jueves, 17 de julio de 2025

CARTA A MARIANA, CON CALLES Y AVENIDAS

Querida Mariana: las grandes ciudades tienen bulevares. El gran cantautor Joaquín Sabina dice que hay un bulevar de los sueños rotos. ¿Habías pensado detenidamente en ello? Bulevar de los sueños rotos. Irene dice que es el bulevar donde transitan los extraviados, los que están hechos de fragmentos. Igual que Irene, cuando pienso en un bulevar lo imagino lleno de autos. Los bulevares están hechos para aligerar el tránsito vial. Acá en el pueblo tenemos el bulevar de La Federación. En sus camellones, floridos, hermosos, siempre llenos de vida (que son alabados por los visitantes y por los del pueblo), hay esculturas de todos los estados que integran la república (bueno, hay estados que aún no han enviado sus piezas). Dichas esculturas sirven como puntos de referencia, para continuar con la tradición comiteca. Por ejemplo, si alguien quiere ir a “Casa Rosario", donde, entre otras cosas, venden quesos para quesadillas, de la hacienda Campumá, se dice que está al lado del bulevar frente a la estatua de Hidalgo (del estado de Hidalgo). Nosotros, en Comitán, no tenemos un bulevar de los sueños rotos, pero sí tenemos una calle de los huesos rotos, la famosa Calle del Resbalón, que está en el barrio de La Pila, al lado de los chorros. Antes, hace tiempo, los chorros de La Pila manaban con generosidad y el agua rebosaba del canal, con lo que toda la pendiente que bajaba hacia la casa de mi tía Juanita Bermúdez se llenaba de agua. Esto, lo imaginarás, niña mía, provocaba que mucha gente resbalara, de ahí el nombre de la calle. Pero hay más, como siempre. Armandito siempre decía que andaba por la Calle de La Amargura, que es una métafora que usa medio mundo para decir que la situación no es óptima. ¿Recordás la película “El callejón de Los Milagros”, donde participó la frondosa chaparrita Salma Hayek? El guion de esta cinta está basado en una novela de Naguib Mahfuz, Premio Nobel de Literatura. Lo que digo es que hay calles, avenidas, callejones y bulevares que tienen nombres especiales, exclusivos, algunos ¡deslumbrantes! Bueno, para no ir tan lejos (un poco) basta viajar a la ciudad de Guanajuato para toparse con el famoso “callejón del beso”. Una vez estuve ahí y presencié lo típico: una pareja (en ese tiempo era hombre y mujer) dándose un beso, emulando el acto de la leyenda. Ahora, Roxana me contó, es común toparse con parejas dándose el beso, pero las parejas están constituidas por chica y chica y chico y chico. Son tiempos de bulevares de sueños armados, reconstruidos. Hubo un tiempo que el centro de Comitán tuvo calles con nombres de flores. Ah, debió ser hermoso decir: “vivo en la calle del Tenocté”. Bueno, entiendo que en el Fraccionamiento Las Flores tienen ese privilegio, sus calles tienen nombres de flores. A los poetas les sobra imaginación, las palabras les brotan en medio del espíritu y nombran a las cosas y a los objetos con nombres sublimes. Armando vivió, de estudiante, en una calle que se llamaba “De la Soledad”, cuando sus amigas le preguntaban su dirección él decía: “Vivo en calle de La Soledad, hasta que vos te decidás a vivir conmigo”. Ah, cómo le celebraban su dicho. Posdata: pienso que el Gomitos me cotorreó, dice que un tío suyo le contó que había conocido un pueblo en el estado de Guerrero donde las calles tenían nombres de avenidas y al revés. Me cotorreó. Porque de ser cierto (idea absurda) todo mundo se confundiría bien sabroso. “¿En dónde vivís? En la calle avenida oriente sur” “¿En dónde vivís? En avenida calle oriente sur”. ¿Cómo lo mirás? Bobo, ¿verdad? Digo, como juego suena bien, pero parece poco práctico. ¿Para qué el juego? ¿Qué aportaba? ¡Tzatz Comitán!