viernes, 12 de septiembre de 2025

CARTA A MARIANA, CON TARJETAS

Querida Mariana: siempre he sido buen lector. Me refiero al placer de la lectura solitaria, a estar en la sala de casa con una taza de té; pero también me refiero a la lectura en voz alta, para compartir con una audiencia. Me resulta una experiencia ingrata escuchar a un lector que tataratea al leer en público o quién “se clava en el texto” y no levanta la mirada, a este último grupo de lectores lo he bautizado como los “lectores de taza”, porque parece que estuvieran leyendo sentados en la taza del baño. Soy un admirador de la lectura respetuosa; es decir, del lector que lee y ve a su audiencia, que es respetuoso con los escuchas. Antes era mejor lector que ahora, cuando no usaba lentes y no usaba placa dental; no obstante sigo leyendo en forma clara, levantando la vista, en intento de enganchar la atención de los oyentes. Cuando leo en la intimidad lo hago sólo para mí. Chundo me dijo que ese tipo de lectura es un acto onanista, como una masturbación mental. Tal vez tenga razón. La masturbación es un acto personal que produce máximo placer, la lectura es lo mismo, con la diferencia que aquel acto se concentra en el cuerpo y éste en el espíritu. Desde siempre he sido un buen lector. Hace tiempo el licenciado David me pasó copia de un programa de los años sesenta, donde aparece mi nombre como participante de un acto oficial, celebrado en el parque central, el maestro de ceremonias (que fue Don Rubén Domínguez Domínguez, el eterno secretario municipal), anunció “pieza por la marimba” y al término de la ejecución musical anunció al niño Alejandro Molinari para que pasara al podio a leer. Leí un texto que preparó mi maestro, tuve un ligero lapsus que propició algunas risas (al nerviosismo le encanta poner el pie para que tropecemos). Al final salí victorioso. Digo que soy buen lector. He sido buen lector desde siempre. Así que aprovecho ese don. Por el contrario, soy mal orador. Ahí sí tatarateo, pero como también soy escritor descubrí que si uno mis dos virtudes siempre salgo avante. Siempre llevo unas tarjetas pequeñas. ¿Alguien me pide que diga unas palabras ante una audiencia? Tomo una tarjeta y redacto lo que leeré, a esa tarjeta la he bautizado con el nombre de “porsilasmoscas”. Entonces, subo al podio, leo y me doy por bien servido. Mi participación es breve, honro al querido maestro Jorge, quien siempre repitió la frase: lo breve es placentero. El otro día estuve con la poeta Marvey Altuzar, ella lee muy bien. No todos los poetas tienen esa gracia. Otra poeta estupenda es Mónica Zepeda, gran lectora en voz alta, gran “decidora”. Posdata: desde siempre he sido buen lector. La lectura ha sido mi placer. Ahora estoy enredado en los pliegues de la obra de Mario Vargas Llosa, mi compa Quique me ha obsequiado dos libros del autor peruano. Sí, le atinaste, uno de los libros es la gran novela “Conversación en la catedral”. ¡Tzatz Comitán!