único beneficiado de ese fenómeno o reclamarle y decir que por qué a él si él era un hombre bueno. Cinco minutos más tarde se le unió doña Mariana, continuaba secándose las manos con el mandil. Ella levantó los ojos y recorrió la columna de nieve que ahora ya tenía una altura de más de un metro sobre el nivel del suelo. Vio a su esposo y le dijo: “No te preocupés, Rodo, es Dios que ya se volvió nevero y agarró a la casa como su bote para prepararla”. Don Rodo, entonces, sonrió y volvió a hacerle caso a su mujer. Cerró los ojos y pensó que sería bueno que Dios hiciera nieve de limón, su preferida.

jueves, 8 de abril de 2010

NATALIA TOLEDO


Natalia estuvo en Comitán. Me concedió una Arenilla que publicaré -Dios mediante- el próximo lunes.
Natalia -todo mundo sabe- es poeta. Leyó en el auditorio del Centro Cultural. El recinto se llenó con su voz zapoteca. Una lengua con herencia de totopo, de camarón seco y sal de mar.
Natalia me cayó bien. Está alejada de todo aquéllo que pueda oler a naftalina o a perfume francés. Su piel y sus ojos exhudan fragancias del Istmo.
Su poesía está llena de conchitas y de estrellas de mar. Imagino que ella escribe como si caminara por esos caminos tocados por la flama ardiente del Sol.
Los otros, los que no estamos acostumbrados a hablar con las nubes, caminamos de puntillas, tratando de cuidar la planta de los pies. Ella camina con la planta bien puesta, sabe que sólo quien se quema recoge la esencia de la piedra y de la arena.
Me cayó bien la Natalia. Natalia desenfadada; Natalia de todos los mares y de todos los cielos. Me cayó bien porque fue tolerante. Como si fuese enviada especial "recibió" (en pleno auditorio) a un grupo de mujeres que le solicitaron llevar una petición para Toledo (el famoso papá); como si fuese una estrella más de este pueblo no puso nada en su corazón cuando las autoridades la ignoraron y la dejaron sola en el auditorio.
En un instante me preguntó: "¿Con quién me quejo?". No se quejó con nadie. Esperó pacientemente.
El acto programado para las cinco comenzó a las seis, porque las autoridades estaban inaugurando un acto en otro espacio.
Me cayó bien. Es una mujer humilde, desmadrosa, alivianada y su palabra es viento, es Sol, es mar, es piel de hombre y sueño de mujer.
Los coneculteros y gente del ayuntamiento de Comitán están interesados en la foto. Sin duda que estuvieron a punto para el acto inaugural y para escuchar el concierto de Raúl Ornelas. Ignoraron la voz húmeda de la poeta.
Gracias, Natalia, por ser mujer de pies descalzos.

miércoles, 7 de abril de 2010

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL CRISTAL ES FRÁGIL




Querida Mariana: Luis Felipe se equivocó. Luis Felipe es el encargado de un zoológico pequeño de un pueblo pequeño, de Chiapas, llamado La Trinitaria. Sucede que al tal Alejandro Molinari lo nombraron representante de una Asociación Comiteca de defensa de los animales, para el acto de reinauguración del zoológico. Alejandro, vos lo sabés, con trabajos se representa a sí mismo, pero aceptó el encargo porque un hilo de afecto así lo demandaba. El día de la “actuación” se puso un saco (contra su costumbre) y a las diez en punto estuvo para cumplir con el encargo. Se presentó ante la responsable del acto de reinauguración del zoológico y se dispuso a esperar la llegada del Presidente Municipal que, juraron, ya no tardaba. Alejandro no está acostumbrado a estos actos, pero sabe que los presidentes municipales difícilmente llegan a tiempo a los actos programados. Nuestro personaje buscó la sombra de un árbol y se entretuvo viendo al conglomerado de niños escolares que había sido convocado para ser testigo de honor. Fue entonces cuando Luis Felipe, el encargado, se acercó y le dijo que ellos (es decir, el zoológico) siempre habían estado del lado de PROFEPA. Le pidió a Alejandro que cuando llegara el presidente él subiera también al estrado. Luis Felipe se despidió. A Alejandro le quedó la duda, él iba representando a PRODEFA y no a PROFEPA. Acudió de nuevo con la responsable del acto y dijo algo más o menos así: “Me daría mucha pena una confusión. Represento a una Asociación Civil de Comitán, en defensa de los animales, y no a una dependencia federal”. La Licenciada Nicté le aseguró que no había ninguna confusión. ¡Todo estaba claro! Alejandro recuperó la tranquilidad que se vio interrumpida con el arribo del Presidente Municipal. Un hombre de guayabera le pidió subir y sentarse al lado del Tesorero Municipal. A Alejandro le dieron una playera alusiva al acto, se quitó el saco y se puso la playera. En lugar de oír acerca de las nubes y de los ríos colgados en lianas oyó un comentario acerca del clima político y se enteró de que el tesorero renunciaría a su puesto para buscar la presidencia del municipio.
Querida Mariana, a Alejandro esto no le va, pero como en ese instante no era él, sino el representante de la Asociación Civil trató de representar dignamente el encargo. Al término de los discursos, Luis Felipe (que seguía enredado en la confusión) le pidió a Alejandro que acompañara al Presidente Municipal en el corte del listón inaugural (bueno, “reinaugural”) y, como si un alud lo hubiera arrastrado, cuando vino a ver estaba frente al listón, con una tijera en la mano, al lado del Presidente Municipal y sonriendo tantito para la foto “histórica”.
Comenzó el recorrido a las instalaciones remodeladas, el Presidente lo llamaba para que estuviera a su lado, pero Alejandro ya había tenido suficiente, así que tomó su cámara y comenzó a retratar a las decenas de niños que acompañadas de sus maestros recorrían los senderos del zoológico y se divertían al señalar a los loros, los changos, los cocodrilos, los avestruces y, ¡bendito Dios!, el nuevo ejemplar: ¡un tucán!
El Presidente Municipal se acercó a Alejandro y le preguntó: “¿Qué le parece nuestro tucán?”. “Bonito”, alcanzó a balbucear el representante; “Ahora nos hace falta la tucana”, dijo el Presidente. Alejandro sonrió. Luis Felipe dio dos pasos al frente y, como niño aplicado, dijo: “Licenciado –se dirigió al tal Alejandro-, acá, ante el Presidente Municipal, le quiero solicitar, atentamente, nos done un ejemplar hembra de tucán”.
Ahí fue donde Alejandro Molinari ya no pudo más y ante el Presidente Municipal le dijo a Luis Felipe que había una ligera confusión. El comiteco explicó que él no representaba a ninguna dependencia federal. Luis Felipe, como niño aplicado, dio dos pasos atrás y desapareció. Lo mismo hizo el Presidente Municipal y Alejandro se quedó solo y así siguió hasta que se despidió de la comisión organizadora. Ah, Mariana, si yo te contara la belleza de ese espacio. Hay árboles enormes que brindan sombras espectaculares. Pero, bueno, esto te lo contaré en alguna otra ocasión.
P.D. De regreso a Comitán, Alejandro pensó en cómo estas confusiones se dan a todas horas, en todos lugares. Si él hubiera dicho que era representante de la Secretaría de Gobernación, dos o tres lo hubieran creído y lo hubieran tratado como tal; y cuando la verdad hubiese aparecido lo habrían ignorado como si fuese una de esas “chanclas que no se vuelven a levantar”. Así se dan las cosas en este país hermoso que celebra, con bombo y platillo, doscientos años de independencia y cien de revolución. Algún día le diré a Alejandro que diga que es Presidente de la ASNOESCO (Asociación de No Estudiantes Comitecos), organismo que bien pudo haber fundado en los años setentas, y veremos qué nos cuenta.

martes, 6 de abril de 2010

DEL SUSTO


"Del susto, mi'jo, del susto se fueron muriendo todos". Panchito, por ejemplo, se murió cuando vio una mariposa creyendo que era un dinosaurio. Pero, ¿cómo alguien puede morir al ver una mariposa? "Es que el tío Eulogio le contó de los dinosaurios y le dijo que había una raza voladora. Cuando miró a la mariposa creyó que era un dinosaurio bebé, se espantó por todas las cosas horribles que le había contado el tío y se le paró el corazoncito".
"Del susto, mi'jo". La Carmela se levantó una mañana, miró un ratón sobre el buró junto a su cama, fue por una escoba, cerró la puerta y la ventana para que no se fuera a escapar el animal (La Carmela era muy valiente, por esto nadie se explica su muerte), prendió la luz y, con la escoba por lo alto, se acercó al buró para asestarle un mandarriazo al ratón que, temeroso, no se había movido ni un centímetro, pero, justo en el instante que la Carmela le iba a dar el madrazo, el ratón se paró en sus patitas, y con las manitas juntas, ¡habló! "No me mates, Carmelita, no quiero dejar sola a mis hijitos". La Carmela se fue para atrás, con todo y escoba, como si la escoba pesara toneladas y la hubiera jalado. Se pegó en la cabeza con un perfil de la cama. Ahí quedó. "Muy valiente, muy valiente, pero muy imaginativa", dijo su mamá cuando le preguntaron la probable causa de su muerte. Los que hallaron el cadáver dicen que sangraba profusamente de la cabeza, y el ratón estaba al lado de su oreja como contándole algo. "Todos muy imaginativos", repitió la mamá y se cambió de casa, sólo para hallar la muerte dos días después. Dicen que en la nueva casa, que no era nueva, más bien antigua, había un fantasma y se le apareció en la noche. La mamá creyó que era el alma en pena de su Carmela y le rezó dos padresnuestros, pero, en realidad el espanto era su propio espíritu ya muerto.
"Le digo, todos se fueron muriendo del puro susto"

lunes, 5 de abril de 2010

INSTRUCCIONES PARA NO ABANDONAR EL VUELO


Para Socorro y Marissa Trejo Sirvent, por la
bendición de que su mamá llega a ochenta años de vida.













1.- En un sartén, a fuego bajo, se sofríe un gramo de viento y se condimenta con un poco de pimienta flaca.
2.- Con una regadera y agua bendita se fuerza la humedad para obligar a que los hongos crezcan en el árbol del espíritu.
3.- Cuando la campana del templo “llama” al rezo pensar en el “Santa María, madre de Dios” y en un verso de Rosario. Puede ser el que dice: “Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día”.
4.- Decretar la desaparición de la letra “a” y sustituirla por la letra “e”, por lo menos durente veinticuetre hores. Hebler esí con todos los emigos eyude e vislumbrer el elme.
5.- Imaginar que uno es Ringo Starr y que toca la batería “duracell”, por aquello de que tiene mucha energía.
6.- Jugar al juego: “Elige tu animal favorito” y decidir entre ser un jaguar sin manchas o un plumaje de esos que cruzan el pantano y no se manchan.
7.- Levantar una carpa de circo en el patio de la casa e invitar a todos los elefantes y leones que pasan por la calle.
8.- Hacer un ejercicio de levitación en el cuarto piso de un edificio de diez. Si por la ventana pasa un pájaro decir ¡eureka!
9.- Invitar a todos los “pies de atleta” a los primeros juegos olímpicos de la posmodernidad.
10.- Como si fuese un campo de guerra atacar con denuedo y pasión al enemigo que quiere cortarte las alas para el vuelo.
11.¬- Cambiar los nombres de los objetos y de las acciones más simples: a la amapola llamarla sofá y a la guerra llamarla paz.
12.- Ponerse un casco en el corazón por aquello de las piedras que caen de lo alto y provocan heridas en el cerebro.
13.- Colocarse una banda como si uno fuese presidente de una república bananera. Luego recibir los vítores de todos los súbditos que resbalan por las cáscaras de plátano.
14.- Mirar fijamente a la frente de los hombres que fueron toros en vidas pasadas y vaticinarles que en una vida futura llegarán a ser toreros.
15.- Recordar que los ojos son para ver y las manos para tocar. Por esto, de vez en vez, será bueno cambiarles su vocación y tocar con los ojos y mirar con las manos.
16.- A la casa convertirla en un reino y pensar que uno es el amo y la mujer amada es la reina. Luego jugar al póker y ganar cada vez que aparezca una tercia de ases.
17.- Construir una fuente en medio del patio y llenarla con agua de mar, para que en las noches suba la marea y uno pueda imaginar que las sirenas están más cerca que nunca.
18.- Ir al patio de la casa, hacer un camino para hormigas y luego cobrarles peaje (a las chicatanas, zompopos, tzizimes y fauna intermedia se les debe hacer un descuento del cincuenta por ciento).
19.- Si los gusanos comen las hojas; y los humanos comemos las hojas y los gusanos, ¿en qué Secretaría existe un Departamento de Derechos “Humanos” de las Hojas?, y
20.- Cada vez que uno tenga que decir adiós, debe agregar, “por el momento”. Esto asegura la pervivencia de la generación espontánea.

domingo, 4 de abril de 2010

EL ÁRBOL DE LA VIDA


Vivimos con imágenes. Están las diarias más las que hemos ido acumulando a través del tiempo. Yo, por ejemplo, guardo imágenes de la casa donde viví de niño. Una casa enorme que no era de mi papá, se la daban alquilada. El cuarto donde estaba la maquinaria con la cual mi papá “fabricaba” refrescos. ¡Qué atrevimiento! Mi papá siempre fue un hombre que quiso hacer cosas grandes ¡y las hizo!, dentro de un mundo pequeño. La máquina con la cual se colocaban las corcholatas sobre los refrescos ya llenos. También tengo imágenes del fogón, de la cama donde dormía la sirvienta; de un horno y de una rotonda alrededor de un árbol.
Una noche jugábamos lotería, tranquilos en la sala de la casa, todos estábamos sentados sobre el parquet, cuando de pronto entró Sara abruptamente, abriendo de par en par las puertas y con el llanto casi en los ojos dijo que en el árbol estaban espantando. Dijo que el árbol se mecía de un lado hacia otro con una furia de huracán. Fuimos a ver el árbol y cuando llegamos estaba sin despeinarse. La sirvienta juraba que la fronda del árbol casi llegaba al piso de tan fuerte que se movía. ¡Imposible, pues el árbol era enorme! Sara abrió la mano y mostró dos monedas que, juró, habían caído del árbol. Muchos años después parte del pueblo comentó que el nuevo dueño de la casa había desenterrado un tesoro. La imaginación popular ubicó el sitio exacto del tesoro y estaba a veinte pasos del árbol.
Las imágenes nos definen. No nos damos cuenta, pero estamos hechos de ellas. Nuestra mente es como un álbum de fotografías. Quien sabe leer los ojos, los actos, y los movimientos de la gente sabe reconocer qué imágenes nos han diseñado. Es como si cada gesto reprodujera una imagen antigua.
Tal vez las imágenes que más nos marcan son las que vimos en la infancia: un conejo adentro de una jaula con malla; un corredor de ladrillos recién regado; mi papá oyendo un disco de música en acordeón; un árbol de durazno a mitad del patio; la abuela rezando en el oratorio; un Cristo; la mujer que renguea y llega todas las mañanas a pedir una tortilla para el desayuno; mi mamá tejiendo, sentada en una silla de madera. Estamos hechos de lo que hemos visto o de lo que nos han contado. Por esto, quienes leen tienen más imágenes. Los lectores enriquecen el acervo con imágenes de otros lugares, de otros mundos, de otros universos.

sábado, 3 de abril de 2010

LAS HUELLAS DE UN VIOLÍN


Rieu viene a México. Este compa es holandés, toca el violín y dirige una orquesta. Al parecer se ha puesto de moda. Tengo dos afectos que aman su música. Los dos compas están entusiasmados con la idea de asistir al concierto, pero uno lo está más que el otro, porque ya compró boletos para asistir a dos de los conciertos. Me contó que cuando pusieron los boletos a la venta ya no alcanzó más que para la fila doscientos y pico. Pero cuando los organizadores abrieron otra fecha, él logró boletos en la fila número 8; es decir, tendrá a Rieu al alcance del oído y de la vista.
Mi otro afecto lo piensa dos veces. Si por él fuera no lo dudaría, pero el viaje, el dinero (los pretextos de siempre). Mi primer compa no pensó en ninguna restricción. Ya tiene los boletos en la mano y sólo espera que el plazo se cumpla, para viajar a la ciudad de México y luego tomar un taxi que lo lleve al Auditorio Nacional.
A mí no me atrae la música de Rieu. Pero lo que sí me atrae es la emoción que este músico crea en el espíritu de mis amigos.
A veces creo que me he perdido la emoción de ser "fan" de alguien. Tengo amigos que viajan para ir a un partido de Las Chivas, por ejemplo, al Estadio Azteca. Otros gastan su paguita y van al Festival Cervantino o asisten a un concierto de Maroon 5. Yo, pensándolo bien, nunca he dejado mi guarida por ir a aplaudir a alguien que llamara mucho mi atención.
Soy un lector fiel de Julio Cortázar, pero (imaginando que estuviese vivo) si anunciaran que Julio daría una conferencia en el auditorio de la Facultad de Humanidades, de la Universidad Autónoma de Chiapas, lo pensaría dos veces antes de ir. Solamente que (por esas razones extrañas de la vida) él declarara que acudiría a la tierra de Rosario Castellanos ¡no me lo perdería! (Concediendo que la entrada sería gratuita).
Nunca he asistido a conciertos especiales. Bueno, una vez fui a un concierto de Aute, el cantante español. Esto porque Radio Universidad de la BUAP regaló boletos y conseguí dos. Fuimos Paty y yo. Lo cierto es que disfruté mucho el concierto, no tanto por lo que el cantante interpetraba, sino por el ambiente que me rodeaba. Siempre ha llamado mi atención el prodigio de la multitud que acude a los conciertos. ¿Cuál es el resorte que los motiva a desplazarse, en ocasiones, cientos y cientos de kilómetros? ¿Cómo un fan logra conectarse con su artista favorito aun cuando esté sentado en la parte más alta del foro?
Trato de motivar a mi otro afecto a que vaya al concierto de Rieu. Le digo que no piense en la distancia ni en el dinero. Total, la vida sólo es una y, si de verdad, es fan de su música, pues tal vez le resulte una experiencia imborrable asistir al Auditorio Nacional y disfrutar eso que jamás volverá a repetirse.

viernes, 2 de abril de 2010

COMO HACE CINCUENTA AÑOS


"Ya todo está cerrado", me dijo el maestro Emigdio. Le llevé la batería del carro para que la cargara. "Ya está. No le dará lata en esta temporada", me dijo, cuando terminó de colocar la batería en el carro y checó que el ventilador entrara a tiempo y se apagara.
"¿Va usted a salir?", me preguntó. No, le dije. Nunca salgo de casa en Semana Santa. Él dijo que tampoco saldría. A las cinco de la tarde lo encontré, a dos cuadras de la casa, bien borracho.
"Ya todo está cerrado", había dicho. En efecto, apenas eran las doce del día del jueves santo y ya las calles del pueblo estaban desiertas. ¡Como hace cincuenta años! Ahora, ¿quién sabe en dónde está la gente?, pero igual que entonces el pueblo se queda desierto.
Dicen que en la ciudad de México sucede lo mismo. La gente se guarda en sus casas o viaja a lugares de descanso. En Comitán la gente acostumbra ir a sus ranchos o a Uninajab (un lugar cercano a Comitán, donde existen aguas azufradas).
Como entonces yo hago lo mismo: quedarme en el pueblo. Mi mamá asiste a "los oficios" y yo, a veces, la acompaño.
Camino por las calles del pueblo. Temprano acudo al mercado. Hay poca gente.
Tal vez la diferencia más notoria sea que ahora muchos camiones con turistas pasan por el bulevard con rumbo a Los Lagos o a Las Guacamayas o a Las Nubes.
Mi mamá fue a Las Guacamayas hace cosa de dos o tres semanas y regresó maravillada. Me contó que es un prodigio ver "el relámpago rojo y amarillo de las guacamayas".
"Ya todo está cerrado", dijo el maestro Emigdio. Él también cerró su changarro y se fue a beber trago. Ya el lunes todo volverá a la normalidad. "Todo estará abierto" de nuevo.

jueves, 1 de abril de 2010

DONDE MUERE EL CARACOL



En la foto: Hernán y Fer (hija de Fernando y Paty).






Hernán Becerra Pino, escritor tapachulteco, me invitó a hacer un comentario la tarde que presentó su libro de poesía: "Donde muere el caracol", acá, en la ciudad de Comitán. Paso copia de lo que leí:




UN LUGAR PARA VIVIR DE LA POESÍA
Hernán, autor de este libro de poesía, sabe que en Chiapas a los caracoles les llamamos “shutis”. Hernán es tapachulteco y como ha andado por todo el mundo, tal vez en algún restaurante francés un día pidió un platillo con caracoles, que allá les dicen escargots y sólo Dios o Víctor Hugo saben cómo se pronuncia. Acá, en Comitán, la gente se topa con caracoles en el Río Grande, o en los patios de las casas. Los que saben dicen que también hay caracoles de mar y que los marinos acercan las conchas a sus orejas para oír los cuentos que cuenta el mar. Parece que la propuesta de Hernán es darnos un caracol, no de tierra, no de río, no de mar, sino de aire; parece que su propuesta es que cada lector acerque a su oído esta espiral hecha de palabras.
Los caracoles son animales que cargan sus casas por un lado y por otro, como si eso fuera una manda que deben cumplir. Los caracoles, entonces, son animales benditos que tienen la sentencia fatal de “cargar la casa con el sudor de su frente”. Alguna falta cometieron durante su estancia en El Paraíso.
¿Por qué Hernán llamó a su libro “Donde mueren los caracoles”? El caracol, ¿en dónde muere y de qué manera? Mientras no conocí el libro de Hernán anduve tranquilo por la vida, ignorando casi todo acerca de los caracoles. Por lo regular, los seres humanos no nos inquietamos por saber dónde mueren las hormigas, las cochinillas o los caracoles. Los chiapanecos acostumbramos comer tzizimes o “shutis” sin ningún remordimiento.
Pero desde que tuve el libro entre las manos, a cada rato pienso en los caracoles y me pregunto: ¿qué relación tiene el camino que un caracol realiza con el viaje que realiza la palabra? El libro que Hernán presenta el día de hoy está trepado en el viaje de la palabra. A cada rato me pregunto: “¿Dónde viven los caracoles?”, porque, después de todo, Hernán sabe que lo importante es el lugar donde viven las palabras, el nacedero donde brota esa agua maravillosa que se llama poesía.
El autor me ha sorprendido con este libro. Quienes conocen a Hernán saben que es un conversador fascinante. Con él he pasado dos tardes agradables bebiéndome la taza de su conversación. A veces no sé dónde está la frontera entre la realidad y la imaginación de lo que cuenta, pero me dejo llevar por su plática, como si su palabra fuera un río o el viento y yo una hoja, simplemente.
La memoria de Hernán Becerra Pino está llena de lámparas; cuartos húmedos; callejones con mendigos; puentes que la gente no cruza por temor al vacío. Su memoria es un arcón lleno de mujeres que llevan la saudalle en sus ojos y en su piel. Mil ventanas de mil lugares están colgadas en la pared de su memoria. Asimismo, su memoria está llena de infinidad de conversaciones que ha sostenido con cientos de personajes que ha entrevistado, porque ustedes deben saber (si es que no lo saben): Hernán es Premio Nacional de Periodismo, por su trabajo de entrevistador. Por esto digo que ahora Hernán me sorprende. El otro día me urgió a que le diera mi opinión acerca de su poesía y yo, maravillado todavía por la plática de sus viajes, le dije que me gustaban los malabares que hace con esas piedras que pepena por los caminos y si él cree que la poesía es una buena piedra puede intentar hacerla de equilibrista.
Hernán ahora es un caracol, ya se echó una casa de aire sobre su espalda. No es poca responsabilidad asumir esta espiral infinita del verbo en las manos del poeta. Pero, digamos que Hernán comenzó con el pie derecho pues ya obtuvo el Premio de Poesía Ydalio Huerta Escalante. Por esto, después de acá, irá a Palenque a presentar este libro.
A Hernán le advertí que estos tiempos no eran buenos tiempos para presentar el libro, porque las vacaciones fomentan otro tipo de intereses. Pero, después pensamos que para la poesía todo tiempo es bueno. La poesía jamás ha convocado multitudes. La poesía, desde siempre, ha sido materia selecta para espíritus selectos. Quienes nos acompañan esta noche son los elegidos para recibir la espiga de trigo que el autor pone en sus manos. Ojalá que la siembra augure buenas cosechas, buenos y mejores tiempos para la poesía.
¿En dónde mueren los caracoles? Tal vez su espiral no tiene fin, es infinita.
Deseo, de corazón, que el trabajo de Hernán pueda alcanzar el lugar que él busca. ¿Hasta dónde llegará? ¡No lo sé! El oficio del poeta no es sencillo. El narrador descuelga palabras de los árboles y forma sus historias de manera más o menos sencilla; pero el poeta tiene que treparse a lo más alto de los árboles porque la materia prima se encuentra en las nubes. Por esto es muy difícil ser poeta, pero, bueno, Hernán ya tiene una escalera. Le deseo la mejor de las suertes y que su poesía sea un lugar donde viven las palabras.