martes, 13 de agosto de 2024

CARTA A MARIANA, CON ATAQUES

Querida Mariana: caminaba en el parque central del pueblo, iba de la fuente al portal, donde ahora hay tiendas de ropa, venta de helados y videojuegos. Caminaba tranquilo cuando escuché que una mujer le decía a otra: “se enfermó por atacada”. Ellas iban en dirección contraria. Oí la frase y eso me quitó la aparente tranquilidad, porque la frase ya no se despegó de mi mente. Fue tan de golpe de boxeador que ahora te hablo de ella. “Se enfermó por atacada”. Entendí perfectamente el sentido de la oración. Sé que vos también la entendés, pero hay personas que, tal vez, no la comprenderán a cabalidad. Alguien podría preguntar: ¿fue atacada? ¿Por quién o por qué? ¡No! La fulana se enfermó “por atacada”, no porque haya sufrido un ataque. ¿Entonces? En Comitán el término “atacada” se usa como sinónimo de atracón, si se enfermó por atacada, significa que comió “como chucha”, porque el que es chucho para beber es un gran bolo, es un atacado. La fulana se enfermó porque no se moderó en la comida o en la cena; el que amanece todo crudo es porque se excedió en la bebida. ¿En cuántos pueblos del mundo se emplea eso de “atacado”? No lo sé. Como ya viste se aplica en la bebedera y en la comedera. Los atacados incurren en el pecado de la gula, son chuchos para tragar. Hay entonces una gran diferencia (cuando menos en Comitán) si decimos: “se enfermó por atacada”, que “se enfermó porque fue atacada”. El tío Cheno decía que prefería morirse por ser atacado que por un ataque al corazón. Mirá lo que es la vida, él siempre fue muy atacado con la bebida y la comida (y otras cositas), pero el destino no le cumplió su deseo, murió de lo que había rechazado: un ataque al corazón, un ataque fulminante: un brutal paro cardiaco, cuando su corazón decidió ponerse en huelga estaba de pie, apenas tuvo tiempo para tratar de sostenerse en la mesa (que estaba llena de viandas exquisitas para que comiera). Su mano resbaló sobre la mesa y él quedó tirado en el piso, sólo la sirvienta Victoria estaba en la cocina, escuchó el golpazo, corrió hacia el comedor y halló al tío tirado, se puso en su boca el trapo que llevaba en las manos y echó la carrera hacia afuera, a mitad de la calle se quitó el trapo y comenzó a gritar como loca, estaba loca de dolor. Gracias a Dios vos no sos atacada, cuidás mucho tu cuerpo, comés lo necesario. “Atacarse” con la comida y con la bebida es como si nos atacáramos a nosotros mismos, como si nuestro cuerpo y nuestro espíritu fueran campos de batalla donde el ejército enemigo tiene nuestro propio rostro. Es un absurdo, pero el mundo es mundo porque hay gente moderada y gente con excesos. He visto gente que se come cinco o seis tacos de carnitas (tan sabrosos). Los taqueros saben su negocio, aparte de preparar las carnitas en forma deliciosa, acompañan el antojo con salsas exquisitas con picante. El picante (por algo decimos que quedamos picados cuando algo nos gusta y ya no continúa) hace que la gente olvide el decoro y pida otros dos tacos. Ahora que lo pienso tal vez también se puede aplicar el término de atacado a los chicos que están fascinados con los besos de las chicas, porque cuando andan en el fajecito ellos quieren más y más y más. Hace años (no sé si sigue esa publicidad) la empresa Sabritas lanzó el mensaje publicitario que decía “A que no puedes comer sólo una”. ¡No! Lo mismo sucede con los besitos, ningún chico queda conforme con uno de piquito, los chavos son grandes “atacados”, quieren que el besito se convierta en un gran faje que abra puertas y abra otras partes. Posdata: todos los atacados son parte de la comunidad que “no puede comer sólo una”. El tío Cheno no sólo era atacado con la comedera y la bebedera, también en cosas de darle gusto al cuerpecito en forma completa, porque no podía “comer sólo una”, se echaba más de dos o tres en el pueblo y dos que tenía en otras ciudades. Vivió su vida como él lo deseó, sólo en la muerte no cumplió su deseo. ¡Tzatz Comitán!