sábado, 8 de noviembre de 2025

CARTA A MARIANA, ARIGATO

Querida Mariana: ¿ya viste la foto? Es la portada de un libro japonés. Un querido amigo fue de vacaciones a Japón y me trajo este libro de recuerdo. Me encanta saber que en aquel país tan lejano pensó en mí, pensó en español, pero dijo que sería un buen recuerdo tener un libro en el idioma de esa nación. ¿Cómo leen los lectores en Japón? El libro de allá tiene su modo especial. ¿Ya viste en dónde está el lomo? Está en el otro extremo de nuestros libros occidentales, lo que para nosotros es contraportada para los japoneses es la portada. Nosotros diríamos que es un poco al revés volteado, pero no, ellos leen de manera adecuada, así como nosotros también leemos en forma correcta nuestros libros. Un día te conté que una amiga fue a París. ¿Qué querés que te traiga?, preguntó. La primera idea fue: una parisina, pero lo deseché de inmediato, así que pedí un libro, escrito en francés. Cuando volvió a Comitán me entregó una edición de “El perfume”, de Patrick Suskind (“Le parfum: histoire d’un meurtrier). La misma amiga fue a Estambul y me trajo una revista de gastronomía en turco. Ahí tengo el librincillo y la revista, ahora coloqué a su lado la novela japonesa. Ah, qué disfrute, al lado del español tengo tres idiomas más en mi librero. Debo confesar que el más extraño es el japonés. Hablar y escribir japonés está en chino. Mi amigo, que es muy ducho para los chunches tecnológicos, revisó en su celular y dijo que estos símbolos que están impresos en la portada dicen que la novela se llama “La venganza de Kobikicho”, y su autor es Sayako Nagai. Parece que no hay libros traducidos al español, pero la IA me ayudó a buscar algunos datos: ganó el Naoki Prize, que es uno de los premios más importantes de la literatura japonesa popular; es decir, es abusadita. Dicen que hizo su debut literario en 2010, entonces tiene quince años presentándose en los escenarios. La misma información anota que su narrativa es reconocida por combinar realismo histórico con elementos de misterio. Ah, suena interesante. ¿Cuántos años tiene la tal Sayako? Nació en 1977, hago las cuentas, a 2025 le resto 1977 y da: 48 años, joven madura. Ah, pucha, qué término tan bobo para nombrar a alguien que está a punto de cumplir medio siglo. No hay más información. Se entiende. Japón está tan lejos. Sabemos lo que pasa en el barrio, en Comitán somos expertos, pero cuando hay algo más distante, sólo nos enteramos de los chismes de artistas, chismes de la farándula. ¿Cómo se lee este librincillo? Como dije, de atrás para adelante. Ya chequé el número de páginas y va en ascenso de la última página a la primera. Una vez estaba en la terminal de la Cristóbal Colón, en San Cristóbal de Las Casas, vi a un visitante japonés (son inconfundibles los rasgos). Estaba sentado dos sillas adelante de mí. Tomé mi mochila y, como ratón ante el queso, me acerqué. Lo saludé con una ligera inclinación de cabeza, él respondió a mi saludo y sonrió, puso su cara en sintonía con sus ojos rasgados. Entonces le pregunté qué leía y él respondió en un español muy aceptable, así que me atreví a preguntarle cómo era el sistema de lectura y él explicó que cada columna se lee de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda. Ah, somos tan diferentes y tan semejantes los seres humanos. Ahora en mi librero tengo una revista de Turquía, un libro de Francia y un libro de Japón, más muchos libros de otros países de Iberoamérica. ¿Mirás? Tengo libros en turco, en francés, en japonés y en español. Ahora que escribí español me doy cuenta que en muchos países se habla dicho idioma, por esto digo que tengo libros en cuatro idiomas, pero de muchos más países, porque en español tengo libros publicados en España, en México (por supuesto), en Guatemala, en Argentina, en Cuba, así como una revista de una universidad norteamericana que está dirigida a estudiantes de español. Si querés regalarme un auto lo acepto. Que sea un auto nuevo, de esos bonitos que no son como trasatlánticos, pero el mejor obsequio que podés hacerme es ¡un libro! No importa que no sea en mi idioma, que no pueda leerlo. Me encanta pensar que un libro de un país lejano está cerca de mí. El libro no sólo me gusta por su contenido, también disfruto su forma. El librincillo japonés es de factura muy bella, es pequeño, casi como si fuera de la colección Libros de bolsillo, pero es maravilloso. Está pegado, pero trae una cinta como separador, para decir que ahí dejé la lectura. Me encantó el obsequio, he estado bastante tiempo admirándolo, sopesándolo, viendo los elementos de la portada y los ideogramas del japonés (¿ideogramas? ¿Así se dice?). Hace un mes este libro estaba colocado en un estante de una librería de una ciudad japonesa y hoy está en mi librero, hizo un gran viaje, pero no llegó cansado, al contrario, llegó con una vitalidad sensacional. En inglés dice: printed in Japan. Sayako Nagai. 2023. Posdata: mi amigo, con su celular, logró traducir un párrafo al español. Ahora, ¡ah, tiempos benditos!, es posible, incluso, traducir del español o chino (idiomas que parecen, son, complicadísimos). Yo no sé cómo hacerle, pero veré si la Paty Cajcam puede ayudarme. Pero, no por el momento, porque ahora leo “Ir a La Habana”, de Leonardo Padura, que estará el 24 de noviembre 2025 en Comitán. Sí, leíste bien: Padura estará en Comitán. Nuestro pueblo no ha tenido en su historia la visita de un escritor tan prestigiado como Padura. Todo mundo debería ir a su charla. Ojalá que muchas personas asistan y sean testigos de ese momento histórico. A Padura lo trae la Benemérita Universidad Autónoma de Chiapas, mi universidad. Qué buena iniciativa del rector Oswaldo Chacón Rojas. ¡Bien! ¡Muy bien! ¡Tzatz Comitán!