sábado, 28 de junio de 2025

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA DEL AÑO 1968

Querida Mariana: lo escribí muy apresurado. Esta fotografía es de 1968, de junio de 1968. Es una foto histórica. Mi amigo el ingeniero Francisco Tovar tuvo la gentileza de pasarme una copia. ¿Ya reconociste la calle? Sí, es Comitán, por supuesto. La calle es la tercera norte poniente. El sentido de los autos está cambiado, hoy es de acá para allá; es decir, de acá hacia el bulevar, hacia el Hotel Los Lagos. ¿Ya reconociste la calle? Cuando el ingeniero Tovar me enseñó la fotografía, le dije: ¡es la calle de mi casa! ¿Sabés quién va en el auto, de pie? Es el presidente de la república, el licenciado Gustavo Díaz Ordaz. Esa mañana de junio el pueblo de Comitán se volcó para recibirlo. La comitiva llegó hasta la esquina del hotel Los Lagos y ahí el presidente subió al auto que acá se ve y fue saludando a la gente que le aplaudía a su paso. Como es tradicional, al lado del auto van integrantes de la guardia presidencial, vigilando que todo transcurra en orden. A ambos lados de la calle se ve la valla de alumnos y alumnas de muchas escuelas. Las autoridades de Comitán solicitaron a las directivas de las escuelas que mandaran a contingentes de estudiantes, bien uniformados y escoltando el paso del presidente Díaz Ordaz. ¿Ya identificaste el lugar? Está a una cuadra de la Escuela Fray Matías de Córdova. Si mirás con atención verás que en el extremo inferior izquierdo hay un murete de piedra, luego había dos o tres casas antes de la escuela. Bueno, el primer acto que realizó en Comitán ese día fue precisamente visitar la escuela y develar una placa en bronce que aún existe y que está en el vestíbulo de la primaria, placa que da testimonio de esta visita. Cuando el ingeniero Tovar me mostró la foto le dije: Antes que el presidente yo pasé por el centro de esta calle. Ya te he contado que mi director, el maestro Víctor Manuel Aranda León, me dio una encomienda muy importante: que caminara hacia el hotel y cuando viera el arribo de la comitiva corriera para avisar que el presidente de la república estaba a punto de llegar a nuestra escuela. Ya podés imaginar cómo me sentí orgulloso de tal deferencia, yo, el gordito Molinari, entre cientos de alumnos, había sido elegido para tal comisión. El libro de la historia comiteca ignora este encargo, pero te lo cuento, porque la cumplí con comedimiento. Fui caminando, por la banqueta (detrás de la valla de los alumnos), hasta el hotel y cuando vi que el presidente bajó de un autobús corrí para cumplir la tarea. Decidí, no me preguntés el porqué, correr a mitad de calle y comencé a gritar ¡ya viene el presidente! Los estudiantes de la prepa que hacían valla muy cerca del hotel, contagiados con mi grito, gritaron también: “cuch, panzudo, gordo”, pero no les hice caso, ellos qué iban a saber, ellos eran unos simples peones haciendo valla, yo era un emisario, alguien que llevaba la noticia. Acezando, pasé por mi casa y, ya agotado, llegué al punto donde acá se ve que va el presidente. No podía parar, mi director estaba esperando mi comunicado. Llegué hasta mi escuela y busqué al maestro Víctor Manuel y, orgulloso, como si fuera un soldado, me paré frente a él y dije: “Ya viene la comitiva”, y me senté en una banca que aún existe al lado de la dirección, mi corazón era un tambor que hacía un redoble por la satisfacción del deber cumplido. Imagino que estaba colorado, jalando aire de donde se pudiera. El director, entonces, avisó a los maestros y maestras que vigilaran que todo estuviera en orden, porque ya estaba por llegar el presidente. Yo había dado ese mensaje. No había walkie-talkies, no había celulares, no había otra forma de comunicarse que por señales de humo o enviar a un mensajero para que (como le llevaban el pescado al tlatoani azteca desde Veracruz hasta el altiplano) corriera y llevara la noticia lo más fresca posible. Digo que esta foto es histórica porque da cuenta de un momento importante de una visita presidencial que no se da todos los días (ya el otro día te conté cómo me fue en la visita que la presidenta Claudia hizo a Comitán el día de la inauguración de la Universidad Nacional Rosario Castellanos, cuyo edificio está en el antiguo plantel de CRESUR, al lado del Polideportivo). Como esta carta sólo es para vos y estamos en confianza, te invito a hacer un ejercicio de imaginación, agarrá un borrador y, en forma respetuosa, quitá toda la comitiva presidencial, eliminá el Mustang donde viaja el presidente de la república y dejá toda la calle limpia, vacía, dejá solo las vallas de alumnos, porque así como están estas chicas acá en primer plano (imagino que son estudiantes del Colegio Regina) toda la calle estaba flanqueada por estudiantes. Ahora, que ya quedó vacía, por favor, imaginá que ves a un gordito (con el uniforme de la Matías). ¿Ya viste que voy corriendo, que grito que ya llegó el presidente, que muy pronto pasará por el mismo lugar donde yo voy? Sí, pucha, la foto es histórica. Para quienes son de mi generación daré un lugar de referencia, porque donde se ve el murete de piedra en este 2025 hay casas y locales comerciales. Pero lo que sí mantiene su traza original es el edificio de dos plantas que se ve en la esquina. No sé si alcanzás a ver, pero en la segunda planta esta casa tiene un corredor que está protegido por barandales. La mañana de junio de 1968 los habitantes salieron y desde ahí saludaron el paso presidencial. Esa casa era propiedad de la familia de Don Hernán León (quien tenía una tienda de telas en la hoy desaparecida manzana de la discordia). Enfrente de la casa de Don Hernán se alcanza a ver un terreno muy amplio, delimitado con lienzos de madera (¿mirás el portón hermoso en la mera esquina que tenía un techito de láminas?). Ese terreno era propiedad de un señor Pedrero. Actualmente es propiedad de la familia Bermúdez y ya está totalmente construida con residencias. En 1968 era un pequeño pulmoncito, recuerdo que ahí había árboles de chulul. Debo decirte que esta calle era mi “caminito de la escuela”, todas las mañanas la recorría para llegar a La Matías. Mi casa estaba a cuadra y media de mi espacio de estudio, así que temprano salía de casa y caminaba esta calle, a la salida hacía el trayecto contrario. ¿Ya te quedó claro que mi escuela Matías está en la esquina adonde se dirige el carro del presidente? Bueno, ahora toca decir dónde estaba mi casa. En la misma banqueta de la casa de Don Hernán León, que tu mirada camine un poquito, que pase por una casa y luego se detenga en la siguiente: esa es mi casa (ya dije que ahora es un hotel de la familia Bermúdez). ¿Cómo podés identificar mi casa? Diré que la fachada era de piedra, tenía cuatro enormes ventanales y un portón igualmente enorme (porque era entrada de los dos camiones repartidores de refresco). La fachada de piedra la mandaba a barnizar mi papá, así que era una casa muy suigéneris, ninguna del barrio era semejante, incluso en el pueblo había pocas así. Si mirás con atención la fotografía lograrás ver que hay un anuncio de bandera, con los tradicionales colores de la Coca Cola: el blanco y el rojo. Ese anuncio avisaba que ahí vendíamos el refresco. Las personas que tenían tendejones cerca de la casa llegaban con sus morraletas y sus envases vacíos, de cristal, y los intercambiaban con botellas llenas de líquido, dejaban su paga y se llevaban los refrescos que venderían. Ese día fue una gran verbena, después de pasar a saludarnos a la escuela primaria, el presidente volvió a treparse en el auto (sé que el chofer fue mi amigo Don Toñito, papá del Doctor Segundo Guillén, quien ahora es coordinador general ejecutivo de la Secretaría de Turismo, del estado de Chiapas) y fue hacia la presidencia municipal. Hay fotografías donde se ve al presidente haciendo guardia de honor ante la estatua gigantesca de Tío Belis que estaba en el centro de nuestro parque central. Posdata: el ingeniero Tovar me hizo un gran obsequio, porque me regresó a un momento histórico del pueblo. Sin duda que el mismo orgullo que tuve por participar en forma tan renombrada, lo tuvo mi amigo Don Toñito Guillén, al ser elegido como chofer del auto que condujo al presidente de la república por las calles y avenidas de Comitán. El ingeniero Tovar tiene esta fotografía en su álbum personal porque su abuelo Eduardo L. Tovar, quien fue presidente municipal de Comitán, estuvo al lado del presidente de la república en un momento determinado. Sé que muchos paisanos recordarán esta fecha, lo sé. ¡Tzatz Comitán!