martes, 15 de abril de 2025

CARTA A MARIANA, CON UNA NOTICIA NEFASTA

Querida Mariana: el diccionario dice que nefasto es sinónimo de funesto. ¿Oís cómo suena la efe? ¡Suena como eco de cueva llena de murciélagos! Llama mi atención que la palabra felicidad, que es casi antónimo de nefasto, también lleva la efe. Iván Ibáñez, maestro de la comunicación, me invitó a participar en su noticiario radiofónico la mañana del 14 de abril 2025, para compartir con la audiencia un comentario por la nefasta noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa (¿mirás que fallecimiento también tiene efe?). Te paso copia de lo que dije, a manera de homenaje: Buen día, maestro Iván, buen día a la audiencia. Ayer domingo, por la tarde, veía una película de Woody Allen, cuando recibí tu mensaje. Mario Vargas Llosa murió, dijiste. De inmediato recordé el texto introductorio que Mario escribió en la obra “Los cuentos completos de Julio Cortázar”, ahí dijo que un domingo de 1984 le llamó un periodista español y le dijo: Julio Cortázar ha muerto, y le pidió un comentario. Ayer fue un domingo de 2025 y el mundo se enteró que Mario Vargas Llosa había muerto. Por si alguien no lo supiera deberíamos decir que Mario ganó el Premio Nobel de Literatura y los críticos consideran que su obra literaria es de gran relevancia. Al conocer la noticia hice lo mismo que Mario hizo al saber que Julio Cortázar había muerto, él ya no escribió el artículo que iba a hacer, releyó algo de la obra de su amigo. Yo tomé el libro “La civilización del espectáculo” y antes de abrirlo recordé que en un viaje que realicé en 2013 a Zacatecas para estar presente en el homenaje que le hicieron al gran poeta chiapaneco Óscar Oliva, llevé como compañero de viaje la novela de Mario Vargas Llosa “Travesuras de la niña mala”, la fui leyendo en el avión y, en el congreso de poesía, en la recámara del hotel. Hubo un instante en la lectura que me descubrí llorando. El comiteco, en la soledad de un cuarto de hotel, en Zacatecas, estaba conmocionado por lo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa había escrito. Así, con la emoción desbordada, sentado en la orilla de la cama, recordé que también había llorado con el libro “Los autonautas de la cosmopista”, de Cortázar, y llorado sin contenerme cuando el gran Hidalgo de La Mancha, Don Quijote, muere. Cervantes, Cortázar y Vargas Llosa han sido tres grandes escritores cuyas historias me han conmovido hasta las lágrimas. Y hoy, el mundo conmocionado llora la ausencia física del gran escritor Mario Vargas Llosa. Hubo muchas personas que no estuvieron de acuerdo con él por su pensamiento ideológico radical, pero los lectores, los verdaderos amantes de la literatura, reconocemos su grandeza creativa. Recuerdo, maestro Iván, que un día comentaste que el Festival Rosario Castellanos debe privilegiar a las letras, convertirse en un festival literario, y el primer nombre que propusiste para que asistiera como invitado de honor fue el de Mario Vargas Llosa, que Vargas Llosa viajara a Comitán y brindara una conferencia magistral. Esto ya no será posible. Ayer domingo 13 de abril me enviaste un devastador mensaje: Mario Vargas Llosa murió. Hice lo que hizo Mario cuando se enteró de la muerte de Cortázar, tomé uno de sus libros: “La civilización del espectáculo”, un lúcido ensayo donde dice que los tiempos actuales son tiempos frívolos, donde la palabra ha sido desplazada por la imagen, el mundo de las ideas ha sido sustituido por un mundo degradado donde la reflexión se ahoga en el fango de la mediocridad. Mario dijo que en el campo cultural hay un gran deterioro. Hoy, que Mario ya no está en el plano físico ya nada dirá del mundo polarizado de las ideas, pero su legado de ensayos, cuentos y novelas estará siempre con los lectores. Habrá que ir al librero y tomar sus libros para releerlos. Ya comencé con “La civilización del espectáculo”, puedo seguir con la novela “Travesuras de la niña mala”, seguir con “Los cuadernos de Don Rigoberto”, continuar con “Conversación en la catedral”, y luego con “La tía Julia y el escribidor”, tal vez leer “La guerra del fin del mundo” y así hasta el infinito, hasta llegar a su último libro, con el que se despidió del mundo, con el título “Le dedico mi silencio”, porque el gran mago de la palabra fue un hombre que tuvo la delicadeza de decirnos: esta es mi despedida, les dejo mi silencio, un silencio desbordado de palabras luminosas. Que Mario descanse en paz. Gracias. Posdata: y me despedí de Iván y de la audiencia de su noticiario. Pensé que todos los títulos mencionados los he leído, debo releerlos. Perdón, miento, el último libro no lo he leído, aún no lo he comprado. Lo haré. ¡Tzatz Comitán!