miércoles, 10 de mayo de 2017

FESTEJO DEL DÍA DE LA MADRE




Mariana me jaló y dijo: “¡Mirá, mirá!”. Entendimos el mensaje. La boutique, por el día de la madre, ofrecía un descuento del quince por ciento en la mercancía. Pero, Mariana, quien siempre es jodevecino, dijo que al mensaje podía dársele otra interpretación: “Te amo mamá 15%”. Sí, ¿verdad? Podía, también, interpretarse como que el hijo se reservaba un 85% de amor. ¿Por qué? Ah, Mariana jugó a que, en términos estrictos, ningún hijo ama a su madre al ciento por ciento.
Claro que esta declaración enerva a muchos que, el diez de mayo, se deshacen por complacer a su mamacita.
Pero, si (todo como un jueguito) vamos más allá, vemos que los hijos son malagradecidos y, por lo tanto, aman a su mamá en un porcentaje que nunca, ¡nunca!, llega al ciento por ciento. Con ello, el mensaje de la boutique no era muy errado.
Cuando una mamá, con esmero, prepara la cena del hijo, éste llega con su bolsa de panes compuestos comprados en El Foquito. La madre calla, nada dice. Con disimulo guarda lo que había preparado. El hijo no se da cuenta, pero ahí hizo un descuento de un diez por ciento al amor hacia la madre.
Hay muchas ocasiones en que el hijo no se da cuenta del descuento otorgado, pero hay muchas otras en que sí es con alevosía y ventaja. Puede ser el mismo hijo que, otra noche, retira el plato ya servido porque “¡Ya está frío! ¿Quién creés que puede comer esto?”. Aparte del tono, que suena como el de Trump cuando se entera que el congreso no le autorizó los millones de dólares para su muro, está el acto de rechazo. Si catafixiar la cena preparada de la madre por unos panes compuestos de El Foquito representaron un descuento de diez por ciento, este último acto de rechazo y de soberbia por parte del hijo representa como un veinte por ciento.
Así, de poco a poquito, con acciones inadvertidas o con acciones dolosas, las madres van recibiendo un cariño mermado.
Estos ejemplos son menores. Todo mundo sabe que hay hijos que realizan actos que parecieran no tener madre contra la madre.
Y luego está también lo otro. Porque (habrá que decirlo, aunque a muchos les disguste) hay madres que también no abonan al cariño. La imagen de madre abnegada (casi ingenua) que Sara García nos regaló en el cine mexicano, parece una ironía a la hora que nos enteramos de madres que encadenan a sus hijos o que les queman las manos con la plancha. Hay madres que no aman a sus críos al ciento por ciento. La sabiduría popular dice que lo que se siembra se cosecha. Tal vez esta clase de madre no merece ni siquiera el quince por ciento de amor.
Entendimos el mensaje. Pero se prestaba a otra interpretación, una donde el juego saltó como rana en charco.
La maestra Claudia insistía en que los meandros del lenguaje son tormentosos. Basta omitir una coma para que el mensaje se trastoque y el sentido original se extravíe. En el Facebook a cada rato hallamos el siguiente ejemplo: “No queremos saber”. Si le agregamos la coma el sentido es opuesto: “No, queremos saber”. Lo mismo sucede cuando omitimos alguna palabra que puede dar el sentido completo de lo que queremos decir.
Entendimos el mensaje. Mariana entró a la boutique y buscó una blusa para regalarle a su mamá, porque la mercancía tenía un quince por ciento de descuento en el precio.